domingo, 26 de marzo de 2017

Los enajenados y racistas cazailegales



Los enajenados y racistas cazailegales
por Adán Salgado Andrade

Gracias al periodismo de fondo que algunos avezados reporteros aún se atreven a realizar, podemos conocer, de primera mano, problemas de toda índole, tales como el que abordaré en el presente análisis.
Hay situaciones que sólo viviéndolas en persona, permitirán saber, a detalle, bajo qué circunstancias se genera una situación social o un acontecimiento trascendental. Por ejemplo, los corresponsales de guerra, aunque no se hacían pasar por soldados, gracias a su audacia, permitieron conocer la tragedia humana que siempre han sido las luchas genocidas, muchas de las cuales, ni los mismos soldados que las libran, saben la razón por la cual lo hacen.
Pero cuando un reportero se asume como el sujeto de investigación, el trabajo resultante es digno de consideración, sobre todo porque, muchas veces, corre el riesgo de poner en peligro su integridad o, peor, su propia vida.
Recientemente la publicación digital estadounidense Mother Jones  (www.motherjones.com) dio a conocer un excelente reportaje realizado por Shane Bauer, joven reportero que cuenta con muchos intrépidos trabajos, como aquél en el que narra cómo, cuando laboraba de periodista FreeLancer en el Medio Oriente, por terribles circunstancias, fue arrestado por soldados iraníes y estuvo prisionero dos años y dos meses en una cárcel de Irán (http://www.motherjones.com/politics/2014/03/iran-hostage-hikers-iraq-prisoners).
En el reciente reportaje titulado “Encubierto como un miliciano de la frontera” (Undercover with a border militia), Bauer narra la desagradable y extrema experiencia que tuvo al hacerse pasar por uno de los “patriotas” estadounidenses, quienes consideran como su “constitucional” deber la “defensa de su territorio” de los “peligrosos” ilegales. Como refiere en la introducción de su reportaje, con irónicas palabras, “Compré un rifle y me puse a combatir la tiranía, proteger la Constitución y a ‘atrapar a chingados frijoleros’. Esto es lo que viví, de primera mano, en un movimiento insurgente paramilitar americano” (ver: http://www.motherjones.com/politics/2016/10/undercover-border-militia-immigration-bauer).
Para lograr infiltrarse con uno de tales grupos, Bauer se hizo pasar por admirador de las agrupaciones de decenas de milicianos que abundan en las “redes sociales”, como Facebook u otras. Con paciencia y cuidado de no revelar su actividad periodística, logró ganar amigos y, finalmente, una invitación para enrolarse con uno de tales “patriotas” grupos, el Three Percent United Patriots (3UP), fundado por Mike Morris, apodado Fifty Cal, en el 2013. Esta organización tiene, entre sus cometidos, atrapar a mexicanos, sobre todo, aseguran, fucking narcotraficantes que pongan en peligro la integridad de su “gran nación”. Eso, claro, es sólo una burda justificación, pues como Bauer pudo constatar, están dispuestos a disparar contra todo aquél que se mueva y sea o parezca una mexican rat, sin importar si realmente sea o no narcotraficante o ponga “en peligro a su país de inmigrantes.
Estos grupos tienen ya un largo historial y siempre han existido y basado su creación en anacrónicos artículos de la igualmente anacrónica Constitución estadounidense, la cual prevé como una “obligación” y un “derecho” la formación de milicias para “salvaguardar” al país de cualquier amenaza extranjera.
Bauer aclara, sin embargo, que tal formación de milicianos sólo debe de ser hecha por el Estado, no por iniciativa propia. Es decir, esas patrióticas milicias son ilegales. Y señala que en 41 estados de Estados Unidos (EU), hay leyes que prohíben explícitamente su formación. Sin embargo, aunque no están legalmente permitidas, sí son toleradas.
Otro factor que refuerza ese “sentimiento patriota” es el racista concepto de supremacismo blanco, que coloca por encima de todo a los “auténticos” estadounidenses, aquellos de “raza aria”, rubios, ojos claros. Ese concepto, derivado de los aberrantes “fundamentos” del nazismo promovido por Adolf Hitler, sobre la “superioridad racial”, es recogido por los supremacistas estadounidenses, para reforzar su concepto de que deben de luchar por “proteger” a su país, sobre todo, de los invasores extranjeros, mexicanos (para ellos, todos son mexicanos), que quieran apoderarse de su país. Incluso, la “amenaza” puede venir desde dentro. El ataque al edificio Murray, en Oklahoma, en 1995, por Timothy McVeigh, ex veterano que compartía las ideas supremacistas, fue justificado como una protesta en contra de un gobierno que pretendía suprimir las libertades de poseer armas o de reunión. Sobre todo, McVeigh justificó que su acción fue en venganza por la represión y masacre que hizo el gobierno en 1993 en Waco, Texas, contra la secta de los davidianos, un grupo de fanáticos opuestos a toda forma de control, dirigidos por David Koresh, uno de tantos falsos “profetas” que se presentan como de origen divino (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Timothy_McVeigh).
Sin embargo, como el atentado de McVeigh fue muy extremo (se pensó al principio que provendría de árabes), los milicianos fueron atacados por su beligerante radicalismo y, al ser elegido George Bush, su acción disminuyó mucho, aunque permaneció latente. Pero cuando fue elegido Barack Obama, primer presidente afroestadounidense, muchos de tales supremacistas reafirmaron la creencia de que el complot racial para apoderarse de su país seguía presente, y volvieron a tomar gran fuerza. Y después de sucesos como las protestas de Ferguson, por el asesinato de un joven afroestadounidense por un policía blanco, se impulsó mucho más la creación de nuevos grupos supremacistas.
El número de organizaciones de milicianos creció ocho veces, y para el 2015 había más de 275 grupos en al menos 41 estados, a pesar de que, como ya señalé, están claramente prohibidos por la ley.
Todos los miembros del 3UP tienen sus trabajos. Algunos son albañiles, pintores, soldadores, mecánicos… y poca cultura, como Bauer notó, al convivir algunos días con ellos para “cazar” ilegales. Justo ese tipo de personas, los clásicos red nekcs, es decir, el tipo de estadounidense más inculto, enajenable, manipulable, sin claras convicciones políticas, excepto la de sentirse los “superiores racialmente”, son los que atrajo la personalidad del racista Trump (ver: http://www.motherjones.com/politics/2016/09/trump-supporters-neo-nazis-white-nationalists-kkk-militias-racism-hate).
Trump es un tipo que se ha distinguido por practicar la política del Far West, bravucón y sin inteligencia, sin escrúpulos, machista y misógino, como los tipos con los que trató Bauer (ver:  http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2017/02/trump-y-la-politica-del-far-west.html).
Según ellos, hasta tienen identificados a los mexicanos, sobre todo a los narcos. “Sabes que son los narcos porque traen sus autos con rines cromados”, declaró el Destroyer, el nom de guerre de uno de los milicianos, el clásico rubio, robusto, con unos aires de superioridad y supuesto profundo conocimiento. Todos deben de usar un apodo, según ellos, para proteger su verdadera identidad y no “exponerse”. A Bauer lo bautizaron como Cali, pues les dijo que era de California.
Además, deben de estar perfectamente apertrechados con equipo que ellos mismos compran, tanto uniformes militares, así como armas de alto poder, como rifles AR15 y AK47. Algunos, los que tienen más recursos económicos, adquieren googles de visón nocturna, radios y otros equipos primordiales en la “lucha contra los peligrosos ilegales”.
Cocinan tocino o carne de puerco para, según ellos, mantener “fuera” a “musulmanes que se puedan infiltrar”. Eso es absurdo, pues son los judíos los que evitan el puerco. Véase hasta dónde llegan en su supremacista ignorancia. Un tal Jaeger, que vive en Aurora, Colorado, refirió que nunca había visto tanto “cabeza-envuelta”, como se refieren a los árabes, en su ciudad. “¡Necesitamos asesinar a más de esos hijos de la chingada, pues están invadiendo todo el estado!”. Con esa racista declaración, se comprenderá mejor por qué Trump, con su racista política, está incrementando más el irracional odio hacia los musulmanes y a todos los que no sean americanos blancos.
La “patriótica” cacería de ilegales tuvo lugar en el desierto de Arizona, en donde los inmigrantes, según ellos, fácilmente pueden franquear una cerca metálica de poco más de un metro de altura. No toman en cuenta que el desierto, de por sí, es un enemigo natural que ha cobrado muchas vidas de indocumentados por las condiciones climáticas extremas de ese extenuante ambiente.
Lo peor de todo es que esos tipos son, al parecer, intocables. Narra Bauer una escena en donde, mientras ellos descansaban a un lado de uno de sus vehículos, un SUV Ford, todo terreno, en el estacionamiento de una plaza comercial, perfectamente apertrechados con sus uniformes, armamento y todo, muy listos para la acción, se acercaron tres policías del condado, una mujer y dos hombres, de rasgos marcadamente latinos (de no ser porque hablaban inglés y el uniforme, habrían pasado como los ilegales mexicanos que esperan cazar los milicianos), pidiéndoles que bajaran sus armas y las dejaran en el piso. Les dijeron que los habían reportado como “sospechosos”, preguntándoles que si eran cazadores, y uno de ellos respondió que no, que eran milicianos. “Somos los ojos de la policía de inmigración”, contestó uno de ellos. La policía, una mujer con el pelo muy corto, de apellido Hernández, les pidió sus identificaciones, corroborándolas por su radio y, sin más trámites, les “agradeció” que hicieran eso. “Se necesitan huevos para hacer lo que ustedes hacen, chavos. Gracias”. Les regresaron sus identificaciones, subieron a sus autos y se fueron.
Como la mujer policía tenía aspecto algo masculino, uno de los milicianos se refirió a ella como “eso” y dijo que tenía el pelo más corto que todos ellos. “¡Fíjate, este es el encuentro más amigable que hemos tenido con la policía. O sea, que la moraleja de la historia es ven siempre bien armado cuando te encuentres a la policía”, dijo y todos rieron.
Bauer señala todos los comentarios tan machistas y sexistas que hacen los milicianos. En particular, cuando se refirieron a uno de ellos, que no estuvo presente porque había tenido que acudir al juzgado para tratar problemas legales con su ex esposa en cuanto a la manutención de su hijo. “¡Ay, esas pinches ex esposas te exprimen, mano, te sacan todo lo que pueden las cabronas!”, exclamó uno, a lo que el otro comentó, molesto que “¡Luego, por qué andan matando a esas perras!” y todos rieron. Ese tipo de frases o comentarios dicen mucho de la personalidad de esos individuos, justo recordando los comentarios misóginos y machistas que Trump ha llegado a hacer algunas veces.
Así que la manera tan vulgar de comportarse del actual “presidente” de EU, es sólo un simple reflejo de la manera en que lo hacen una buena parte de hombres estadounidenses, a quienes la “superioridad racial”, parecería que también les da el derecho a sentirse superiores a las mujeres. Por ello, no es de sorprender que Trump haya tenido tanto apoyo de personas como los grupos supremacistas, pues está ni más que hecho a su medida.
Bauer se integró lo mejor posible a todas sus “estrategias” militares, sobre todo cuando se disponían a buscar en la noche o en la madrugada a ilegales. Le pareció que esos tipos sobre exageran sus tácticas, sintiéndose, más bien, como si estuvieran en Iraq o Afganistán, dado que la forma tan estresada en la que actúan, parecería como si estuvieran en plena guerra y no “cazando” a simples inmigrantes, inofensivos, desarmados, hambrientos y sedientos, buscando un futuro mejor en EU, ya que aquí, en México o Centroamérica, no lo tienen.
En una de esas noches, se encontraron con la Border Patrol, situación que tampoco tuvo mayor problema, dado que uno de los agentes, igualmente de rasgos plenamente latinos, también los felicitó. “Vaya, muchachos, aprecio mucho su labor y todo lo que se arriesgan, a pesar de que no reciben paga, de verdad que se los agradecemos mucho mis compañeros y yo”. Incluso, hasta les dio tips de en qué lugar podrían encontrar a “mojados”. “Van a ver una cañada… por allí suelen llegar esos cabrones… pero ¡yo no les he dicho nada!, ¿eh?”, agregó, riendo y despidiéndose con un fuerte apretón de manos.
Y agradeciendo las indicaciones del oficial, los milicianos se dirigieron hacia allá, a la cañada. Por el camino hallaron mochilas y mantas envueltas. Las mochilas contenían alimentos y garrafones de agua, los cuales fueron destruidos sin miramientos por uno de los enajenados “patriotas”. “¡No quiero que esos hijos de la chingada tengan nada que beber, ni tragar… y ustedes no me vieron destruir esta mierda!, ¿eh? “¡¿Cuál mierda!?, preguntó otro, irónicamente.
Todo eso se supone que los principios que dirigen a los 3UP, lo prohíben, no dar agua o alimentos a los ilegales. “Es por razones humanitarias”, le comentó el jefe del grupo,  un tal Captain Pain, “ni tampoco queremos locos que se pongan a disparar a todo mundo”. Se refirió a los constantes tiroteos masivos que sufre EU a cada rato, debido a tantas armas que, constitucionalmente, son un inalienable derecho de todos los estadounidenses. Muchos de ellos son cometidos por “patriotas”, en contra de mexicanos, árabes o afroestadounidenses.
Captain Pain le platicó a Bauer que los potenciales miembros son entrenados muy rigurosamente. “Sí, los torturamos, los sometemos a bromas pesadas y otras cosas porque les digo que si son secuestrados por los narcos, deben de resistir y no revelar nuestras tácticas, ni cuántos somos, ni nada”.
Y a pesar de tanto show y “tácticas militares”, esos milicianos nunca han sido balaceados en Arizona. Pero no es algo que parezca importarles mucho. Lo único primordial para esos enajenados es entregarse en cuerpo y alma a cazar ilegales.
Y no hubo realmente nada de acción en los días que Bauer compartió con esos “patriotas” red necks.
El único balazo provino de una fogata, cuando uno de esos tipos echó una bala, la que estalló y llenó de cenizas a Bauer. Todos le festejaron la “bromita”, excepto el encubierto periodista.
Eso fue lo que le colmó la paciencia a Bauer. Suficiente había convivido con ellos para realizar su testimonio de la clase de personas tan fanáticas, pero también tan potencialmente peligrosas, que son.
 Se alejó del campamento, subió a su camioneta y se fue de allí. Demasiado había tenido ya de esos “imbéciles”.

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