miércoles, 30 de septiembre de 2020

Los autos eléctricos, no son la panacea para reducir contaminación

 

Los autos eléctricos, no son la panacea para reducir contaminación

Por Adán Salgado Andrade

 

Desde que Elon Musk –  antes, sencillo innovador, ahora, prepotente millonario –, promovió todavía más la idea de que los autos eléctricos eran la solución para la creciente contaminación planetaria, casi todas las automotrices, de los países que producen autos, han desarrollado sus propios modelos, para competir en un mercado que hará obligatorio el uso de vehículos eléctricos.

Entre ellos, China, que ya produce varios modelos, y que tiene alrededor de 2.3 millones corriendo por sus caminos. Eso representa un 32%, del total de 7. 2 millones de autos eléctricos en todo el mundo, que ya son manejados por “conscientes” conductores, que con eso, se curan en salud, de no estar contaminando (ver: https://www.virta.global/global-electric-vehicle-market).

Ya, en un artículo anterior, analicé cuáles son los inconvenientes de los autos eléctricos, los que, aunque no emitirán gases tóxicos, darán lugar a otro tipo de contaminación, tanto de su fabricación, que es más contaminante que la de hacer un vehículo de combustión interna, así como de los materiales que se emplearán, en gran escala, para hacer las baterías (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2017/01/mas-avances-tecnologicos-mas.html).

El litio, uno de los materiales que emplean, que es electroconductor, ha incrementado exponencialmente su explotación. Y se da en minas o en áreas en donde abunda la llamada salmuera. El proceso para extraerlo y procesarlo, es muy contaminante y demandante de agua. Los daños a las zonas aledañas, son permanentes (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/03/la-explotacion-de-litio-otro-desastre.html). Además, como los yacimientos más ricos, existen en zonas muy pobres, la gente de dichos lugares, debe de agregar a sus problemas de pobreza, los de la depredadora explotación de litio, que los hará más pobres o, hasta se les expulsará del sitio. Etnias en Argentina, como los atacama, están en peligro de que sus tierras sean ocupadas por megaconsorcios que las contaminen y, además, se las arrebaten. Pero ese sería un “mal menor” para esas mezquinas empresas.

Y con el citado crecimiento exponencial en el uso de litio, la afectación será mayor. Sólo hay que tener en cuenta que un auto Tesla, como el Modelo 3, por las 7000 baterías “mini” que usa, requiere alrededor de 51 kilogramos de ese mineral.

Ahora, multipliquen por los millones de carros eléctricos que pretenden sustituir a los, aproximadamente, 1,200 millones de vehículos de combustión interna que circulan actualmente en el planeta (ver: https://www.greencarreports.com/news/1093560_1-2-billion-vehicles-on-worlds-roads-now-2-billion-by-2035-report).

Eso nos daría alrededor de ¡61,200,000 toneladas de litio!

Pero no es sólo eso, sino toda la destrucción y poca eficiencia de los materiales requeridos, para obtener una tonelada de litio. Si se extrae de minas, se necesitan 250 toneladas de piedra que lo contenga. Y si se extrae de la salmuera, serán necesarias ¡750 toneladas! Imaginen los huecos que dejará procesar más de 61 millones de toneladas de litio en las minas o en los depósitos subterráneos de salmuera. Además, se requieren ¡1900 toneladas de agua pura, para extraer una tonelada de litio! (ver: https://youmatter.world/en/electric-car-battery-recycling-lifespan/).

Y esa extracción de litio, será otro estresante más para un planeta que está al borde del colapso.

Las reservas probadas de ese mineral, se calculan en 17 millones de toneladas, con respecto a los sitios en donde hay depósitos sólidos. Pero si se toman en cuenta los sitios en donde el litio está disuelto en salmuera, podrían llegar a 65 millones de toneladas (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Lithium#Reserves).

Sin embargo, el problema, es que no sólo los autos eléctricos requerirían baterías, sino todo lo que espera hacerse también eléctrico, como aviones, barcos, motocicletas, bicicletas… y los artículos que ya las emplean, como laptops, celulares, tablets, relojes “inteligentes”…

No alcanzaría ese material, ni aunque se reciclaran las baterías, que se hace en muy reducida escala. Actualmente, la mayoría, se desechan, provocando otro grave impacto al medio ambiente, pues son sumamente contaminantes. En EU, no más del 5% de tales batería son recicladas. La mayoría, van a dar a baldíos, en donde sus ácidos, las corroen y van contaminando los suelos y, si hay acuíferos, llegan hasta ellos, también contaminándolos (ver: https://www.theguardian.com/sustainable-business/2017/aug/10/electric-cars-big-battery-waste-problem-lithium-recycling).

Y, justamente, ese es el problema que plantea el articulo del portal ZME Science, titulado “Teniendo más autos eléctricos, no nos ayudará a lograr nuestros objetivos climáticos”, firmado por Fermin Koop, quien agrega que “se requiere caminar más, usar más la bicicleta y más transporte público” (ver: https://www.zmescience.com/science/more-electric-vehicles-not-enough-alone-6243673/).

Señala que, aunque ya hay millones de vehículos eléctricos, no llega ni al uno por ciento su empleo. Y ya hay países que están imponiendo un año tope, para que se vendan puros autos eléctricos, como Noruega, que lo fijó para el 2025. Holanda, para el 2030. Canadá y Francia, para el 2040. Y Estados Unidos (EU), comenzando con California, para el 2035.

O sea, luego de esas fechas, los autos de combustión interna, sólo serían piezas de museo.

Pero, como dije, no es tan fácil.

El estudio fue coordinado por Alexandre Milovanoff, quien dice que “Mucha gente, piensa que el giro, a gran escala, hacia los vehículos eléctricos de pasajeros, resolverá nuestros problemas. Creo que una mejor manera de verlo es que los vehículos eléctricos son necesarios, pero no basta con eso”.

El estudio lo hicieron, tomando como base a EU, que ocupa el segundo sitio, después de China, en ventas de autos de combustión y porque cuenta con buenos archivos de datos.

“Su método permitió convertir el objetivo de un máximo de incremento de la temperatura de 2º C, en cuántos vehículos requeriría EU, para mantener dicha meta. Hallaron que requeriría unos 350 millones de vehículos eléctricos en el 2050, para lograrlo”.

“Pero eso sería imposible, pues, actualmente, apenas hay 0.3% de vehículos eléctricos y las predicciones más optimistas, sugieren que habría sólo la mitad de los requeridos para el 2050”, agrega Milovanoff.

No sólo eso, sino que, al tener tantos vehículos eléctricos, “aumentaría la demanda de electricidad 41%, en relación a los niveles actuales. Tendrían que hacerse más plantas, la mayoría de las cuales, tendría que hacerlo sin combustibles fósiles”.

Lo cual nos lleva a otro grave problema, el incremento en consumo de energía. Y eso requeriría fabricación de más infraestructura, que, tal fabricación, contaminaría más. Ya, durante su funcionamiento, aunque fueran plantas de energía renovable, contaminarían, pues no hay producción energética que no contamine. Por ejemplo, las celdas solares, tienen un tiempo útil de vida. Y, cuando se cumple, como se reciclan poco, se desechan… y eso implicará ¡más basura! (ver: https://www.wired.com/story/solar-panels-are-starting-to-die-leaving-behind-toxic-trash/).

Porque, finalmente, toda forma de energía, aunque sea “limpia”, contamina, ya sea que genere gases, por la combustión, que produzca calor, radiación, desechos…

Y tanto auto eléctrico, demandará, como dice Milonavoff, demasiada electricidad. Si en la actualidad, sobre todo, en las horas pico, hay problemas para que el flujo eléctrico sea suficiente, imaginen cuando millones de autos, no sólo en EU, sino en todo el mundo, sean conectados casi al mismo tiempo, al final del día, por ejemplo, generarán picos, que pudieran no satisfacerse. Así que pudiera haber apagones generalizados – como son muy frecuentes en EU, supuesto país “adelantado”. Y, entonces, las casas y los autos, se quedarían sin electricidad.

Es muestra de cómo no se planean bien las cosas, se improvisa y, más bien, sólo se crean nuevas necesidades, nuevas mercancías.

Ahora,  es la necesidad de “ser ecológico”, traer auto último modelo, pero ¡eléctrico! Sobre todo, en los países “desarrollados”, o sea, los que más contaminan,  dirán “todos nuestros ciudadanos, cambiarán a autos eléctricos, para que muestren su espíritu ecológico”. Y a comprar autos eléctricos, los de Tesla, aumentar brutalmente la demanda, enriquecer a Elon Musk o los eléctricos de Ford, de Chrysler, de VW, de Renault… sí, pues ya será la moda y como esa moda venderá, ya estarán los autos eléctricos a disposición de los automovilistas, de buen nivel económico, “preocupados por el medio ambiente”. Pero, si los autos eléctricos, no dejaran ganancias, no fueran un buen negocio, júrenlo que no se fabricarían, y esta “revolución automotriz hacia los vehículos eléctricos”, no se daría.

También, Milovanoff y su equipo, hallaron que hacer tantas baterías de litio, sería imposible, pues, como señalo antes, no habría tantas reservas. Y las que existen, implicarían una mega devastación ambiental, para que se pudieran explotar, como también mencioné.

Así que, concluyeron, que es irreal que haya tantos vehículos eléctricos para el 2050 y, en lugar de eso, recomiendan que se busquen otros medios de transportación, “que se rediseñen las ciudades para permitir que se emplee más la bicicleta o para caminar más. Necesitamos cambiar nuestras costumbres, el diseño de nuestras ciudades e, incluso, aspectos de nuestra cultura. Todos necesitamos adquirir una responsabilidad, para cambiar las cosas”.

Claro, debe de ser así, porque, como dice un viejo proverbio, “no podemos tapar el Sol, con un dedo”.

O, como eso de barrer, y echar la basura bajo la alfombra.

Porque, para combatir el mal de raíz, tendríamos que acabar con el capitalismo salvaje, la verdadera causa de todos nuestros males, que, con las “soluciones” para menguar el calentamiento global, como la de cambiar a puros autos eléctricos, simplemente se beneficia de lo lindo, pues, convertida en una imposición, más que en una solución para disminuir la contaminación ambiental mundial, todo quien quisiera adquirir un auto, a partir de tal año, tendría que ser eléctrico. Y si es más caro que uno de combustión, “ni modo, conductor, es el precio que debes de pagar, si quieres tener un medio ambiente más limpio”.

Es decir, el capitalismo salvaje se cuelga de las “buenas intenciones” y termina sacando provecho.

Así que, muy felices de haber contribuido a un “mundo mejor”, los automovilistas en el 2050, andarán manejando entre selvas y bosque desaparecidos, ríos y mares contaminados, muchos más millones de pobres… ¡y ya nada de litio, para hacer más baterías, para sus flamantes autos eléctricos!

 

Contacto: studillac@hotmail.com

 

 

 

martes, 29 de septiembre de 2020

Kathy Kleiner sobrevivió a un ataque del asesino serial Ted Bundy

Kathy Kleiner sobrevivió a un ataque del asesino serial Ted Bundy

Por Adán Salgado Andrade

 

Los asesinos seriales son psicópatas y sociópatas, en los cuales, además de la necesidad de asesinar a muchas personas, debe de ser con métodos de excesiva crueldad, que los haga a ellos “divertirse”.

Han abundado esos malévolos, trastornados hombres, y una que otra mujer.

En México, por ejemplo, hasta existió, hasta diciembre del 2019, un Museo de los Asesinos Seriales, en donde varios de ellos se exhibían, como Jack el Destripador, John Wayne Gacy, alias “El Payaso Asesino”, Charles Manson – quien comandó en 1969 el sangriento asesinato de Sharon Tate, esposa del cineasta Roman Polansky, y algunos amigos –, Andréi Chikatilo, Jeffrey Dahmer, alias “El descuartizador de Milwaukee” y Juana Barraza, alias “La Mataviejitos” – famosa mujer, que se dedicó a matar mujeres de la tercera edad, desde los 1990’s, hasta que fue capturada en el 2006 (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Juana_Barraza).

Por problemas legales e inmobiliarios, el mencionado museo, fue desalojado el 29 de diciembre del 2019, y todas las piezas fueron puestas en la calle. Se ignora, hasta ahora, si ese singular museo, se abrirá en otro lado (ver: https://www.infobae.com/america/mexico/2019/12/28/exposicion-de-asesinos-seriales-y-monstruos-fue-desalojada-del-museo-de-la-policia-en-cdmx/).

A esos depredadores seriales, les achacan traumas infantiles, por los cuales, desarrollan esos asesinos comportamientos. Sin embargo, algunos, de repente, comienzan a exhibir tendencias psicópatas, como, por ejemplo, el llamado “Vampiro de Sacramento”, el estadounidense Richard Trenton Chase (1950-1980), quien, desde los diez años, sin aparente causa, comenzó a desarrollar comportamientos extraños. Cazaba pájaros o gatos y bebía su sangre, pues, según él, le curaba “enfermedades” de su “hemoglobina mala”.

Entre 1977 y 1978, asesinó a seis personas, además de cometer una serie de deleznables acciones, como entrar a casas solas, y orinarse y defecarse en camas o cocinas. Cuando fue capturado, con las evidencias suficientes para condenarlo a la pena de muerte, su defensa usó sus paranoicas facultades mentales para que le dieran cadena perpetua, en lugar de la cámara de gas. Y es que sus “argumentos” para justificar sus acciones, fueron que los “nazis y ovnis, lo obligaban a asesinar”. En 1980, fue hallado muerto en su celda. Se había suicidado por sobredosis de los somníferos que le recetaron para su paranoia, que había ido guardando durante meses (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Richard_Chase#Aftermath).

El criminólogo y psiquiatra Ronald Markman escribió un libro titulado Alone with the Devil (Solos con el diablo), publicado en 1990, basado en las entrevistas que hizo a diez asesinos seriales, entre ellos a Trenton, para determinar los traumas y problemas psicológicos, que habían llevado a esos hombres, a asesinar por diversión, por necesidad. En todos, un comportamiento extraño, alucinatorio, soberbio, sobresalía, pero, ninguno, exhibía signos de arrepentimiento por sus arteras acciones. Quizá por eso, tituló Markman así su libro, pues sólo algo diabólico, perverso, puede explicar que esos psicópatas y sociópatas gocen matando gente.

Sin embargo, hay muchas personas que sienten particular fascinación por esas máquinas de matar, tanto, que hasta tienen sus fans. Por ejemplo, Charles Manson, mientras purgó su cadena perpetua – murió en la cárcel –, recibía constantes cartas de mujeres que le pedían su semen, pues, le decían “¡Ansío tener un hijo tuyo, Charles!”. Quién sabe quién estaría más enfermo, si Manson o las que le pedían eso.

BIen, Theodore Robert Cowell, alias Ted Bundy (1946-1989), fue otro famoso asesino serial, acusado de haber secuestrado, violado y asesinado a varias chicas, habiendo confesado él, que “fueron unas treinta”. Nunca ha podido corroborarse ese número de víctimas. Pero, sí, que era un despiadado asesino, que se divertía “de lo lindo” cuando, declaraba, “las tenía entre mis manos, ahorcando, golpeando y violando”.

Contrastaba su sadismo, su cara amable, de finas facciones, de que no mataba ni a una mosca.

En el 2019, se estrenó una cinta sobre un biopic de Bundy, titulada Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile (Extremadamente perversos, conmocionadamente diabólicos y viles), estelarizada por Zac Efron, titulada así, porque el magistrado Edward Cowart, el juez que presidió el juicio de Bundy, que lo sentenció a muerte, prorrumpió esas palabras, al referirse a los cruentos, sádicos asesinatos de aquél (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Ted_Bundy).

De regular aceptación, la cinta logra, gracias a la esforzada, convincente actuación de Efron, mostrar cuan cínico y mentiroso era Bundy, y cobarde, al enfrentar sus juicios, en donde, a pesar de las firmes evidencias – como la comprobación de que las mordidas dadas a una de sus víctimas, Lisa Levy, correspondían a sus dientes –, todo lo negaba, nunca aceptando ninguno de los crímenes que se le achacaban. A la única que confesó algunos de sus crímenes, según la cinta, fue a su esposa, Carole Ann Boone, cuando fue a visitarlo a la cárcel. Boone, ya se había divorciado de él, cuando se enteró, por las noticias, de con quién estaba viviendo. Sus recuentos, fueron la base del libro que escribió la periodista Ann Rule (1931-2015), The Stranger Beside Me (El extraño a mi lado), publicado en 1980, sobre la biografía del sádico asesino. En dicho libro, se basó la cinta (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Ann_Rule).

Pocas son las víctimas de esos depredadores, que sobreviven. Una de ellas, es Kathy Kleiner, quien sobreviviera al último de los ataques de Bundy, como refiere el artículo “Una víctima viviente de Ted Bundy, cuenta su historia”, firmada por Tori Telfer (ver: https://getpocket.com/explore/item/ted-bundy-s-living-victim-tells-her-story).

La historia de Kleiner, muestra lo azaroso de los ataques de Bundy, pues lo hacía en donde detectaba que pudiera haber chicas jóvenes, listas para sus irracionales, sádicos, fatales ataques.

Nacida de padres cubanos, en 1957, Kleiner “tuvo una infancia opacada por el lupus, que logró superar, gracias a sesiones de radioterapia”.

En 1976, se inscribió en la Universidad Estatal de Florida, en su plantel de Tallahassee. Al principio, vivía en una de los dormitorios exclusivos para chicas, pero sus padres la convencieron de que mejor se pasara a una casa de huéspedes, administrada por una hermandad, que tenía un ama de casa y puertas con cerraduras de combinación.

Compartió habitación con Karen Chandler y, entre las dos y sus respectivas madres, decoraron de lo lindo esa habitación, comprando nuevas colchas y sábanas y unas cortinas, que nunca cerraban.

El 14 de enero de 1978, hubo una boda de una amiga de las chicas. Fueron a su boda, se divirtieron bastante, comieron, bailaron y regresaron a su habitación, en la casa de huéspedes. A las 22:30, del sábado, se acostaron y durmieron casi al instante.

El evasivo, sádico Bundy, se había mudado hacía poco cerca del sitio. A pesar de su larga saga de asesinatos, había logrado evadir la ley. Dos veces, escapó de prisión, en una, saltando de dos pisos, sobreviviendo a la caída, y en la segunda, haciendo un agujero en el techo de su celda, que daba a la oficina del jefe de la prisión. Así, ocultándose, caminando por las noches, fue a dar cerca de la casa de huéspedes, en donde vivía Kleiner.

Varias veces se puso a vigilar los movimientos de las chicas del lugar. Consideró que esa noche, era ideal, pues estarían durmiendo profundamente, luego de la fiesta. A las 2:45 de la madrugada, caminó hacia la construcción. Para fortuna de él y mala suerte de las chicas, halló una pila de leños, para el fuego de la chimenea, de los que tomó uno, muy grueso. Además, una de las chapas de combinación, no servía bien. La abrió, sin esfuerzo.

Y llegó primero al cuarto de Margaret Bowman, que dormía sola. Le dio un garrotazo en la frente y la estranguló con unas medias.

Luego, se dirigió a la habitación de Lisa Levy, a la que golpeó, violó y estranguló. Fue a la que mordisqueó salvajemente, gracias a lo cual, por fin, se tuvo buena evidencia de que había sido su dentadura, la que perpetró tales brutales mordeduras.

Luego, fue al cuarto de Kleiner y Chandler. Las chicas tenían, entre sus camas, un baúl, en donde guardaban sus libros y otras cosas. Bundy tropezó y cayó. “El cuarto estaba obscuro y yo no tenía mis lentes, pero recuerdo que veía una masa obscura. Ni siquiera pude ver si era una persona. Vi el garrote, vi levantarlo sobre su cabeza y arrojarlo sobre mí. La primera vez, no dolió. Era presión, como si alguien presionara tu brazo. Entonces, me golpeó de nuevo. Y creo que fue cuando me pegó en mi cara, me rompió las gafas y me fracturó en tres partes mi quijada. Perdí el conocimiento. Pero es lo que más recuerdo: a él, levantando el garrote y asestándomelo”.

Las hubiera matado a las dos, de no ser porque, gracias a que mantenían las cortinas abiertas todo el tiempo, providencialmente, el cuarto se iluminó por completo, con las luces de un auto, que llegaba a esa hora. Del vehículo, Nita Neary, quien vivía también allí, salió. Su novio, la fue a dejar, luego de una larga velada.

A Bundy, la inesperada iluminación del cuarto, lo tomó desprevenido y, creyéndose sorprendido, salió a toda prisa de allí y del edificio. Neary lo vio y, gracias a su testimonio, pudo constatar luego, que había visto a Bundy salir del sitio. Su declaración, pudo ligar más a Bundy con sus sádicos asesinatos.

Chandler no resultó tan afectada del garrotazo, como Kleiner, quien paso varios meses en rehabilitación, para que se soldara su quijada (un cirujano dental tuvo, que romperla de nuevo, para alinearla).

Ya, con los días, se enteró de quién la había atacado, que, hasta ese entonces, no significaba nada, pues no había oído hablar de él en las noticias

A pesar de la traumática, casi fatal experiencia, tiempo después, en 1980, Kleiner visitó la casa de huéspedes, atreviéndose, incluso, a entrar a la que fuera su habitación. El día del asalto, quedó llena de sangre, paredes, cosas, camas, fundas…

Pero todo estaba ya bien. “Suspiré, aliviada”, dice Kleiner.

Incluso, acudió, muy tranquila, como víctima y testigo, cuando fue llamada a declarar en contra de Bundy, pero, por desgracia, diciendo sólo la verdad, afirmó que no le había visto la cara, la noche del ataque, así que no contó su testimonio.

Y, contrario a dejar que la experiencia la atara, hizo todo lo posible por superarla.

Se divorció de su primer esposo, cuando Michael, el hijo de ambos tenía dos años.

Y se volvió a casar, con Scott Rubin, uno de sus amigos de la secundaria.

La noche del 23 de enero, cuando fue ejecutado Bundy en la silla eléctrica, al enterarse, Kleiner tuvo un ataque de llanto, al recordar a sus amigas asesinadas, Margaret y Lisa, de la casa de huéspedes. Pero, luego de llorar un buen rato, se desahogó, “toda la angustia, sentí que se iba. Me sentí muy limpia”. Después, se puso un lindo vestido y fue con su esposo a cenar.

Tanto lo ha superado, que, cuando van los dos a una librería, Kleiner busca el libro The Stranger Beside Me, que ha leído varias veces, busca las páginas en donde es mencionada, y le dice a Rubin, su esposo, “Ahora, a ver, tú busca un libro en donde te mencionen”. Dice que es como un juego, algo que hace para demostrarse que ya pasó el traumático evento.

“El miedo se me ha ido”, afirma. Alguna vez que estuvo trabajando en un súper, en una ocasión, en que un asaltante entró a robar, éste, la amagó y amenazó con una pistola. “Al otro día, fui a trabajar, como si nada”.

Actualmente, Rubin y ella, viven en Nueva Orleans. Son abuelos, tienen perros y viven muy felices. Ha tenido, sin embargo, que pasar por varias cirugías para corregir sus mandíbulas. Y es sobreviviente de cáncer de mama. Incluso, fue a ver la referida cinta sobre Bundy. “Sí, soy sobreviviente. Es que no me ha tocado todavía”, dice, bromeando. 

Por fortuna, Kleiner está viva. Y, gracias a su empeño, esa terrible experiencia, no es más que un lejano recuerdo.

Sin embargo, para las incontables víctimas fatales, no sólo de Bundy, sino de otros psicópatas, enfermos de odio, de ganas de ver sangre y de violencia, son sólo recuerdos, actas de defunción, para familiares y amigos, así, como se han convertido en pasados hechos, las fichas de las morgues, que las identificaron en su momento.

Mi reconocimiento, a todas ellas.

 

Contacto: studillac@hotmail.com