miércoles, 29 de noviembre de 2023

Gaza, convertida en infierno por los genocidas judíos

 

Gaza, convertida en infierno por los genocidas judíos

Por Adán Salgado Andrade

 

La ofensiva y el resultante genocidio cometido por los judíos contra Gaza, no tiene comparación. La parte que han destruido, el norte, consideran los propios palestinos que no ofrecerá condiciones habitables si no se reconstruye. Y para que eso suceda, pasarían décadas, además de que se requeriría mucho dinero, que no tienen aquéllos (ver: https://apnews.com/article/palestinians-gaza-israel-bombing-destruction-hamas-reconstruction-f299a28410b70ee05dd764df97d8d3a0).

Los estragos sociales y económicos son inmediatos y casi permanentes. No hay ya un futuro para la mayoría de los palestinos, sean de cualquier edad o condición (particularmente para niños y adolescentes, nada depara el futuro, a menos que una masiva ayuda internacional los auxilie, económica y psicológicamente, tanto a ellos, como a sus padres, si es que todavía los tienen. El conflicto ha dejado más de quince mil asesinados, casi la mitad niños, cuyos restos de la mayoría están bajo miles de toneladas de escombros. Y ni pensar en darles digna sepultura Ver: https://apnews.com/article/israel-palestinians-gaza-buried-rubble-airstrikes-89c0e8d0934d573d94d2fbfeba44d933).

Para los sobrevivientes, muchos expresan que mejor hubieran muerto, especialmente los que perdieron propiedades y hasta familias completas. Y todos tienen sus particulares historias de desesperanza y de no saber qué les deparará la vida cuando el genocidio termine. Sólo imaginen, sin casa, sin familia, sin una ciudad que funcione, ni vivir allí será posible (los judíos han destruido toda la infraestructura. No hay agua, electricidad, drenaje, comunicaciones, hospitales, escuelas y cientos de edificios fueron destruidos o se siguen bombardeando… “es un desierto lunar”, como la describen los analistas y periodistas).

Los dramas personales, pueden reflejar los de la mayoría. La agencia Associated Press pudo contactar a cuatro palestinos, para saber cómo están tratando de sobrevivir en lo que queda de Gaza Norte, temiendo, en cualquier momento, también morir a causa de un bombardeo judío o por enfermedad, pues las que se desatarán, matarán a más palestinos, que la guerra misma, por falta de hospitales y condiciones sanitarias adecuadas (ver: https://www.jornada.com.mx/2023/11/29/mundo/025n2mun).

Son las historias de tres hombres, uno, trabajador de la ONU y los otros dos, uno escritor y otro, periodista. La otra historia es la de una mujer, de la que se tuvo recuento de lo que le sucedía, hasta hace unos días, “en que nada más se ha sabido de ella”. El artículo “Gaza se encoge para palestinos que buscan refugio. Cuatro historias ofrecen una mirada a un mundo disminuido”, firmado por la periodista Sarah El Deeb, ofrece, en efecto, un vistazo en la vida de los cuatro palestinos mencionados, que ella ha podido seguir a partir de correos o mensajes por WhatsApp, que se han visto obstaculizados mucha veces por la falta de electricidad o porque han sido destruidas o bloqueadas las  frágiles instalaciones de comunicaciones en Gaza (ver: https://apnews.com/article/palestinians-israel-airstrikes-gaza-hamas-war-702f447ff7e52b03476555ec2513008b).

Abren el trabajo varias fotos, mostrando a los protagonistas, a los intensos bombardeos y a las condiciones tan precarias e insalubres que están sufriendo los que están viviendo en campos para refugiados, los que están formados por carpas (casas de campaña), alineadas, sobre suelos terrosos, con pocas instalaciones sanitarias (pocos baños, falta de agua potable, falta de electricidad… ).

“El mundo ha encogido para los palestinos, que ahora buscan vivir en donde se pueda, sea un hacinado refugio, un departamento destruido, un auto o en los corredores de algún hospital. Más de dos millones de personas viven en un área de unos 11 kilómetros de ancho, por 45 de largo, y las tropas judías han invadido el tercio que está en el norte. La mayoría de los palestinos se han apiñado en lo que queda. Israel dice que quiere acabar con Hamas y ha matado a más de 15 mil palestinos, 70 por ciento de los cuales han sido mujeres y niños. Son más muertos de los que ha dejado la invasión de Ucrania durante 18 meses”, dice El Deeb.

Apiñados antes del actual genocidio, de todos modos los palestinos vivían aceptablemente bien. Tenían esperanzas de un mejor futuro y eso se acabó. Era así para Hosein Owda, quien, milagrosamente, tiene a su esposa y tres hijos, uno de ellos, un niño de apenas un año de edad (quien, a pesar de ser tan pequeño, seguramente llevará en su inconsciente todos los actuales horrores de la carnicería).

El es trabajador de la ONU, que ya, ahora, hasta ha debido de compartir un campo de refugiados, lo cual él, antes coordinaba para los refugiados de otros países. “Yo mismo ya me he convertido en un refugiado, junto con mi familia”, dice.

Irónicamente, el día que Hamas lanzó su cuestionable ataque (algo que no puede entenderse sin tener presente toda la historia de humillaciones, invasiones, destrucción, muertos… que los judíos han ocasionado por décadas a los palestinos), se iba a cambiar a un nuevo departamento, muy amplio, cómodo, con todo lo necesario. No pudo hacerlo, pues la invasión judía comenzó de inmediato, “Me enteré que mi nuevo departamento, fue destruido. Tenía años ahorrando y fue con lo que pude dar el enganche. Y mi sueldo, me permitiría irlo pagando. Ahora, todo eso, se acabó, ni dinero, ni departamento… ¡ni futuro!”, dice Owda, apesadumbrado. Pero él, al menos, por ser trabajador de la ONU, tiene su salario seguro. No así la mayoría de los gazatíes, que no saben qué será de ellos.

Las cosas terribles que vivió fue la de que no pudo ayudar a un amigo que buscaba a su hija, la que había sido arrojada de una ventana por un bombardeo. “Me sentí basura, pero es que estaba ayudando a evacuar a mi propia familia”, dice Owda, tratando de justificarse.

No tiene que hacerlo, supongo, pues en casos así la gente procura salvar a sus más cercanos, pues es cuestión de vida o muerte.

“Ahora, Owda y su familia están entre los 22,000 palestinos apiñados en un centro vocacional de Khan Youris. Hay sólo 24 baños – más de 900 personas por cada uno –, pero nada de camas o colchones o agua potable. Y los números de los que allí se refugian siguen incrementándose rápidamente. Su esposa, sus tres hijos y otros seis parientes, comparten un salón de tres por tres metros. Owda duerme en su carro, que también salió dañado. ‘Es una lucha por las cosas más básicas que se requieren para vivir. Si usted quiere bañarse, es un sueño lejano’, dice Owda”.

Y el 29 de octubre, supo que el campo de refugiados Jabaliya, en la ciudad de Gaza, había sido bombardeado por los judíos. “Me tomó algunas horas confirmar lo que temía, que nueve familiares fueron asesinados allí, incluyendo a mi tío, mi tía y sus tres hijos”, dice Owda, las lágrimas brotando de sus ojos.

Como ven, no sólo es infernal vivir así, sin condiciones sanitarias dignas, sino temer en si serán los siguientes asesinados por un infame bombardeo judío.

Muchos de sus parientes y amigos han muerto y ya todos los palestinos viviendo en Gaza saben de amigos o familiares que han sido asesinados por los bombardeos. Owda ha perdido 20 kilogramos en un mes. Su buen humor ha desaparecido y ahora sólo es un hombre vacío, incapaz de decirles a sus tres hijos que ya no tienen hogar. “Han matado a varios colegas, unos 108, y los trece mil empleados para la ONU que somos, estamos muy consternados, tratando de sobrevivir nosotros mismos, cuando que antes coordinábamos la ayuda para los refugiados de Gaza, que eran la mayoría de los que vivían aquí. No tenemos esperanzas. Nos tratan como animales, nos dejan sin comer. Si quieres domar a un animal, no le das de comer. ¡Eso están haciendo con nosotros!”, dice Owda en una de las grabaciones que recibió la reportera, escuchándose el ruido de explosiones, por otro bombardeo que tuvo lugar en ese momento, muy cerca del campo de refugiados.

Como ya señalé, eso no es una guerra, es una carnicería en donde la ventaja militar de los judíos es más que evidente. Y todavía, cínicamente, Estados Unidos (EU), su esbirro-aliado, les ha concedido “ayuda militar” por $15 mil millones de dólares. ¡No es posible que haya contribuido EU así a la matanza!

Otro sobreviviente, hasta ahora, es Asaad Alaadin, escritor de cultura, artes, literatura y la dinámica social y las protestas que los palestinos de Gaza acostumbraban realizar hasta antes del brutal ataque.

También se ha comunicado por textos o mensajes de voz por WhatsApp con El Deeb, “y siempre se han escuchado estallidos en todos sus comunicados”.

Por fortuna, como su esposa estaba estudiando una maestría en Canadá, ha estado fuera de peligro. Pero no así su extensa familia. “Nos reunimos todos los parientes en Gaza, para decidir si nos manteníamos unidos todos allí o nos separábamos. La opinión de mi madre ganó, así que optamos por separarnos, pues si mataban a algunos, que los otros siguiéramos vivos”, dice Alaadin.

Como acostumbra documentar todos los acontecimientos, grabando videos y transmitiéndolos, en los sitios en los que se estuvo refugiando previamente, le pedían que no lo hiciera, “por temor a que los pusiera en peligro”. De todos modos, ha seguido usando mensajes de voz, documentando atrocidades como la de un camión con muchos desplazados que fue bombardeado “y que los judíos y Hamas se culpan mutuamente de haberlo hecho”. “¡Ahí estaba el camión y, de pronto, fue alcanzado por un misil. Y, enseguida, sólo ves partes de cuerpos regados por todos lados. Fue espantoso, terrible! No nos está matando Hamas, nos están matando los militares judíos”, dice, con voz entrecortada, en sus mensajes de voz. “Por muy malo que fuera un ataque judío, siempre se respetaba Gaza y por eso nos refugiamos, al principio, allí, pero ahora, no. Los judíos la han destruido por completo”, afirma Alaadin en otro mensaje.

Han sobrevivido su familia y él, como pueden, comiendo un poco de pasta, frijoles o lentejas, “y es difícil conseguir comida, pero es más fácil que un misil te dé y te mate”, afirma.

Lo peor son los apagones de comunicaciones, “pues quedas a la deriva, sin saber nada de la guerra o de tus parientes”. También sobrevive en el mencionado campamento de Khan Youris. “¡Están encogiendo a Gaza. No es posible vivir así”, dice el escritor de 33 años, a quien nada le depara el futuro. Quizá pueda reunirse con su esposa en Canadá. Podría ser una opción y sería de los pocos afortunados en tenerla.

Otro dramático relato es el del periodista Salem Elrayyes, quien documentaba sobre el urbanismo vertical en Gaza, con tal de que más gente, pudiera vivir allí. Al principio, no podía creer la acción de Hamas que, por unas horas, se había apoderado de comunidades israelís. “Pero vino el desquite y ha sido un infierno. Buscando cómo sobrevivir, cuidando de mis hijos y mi esposa y tratando de informar de lo que ha estado sucediendo en esta masacre. Tuve que llevar a mis padres a un campamento, en donde hay diálisis, pues mi madre las necesita, tres veces por semana, y sólo le pueden hacer dos. La veo muy mal ”, dice a El Deeb por un entrecortado mensaje de voz. Lo ha hecho desde un refugio para periodistas, de los cuales, 46 han sido asesinados, tres de ellos amigos, de Elrayyes. También ha sufrido pérdidas de familiares y amigos asesinados por los infames bombardeos. “Hay poca comida.  A veces, sólo un pedazo de pan hemos podido comer”. Los bombardeos han destruido 13 panaderías, y sólo quedan nueve que apenas si subsisten y quizá sólo les queden días para hacer pan, pues escasea todo, agua, harina, leche, huevos.

“Si matan a mis hijos, no sentiré ya ninguna conexión con Gaza”, afirma, decidido. Sólo esperemos que logren salir vivos de ese holocausto genocida.

La otra historia es la de Ayah Al-Wakeel, una abogada que ha luchado por mejores derechos y condiciones para las mujeres, sobre todo, ante los tribunales, en donde son más favorecidos los hombres, que ellas (así es en los países musulmanes, las mujeres son muy humilladas y discriminadas).  

Es el más dramático relato. Dice que sus abuelos recuerdan cuando en 1948, fueron echados de lo que era parte de Palestina (lo que llaman Nakba, que significa catástrofe), y que ahora es Israel. “Cuando comenzó esta ofensiva, nos dijimos que estaríamos juntos y que no nos iríamos, no dejaríamos nuestro departamento. Pero luego comenzaron a bombardear sobre nuestro edificio, y se hacían unos como anillos de fuego. ¡Sobrevivimos de milagro y mejor decidimos dejar todo atrás. Mi papá está semiparalítico por su enfermedad. Lo tuvimos que sostener entre cuatro, aunque no quería, pues nos pedía que lo dejáramos morir y le dijimos que ‘no, o sobrevivimos juntos o nos matan juntos’. Y nos hemos refugiado en tres hospitales y de los tres, nos han ordenado que los desalojemos. No sabemos a dónde ir”.

Dice que para no ir tanto a los “asquerosos” baños, toma poca agua y, por fortuna, tuvo su periodo cuando todavía gozaba de algo de privacidad. Muchas palestinas, dice El Deeb, han buscado anticonceptivos, con tal de retrasar sus periodos, pues con tan malas instalaciones sanitarias, sería una complicación extra. “Mi hermana me escribió, pidiendo a Alá, que le venga la menstruación, luego de que termine la guerra. Pero, me pregunto, ¿cuándo terminará esta masacre?”.

“Me quiero colapsar, pues no aguanto más esto. Pero ni para eso tengo fuerzas”. Y desde el siete de noviembre, que militares judíos tomaron el hospital Shifa, “no he sabido más de Al-Wakeel. Su último mensaje fue para un muy querido amigo, fuera de Gaza, al que escribió ‘te extraño’”, dice El Deeb.

Ojalá sólo sea que haya tenido un problema de comunicación y que la antes entusiasta abogada, no abulte la suma de asesinados por lo genocidas judíos.

En un artículo aparte, firmado por Samya Kullab y Najib Jobain, titulado “Hace dos semanas, ella estaba saliendo adelante. Pero ahora, una madre que era de la clase media, se esfuerza sólo por sobrevivir”, se da otro dramático recuento, el de Yousra Abu Sharek, una brillante estudiante que se graduó con una licenciatura en ingeniería en la Universidad de Oregón, EU, hace poco (ver: https://apnews.com/article/isreal-palestine-gaza-dreams-war-24f139484879b0f388e864c6463d7e8e).

Abu Sharek, de 33 años, tiene dos hijos, uno de 10 y otro, de cinco años. Ni imaginar cómo van a quedar de traumados esos pequeños con esta barbarie.

“Estaba muy contenta de regresar a Gaza, pues me gradué y conseguí un buen trabajo. Pero vino la guerra y ahora sólo busco sobrevivir, junto con mis dos hijos. Me formo diario en la fila de la panadería, para conseguir un pan con qué comer. Y en las noches, la obscuridad se apodera de nosotros, temiendo si moriremos por un bombardeo, de los que se escuchan constantemente”, dice en un mensaje de voz, en desesperado tono.

Comparten su esposo, sus dos hijos y ella, una casa en Khan Youris, junto con otros 70 parientes. “Sólo tenemos un baño para todos, debemos de racionar el agua (un vaso diario) y la comida (frecuentemente, sólo una porción de pan). Pero creo que estamos mejor que en el refugio en donde está mi madre enferma”.

Su madre, sobreviviente de cáncer, tiene una condición intestinal, por lo que debe de usar mucho el baño. “Eso es imposible en el refugio. Le toco la puerta del baño a la persona que esté allí, para que le deje usar el baño. No puedo hacer más por ella. Me siento inútil, no puede usted imaginarse por lo que he pasado”.

Dicen las reporteras que había una clase media que salía adelante, a pesar de tantos ataques, bloqueos y más infamias que han impuesto los judíos. “Tenían casas propias, confortables, negocios, bungalós en la playa y mandaban a sus hijos a colegios prestigiosos para que recibieran buena educación. Pero ahora eso se ha esfumado y sólo tratan de sobrevivir en hacinados refugios, orando, pidiendo a Dios no morir en un bombardeo”.

“¡Hace un mes, tenía grandes sueños, pero ahora esto es la peor de mis pesadillas!”, declara la ingeniera.

Como casi todos, tampoco ya ve un futuro en Gaza.

Muy maléfico plan el de los genocidas judíos. Con la destrucción de media Gaza, seguramente esperan que la mayoría abandonen ese mutilado, destruido territorio, para ocuparlo y extender su, también, reducido país (más bien, enclave neocolonial).

Así que esos son unos cuantos ejemplos, pero suficientes, para entender lo que hasta ahora están sufriendo los palestinos a manos de los genocidas judíos. Y esto, llamarlos genocidas, no es antisemitismo (como han querido declarar los mafiosos judíos en el poder, junto con los supremacistas, que cualquier crítica que una personalidad emita contra ellos, es tomada como absurdo antisemitismo).

Y, como dije antes, quién sabe si al final, los descritos sobrevivientes lleguen vivos al concluir los intensos ataques que el corrupto, carnicero Netanyahu dice que seguirán hasta “borrar del mapa a Hamas”.

Con su sangrienta, excesiva venganza, está borrando del mapa a todos los palestinos.

¡Maldito sea ese imbécil, mafioso, desgraciado sediento de venganza!

 

Contacto: studillac@hotmail.com  

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Casas mal hechas y caseros violentos en Inglaterra

 

Casas mal hechas y caseros violentos en Inglaterra

Por Adán Salgado Andrade

 

Cuando se adquiere una casa nueva, sobre todo las de interés social que se consiguen con créditos del INFONAVIT o el FOVISSSTE, edificadas por inmobiliarias a las que sólo les importa ganar lo más posible, ofreciendo un producto pobre en calidad, los defectos constructivos son comunes y no se requiere ser experto para detectarlos. Por ejemplo, tuberías que gotean o mal puestas (el agua caliente conectada al inodoro), grietas en pisos y paredes, puertas de muy corriente material (aglomerado), mal pintadas, ventanas que no cierran bien, acumulación de mezcla en algunos lados, malos terminados (debajo de los lavamanos o tarjas, por ejemplo), goteras en el techo, que salen a la primera lluvia…

No sólo eso, sino que el nuevo dueño debe de colocar, por su cuenta, cosas como clósets, protecciones a ventanas y puertas, pisos… claro, si la casa va subiendo en precio, esos “extras” se van incluyendo, pero a costos exorbitantes, así que conviene más que dicho dueño los coloque por su cuenta, pues, de todos modos, los que se ofrecen como parte del precio de la casa, son de materiales muy corrientes (como los mencionados clósets hechos de aglomerados y que no están bien cuadrados).

A veces, conviene más adquirir una casa usada, pues está mejor construidas y lo malo que tenga, el dueño, si es honesto (que, en general, lo es), comenta sobre los problemas que tal casa tenga (alguna tubería en mal estado, el calentador que ya no funciona, goteras o que hace falta pintura…).

Tener una casa no es un lujo, finalmente, es una necesidad, cada vez más y más alejada de los sectores populares, principalmente, que se la pasan rentando en donde sea y lo más barato posible. En el capitalismo salvaje, las necesidades básicas sólo se pueden satisfacer siempre y cuando se tenga dinero para adquirirlas.

Bien, y uno pensaría que las casas nuevas tan defectuosas a las que aludí, sería un problema propio de un país pobre y subdesarrollado como México. Pero no es así, pues nada menos que en Inglaterra, supuesto país “rico y de primer mundo”, el problema de casas mal hechas hasta se aprecia más grave que lo que sucede en México, en donde el oficio de albañil está muy extendido y es fácil encontrar uno que trabaje bien (que deje los muros bien derechos, por ejemplo). No así en Inglaterra, en donde el problema de casas mal hechas es cada vez más grave. Es lo que expone el artículo de The Guardian, titulado “Tejas agrietadas, tuberías goteando, paredes desplomadas. ¿Por qué las casas nuevas en Inglaterra están tan mal hechas?”, firmado por Oliver Wainwright, quien nos introduce a su sorprendente nota con que “comprar una nueva propiedad estos días, frecuentemente es menos la casa de ensueño y más una pesadilla. Con las constructoras y sus accionistas ganando bastante, ¿cómo es que muchas nuevas edificaciones son regulares?”.

Una cómica ilustración de una casa toda chueca, al igual que sus paredes y ventanas, una tubería chorreando agua, la puerta del garaje desprendida, charcos en el jardín, abre el artículo.

Comienza Wainwright refiriéndose al trabajo de Orlando Murphy, un preocupado influencer que antes se dedicaba a la construcción (teniendo que ocultar él mismo las múltiples fallas de las constructoras) y que ahora filma el mal estado de construcciones nuevas durante su edificación o cuando son entregadas y las sube a su TikTok, para denunciar las porquerías, como él las llama, que hacen las constructoras. En uno de los videos, puede verse cómo un cancel de aluminio y vidrios de baño con puerta, como excedió la altura, rompieron el plafón superior para colocarlo. “¡Eso es ridículo, tremendo!”, exclama Murphy, mientras su amigo se lo muestra por cámara, la abertura mal cortada que hizo quien colocó ese cancel, propia de alguien que sólo improvisó esa “solución” al tamaño excesivo de dicho cancel (ver: https://www.tiktok.com/@newhomequalitycontrol/video/7297672446486891809?lang=en).   

En otro, muestra a miles de moscas que andan por todo el techo de madera y láminas (al parecer, es lo que se usa allá, techos construidos con madera, láminas y tejas, a dos aguas, no los colados que aquí en México empleamos, lo que hace más delicado el trabajo allá), burdos terminados en tuberías conectadas “propios de Halloween”, exclama Murphy, puertas chuecas, que no coinciden en su cerradura, tornillos sueltos, cable pegado a la madera con grapas, “¡¿cómo es posible que lo pequen con grapas?!, ¡es ridículo!”, vuelve a exclamar, consternado. Y un lavabo desplomado casi dos centímetros (ver: https://www.tiktok.com/@newhomequalitycontrol/video/7296218524211612961?lang=en).

En otro video, reporta Murphy un grave caso de un garaje. Columnas de supuesto soporte extra, colocadas a la mitad de las dos paredes longitudinales ¡están sueltas! “¡Éstas, podrían matar a un niño, si se desprenden y caen!”, exclama, mientras pasa una regla entre tales columnas, hechas de tabiques, y los muros, ¡están totalmente sueltas! Ni aquí he visto fallas tan brutales y peligrosas. Los muros están desplomados, las tuberías del agua y del gas, no están bien aisladas. “Y el comprador que adquirió esa casa, reportó esas fallas a la constructora y le dijeron que estaba todo bajo control, sin problema”, dice Murphy, irónico (ver: https://www.tiktok.com/@newhomequalitycontrol/video/7293925591185722657?lang=en).

“Las constructoras temen cuando Murphy llega con nivel y reglas, pues saben que él sacará todo lo mal hecho que hay en casas que se están construyendo”, dice Wainwright”. “Sí, busco mosaicos agrietados, goteras, paneles de la fachada sueltos, tuberías que gotean. Las cosas que se ven son realmente terribles”, dice Murphy. Es parte del equipo de la corporación “Control de Calidad de la Nueva Casa” (NHQC, por sus siglas en inglés), una empresa profesional que “persigue a los constructores tramposos por todo el país”. Y no es la única empresa, pues en recientes años, han surgido otras, también dedicadas a vigilar a los malos constructores. Son grupos tales como Taylor Wimpey-Unhappy Customers, DO NOT BUY a Persimmon Home y David Wilson Homes Hell, entre otros.

Señala Wainwright que eso no debería de ser, más ahora que las constructoras han superado la crisis y sus ganancias, así como las de sus accionistas, están en su máximo posible. “Antes de la crisis financiera del 2008, los constructores ingleses obtenían una ganancia neta por casa de £30,000 libras. Para el 2017, se duplicó a más de £62,000 libras, con los dividendos entregados a accionistas incrementándose de £400 millones de libras a £1,800 millones, siendo más que una recuperación, un gigantesco margen de ganancia. En una reciente encuesta, realizada a los 50 mayores constructores, el alza accionaria fue de 25 por ciento y los márgenes de ganancias se incrementaron más de un tercio, siendo Persimmon la más beneficiada, alardeando ganancias de más de mil millones de libras”.

Y ni por eso, como dice Wainwright, pueden hacer bien las cosas.

De hecho, por el artículo y tantas denuncias, Persimmon , como siempre dicen y se excusan, afirmó que “estaba comprometido en construir bien y que ofrecía una disculpa a los clientes que enfrentaban problemas. Algunos problemas son nuestros, pero otros, no. Sin embargo, trabajaremos junto con nuestros clientes, para resolver todos sus problemas”, prometió.

Platica Wainwright los casos de algunas personas que, en lugar de la casa de ensueño, fue una pesadilla. Como el de Karl Jennings, quien adquirió una casa de Persimmon. Cuando entró por primera vez, tenía una mancha el piso de la cocina, que se fue extendiendo, pues era humedad. “Todo se llenó de hongos, y los que fueron a revisar, no sabían qué era. Las paredes, estaban desplomadas y muchos otros problemas”. Persimmon tuvo que reconstruir toda la parte trasera, tres cuartas partes de un lado y una cuarta del frente, “y la puerta de entrada, es la cuarta, pues las otras se hinchan y no cierran”.

Dice Wainwright que, en este caso, la constructora respondió, pero en otros, hay una garantía limitada y en cuanto la gente ve los defectos, es muy tarde para reclamar. “Las constructoras no se hacen responsables y dicen que es por descuido del propietario”.

Sólo imaginen, ¡es una casa nueva, carísima, a crédito, no una que tenga años de abandono! “Si usted compra un auto nuevo y le sale defectuoso, usted se queja con la automotriz y ésta se vería afectada por la negativa publicidad, en caso de que no le atendieran la queja. Pero con una casa, nadie asume la responsabilidad”, dice Wainwright.

De acuerdo a su análisis los problemas se deben a cinco cosas principales. El primero, es que las constructoras anteponen sus ganancias a las necesidades de la gente que adquiere sus casas mal hechas. “Es más importante el estado de ganancias que entregan a los accionistas, que las fallas que puedan tener sus casas”.

El segundo problema es la falta de trabajadores cualificados. “La mayor parte de los albañiles no están entrenados y van aprendiendo con la práctica. En Alemania, en cambio, los trabajadores de la construcción deben de certificarse, como si hubieran estudiado una profesión”. Sí, de acuerdo a los videos que Murphy muestra, sólo aprendices o gente borracha, haría muros tan desplomados, pésimas instalaciones o peores improvisaciones para que entre una puerta o un cancel. “Y desde el Brexit, muchos trabajadores que eran bastante cualificados, han sido expulsados del país”, señala Wainwright. Y la Federación de Constructores Certificados, (FMB, por sus siglas en inglés), afirma que cada vez hay menos interés de los jóvenes en dedicarse a la construcción. “Así que sólo se contrata a destajo. Los empleados llegan a colocar una tubería, sin importar si quedó bien o si el siguiente trabajador dañará la instalación, pues nunca ven la casa terminada”. En efecto, si sólo van a hacer su trabajo, no se interesan en cómo vaya a quedar, “y si alguien se los estropea, no les importa en lo más mínimo, pues ya se los pagaron”. Fíjense, y yo habría pensado que ese dicho popular que dice que “músico pagado, toda mal son”, sólo se daba en México.

El tercer problema es que hay una falta total de legislación gubernamental. “El gobierno ha dejado a su libre albedrío a las constructoras, con tal de que éstas resuelvan el problema de las escasez de la vivienda, así que no hay ningún tipo de regulación. Se trato de constituir un Ombudsman de la Construcción, pero poco o nada ha hecho ese puesto”. Y como son los constructores los que aportan hasta 10 por ciento de donaciones a los actuales Tories, más se desentienden éstos. Por ejemplo, resulta que por esas laxas leyes, ahora se ha descubierto que construcciones, como escuelas y oficinas gubernamentales, hechas entre los 1950’s y 1990’s, se edificaron con concreto aligerado (es tan malo que hasta flota en el agua, si se le sumerge), que tiene poca vida útil, veinte años o menos, y ahora se está desmoronando. Fue producto de corrupción y falta total de regulación (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/09/en-inglaterra-entre-los-1950s-y-1990s.html).   

El cuarto problema es que existe un fuerte monopolio, en el que las grandes constructoras actualmente se encargan de edificar más de la mitad de las nuevas edificaciones, siendo que ese porcentaje era de 9 por ciento en 1960, así que son las que determinan lo que se debe construir, “se siguen sus reglas”.

El quinto problema es que los inspectores casi no se ven, “confían en lo que les dicen los encargados de una obra. O van y sólo revisan dos casas de dos mil quinientas y dan su certificación. Y muchas veces, basta con que les envíen fotos, para que den el visto bueno”.

Y seguramente hasta los han de sobornar, con tal de que acepten construcciones con cientos de defectos.

Los compradores quedan totalmente desprotegidos (como sucede aquí. Una amiga, hace años, adquirió una casa en un fraccionamiento de Morelos, en Oaxtepec. Aparentemente, estaba bien, pero comenzaron a surgir problemas de humedad, que la empresa sólo acudía y resanaba la parte deteriorada. Tuvo mi amiga que pagar, por su propia cuenta, para resolver el problema de raíz, que era una tubería oculta que goteaba. Luego, debió de reconstruir toda la pared y cubrirla de mosaico imitación piedra, para darle mayor durabilidad, lo que le resultó bastante caro).

Así que todos esos problemas se conjuntan para hacer casas “terribles y ridículas”, como sostiene Murphy, pues para las constructoras, es más importante su salud financiera y la de sus accionistas, aunque a la gente, literal, se le venga la casa encima.

El otro problema que analizo es el de los caseros violentos, que con prácticas gansteriles, pretenden lanzar a inquilinos y no porque sean morosos, sino porque ya estorban a sus intereses. Son frecuentes los desalojos por la fuerza en la ciudad de México (ver: https://www.animalpolitico.com/sociedad/desalojos-acoso-inmobiliario-casa-cdmx).

Y es algo que también es frecuente y cotidiano en Inglaterra, como expone el artículo “’Han atacado a familias con taladros portátiles’, dice el hombre que platica de caseros fuera de la ley”, firmado por Sammy Gecsoyler, que comienza diciendo que “Ben Reeve-Lewis, de Safer Renting (rentando más seguro), ha visto a caseros criminales cortar la electricidad y amenazar a sus inquilinos, para forzarlos a dejar sus viviendas” (ver: https://www.theguardian.com/uk-news/2023/nov/15/theyve-attacked-families-with-cordless-drills-the-man-taking-on-rogue-landlords).

Gecsoyler se refiera a Ben Reeve-Lewis, cofundador de Safe Renting (rentando seguro), quien desde hace 33 años, se dedica a ayudar a inquilinos que son presa de caseros violentos, criminales, que con prácticas hasta ilegales, tratan de desalojar a aquéllos, de casas o departamentos que estén rentando. “He visto cosas terribles en estos años, caseros sacando pistolas, atacando a familias con taladros portátiles y barras de acero. Soy el que más años llevo combatiendo a caseros arbitrarios”.

El caso más reciente fue de un casero que mandó al hospital a una madre de una hija de diez años con discapacidad. La mujer sufrió un ataque cardiaco por la violenta acción del casero. Y cuando ella estaba en el hospital, el tipo cortó la calefacción. 

“Lo acompañamos para ver directamente la forma en que actúan esos caseros”, dice Gecsoyler.

Como señalé, ninguna diferencia con los desalojos violentos que se dan en México, en donde golpeadores profesionales llegan y, sin mostrar papeles, echan a golpes, patadas y destrozos de pertenencias, a los aterrados inquilinos.

El otro caso que platican es el de un hombre, Thomas, que desde diciembre del 2022, fue avisado por su abusivo casero de que debía desalojar. Pero no ha conseguido departamento todavía. Es la única persona que queda en ese edificio de departamentos. “El casero me hostiga, desde entonces. Se llevó el refrigerador y la lavadora mientras estaba yo trabajando. Viene con su familia y me gritan desde el otro departamento que me vaya. Me separé de mi mujer hace dos años  y mis dos hijas ya no vienen a verme, por lo mismo. Trabajo como conductor y por estar al pendiente de que no me quite más cosas, he perdido miles de libras por salarios  de lo que no he podido trabajar ”. 

Reeve-Lewis le ayudó con una orden que restringe al casero, el cual hasta había llevado albañiles para que tiraran su habitación “y desde entonces, ya está más tranquilo. De todos modos, autoridades municipales revisaron la habitación y dictaminaron que es una pocilga, no apta para ser habitada. “Pero como no tengo a dónde irme, aquí me quedo”, dice Thomas, decidido.

En otro caso, una mujer llamada Anna (Gecsoyler usó otros nombres, tanto en este caso, como en el de Thomas, para que no vayan a tener problemas), también relata y muestra los videos de cómo el casero quiso desalojarlos violentamente, con hombres disfrazados de policías. Uno de ellos golpea varias veces la puerta y al abrirle Anna, le golpea la cara con esa puerta. La mujer lloró, mientras mostraba el video. “Tengo una niña de nueve años, con autismo, y se espanta mucho”. También, en su caso, gracias a una orden de restricción extendida por Reeve-Lewis, obligando al casero a no acercarse a la propiedad, “ya estoy más tranquila y también mi hijita, que hasta rinde más en la escuela”.

Reeve-Lewis dice que antes, en los 1990’s, era más fácil tomar acción contra los caseros, pues actuaban directamente, “sabíamos cuáles eran sus propiedades. Ahora, no es así, pues los representan intermediarios, por lo que no se sabe quién es el dueño y por eso es más difícil actuar”.

Así que vean, ese es el otro drama, de los inquilinos a merced de caseros abusivos, que, además, les rentan pocilgas infectas, carísimas. Y les han subido más las rentas a los pobres que a los ricos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/09/en-inglaterra-las-rentas-para-pobres.html).

Por lo que con casas mal hechas y violentos caseros, difícil creer que Inglaterra se siga considerando un país rico y “desarrollado”, ¿no creen?

 

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