martes, 8 de marzo de 2022

La Amazonia brasileña, ya no se está regenerando y se convertirá en sabana

 

La Amazonia brasileña, ya no se está regenerando y se convertirá en sabana

Por Adán Salgado Andrade

 

El prepotente, fascista, mafioso en el poder brasileño, Jair Bolsonaro, durante todo el tiempo que ha estado detentando el poder, ha permitido una serie de infamias, que están poniendo en peligro la basta extensión selvática de la Amazonia que le corresponde a Brasil. Ha dejado que inconscientes, criminales ganaderos, provoquen premeditados incendios, en plena selva, para que el fuego consuma miles de hectáreas selváticas y que, cuando se apaguen, sólo queden vacías zonas, en donde nada más crezca pasto. Esta deleznable acción la provocan, con tal de que sus miles de cabezas de ganado tengan alimento para que crezcan y engorden muy contentas. Ante las críticas, Bolsonaro dice que “puedo hacer con los recursos de mi país, lo que sea más conveniente para los brasileños”. Como prefiere que se incremente la carne roja exportada, no le importa que la selva se esté diezmando (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/09/los-criminales-provocados-incendios-de.html).

También, ha permitido el crecimiento de la minería para explotar oro, igualmente en zonas selváticas. Esa minería es “ilegal”, pero tolerada, “en nombre del crecimiento económico”. Los mineros, arrasan con cientos de hectáreas de selva, para buscar el tan codiciado metal, además de que contaminan lo que queda de esas zonas deforestadas, con las operaciones que se requieren para separar el oro de la piedra, en las que se usa mercurio, un elemento muy contaminante y dañino, tanto para el medio ambiente, así como para la salud humana (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/01/la-mineria-ilegal-de-oro-en-la-selva.html).

Todas esas delincuenciales acciones, están estresando más a esa selva, son perjuicios que se le agregan, a los que ya está padeciendo, como el calentamiento global, sequías, construcción de ferrocarriles y carreteras, que la cruzan en varios sitios y otros. Y por tantas calamidades, está dejando de regenerarse, es demasiado para hacerlo. Es lo que acaba de hallar un estudio al respecto, efectuado por la Universidad de Exeter, de Inglaterra (ver: https://www.zmescience.com/ecology/climate/amazon-rainforest-approaching-tipping-point-of-turning-into-savannah/).

Chris Boulton, uno de los científicos que realizaron el estudio, dice que “Se discute mucho sobre el futuro de la selva amazónica y de que está llegando a un punto de no retorno. Esto, se concluye de estudios que originalmente mostraban una rápida pérdida de esa selva. Desde entonces, ha habido mucha incertidumbre sobre su futuro, lo que se basa en modelos que no concuerdan entre sí o por los distintos escenarios futuros sobre el cambio climático. Así que nos dimos a la tarea de estudiar el estado actual de la Amazonia, para ver qué es lo que sucede realmente. Empleamos indicadores muy confiables para medir la resiliencia de la selva, ante tantos problemas y hallamos que un 75% de ella, la está perdiendo”.

En el artículo referido, firmado por Tibi Puiu, del portal ZME Science, se muestra una gráfica que describe cómo la selva ha ido perdiendo, en efecto, su capacidad de regeneración con los años. Se está dejando de regenerar. Eso significa que si antes podía, por ejemplo, repoblar una zona que hubiera sido consumida por un incendio o por deforestación en algunos años, ahora, ya no lo hace. O que pudiera resistir una sequía.

Además, si era un secuestrador de CO2, ese gas que contribuye al calentamiento global, lo está dejando de hacer. No sólo eso, sino que su degradación como sistema selvático, la está convirtiendo en generadora de tal gas, lo que contribuirá mucho más al mencionado, creciente calentamiento global.

“Pocas regiones del planeta, están tan sometidas a tanto estrés, como la selva amazónica. Agresiva invasión humana en el área, durante las pasadas décadas, ha sustituido lo que alguna vez era vegetación tropical por caminos, embalses, granjas ganaderas y demasiados cultivos de soya. Y para agravar más esas infamias, los cientos de incendios que se dan cada año, destruyen grandes extensiones de selva. Tan sólo en el 2020, los fuegos arrasaron con más de 19 millones de acres (76,890 km2) de la mayor selva global”.

Sólo reflexionen, esa área, equivaldría a una cuadrada, de unos 277 kilómetros por lado, más o menos la distancia que hay entre la ciudad de México y San Miguel Allende, Guanajuato. Imaginen, entonces, un cuadrado de esa longitud por lado, todo lleno de árboles selváticos de todo tipo, animales, plantas… ¡arrasado por las llamas!

Y si se dan cada año esas conflagraciones, permitidas por la mafia en el poder, claro, no hay selva que resista tanta destrucción, por muy grande y aguantadora que sea.

Y al destruirse, se acaba con la biodiversidad animal y vegetal que alberga. “Osos hormigueros gigantes, son sustituidos por ratas y nogales, por hierbas”.

Al morir la biodiversidad, también morimos, pues tantas especies son necesarias para el equilibrio ambiental, del que dependemos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/la-perdida-de-biodiversidad-la-perdida.html).

Para llegar a esas conclusiones, los investigadores crearon un modelo, para estudiar los cambios entre 1991 y el 2016. Como ya se señaló, hallaron que el 75% de la selva, ya no puede regenerarse, luego de un incendio o sequía o de otros perjuicios.

Y no lo creían, pues siempre se había pensado que la selva “todo lo resistía”. Pero no es así. “La selva, se está acercando a un punto de no retorno y cuando lo cruce, regiones claves de la Amazonia, se transformarán, dejarán de ser saludables selvas, para convertirse en simples pastizales”.

Tuvieron que analizar variables que no se ven sólo contemplándola desde arriba, “pues en zonas en que aparentemente la vegetación es saludable, estudiando otras cosas, como humedad o densidad de la vegetación, pudimos comprobar que no es así y que, al contrario, esos sitios son más vulnerables”, dice Boulton.

Y es que la velocidad de destrucción es pasmosa. En el 2020, perdió casi 40 km2, de vegetación por día, “equivalente a unos 24 árboles cada segundo”, como indica Matt Simon, en otro artículo (ver: https://www.wired.com/story/the-amazon-rainforest-may-be-nearing-a-point-of-no-return/).

Cita Simon a la investigadora Luciana Vanni Gatti, quien estudia la selva, en el Instituto brasileño de Investigación Espacial. “Cada año, la deforestación es peor. En el 2020, fue peor que en el 2019. Y en el 2022, estamos seguros que será peor que la del 2021”.

Usando una técnica llamada VOD (profundidad óptica de la vegetación, por sus siglas en inglés), como comento arriba, pudieron ver debajo de las copas de los árboles y llegar a las conclusiones mencionadas. “Las áreas que están más en peligro, son las más cercanas a poblaciones humanas”, afirma Vanni.

Dice que en las zonas en donde los ganaderos talan árboles, las sendas que quedan, no permiten que el resto de la selva tenga humedad, así que contribuyen a secarla. Por otro lado, la biomasa de una selva está en sus árboles, así que si se cortan, la tierra que queda, es poco fértil, pues los nutrientes están en los árboles cortados, no en ella. Por eso es que, una vez que se deforesta la selva, en poco tiempo, las tierra que la albergaba se convierte en yermas áreas que, incluso, pueden convertirse en desiertos.

Igualmente, se está acabando con la evapotranspiración, que es el proceso en cómo genera la selva sus propias lluvias. “La selva, puede llevar una cantidad de agua en el aire, comparable a la que el río Amazonas descarga en el océano”, dice Vanni. “El agua que produce el Amazonas, sirve para hidratar a otros países de Sudamérica. Si se pierde la selva, no habrá esa hidratación. Y si no la hay, habrá menos árboles. Es un ciclo que se retroalimenta a sí mismo”, dice la investigadora.

Los árboles más grandes, necesitan de la humedad, pero como se está afectando por deforestación, incendios, obras de infraestructura, no la obtienen y mueren. “Y esas zonas, ya secas, se incendian más fácilmente, afectando a las aledañas, las que también serán afectadas por esos incendios”.

Así que, como se ve, el que todavía es el pulmón del mundo, se está enfermando, se está afectando del cáncer que esta “gran civilización” le está provocando.

Pero así como es el cinismo humano, contemplaremos su desaparición. Y algún imbécil, como Bolsonaro, dirá “mejor, así tendremos mucho más pasto para nuestras vacas”.

 

Contacto: studillac@hotmail.com