martes, 24 de enero de 2017

Manipulación estadística



Manipulación estadística
por Adán Salgado Andrade

Cuando hace algunos días el inepto EPN intentó dar una “justificación” del por qué se habían subido los combustibles, objetó una serie de cifras que, según sus analistas, eran equivalentes a lo que se habría dejado de proporcionar si tal aumento no se hubiera dado. Adujo que se habría afectado el “seguro popular”, recortes educativos y otros “programas” sociales. También agregó que se hubieran gastado $200 mil  millones de pesos más si no se hubiera dado tal aumento, por el “subsidio” a la gasolina. No sólo causó enojo su absurda frase de “¡Ustedes, qué hubieran hecho!”, sino que empleó como justificación el encarecimiento del petróleo y de la gasolina, algo totalmente falso, pues, como es de todos conocido, el precio del crudo ha bajado considerablemente, lo que dio lugar, sobre todo en Estados Unidos, país de donde importamos la mayor parte de la gasolina que consumimos del exterior, a bajar el precio del combustible, justo porque el petróleo bajó (ver: https://mundo.sputniknews.com/americalatina/201701061066051452-pena-nieto-explica-razones-gasolinazo/).
Es esa manipulación numérica, presentar datos “estadísticos” supuestamente fiables, lo que da lugar a que se presenten como verdades, cuestiones falsas y poco representativas de los problemas de todo tipo que enfrentamos a diario, sobre todo porque el capitalismo salvaje, en contubernio con las mafias políticas de todos los países del mundo, quiere presentarse como el salvador universal y que su existencia debe de seguirse garantizando pues es el “mejor sistema” económico, jamás creado por la humanidad.
Una de las disciplinas que imparto en la universidad es precisamente la estadística social y siempre advierto a mis estudiantes la facilidad con que tal estadística puede emplearse para manipular resultados, sobre todo cuando se elige una “muestra” tendenciosa, o sea, no representativa del problema. Por ejemplo, si se quisiera presentar que todo el mundo está de acuerdo con las “reformas” energéticas, educativas y laborales impuestas por la mafia priísta, bastaría hacer una encuesta con sectores tradicionalmente priístas, como, por ejemplo, vendedores ambulantes asociados a alguna agrupación controlada por tal mafia para que los resultados fueran los buscados por los “investigadores” oficiales. Y eso es algo que está sucediendo a  nivel mundial, como veremos.  
En un artículo reciente del periódico inglés The Guardian, titulado “Por qué la estadística perdió su poder y por qué deberíamos de temer lo que sigue”, se hace todo un análisis de cómo la estadística, sobre todo la oficial, se ha usado, casi desde que se creó, como una forma de control, pero también de manipulación.
Cita el caso de Inglaterra, en donde, aunque a la gente le digan que la inmigración es buena para su país, y les muestren los números, ya no lo creen, pero, en cambio, sí se conmueven con una historia individual de, por ejemplo, cómo un niño sirio se murió ahogado por falta de ayuda, algo que les puede ocasionar más empatía, que las cifras. Exigirán que se ayude a los inmigrantes para que no se ahoguen, pero que ya no se les permita seguir llegando a su país.
Abunda en que precisamente porque las estadísticas han abusado de su poder numérico para imponer criterios oficiales de “desarrollo económico”, que sólo beneficien a algunos, es que cada vez menos la gente cree esos intrincados cálculos. Es probable que la inmigración ayude a algunos sectores (por ejemplo, a los que contratan inmigrantes para pagarles menos), pero en algunos otros casos, la llegada de inmigrantes puede ser una carga. Otro ejemplo que se señala es que el 68% de los que votaron por Donald Trump en Estados Unidos (EU), desconfían de la estadística económica de que todo va “muy bien”, pues muchos de ellos han quedado desempleados debido al acelerado proceso de desindustrialización que ha experimentado dicho país (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2014/05/decadencia-y-desindustrializacion-de.html).
Fue algo que, acertadamente, empleó Trump para ganar, el prometer – populista y falsamente – que devolverá empleos a EU, algo totalmente contrario a la lógica del capitalismo salvaje.
Todo eso es porque la estadística, en efecto, se ha convertido en una forma empleada por las mafias en el poder para influir en la gente credibilidad, que acepten que realmente se está haciendo mucho por el país y su población y que, de otra forma, no se podrá crecer si no se suben, como aquí, precios de gasolinas, si no se hacen reformas energéticas, educativas o laborales, si no se construye tal megaobra… y un sinfín de mentiras.
Como siempre, un índice favorito para ocultar el consecuente incremento de precios es el de la inflación, que aquí, asegura el INEGI, no será superior “al 5%” (ver: http://www.jornada.unam.mx/2017/01/24/economia/019n2eco).
Obviamente es absurdo, pues el mismo índice inflacionario es un engaño, ya que, por ejemplo, el pasaje en el estado de México, de los casos que me he enterado, subió de 13 a 17 pesos, lo que es 4 pesos, o sea, casi 31%, y eso significaría ocho pesos más diarios para los resignados usuarios. Si alguien se gastaba sólo los 26 pesos de pasaje diarios, o sea, 780 pesos mensuales, ahora se gastará 780 más 240 pesos, es decir, 1020 pesos al mes. Suponiendo que su salario sea de 600 pesos a la semana, si antes el pasaje significaba 32.5% de su salario, ahora será 42.5%, así que en términos salariales será de 10% más el incremento del ya, de por sí, costoso pasaje (actualmente, casi 40% del salario familiar se gasta en transporte). Eso sería el impacto directo de dicho rubro para el salario y también significará una cadena de aumentos, que, al menos, implicarán un diez por ciento de aumento. Y seguirá subiendo la gasolina. Por eso es que cada vez son menos creíbles las estadísticas.
The Guardian analiza la historia e indica que fue justo por la necesidad de los grupos en el poder de entonces, que se buscó la forma de contar los recursos que se tenían, tanto de población, lo que se producía, así como de riqueza. Lo curioso era que, al principio, sólo se encuestaban los sectores más poderosos, como si de ellos influyera la salud del país. O sea, a los pobres, no se les tomaba en cuenta, como si no existieran. Ya, después, se incluyeron a todos los sectores, pero porque así era más exacto el cálculo, pues finalmente los pobres también contaban en cuanto a que eran parte del país y había que hacer algunos gastos en obras de caridad para que sobrevivieran, lo que requería recursos.
Uno de los grandes errores de la estadística, desde el comienzo, fue que todo lo sintetizó a promedios y a “estandarizar” a las poblaciones de estudio, reduciendo todo a un solo modelo. Por ejemplo, si aquí se dice que el alumno promedio pasa 4 horas viendo el Facebook, eso es un absurdo si se toma en cuenta que, por ejemplo, en la sierra de Oaxaca, ni a luz llegan en muchos lugares. Y es la perversión de haber aplicado la “reforma educativa” al parejo, sin tomar en cuenta las condiciones educativas, económicas, y sociales de los distintos grupos de población del país, sobre todo de los alumnos, muchos de los cuales, ni siquiera desayunan cuando van a la escuela.
El mejor ejemplo de ocultamiento estadístico es el Producto Interno Bruto, PIB, creado por allá de los 1920’s, que se define, grosso modo, como la suma de todas las transacciones de la sociedad y del sector público. 
Se ha abusado de tal concepto, como si todo dependiera de eso. Si crece es señal de que estamos bien, aunque no lo estemos. Por ejemplo, ahora, con el alza de las gasolinas, el PIB puede subir, porque estaremos comprando “más”, pero no estamos comprando más gasolina, sino que la estamos pagando más cara. Y eso se tomaría como señal de que “crecimos”, pero no es así, pues el PIB es una forma engañosa de mostrar el “progreso”.
Derivado del PIB, es el ingreso per cápita, aún más engañoso, el que se obtiene dividiendo el PIB entre el total de la población. Para el 2015, tal índice fue de $9445 dólares por habitante, lo cual pudiera parecer relevante, pero no lo es, no para la mayoría de los mexicanos, pues eso significaría haber tenido 202 mil pesos cada quien ese año.
La realidad es distinta. Si alguien gana 80 pesos de salario mínimo al día, como sucede con casi la mitad de asalariados en el país, eso significa $29200 pesos al año, apenas 14.45% de dicho ingreso, así que ¿en dónde quedan los otros $172800 pesos?
Ni tampoco es una forma de medir a millonarios como Carlos Slim, pues con su fortuna de 50 mil millones de dólares (mdd), equivaldría a 5,293,807 veces el ingreso per cápita mencionado antes. Como se ve, es abismal la diferencia.
Otra técnica estadística es la llamada “encuesta de opinión”, que también se comenzó a hacer en los 1920’s. Además de que actualmente se abusa de tal técnica, se puede manipular perfectamente para que las “muestras” correspondan sólo con el objetivo específico de la investigación, como señalo arriba. Dejan de ser la mayor parte de las veces representativas, pues se sacan sesgadas, o sea, se manipulan en ciertas poblaciones, para que se obtenga el resultado deseado.
Un problema adicional de una “encuesta de opinión” es igualmente estandarizar a la población de un país, pues los estadistas no toman en cuenta que en ciertos estudios, los económicos, por ejemplo, no se puede hablar de una “normalidad”. Por ejemplo, no se pueden investigar los hábitos alimenticios al azar, pues no come lo mismo un habitante de Polanco, que uno de Iztapalapa. Pero lo que menos les preocupa es hacer tal necesaria diferenciación. Eso se ha tratado de compensar con la selección de muestras “representativas”, lo cual, no siempre se logra.
Es algo en lo que también hago énfasis al impartir la materia de estadística social, que no se podrá realizar un estudio socio-económico si no se conocen ciertos aspectos, de antemano, del grupo social que se investigue y para ello se requiere de un bagaje cultural y político que haga entrar a los investigadores en contacto con los problemas previamente, antes de realizar estudios estadísticos. Pueden detectarse de antemano, por ejemplo, problemas de inseguridad, de desnutrición, de abandono de la población y otros si se cuenta con la suficiente experiencia.  
Así que puede dar una idea más amplia la estadística de una problemática, pero no lo es todo para aplicar soluciones, si no se posee tal experiencia en cuestiones económicas, sociales, políticas, culturales, idiosincráticas, étnicas, de tejido social, lazos familiares y muchas más.  
En todo caso, valen las estadísticas cuando muestran la desigualdad a la que hemos llegado, como, por ejemplo, que sólo ocho hombres tienen una fortuna equivalente a la de la mitad de la humanidad, 426 mil mdd, y que el porcentaje, que se obtiene dividiendo 8 entre los 7500 millones de humanos que somos, multiplicado por cien, da un 0.0000001% o sea, un millonésimo de porcentaje, es ¡absurdo! (ver: http://www.bbc.com/mundo/noticias-38632955).
Como se ve, no todo el mundo se “desarrolla” y “crece” económicamente, sino ya menos del 1% que se mencionaba hace poco.
Claro, la camarilla de mafiosos en el poder que controla a México, insiste en que tendrá un impacto “marginal” el alza de la gasolina. Pero es porque a esos parásitos les dan vales de gasolina, que en el caso de los “senadores”, son de 700 mil pesos anuales, así que ni les afectará, pues son 60 mil pesos mensuales extras de salario, a sus de por sí elevados sueldos, a esos zánganos que sólo levantan el dedo para seguirnos empobreciendo, reprimiendo y exprimiendo (ver: http://www.jornada.unam.mx/2017/01/20/politica/015n3pol).
Otro problema con la estandarización poblacional es el de que con una categoría se abarcan muchos sectores. Por ejemplo, aquí, el INEGI, toma a los franeleros o los vagoneros como “empleados”, y es por ello que no “crece mucho” el desempleo, por esas categorizaciones oportunistas. Esos serían, más bien, subempleos, pero, para efectos estadísticos, se toman como empleos y por eso, como dije,  no es alto el desempleo, según la mafia en el poder. Otro factor más para no creer en las “estadísticas oficiales”.
Además, las encuestas de opinión no toman cuestiones tan subjetivas, pero igualmente importantes, como el estado de ánimo de los encuestados. Sólo se preocupan aquéllas de que se llene una casilla en un cuestionario, y no se pregunta qué tan de humor se está para llenarlo. Claro, lo de menos es que la persona elegida no quiera contestar, pero ¿qué pasa con la que sí lo hace? Habría que agregar una pregunta sobre el estado de ánimo que tenga quien la conteste, se comenta en el artículo referido. Me parece adecuado, pues así también se sabría un poco del factor psicológico.
Es justo ese factor psicológico, también llamado sentir social, el que ahora se está enfatizando. Y nada más óptimo para medir tal factor que los millones de opiniones que los usuarios de las distintas “redes sociales” dejan en ellas al comentar un video, una noticia, una película, sobre un personaje de la farándula, un mafioso político… y así por el estilo.
Facebook (FB), por ejemplo, cuenta con 1790 millones de usuarios activos (ver:  https://www.statista.com/statistics/264810/number-of-monthly-active-facebook-users-worldwide/).
Así que es un excelente muestrario del sentir social, que seguramente los operadores de tal red emplean para realizar sus estrategias, qué agregar a la red, qué quitar, qué tipo de publicidad poner, cómo controlar a sus usuarios… y así, por el estilo. Pero, como señala The Guardian, si analizan los datos, no lo hacen público y sólo lo emplean para sus muy personales y egoístas intereses.
Pero ya comienzan a surgir empresas que analizan ese factor psicológico, digamos, el estado de ánimo de la sociedad. De hecho, se acusa a FB de que “ayudó” a Donald Trump a ganar la elección, cosa que el fundador de tal sitio, Mark Zuckerberg, niega. Pero no lo hizo directamente, sino que gracias a sus millones de comentarios dejados por sus usuarios, una empresa, Cambridge Analytica, CA, pudo analizar el sentir y comprobar que la mitad de estadounidenses estaban muy enojados con los demócratas y sus incumplidas promesas, sobre todo porque, en su momento, Barack Obama aparentaba ser distinto y que corregiría muchos de los males dejados por George Bush, más no fue así. Steve Bannon, accionista de CA, junto con Peter Thiel, fueron los asesores de Trump y desde el comienzo idearon la campaña de éste empleando a FB y a Twitter. De hecho, fue mucho más barata y, finalmente,  más efectiva que la costosa e inútil campaña de Hillary Clinton.
CA en su sitio presenta, justamente, un video en donde uno de sus ejecutivos es entrevistado, a propósito del triunfo de Trump y comenta qué factores analizó la compañía para elaborar una estrategia política para el hoy presidente de EU (este es el link:  https://cambridgeanalytica.org/).
Pudo así CA detectar ese malestar de la mitad de los estadounidenses y con esos resultados, los asesores de Trump estaban seguros lo que el racista magnate debía de postear en sus cuentas de FB y de Twitter y llegarle, populistamente, a la gente, con certeros comentarios de que entendía su enojo y su decepción, pero que les prometía que, bajo su mandato, EU sería grande de nuevo. La frase “Make America great again” fue efectiva en ganarse a millones, a conquistar, justamente, el sentir social de por lo menos la mitad de los votantes.
Fue esa una táctica que los encuestadores tradicionales, sólo basados en sesgadas y no representativas “encuestas de opinión”, no tomaron en cuenta y que demuestra, cada vez más, como el factor psicológico, emanado de los millones de “datos crudos”, es de suma importancia de aquí en adelante. Por eso todos los demócratas, incluida Hillary Clinton, se quedaron fríos por la terrible derrota que le infligió Trump en las urnas. 
Por ejemplo, si aquí hubiera investigadores que se tomaran la molestia de revisar sitios de FB de adolescentes, quizá pudieran detectar cuáles son sus exigencias, qué es lo que demandan, por qué, a pesar de tantos programas de sexualidad y control natal, sigue tan alto el embarazo en chicas adolescentes.
O identificar ciertas tendencias que inciten conductas violentas, como lo ocurrido hace unos días en Monterrey, cuando un alumno de secundaria balaceó gravemente a una maestra y tres alumnos y luego se suicidó. Por cierto que su actuar fue similar al que en su momento emplearon Dylan Klebold y Eric Harris, quienes en abril de 1999 provocaron una matanza en la preparatoria de Columbine, luego de lo cual, se suicidaron. Ellos anunciaron un día antes que provocarían una matanza, tal como lo hizo el chico de Monterrey. Quizá haya estado familiarizado con la historia (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Columbine_High_School_massacre).
Muchos creían que Trump no ganaría, pues se pensaba que sólo era él, pero, en realidad, estaba representando casi al 50% de los estadounidenses que son como ese racista, los así llamados red necks, la mayoría WASP’s (White Anglo Saxon Protestants). Fue lo que CA pudo detectar, gracias a sus análisis del big data.
Por otro lado, Trump exaltó la “rebeldía” de la gente, similar a aquélla a la que aluden los tecnosolucionistas de la red, de que el Internet debe de ser libre, sin restricciones, y que todo lo que lo caracterice será siempre la total rebeldía y anarquía. Así lo hizo, presentándose él mismo como el “rebelde” que aunque no tenía experiencia política, si tenía “voluntad” para rescatar a EU. Justo eso se señala en un reciente artículo de la revista Wired, que Trump, empleando esas mismas tácticas de supuesta “rebeldía” y “audacia”, ganó las elecciones, a pesar de representar un peligro para la transparencia, multiculturalismo y experiencia que tanto defienden los tecnosolucionistas (ver: https://www.wired.com/2017/01/silicon-valley-utopianism-brought-dystopian-trump-presidency/?mbid=nl_12217_p3&CNDID=32248190).   
Por desgracia, analizar la “gran información” que brindan las redes sociales podría ser excelente para que las mafias en el poder tengan aún más control sobre todos nosotros, simulando “complacernos”, con tal de mantenernos tranquilos y controlados. No dudo que ya se esté haciendo. Y no sólo eso, sino que hasta se manipule a la gente mediante las redes sociales, como se hizo recientemente, cuando se dieron las protestas por el alza de combustibles, que había supuestos “mensajes” por WhatsApp que recomendaban no salir a las calles a protestar, pues habría un “golpe de estado” y otras formas de meter miedo, con tal de que se frenaran tales manifestaciones. Fue una forma de contrarrestar los mensajes que, en efecto, eran enviados por todos los que nos sumamos a tales manifestaciones.
Indudablemente que, como ya señalé, por ejemplo, FB debe estudiar y conocer ciertas tendencias sociales, pero seguramente se abstiene de revelarlas, porque si reportara que en muchas de sus páginas conformadas por millones de personas se incitara a la violencia, se cerrarían y serían millones de usuarios menos. Bajaría su negocio.
En conclusión, si realmente se desea conocer lo mejor posible la problemática social, no bastará ya, en esta época determinada en parte por las “redes sociales”, aplicar encuestas, sino analizar, además, el sentir social, el que, finalmente, puede ser más importante que elaborar tablas numéricas.

Contacto: studillac@hotmail.com  

domingo, 15 de enero de 2017

Pudieron haber sido 44, los estudiantes desaparecidos en septiembre del 2014



Pudieron haber sido 44, los estudiantes desaparecidos en septiembre del 2014
Por Adán Salgado Andrade

Bien afirma el vox populi que la realidad supera a la ficción. Nada más cierto cuando, de repente, alguna persona me platica sobre un problema que haya tenido. Y aún es más asombroso si parte del relato tiene que ver con un hecho que conmocionó, ya no digamos, al país entero, sino a todo el mundo, como fue el caso de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, desaparecidos el 26 de septiembre del 2014, más de dos años, tres meses, al momento de escribir estas líneas (ver: http://expansion.mx/nacional/2015/09/26/lo-que-sabemos-y-lo-que-no-de-los-43-normalistas-de-ayotzinapa).
La absurda versión “oficial” insiste en afirmar, sin ambages, que los estudiantes fueron “incinerados” en un basurero, lo cual, varios estudios científicos, hechos meticulosamente, han demostrado que de ninguna manera eso pudo haber sido posible. Lo peor es que nadie de los supuestos “culpables” detenidos hasta ahora, ha dado una versión verosímil de lo que pudo haber sucedido.
Todo apunta a que fue un crimen perpetrado por las fuerzas represivas al servicio de la mafia en el poder, tanto policías, como soldados, coludidos todos, como siempre sucede. Pudo haber sido algo así como lo sucedido, por ejemplo, en Tlatlaya, Estado de México, un crimen cometido por soldados, en el que fueron asesinados presuntos “guerrilleros”, una adolescente de quince años incluida, el cual se trató de cubrir con un absurdo montaje que “demostraba”, burdamente, que los asesinados habían “atacado” a los sardos. Los posteriores peritajes, además de los testimonios de tres mujeres que por “error” no fueron asesinadas y vivieron para contar esa masacre perpetrada por el ejército, mostraron que, en efecto, se trató de un vil montaje (ver: http://www.animalpolitico.com/2014/10/la-matanza-del-ejercito-en-tlatlaya-segun-la-cndh/).
En el caso de los 43 normalistas, hay versiones muy serias de que pudieron haber sido asesinados y, luego, incinerados en hornos crematorios del ejército, como sostienen dos investigadores universitarios (ver: http://www.jornada.unam.mx/2015/01/04/politica/008n1pol).   
Bueno, y es algo relacionado con la “desaparición” de los 43, lo que referiré en el siguiente relato, que hasta pareciera una invención, pero no lo es, pues quien me lo contó, es digno de toda mi confianza. Lo llamaré Eduardo.
Eduardo me platicó que en ese entonces, él estudiaba ingeniería en la universidad del ejército en Chilpancingo y que por azares del destino, se vio envuelto indirectamente en tales sucesos.
Su novia, a la que llamaré Sofía, era militante de una organización estudiantil, ella misma, estudiante universitaria. El día en que los estudiantes de Ayotzinapa tenían contemplado venir a la ciudad de México, para que se atendieran sus justas demandas, le pidieron a Sofía, justamente los 43 estudiantes que viajarían en uno de los autobuses, que por favor los acompañara, pues requerían que un representante de una asociación estudiantil estuviera con ellos, con tal de que tuviera más fuerza su presencia en la ciudad de México.
Sofía pidió a Eduardo que los acompañara, pero éste se negó, debido a que estaba en una universidad militar, y sería acusado de traición si participaba en un acto de protesta contra los poderes fácticos “federales”. “Imagínate, un soldado, protestando contra la represión, hubiera sido una contradicción, ¿no?”, me dice.
Sofía lo comprendió y subió al autobús fatídico, dejándole todas sus cosas a Eduardo, quien le regresó el celular, indicándole que “por cualquier cosa, me llamas”.
Se despidieron, Sofía abordó el autobús y éste arrancó…
Pero no había avanzado ni dos cuadras, cuando el vehículo se detuvo, se abrió la puerta y, llorando, descendió Sofía, gritando, angustiadísima, “¡Secuestraron a mi mamá, me acaban de avisar!”. En efecto, la madre de Sofía había sufrido la suerte de miles de mexicanos que cada año son secuestrados, muchos de los cuales son asesinados, pese a haber pagado un rescate, si de eso se trató el secuestro, o son traficados a otros países, mujeres sobre todo, o, simplemente, “desaparecidos” forzadamente, sobre todo si se trata de activistas incómodos para la mafia en el poder. Lo que sea, pero sucede a diario, en que de quince a veinte personas jamás vuelven a ser vistas (ver: http://www.animalpolitico.com/2014/11/2014-el-ano-con-mas-casos-de-desapariciones-en-mexico-van-5-mil-98-victimas/).
Eduardo corrió a su encuentro y Sofía, le dio la mala nueva, que su mamá, maestra de primaria, había sido secuestrada con otra compañera, cuando regresaban de cobrar sus quincenas. El auto en el que ambas viajaban, fue interceptado en la carretera por otro, que se les cerró y las obligó a detenerse (todo esto, lo supieron días después).
Sofía ni hablar podía por el llanto. Todo lo que le dijo quien le había llamado fue que después se comunicarían para lo del “rescate”.
Eduardo y Sofía decidieron regresar a casa de ella, para informar al resto de la familia sobre el secuestro, y pasaron algunas horas.
Fue cuando, refiere Eduardo, recibieron una llamada al celular de Sofía, de uno de los normalistas, un joven apodado “El Mantecas” – pues decía que no usaba aceite al cocinar, sólo manteca de cerdo –, quien con grave y espantada voz, les dijo que policías y soldados los habían rodeado y los estaban balaceando. “¡Nos tienen rodeados cuicos y sardos, y nos están tirando!", se escucharon, por el altavoz del celular de Sofía, los desesperados gritos del estudiante y de otras personas, entremezclados con una copiosa balacera. “¡Se me erizó la piel!”, dice Eduardo, reviviendo quizá el terrible recuerdo. Después, se produjo un silencio, como si hubieran colgado, y nada más escucharon ni Sofía, ni Eduardo. Trataron de comunicarse, pero la llamada los enviaba a buzón.
“¡Sí, se oyó como si de repente hubieran apagado el celular… y ya no pudimos comunicarnos para nada…!”, agrega Eduardo. Se quedaron perplejos. Tampoco fue posible comunicarse con ninguno de los otros normalistas y se quedaron con la mortificación.
Dicha mortificación, momentáneamente, les hizo distraerse del problema que, a fin de cuentas, había salvado la vida a Sofía.
Pero luego siguieron comunicándose con familiares, para informar del secuestro y ver lo que se haría, no sin tratar de nuevo de telefonearle al Mantecas o algún otro…
“Y… pues, ya, al otro día, nos enteramos de que no habían llegado y que los andaban buscando en todos lados”, dice Eduardo, refiriéndose a los sucesos que durante los siguientes días, poco a poco fueron sabiéndose y que, como ya señalé, aun no se han aclarado y, seguramente, la asesina mafia que controla a este país, nunca aclarará, pues es la responsable de esos asesinatos, que pueden considerarse como un crimen de “estado”.
En cuanto a la madre de Sofía, algunos días después, los secuestradores pidieron ciento cincuenta mil pesos de “rescate” y dieron “instrucciones” de en dónde se entregaría el dinero y dónde dejarían a la señora.
Refiere Eduardo que el abuelo de Sofía fue quien se encargó de realizar el pago y de ir a recogerla en una gasolinera cercana a Chilpancingo, a las doce de la noche. “Sí, pues vendieron unos carros que tenían y cosas, y juntaron el dinero”, agrega. La madre de Sofía se encontraba con la otra maestra, su amiga, con quien había sido secuestrada. Como también los familiares de ésta habían pagado el rescate, los secuestradores las entregaron juntas. Estaban todas raspadas y con la ropa sucia, pero ¡vivas!
Refirieron que, luego de secuestrarlas, las llevaron vendadas en auto. Después, las bajaron y las llevaron por el “monte”, entre árboles y ramas, caminando y arrastrando, las encerraron en alguna construcción y las ataron. “Hasta eso, dicen que no las trataron mal, que les daban de comer y todo y las llevaban al baño”, comenta mi entrevistado.
De allí, Sofía decidió no continuar con su activismo, muy espantada por todo, tanto el secuestro de su madre, como la “desaparición” de los normalistas. Mejor tranquilizarse, le dijo a Eduardo.
Por ese y otros problemas, ella y Eduardo terminaron su relación. “Sí, me dolió mucho, pues ya hasta nos íbamos a casar en un año… yo estaba bien clavado, la verdad”, dice Eduardo, suspirando, con un gesto de nostalgia en su rostro. “Pero ya lo superé… ya hasta tengo otra novia”, agrega, sonriente.
También Eduardo se salió de la universidad militar. “Les dije que no quería estar en un lugar en donde no se aprende nada, más que a matar gente”, dice, jactándose.
Agradezco su increíble relato, sí, que un secuestro haya evitado una muerte más, la de Sofía, a manos de las criminales fuerzas represivas de la mafia en el poder.
Como resulta increíble que nadie sepa nada, hasta la fecha, de la suerte que corrieron los 43 normalistas ese 26 de septiembre del 2014. Ni de los que a diario “desaparecen”.
No cabe duda que la vida es muy irónica, cruel y sorpresiva.