Los criminales, provocados incendios de la Amazonia
brasileña
por Adán Salgado Andrade
El fuego, en estos momentos que escribo estas líneas, sigue consumiendo
y acabando con la selva amazónica brasileña – y también la boliviana, pues se
han propagado los incendios hasta ésta – y no son incendios “accidentales”,
como el fascista Bolsonaro y sus esbirros, han hecho creer. Al contrario, es un
muy bien orquestado plan para que lo que se vaya quemando, sirva para sembrar
pastos y que de ellos se alimenten cientos de miles de cabezas de ganado, con
tal de que Brasil siga en el primer lugar de ventas mundiales de carne bovina.
Además, buena parte de la contaminación, producida por tantos agroquímicos que
se necesitan para producir pastos y para mantener “saludables a miles de vacas,
van a dar al mar, con la complicación adicional de que se producen algas
marinas en exceso, como el sargazo, que desde tan lejos llega a costas de
Quintana Roo (ver: https://www.animalpolitico.com/2019/07/sargazo-clavez-problema-ambiental-caribe/).
El reportero Tom Phillips, de The Guardian, realizó un épico recorrido por río, de 2000
kilómetros por el estado de Rondônia, en el cual constató que los incendios son realmente
provocados por ganaderos que, así, de manera criminal, buscan ampliar sus
potreros, con tal de que sus cientos de miles de cabezas de ganado tengan
suficiente alimento con los pastos que crecerán, en donde antes existieron
grandes árboles, como ceibas, ahuehuetes, caobas y otros (ver: https://www.theguardian.com/environment/2019/sep/09/amazon-fires-brazil-rainforest).
Bolsonaro ha impulsado y cobijado la bárbara,
irreversible destrucción, diciéndole a la gente que la selva es improductiva y
que deben de ponerla a trabajar, para que “genere riqueza”.
Vaya imbécil, si la selva está allí, virgen, es
porque realmente trabaja, es el pulmón que entrega el 20% del oxígeno que a
diario respiramos. Y ese es “su trabajo”, si así podría llamarse a tan
importante función.
Da cuenta Phillips de su recorrido, en una parte en
donde, apenas por la mañana, se había iniciado un nuevo incendio, como le
comentó Valdir Urumon, el jefe de un poblado indígena, en una aislada zona del
estado de Rondônia. La columna de humo, destacaba de entre las techumbres de
palma de sus humildes viviendas. Ganado que pastaba cerca – en tierras de zacatales
que antes eran selva –, veía, asustado, las grandes llamas consumiendo la vegetación,
coronadas por altas, humeantes columnas (esa terrible imagen de la devastación,
es la que encabeza al artículo).
Por la tarde, el fuego se había propagado bastante,
abarcando más de tres kilómetros. Dice Phillips que pareciera como si muchas
partes de la selva estuvieran siendo fuertemente bombardeadas.
Por supuesto, nadie acudió a apagar el fuego. Cerca
estaba la casa de una granja, pero vacía, ningún habitante. Sin embargo, había dos
barriles de diésel y bidones de gasolina, tirados en la entrada de la casa, los
que darían idea de que alguien habría provocado el criminal incendio,
posiblemente un ranchero, que así expandiría “sus” tierras. Vaya irracional,
delincuencial manera de ampliar sus “dominios”. Inimaginable que haya personas
tan mezquinamente ambiciosas e ignorantes, que destruyan en unas horas lo que
le llevó a la Naturaleza decenas de años en hacer, con tal de que se hagan de
más tierras para una depredadora, contaminante actividad.
Pero el ministro del exterior de Brasil, el
igualmente nefasto Ernesto Araújo, dice que “no, para nada, se está quemando el
Amazonas”.
Igualmente, el gobernador de Rondônia, Marcos Rocha,
también aliado de Bolsonaro, insiste en que todo es un complot para descarrilar
la economía de Brasil.
Dice Rocha “Si vemos la situación en otros países,
los bosques están incendiándose peor que en Brasil. Usted va a Londres u otros
países y ¿qué es lo que ve? No es neblina, es fuego, fuego de combustión, fuego
de industrias. Entonces, ¿cómo pueden exigirnos algo que ellos no han hecho?”.
Muy estúpida la comparación, pues Brasil también tiene industrias que
contaminan y eso es otra cosa. El punto, aquí, es que la selva, que es un
patrimonio mundial, es la que se está quemando.
Y, sí, no sólo hay incendios cada año en Brasil,
sino en muchos lugares, como en África, Estados Unidos (EU), España, Portugal,
Inglaterra…
La mayoría son por “descuidos”, digamos. Otros,
provocados, pero que los más de 80 mil que se han dado en la selva brasileña
sean intencionales, no puede justificarse como dice el ignorante Rocha, que
antes de ser gobernador, fue policía.
Pero todos los funcionarios de la mafia en el poder
comandada por Bolsonaro, insisten en que “la conservación de la selva es una
gran prioridad”.
Y todos ellos están muy molestos con las recientes
declaraciones del presidente francés Emmanuel Macron, quien cuestionó a
Bolsonaro por su irresponsabilidad en cuanto a la devastación de la selva.
Un pelele congresista de Bolsonaro, João Chrisóstomo,
muy irritado, dice que “Macron no es el presidente de Brasil, ni siquiera es de
las Américas. Esta selva no está compartida, como él dice. le pertenece a una
nación que goza de plena autonomía y autoridad para decidir que pase con esa
selva y toma todo el cuidado posible para preservarla”. Ese hipócrita
“nacionalismo” puede conducir a una catástrofe mundial, no sólo brasileña.
El único funcionario que se preocupó por los
incendios y la inmoderada tala, Ricardo Galvão, respetable científico y
ambientalista, quien fuera director del Instituto Nacional Brasileño para la
Exploración Territorial, fue destituido por el fascista Bolsonaro, por su
extrema preocupación sobre la destrucción de la selva. Galvão, no tuvo empacho
en enfrentar al fascista y reclamarle su irresponsabilidad (ver: https://www.theguardian.com/world/2019/aug/09/bolsonaro-blessed-brutal-assault-rainforest-sacked-scientist-warns).
Pero en el recorrido que hizo Phillips, todos los
testimonios dejan en claro que ha sido la tóxica retórica de Bolsonaro, la que
ha propiciado tantos incendios, de los que, tan sólo en agosto, hubo más de
treinta mil. Y también la gente consciente le dijo que, de seguir los
provocados incendios, las cosas empeorarán. En un apocalíptico escenario, toda
la selva podría quemarse, lo que acabaría con una quinta parte del oxígeno que
respiramos, además de que su total quema produciría millones de toneladas de bióxido
de carbono, que contribuirían más al calentamiento global, dañando a todo el
planeta.
Los esfuerzos de activistas y de funcionarios de la
agencia de protección ambiental brasileña, Ibama, son perseguidos, acosados y
asesinados por las mafias criminales que, asociadas a la que está en el poder,
deforestan y queman, a su antojo, lo que va quedando de selva.
Y, de hecho, Ibama está siendo reducida por la mafia
bolsonarista, pensando que sus actividades son irrelevantes.
Muchos activistas y habitantes de la selva han
expresado a los empleados que quedan de Ibama, su preocupación por lo que
sucede en la selva, con las actividades de sembradores de soya (transgénica,
por supuesto, de Monsanto), rancheros y megamineras, que se han acelerado,
impulsadas por el discurso antinaturaleza de Bolsonaro y sus esbirros.
Pero los que votaron por el Hitler brasileño, dicen
que “es nuestra esperanza para mejorar”, como declara Martin Tavares, un minero
de 33 años, que afirma, orgulloso, que él y todos sus colegas y familiares lo
apoyaron. “Es nuestra esperanza para que alimentemos a nuestras familias”.
Seguramente se trata de sectores de bajos recursos, que se creen todo lo que
les dicen los corruptos “políticos”. Pero, no pasará mucho tiempo para que se
den cuenta que la destrucción selvática, conducirá a una mayor pobreza, pues
cuando un país acaba con sus recursos naturales, se hunde más en la miseria. Es
como si no tuviéramos dinero y, como “solución”, vendiéramos todos nuestros
bienes, hasta nuestra casa. Al paso del tiempo, nos quedaríamos sin nada y
totalmente pobres, en una situación mucho peor.
Y, de verdad, dejan “helado”, por decir lo menos,
las declaraciones que fue recogiendo Phillips por su recorrido. Como la de Rui
Souza, dueño de una gasolinera, en Humaitá, que les vende combustible a los
buscadores de oro, quien dijo que “él estaba muy optimista de que Bolsonaro se
deshiciera de las áreas protegidas y las reservas indígenas, para que se les
pudiera explotar comercialmente”. ¿Pueden imaginar tan estúpida mentalidad? Es
como si alguien dijera – que lo han hecho – que se urbanizara el bosque de
Chapultepec, importante pulmón de la ciudad de México, porque, así como está, no genera un valor
comercial.
Todavía tuvo el descaro de quejarse el hombre, de 65
años, “Nuestra Amazonia es muy rica, mi amigo. Pero no se nos permite usar nada
de ella”.
Justo en Rondônia, en donde Bolsonaro recibió el 72%
de la votación, es donde más tiene apoyo. Hay anuncios espectaculares que
anuncian “Juntos cambiaremos el destino de Rondônia y de Brasil”.
“Casi todos, aquí, votamos por Bolsonaro”, le dice
un restaurantero de 69 años, Vicente Costa, cuya camioneta está llena de
calcomanías que dicen “Cambiemos Brasil de verdad”.
O sea, el “cambio verdadero” es quemando la selva y
limpiando los restos, para que ganaderos y mineros hagan de las suyas.
Y esos mezquinos intereses, contrastan con los de
los nativos, que ven en peligro su hábitat y forma de vida, si se extingue la
selva. Ya lo experimentaron en los 1960’s, cuando la férrea dictadura destruyó
miles de kilómetros de selvas para construir autopistas y una depredadora
“nueva” capital, Brasilia. “En su campaña, Bolsonaro prometió dividir nuestras
tierras”, dice Valdilleme Urumon, de 28 años, un nativo, cuyas tierras han seguido
siendo devoradas por el fuego. ”Pero no queremos dividirlas, son lo único que
tenemos los indígenas”, dice, muy triste.
Y aunque Bolsonaro y sus esbirros insistan en que
“no hay fuegos”, los incendios provocados se dan a diario.
En el recorrido de Phillips, decenas surgieron, como
en Humaitá, que dos bomberos locales trataron, inútilmente, de apagar. Uno de
ellos le dijo, mientras trataba de sofocar las llamas con una manguera de
caucho, “El medio ambiente es muy importante para nosotros, ¿no? Nos entristece
ver que se destruya así”. Ese bombero, sí que tiene conciencia ecológica.
Y esos solitarios bomberos, le dijeron a Philips que
seguramente había sido provocado y que mejor partiera de allí, no fuera a ser
que quien lo había hecho, anduviera merodeando por el sitio y le pudiera hacer
algo. Es sabido que activistas y periodistas honestos son secuestrados y
asesinados en todo el mundo.
Conforme las flamas se extendían, llegó el momento
en que la manguera de uno de los bomberos, ya no pudo alcanzarlas. Exhausto, le
dijo a Phillips que cada año hacían campañas para prevención de incendios.
“Pero entre más lo pedimos, más empeoran los incendios. La verdad es que ya no
tenemos fe en que la gente entienda que necesitamos proteger la Naturaleza”.
Pero, algunas personas, sí lo entienden, como el
jefe indígena Raoni Metuktire, ambientalista también, de la tribu Kayapó, quien,
recientemente, hizo la siguiente declaración: “Por muchos años, nosotros, la
gente nativa y líderes del Amazonas, les hemos estado advirtiendo a ustedes,
nuestros hermanos, sobre todo el daño que han provocado a nuestras selvas. Lo
que ustedes hacen, cambiará todo el planeta, destruirá nuestra casa y destruirá
también su casa.
Hemos dejado de pelear entre nosotros, para
juntarnos. Hace apenas una generación, peleábamos unos contra otros, pero ahora
estamos unidos, peleando contra nuestro común enemigo. Y ese enemigo común son
ustedes, los no nativos, que han invadido nuestras tierras y ahora están
quemando hasta las pequeñas partes de los bosques en donde vivimos y que son
los que ustedes nos dejaron. El presidente Bolsonaro está alentando a los granjeros
cercanos a nuestras tierras a que limpien el bosque y no le interesa hacer nada
para prevenir que invadan nuestro territorio.
Les decimos que paren lo que están haciendo, que
paren la destrucción, que paren su ataque a los espíritus de la Tierra. Cuando
ustedes cortan los árboles, ustedes asaltan los espíritus de nuestros
ancestros. Cuando ustedes escarban para buscar minerales, ustedes perforan el
corazón de la Tierra. Y cuando ustedes tiran venenos en la tierra y en los
ríos, químicos de la agricultura y mercurio de las minas de oro, ustedes
debilitan a los espíritus, a las plantas, a los animales y a la tierra misma.
Cuando ustedes debilitan la tierra de esa manera, ella comienza a morir. Si la
tierra muere, si nuestra Tierra muere, entonces, ninguno de nosotros podremos
vivir, y también moriremos.
¿Por qué hacen esto? Ustedes dicen que es por
desarrollo, pero ¿qué clase de desarrollo despoja la riqueza del bosque con
solo una sola especie de planta o una especie de animal? Donde una vez los
espíritus nos dieron todo lo que necesitábamos para una vida feliz, todas
nuestras casas, nuestra comida, nuestras medicinas, ahora sólo hay ganado o
soya. ¿Para quién es ese desarrollo? Sólo unas cuantas personas viven en las
granjas. Esas tierras son erosionadas y no pueden sustentar a mucha gente.
¿Así que por qué hacen esto? Vemos que es para que
algunos de ustedes se hagan de mucho dinero. En la lengua kayapó, le llamamos a
su dinero piu caprim, hojas tristes,
porque eso es una cosa muerta e inútil, y sólo trae daño y tristeza.
Cuando su dinero viene a nuestras comunidades, casi
siempre ocasiona grandes problemas, dividiendo a nuestra gente. Y vemos que lo
mismo sucede en sus ciudades, en donde a quienes ustedes llaman ricos, viven
aislados del resto, temerosos de que otra gente les robe su piu caprim. Mientras tanto, hay gente
que se muere de hambre y vive en la miseria, pues no tienen suficiente dinero
para alimentarse ellos y sus niños.
Pero esa gente rica va a morir, así como todos
nosotros moriremos. Y cuando sus espíritus dejen a sus cuerpos, esos espíritus
estarán tristes y sufrirán, porque, mientras estaban vivos, hicieron sufrir a
tanta gente, en lugar de ayudarla, en lugar de asegurarse que todos los demás
tuvieran comida suficiente, antes de que ellos, los ricos, se alimentaran, que
es lo que nosotros hacemos, los Kayapó, lo que hace la gente indígena.
Ustedes tienen que cambiar la manera en que viven,
porque ustedes están perdidos, ustedes han perdido su camino. Adonde ustedes se
dirigen es sólo a la destrucción y muerte. Para vivir, ustedes deben respetar
al mundo, a los árboles, a las plantas, a los animales, a los ríos y aún a la
tierra misma. Porque todas estas cosas tienen espíritus, todas estas cosas son
espíritus y sin los espíritus la Tierra morirá, la lluvia dejará de caer y las
plantas comestibles se marchitarán y morirán también.
Todos respiramos este único aire, todos bebemos la
misma agua. Vivimos en este único planeta. Necesitamos proteger la Tierra. Si
no lo hacemos, los ventarrones vendrán y destruirán el bosque.
Entonces, ustedes sentirán el miedo que nosotros
sentimos, cuando vemos los devastadores fuegos acercarse a nuestras tierras”.
Muy triste declaración, que no requiere de más
palabras.
Los mitos católicos dicen que “si obramos mal”, nos
iremos al infierno.
No hace falta decir que lo estamos provocando aquí. Y
nosotros mismos somos los demonios que atizamos sus condenatorias llamas.
Contacto: studillac@hotmail.com