sábado, 28 de marzo de 2020

La nueva “normalidad” climática y social


La nueva “normalidad” climática y social
Por Adán Salgado Andrade

Los fuertes, brutales cambios que el capitalismo salvaje está produciendo día a día en todo el planeta están creando una nueva “normalidad” climática, que se manifiesta en muy graves formas.
Por ejemplo, el calentamiento global, debido al efecto de los millones de toneladas que se producen, día a día, de gases efecto invernadero, como el CO2 o el metano, es ya irreversible, habiendo aumentado la temperatura del planeta en más de un grado. Y para el 2030, se estima que quizá llegue a 1.5º C o más, algo que se tenía previsto para el 2040, cuando menos.
Y nada se está haciendo para aminorar los devastadores efectos que está ocasionando un clima más caluroso en todo el planeta, como los deshielos de polos y glaciares, prolongadas sequías, lluvias torrenciales, huracanes y tornados muy intensos.
Eso se está revisando por científicos de varios países, en lo que se conoce como la Cumbre Climática COP25, que en diciembre del 2019, presentó un desalentador informe, debido, sobre todo, a que, a pesar del reciente acuerdo de París, ningún país, prácticamente, está tomando las medidas a las que se comprometieron, principalmente en cuanto a la reducción sustancial de emisiones de gases contaminantes.
El portal informativo sobre ciencia ZME Science, publicó recientemente un artículo al respecto, firmado por Fermin Koop, en el que se señalan todos los problemas que la falta de acción para reducir la contaminación y depredación ambiental ocasionan al planeta y hasta a la salud humana (ver: https://www.zmescience.com/science/extreme-weather-is-the-new-normal-among-other-depressing-climate-projections/).
Justamente señala Koop que al no cumplirse los compromisos aceptados en el Acuerdo de París – del que Estados Unidos, el mayor contaminador mundial, se salió –, citando al informe del COP25, “el cambio climático está sucediendo mucho más rápido y más fuerte de lo que esperábamos. Todos estamos bajo amenaza si esto continúa. Debemos de actuar ahora y no podemos perder más tiempo”, fue la declaración urgente de Patricia Espinoza, titular del Cambio Climático de la ONU.
Y enumera Koop las circunstancias por las cuales se evidencia que nada se está haciendo para disminuir la contaminación global de todo lo que la produce.
Señala que aunque algunos países están tratando de usar más energías renovables, de todos modos se siguen usando, al alza, energías fósiles, como el carbón o el petróleo. Ya, las depredadoras petroleras, anunciaron que van a producir más plástico, para compensar la disminución de consumo de gasolinas que dejará el mayor uso de autos eléctricos. Antes, están sus intereses, que permitir que sus ganancias bajen, no importa que ahoguen al planeta con plásticos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/01/las-contaminantes-petroleras-y-coca.html).
Pero, de todos modos, el uso masivo de autos eléctricos conducirá a otra catástrofe ambiental, debido a que la extracción del litio, necesario para las baterías, requiere el empleo intensivo de agua potable para su procesamiento, la que queda contaminada permanentemente. Se necesitan 1,893 litros de agua para procesar tan solo un kilogramo de litio. Con eso, quizá disminuyan las emisiones contaminantes de los autos de combustión, pero se generarán otros graves problemas ambientales (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/03/la-explotacion-de-litio-otro-desastre.html).
Por el calentamiento global, se está acelerando el ya mencionado derretimiento de polos y glaciares. En el verano del 2019, Groenlandia perdió nada menos que 600 mil millones de toneladas de hielo, lo que hizo que subiera el nivel del mar en todo el planeta 2.2 milímetros (ver: https://www.zmescience.com/science/greenland-lost-600-billion-tons-of-ice-last-summer-satellite-data-shows/).
Parece poco, pero sólo consideren la masa oceánica de agua de todos los océanos y es una considerable influencia. Y cuando todas las áreas congeladas se derritan, el nivel del mar podría subir hasta siete metros. Zonas costeras serán ya inhabitables.
Además, ya se están rompiendo records de calor, sobre todo en ciudades, en las cuales, el efecto isla de calor, que lo captura por tanto asfalto y concreto, empeora las altas temperaturas. Tales sitios sólo siguen activos gracias al aire acondicionado, el que, de todos modos, es redundante y empeora el problema, pues produce mucho calor para funcionar, además del brutal consumo de electricidad que requiere el enfriamiento del aire. Ciudades como Phoenix, en Arizona, Estados Unidos, incrementan su temperatura por las noches en uno o dos grados, debido al masivo uso del aire acondicionado (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/10/el-toxico-y-mortal-calentamiento-global.html).
Por otro lado, el deshielo de los glaciares dejará sin agua dulce a millones de personas que dependen de ellos para surtirse del vital líquido. No sólo eso, sino que la biodiversidad está también afectándose. “Esto está conduciendo a una reducción de la biodiversidad y un creciente número de especies se extinguen cada año. El calentamiento global de entre 1 y 2 grados Celsius, podría conducir a pérdidas de la biodiversidad entre 14% y 99% en tierra, arrecifes de coral y peces”.
La biodiversidad es la que nos permite vivir. Insectos tan útiles como las abejas, imprescindibles en la polinización, se están acabando. Y sólo es un ejemplo. Miles de especies animales y vegetales, importantes también, como se señala, se están perdiendo. Lo peor es que ignoramos los efectos que su desaparición tendrá en el medio ambiente y en nuestra existencia (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/la-perdida-de-biodiversidad-la-perdida.html).
Otra consecuencia del calentamiento global es hacia las selvas y bosques, los que están siendo muy afectados. La selva amazónica de Brasil, por ejemplo, está siendo diezmada por criminales acciones humanas – alentadas por el actual fascista que comanda a ese país, Jair Bolsonaro –, que incendian a propósito miles de hectáreas, para que, en lugar de grandes árboles y toda la biodiversidad selvática, sólo queden pastizales para el ganado y, así, aumentar la producción de carne vacuna “para alentar el progreso” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/09/los-criminales-provocados-incendios-de.html).
Pero, además, las largas sequías están acabando con selvas y bosques, pues llega el momento en que los árboles, por muy profundas que tengan sus raíces, no hallan agua, pues hasta la subterránea se está agotando, y comienzan a  morir. Los bosques saludables absorben un tercio de los gases efecto invernadero, pero, al morir, al contrario, producen más de aquéllos gases. Para agravar más las cosas, la resequedad de los bosques y selvas, los predispone a incendios, los que cada vez son más intensos y destructivos. Los ocurridos a fines del 2019 y principios del 2020 en Australia, han sido considerados como los más devastadores de la historia reciente, pues fueron tan intensos que duraron meses sin poderse controlar. Tan intensos que, incluso, rebasaron todos los modelos matemáticos que consideraban que algo así ocurriría hasta el año 2100. Y sus terribles efectos acabaron con millones de plantas y animales, muchos de los cuales estarían ya extintos (ver: https://www.wired.com/story/australias-bushfires/).
Los incendios forestales de Australia han sido de los más intensos últimamente, pero en Estados Unidos, Canadá, Alaska y Rusia, también los ha habido, todos debidos a las prolongadas sequías. En Estados Unidos, en el 2018, un intenso incendio forestal acabó con la localidad de Paradise, en California, dejando varios muertos y fuertes daños materiales. Ya no es seguro ni “alternativo” vivir en medio de un bosque (ver: https://earther.gizmodo.com/what-happens-after-an-entire-town-burns-to-the-ground-1830441990).
También señala el reporte que la seguridad alimentaria peligra, pues al haber menos lluvias, las cosechas escasearán, por mucho que se fertilicen las tierras agrícolas. Sobre todo en países en donde las tierras son de temporal, como en México, un buen ejemplo de la disminución alimentaria, pues una buena parte de los campesinos mexicanos dependen de las lluvias. Como éstas disminuyen o se atrasan cada año, las cosechas, de frijol, por ejemplo, son magras. El año pasado se desplomó su producción 42%, por el retraso de lluvias (ver: https://www.jornada.com.mx/ultimas/mundial/2019/09/09/se-desploma-42-la-siembra-de-frijol-en-mexico-debido-a-la-sequia-9439.html).
No sólo las sequías reducen las cosechas, sino que “un creciente aumento de los gases efecto invernadero reducirían la calidad nutricional de las cosechas de cereales. Los rendimientos agrícolas se están ya reduciendo debido al cambio climático, sobre todo en los trópicos, así como la cantidad de peces en el mar”.
En efecto, la acidez marina, producida por el calentamiento marino, está afectando la vida marina. Los océanos absorben el 90% de las emisiones contaminantes y eso afecta a peces, corales y otras especies (ver: https://www.theguardian.com/environment/2020/jan/13/ocean-temperatures-hit-record-high-as-rate-of-heating-accelerates).
Los más afectados, por tanto cambio, serán los pobres del mundo, los más de dos mil millones que viven con un dólar o menos al día. El cambio climático obligará a millones de personas en el planeta a cambiar su lugar de residencia, serán los refugiados climáticos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/01/los-refugiados-climaticos.html).
Pero eso sólo podrán hacerlo quienes tengan los medios. Los que no, tendrán que adaptarse a vivir, por ejemplo, en zonas que se inunden cada año, bosques que se incendien, áreas que sufran largas sequías… lo más seguro es que millones morirán, ante la indolencia del resto de sus individualistas congéneres, enfocados a resolver sus propios problemas (y, por desgracia, con el individualismo que se está reforzando aún más en estos tiempos de pandemia, será, el egoísmo, una actitud que se enraizará más, como veremos adelante).
El reporte concluye que, aunque hay varios sectores sociales que protestan frecuentemente, por la falta efectiva de medidas que reduzcan la contaminación y calentamiento global, poco se hace. Un buen ejemplo es el de la joven activista sueca Greta Thunberg, quien, por más discursos y acciones que ha dado en varios foros internacionales, no pasan sus protestas de ser aplaudidas por los asistentes, pero nada de reales compromisos ha logrado.
Así que, siendo mediocres, tendremos que “acostumbrarnos” a la “nueva normalidad”, pues son más importantes los “negocios acostumbrados” (business as usual), que la salud ambiental y humana.
Y llego a la segunda cuestión del artículo, la “normalidad social”. La actual pandemia que se desarrolla por estos días (marzo del 2020), debida a la muy rápida diseminación del virus Covid-19, ha mostrado lo frágiles que somos antes eventos tan inesperados como ese, que ocasionan emergencias de salud que no serán fáciles de controlar, hasta que sea creada una vacuna o medicamento realmente efectivo para detener o curar dicho mal.
Pero antes, hay que señalar que la aparición de ese virus, es una consecuencia más del anárquico funcionamiento del capitalismo salvaje, que está arrasando con el planeta, invadiendo espacios exclusivos de especies animales y vegetales silvestres, ya de por sí estresados por el calentamiento global. No sólo eso, sino que por ingerir especies animales “salvajes”, patógenos propios de ellas, han ido saltando al organismo humano y algunos de ellos han hallado ideales condiciones para desarrollar males, como el SIDA o el actual mal respiratorio. Científicos chinos vaticinaban hace más de un año que la ingesta humana de murciélagos, por ejemplo, ocasionaría que un virus que en esos mamíferos es inerme, provocaría  una pandemia como la actual, al desarrollar su potencial patogenidad (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/03/cientificos-chinos-previeron-hace-un.html).
En fin, eso ha servido para que países como China, de por sí autoritarios, estén aprovechando la pandemia para imponer patrones de control social distópicos, en donde se justifica cualquier nivel de autoridad para “controlar”, en este caso, la pandemia.
El escritor chino Ma Jian (Qingdao, 1953) es perseguido político por sus ideas en contra de la autocracia china. Sus libros están prohibidos en China, justo por sus críticas ante la cerrazón de ese autoritario país.
En un artículo reciente, publicado por The Guardian, señala todas las veces que la mafia china en el poder, ha tratado de ocultar protestas o problemas sociales con el simple empleo de la fuerza bruta (ver: https://www.theguardian.com/commentisfree/2020/feb/26/the-reaction-to-the-outbreak-has-revealed-the-unreceonstructed-despotism-of-the-chinese-state).
Represiones como la de Tiananmen, durante la cual cientos de los manifestantes fueron asesinados “en nombre de la revolución”, muestran hasta qué nivel tal mafia puede actuar, con tal de mantener controlada a la gente. Más recientemente, se está tratando de controlar a la población de Uigures, quienes son musulmanes, encerrándolos en campos de concentración para “reeducarlos” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/01/los-muy-temibles-centros-de-reeducacion.html).
Enfatiza Ma Jian que el problema se agravó precisamente porque el régimen autoritario de Xi Jinping trató de ocultarlo desde el principio. Se refiere al Partido Comunista como “un malévolo patógeno que ha infectado a los chinos desde 1949. Pero bajo el mandato de Xi, se ha mutado en su más siniestra forma, dejando que el capitalismo crezca rapazmente, mientras reafirma un control leninista. La promesa de riqueza y gloria nacional, ha cegado a muchos chinos, quienes no ven las cadenas que ciñen sus pies y el alambre de púas que cerca lejanos campos de concentración”.
En efecto, China ha abrazado un irracional crecimiento económico, a costa de un férreo control poblacional y una brutal devastación de sus recursos. Y, como señala Ma Jian, la gente está deslumbrada con ese irracional crecimiento, pero no ve que sus voluntades están “esclavizadas” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2013/09/china-autoritarismo-capitalismo-salvaje.html).
Refiere Ma Jian el ya conocido caso del oftalmólogo Li Wenliang, fallecido a causa del Covid-19, quien desde el 30 de diciembre del 2019, reportó entre sus conocidos y familiares, por WeChat – el Facebook chino –, sobre siete personas infectadas, que presentaban síntomas similares al virus del Sars (la influenza aviar, que provocó otra epidemia en el 2009), pero que sólo se ganó que policías lo fueran a intimidar y a amenazar, de que si no se callaba, lo pondrían en la cárcel.
Su muerte, algunas semanas después, logró que la gente lo tome como un héroe y que sea bandera de lucha para que varios activistas estén tratando de que haya algún tipo de apertura ante ese cerrado y autoritario sistema, como Yaqiu Wang, luchadora por los derechos humanos quien afirma que “no importa qué tan limitados los recursos gubernamentales estén, pero silenciar las críticas, siempre será la prioridad Número Uno del Partido Comunista Chino” (ver: https://www.hrw.org/about/people/yaqiu-wang).
El no haber hecho caso a la advertencia de Li Wenliang, provocó que el contagio se acelerara. Se habría reducido la infección en un 95%, de haber actuado a tiempo (ver: https://www.zmescience.com/medicine/china-coronavirus-coverup-05253/).
En otro artículo, publicado por Wired, firmado por Alex Gladstein, se discute que en países dictatoriales, justo como China, Irán o Norcorea, el ocultar los problemas, llevó a que la diseminación del Covid-19 fuera mucho más severa, no sólo en esos países, sino globalmente, como ya se está viendo (ver: https://www.wired.com/story/opinion-dictatorships-are-making-the-coronavirus-outbreak-worse/).
Claro que ya, a estas alturas, ni en los países “democráticos”, digamos, como Italia, se ha podido controlar debidamente la emergencia médica, lo que está llevando a adoptar medidas extremas, como la reclusión obligatoria de las personas en sus casas, paralizando todo tipo de actividades, tal como se hizo en China.
La periodista china Lily Kuo, corresponsal del diario The Guardian en China, comenta en un podcast, cómo las draconianas medidas chinas para contener la pandemia se aplicaron, al extremo de sentenciar con seis meses de cárcel a las personas que la policía sorprendiera en la calle, incluso cuando éstas ofrecieran razones de peso para hacerlo (ver: https://www.theguardian.com/news/audio/2020/mar/27/what-can-we-learn-from-chinas-handling-of-coronavirus-podcast).
Y siguiendo los pasos chinos, se está imponiendo el concepto de “sana distancia”, según el cual, no se puede interactuar entre la gente como siempre ha sido, con cordialidad, saludándose, abrazándose, besándose, además de que, en casos extremos, se les recluye en sus casas obligatoriamente. Dice Kuo que las “autoridades” chinas se congratulan de ver que sus criticadas prácticas se están usando ya en muchos países “democráticos”, como Inglaterra, Italia o España.
En un mundo cada vez más hostil, cuando el tejido social está severamente dañado, acciones como esas, aun en nombre de la “salud”, lo descompondrán todavía más.
Hay reportes de que ese forzado aislamiento está incrementando la violencia familiar, de sociópatas que se dicen los “jefes de familia” que golpean o hasta asesinan a sus esposas o hijos. Han crecido las quejas de violencia intrafamiliar y hasta se han reportado asesinatos, como el de un hombre que asesinó en Valencia, España, a su esposa, frente a los hijos de ambos (ver: https://www.theguardian.com/society/2020/mar/28/lockdowns-world-rise-domestic-violence).
Si la “sana distancia” conduce a un individualismo atroz, seremos muy funcionales a un sistema que se empeña en eso, en individualizarnos, en hacernos egoístas, autómatas-consumidores, para evitar la unión, la que da la fuerza social.
Muy ideal y oportuno, pues la aparición del Covid-19 está justificando medidas aislacionistas. Como señalé, en España o Italia, la policía refuerza las cuarentenas, siendo muy difícil que las personas salgan, ni siquiera para comprar alimentos o medicinas.
Y no es lejano pensar que cosas así se impongan de  nuevo, imprevistamente, por cualquier motivo, siempre justificando que es “por el bien social”.
En China, comenta Kuo, ya será permanente el uso de una app en los celulares, llamada Health code, código de salud, que tendrá tres colores, verde, amarillo y rojo, concernientes al "estado de salud” del usuario. El verde, significará que está totalmente sano y puede hacer sus actividades normales, hasta viajar. El amarillo, que está bajo sospecha de portar el Covid-19 u otros males y puede ordenársele que se recluya en su casa. El rojo, es alto peligro, pues está infectado del Covid-19 y debe de estar encerrado en su casa obligatoriamente. Pero dice Kuo que los colores son caprichosos, cambian, y casi siempre es amarillo o rojo lo que impera. La gente piensa que hay algo más allá de sólo monitorear la salud en esa app, pero se resignan a su existencia, pues si cuestionan su implementación, son “enemigos del pueblo”. El escritor chino Yu Hua se refiere a eso en su libro “China en diez palabras”, a que el régimen “comunista” considera a los activistas o disidentes políticos no como perseguidos por sus ideas, sino como vulgares delincuentes que se oponen a “la revolución”, y merecen ser tratados como lo peor, ejecutándolos incluso. Se comprende, entonces, que nada objeten la mayoría de los chinos.
Sin embargo, sigue diciendo Kuo, entre la gente se han desarrollado conductas que tratan de fomentar más las relaciones, al menos entre familias, como salir todos juntos al cine o al parque, lo que antes no se hacía o muy poco.
Sí, sería una muy buena consecuencia de tanto autoritarismo, que al menos entre las familias se fomente la “unión”, no entre la sociedad toda, pues de todos modos, millones de familias aisladas, muy unidas y formando su propio mundo, no son de peligro. Y todo gracias a la emergencia, la que justificó el “tratamiento de shock”, cuando lo único que funciona es un brutal “tratamiento de raíz”
Como señala la periodista Naomi Klein en su libro The Shock Doctrine, en el que plantea la tesis de que “en todo el mundo, la instauración de brutales medidas económicas y de control social que sólo han favorecido, y continúan favoreciendo, al capitalismo salvaje, se ha facilitado cuando concurren eventos tan catastróficos y graves, que son capaces de poner en ‘shock’ a todo el sistema y que, en consecuencia, merecen un tratamiento de ‘shock’ acorde a la ‘dramática’ situación”, justo como lo que ahora vivimos. Sí hasta la “violencia de Estado” se permitirá (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2009/03/la-muy-oportuna-descomposicion-del.html).  
Lo ideal, en esta situación, sería que todos los hombres y mujeres que habitamos este depredado planeta, desde los que están en los cargos del poder, hasta los que vivimos subordinados a ellos, aprendiéramos la amarga lección, que tomáramos conciencia de que esta pandemia es una consecuencia de nuestras irresponsables, retrógradas, destructivas, egoístas… acciones.
Que la Naturaleza nos está advirtiendo que o corregimos el rumbo, o la “normalidad climática” descrita antes, será el futuro.
Pero para el oportunista capitalismo salvaje y los poderes fácticos que lo respaldan, sólo será una buena oportunidad más de hacer muy buenos negocios – una vacuna “milagrosa” que acabara con el mal ya, para la farmacéutica que la creara, significaría súper ganancias – y de justificar más represión social de la que ya sufrimos.
Llegará el día en que nos impongan vacunarnos contra todo, para “estar saludables” y seguir trabajando, obedeciendo, consumiendo cuanta mierda nos vendan y pagando cuanto impuesto nos inventen.
Dice Kuo que en China ya se dio la orden de regresar a trabajar “cuanto antes”, echando a andar a las fábricas y oficinas a todo lo que den, para “superar la debacle económica lo antes posible”. A pesar de que científicos advierten que podría darse una nueva ola de contagios, mucho peor que la “ya superada”. O sea que, por imposición de la mafia en el poder, el Covid-19 en China está muerto.
Así que, muy a conveniencia, la nueva “normalidad social” o nos paralizará por completo o nos pondrá a trabajar a todo lo que demos.
Muy oportuna, pues, la presente pandemia, aderezada de miedo y terror extras, para que funcione mejor.



jueves, 26 de marzo de 2020

Ni Inteligencia Artificial, ni robots, han sustituido los empleos de mujeres y hombres durante la pandemia


Ni Inteligencia Artificial, ni robots, han sustituido los 
empleos de mujeres y hombres durante la pandemia
por Adán Salgado Andrade

Los cambios tecnológicos introducidos en distintas épocas del capitalismo salvaje, para incrementar la producción de los trabajadores, se han hecho para beneficio de las empresas y de los dueños o accionistas de ellas, no para aquéllos. Al decadente, contradictorio sistema económico, no le interesa si con eso disminuyen los consumidores, pues al haber mayor producción con menos trabajadores, justo eso sucede. Tanto la robótica, combinada con la Inteligencia Artificial (IA), buscan justo eso, disminuir cada vez más a mujeres y hombres que estén trabajando, sea directamente en las labores industriales (los obreros) o en las administrativas (los oficinistas). Y eso, repito, disminuye el consumo al haber menos gente que compre (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/01/al-capitalismo-salvaje-no-le-perturba.html).
Pero en esas consecuencias, no piensa el sistema, en que se autodestruye buscando su ideal de hacerlo todo con robots e inteligencia artificial y mucho menos gente.
Sin embargo, la actual pandemia global (como todo ha sido globalizado, hasta un virus ya lo ha hecho también), ha mostrado muy bien la falsedad de que el hombre ya pueda ser sustituido por una máquina o que todo sea totalmente computarizado. Un par de artículos llaman la atención sobre esa problemática.
El primero de ellos, divulgado por la publicación tecnológica Wired, titulado “If Robots Steal So Many Jobs, Why Aren’t They Saving Us Now?” (¿Si los robots roban tantos empleos, por qué no nos están salvando ahora?), firmado por Matt Simon, es una muy coherente reflexión sobre cómo, al escribir estas líneas, durante esta pandemia, China, por ejemplo, cerró varias fábricas, pues millones de empleados fueron obligados a guardar severas cuarentenas y sus trabajos no fueron sustituidos por robots (ver: https://www.wired.com/story/robot-jobs-coronavirus/).
Enfatiza Simon  que “nos han llevado a creer que los robots y la IA están sustituyendo a los humanos en masa. Pero esta catástrofe económica está echando abajo a ese mito”.
Describe todo lo que ha significado la pandemia, pues “El moderno capitalismo nunca ha visto nada como el Covid-19. En cuestión de meses, el mortalmente contagioso virus se ha esparcido por todo el planeta, desestabilizando cuanta economía se le interponga. En los Estados Unidos, en donde el consumo equivale a más de dos tercios de la actividad económica, el comercio está estancado, pues la gente se encerró en sus casas, con tal de alentar el contagio. Hoteles, restaurantes y aerolíneas han sido duramente golpeadas. Delta ha disminuido su capacidad a un 70%. Una de cada 5 familias ha perdido ya su empleo. Y todo eso es por las vulnerabilidades que sufre el trabajador humano. Cuando nos enfermamos – o si tenemos que guarecernos para evitar enfermarnos –, el trabajo que depende de la gente, se paraliza”.
Y luego se pregunta “¿por qué no nos han salvado las máquinas?”. Muy buen cuestionamiento, pues si ya todo estuviera tan avanzado robóticamente y en los algoritmos que tratan de imitar la “inteligencia artificial”, entonces, todo habría sido resuelto, enviando a casa a trabajadores y trabajadoras, pues los “perfeccionados” robots habrían tomado todas sus tareas. Sin embargo, no es así, ya que todo eso aún está en pañales.
Por tantos avances que, muy pronto, sustituirían a millones de humanos, ciudades como “San Francisco han sugerido, incluso, poner un impuesto para robots, pues si sustituyen a alguien con un robot, paguen un impuesto”. Incluso, dado lo grave que eso sería, se ha llegado a considerar que se dé un “ingreso básico universal”, sugerido incluso por personas como Elon Musk, muy partidario de la robótica (y también, actualmente, muy explotador de sus obreros, a quienes, aun en medio de la pandemia, ha obligado a laborar, justificando que hacer autos eléctricos es “vital”. Ver: https://www.wired.com/story/sheriff-tells-tesla-not-essential-musk-thinks/).
Pero el nivel tecnológico de tanto robot dista mucho de que se les dejen actividades de todo tipo a su albedrío. “Las máquinas están muy, muy lejos de emparejar nuestra inteligencia y habilidades. Una máquina automatizará parte de su trabajo, no destruirá su empleo totalmente. Al mover a trabajadores, de las máquinas de escribir a las computadoras, los hizo más eficientes. Brazos robóticos más sofisticados y sensibles, laboran lado a lado con personas en líneas de ensamblaje, sin empujarlas, haciendo el trabajo pesado de levantar cargas y dejando la manipulación fina a los trabajadores. Las máquinas tienen sus cualidades y los humanos, las suyas”.
Cita a Julie Carpenter, una roboticista e investigadora en el Grupo de Ética y Ciencias Emergentes en el Politécnico de California de San Luis Obispo, quien señala que “Los robots son muy buenos para aumentar las actividades humanas. Hacen el trabajo que no queremos o no podemos hacer, y son especialmente exitosos en realizar tareas que consideramos repetitivas, aburridas o peligrosas, como levantar puertas de autos en una línea de ensamblaje, por ejemplo”.
Cierto, muchos de los robots “industriales” están allí para hacer cosas como soldaduras, transportar objetos pesados y así, pero la mayoría son manipulados o, al menos, supervisados por personas. Ni la fábrica más automatizada podría estar sin la supervisión de humanos.
Ejemplifica Simon con que tareas tan simples como tomar una hoja de papel de una superficie plana, como una mesa, no puede hacerlo un robot. Eso “se aprende desde niño, a base de ensayo y error”. Y ni Amazon ha prescindido de los humanos, pues durante la pandemia, ha debido contratar a cien mil personas, con tal de que pueda abastecer tanta orden que ahorita se está dando por línea. Sí usa robots, pero sólo para que carguen cosas pesadas y las repartan entre los trabajadores. No puede estar sin trabajadores “y aunque con el tiempo disminuya su contratación de humanos, por ahora, no puede estar sin ellos”, cita a Dean Baker, economista de la Universidad de Utah.
Señala Simon que ni las industrias que están muy automatizadas, trabajan sin humanos. “Las automotrices de Estados Unidos cerraron no porque sus robots puedan contagiarse del Covid-19, sino porque los humanos, sí. Como señalo arriba, Tesla no quería cerrar y mandar a descansar a sus diez mil trabajadores, porque “considera necesaria su función”. La empresa fue cerrada por orden judicial, pero quedó claro que ni con tanta robotización, puede estar sin humanos.
Todas las actividades que dependen de que la gente acuda a esos sitios están enfrentando problemas, ya que la “sana distancia” está imponiéndose. Amazon está contratando gente porque su sistema de ventas es por entrega a domicilio, pero lugares como restaurantes, bares y hoteles han cerrado. “4.6 millones de personas podrían perder sus trabajos en la industria de los viajes. Hay una razón por la que usted no ve muchos robots trabajando de barman, bueno, dos razones: los robots no igualan nuestras cualidades manipuladoras y nadie acude a un bar para conversar con una máquina. Incluso, aunque Silicon Valley ha estado obsesionado últimamente con que robots hagan pizzas, café y hamburguesas – básicamente, restaurantes en donde usted no es interrumpido con molesta interacción humana –, bastantes han fallado aun antes de la crisis del Covid-19”. Sí, eso muestra lo ineficientes que son los robots aún para esas tareas tan relativamente simples.
Cita Simon nuevamente a Carpenter, “Sabemos que los robots son excelentes para ciertas cosas ahora, como trabajo repetitivo. Y eso lo pueden hacer para siempre. Pero lo que no es tan grande es lo que sea que tenga que ver con un contexto centrado en lo humano, un contexto cultural”. Cita como ejemplo que quizá nunca se pueda automatizar a los trabajadores de la salud, como doctores y enfermeras, “quienes en estos momentos están trabajando hasta quedar exhaustos y enfermando muchos”. No se puede tratar a los pacientes como objetos inanimados. No podríamos pensar en que un robot cambiara las sábanas o los pañales de enfermos. Si lo hiciera, sería con rudeza y quizá hasta podría matarlos. Agrega Carpenter que “Ya sea físico o emocional, la gente necesita sentir que su dolor es escuchado, que su implícito sufrimiento es explícito y que les retribuyen esa situación”. Es cierto, pues basta ver la interacción que se tiene en un hospital con un doctor o con una enfermera, por más insensibles que sean. Eso no podría proporcionarlo una máquina, al menos por ahora. Por esa razón, señala Simon, “no deberíamos automatizar otros trabajos particularmente sensibles, como trabajo policiaco y la educación”.
Por desgracia, es el uso militar en lo que más se está aplicando la robótica y la IA, pues allí, a los diseñadores no les importa que haya una ética bélica, no, la máquina simplemente debe de matar, como los drones que incursionan en territorio enemigo y matan, sean soldados o civiles – daño colateral –, como ha hecho el ejército estadounidense desde hace años (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2012/05/estados-unidos-asesina-civiles.html).
Dice Simon que ni siquiera se sabe si se podrán hacer robots que pudieran ser eficientes para las cuestiones médicas. “En Italia, trabajadores médicos con sobrecarga de trabajo han estado haciendo decisiones difíciles, priorizando a los que pueden salvarse. ¿Pero usted confiaría a una máquina la tarea de decidir quién vive y quién muere? Bueno, ni siquiera hemos podido configurar bien un algoritmo para los autos autónomos, que pudiera tomar buenas decisiones sobre seguridad y eso nada tiene que ver con el problema mucho mayor del Covid-19”.
Ejemplifica, citando a Carpenter de nuevo, con el dilema del tranvía, que si va en una vía en donde hay cinco personas en un carril y si se cambia al otro, en donde hay sólo una persona. “Es ese problema, pero millones de veces aumentado”, dice Carpenter. No puede dejarse a una máquina decidir en cosas tan importantes. Y es lo que se está viendo actualmente. Probablemente una máquina decidiría que sería mejor que se murieran todos los enfermos, con tal de, por ejemplo, economizar recursos, si fuera una prioridad de su programación.
Estamos lejos, en realidad, de que se creen robots como aquéllos replicantes mostrados en la cinta  “Blade Runner”, de 1982, dirigida por Ridley Scott, en donde son tan perfectos, que ni se diferencian de humanos. Pero está claro que para que eso suceda, tendrían esos robots que pensar por sí mismos. No sólo eso, sino como ha declarado Stuart Russell, pionero de la IA, se necesita una “industria de valores”, bajo los cuales actuaría la IA, que, señala aquél, permita a un robot tomar una decisión ética, no sólo lógica. Ilustra su punto con el ejemplo de un robot cocinero, cuya tarea fuera siempre tener lista la comida. Si se acabara la comida del refrigerador, podría disponer del gato de la familia para cocinarlo, con tal de cumplir su tarea. Tomó la decisión lógica, pero no la correcta. Así sería en la cuestión de la salud (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2015/08/inteligencia-artificial-otra.html).
Hay algunos intentos por hacer robots que laboren en hospitales, como Tug, que reparte medicinas, deslizándose sobre ruedas, pero “es sólo una herramienta que libera a las enfermeras de ese pesado trabajo de andar repartiendo medicamentos y las libera para que pueda interactuar con los enfermos”. Además, técnicos de la empresa constructora lo supervisan las 24 horas del día, “para cerciorarse que no falle”. O sea, el elemento humano es imprescindible (ver: https://www.youtube.com/watch?v=MLZMAW9lqXE).
Concluye Simon diciendo que no se puede sobrevalorar a los robots y la IA y subestimar a la gente que nos está liberando de la pandemia en estos críticos tiempos. Creo que es muy claro eso.
Mencioné arriba que ni siquiera se ha logrado hacer un algoritmo que realmente haga eficientes y, sobre todo, seguros, a los transportes autónomos, principalmente los camiones de carga, como a los largos y pesados tráileres. Un artículo del portal digital Gizmodo, firmado por Erik Shilling, titulado “The failure of this self-driving truck Company tells you all you need to know about self-driving vehicles” (El fracaso de esta empresa de camiones autónomos le dice a usted todo lo que necesita saber sobre vehículos autónomos), señala que la combinación de una inversión a muy largo plazo, con la falta de un software plenamente seguro, que no falle ante imprevistos, hacen que los autos autónomos no sean rentables, ni siquiera algo que esté muy cercano (ver: https://jalopnik.com/the-failure-of-this-self-driving-truck-company-tells-yo-1842417033).
La empresa Starsky Robotics es una empresa de transportes autónomos que fue la primera en operar un tráiler autónomo en una autopista. “Ahora está cerrando y su cofundador tiene algunas cosas honestas y sensibles qué decir sobre la industria, lo que es inusual, pues esa industria está llena de charlatanes. Stefan Seltz-Axmacher cofundó Starsky hace unos cuatro años, llegando a equipar una flotilla de tres tráileres con equipo autónomo, con lo que podían transitar por estacionamientos para transportes y, una vez, catorce kilómetros y medio por una carretera de Florida”.
Pueden parecer modestos esos logros, dice Shilling, pero eso fue porque la empresa insiste mucho en la seguridad, la “que no es popular con los inversionistas”.
Seltz-Axmacher dijo que mientras en su empresa la seguridad era prioritaria, otras compañías han estado avanzando en “cosas interesantes”, como que un tráiler autónomo pueda cambiar de carril por sí solo y otras cuestiones, que les interesan más a los inversionistas.
Y como esos inversionistas han estado metiendo dinero desde hace varios años, se hartaron y ya “quieren resultados”. Y consideran que “más seguridad” no es prioritario. Se ve su egoísmo, que su interés está únicamente en los resultados, en que esas inversiones rindan frutos. No importa si esos camiones autónomos son o no seguros, lo importante es que carguen cientos de toneladas de lo que sea. Ya, si sufren accidentes, no será su problema (ver: https://www.wired.com/story/investors-hit-brakes-automotive-startups/). 
Esos contratiempos son los que contempló Seltz-Axmacher, y son los que también lo desanimaron, pues trabajar en los detalles para brindar mayor seguridad, es más costoso y en eso, no quieren meter más dinero los inversionistas. “Concluyo que es un gran problema para la industria, ya que lograr que una máquina sea tan buena, al menos, como un humano requerirá billones y billones de más dólares para invertir y varios años de seguir probando. Y ahora que las firmas de capitalistas aventureros están al tanto de este hecho, es muy probable que empresas como Starsky, ya no tendrán oportunidad”.
Eso lo dice con fundamentos, pues le negaron un préstamo crucial en noviembre del pasado 2019. El mayor obstáculo, señala Seltz-Axmacher, es que el software de esos transportes no es inteligencia artificial en acción, sino “una sofisticada herramienta de reconocimiento de patrones”. En efecto, han fallado los autos Tesla conducidos con el “piloto automático”, debido a inesperados contratiempos (ver: https://www.vox.com/recode/2020/2/26/21154502/tesla-autopilot-fatal-crashes).
Así que, concluye Shilling, no se ve que estén prontos los autos autónomos a actuar por sí solos. Un problema adicional se dará cuando haya un accidente, quién sería el responsable, la empresa que operara los camiones autónomos, la del software, la de los mecanismos robóticos… así como cuidan el dinero, seguramente unas culparían a las otras.
Muchos analistas predicen que tendrían que hacerse carreteras especiales para vehículos autónomos, totalmente libres de cuestiones inesperadas, tales como animales cruzando o deslaves, pero no es eso lo que se espera de un vehículo autónomo. Lo que se pretende es que se conduzca cual una persona lo estuviera manejando, que tuviera capacidad para decidir hasta para salvar vidas.
Justamente como ahora sería deseable, que vehículos autónomos y robots se encargaran de paliar la crisis, que nos aseguraran que ellos se harían cargo de todo, mientras nos la pasamos encuarentenados muy a gusto.
Pero esa sería una ideal situación, más propia de la ciencia-ficción.
Por lo pronto, debemos de seguir indicando a los robots qué hacer, al igual que lo que debe de pensar la IA.
Y así, no se trata de verdaderos avances. Así que no nos sigan engañando con que los robots y la IA están aquí para “quitarnos nuestros empleos”.
La verdad es que, al menos por ahora – y por muchísimos años más –, los robots nos necesitan para estar allí y la Inteligencia Artificial, para que le ayudemos a pensar.