domingo, 9 de septiembre de 2012

Viviendo con crisis y a 38 grados bajo el ardiente, desértico sol de Arizona

Viviendo con crisis y a 38 grados bajo el ardiente, desértico sol de Arizona

Por Adán Salgado Andrade


Peoria, Arizona. Es julio y de nuevo he venido a Arizona, racista estado estadounidense el cual, por estos meses, muestra cuan inhóspito puede ser un lugar desértico, de clima totalmente seco, en donde rara vez llueve y, cuando sucede, sus habitantes lo celebran jubilosos.
La pasada ocasión que vine aquí, era enero, mes que, me dijeron, tiene temperaturas de frías a muy frías, fluctuando entre los 5 y 10 grados centígrados, ya que desde octubre, el calor comienza a bajar. Sin embargo, al finalizar febrero, las temperaturas comienzan a subir muchísimo, llegando a rebasar en muchas ocasiones los 40 grados. Además, por el clima extremadamente seco, salir a caminar es realmente una proeza. En la ocasión anterior, como dije, gracias a la templada, incluso algo fría temperatura (según me dijeron, fue el invierno más caliente que han tenido, consecuencia, claro, del cambio climático), pude recorrer caminando las vacías calles de Peoria, ciudad que junto con otras, como Sun City, son habitadas en su mayoría por seniors, o sea, jubilados, los que aún no son tocados por la presente, profunda crisis o que aun tienen suficiente margen económico para atemperarla (sobre la presente crisis y sus consecuencias en la sociedad estadounidense, ver mis artículos “En busca de los signos de la decadencia estadounidense” y “De cómo EU pospone su quiebra y aumenta la pobreza imprimiendo más dólares”. Los links son:
Sin embargo, en estos días, con temperaturas tan altas, es prácticamente un riesgo de salud salir a pie, sobre todo para recorrer grandes distancias. Los que salen lo hacen en sus autos o simplemente permanecen en sus casas con el aire acondicionado a todo lo que da, con el brutal gasto energético que ello implica, que hace a este estado uno de los que más electricidad consumen en verano, per cápita, con otros como Nevada, Texas, Florida o California (de hecho, en varios estados, las temperaturas rebasan los 300 C). Es obligado el uso del aire acondicionado, ningún establecimiento comercial puede operar sin climatización. Y si el gasto de electricidad por casa es elevado, piensen en los millones de kilowatts hora que se requieren para hacer habitable un cine, un centro comercial, un restaurante… algunos comercios que operan al aire libre, como restaurantes, tratan de compensar el que en la calle no pueda haber aire acondicionado, mediante un sistema de mangueras que arrojan rocío de agua fría, aunque no parece suficiente, dado que no hay ningún cliente comiendo en las mesas exteriores y todos se refugian en el fresco, acondicionado interior (sólo al caer la tarde y atenuada la luz solar, ese sistema es, digamos, práctico). Resulta absurdo, pues, que dentro de las casas se tenga, por ejemplo, una temperatura artificial de, digamos, 18 grados, con la cual, al dormir, se requiere dormir con cobijas, mientras que con la temperatura exterior de 30 o más grados, el dormir casi desnudo, sería la regla (en México, por ejemplo, también en verano se tienen muy altas temperaturas, sobre todo en los estados del norte. Y muchas familias, sobre todo las más pobres, la mayoría, tratan de pasar las noches con ventanas abiertas y ventiladores que lo único que hacen es remover el caliente aire de las hacinadas habitaciones. Claro, eso se justificaría que porque siendo pobre, se deben de sufrir esas incomodidades. De todos modos, las altas temperaturas, más de lo usual actualmente, son consecuencia del cambio climático inducido por países como EU, dados sus glotones, desperdiciadores consumos energéticos. Ver en este mismo blog mi artículo: “¿Más energía o más desperdicio?. El link es:
http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/05/mas-energia-o-mas-desperdicio.html).
Los autos también deben de contar obligatoriamente con aire acondicionado, y sólo alguno que otro vehículo viejo circula con todas las ventanas abiertas, para aliviar el calor, pero la “brisa” que se siente equivale a que de repente abriéramos la puerta del horno de la estufa para ver si el guisado ya está listo.
También me referí en anteriores trabajos al alto y desperdiciador consumo de agua que existe en este estado, a pesar de ser tierra desértica. Es increíble el derroche de ese vital líquido, tanto por el empleo doméstico, así como por el recreativo, pues en muchos lugares se cuenta incluso con albercas privadas, por ejemplo. Parte del agua empleada es surtida por el lago Mead y otra parte, por las cuotas de agua que nuestro país debe de entregar obligatoriamente a EU cada 5 años (ejemplo de neocolonialista imposición). El lago Mead, según el Instituto Scripps, tiene 50% de probabilidades de secarse en el año 2021, lo cual ocasionaría, de ser así, que Arizona no pudiera ser ya habitable. A pesar de esa alta posibilidad, tanto el desperdicio, así como el alto consumo son una constante. Por ejemplo, volví a encontrarme con enormes, dolorosas fugas de agua, que forman enormes corrientes deslizándose aguas abajo, una exactamente en el sitio en que anteriormente, la pasada ocasión, había surgido una, lo que da idea de la vieja infraestructura urbana que ya es característica en muchos sitios de este declinante país (ver fotos 1 y 2).
Y eso que Peoria es de las ciudades, digamos, mejores, pues viven allí mayoritariamente seniors, como señalé antes y se supone que cuenta con mejores instalaciones y servicios públicos. Otra señal del suntuoso empleo de la escasa agua, es que hay, ¡increíble!, enormes lagos artificiales con los que cuentan los fraccionamientos digamos que más lujosos. Esos ostentosos lagos tienen incluso letreros de advertencia de que se castigará severamente con prisión a quien ose hacer uso de ellos, que no sea huésped de esos caros sitios, pues no vaya a ser que algún sediento indocumentado que pase por allí, ¡se atreviera a tomar agua o, peor, a darse un chapuzón para refrescarse algo del sofocante y muchas veces mortal desértico calor! (ver fotos 3 y 4). Da la impresión de que el estadounidense promedio no se da cuenta o no le importa la catástrofe ambiental que está por estallar, no sólo en su país, sino en todo el mundo, debido al calentamiento global y a la escases del vital líquido.  
Decidí experimentar en carne propia qué significa andar en las calles de esta calurosa ciudad, fuera de la comodidad de la climatización.
Me prestaron una bicicleta y sólo así me fue posible salir, cabeza cubierta con gorra y lentes obscuros para evitar el reflejo solar.
En efecto, el aire que pega en la cara al ir en movimiento, ejerce un efecto aun más abrasador, pues es como si tratáramos de bajarnos la temperatura con una secadora de pelo operando en la temperatura más alta, pero de todos modos empleando una bicicleta al menos se pueden recorrer distancias que caminando sería, como dije, incluso hasta riesgoso, por el peligro real de una insolación.
Y se podría pensar por lo referido que todo mundo o está en sus casas, en la oficina o en un establecimiento climatizado disfrutando de lo lindo… pero no es así. Al llegar a la esquina de Arrowhead Avenue y Mountain View, ¡un grupo de valientes trabajadores realiza, bajo el inclemente rayo del sol y con una temperatura de 38 grados, a las dos de la tarde, labores de mantenimiento y pavimentación! Es verdaderamente increíble, porque además emplean casco metálico, que debe de incrementar todavía más el calor, y usan ropa de trabajo como camisas de manga larga y pantalones. Mirándolos con detenimiento es evidente que todos son latinos, probablemente mexicanos, ganando siete dólares la hora, si bien les va, y también varios, si no es que todos, deben de ser ilegales, ya que sólo así puede entenderse que se sometan a esas condiciones laborales tan extremas. De un vehículo que carga con el equipo de trabajo, las herramientas y otras cosas, emana en ese momento una melodía: es una canción ranchera de Vicente Fernández (quien, por cierto, vino a Phoenix, por estas fechas, a dar su último concierto, antes de retirarse, según me platicaron), muy probablemente para animar a esos sufridos trabajadores, quienes acaban de colocar una placa de acero en la bocacalle, sellando sus orillas con asfalto, a manera de reductor de velocidad (tecnología vial muy empleada en la ciudad de México, en donde los topes resuelven, rudimentariamente,  el problema de los excesos de velocidad). Aunque quizá sea una forma de resolver la descortesía de uno que otro automovilista que ha preferido avanzar, a darme el paso, como, eso sí, al menos, obligatoriamente, deben de hacer los conductores, a la vista de un ciclista. Un amigo estadounidense, David, a quien le platiqué sobre los trabajadores que vi, me comentó que todos, en efecto, son latinos, no hay estadounidenses, pues ninguno, en su “sano juicio”, estaría dispuesto a realizar un trabajo tan duro y extremo. “Mi hermano se dedica a eso – me comenta David –, a la construcción, pero él comienza muy temprano a trabajar, antes de las cinco de la mañana, y a eso de la una de la tarde, deja de hacerlo, pues el no aguanta trabajar más tiempo bajo el sol”. Claro, pienso, por eso se prefieren a los latinos, que de todos modos son los que se animan a trabajar en eso, porque son aguantadores.
Dejo atrás a estos héroes urbanos y sigo pedaleando, tratando de imaginar el doble martirio, no sólo de aguantar el inclemente sol y los 38 grados de temperatura, sino, además, estar trabajando con palas, picos, martillos y gruesa ropa de trabajo.
Más adelante, sin embargo, hay un joven, ese, sí, sajón, a todas luces, de unos treinta años de edad, portando un letrero amarillo, montado en un palo de madera que dice la leyenda “Cash for gold”, o sea, que se compra oro, y abajo viene el nombre de una joyería y su página de Internet. Eso sólo confirma cuan quebrada está la economía estadounidense, que está siendo más seguro el atesorar oro, que tener dinero en el banco, ya que el dólar tiende a devaluarse cada vez más rápido, dado que sólo así el gobierno está posponiendo la quiebra de EU. Sí, porque para que ese joven esté bajo los ardientes rayos solares promoviendo que se compra oro, es señal de la codicia que está despertando de nueva cuenta el atesorar ese amarillo metal, como una forma de conservar la riqueza, así, como en los viejos tiempos precapitalistas (ver en este mismo blog mi artículo “De nueva cuenta la fiebre del oro o de cómo EU está quebrando”. El link es:
 http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/05/mas-energia-o-mas-desperdicio.html).
En efecto, en cuanto a la referida devaluación del dólar, me bastó, por ejemplo, ir al cine, a los Harkins Theaters, para apreciar la carestía actualmente existente en EU. La entrada en aquéllos, en los horarios menos demandados, o sea, antes de las seis de la tarde, cuesta siete dólares (unos $95 pesos). Claro, eso es porque poca gente va al cine en el pleno rayo del sol. Luego de esa hora, el boleto cuesta nueve dólares con cincuenta centavos (unos $130 pesos. Las funciones 3D cuestan nada menos que doce dólares con cincuenta centavos, alrededor de 170 pesos). Y si se anima uno a comprar, por ejemplo, un agua, son ¡cuatro dólares! (me refiero a una botella de medio litro, que en México costaría cinco pesos, normalmente, allí se pagarían alrededor de $55 pesos). Y los pasados mitos de que en ese país todo es más barato, actualmente son sólo eso, mitos, pues ni siquiera yendo a comprar a los outlets (establecimientos en que todos los productos se venden supuestamente rebajados), se hallan cosas baratas. Por ejemplo, una camisa que en México, de la misma calidad, costaría unos ciento cincuenta pesos, cuando mucho, en distintos lugares a los que acudí costaba 25 o más dólares. La ironía del asunto es que es una camisa Made in China, ya no es una marca estadounidense. Marcas como Old Navy, que, se suponía, eran estadounidenses, Proud to be made in USA (como rezaba, rimando, en los noventas, ese comercial lema, enfatizando la hechura estadounidense), ya no lo es, y en todas las etiquetas de los productos que vende el establecimiento comercial de dicha marca puede leerse Made in China. Esto, además de haber acabado con el pasado orgullo sajón de que todo era hecho en EU, pone de manifiesto otro grave problema, la desindustrialización que está sufriendo EU desde hace varios años. Corporaciones y empresas están exportando no solo los blue collar Jobs (los obreros), sino los white collar jobs (los empleos administrativos y gerenciales) y los están llevando a países como China, justamente, con tal de reducir los costos de producción. Y eso ha llevado, no sólo al efecto desindustrializador mencionado, sino a que cada vez hay más desempleo, tanto por las propias crisis económicas, como porque, sencillamente, hay menos creación de empleos en relación al aumento de la población en condiciones de trabajar. Ver en este mismo blog mi artículo: “Desempleo en EU, agudizada tendencia del capitalismo salvaje del incremento en la desocupación”, en donde analizo cómo es la generalizada tendencia en EU del capitalismo salvaje de ir exportando los empleos. El link es:
del.html)
Y, retomando lo de la carestía de la vida, yo mismo comparo cómo realmente se ha devaluado tanto el dólar, al recordar que, la primera vez que fui a EU, en 1987, a Nueva York, cuando aún había torres gemelas, claro, era posible comer una buena rebanada de pizza, bastante llenadora, acompañada de una lata de Coke, por un dólar con cincuenta centavos, pero cuando actualmente cuatro largos billetes de un dólar cada uno, apenas me sirvieron para pagar una simple botella de agua de medio litro… pues, sí, vaya si se ha deteriorado y encarecido el nivel de vida de ese país, en donde actualmente uno de cada dos ciudadanos es pobre. En Phoenix, por ejemplo, ciudad que supuestamente es uno de los nuevos polos de desarrollo urbano estadounidenses, es ya muy común ver a indigentes pidiendo “give me one quarter, guy, just one quarter”, muchos de temible aspecto, accediendo por ello a darles algunas monedas. Y los robos, así como las zonas inseguras abundan por toda la ciudad. De hecho, la sede del consulado mexicano ubicada en Phoenix, está por ser cambiada a un lugar más céntrico y seguro, pues donde actualmente se halla, se cometen varios ilícitos, robos, sobre todo, de acuerdo con testimonios ofrecidos por el cónsul mexicano asentado allí (cifras recientes revelan que ya hay más de cincuenta millones de estadounidenses por debajo de la línea de pobreza, los que no tienen ni siquiera asegurada una comida al día y más de dos millones de personas en condición de calle, cuyos ingresos, si los tienen, son de menos de dos dólares diarios. Abunda la gente viviendo en la calle o en coladeras, como, increíble, en Las Vegas (en el siguiente link pueden ver fotos de varias familias a las que no les quedó de otra más que acondicionar una cómoda coladera para vivir: http://www.pateandopiedras.net/category/las-vegas/).          
Y es que ya no es suficiente el poseer una carrera, un título universitario, para tener, ya no digamos trabajo en lo que se estudió, sino al menos conseguir empleo.
Otro buen amigo del lugar, Robert (no es su verdadero nombre), me platica que él ha debido de ir cambiando de giro, tanto por sus necesidades económicas, como por sus necesidades de vida. “Mira, yo tengo tres carreras. Primero estudié para ser policía, luego lo hice para ser detective y actualmente me desempeño como abogado”. Y abunda que cuando era detective, las llamadas a cualquier hora del día o de la noche para ponerlo al tanto en cuanto a un caso en particular y requerir de sus servicios, terminaron con el matrimonio de cuatro años que sostuvo con una mujer que era arquitecta y que a pesar de ello, estaba mucho menos ocupada que él. “Sí, realmente ella no aguantó mi vida tan desordenada, y eso mismo me llevó a reconsiderar lo que yo estaba haciendo”, me dice Robert, reflexivo. Fue que optó por estudiar leyes y en el 2005 entró a la universidad. La educación universitaria en EU, es bien sabido, es muy costosa. Tanto universidades privadas, como públicas, cobran elevadas colegiaturas, las que sólo los sectores más acomodados de la población podrían pagar por cuenta propia. Sin embargo, aquéllos deseosos de estudiar, pero que no tengan suficientes posibilidades económicas, deben de solicitar un crédito gubernamental para hacerlo (en México, por desgracia, ya se ha estado implantando dicho esquema, que es más un negocio para los banqueros, que una verdadera solución para los solicitantes de crédito).
Fue el caso de Robert, cuya carrera de leyes le costó $200 mil dólares por los cuatro años que duró estudiándola, cincuenta mil por año. “¡Yo debo de pagar, por el resto de mi vida, como mil quinientos dólares al gobierno por la deuda que adquirí!”, me dice, con cierta molestia, aunque en su caso, al menos tiene trabajo. “Ahora tengo un caso de un hombre que, según él, buscaba en México a niños para que fueran adoptados aquí, en Estados Unidos, pero todos esos niños, su padres, gente pobre, eran casi secuestrados, mediante engaños, para traerlos. Hubo una demanda de una familia y estoy buscando la reparación del daño físico y moral que ese hombre les provocó”.
Le pregunto que si hay ocasiones en que se niegue a llevar un caso. “Mira, lo que yo no defiendo son personas que sean adictos, no, la verdad es que te metes en más problemas, pues no dicen la verdad del todo y, muchas veces, defiendes mentiras”. Me platica que ha estado en México, para ver cómo trabajan los abogados mexicanos y le sorprende que, por ejemplo, por cualquier caso que se esté llevando, se requieran gruesos expedientes y que además haya que solicitarlos para estudiarlos, que haya que pagar. “Aquí, en cambio, todo lo obtienes por Internet y es incluso posible que trabajes desde tu casa”. Aunque él ve como una ventaja que en México un abogado pueda ejercer libremente en todo el país. En cambio, en EU, no es así. “Aquí, si quiero trabajar en California, por ejemplo, debo de sacar una licencia para ejercer la abogacía, además de que debo de certificar que conozco el sistema legal de ese estado”. Pues sí, algunas ventajas deben de existir en México, a cambio de tener un muy cuestionable y corrupto “sistema legal”, considero.
También en esta ocasión conozco a Lupita, una mexicana que está trabajando en Phoenix, con una influyente familia mexicana, como empleada doméstica, para cuidar de sus hijos pequeños y hacer el quehacer de la casa. Ella es de los raros casos en que está laborando con una visa tramitada exprofeso para que pueda tener un empleo en EU, pero sobre todo un empleo que generalmente desempeñan ilegales. “Este trabajo lo conseguí porque a una amiga que se lo habían ofrecido, a la mera hora, se echó para atrás, y a la persona que estaba haciendo los arreglos, le urgía conseguir una persona para que trabajara con esa familia”. La persona que hace tan rápidamente esos arreglos es una mujer chicana que opera desde Texas, y a eso se dedica. “Es que ella conoce a mucha gente y por eso arregla los papeles rápido”, me dice Lupita. “Sí, como la casa es muy grande, pues siempre hay mucho quehacer, además de que debo de cocinar”, me platica Lupita, quien es de Matamoros, y que se animó a venir porque tiene muchas necesidades económicas familiares. “Al principio, mi esposo no quería, pero le hice ver que necesitábamos varias cosas y que si yo me venía a trabajar, pues sería más fácil tenerlas”. Sin embargo, no ha sido fácil para ella vivir en Phoenix, ya que además de lo cansado que le resulta cumplir con todas las obligaciones de la casa, en su día libre, el domingo, normalmente se queda, pues además de no hablar prácticamente el inglés, no tiene amigos con los que pudiera salir, ni se anima a ir a algún lugar, como al cine, sola. “Así que mejor me la paso encerrada”, me dice, con una resignada sonrisa.
Otro buen amigo estadounidense es Peter (no es su verdadero nombre), quien me platica que él era mariner, destacado en una base militar en Centroamérica, pero su vida cambió radicalmente cuando conoció a su actual esposa, una centroamericana. “Fue amor a primera vista, sí”. A los pocos meses, se casaron.. de eso ya transcurrieron quince años y siguen viviendo muy felices y amándose plenamente. Peter consideró que sería muy peligroso seguir en el ejército, así que renunció, además de que cambiaron bastante sus ideas sobre el patriotismo. “Yo creo que ser patriota no es invadir otros países en nombre del gobierno americano, sobre todo si esos países no nos han hecho nada”, agrega Peter, de bonachón y dulce aspecto. Actualmente, se dedica a manejar un camión de reparto de una empresa de mensajería. No se queja, pero me comenta que su salario cada vez alcanza para menos. “Sí, ahora vas al súper y te gastas doscientos dólares y realmente sales con pocas cosas”. Por eso, cuando algún vecino se está mudando, Peter no duda en aceptar algunas de las cosas que aquél se ponga a regalar.
Uno de los mejores testimonios de los matices tan aparentemente sutiles que toma el racismo en Arizona, es el que me ofrece Leticia (no es su verdadero nombre), una chica colombiana que lleva viviendo en ese estado desde 1990. “Me vine porque me enamoré”. En efecto, se casó con un latino que era ciudadano estadounidense, con quien tuvo un hijo, el que es su adoración. Ella estudió medicina en su país. A pesar de que está muy preparada, en Arizona no puede ejercer su profesión, pues ningún estudio universitario, que nos sea del mismo estado, es reconocido. “En cambio, si estuviera en Florida, allí sí podría trabajar como doctora”, me dice, con molestia. Y a pesar de que ya posee la ciudadanía estadounidense, tiene esa prohibición, como cualquier extranjero que desee residir y trabajar allí. Eso no es todo, pues además me platica que es práctica común discriminar a extranjeros, sobre todo a latinos. Ella trabaja en una organización no gubernamental, que busca ayudar a la gente con adicción a las drogas a dejarlas. “Mi jefa actual es una afroestadounidense, que, de verdad, me trata muy mal, me tiene sin hacer nada, me quitó muchas de las cosas que hacía y si le pregunto qué puedo hacer, nada más me pone una carota y se enoja. Mi jefe anterior era un gringo, pero ese sí me trataba bien, era buena persona… a veces, te tratan mejor los gringos que los latinos o que hasta tus mismos paisanos”. Y me refiere que una amiga de ella, también colombiana, que además de haber estudiado medicina, tiene maestría y doctorado, con trabajos si pudo recientemente conseguir trabajo en una high school. “El director la trataba tan mal, que prefirió renunciar y actualmente no ha podido encontrar trabajo mi pobre amiga”, me dice Leticia, suspirando. Y no creo que pueda hallarlo pronto, con la actual, profunda recesión en la que se encuentra este racista país.
Nuestra platica tiene lugar en un café. De repente, frente a nosotros pasa un hombre joven, de unos 30 años, caminando, muy casual, pero portando un arma en una funda asegurada a su cintura. Leticia y yo nos miramos, sin dar crédito a lo que acabamos de presenciar, ya que la escena bien podría haberse ubicado en el lejano oeste. Y eso, el portar armas, además de mostrarlas en público, se da, a pesar de los miles de crímenes cometidos cada año en EU como consecuencia del enfermizo armamentismo que es inalienable derecho constitucional. Hace unos días, precisamente, tuvo lugar una nueva matanza, cuando James Holmes, un brillante estudiante de psicología, penetró a una sala cinematográfica que estaba estrenando Batman 3, disfrazado, según él, del Guasón, y accionó el letal poder de dos pistolas y dos rifles, dejando 12 muertos y más de 60 heridos. Tanto los rifles, así como las municiones, los adquirió muy fácilmente, ya que al no tener antecedentes penales, no hubo mayor requisito para que un armero le vendiera las armas. Las municiones las compró por internet (ver en este mismo blog mi artículo: “De tiroteos, estrenos hollywoodescos y lucrativos shows mediáticos”. El link es:
http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/07/de-tiroteos-estrenos-hollywoodescos-y_26.html).
Pero, aun así, tantas matanzas y muertos por armas, tienen sin cuidado a los estadounidenses, Ya Obama declaró que no hará nada que pueda poner en peligro el sacrosanto e inalienable derecho de los estadounidenses para tener todas las armas que deseen y puedan comprar, mucho menos a cuatro meses de las elecciones, no sea que los haga enojar, especialmente a la NRA (National Riffle Association), la poderosa organización pro-armas dedicada, justamente, a defender ese divino derecho, y pierda su casi segura reelección (spots televisivos lo muestran criticando duramente a Mitt Romney, el candidato republicano, así, muy al mexicano estilo Vázquez Mota… ¿o será, más bien, al contrario, que los panistas hayan copiado a los estadounidenses tan deleznables “campañas políticas”?).
Así que el hombre que acabamos de ver, portando, muy orgulloso, su escuadra, una calibre 38, puede sentirse seguro de que en muchos años por venir, ningún político se atreverá a quitarle su derecho a presumir que anda muy bien armado.
“Míralo – me dice Leticia – y ni quien le diga nada”. Sí, ni siquiera un policía que pasa en ese momento con su patrulla, quien sólo voltea a mirarlo, con aburrida mirada. Quizá el oficial lamente que ese día, sea otra jornada más, sin mucha acción.
Doy las gracias a Leticia por la entrevista, le deseo muy buena suerte en todo, y me retiro del sitio, reflexionando sobre todos los profundos contrastes que se viven en este racista, decadente, desperdiciador, quebrado país.

Contacto: studillac@hotmail.com