viernes, 31 de julio de 2020

Jane Eyre, una novela sobre las casi olvidadas institutrices

Jane Eyre, una novela sobre las casi olvidadas institutrices

por Adán Salgado Andrade

 

Las institutrices fueron, en los viejos tiempos, una alternativa, para las familias adineradas, de educar a sus hijos. Era mujeres que contaban con conocimientos, mucho más allá del común social, como dominio de las matemáticas, de la literatura, tocar un instrumento, dos o tres idiomas y otras cosas, muy necesarias para formarlos. Sus servicios, eran pagados por mes o, a veces, por año, con tal de que, si una de ellas era buena maestra, se le retuviera hasta que sus alumnos estuvieran bien capacitados, incluso, para atender una escuela más especializada, como un liceo o una universidad. Como señalé, era para familias acomodadas, de la realeza, como duques o marqueses, o burguesas, como las de banqueros, comerciantes o empresarios, quienes ya comenzaban a opacar a la declinante nobleza.

Era una actividad desarrollada generalmente por mujeres, casi todas pobres, contándose como uno de los pocos trabajos remunerados, que existían para aquéllas en esos tiempos. Era una labor dura, sujeta a los caprichos, tanto de las familias que las contrataban, así como de sus alumnos, quienes, por cualquier motivo, podían quejarse de ellas, lo que era suficiente para que se prescindiera de sus servicios. Era lamentable, pues las institutrices se quedaban, además de sin salario, sin un lugar dónde habitar, pues vivían en las casas en donde se les contrataba.

Pocas historias hay sobre el tema. Una de ellas, fue la debida a la escritora y poeta inglesa Charlotte Brontë (1816-1855), titulada Jane Eyre, publicada en octubre de 1847. Como muchas escritoras de la época, Brontë decidió escribir bajo el pseudónimo de Currer Bell. Sus hermanas Emily y Anne, quienes también escribieron – Emily, fue la autora de la famosa novela “Cumbres borrascosas” –, usaron igualmente pseudónimos, para evitar las críticas, pues, aunque había muchas mujeres que escribían, el machismo reinante, de sobrevalorar a los hombres por sobre las mujeres, en casi todo, llevaba a las escritoras a “esconderse” tras nombres falsos o a asumirse, incluso, como hombres (como hiciera, por ejemplo, Mary Anne Evans (1819-1880), otra escritora inglesa, quien adoptó el nombre de George Eliot para presentar sus famosas novelas).

Eso, también lo hacían, para evitar las críticas a sus trabajos, sobre todo de “afamados” escritores, quienes solían destrozar sus escritos, sin bases específicas, simplemente porque, muchas veces, las novelas de mujeres, superaban a las suyas.

En mi propia experiencia, habiendo leído varias novelas de escritoras de la época, podría decir que, casi sin excepción, son muy buenas y superan, incluso, a las de autores contemporáneos. Por eso se entiende que, como en el caso de Charlotte Brontë, prefirieran el uso de falsos nombres.

Jane Eyre está muy basada en la propia vida de Brontë, quien, por la fuerte necesidad de mantener a sus hermanas Emily y Anne, trabajó como institutriz. Tuvieron otras dos hermanas y un hermano, Branwell. Las penas de los seis hermanos comenzaron al morir su madre, María, en 1821. El padre, Patrick, un pastor anglicano pobre, envió a Emily, Charlotte, María y Elizabeth a un internado, conservando sólo a Anne y Branwell. En el internado, murieron, por las insalubres condiciones, María y Elizabeth. Charlotte, la más rebelde de los hermanos, salió, en cuanto pudo, de ese lugar infecto, llevándose con ella a Emily. Y asumió plenamente cuidarla a ella y a Anne.

Para ello, como dije, se puso a trabajar de institutriz, de las pocos ocupaciones que había para las mujeres. Y de esa experiencia, concibió la idea de escribir su novela, la que resultó ser un éxito comercial. Está escrita en un estilo romántico, esa tendencia literaria que resaltaba las emociones de los personajes (vigente entre 1760 y 1890), quienes, fuera de participar en la historia principal, terminaban ligados por el amor, viviendo felices, literalmente, el resto de sus vidas.

La novela, narrada en primera persona – un estilo literario muy usado, sobre todo, cuando se inicia alguien en el arte de la escritura –, ubicada en los 1830’s, comienza con una Jane de ocho años, huérfana, quien estaba al cuidado de un tío. Mientras éste vivió, su tía y primos, debían trataba muy bien, muy a despecho de la esposa del tío, la señora Reed. Al morir el tío, las cosas cambian totalmente y Jane sufre los malos tratos de la tía, el primo y las dos primas, quienes, por todo, la maltrataban e insultaban.

Sin embargo, Jane sobrevive a todo eso, gracias a su carácter duro y rebelde. Exige a la señora Reed que la inscriba a un internado y ése es Lowood, lugar lúgubre e insalubre, administrado por una adinerada, pero mezquina familia, en donde se prohibían “lujos”, tales como comida decente, lavar frecuentemente la ropa de las chicas o de las camas, que se bañaran seguido o regalarles galletas. Las maestras y la directora, eran buenas, pero nada podían hacer contra la mezquindad del tipo que les daba dinero. Sin embargo, cuando, por la insalubridad existente, se suelta una epidemia, que mata a varias, el lugar recibe mala fama y el administrador se ve obligado a aumentar el subsidio, para que vivan mejor sus internas y para no perder las abultadas donaciones que le hacían otras familias acomodadas. Muestra con eso Brontë, como la “caridad” de entonces era sólo la pantalla para hacerse de recursos. Tal y como se sigue haciendo en la actualidad con las organizaciones “caritativas”.

Esa experiencia es de la propia Charlotte, pues al internado al que, su hipócrita padre “pastor”, las había enviado, era una pocilga, en donde murieron sus hermanas María y Elizabeth. Y sería también una crítica a los internados de la época, sobre todo, los de mujeres, que se caracterizaban por las insalubres condiciones y maltratos de las internas, sujetas a los caprichos de cualquiera que tuviera cierta autoridad sobre ellas (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Charlotte_Bront%C3%AB#Early_years_and_education).

Con mejores condiciones ya, Jane pasa allí ocho años y sale con los talentos suficientes para colocarse como institutriz. Con sus magros ahorros – de cosas que lograba vender, como pinturas –, pone un anuncio en un periódico, anotando sus conocimientos, los que abarcaban matemáticas, literatura, pintura – era una pintora nata, haciendo retratos de personas en unos cuantos minutos –, dominio del francés, notables calificaciones y recomendaciones.

Y su anuncio fue atendido por una señora Fairfax, quien vivía en la residencia Thornfield Hall. Causa muy buena impresión al llegar, sobre todo porque, a sus 18 años, muestra gran seguridad y talento. Debe de cuidar a una niña de once años, Adela, que sólo habla francés y que, como Jane lo domina, no tienen problema en comunicarse.

De esa residencia, era dueño Edward Fairfax Rochester, primo de la señora Fairfax, un excéntrico burgués, muy difícil de tratar. Se conocen circunstancialmente, un día en que Jane, anda caminando por los alrededores de la residencia. Un hombre, a caballo, pasa junto a ella. Más adelante, su montura resbala, pues llovía, y ambos, corcel y jinete, caen, pesadamente. Jane lo ayuda a levantarse y hasta le soba un poco la lastimada pierna. Luego, ambos se enteran de que ella es la institutriz de Adele y él, el señor Rochester, padre adoptivo de la niña.

Rochester se enamora, por completo, de Jane, pues ve que no se trata de una mujer cualquiera, sino que tiene una gran sensibilidad, fuerte carácter, así, como el de él, además de ser muy bella.

Jane también se va enamorando de Rochester, no porque no tuviera experiencia en el amor, sino porque, sabe reconocer, cualidades buenas en las personas, habiendo ella sufrido tanto por las mezquinas, egoístas consciencias que, hasta entonces, la habían rodeado.

En pocos meses, Rochester le propone que se casen. Jane, a quien toda la vida, la ha perseguido la mala suerte, acepta, muy gustosa. Rápidamente, Rochester hace los arreglos para que la boda se lleve a cabo.

Acuden a la iglesia y, en el momento en que el sacerdote pregunta si hay algún impedimento, dos hombres salen a reclamar. Uno de ellos es el señor Mason, hermano de la ¡esposa de Rochester! Hasta ese momento, se entera Jane de que, quien casi iba a ser su esposo, estaba casado.

Sin embargo, Rochester afirma que, en efecto, eso es cierto, pero invita a Mason, al abogado de éste y al sacerdote, a su casa, para que vean el desquiciado y violento ser que era su “esposa”. “Trae la herencia de su familia, todos los cuales, tienden a enloquecer. Me asombra que a ti no te haya sucedido lo mismo, Mason”, le recrimina a su cuñado. En efecto, la señora Rochester es una muy trastornada mujer, que varias veces ha intentado asesinar a Rochester, quemándolo. Jane recuerda que, ella misma, una noche, casi fatal, rescató de las llamas a Rochester, al acudir a su auxilio, cuando percibió humo en la alcoba de él, una noche. Logró apagar las llamas y salvarlo. A su pregunta de quién habría hecho eso, Rochester le dijo que no se preocupara y que algún día, se lo diría. No habría esperado Jane, enterarse de esa forma tan brusca.

Muy decepcionada, decide huir de esa casa, sin llevarse nada, ni el collar de perlas que le había dado su casi esposo, como regalo de bodas.

Huye a bordo de un carruaje, a cuyo conductor, le pide que la lleve hasta donde sus veinte chelines, todo su capital, que le entregó por adelantado, pudieran hacerlo. Y es a un lejano pueblo, distante casi medio día de Thornfield Hall.

Sin dinero, sin ropa, pues su valija la olvidó en el carruaje, pide ayuda, pero nadie se la da. Se empapa por la lluvia y decide dormir bajo un árbol con tal de no seguirse mojando tanto. Esa parte, es muy desgarradora. Muestra Brontë, con ello, la naturaleza humana tan egoísta, pues la gente le dice a Jane que no es su obligación ayudarla, a pesar de que la ven famélica y mojada.

En una casa, Moor House, muy desesperada, haciendo acopio de sus restantes fuerzas, de plano, Jane exige ayuda. Para su suerte, hay dos chicas, Diana y Mary Rivers, muy amables y, aunque la trabajadora doméstica que la rechazó inicialmente, sigue escéptica de si no será ella una ladrona, la acogen. Llega Saint John, el hermano de Diana y Mary, y la ve. La llevan a dormir, pues se nota que está muy enferma. La cuidan hasta que se restablece. Todos sienten curiosidad por la historia de Jane, la que se cuida de contárselas pues, les dice, “no deseo que se enteren en dónde estoy”.

Y Saint John, que es cura del lugar, le ofrece trabajo en la escuela de la iglesia, en donde ganará unos cuantos chelines a la semana. Jane está muy agradecida y acepta de muy buena gana.

Pasan algunos días y una tarde, Saint John llega a decirle a Jane que ya sabe quién es y que la está buscando mucho un tal señor Rochester. No sólo eso, sino que le platica la historia, ignorada por Jane, sobre sus orígenes, resultando que un tío rico de ella, también es tío de Saint John y sus hermanas, así que son primos. El tío rico había muerto meses atrás y le había dejado toda su herencia, de veinte mi libras, a Jane, quien sólo debe de presentarse, acreditar su identidad y, listo, recibirá tan cuantiosa suma.

Muy felizmente, celebran Jane, Diana, Mary y Saint John que sean primos. Y Jane, nada egoísta, reparte, por igual, la herencia, dotando a cada una de sus primas y primo, cinco mil libras.

En esta parte, Brontë muestra lo soñadora que es la humanidad, deseando, siempre, el más caro anhelo que nos ha impuesto este materialista sistema, el súbito, “milagroso”, enriquecimiento, el que, a veces, a algunos, se les consuma, en efecto, por una cuantiosa herencia. Tema recurrente en novelas o hollywoodescas cintas. Mas, ¡oh realidad!, en un 99% de las veces, queda en eso, en un muy ansiado deseo que, a muchos, lleva a soñar y, cuando despiertan, sufren fuerte depresión al comprobar que, no se trató, más que de un ansioso sueño.

Pero, en la novela de Brontë, se vuelve realidad.

Seguramente, también estuvo en sus anhelos el enriquecimiento. Brontë, junto con sus hermanas, fundan, incluso, una escuela, para ver si tenía éxito y que lograran hacerse de un sustento seguro, pero la tuvieron que cerrar, pues fueron pocos los alumnos que acudieron a ella. Por eso, fue que las tres restantes hermanas Brontë, se pusieron a escribir, para tener algo con qué mantenerse.

En fin, regresando con Jane, luego de haber repartido la fortuna, Saint John, quien también cae enamorado por los atributos de su prima, le propone matrimonio y que se fueran como misioneros al Indostán, colonia inglesa que, por entonces, abarcaba India, Pakistán, Bangladés, Sri Lanka, Maldivas, Bután y Nepal. Ya ven que los países colonialistas, sometedores, se despachaban a lo grande. Y era una especie de moda de aquel entonces, ir a evangelizar a los “salvajes”. Esa parte, probablemente la haya anotado Brontë como una costumbre que se tenía, sin intención de crítica, pues el personaje de Jane, hasta alaba la labor de su primo allá.

Jane le dice que no lo ama y que si lo acompañara, sería sólo como su amiga. Saint John, terco, insiste, pero Jane, más terca, se niega y se niega.

Finalmente, Saint John, desiste y se va. Jane les comunica a sus primas que dejará Moor House para irse a buscar a Rochester, pues tiene gran curiosidad en saber de él, además de que, casi desde que lo conoció, como señalé antes, se enamoró perdidamente de él.

Llega a Thornfield Hall y queda terriblemente afectada al ver sólo incineradas ruinas del sitio.

Por el dueño del hostal en donde se hospeda, se entera de que al lugar, lo consumieron las llamas, por un incendio provocado por la “loca”, o sea, la que fuera la esposa de Rochester, la que muere en el lugar, a pesar de los intentos de aquél por salvarla. Como consecuencia, queda ciego y pierde una mano. Jane se conmueve mucho de eso, pues comprende cuan humano era Rochester, quien intentó salvar a esa loca mujer, a pesar de que la despreciaba y le había hecho la vida imposible.

Jane averigua que vive en una vieja casa, que él poseía, en medio del bosque.

Allí, lo sorprende, llevándole el agua, que él le había pedido a su ama de llaves.

Rochester cree que está soñando, pero ella le asegura que no, que está allí y se quedará con él para siempre. “Aunque no me quieras aquí, yo vine a quedarme toda la vida a tu lado”. “¿A pesar de que estoy ciego, mutilado, tengo 40 años y estoy amargado?, le pregunta Rochester. “A pesar de todo eso, pues te amo desde siempre”, le asegura Jane…

Y se casan…

Incluso, tuvieron un hijo, “que heredó tus azules ojos, mi amor”, le dice Jane, cuando se lo da, para que lo abrace.

Como dije, tiene la novela, luego de tanta tragedia, un feliz, romántico final.

Y para más feliz hacerlo, Jane dice que a los dos años de haberse casado, “Edward recupera su vista”.

Lo único que ensombrece algo la historia es que le avisan de la temprana muerte de Saint John en el Indostán. “Yo sé que murió en el reino del eterno amor”, dice Jane, como consuelo.

Fuera de eso, es un perfecto final, al estar con la persona amada, “hasta que la muerte nos separe”, y con una buena fortuna, que financie ese deseable, romántico desenlace.

Gran anhelo de muchos, ¿no creen?

 

Contacto: studillac@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

miércoles, 29 de julio de 2020

La hollywoodesca fuga de Japón del corrupto ex CEO Carlos Ghosn

La hollywoodesca fuga de Japón del corrupto ex CEO Carlos Ghosn

por Adán Salgado Andrade

 

El capitalismo salvaje tiene, como objetivo principal, el enriquecimiento de quien lo practica. Se vale, entonces, todo, sea legal, ilegal, ético, inmoral, benéfico, maléfico, constructivo, destructivo, mortal, curativo, enfermador… todo es posible, con tal que el resultado final sea la acumulación de una gran fortuna. En estados Unidos, el lema, entre los corredores de bolsa, es que “quien tenga treinta años y no posea 10 millones de dólares, al menos, de fortuna personal, es un perdedor”. Y, por ello, accionistas de empresas, administradores, jefes (CEO’s) y todos los involucrados, buscan, incluso, cometer fraudes o cometen ilegalidades, con tal de que la empresa gane mucho, suban sus acciones y, tanto accionistas, así como jefes y algunos empelados, salgan totalmente beneficiados. Una buena parte de la ganancia de muchas empresas, se debe a fraudes.

Eso sucedió, por ejemplo, con automotrices como VW, que alteró, con software, las emisiones que producían los motores diésel de algunos de sus vehículos, para que pasaran las pruebas de contaminantes a los que eran sometidos. Eso, se detectó en Estados Unidos, y dicha empresa, tiene pendientes cientos de demandas, de millones de dólares, en compensación por pagos, dadas sus fraudulentas prácticas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2015/12/corrupcion-corporativa-ganancias-y.html).

Como dije, si se deben de matar personas, para aumentar las ganancias, hay que hacerlo, con tal de que los CEO’s se enriquezcan rápidamente. Eso ocurrió con la inmoral empresa “médica” Insys, la cual, siguiendo con la ruta para el enriquecimiento, planeada por su fundador, John Kapoor, se dedicó a dar sobredosis de su “medicamento” opioide, para aliviar el dolor, Subsys, sin importarle que cientos de personas comenzaran hacerse adictas y a morir, por haberse envenenado con esas fatales sobredosis (ver. http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/07/insys-y-su-produccion-legal-de-drogas.html).

Bien, pues siguiendo la misma línea, el señor Carlos Ghosn, ex CEO de las importantes automotrices Renault, de Francia, y Mitsubishi y Nissan, de Japón, las que se fusionaron cuando la francesa adquirió a las japonesas, estuvo envuelto en varios casos de fraudes corporativos, que incluyeron no haber reportado ganancias por 80 millones de dólares (mdd) durante un periodo de 8 años, distribuyendo $16 mdd de pérdidas personales en los libros de la compañía y usando un muy elaborado esquema para cargar sus suntuosos gastos personales a Nissan, como haber remodelado con 15 mdd, que salieron de esta empresa, su casa de Beirut.

Por supuesto, que el brasileño de 66 años, además, con nacionalidades francesa y libanesa, niega todo eso, como es costumbre que hagan ese tipo de corruptos inescrupulosos, quienes se presentan como honrados jefes de empresas, pero que, lo primero que les interesa es, como señalé antes, hacerse ricos.

Por todos esos cargos, fue arrestado Ghosn, el 19 de noviembre del 2018 en Tokio, Japón, “a las cuatro y media de la tarde, por fiscales de ese distrito, cuando regresaba de Líbano, en su avión privado, para cuestionarlo sobre cargos de fraudulenta contabilidad. Su mano derecha, Greg Kelly, director de Nissan y ex jefe de recursos humanos, también fue arrestado, pero en Estados Unidos, ese mismo día (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Carlos_Ghosn#Arrest_in_Tokyo_and_subsequent_Nissan_investigation).

Sin embargo, como el dinero todo lo puede (no siempre, claro, pues no puede revivir a un muerto), Ghosn se relacionó con personas que lograron extraerlo de Japón, de muy Hollywoodesca manera, como comenta el artículo “Cómo Carlos Ghosn escapó de Japón, de acuerdo con un ex Boina Verde, quien lo extrajo”, firmado por May Jeong. La periodista anota, como subtítulo de su trabajo, “Cuando el rey de las automotrices escapó de su arresto domiciliario, cautivó al mundo. Ahora, el hombre que lo ayudó, está en la cárcel y nunca recibió un centavo por hacerlo”, pues, en efecto, Ghosn, lo dejó esperando con la paga.

Cuando se leen los detalles de la forma tan arriesgada y espectacular en que Ghosn fue extraído, literalmente, de Japón, viene a la mente la cinta estadounidense Argo (2012), dirigida y actuada por Ben Affleck, sobre la forma en que, en 1979, los empleados cautivos de la embajada estadounidense en Irán, fueron rescatados mediante una táctica que involucró todo un plan, que tuvo como punto central la supuesta filmación de una película. Era cuando Estados Unidos e Irán, tenían serios conflictos (como los siguen teniendo, por desgracia), y los iraníes buscaron cobrárselos, capturando a esos empleados. Haciéndolos pasar como técnicos de una cinematográfica canadiense, lograron “por un pelo”, escapar (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Argo_(2012_film)#Plot).

Así sucedió con Ghosn. Sus amigos en Líbano, estaban muy preocupados de que el corrupto CEO, en su arresto domiciliario en Japón, se estaba afectando mental y físicamente, pues comía poco, no hacía ejercicio, se estaba afectando su psiquis, además de que el juicio, por el burocratismo de ese país, podría haber llevado años. “’Podría morirme aquí’, dice uno de sus amigos que Ghosn exclamó”, señala Jeong. Fue cuando un de tales amigos, señalado como Ali, le llamó a Carole, la esposa de Ghosn de que “conozco un amigo en Bagdad, especializado en misiones de rescate. ¿Estaría interesado Ghosn?”. Y, claro, Ghosn estaba totalmente interesado, si con eso, evitaba estar tantos años encerrado en su casa, a pesar de los lujos que tenía allí.

Fue aprovechado que, como tenía algunas prerrogativas, por ejemplo, salir a tomar sus alimentos, se podría usar esa actividad, como pantalla esas actividades.

El encargado de la extracción, fue el señor Michael Taylor, ex Boina Verde, de 59 años, quien tenía gran experiencia en rescates de personas y otras delicadas misiones. Nadie mejor para la difícil tarea de sacar, sin que se dieran cuenta las autoridades, a Ghosn de Tokio.

Taylor viajó a Beirut, para entrevistarse con Carole, la que le contó de los malos tratos que habían dado a su esposo, cuando lo encarcelaron, que le tuvieron prendidas las luces día y noche, que sólo lo dejaban dormir media hora cada día y que no tenía ni cama. Jeong señala que, en las prisiones japonesas, los prisioneros usan una colchoneta, típica de las cárceles allá (o sea, que sí tuvo cama, podrían decirse. Diferencias culturales, pues).

Carole insistió en que los cargos no eran claros y que se debían a la fusión franco-japonesa de las automotrices, pues en Japón “no quieren a los extranjeros”, le aseguró ella a Taylor, muy compungida.

Taylor se conmovió al leer que, en Japón, el sistema carcelario era muy cruel, con torturas, denunciado por la ONU como “medieval” y “aunque tiene bajos niveles de encarcelamiento, las condenas son de 99.4%, mayores que en Norcorea”. “Así que, sentí empatía por ese hombre, aparentemente, culpado sin bases”, le dijo Taylor a Jeong.

Sobre todo, porque Taylor mismo pasó por algo similar. Luego de trabajar con las Fuerzas Especiales del ejército estadounidense (formada por puros Rambos), se separó y comenzó a trabajar por su cuenta, fundando su empresa de seguridad, ayudando a sacar gente de países “peligrosos” como Afganistán, a detener envíos de drogas, valores y muchas cosas, las que le dieron buen dinero, por varios años.

“Pero, en 1988, comenzaron sus problemas. Tuvo que declararse culpable de plantar drogas en el auto de una mujer. No niega que lo hizo uno de sus empleados, pero que había sido para que su cliente pudiera reclamar la tutela de sus hijos, que estaban en manos de esa “irresponsable madre”. Fue una “metida de pata, pero pude salir”, dice.

Luego, en el 2007, un viejo amigo de las mencionadas Fuerzas Especiales, que estaba trabajando en Afganistán, lo invitó a entrenar a soldados afganos, quienes peleaban contra el Talibán. Taylor ganó el contrato y recibiría $54 mdd, por hacerlo, durante cinco años. Cuando eso se acabó, el Pentágono lo contrató para interceptar un cargamento de $3,000 mdd en oro, que iba para (el grupo político-militar) Hezbollah. Casi estaba por completar la misión, cuando fue llamado de Estados Unidos, en donde le cargaron casos de corrupción, por el contrato para entrenar soldados afganos, diciéndole que se había tratado de fraude, por “acceso a Información privilegiada”. Se pasó 19 meses en la cárcel. Perdió todo su dinero porque el Estado le confiscó todas sus cuentas.

Su empresa se terminó y el FBI anduvo tras él, vigilando con lupa todos sus movimientos.

No le quedó más remedio que dedicarse a vender “agua vitaminada” en tiendas. Al que llamaban Capitán América, por sus grandes rescates, terminó sobreviviendo de distribuir agua con electrolitos para hidratarse.

Todas esas injusticias, lo hicieron tomar el caso de Ghosn, muy a pecho.

Por su anterior fama, Ali le preguntó si podía “rescatar” a Ghosn. Como ya vimos, las injusticias que se cometieron contra él mismo, le llevaron a decirle que “sí, lo hago”.

Taylor contactó a antiguos colaboradores de su empresa y, con ellos, tramó el plan.

La “extracción”, se acordó que sería encerrando a Ghosn en una caja que contendría supuestos bafles de sonido. Ghosn sería trasladado en un avión privado. El pretexto sería que Taylor y sus amigos, iban para una fiesta en Estambul. Por eso, tenían que hacerse pasar por técnicos de sonido y eso justificaría el empleo de cajas. Ésas, Taylor las mandó a construir especiales, y que fueran un centímetro más pequeñas que la entrada del avión, para que entraran, sin problemas. Les hizo agujeros para que Ghosn pudiera respirar y les puso manijas y ruedas, para que fueran fácilmente transportables. Ghosn pesaba 75 kilogramos, en tanto que las bocinas, 50. “Pero no consideré que 25 kilogramos, fueran mucha diferencia”, dice Taylor, irónico, a Jeong.

El alquiler del avión, fue también difícil, pues todas las empresas les preguntaban qué iban a hacer, además de que trabajaban con facturas. Hubo una, de Turquía, que, se decía, hasta había transportado oro a Venezuela, la que le dijo que no había problema, “es lo que hacemos”.

También se enteró Taylor de que en la casa de Ghosn, había cámaras de vigilancia que cuidaban sus movimientos, pero que no trasmitían en vivo. “Era diferido, y recogían la filmación cada semana, los lunes”.

La fecha establecida para la extracción fue el sábado 26 de diciembre, del 2019. Una fecha en que, no mucha gente trabaja y, más bien, andan desvelados o crudos, por las fiestas navideñas.

El avión alquilado, arribó a Osaka a las 10:30 de ese sábado, transportando el par de cajas. Taylor se enteró de que los horarios de revisión se relajaban a partir de esa hora, así que debían de darse prisa. Y tomaron el tren bala a Tokio.

Llegaron a las 4:30 a esa ciudad, y se dirigieron al hotel Grand Hyatt, en donde los esperaría Ghosn.

Allí, en la habitación 933, el corrupto CEO se cambió. Salieron rápidamente para la estación del tren bala y regresaron a Osaka, con las dos cajas de las “bocinas”.

Taylor dice que iba muy bien preparado para cualquier eventualidad. “Tenía los boletos de un concierto en Osaka, al cual, supuestamente, fuimos mi amigo y yo”, le dijo a Jeong. Incluso, “si algún oficial hubiera abierto las cajas y se hubiera dado cuenta de que allí estaba Ghosn, tenía una coartada. Pero, ésa, no te la puedo decir, pues se trataba de cometer cosas ilícitas”, le declara, riendo.

Pero como los pasajeros VIP, tienen el privilegio de no ser checados con máquinas de rayos X, las cajas pasaron directamente al avión, sin problemas. Véase, nada más, el privilegio de ser ricos.

Pero nada salió mal. Todo el plan funcionó a la perfección. A las 23:10, el avión dejó Japón, recargando combustible sólo en lugares chinos o rusos, como especificó Taylor a los pilotos, para haber evitado algún país, como Surcorea, que tiene tratado de extradición con Japón.

Aterrizaron en Estambul, el 30 de diciembre, a las 5:25 horas y, de inmediato, Ghosn fue llevado a un segundo avión, el cual, finalmente, lo trasladó a Beirut.

Taylor y su amigo, tomaron un vuelo comercial, que también los condujo a Beirut.

Cuando llegaron, las noticias del gran escape, ya estaban en la prensa local y por ellas, se enteraron los japoneses, pero muy tarde.

Allí, Ghosn fue tratado como un héroe por el presidente Michel Aoun y otros dignatarios, muy seguramente de tener a ese corrupto millonario en su país, en donde tiene toda su fortuna, estimada en unos $120 mdd.

De inmediato, Japón organizó la extradición de Taylor, el que, de todos modos, será juzgado en Estados Unidos.

Y ya hay varios que lo quieren defender. Incluso, el senador Roger Wicker, de Mississippi, ofreció lo que se requiriera. Dice Jeong, irónica, que Wicker, no debe de haberse olvidado que cuando Ghosn era CEO de Nissan, construyó una armadora en ese estado. “Hay que compensar ese favor, debe de decir Wicker”.

Ya, el equipo de abogados defensores de Taylor, están armando su caso, diciendo que bajo las leyes japonesas, no existe ningún artículo que condene a la cárcel a una persona que haya escapado al haber pagado fianza, como hizo Ghosn. “Sería sólo una falta administrativa”, señalan.

Y lo principal, la paga, nada le dio Ghosn a Taylor, quien, sólo de costos, calcula que sumaron $1.3 mdd, que “fueron casi todos para alquilar el avión”. Le dijo a Jeong que Ghosn había depositado, inicialmente, casi un millón, “lo del avión. Pero, a mí, nada me ha enviado, a pesar de que hicimos un pacto de caballeros”.

Muy difícil que Ghosn le vaya a pagar, sobre todo, en su condición de fugitivo internacional, pues, desde entonces, no da la cara.

“De todos modos, no lo hice tanto por el dinero”, aclara Taylor, “sino por liberar al oprimido”.

Sí, un corrupto, millonario “oprimido”, que ni las gracias le dio y que, por su culpa, hasta puede pasarse algunos meses o años, en la cárcel, Taylor.

Mal negocio monetario para el ex Boina Verde.

Y quizá se haya dado cuenta de que entre corruptos capitalistas millonarios, no existe la “caballerosidad”.

 

Contacto: studillac@hotmail.com