miércoles, 30 de noviembre de 2022

Desde hace siglos los piojos invaden las cabezas

 

Desde hace siglos los piojos invaden las cabezas

Por Adán salgado Andrade

 

Hay plagas que son milenarias. Enfermedades como el cólera, la tuberculosis o la viruela, entre muchas otras, existen desde tiempo atrás. Y a pesar de tantos “adelantos” científicos – muchos, muy cuestionables, como los “avances” para inventar armas –, esas enfermedades, así como parásitos, siguen muy presentes.

Uno de tales parásitos son los molestos piojos (Pediculus humanus capitis), un hematófago que invade las cabezas de la gente, “siendo los humanos los únicos huéspedes de esos parásitos” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Head_louse).

Para combatirlos, se usan champús especiales, además de peines de cerrados dientes para deshacerse de liendres (los huevecillos), así como de los piojos muertos.

Pero antes, no había champús ni nada de eso, excepto los peines. 

Hace poco, tuvo lugar un hallazgo arqueológico de un pueblo de la edad de bronce, los canaanitas, que habitaban la región de Canaán, región que “actualmente comprende a Israel, Palestina, parte de Jordania y Siria” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Canaan).

Los arqueólogos encontraron nada menos que un peine para quitar los piojos de hace unos 3,800 años, como expone el artículo de The Guardian titulado “La oración escrita conocida más vieja, hecha con el primer alfabeto, que fue descubierta en un peine para quitar piojos”, firmado por Ian Sample, quien agrega que “se trata de un ejemplo de antigua higiene, grabado en un peine de la era del Bronce” (ver: https://www.theguardian.com/science/2022/nov/09/oldest-known-written-sentence-discovered-on-a-head-lice-comb).

Una foto, muestra el peine, hecho de marfil, al que le faltan algunos dientes, obvio, por tantos miles de años de haber estado enterrado.

Tiene una inscripción, que dice “Ojalá estos dientes, saquen de raíz a los piojos de cabello y barba”. Fue hallado en Lachish, “una ciudad canaanita del segundo mileno, antes de Cristo, que era la segunda en importancia del reino de Judá. El profesor Yosef Garfinkel, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, dice que “la inscripción, es muy humana. Usted tiene un peine y en dicho peine, usted inscribe un deseo para destruir piojos de barba y cabello. Hoy día, tenemos todos estos aerosoles, medicinas y venenos. En el pasado, nada de eso existía”.

En efecto, se ve que ya había algunas culturas sensibles en ese entonces y que no toleraban el desaseo y a los parásitos, que debieron de ser muy comunes en aquellos tiempos.

El peine, que mide 3.5 por 2.5 centímetros, se descubrió en el 2017, y la inscripción, se notó y descifró en diciembre del 2021, que está hecha, como dije, en alfabeto canaanita. Se muestran los símbolos que correspondieron al texto, mezcla de dibujos y rayas, con los que se representaban las cosas. Todavía se ven muy primitivos, como que apenas estaban evolucionando.

Dice Sample que no se pudo datar con el método del carbono 14, pero que, por sus características, los investigadores estiman que es aproximadamente del año 1700 antes de Cristo.

“El peine está desgastado, y ha perdido dientes, pero de lo que queda de ellos, se ve que tuvo unos seis bien espaciados , para deshacer nudos de cabellos, en un lado, y catorce, muy juntos, en el otro, para remover liendres y piojos”.

Al analizarlo al microscopio, “se pudieron identificar las membranas duras de liendres, de medio milímetro, que apenas comenzaban a desarrollarse”.

Dice Sample que los antiguos peines eran hechos de madera, hueso o marfil, “pero éstos, eran los más caros, pues no había elefantes allí”.

Abunda Sample sobre los primeros alfabetos, que surgieron hace unos 3200 años antes de Cristo, en Mesopotamia y Egipto, pero que no eran con letras, sino que “consistían en cientos de signos distintos para representar palabras, sílabas y, por lo mismo, requerían de años para dominarse, como afirma el profesor Christopher Rollston, de Lenguas Semíticas, de la universidad George Washington, de Estados Unidos”.

De hecho, en efecto, alfabetos como el japonés o el chino, consisten de cientos de ideogramas para escribir las cosas. Son sistemas de escritura que no avanzaron tanto como los hechos con letras, como el arábigo, el que usamos. Por eso, son más difíciles de aprender.

De hecho, fue el canaanita el primer alfabeto considerado formalmente como tal y fue usado por varios siglos “por los fenicios y en el antiguo Líbano”.

Dice el mencionado Rollston que es “fascinante que la frase se refiera a la vida cotidiana y que incluso los ricos y famosos de entonces, sufrían de esos parásitos”.

Sí, y también es “fascinante”, agregaría, que por más adelantos de todo tipo que se han hecho a lo largo de siglos de “civilización”, parásitos como los piojos sigan entre nosotros.

No parece afectarlos el calentamiento global. Y quizá hasta sobrevivan un conflicto nuclear.

Probablemente en cientos de años, si, en efecto, nos acaba un conflicto nuclear, los arqueólogos de otros planetas, hallen a piojos radiados, pero saludables, alimentándose de lo que quede en ese entonces que contenga sangre.

 

Contacto: studillac@hotmail.com       

domingo, 27 de noviembre de 2022

Las contaminantes fábricas de papel

Las contaminantes fábricas de papel

Por Adán Salgado Andrade

 

Es cotidiano el empleo del papel, en distintas formas. Sea en un libro, un periódico, el papel de baño, los pañuelos desechables, las servilletas, los envoltorios, los cuadernos y libretas escolares…

Son muchas sus aplicaciones. Sin embargo, la fabricación de papel es muy depredadora y contaminante. “El consumo de papel ha subido en los últimos 40 años, lo que ha incrementado la deforestación, pues un 35% de los árboles cortados, son usados para hacer papel. Los árboles viejos, sólo suman un 10%, pero es controversial el dato. El desperdicio de papel en Estados Unidos es del 40% de toda la basura producida cada año, que son alrededor de 71.6 millones de toneladas anuales, tan sólo en dicho país. El trabajador promedio estadounidense, imprime 31 páginas por día. Además, los estadounidenses, usan del orden de 16,000 millones de tasas de papel también cada año” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Paper#Environmental_impact).

Aunque hay que señalar que también se usa el bagazo de caña, principalmente, para hacer el papel de baño.

Por otro lado, su fabricación, requiere de cloro, lo que emite grandes cantidades de compuestos orgánicos clorados, incluyendo dioxinas, que ocasionan problemas de salud, como reproductivos, inmunes y hormonales. Aunque sigue siendo menos emisor de contaminantes, pues “en el 2012, emitió esa industria el 0.9% de los gases efecto invernadero. En tanto que las tecnologías digitales, en el 2019, emitieron un 4% y se estima que para el 2025, podría ser de 8%” (ver fuente citada).

Es que todo, absolutamente todo, es contaminante. Varias veces se piensa que es menos contaminante no imprimir, pero de acuerdo con el dato referido, es más contaminante lo digital. Y es claro, pues para que funcionen cosas como computadoras, celulares, tablets, pantallas, servidores y otros dispositivos, se necesita una fuente constante de electricidad, lo que contamina, sea de la fuente que sea, energías “verdes” o combustibles fósiles. Aunque actualmente, de todos modos, ni el 20% de la electricidad producida es por energías verdes, así que, en efecto, es más contaminante lo digital que el papel.

Pero, de todos modos, fabricar papel es igualmente polucionador y depredador, sobre todo, por los millones de árboles que se usan y los mencionados químicos empleados en su hechura.

El artículo de la revista digital Hakai, titulado “El precio del papel”, analiza el caso de una fábrica de papel que existe en Columbia Británica, Canadá, la Crofton, desde 1957 y que a pesar de varias actualizaciones en su equipo, sigue contaminando el sitio. Firmado por Larry Pinn, señala que “comunidades costeras alrededor del mundo contienden con los tóxicos legados de las fábricas de papel” (ver: https://hakaimagazine.com/features/the-price-of-paper/).

Una foto del complejo Crofton abre el artículo. En el 2019, la empresa Paper Excellence Canada, lo adquirió.

Se encuentra en la isla Vancouver, a la orilla del río Salish. Por décadas, ha dejado su huella de contaminación. Fabrica el papel mediante dos procesos. En uno, la separación de las astillas de madera (los árboles son previamente molidos) de las fibras, se logra empleando electricidad. Ese método, es para obtener el 40 por ciento de la pulpa de madera, el ingrediente principal del papel. El otro 60 por ciento, lo genera con el llamado proceso kraft, que consiste en “cocinar” las astillas con químicos, con mucho calor y a presión, para “disolver la lignina, que es el compuesto natural que da la consistencia a la madera y que, sin él, las plantas y árboles no tendrían estructura”.

Con el proceso kraft, se produce una fibra más fuerte, para fabricar papeles más finos, en tanto que el proceso mecánico, el que usa electricidad, no usa químicos y rinde más, pero produce un papel de menor calidad. “El proceso kraft, produce un residuo llamado licor negro, que es quemado y esa combustión es usada para hervir agua y generar vapor para producir electricidad y reducir los costos. Pero también produce sulfato de sodio y otros compuestos sulfúricos, que se van a la atmósfera, junto con óxidos de nitrógeno y bióxido de carbono”.

Por eso es que contaminan no sólo agua, como ríos o lagos, las fábricas de papel – sobre todo las costeras –, sino que emiten esos gases a la atmósfera. Es que todo lo fabricado requiere combustión, la principal generadora de tantos gases efecto invernadero.

Los efluentes que el proceso suelta al océano – pues, por desgracia, buena parte de las aguas negras mundiales van a dar a los océanos, pues pocas son las que se tratan –, “el principal problema que presentan, es lo tóxicos que son esos residuos, por los sólidos suspendidos que se generan, así como que afectan el oxígeno del agua, reduciéndolo, por los químicos que contienen. La falta de oxígeno, no permite que las bacterias y otros microbios marinos, descompongan la materia orgánica”.

Señala Pinn que ya desde los 1980’s y 1990’s, las fábricas de papel fueron el objetivo del control ambiental, por la emisión de dioxinas cloradas y de furanos, como se llama a los polucionadores orgánicos persistentes, POP’s, “los que llegan a la cadena alimenticia con fuertes consecuencias para la salud y los organismos marinos".

“La exposición a los POP´s, se ha ligado con varios efectos tóxicos en humanos y animales, los que incluyen problemas reproductivos y de crecimiento, daño al sistema inmune, cambios hormonales y cáncer”.

Justo como lo mencioné arriba, los problemas de salud que ocasionan esos químicos – al igual que los miles que usan muchas industrias en todo el mundo –, están ocasionando un súbito incremento de cánceres y otros enfermedades crónico-degenerativas. Nos estamos suicidando involuntariamente.

También por esos contaminantes, en el caso de aves como las ardeidos, una especie de garzas, disminuyó mucho su población, antes de que Crofton adoptara medidas para disminuir su polución. “Ahora, se han repoblado varias colonias de esas aves”.

De todos modos, la empresa, a pesar de los avances logrados – como modernización de varios equipos y mejores sistemas de combustión –, sigue contaminando y frecuentemente se le aplican multas, “porque todavía tiene emanaciones accidentales arriba de los límites”. Aunque la mayoría de tales multas, “son por problemas con sus trabajadores, como en el caso de la muerte de un operador de un camión y uno, de un trascabo. En el primer caso, tuvo que pagar $75,000 dólares. Y en el segundo, otros $75,000. “Lo irónico es que ha pagado menos por la contaminación arriba de los límites autorizados. En el 2019, pagó sólo $13,490 dólares por el exceso de emisiones de dos chimeneas, que tuvieron lugar en el 2017 y en el 2018”.

O sea, puede seguir contaminando, pero no tanto. Y, como se ve, todo se arregla con multas.

De hecho, Crofton, señala Pinn, es de las papeleras más contaminadoras del mundo, a pesar de la  modernización del equipo que ha hecho. “Como es vieja, contamina más que las plantas modernas, como una que está en Chile, la UBC de Rojas, que hasta recicla el agua usada y la deja bebible”.

Por ello, el gobierno local, hace poco, le otorgó 5.85 millones de dólares, para mejorar la eficiencia de sus calentadores para producir vapor.

Crofton produce unas 700,000 toneladas anuales de papel, a su máxima capacidad, pero como últimamente está bajando la demanda de papel, por las tecnologías digitales, está en unas 400,000 anuales. “Por lo mismo, ya también fabrica productos para envolturas, como bolsas cafés para tiendas de comida rápida, cosas que la gente usa diariamente y que prefiere, en lugar del plástico”.

En efecto, si se tiene algo de conciencia ecológica, han de preferirse las envolturas de papel a las plásticas o las de cartón, que también es orgánico.

Y es una de las empresas que más trabajadores contrata en el área, unos 600 actualmente, además de que contribuye con 4 millones de dólares canadienses, un 13 por ciento, de los impuestos recaudados localmente, “más que otras empresas del lugar”.

Han servido, por supuesto, los esfuerzos para hacer menos contaminante a Crofton, “pues la gente, ya no nota los antiguos olores, tanto del medio ambiente, como de lo que tiraba al río, pero sigue contaminando”.

Uno de los vecinos, a los que la empresa cita cada mes para informar sobre sus operaciones y los avances anticontaminación, dice que le enseñan muchas gráficas y otras cosas, “pero yo no soy un experto, así que ni sé si están cumpliendo o no. Quizá, tendría que contratar a uno”.

También señala ese vecino que “de todos modos, creo que es mejor usar una envoltura de papel, que una plástica. Es cuestión de perspectivas”.

En efecto, en ese sentido, al menos, el papel, aunque no se recicle, al ser orgánico, se pudre y descompone. Además, se recicla, en mayores cantidades que el plástico (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/01/el-papel-mas-ecologico-y-reciclable-que.html).

Lo cual no quiere decir, repito, que sea bueno producir tanto papel que, la mayoría, sobre todo, el que sirve para empacar, sólo se tira.

Pensemos en los cientos de miles de árboles que se cortan y muelen para hacer esas desechables envolturas.

Es otro ejemplo, pues, de la cultura del desperdicio que nos ha impuesto este sistema capitalista salvaje. Matar a seres vivos para convertirlos en basura.

Desechemos, sí, pero a ese depredador sistema.

 

Contacto: studillac@hotmail.com

 

viernes, 25 de noviembre de 2022

Las nostálgicas tecnologías del pasado

 

Las nostálgicas tecnologías del pasado

Por Adán Salgado Andrade

 

Habemos personas que, a pesar de que estamos al día en el uso de los adelantos tecnológicos, como el empleo de una computadora, varios programas, celulares con apps, cámaras digitales y cosas así, de todos modos, no dejamos atrás ciertas tecnologías, sobre todo porque, muchas veces, son mejores que las actuales. En mi caso, por ejemplo, sigo usando cámaras análogas, de las que usan rollo, y que debe de revelarse. Siguen haciendo, por fortuna, rollos, además de que sigue habiendo sitios en donde hacen ese revelado. Y también se siguen haciendo cámaras análogas, como una de Kodak, que dobla las exposiciones de un rollo, haciendo uno de 36, de 72 fotos. Muy conveniente, dado que se han encarecido bastante (ver: https://www.amazon.com.mx/dp/B0B1J582SJ/ref=cm_sw_r_apa_i_54FHA0Y6Y6Z34QZRACBX_0?_encoding=UTF8&th=1).

También conservo mi colección de discos de vinil, así como tornamesas para reproducirlos. La calidad de esos discos, sobre todo si están en buen estado – como los míos –, supera, con mucho, a la de los discos compactos, que fueron sus sucesores, y, por supuesto, al formato mp3, que es el que impera en la actualidad. Como es un sistema muy comprimido, se pierden mucho sonidos de instrumentos, texturas y otras cosas de las melodías que se escuchan.

De hecho, tenían tanta calidad los vinilos, que ya se están haciendo de nuevo, así como tornamesas para escucharlos (ver: https://ciaoamore.co/the-vinyl-comeback/).

Igualmente, todavía tengo una videocasetera LG que he cuidado muy bien y todavía reproduce, a la perfección, varias cintas VHS que todavía tengo, en muy buen estado también.

Incluso, conservo viejos casetes y tengo una grabadora Sony, que recientemente compré. Todavía hay varias empresas que los siguen haciendo, al igual que las mencionadas tornamesas.

Y a pesar de que los avances tecnológicos son demasiado rápidos – aunque, he de decir que muchas cosas, como los celulares, sólo se mejoran, pero no son, en sí, nuevos aportes, sólo los hacen para seguir induciendo al consumismo –, esas tecnologías allí están. Y como muchas fueron muy buenas, se han rescatado, pues han visto las empresas que las hacen, que todavía existe un nostálgico mercado.

Y así como quien esto escribe es nostálgico, hay muchas personas que siguen usando viejas tecnologías, a pesar de usar las nuevas o no usarlas, sobre todo, porque esas tecnologías, como las máquinas de escribir, no podían hackearse o que les entraran virus. De hecho, los militares rusos, han regresado a las máquinas de escribir, debido a las fugas de información que han tenido. Nada “sensible” militarmente, puede ser enviado por correo, sólo físicamente y escrito en máquinas de escribir (ver: https://www.theguardian.com/world/2013/jul/11/russia-reverts-paper-nsa-leaks).

El artículo de The Guardian, titulado “’¡Mis amigos me llaman la reina del BlackBerry!’ Conozca a gente que sigue usando vieja tecnología, desde faxes, hasta videocaseteras”, firmado por Lizzie Cernik, expone a personas que siguen usando viejas tecnologías y están muy felices de hacerlo. “Usted puede quedarse con sus iPhones, sus correos electrónicos o con su streaming. Pero muchas personas, siguen usando viejas tecnologías, como cientos de miles de personas en todo el mundo” (ver: https://www.theguardian.com/technology/2022/nov/23/my-friends-call-me-the-blackberry-queen-meet-the-people-clinging-on-to-old-tech-from-faxes-to-vcrs).

Uno de ellos es Billy Cunliffe, de 79 años, que vive en Wigan, Inglaterra. El hombre tiene 6,000 cintas VHS. Es ingeniero retirado y justifica tener las VHS, diciendo que “la verdad, se ven mejor que los mismos DVD’s, y como soy ingeniero, reparo mis reproductores. El problema es que ya no se consiguen y, cuando se venden, son muy caros, si están en buen estado. Sí uso streaming, pero nunca dejaré de ver mis videos, muchos de los cuales, grabé hace años. Desde 1981, estoy en esto y seguiré viéndolas”, dice, orgulloso.

Bueno, creo que se equivoca en decir que se ven mejor las cintas VHS que los DVD’s, pero sí tiene Cunliffe un punto, en que, irónicamente, ahora, con las pantallas, esas cintas se ven completas, pues las viejas televisiones análogas, de formato cuadrado, cortaban alrededor de un tercio de la imagen, así que no se veía completa.

Una mujer, Lisa Ford, de 54 años, de San Luis Missouri, usa todavía máquinas para enviar faxes, además de una máquina de escribir y un “beeper”. Éste, es un aparato que fue muy popular en los 1980’s, cuando todavía no existían los celulares. Se usaban para enviar mensajes, para que los que los recibían (doctores, por ejemplo, en emergencias), se comunicaran por teléfono a quien los solicitaba. “Todavía son usados por algunos servicios de emergencia y personal de seguridad público, pues los aparatos modernos son redundantes, usando satélites para comunicarse y son más confiables que los celulares, sobre todo, en desastres naturales” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Pager).

Ford dice que confía más en los faxes, “porque son más seguros, no tengo que estarlos convirtiendo a PDF y son más visuales que virtuales. Y el beeper, lo sigo usando porque tiene cobertura satelital en donde los celulares no. También tengo una máquina de escribir, por la cuestión de la nostalgia. Cuando ando de vacaciones, la uso para escribir cartas o notas. Y cuando la gente la ve, siempre tengo que explicarles porqué la sigo usando. Pero son cosas que nunca dejaré de utilizar”.

En efecto, a los que gustamos de escribir, siempre una máquina de escribir nos remite a la época en que las usábamos para hacer algún trabajo escolar o documento (mis tesis de mis licenciaturas, las hice en una máquina de escribir). Bueno, ahí, no soy tan nostálgico, pues el uso de la computadora, me ha permitido rendir mucho más en la redacción de artículos e historias. Pero, sí, de vez en cuando, desempolvo alguna de mis máquinas de escribir y me pongo a teclear algo. Por la nostalgia, como dice Ford.

La actriz Aren Devlin, de 39 años, que vive en Londres, sigue usando su viejo BlackBerry (y no tan viejo, si nos ponemos a pensar que comenzaron a usarse por allá de los 2000’s). “Estoy enamorada de su teclado. El que tengo ahorita, es de hace cinco años. La gente se sorprende de que todavía lo empleo, dicen que es feo. Y sé que es cuestión de tiempo que deje de usarlo, pues varias funciones ya no trabajan. Todavía me sirve para llamadas, correos electrónicos y WhatsApp, puedo tomar fotos, aunque son de baja calidad, pero no es un problema para mí. Cuando ya no sirva, tendré que comprar un nuevo celular, no un BlackBerry, porque ya no los hacen, pero mientras me siga sirviendo, lo usaré. Estoy consciente de mi huella de carbón, por eso uso las cosas hasta que se acaban. No quiero contribuir con más desperdicio”.

Muy buen punto el de Devlin, pues uno de los problemas que contribuyen a depredar y a contaminar el planeta cada vez más y más, es el nefasto híper consumo que este sistema capitalista salvaje nos ha impuesto, por la sobreproducción. Ya se reconoció, recientemente, que eso, y no tanto el exceso de población mundial – pobre, la mayoría –, es lo que está ocasionando la catástrofe ambiental que estamos padeciendo y que cada vez empeora (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/11/por-fin-se-reconoce-que-el-hiper.html).

Tess Caven, de 56 años, que vive en Essex, Inglaterra, usa todavía un Walkman, esos reproductores portátiles de casetes, inventados por Sony. “Estoy al día con la tecnología, pero me gusta seguirlo usando. Escucho cintas que grabé de mi padre, quien participó en la segunda guerra mundial, y contaba fascinantes relatos que quedaron en esos casetes. Mis hijos usan Spotify, pero también les gusta oír los casetes, pues es un sonido muy especial. Espero que siga funcionando, pues no sabría cómo arreglarlo”.   

Carla Watkins, de 36 años, vive en Colchester, Inglaterra, es fotógrafa y aunque usa computadoras, tiene una colección de ocho máquinas de escribir, “tres, trabajando perfectamente bien. Me gusta usarlas y tengo una amiga con la que me escribo físicamente, ambas, usando nuestras máquinas de escribir. Me gustaría arreglar las otras, pero me da temor de que si las desarmo, no sepa armarlas de nuevo. La más vieja que tengo es de 1910. Las amo, la verdad. Soy una chica muy chapada a la antigua”.

Como dije, siente Caven lo que yo siento al ver mis máquinas de escribir: ganas de usarlas. Y, en efecto, no creo que haya alguien que repare máquinas de escribir actualmente, lo cual era muy común en los 1980’s, y todavía en los 1990’s. pero ya son cosa del pasado. Por eso, si tienen máquinas de escribir, que todavía funciones, consérvenlas.

El último en la lista de nostálgicos entrevistados es Neil Thomas, de 42 años, que vive en Cotswolds, Inglaterra. Él, está fascinado con los viejos juegos de Atari, que tiene desde 1985, cuando era adolescente. “Me gustaba jugar River Raid, en donde viajabas en un avión, sobre un río, disparando a cosas. Hace poco saqué de nuevo mi consola. Me gusta que el juego está ahí, nada de cargar, como en las modernas consolas. Con los años, comencé a coleccionar cosas viejas y en el 2017, hasta hice un sitio en YouTube para los que les gusta lo retro. Gracias a eso, me han enviado muchas cosas y ya fundé dos muesos, en donde la gente puede conocer esas viejas tecnologías y hasta jugar. Antes, podías conseguir esas consolas muy baratas, pero como se ha despertado de neuvo el interés, ya son muy caras. En los  museos, puse un laboratorio para arreglarlas. Y hasta a los floppys (los antiguos discos para guardar datos) que me envían, les he encontrado una utilidad: los uso para decorar las paredes”.

Esos floppys o disquetes, como se les llamaba, también pasaron a la historia. Se metían en el lector de floppys de la computadora para guardar datos. Pero eran muy delicados, pues si se magnetizaban, se dañaban y era frecuente perder los datos (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Floppy_disk).

En ese caso, sí se agradece que se hayan inventado métodos más seguros para guardar datos, como las memorias USB, por ejemplo o la nube.

En fin, pues esos son algunos ejemplos de viejas tecnologías que se siguen usando. Incluiría a la gente que no deja, por ejemplo, sus viejos autos y los conservan a la perfección, funcionando como  nuevos (“No se hacen carros como los de antes”, es lo que suelen decir).

Como dije, el acelerado paso de los “adelantos” tecnológicos, quiere imponernos a todos que los adoptemos.

Pero, para muchos, es más fuerte la nostalgia que la inducción consumista, por fortuna.

 

Contacto: studillac@hotmail.com