sábado, 9 de marzo de 2019

La pérdida de biodiversidad: la pérdida de nuestro futuro


La pérdida de biodiversidad: la pérdida de nuestro futuro
por Adán Salgado Andrade

La depredación ambiental planetaria que el capitalismo salvaje está ocasionando y agravando año con año, se manifiesta en graves problemas, como el calentamiento global, que ya es irreversible y tiene como consecuencias que el hielo de casquetes y polos se derrita más pronto de lo pensado, elevando el nivel del mar y calentándolo también (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/10/el-irreversible-y-catastrofico.html).
También el calentamiento global está ocasionando muy largas sequías en varios países, como en Australia (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/01/la-muy-larga-y-severa-sequia-australiana.html).
Y eventos como huracanes o tornados cada vez más intensos y destructivos y tantos fenómenos “atípicos”, climáticamente hablando, son debidos al aumento de temperatura en todo el planeta, debido al efecto invernadero que ocasionan tantos gases tóxicos, producidos por industrias, agricultura, vehículos de combustión, actividades urbanas, domésticas… y, en general, toda actividad humana que ocasione desperdicios o requiera consumo energético. Pero con el capitalismo salvaje, todas esas actividades, especialmente las industriales, debidas a la tendencia a sobreproducir – o sea, fabricar más de lo que la sociedad realmente requiere –, se han multiplicado insensatamente, llevándonos a la catástrofe ambiental que ya estamos padeciendo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/01/depredacion-ambiental-planetaria-accion.html).
No contentos con depredar, estamos llenando de basura también al planeta y a sus hábitats. Los desperdicios ocasionados por plástico, están llenando tierras y océanos. Se estima que de seguir la producción de plásticos de todo tipo, en el 2050, habrá más plástico, en peso, en los océanos, que las especies vivas que aun sobrevivan a la hecatombe actual (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/03/la-muy-grave-contaminacion-por-plasticos.html).
Por la tendencia al desperdicio inherente al capitalismo salvaje, se producen alrededor de 5,808,219 toneladas ¡diarias! de basura. Eso son aproximadamente ¡2120 millones de toneladas al año! Literalmente, nos estamos ahogando con tantos desechos (ver: http://www.theworldcounts.com/counters/shocking_environmental_facts_and_statistics/world_waste_facts).
Tan sólo la industria textil produce un camión de basura cada segundo (ver: https://www.ozy.com/fast-forward/landfill-to-luxury-will-fashion-cash-in-on-160-billion-yearly-upcycle/92450).
Todos esos graves problemas, evidentemente, no sólo afectan el clima, sino que también están dañando la biodiversidad planetaria. Las especies, tanto de plantas, como animales, están resintiendo todos los brutales cambios que el antropoceno, es decir, la acción directa del hombre, está ocasionando.
Recientemente, la ONU advirtió que si no se toman medidas drásticas en contra del calentamiento global, la desaparición de especies que ya estamos experimentando se incrementará y “podríamos ser la primera especie que documente nuestra propia extinción. Se necesitan medidas para proteger insectos, pájaros, plantas y mamíferos que son vitales para la producción mundial de alimentos, agua limpia y captura de carbón”, señaló Cristiana Pașca Palmer, secretaria ejecutiva de la organización. Y agrega que el escenario es muy preocupante. “Los de por sí ya altos niveles de pérdida de biodiversidad por destrucción de hábitats, polución química e invasión de especies se acelerarán en los siguientes 30 años por el cambio climático y la creciente población humana. Para el 2050, África perderá 50% de sus pájaros y animales y las pescaderías asiáticas se colapsarán totalmente. La pérdida de plantas y vida marina reducirá la habilidad del planeta para absorber carbón, lo que creará un círculo vicioso” (ver: https://www.theguardian.com/environment/2018/nov/03/stop-biodiversity-loss-or-we-could-face-our-own-extinction-warns-un).
Los insectos, parte de esa biodiversidad, están desapareciendo del orden del 2.5% anual, lo que significa que se perderá la polinización de las plantas, pues las abejas, las que están muriéndose más rápido por el empleo de pesticidas e insecticidas, son las principales polinizadoras y sin ellas, desaparecerían todas las plantas, sobre todo las que empleamos como alimentos.
Los mencionados insecticidas y pesticidas son los grandes causantes de la desaparición de los insectos, los que, aun con tan fuerte disminución, nos superan en 17 veces en peso a todos los 7500 millones de seres humanos que no sabemos convivir con ellos y sus útiles labores. Muchos son alimento para varios animales, como mamíferos y reptiles, los que también se verán afectados y se extinguirán junto con ellos. Señala el profesor Dave Goulson, de la Universidad de Sussex, en Inglaterra, que “debería de concernirnos fuertemente a todos (la desaparición de insectos), pues ellos son parte de cualquier cadena alimenticia, polinizan a la gran mayoría de especies vegetales, mantienen el suelo saludable, reciclan nutrientes, controlan pestes y mucho más. Los amemos o los odiemos, los humanos no podemos sobrevivir sin los insectos”. Muy fuerte su advertencia y muy clara (ver: https://www.theguardian.com/environment/2019/feb/10/plummeting-insect-numbers-threaten-collapse-of-nature).
Las cifras que se dan sobre la declinación de insectos, 41% del total, son alarmantes. Por ejemplo, las frigáneas han desaparecido en 68%. Las mariposas, 53%. Los escarabajos, 49%. Las abejas, 46%. Las cachipollas, 37%. Las libélulas, 37%. Las moscas de piedra, 35% y las moscas, 25%. En tanto que los vertebrados, quizá más resistentes que los insectos, han declinado 22% en total. Por grupos, los pájaros han disminuido 22%, los anfibios, 23%, los mamíferos terrestres, 15.4% y los reptiles, 19%. Por ello es que se habla ya de una sexta masiva extinción, por la rapidez de la desaparición de especies, debido al calentamiento global, contaminación, basura e invasión de hábitats, en la que muchas han perdido más del 80% de su población mundial. Y eso, obviamente, nos perjudicará muchísimo, aunado a los problemas ya citados (ver: https://www.theguardian.com/environment/2017/jul/10/earths-sixth-mass-extinction-event-already-underway-scientists-warn).
Y es cierto el que cada vez hay menos insectos y animales en muchas áreas del mundo. La próxima vez que salgan a algún bosque, vean cuántos animales  o insectos pueden hallar, no muchos.
Otra actividad humana que está acabando con la biodiversidad es la agricultura de monocultivos, que se está extendiendo por todo el mundo, convirtiendo tierras, antes naturales, en sembradíos. Cuatro cultivos son los que dominan a nivel mundial: soya, arroz, trigo y maíz, ocupan poco menos del 50% de todas las tierras cultivadas del planeta. Eso es una limitante en cuanto a la variedad de alimentos que pueden consumirse. Y como son muy uniformes, pueden ser atacados por plagas muy fácilmente. Por ejemplo, los plátanos que comemos, son todos clones de una sola especie, genéticamente idénticos, y ahora están siendo arrasados por el mal de Panamá, ocasionado por un hongo resistente a los fungicidas, como señala el investigador Adam Martin, del departamento de física y ciencias ambientales de la Universidad de Toronto (ver: https://www.zmescience.com/science/global-farming-four-crops-1235252/)  
Peor aún sucede con los transgénicos, como el maíz producido por Monsanto, que se jactaba de que resistía todo tipo de plagas. Ahora, ya se acostumbraron también las plagas que lo atacan a su efecto pesticida y se lo comen, muy contentas, como si nada (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/04/monsanto-arremete-de-nuevo-con-caras.html).
De por sí, las plagas destruyen todo tipo de cultivos, lo que disminuye sustancialmente la disponibilidad alimentaria. Y esas plagas han aumentado porque, por la citada disminución de insectos y animales, muchos que eran sus depredadores naturales, han desaparecido o declinado bastante, y por eso la acción destructiva de las plagas se incrementa. Se estima que cada año son destruidas una cuarta parte de las cosechas mundiales. Y al tratarse de monocultivos, son más voraces. Eso puede comprobarse con las cifras que se dan de los cultivos más dañados: 21.5% del trigo producido mundialmente es destruido por plagas; 30%, de arroz; 22.5%, de maíz; 17.2% de jitomate y 21.4%, de soya. Lo peor es que las grandes pérdidas se dan en zonas poblacionalmente muy hacinadas, lo que acentúa el hambre de por sí ya existente (ver: https://www.zmescience.com/science/agriculture-science/pests-agriculture-04022019/).
Y también el cambio climático, ha permitido que muchas plagas se vayan adaptando a otros sitios que antes, por fríos, por ejemplo, no podían invadir, pero que ahora ya se adaptan muy fácilmente (los moscos, por ejemplo, que transmiten enfermedades como el zika o el paludismo, ya habitan lugares antes fríos).
Aúnese a lo anterior, el hecho de que las tierras cada vez producen menos, por distintos factores, como al agotamiento del suelo, el mencionado cambio climático, la señalada pérdida de biodiversidad, los indicados monocultivos, entre otros, y las hambrunas en años próximos serán inevitables. Se enfatiza lo de los monocultivos, pues dos tercios de las cosechas son de tan sólo nueve productos, que son caña de azúcar, maíz, arroz, trigo, papas, soya, fruta de palma, remolacha de azúcar y yuca. Ya señalé que tan sólo el trigo, maíz, soya y arroz ocupan el 50%, así que no hay mucha variedad. Muchas de las 6000 especies vegetales cultivadas restantes, están en decadencia y fuentes vírgenes de comida cada vez son más difíciles de hallar. Se está acabando con la biodiversidad, a un nivel nunca antes visto (ver: https://www.theguardian.com/global-development/2019/feb/21/worlds-food-supply-under-severe-threat-from-loss-of-biodiversity).
Añadamos que el calentamiento global también está afectando a los océanos vertiginosamente, y estamos, literalmente “fritos” por tanto calor. Científicos, en un reciente estudio, han revelado que el número de olas de calor que afectan a los océanos del planeta se han incrementado muchísimo, matando grandes cantidades de vida marina, “así como los incendios forestales que destruyen grandes áreas de bosques”, señala un estudio. “El daño ocasionado en estos sitios tan calientes es también dañino para la humanidad, la que depende de los océanos para oxígeno, comida, protección contra tormentas, y la remoción del bióxido de carbono, causante del calentamiento global”, agregan.
Los días en que tienen lugar esas anormales altas temperaturas, se han triplicado en los pasados dos años en que se ha llevado a cabo el estudio. “En el largo plazo, el número de días con olas de calor ha brincado más de 50% en los treinta años transcurridos al 2016, comparados con el periodo de 1925 a 1954”. Y eso afecta a algas, pasto marino y arrecifes de coral, y los está matando rápidamente. Esos ecosistemas sirven de alimento o refugio a otras especies, así que si se extinguen, se extinguen en cadena cientos de ellas (ver: https://www.wired.com/story/oceans-are-spiking-a-fever-with-record-heat-waves/).
Se les conoce, en español, a esos eventos, como canículas, y año con año empeorarán, dejando destrucción marina que, desde la comunidad de nuestras casas o ciudades no percibimos, pero que, como señalo antes, nos afectarán gravemente (ver: https://www.jornada.com.mx/2019/03/05/sociedad/034n1soc).
Pero la humanidad sigue sin entender, invadiendo hábitats naturales, que obliga a adaptarlos a sus necesidades. Y eso acelerará la extinción de muchas especies, como también ya señalé antes. Para el 2070, precisa un estudio, 1700 especies, de las que aun queden, quizá desaparezcan por la imparable, depredadora, expansión humana (ver: https://www.jornada.com.mx/2019/03/05/sociedad/033n2soc#).
Por ello no es de sorprender que algunos animales ataquen a humanos o se acerquen a sus casas para buscar algo de comida, como recientemente sucedió con un grupo de hambrientos osos blancos, tratando de hallar algo que comer entre la basura de un pueblo ruso, que se estableció en su hábitat hace años (ver: https://www.livescience.com/64741-polar-bears-are-taking-back-russia.html).
Así pues, estamos destruyendo día a día a plantas, insectos, animales, bosques, selvas, océanos, ríos, lagos… para tener “diversidad en consumo”, sí, llenarnos de cosas inútiles, en demasía, cuya fabricación es la causante de la depredación y contaminación ambientales.
Pero todo sea en nombre del capitalismo salvaje y su aferrada idea de que es mejor tener una gran fábrica de lo que sea, que envenene el aire, el agua y la tierra a un bosque sano, lleno de plantas, animales e insectos.
Como afirma Cristiana Pașca Palmer, seremos testigos de nuestro propio aniquilamiento.