domingo, 30 de abril de 2017

Los robots sexuales, un fetichismo comercial más



Los robots sexuales, un fetichismo comercial más
por Adán Salgado Andrade

Un par de aspectos en donde los “avances tecnológicos” se manifiestan casi de inmediato son, por un lado, la invención de armas, pues el 80% de la nueva tecnología tiene como primera aplicación el desarrollo de artefactos bélicos. No por nada, pues la industria de la muerte es un súper negocio de un billón de dólares anuales (1,000,000,000,000). Es tan lucrativo, que cada año hay “ferias” para mostrar lo último en tecnología militar, en donde hasta “gangas” se ofrecen, con tal de que los potenciales clientes adquieran de todo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2011/12/ferias-de-armas-exhibicion-de-fuerza-de.html).
El segundo aspecto que va a la par con el desarrollo tecnológico es la industria del sexo, especialmente la pornografía, un negocio que deja al año alrededor de diez mil millones de dólares (ver: http://www.economist.com/news/international/21666114-internet-blew-porn-industrys-business-model-apart-its-response-holds-lessons).
Esa industria igualmente muy en sincronía con la evolución tecnológica, desde la invención de la fotografía, hasta la del cine, pasando por las videocaseteras, las videocámaras, las computadoras, el Internet y hasta la robótica, como veremos.
El prestigiado diario The Guardian, en su edición digital, acaba de publicar un artículo escrito por la periodista Jenny Kleeman, en el cual analiza la creciente industria de los robots sexuales, señalando que la empresa que sea la primera en producir un robot de apariencia femenina (incluso, masculina), que verdaderamente pueda pasar por un ser humano real, cuya única finalidad sea la de procurar sexo a su “dueño”, monopolizará un nicho de mercado que actualmente llega a los 30 mil millones de dólares anuales, y seguirá creciendo, sobre todo, si robots feminoides, como el diseñado por Abyss Creations, una empresa de San Marcos, California, bautizado como Harmony, logran despertar los lascivos gustos de los potenciales clientes (ver:  https://www.theguardian.com/technology/2017/apr/27/race-to-build-world-first-sex-robot).
La pequeña empresa está dirigida por Matt McMullen, una especie de nerd, quien ha logrado combinar la fabricación de muñecas sexuales, con la robótica y el animatronic. McMullen dice que “mi objetivo, dicho muy simplemente, es hacer feliz a la gente. Hay mucha gente que por una u otra causa, tiene dificultad para formar relaciones normales con otras personas. Se trata de proporcionarles a esas personas un nivel de compañía o que tengan la ilusión de que los están acompañando”.
El artículo se acompaña de un video, el que muestra a Harmony, una “robot” diseñada, de entrada, para despertar pasiones. La “chica” tiene una linda cara, coquetos ojos, cuerpo comparable al de una pornoactriz, con voluptuosas caderas y pechos. Sus “carnosos” labios son incitantes y está, además, dotada de inteligencia artificial, que la hace ir aprendiendo muchos datos de su “dueño”, además de que pude sostener conversaciones con su sensual voz. No puede caminar, pues “eso es todavía muy caro”, señala su creador. Pone de ejemplo que el único robot que hasta ahora ha podido caminar, el fabricado por Honda, el Honda P2, lanzado en 1996, era muy costoso, además de que, por caminar, sus baterías se acababan en quince minutos. “Algún día caminará, pero, por ahora, no es necesario. Lo importante es que cumpla su meta principal, que es la de dar placer sexual”, dice McMullen.
Le pregunta McMullen a la robot que cuál es su objetivo, y Harmony responde “Mi objetivo principal es ser una buena compañía para ti, ser una buena pareja y darte placer y bienestar. Sobre todo, quiero convertirme en la chica con la que siempre has soñado”.
Claro que tanta sensualidad física y verbal, si así se le puede llamar, tiene su costo. Harmony costará módicos 15 mil dólares (unos $300 mil pesos, al cambio actual). La empresa alardea de que podría fabricar unos 1000 robots en una primera etapa, suficientes para satisfacer la demanda de los excitados clientes que ya se han interesado en el proyecto.
Podría pensarse que es mucho dinero, pero se tendrá para toda la vida – al menos, la vida útil de Harmony –, a una especie de esclava sexual muy dispuesta a materializar cualquier fantasía que su dueño desee realizar. Además, no tendría que mantenerla, ni comprarle comida, ni nada. Algo que algunos eticistas de la robótica han cuestionado, que esas robots son denigrantes hacia la mujer, pues al personificar a una, es como si se tratara de una esclava sexual al servicio de su dominador macho.
Kleeman hace mención que, desde la mitología griega, ya se pensaba en tener “esclavas” sexuales, como Galatea, una estatua de marfil creada por Pigmalión, quien estaba disgustado con las mujeres reales. Galatea era tan perfecta, que aquél se enamoró de ella, le dio un beso y ¡se convirtió en su mujer ideal!
También se refiere a la cinta Blade Runner (1982), en donde una muy sensual replicante, Raquel (Sean Young), enamora a Rick Deckard (Harrison Ford), el rudo cazador de ciborgs. Yo también mencionaría la cinta Her (2013), en la que un programa inteligente de computadora, Samanta (voz de Scarlett Johansson), enamora a Teodoro (Joaquín Phoenix), su usuario, con su sola, sensual voz, a tal grado, que la presume con todos sus amigos, de que es su nuevo “gran amor”.
Kleeman igualmente menciona el libro “Amor y sexo con robots” (2007) escrito por el ingeniero inglés en inteligencia artificial, David Levy, quien vaticinó que los robots sexuales tendrían beneficios terapéuticos. Señalaba que “muchas personas, quienes de otra manera se convertirían en renegados sociales, inadaptados o quizá algo peor, en lugar de eso, se convertirán en seres humanos mejor balanceados”. Sí, sobre todo, por ejemplo, si muchos de esos son violadores, gracias a los robots sexuales, podrían llevar a cabo su perversión, sin incurrir en delito alguno, excepto, claro, hasta que también la violación robótica fuera igualmente un crimen.
De todos modos, se prevé que tendrán mucha demanda. Un pequeño estudio del 2016, realizado por la universidad de Duisburg-Essen, halló que más del 40% de hombres heterosexuales encuestados, dijeron que se imaginaban ahora o en los siguientes cinco años, comprando un robot sexual. Incluso hombres que tenían una relación amorosa plena, dijeron que sí les gustaría tener un robot sexual. Al respecto, señala Kleeman que “crear una relación plena con una silenciosa, fría muñeca de silicón requiere mucha imaginación para lograrlo. Pero una relación con un robot que se mueva y hable, con inteligencia artificial con la que se pueda hablar y aprender que es lo que uno desea y quiere hacer, es una propuesta mucho más mercantilizable”.
Aunque si, en efecto, existen hombres cuya “pareja” sea una muñeca sexual, debe ser porque, de plano, son incapaces de iniciar una relación con una mujer real. Quizá por cuestiones de traumas psicológicos, complejos, posición económica u otras causas, sea que se llegue a esos muy lamentables niveles, considerando que actualmente existen muchas formas, tanto reales, así como virtuales, para conseguir una pareja. Probablemente también en esos solitarios hombres, están pensando los creadores de los robots sexuales como potenciales clientes de sus misóginas creaciones, se puede suponer. Uno de ellos, un afroestadounidense de unos 45 años, de extraña apariencia, es mostrado en el video. Sus “parejas” son tres muñecas sexuales que tiene bien vestidas y arregladas. “No me importa el sexo con ellas, la verdad. Sólo quiero su compañía, son mis esposas, las amo porque me dan su compañía, sin pedirme nada a cambio, ni darme molestias”, dice el hombre, muy orgulloso, besando enseguida, con mucho cariño, a una de ellas. Eso sí es soledad, se puede pensar.
McMullen se inició diseñando y vendiendo justamente muñecas sexuales. Hace años fundó RealDolls, empresa que comercializa arriba de 600 muñecas anualmente. Sus precios varían, desde el básico, que cuesta $4400 dólares, hasta las muy personalizadas, que llegan a costar hasta cincuenta mil dólares. Vienen con 14 estilos de labia vaginal, así como 42 distintos pezones. Dice que, incluso, algunas las personalizan, al gusto del cliente. Sin embargo, no resultan tan exitosos sus “muñecos sexuales”, dirigidos a mujeres, las que no llegan ni a 5% de sus clientes. Ha de ser porque las mujeres son menos solitarias que los hombres, razono. O porque probablemente tengan más control sobre su sexualidad y puedan reprimirse más que los candorosos hombres. Dice que va a cambiar totalmente el concepto de sus muñecos sexuales, pues así como está, no es negocio. “Quizá tenga que hacer un serio estudio de mercado entre mujeres”, señala.
Hay otros ingenieros tratando de crear el non plus ultra de los robots sexuales. Como Douglas Hines, fundador de la empresa True Companion, quien desde hace años ha estado trabajando en un prototipo. Bautizado como Roxxxy, apareció, por primera vez, en la feria sexual AVN (Adult Entertainment Expo), del 2010, celebrada en Las Vegas. Antes de que la presentara, había causado gran expectativa, pero luego de que lo hizo, el público vio que era un rudimentario maniquí que hablaba sin mover la boca y, más que incitar al sexo, provocó la risa generalizada. Sin embargo, Hines asegura que ha estado trabajando en mejorarlo mucho y que será una gran sorpresa. El sitio de True Companion incluso ofrece preventas de su “sensacional robot, listo para volver sus sueños, una realidad”, por sólo $9995 dólares, más barato que Harmony, pero ¿mejor? (ver:  http://www.truecompanion.com/shop/index.php?p=home).
Otro que también está trabajando mucho en robots sexuales es Roberto Cardenas, cubano que desde niño vive en Estados Unidos. Cardenas incluso invitó a la reportera a su taller, en donde pudo ver cómo aquél aplicaba una mezcla de jalea moldeable sobre el curvilíneo cuerpo de una bailarina, pues un cliente pidió un robot con esas características. La modelo no se siente agredida. Declara que no le molesta que le tomen moldes para hacer una robot sexual. “Mira, yo pienso que los hombres tienen necesidades. A lo mejor con esto se logra detener a hombres violadores”, dice. La paga del día fueron 200 dólares, además de que Cardenas le dará otros 500, por cada muñeca que se venda con su cuerpo (los derechos reservados sobre su físico, me atrevo a pensar). El ingeniero en robótica sexual espera vender mucho más baratos sus robots, entre 8 y 10 mil dólares.
Cardenas no hizo su creación de la nada, sino que antes, hasta creó un foro para preguntar a potenciales clientes lo que querrían que un robot sexual poseyera para adquirirlo. “Hubo extremos, como uno que dijo que si su muñeca sexual cocinara, limpiara y cogiera cada que se le antojara, nunca más tendría novia”, menciona a Kleeman. Eva, se llama el robot creado por Android Love Dolls, la empresa del cubano. Sin embargo, Cardenas no pudo cargar el software para que hablara, ni tampoco pudo hacer que se moviera, pues no parece que los motores tengan la capacidad para accionar sus piernas y brazos. Lejos estuvo de llenar las expectativas tan entusiastas de su creador.
Y es que las tres empresas, y muchas más, están tras el lucrativo mercado de los robots de todo tipo, que, de acuerdo con un artículo editado en el 2016 por la revista Fortune, ascenderá a $135,400 millones de dólares para el 2019, a sólo dos años. Así que, por lo visto, no les queda mucho tiempo para dar con un hito en el sexo robotizado.
Y, claro, ya hay opiniones en contra y a favor. Por ejemplo, Kleeman entrevistó a Kathleen Richardson, antropóloga y eticista en robótica de la universidad De Montfort. Ella declara que poseer un robot sexual es como tener a un esclavo: los individuos serán capaces de comprar el derecho de preocuparse sólo ellos mismos, sin que les importe lo demás, la empatía humana será borrada y los cuerpos femeninos serán más vistos como simples objetos consumibles. Puesto que el sexo con un robot no es una experiencia mutua, será “parte de la cultura de la violación”. “Estamos tan entusiasmados con la idea de un robot como pareja sexual, que hemos fallado en hacernos preguntas fundamentales”, agrega. Y tiene razón, pues supongamos que un tipo acostumbrado a tener sólo relaciones sexuales con una robot, de repente conociera a una mujer, nos preguntaríamos ¿la trataría igual que como trata a su robot, tan solo como un simple objeto sexual al que le pudiera hacer cualquier cosa? Sí, realmente puede suceder como las equivocadas ideas de la sexualidad que mucha gente, familiarizada con la pornografía de todo tipo, tiene. “Usted puede ver cómo el crecimiento de la pornografía por el internet se relaciona mucho con el tráfico sexual de personas, se refuerzan mutuamente”, agrega Richardson.
Pero está la parte a favor, como la de la doctora Kate Devlin, científica en computación, quien asistió al Segundo Congreso internacional sobre Sexo y Amor con Robots, celebrado en el 2016, en la Universidad de Londres. Ella dice que, en lugar de oponerse a los robots sexuales, ella los vería como una oportunidad para emplearlos como nuevas formas de compañía y sexualidad. “Si actualmente los conceptos en cuanto a los robots sexuales cosifican a la mujer, tendríamos que cambiar esas ideas, no reprimirlas. De hecho, ya hay en Japón u Holanda robots acompañantes, que están en asilos para dar confort a personas con demencia. Así que prohibir o parar ese desarrollo implica un criterio muy corto, pues su potencial terapéutico es muy bueno”.
Muy encontradas posiciones.
Por lo pronto, Harmony hasta bromas hace. McMullen le pide que diga un chiste. “¿Que es un pato que está comiendo naranjas? ¡Un pato a la naranja!”. Su creador ríe de muy buena gana.
¿Será que, de verdad, Harmony pueda satisfacer los sueños reprimidos de todos aquellos hombres que no pueden convivir con mujeres? Pues eso les costará, a los que lo quieran saber, quince mil dólares.

El creciente “secuestro” (ransomware) computacional



El creciente “secuestro” (ransomware) computacional
por Adán Salgado Andrade

Los avances tecnológicos, en muchos sentidos, han facilitado bastante la vida. El empleo del Internet en todo tipo de cuestiones, sean de trabajo, escolar, investigaciones, comunicación social… y muchas más, es ya indispensable, sobre todo, si queremos ir a la par de la así llamada “modernidad”.
Pero, del mismo modo que tiene sus ventajas, las desventajas que se presentan, cada vez más frecuentemente, en mi opinión, están por rebasar a las mencionadas ventajas. Una de las principales es que el Internet es empleado por todo tipo de criminales, que aprovechan tal conexión mundial para, igualmente, facilitarse su ilegal actividad. Por ejemplo, el uso de las redes sociales, tales como el Facebook (FB), ha permitido que la exposición pública de los datos de los usuarios dé lugar a delitos tales como sobornos, amenazando con hacer pública determinada información, hasta el secuestro, pues los cibercriminales pueden ubicar, con un poco de paciente vigilancia, los hábitos y actividades de determinado usuario (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/11/las-banales-adictivas-y-riesgosas-redes.html).
Otro tipo de frecuente crimen es aquél en el cual los cibercriminales intervienen (hackean) servidores de bancos para sustraer dinero de las cuentas de clientes. Fue un crimen que hasta hace un par de años había crecido exponencialmente, sobre todo por la actividad de los cibercriminales rusos, en especial la del señor Eugeniy Mikhailovich Bogachev, un cibercriminal alrededor del cual debió montarse una minuciosa operación de expertos cibernéticos, empresas computacionales, hackers buenos, así como agencias gubernamentales, para deshacer su complejo esquema de robos bancarios por Internet. Creó un software llamado Zeus, tan sofisticado, que se posesionaba de la computadora de la infeliz víctima que caía en su control y sustraía dinero de sus cuentas bancarias o actividades financieras, como si se tratara de la  misma persona. Los robos podían ser de una parte o del total de sus activos bancarios. Así, si el perjudicado hacía una reclamación al banco, era muy poco probable que la institución le hiciera el reembolso, pues, como señalé, parecía como si dicha persona hubiera hecho por sí misma la operación bancaria. Pero, por fortuna, la mencionada acción conjunta redujo y casi anuló dichos ataques. La ironía de todo es que esos cibercriminales recurren a bancos para “lavar” el dinero obtenido por sus robos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2017/04/cibercriminales-rusos-y-corrupcion.html).
La operación conjunta destruyó parte del gran negocio. Sin embargo, dejó sus secuelas, las que también se hacían cuando Zeus aún estaba activo. Se trata de una derivación de Zeus, un software maligno (malware), que encripta la computadora de la víctima, de manera tan precoz y bárbara, que es imposible recuperar la información contenida en aquélla. Archivos de texto, pdf’s, fotos y videos son irrecuperables, a menos que se pague una “recompensa” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Ransomware).
Ese encriptador es un troyano que se esconde en un link enviado en un correo. Servicios de nube, como el We Transfer, por mencionar alguno, pueden albergar ese malware, el que se descarga junto con el archivo que la computadora esté recibiendo. Y una vez iniciada la descarga, es imposible evitar la infección. Los archivos quedan “encriptados”, pero, en realidad, son dañados irreversiblemente, como pude constatar con una víctima de tal felonía, cuyo caso expongo a continuación.
Su nombre es Ricardo, músico titulado de la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de México (UNAM). Tiene una gran trayectoria musical, la que combina con el trabajo en su estudio, Tlaxcalli Records. En dicho estudio ha grabado y producido, además de sus propias creaciones, a decenas de grupos musicales, así como audiolibros, spots, soundtracks de películas… en fin, todo lo que tenga que ver con la producción musical y sonora.
“Sí, me llegó el encriptador al descargar un archivo para hacer un trabajo. Me vino por el We Transfer. Como era de un amigo, qué te vas a imaginar que trajera premio”, me platica, en tono de divertida resignación. Al parecer, el encriptador se incuba, pues Ricardo había recibido el archivo tres días antes del “ataque”. Justo cuando lo abrió para trabajarlo, fue que el malware se puso en acción. Apareció la leyenda en inglés Denial of Service y, enseguida, otro letrero, igualmente en aquél idioma, explicando que la computadora estaba “secuestrada”, exigiéndole un pago inmediato de ¡2600 dólares!, que se duplicarían, con cada día que dejara transcurrir, y que sólo tenía hasta determinada fecha (un lapso de unos cinco días), para pagar, pues, de lo contrario, advertían, “¡nunca más veras tus archivos!”.
Ricardo tiene experiencia computacional, así que de inmediato buscó herramientas de software para arreglar el problema, a pesar de que también el letrero de los cibercriminales puntualizó que era inútil que intentara desbloquear sus archivos. Recurrió incluso a una plataforma constituida el año pasado, 2016, No more ransom (https://www.nomoreransom.org/), que brinda gratuitamente herramientas para rescatar los archivos infectados, pero no, fue inútil. “Es que este virus, parece que se está cambiando cada hora o así”, explica. Así, transcurrió un día.
Al siguiente, en efecto, un nuevo letrero apareció, exigiéndole ya ¡4600 dólares!
“Fíjate, lo peor es que me metí a foros, para ver si hallaba alguna solución y ¡nada, no! Sólo hay testimonios de gente que ha sufrido esos ataques y, aunque hayan pagado, no les dan nada o las keys que les dan, ni sirven. O sea, que es puro negocio y les vale madres si recuperas o no tu información”, me dice. Y abundan los testimonios de víctimas que hasta se han suicidado, pues esos miserables cibercriminales acaban, de alguna forma, no sólo con su información, sino hasta con su vida. Los “suicidan” computacionalmente, por decirlo de algún modo.
Eso equivale a los secuestros de personas, igual o mucho más infames, que, incluso pagando, la persona no es liberada y aparece muerta luego de un tiempo. La misma táctica empleada con las computadoras secuestradas.
Comentamos que este incremento en la criminalidad de todo tipo, en la violencia aleatoria, en la falta de valores… es consecuencia de la descomposición social a la que este materialista  sistema económico, llamado capitalismo salvaje, nos ha llevado. Le digo que la mayoría de los cibercriminales son jóvenes de veintitantos años los que, con las ganancias obtenidas, tratan de darse la gran vida, comprando autos de lujo, ropa cara, costosos relojes… sí, cumpliendo con las imposiciones consumistas, legitimándose ante la sociedad, a pesar de ser simples delincuentes. Sí, pues para el capitalismo salvaje, alguien con mucho poder de compra, aunque sea un ladrón, se legitima, es una persona exitosa.
Por lo pronto, a Ricardo, el encriptador le destruyó la información guardada en tres discos duros de un terabyte cada uno. “Sí, imagínate, el trabajo de unos diez años, lo tenía todo allí”. Sin embargo, eso no es lo que le preocupa, sino las producciones que actualmente se encuentra realizando. “Mira, tenía un video de la grabación de una ópera en una iglesia, el año pasado. Ya estaba terminando de editarlo. Y tengo otras dos producciones. Una, de un conjunto de cubanos y, otra, de una chica solista…”.
Por fortuna, dentro de todo lo “malo”, dice Ricardo que no afecta ese virus audios. “Te destruye fotos, textos, videos, pero no te toca los mp3’s… menos mal, porque así puedo recuperar algunas cosas”, agrega.
Y se ha enterado de amistades que también han sido afectadas por el virus. “A una amiga que trabaja en un hospital, le infectó la computadora y le destruyó la información de historias clínicas, expedientes. Como no pagó, pues nunca recuperó nada y ha tenido que reconstruir todos sus archivos. A otra amiga, también le pasó lo mismo, y hasta su tesis que estaba haciendo en su laptop perdió. Y aunque sea información importante, como te piden tanto dinero, ni modo, la dejas perder”.
Sí, y es que no es fácil, en primer lugar, tener a la mano tanto dinero, pues, como en el caso de Ricardo, primero eran 2600 dólares, o sea, $52000 pesos. Y luego, el doble, 5200 dólares, $104000 pesos. Es un absurdo. Y, en segundo lugar, como señaló, que no es garantía de que realmente se “libere” la computadora, aún hecho el pago.
“Mira, yo creo que ni esos tipos tienen control. Son programas destructivos, te descomponen todos los archivos, la cabeza, el cuerpo y la cola, para que me entiendas, y ya no los puedes rescatar. ¡O sea, que no tienen madre esos cabrones!”, exclama, aún sin perder el buen humor.
Quizá por ello, agrega, sea que hubo el año pasado (2016), algunos de esos hackers, arrepentidos por su mal actuar, pusieron a disposición pública la llave para desencriptar los archivos infectados, pidiendo muy sinceras disculpas. Quizá haya funcionado tal llave para el virus de entonces, pero no para Ricardo, que hasta eso probó y no le funcionó. “Bueno, al menos, al menos algunos se arrepintieron”, razono.
Dice que su error fue no haber respaldado los nombres de los archivos del programa de grabación, que son los que contienen la información de los multitracs. “Sí, es que guardo los proyectos, pero si además hubiera guardado los nombres aparte, podría reconstruir los audios, pues, como te digo, esos no los dañan”.
Le pregunto qué se puede hacer para evitar ese tipo de ataques, los que, por desgracia, son cada vez más frecuentes. “Mira, cuando te toca, te toca… como a mí. Pero lo que sí te puedo decir es que no abras correos de desconocidos y, mucho menos, abras links que sean muy largos, pues allí es donde vienen. Ni tampoco de la nube (se refiere a los servicios de almacenamiento en la red), pues allí es donde se alojan. Y es bueno que bajes algún programa gratuito que te proteja contra el ransomware, como el Clam Sentinel (http://clamsentinel.sourceforge.net/), y que frecuentemente escanees toda tu computadora, pues el virus se almacena allí y con eso, lo detecta antes de que actúe”.
Por desgracia es un creciente problema y ninguna autoridad o empresa parece que haga algo. Hubo el año pasado, en julio, la ya mencionada coalición de empresas y gobiernos No more ransom, para combatir “contundentemente” el secuestro computacional, pero, al parecer, no ha sido tan contundente, pues el número de víctimas cuyas computadoras son infectadas crece día a día (ver: https://www.europol.europa.eu/newsroom/news/no-more-ransom-law-enforcement-and-it-security-companies-join-forces-to-fight-ransomware).
Y las consecuencias de tal inacción son las afectaciones a personas como Ricardo, cuyo trabajo depende de que su información computacional esté siempre disponible, no “secuestrada” por un malicioso programa, cuya única finalidad es extorsionar y ya. “Como te digo, ni esos cuates saben lo que sueltan, de verdad, son como Frankensteins”.
Abunda, “mira, por lo que estuve investigando, son programas zombis, que están programados para atacar en cuanto se metan a una computadora. Y también los letreros de la recompensa, ya están programados, para que salgan con la fecha del ataque y los días que te dan de plazo para que pagues. O sea, que esos hackers ni saben cuándo ataca su virus, y ya, si la víctima les paga, pues es buen dinero, y no les preocupa que rescates o no la información, porque no te envían nada y si te envían una llave, no sirve, pues este programa, no sé, como que evoluciona solo”.
Sin embargo, como en todo, Ricardo opina que también hay un beneficio adicional para las empresas que desarrollan software. “Mira, es que lo primero que te dicen en los foros, es que porque bajaste programas piratas de Bit Torrent (una plataforma para descargar programas de todo tipo). Pero no es cierto, yo siempre he bajado programas de allí y nunca me había pasado esto. Simplemente, les pasas el antivirus y son seguros de usar. Y es que, imagínate, es por necesidad que hacemos esto. ¿Tú crees que la gente podría comprar todos sus programas originales? ¡Claro que no! Imagínate, algunos de los programas de audio que uso, unos cuestan hasta cinco mil dólares. El programa de edición Vegas, de Sony, original cuesta diez mil dólares. Nadie podría usar una computadora. Tengo amigos que trabajan en oficinas del gobierno y les ando instalando programas piratas, pues allí no se los compran. Es un problema de economía. ¡Ah, pero te dicen que no bajes piratería!, ¿¡cómo no vas a hacerlo, si son tan caros los programas y dices, o los compro o como, no!?”, dice, sonriendo.
Es cierto lo que dice, pues el costo de programas originales es altísimo, en relación a los magros ingresos promedio que tenemos en este neocolonizado país. Y como casi todos son de empresas extranjeras, pues el costo se eleva mucho más.
“O sea que, de entrada, te están diciendo mejor compra software original, no te arriesgues. Pero, además, fíjate, llegué a la conclusión de que quizá hasta sea un plan maquiavélico de las empresas de antivirus, que estén trabajando en un desencriptador universal y que un día lo suelten y te pidan, no sé, cien dólares… ¡ah, porque te recomiendan que guardes tus archivos infectados, para que, por si algún día sale un antivirus, los puedas recuperar! ¿¡Qué casualidad, no!? Entonces, imagínate, ya son millones a los que se les han infectado sus archivos, y si los tienen guardados y si sale esa cura, ¡el negociazo que van a hacer!, ¿no?”.
Sí, tiene lógica lo que dice, pues, a fin de cuentas, en el capitalismo salvaje, cualquier oportunidad de obtener buenas ganancias es más que bienvenida. Y hay ejemplos recientes, como cuando en el 2009, se magnificó en este país una epidemia de influenza, que llevó a la paralización de todas las actividades durante una semana, sembró el generalizado pánico (las personas no se querían ya ni saludar, por “temor” a ser contagiados), era casi un crimen estornudar en público, subieron muchísimo las ventas de tapabocas, que hasta escasearon por varios días (para muchos, esa época fue muy buena, pues se pusieron a hacer tapabocas caseros)… ¡y, claro, la transnacional industria farmacéutica hizo el gran negocio, en especial Roche, la sola productora del Tamiflu, supuestamente, el único medicamento, en ese entonces, capaz de “curar” a la temible influenza, que aquí ganó muchísimo, pues la mafia calderonista de esos años le compró 400 mil tratamientos, a $350 cada uno, lo que dejó a Roche, sin grandes problemas y gracias al inducido pánico, ¡140 millones de pesos! Aun así, muchos enfermos ni con eso se curaron, pues el Tamiflu no es efectivo en todos los casos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2009/05/detras-del-virus-de-la-influenza.html).
Razonamos que, en efecto, pudiera ser, incluso, que muchos de tales hackers sean hasta financiados por las empresas de antivirus, con tal de que sigan infectando a más y más infelices en el mundo, para que, en cuanto se desarrolle el desencriptador universal, ¡va, damas y caballeros, por fin, la cura que tanto estaban esperando para recuperar todos sus archivos encriptados por esos desalmados!
Le comento que eso me recuerda lo de los piratas somalíes que secuestran barcos, que son financiados, se sospecha, por inversionistas ingleses, quienes gracias a aquéllos, han logrado que suban muchísimo las primas de seguros de barcos mercantes, muy buen negocio para las aseguradoras, de las cuales, es muy probable que tales inversionistas sean accionistas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/03/los-piratas-somalies-otro-lucrativo.html).
A esos niveles de codicia y mezquindad he llegado este desquiciado, materialista sistema, sin importar los daños que ocasione a nuestra, de por sí, cada vez más difícil existencia.
“Mira, la verdad es que ya hasta náuseas me da todo esto, pues si de por sí te la rifas todos los días con el trabajo, aparte, tener que lidiar con que te secuestraron tu información, ya es mucha fregadera, la verdad. Y sólo voy a tratar de recuperar lo que estoy haciendo ahorita. Lo demás, la verdad, no me importa ya. Imagínate, si me voy a estar lamentando, ¡no gano nada! De todos modos, la vida sigue, ¿no?”, agrega Ricardo.
En efecto, no puede depender nuestra existencia de la información contenida en una máquina o de que nos ataquen o no por Internet. “Lo importante está en tu cabeza y es la que te hace vivir”, concluye Ricardo.