jueves, 19 de septiembre de 2013

Decadencia neoliberal, autómatas-consumidores y represión



Decadencia neoliberal, autómatas-consumidores y represión

Por Adán Salgado Andrade


Hace poco vi la cinta mexicana “Heli”, una cruda reflexión cinematográfica sobre la descomposición social, la violencia, la insensibilidad, el individualismo atroz, el materialismo a ultranza que, entre otros males provocados por el capitalismo salvaje en todo el planeta, azotan, en particular, a México. La historia se centra en una familia que, por adversas circunstancias, cae víctima de la acción de criminales narcosoldados, quienes, muy molestos porque Heli, el personaje principal, les había destruido dos kilogramos de cocaína que un sardo, novio de la pequeña hermana de Heli, había hurtado y escondido en la casa de éste, deciden, los narcosoldados, torturar a Heli y al sardo ladrón. A éste último, lo matan y lo cuelgan de un puente peatonal (la acción es llevada en un estado del país, que puede ser cualquiera, para tal efecto), en tanto que a Heli lo dejan tirado, muy golpeado. Los narcosoldados, cuando un día antes habían irrumpido en la casa de Heli, mataron a su padre y secuestraron a su hermana. Luego de la incompetencia de la “policía” por descubrir a los “criminales” que secuestraron a Heli, a su hermana y mataron al padre de ambos, Heli retoma su vida en la ensambladora de autos en donde trabajaba y en la escena final, ya que la hermana regresa, enmudecida por los abusos a los que fue sometida (eso, se deja a la imaginación), se ve a Heli haciéndole el amor a su mujer y, en la otra habitación, a su hermana, embarazada, cuidando al pequeño hijo de Heli, mostrando ella una cara de sumisa resignación.
Justamente la escena final, esa resignación, es lo que más pasma de la cinta y, lamentablemente, de la sociedad tan indolente y apática en que el capitalismo salvaje ha convertido a la mayoría de los habitantes de este planeta. Uno se pregunta ¿qué debería de suceder para que la mayor parte de la gente reaccione ante el ilimitado y prepotente poder que las mafias en el poder ejercen tan impune y tan impúdicamente? Pareciera no haber respuesta, pero en cambio las imposiciones que tienden a empeorar las cosas en todos los países continúan aplicándose, como dije, ante la indiferencia y la pasividad sociales.
En México, hablando de tales imposiciones, enumeraré las que por estos días del 2013 la mafia priísta en el poder ha estado aplicando, prácticamente sin demasiada resistencia o sólo focalizada por algunos grupos, los más directamente afectados, pero que, no por ello, tales imposiciones no dejan de afectarnos a todos, sino, al contrario, en el cercano y mediano futuro, todo nos pegará.
Esas imposiciones tienen como punto de partida el que se garantice la sobrevivencia del capitalismo salvaje en su cada vez más crónico y decadente existir. Yo la llamaría la fase de la “decadencia neoliberal”. Así, las imposiciones, que no reformas, tienen justo que ver con lo que desde hace años se ha estado aplicando, con tal de arrancar la riqueza social e irla repartiendo entre los pocos cientos de corporaciones que controlan el planeta. Es lo que yo llamo “convenenciero capitalismo salvaje” (ver mi artículo en este mismo blog: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2008/11/el-convenenciero-capitalismo-salvaje.html), el que ha diseñado a lo largo de su existir, particularmente del siglo veinte, experimentos económicos, con tal de continuar con su crónicamente declinante dominio. De esta forma, a veces requiere que la sociedad, a través del Estado, con los impuestos de aquélla, lo “rescate”, tomando el control directo de sus empresas y, cuando ya se fortalece, exige a ese Estado (la mafia en el poder), que se haga a un lado y lo deje actuar libremente. Esto último ocurrió hace más de treinta años, cuando aquí se deshizo la mayoría de lo que se daba en llamar “economía mixta”, cambiándosela por la llamada “economía de libre mercado”, es decir, el neoliberalismo. En dicho proceso, se comenzó a desvalorizar a la mayoría de los sectores económicos y sociales y tuvo lugar una de las mayores concentraciones de la riqueza que han existido en la era capitalista. Además, países atrasados, justo como México, perdieron la oportunidad de desarrollar estatal y socialmente empresas vitales para el crecimiento y bienestar económicos, que en manos privadas, sólo han servido para enriquecer a las corporaciones, la mayoría extranjeras, que se adueñaron a precios de ganga de prácticamente la totalidad de tales empresas estatales o paraestatales (de participación mixta). En muchos casos, esa apropiación ha sido un excelente negocio, como los bancos, que la mayoría son poseídos por firmas extranjeras. Lo mismo ha sucedido con empresas como Telmex, un muy lucrativo negocio para su dueño, Carlos Slim, considerado de entre los hombres más ricos del orbe. Empresas alimenticias han seguido igual camino, con el patético resultado de que cada años importamos más y más alimentos, debiéndolos de comprar a las corporaciones que se hicieron de las agroindustrias que se privatizaron
Así sucedió con la casi totalidad de empresas estatales, habiéndose prometido que “estaríamos mejor” y, al contrario, en México han aumentado los millones de pobres y, en cambio, apenas el 0.17% de los millonarios “mexicanos” concentran casi la mitad del PIB anual, unos 7 billones 742 mil 645 millones de pesos
O sea que el “beneficio económico” obtenido, no se ha reflejado en que el país crezca y progrese económicamente y, al contrario, como dije arriba, ahora hay más millones de pobres y la disparidad social ha crecido con respecto a la época de la economía mixta. Claro que, como ha sido y seguirá siendo, cuando el capitalismo salvaje vuelve a entrar en crisis, es la sociedad, como ya señalé, que con sus impuestos, apropiados por las mafias políticas, lo “rescata”. Se “rescatan” a empresas que no generan las ganancias esperadas, ya sea por las constantes crisis o porque, simplemente, no funcionan.
En México, tenemos varios ejemplos: “rescates” de ingenios azucareros, “rescates” carreteros, “rescates” bancarios (se debieron de “sanear”, por cuenta de nuestros impuestos, claro, para que fueran atractivos a las corporaciones extranjeras que los adquirieron). Quizá en donde se llega a extremos totalmente favorables a las corporaciones cuando quiebran, sea EU, pues en ese país se “rescata” de todo: automotrices, bancos, inmobiliarias… El ejemplo más reciente es que se rescató a la compañía Eastman Kodak, la que, luego del “rescate”, cambió de giro. Es muy común allí que las empresas se acojan a la “Ley de quiebras” y sean, pues, “rescatadas” (http://www.bbc.co.uk/news/business-23952800).
En ese proceso, el capitalismo salvaje va echando mano de lo que sea, con tal de “salvarse” de su extinción.
Justo dicho proceso es lo que está sucediendo en México, con las corporaciones petroleras extranjeras, sobre todo estadounidenses e inglesas, las que están dejando de ser las “primeras” dentro de la industria petrolera mundial y deben de reponer sus “reservas” de crudo. De hecho, no son sus reservas, sino las de los países en donde muy ventajosamente operan, quedándose con la mayoría de las ganancias que obtienen por la explotación y refinación de dicho crudo. Eso se debe a que la explotación petrolera en los países en donde operan no sigue el modelo mexicano de que dicha explotación es tarea única y exclusiva de la nación y, gracias a ello, es que los beneficios son disfrutados, digamos, por completo por la sociedad mexicana, bueno, de lo que la mafia en el poder le deja. Esos beneficios constituyen la tercera parte de los ingresos “gubernamentales” (o sea, los que administra la mafia en el poder).
Sin embargo, los intereses de las depredadoras petroleras son tales, que doblegan a los países en donde operan parcial o totalmente. Aquí, ya desempeñan varias de las operaciones de refinación, que también, hace años, en la época salinista y, luego, zedillista, se “concesionaron” a multitud de empresas extranjeras, dando como resultado, que, en lugar de haber logrado una autosuficiencia en productos tan elementales como las gasolinas, al contrario, cada vez aumentan más nuestras importaciones, y en la actualidad casi el 40% de los combustibles son comprados en el extranjero, sobre todo en EU
Realmente, los beneficios que obtendríamos de la industria petrolera serían mayores si hubiéramos puesto mayor énfasis en la refinación petrolera y sus derivados, pero, como ya dije, son actividades que se dejaron a compañías privadas, principalmente extranjeras, y nosotros seguimos en la condición neocolonial de exportar mayoritariamente crudo, en lugar de derivados de éste. Por ejemplo, no se ha construido una nueva refinería desde 1979 (http://www.jornada.unam.mx/2013/06/30/opinion/019a2pol).
Exportar derivados tendría mucho mayor valor agregado que sólo crudo, pero, repito, la condición neocolonial en que países como EU nos mantienen, ha estancado y, más bien, hecho retroceder la refinación petrolera en México
Lo más grave es que ya no se quieren seguir conformando esas petroleras extranjeras con sólo refinar, sino que ya quieren intervenir en la exploración y extracción de petróleo, tanto por aumentar su producción y, en consecuencia, sus ganancias, así como reponer, como dije, sus reservas. De esa forma, aumentarán también el precio de sus acciones, ya que tales empresas, como toda corporación capitalista, incrementan su valor de acuerdo a que incrementen sustancialmente sus negocios y sus ganancias. En la industria petrolera de extracción, justo las reservas probadas, son las que determinan el valor de esas corporaciones. Sin embargo, en años recientes, precisamente por esa situación de las reservas, son las empresas estatales que han seguido operando como lo hace Pemex, las que poseen más reservas propias que las corporaciones privadas, que, como dije, en realidad no poseen las reservas que dicen tener, sino que les son concesionadas por varios años, los que duren los contratos que son mayoritariamente ventajosos para tales empresas. Incluso, muchas, como Shell, se desentienden de los terribles daños ecológicos que tantos años de operar descuidadamente han ocasionado, como en Nigeria, en donde millones de barriles de petróleo derramados por años, han ocasionado una irreversible devastación ambiental (http://www.bbc.co.uk/news/world-africa-19905694).
Y esa es la finalidad de la “reforma energética” que la mafia priísta quiere imponer, recurriendo a la represión generalizada, si fuera necesario, modificando, incluso, la constitución, con tal de que las depredadoras petroleras, de EU, sobre todo, se hagan de más reservas y se queden con la mayoría de las ganancias que la venta del petróleo extraído les dejará, alrededor de entre 30 a 40 mil millones de dólares anuales
(http://www.jornada.unam.mx/2013/09/09/politica/002n1pol). Y no aceptan razones de que vamos a estar peor privatizando a Pemex, a pesar de la opinión de expertos sobre lo contrario, como la del señor Ildo Luis Sauer, ex director de Petrobras, la empresa petrolera brasileña, quien en una conferencia que brindó, afirmó que ha sido tan perniciosa y negativa la acción de las petroleras extranjeras en Brasil, que ya se ha pensado muy seriamente en reestatizar a la empresa (http://www.jornada.unam.mx/2013/09/13/economia/025n1eco). Pero como ya están hechos los planes de la mafia priísta con los mafiosos petroleros extranjeros, la privatización debe de continuar y no importan las razones que se den para no hacerlo, más ahora que, según un experto, tendríamos petróleo y energías no convencionales, como el gas de esquisto, para unos sesenta años, y por ello la urgencia de imponer la privatización
Y lo mismo se está haciendo con la privatización de la industria eléctrica, la cual se ha ido concesionando gradualmente. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha dejado de producir fluido eléctrico, para que empresas particulares (llamadas eufemísticamente productores independientes), principalmente españolas, como Iberdrola, hagan un buen negocio, generando ya el 55% de la electricidad que requerimos y mucho más cara que la que produciría CFE (http://www.jornada.unam.mx/2012/04/09/economia/024n1eco). Uno de los argumentos que se dio para desaparecer a Luz y Fuerza del Centro, fue que generaba demasiadas pérdidas, pero ahora CFE sigue perdiendo incluso más dinero, pues debe de comprar electricidad más cara a los “productores independientes”, con los que se suscribieron contratos por varios años, que se deben de cumplir, para que sigan haciendo buenos negocios y tengan grandes ganancias, porque, de lo contrario, actuarían “legalmente”. Los afectados somos todos los mexicanos, quienes sufrimos ya de tarifas eléctricas caras y que seguirán aumentando.
Así que el “privatizar” la industria eléctrica, sería de lo que queda de la generación nacional.
Y para coronar lo ya mencionado, se impuso también la llamada “reforma laboral”, la que, dicho resumidamente, deja aún más vulnerables a los trabajadores y fortalece a los patrones, los que ahora podrán, incluso, despedir a un empleado con un simple mensaje de celular, sin que medie realmente causa para despedirlo. Bastará, por ejemplo, con que la empresa diga que no está operando con suficientes ganancias para hacerlo. De esta forma, organismos como la Secretaría de Trabajo y Previsión Social actuarán como meros aplicadores de las draconianas medidas, las que han hecho retroceder en años a las conquistas laborales que llevaron tanto tiempo conseguir (esas imposiciones laborales son normas dictadas por la OCDE y se aplican en todos los países miembros). Obviamente en tales “reformas”, lo que no se cambia es el salario, el que se sigue manteniendo tan bajo como sea posible, en especial el mínimo, el que, de todos modos, en la práctica, no alcanza para nada. Esto, porque la tendencia decreciente de la ganancia capitalista, situación inevitable, exige salarios cada vez más bajos, con tal de que se frene en algo su caída. Eso, y la necesidad de tener a menos gente trabajando, requiere, como señalé, de leyes laborales “flexibles”, es decir, que se pueda despedir fácilmente a los trabajadores, aunque tengan muchos años laborando y hayan adquirido varios derechos (eso subyace en la llamada “reforma educativa”, como veremos adelante). En la decadencia neoliberal, o sea, en el capitalismo salvaje, salarios bajos y desocupación son ya una constante
Y también es la apropiación y destrucción de la riqueza social, como ya vimos, con tal de seguir subsistiendo en su mediocre, concentrador existir.
De pasada menciono a la “reforma hacendaria” que, en esencia, dejas las cosas igual, pero la forma en que se presenta, pareciera un acto de “magnanimidad política”, ya que no se impuso cobrar IVA (el lesivo impuesto al consumo) en alimentos y medicinas. Sin embargo, no se hizo como un acto de justicia fiscal, sino que de haberse gravado esos necesarios productos (podemos no comprar ropa o autos, pero no podemos dejar de comer, ni evitar enfermarnos), el consumo tan vital para el capitalismo salvaje, se habría afectado aún más de lo que ya se ha afectado, más aún cuando se evidencia que la actividad económica del país ha disminuido dramáticamente, teniendo un crecimiento de casi la mitad de lo que se esperaba, de 3.1 a 1.8% del PIB
También se pretende gravar a las ganancias bursátiles, con un diez por ciento y aumentar impuestos a los “más ricos”, pero estos privilegiados sectores ya están protestando y es muy probable que sólo quede en el intento. Lo único más relevante, es que se pretende gravar a Pemex también en sus ganancias, como si fuera una empresa privada, adelantando la situación de que se privatice parcialmente, pues sería una forma de garantizar que las abusivas petroleras extranjeras dejen algo, aunque sea una minucia de las grandes ganancias que se llevarán (http://www.jornada.unam.mx/2013/09/09/politica/005n1pol).
Pero, en conclusión, seguiremos siendo los contribuyentes menores, los pasivos, los que aportaremos la mayor parte de la recaudación fiscal.
Claro que todas esas imposiciones, que empeoran el bienestar social de la sociedad toda, se posibilitan, primero, porque las mafias en el poder están asociadas a los grupos económicos dominantes y, segundo, porque se actúa en una sociedad apática e indolente, como señalo arriba, que no se interesa de lo que pase en su entorno, aunque le afecte. Eso se facilita creando lo que yo llamo autómatas-consumidores, término que se refiere a un ser humano, del lado de lo autómata, que es eficiente, indolente, apático, ignorante, enajenado, sumiso, entre otras características. Del lado consumidor, dicho ser humano es materialista, individualista, fetichista y compulsivo.
Así, con esas características, el autómata-consumidor es el ideal del capitalismo salvaje, tanto porque es una especie de robot que eficientemente ejecuta sus tareas, sin protestar, así como porque se le imbuye de un materialismo que lo convierte también en un obediente y pasivo consumidor compulsivo, que se refiere al segundo término de esta ecuación social. Por tanto, el salario que se le paga (muy poco en la mayoría de los casos), sirve para que la segunda función, que es la de reproducir al sistema, se complete, comprando aquél pasivo ente todo lo que necesite y todo lo que no necesite, siendo cada vez más esto, lo inútil, lo más deseado y comprado.
En China, por ejemplo, es el modelo exacto al que se ha llevado a conformar a la sociedad de ese país, que se ha vuelto insensible, apática, indolente, dispar y que, su único fin, es lograr un buen bienestar material, aunque tengan que engañar, embaucar, como señala el escritor Yu Hua, en un reciente trabajo, China en diez palabras, en donde analiza el estado tan lamentable en que el capitalismo salvaje ha convertido a esa otrora unida y sensibilizada sociedad (ver en este blog mi artículo sobre ese trabajo de Yu Hua:
Aquí, ese concepto ayudaría a comprender, por qué ante la brutal represión a los maestros, llevada a cabo la tarde del viernes 13 de septiembre, la mayoría de la gente, además de permanecer insensible y apática ante la artera acción, incluso, ¡terrible, la aprobó! Muchos suponen que los maestros son flojos, pero, además, que sólo defienden sus intereses. Y no es así, pues el que se apruebe la “reforma educativa”, al contrario, afectará a toda la sociedad. En primer lugar, porque más fácilmente podrá la mafia deshacerse de los maestros en activo. Como señalo arriba, en el fondo subyace la “reforma laboral” y como no bastaría con los maestros, para despedirlos, un mensaje de texto, se recurrirá a capciosos y enredados “exámenes de aptitudes”, que si no se aprueban, los “reprobados” serán despedidos fulminantemente, sin “ninguna responsabilidad por parte del gobierno”. Es decir, así se desharía la mafia priísta de más del 70% de los maestros, ahorrándose, además de sus salarios, sus pensiones. Todo el dinero ahorrado podría, por principio de cuentas, “rescatar” al decadente capitalismo salvaje y a engrosar los bolsillos de los políticos mafiosos.
Ese es el maléfico plan, disfrazado de “reforma educativa”. Adicionalmente, se planea realizar una especie de privatización parcial de la educación, imponiendo cuotas que serán obligatorias y que ya es aplican en algunas escuelas
De esta forma, los futuros, nuevos mentores que sustituyan a los miles de maestros despedidos de manera tan arbitraria e ilegal, serán contratados de muy inestable manera, con contratos temporales (así, como a obreros), sujetos a exámenes, que si no pasan, pues ¡despedido!, y que pase el siguiente. Es a esa dictatorial y fascista medida a la que los maestros se están oponiendo tan férreamente, pues de aprobarse, cientos de miles quedarán sin empleo.
El desempleo de miles de personas tiene un efecto negativo en el resto de la sociedad, así que no sólo ellos, sino sus familias y todo el efecto negativo multiplicador que se ocasionará, nos afectará, directa o indirectamente, a todos.
Aún así, como dije, la reacción social fue de indolencia e indiferencia generalizada y aprobación, ésta, mucho peor que las dos primeras (hay que agregar que la manipulación mediática también es vital, para lograr el rechazo al activismo social. El duopolio televisivo, Televisa y TVazteca, coordina perfectamente bien su enajenadora acción con la propaganda política que busca convencer a las masas automatizadas de que sus acciones, incluida la represión, son “legítimas”). Igual ha sucedido con el resto de las imposiciones, pues la mayoría de la gente no reacciona y hasta está de acuerdo (en efecto, piensan que es bueno privatizar a Pemex, por ejemplo).
Por otro lado, el sistema “educativo” que se desea imponer, sólo contribuirá a crear y perpetuar el concepto de autómata-consumidor al que aludo antes, ya que sólo se enfatiza en reforzar las habilidades eficientistas, las que hacen mejores obreros, mejores oficinistas, mejores técnicos, pero que no crean lo que yo llamo seres pensantes, seres humanos que se caracterizan por ser sensibles, informados, cultos, colectivos, compasivos, amorosos, conscientes, críticos… como se ve, características que, por desgracia, han ido desapareciendo de esta materialista sociedad. Al enfatizar que el estudiante sólo aprenda bien matemáticas, leer y escribir, se refuerza el concepto de autómata-consumidor y se debilita, hasta casi desaparecerlo, el de ser pensante, logrando así tener una sociedad dócil, eficiente y consumista desde temprana edad. Se dejan de lado, hasta casi desaparecerlas, las disciplinas artísticas, como la música o las artes plásticas, que son las que logran sensibilizar al ser humano, permitiendo así que se convierta en un ser pensante y que se logre la cohesión social, la que revierte la peligrosa descomposición de la sociedad a la que hemos llegado, que es otra de las consecuencias de la mencionada automatización-consumición.
Como se ve, es una especie de sociedad tipo “Mundo Feliz”, como la que proponía Aldous Huxley.   
Pero cuando no es posible automatizar-consumizar a toda la población, a aquellos que aún piensan, queda el recurso de la represión.
En China, por ejemplo, el autoritarismo se sirve de represión inmisericorde, como cuando en 1989 aplastó en Tiananmen las pacíficas protestas de miles de estudiantes y trabajadores chinos, quienes exigían al sistema apertura política, acorde con el crecimiento económico que China estaba experimentando (y continúa creciendo, pero, a pesar de ello, la represión política sigue, encarcelando el régimen a miles de activistas políticos, a los que simplemente se considera “refugiados de la ley”, para ocultar cualquier hecho que tenga que ver con su oposición a la mafia gubernamental. Ver mi artículo citado:
En todos los países es así, cuando las mafias políticas no pueden contra la razón del pueblo, el recurso por excelencia es la represión, que puede tomar varios niveles, desde golpes y arrestos, hasta el genocidio. En México hemos tenido de todos los niveles, genocidio, como en 1968, cuando la mafia diaz-ordacista aplastó la protesta estudiantil (lo más grave es que es la mafiosa corporación priísta que llevó a cabo dicho genocidio la que está de nuevo en el poder).
Las otras represiones son las que se dan cotidianamente, como la del viernes (y otras que se dan de cuando en cuando), que dejan heridos, golpeados, descalabrados… y que quizá están siendo tan frecuentes, que van creando una especie de enfermizo acostumbramiento entre la pasiva, indolente sociedad que, como dije, incluso las aprueba.
Eso, por desgracia, es peor que las represiones mismas.




      
      

miércoles, 4 de septiembre de 2013

China: autoritarismo, capitalismo salvaje, disparidad social y destrucción ambiental



China: autoritarismo, capitalismo salvaje,
disparidad social y destrucción ambiental
por Adán Salgado Andrade


Hace un tiempo escribí un artículo en el que señalo cómo se ha transformado a China en la meca del capitalismo salvaje, en donde la abundancia de recursos naturales, la mano de obra barata y leyes flexibles, han hecho de ese país la maquiladora mundial, en donde cientos de empresas extranjeras han establecido filiales para sacar ventaja de todos esos factores y producir artículos más baratos que en los lugares de origen, con tal de que se vendan a un precio “competitivo”, al reducir los costos de producción:
Esa situación ha generado un “milagroso” crecimiento económico de ese país, pero, como analizo en el artículo citado, al mismo tiempo, China está debiendo de sacrificar su medio ambiente y sobreexplotar sus recursos, así como crear una sociedad cada vez más individualista, egoísta, apática, desigual que, al igual que en sociedades capitalistas clásicas (como la estadounidense, por ejemplo), sólo busca su bienestar material, sin pensar a quién vaya a afectar al hacerlo. Por si fuera poco, esa, digamos, “estabilidad social”, se garantiza con un autoritarismo gubernamental extremo que no duda en aplastar o sofocar cualquier intento de sedición o manifestación social de aquel sector que pretenda cuestionar tan dictatorial sistema.
Esa panorámica de la sociedad y la economía chinas se comprende mejor al revisar una publicación reciente, “China en diez palabras”, debida a la pluma del afamado escritor Yu Hua (Hangzhou, Zhejiang, 1960), quien hace un muy buen, crítico análisis, actual, de lo que sucede en su país. Para ello, Hua se sirve del comparativo histórico, que, al igual que el método materialista-histórico, permite la evaluación de lo que era China antes de la, más que adopción, imposición del sistema capitalista salvaje como modelo económico y lo que es ahora.
Así, Hua divide su muy ilustrativa revisión en palabras que él considera claves. Para efectos del alcance del presente artículo, retomaré cinco de ellas. Las otras, no menos importantes, hacen más referencia a los cambios culturales e idiosincráticos de la sociedad china, las cuales menciono a groso modo.
Así, los vocablos “gente”, “líder”, “lectura”, “escritura” y “Lu Xun” (escritor chino, nacido en 1881 y fallecido en 1936), señala Hua, explicarían, esencialmente, el comportamiento social previo a la imposición capitalista, que él ubica a partir de 1980, cuando Deng Xiaoping se atrevió a contrariar sustancialmente la retórica maoísta de “Debemos rechazar todo aquello que el enemigo apoye y apoyar todo lo que éste rechace” por aquella de que “Un gato que atrapa al ratón, es un buen gato, no importando si es blanco o negro”. Esa nueva “máxima”, abrazó al capitalismo en China y transformó al país de comunista en el capitalista, declarado “socialista”, que actualmente es.
Hua señala que la sociedad china previa a la entrada del capitalismo, aunque tenía sus peculiaridades, existía cierta unidad, humildad y respeto. Sobre todo la figura de Mao, como auténtico líder realmente movía a todos, agrado tal de que cuando falleció en septiembre de 1976, todos lloraron su fallecimiento, que fue honrado con incontables ceremonias luctuosas. Hoy día, señala Hua, la gente se ha vuelto muy egoísta y materialista y existen “líderes” de todo tipo: de bailes, de modas, de opinión, líderes de belleza. Dice Hua: “Reflexionando sobre el pasado en vista del presente, tengo la sensación de que la China actual no tiene ya un líder, sino, simplemente liderazgo”.
En cuanto a la lectura, Hua señala que en esos revolucionarios tiempos, sobre todo durante la llamada “revolución cultural” (1966-1976), lo único que se podía leer eran los poemas de Mao Zedong y los cuentos “selectos” de Lu Xun, escritor favorito de Mao, pues, decían las autoridades, éstos mostraban cómo era la China controlada por las perniciosas ideas “burguesas”, imperantes antes de la revolución comunista. En cuanto a la escritura, lo que más se escribían por ese entonces, eran panfletos revolucionarios, los cuales, necesariamente, debían de comenzar aludiendo a una frase de Mao o de Lu Xun (de hecho, humorísticamente, Hua señala que cuando discutía con algún amigo sobre tal o cual problema, él aseguraba que “Lu Xun lo dijo”, y ante esa “irrefutable afirmación”, su detractor debía aceptar su derrota). Otro tema “favorito” para escribir era cuando se hacían carteles en los cuales se denunciaban a los “enemigos de la revolución”, los llamados “contrarrevolucionarios” o aquellas personas acusadas de infidelidad (los favoritos).
Alude a Lu Xun porque, si en un principio Hua lo tenía como a un mal escritor, al final, 30 años después de haberlo leído en la primaria, fue que valoró la importancia de ese escritor, a grado tal que compró sus obras completas. “Fue hasta que pasaron 30 años que valoré la profundidad e importancia de la obra de Lu Xun, a grado tal, que me opuse a que se hiciera una película sobre una de sus obras”.
Los otros cinco vocablos son los que más aluden a la China actual, en cuanto a los cambios económicos, la que opera totalmente bajos principios capitalistas que han hecho de su sociedad, como señala Hua, “una sociedad frívola, que no se preocupa por practicar principios, la que habita una tierra llena de profundas disparidades. Es como si se caminara por una calle en donde, de este lado, hay lujosos, ostentosos palacios y, en el otro lado, desoladas ruinas o como si uno se sentara en un teatro en donde, por un lado, una comedia muy entretenida se desarrolla y, en el otro, toma lugar una triste tragedia”.
Así que, por lo que señala Hua, China, actualmente, no mostraría diferencia alguna en el desarrollo desigual que sucede con cualquier país capitalista sea “desarrollado” o “subdesarrollado”, en donde las diferencias sociales, las inequitativas oportunidades para sus ciudadanos, los extremadamente ricos, pocos, los extremadamente pobres, millones, deben de coexistir, digamos, para que el capitalismo salvaje perpetúe su decadente reinado, el cual, falsamente presenta sus “avances” con engañosas cifras, como bien señalaba Gramsci, tales como el PIB, el consumismo y la meritocracia. En efecto, cuando el PIB, la medición anual de la economía de un país, aumenta, se muestra como señal de “crecimiento”, aunque sólo se deba a algunos privilegiados núcleos económicos. Igualmente, cuando el consumismo se incrementa, o sea, el consumo compulsivo, se muestra como “buena señal” (como en EU que cuando algunos de los sectores privilegiados aumentan la compra de autos o casas, se muestra como que ya se “está” saliendo de la crisis). Y en cuanto a la meritocracia, que se hace creer que sólo con una mejor educación, el famoso credencialismo, se puede aspirar a mejores empleos, y que, lo contrario, los limita, cada vez está más demostrado, por las cifras de desempleo en todo el mundo, que el mayor índice se da entre la gente mejor preparada, pues los empleos a los que pueden aspirar son cada vez menos y muy limitados (en México, por ejemplo, el mayor porcentaje de desempleados es entre personas con licenciaturas, maestrías y doctorados. Igualmente, en EU, el movimiento Ocupa Wall Street se debió inicialmente a protestas de egresados universitarios que a pesar de las enormes deudas que implica tener una costosa educación universitaria, al final no hallan empleos para lo que estudiaron).
Hua menciona, como dije, las cinco palabras claves que, a su parecer, explican lo que sucede en China hoy día. Estas son “revolución”, “disparidad”, “bases sociales”, imitación (copycat) y “embauque”.
De la revolución, Mao enfatizaba que “Revolución es rebelarse”. En su momento, ello significó que la sociedad China desechara todo aquello que la hiciera retroceder en la búsqueda de la sociedad comunista, igualitaria, comenzando con las ideas burguesas. Y también la revolución implicó una adhesión total a los planes gubernamentales, incluso aunque fueran autoritarios. Mao no tuvo empacho en ejercer totalitariamente el poder, con tal de lograr que China se desarrollara y creciera económicamente. Un desafortunado experimento fue el llamado “Gran paso adelante”, aplicado en 1957, que buscó dos objetivos: aumentar la producción de acero y aumentar la producción agrícola. Ello se sustanciaba en que hacerlo era, justamente, “revolucionario”. Los campesinos, entonces, animados por ese espíritu de la revolución se dieron a la tarea de producir hierro, como se pudiera, lo cual tuvo muy pobres resultados, pues gran parte del metal obtenido era de baja calidad, no apto para hacer productos metálicos. Un resultado colateral, fue que, con tal de producir tanto metal, muy malo la mayoría, se descuidó la producción de alimentos, aunque los gobiernos locales presumían, falsamente, de que habían cosechado el doble o triple de las cuotas que supuestamente tenían asignadas. Incluso, presumiendo de abundancia, se hacían concursos para ver qué campesino comía más. Muchos se enfermaban de indigestión de tanto comer. Sin embargo, la realidad fue que como los datos de los alimentos producidos se falsearon, a la hora de entregar dichos alimentos, resultó que las cantidades fueron mucho menores que las reportadas y eso causó una terrible hambruna en 1958, pues en realidad no existían las reservas prometidas. Así, comenta Hua, el gobierno, ejerciendo su autoridad, se puso a incautar alimentos, muchos de ellos, las pocas reservas que tenían los campesinos para comer ellos. Fue un error fatal.
Sin embargo, emprender grandes proyectos, desde entonces, se consideró “revolucionario” y los gobiernos locales se esfuerzan, por ejemplo, por tener la mejor ciudad, el edificio más alto, la mayor cantidad de fábricas, el mayor número de puertos, el mayor número de vías férreas… y así, aunque muchos de tales proyectos sean incluso inútiles. Es el caso de la educación, por ejemplo, la cual, Hua señala que se ha incrementado con creces la matrícula de estudiantes que ingresan a las universidades (meritocracia), a pesar de lo costoso que es cursar una carrera en China (al igual que en EU). El resultado es que miles de pasantes buscan trabajo cada año y pocos son los que en realidad lo consiguen. Otro ejemplo de “autoritarismo revolucionario” es la tendencia a que crezcan las ciudades y que para ello, los gobiernos locales expropien tierras de los campesinos que están a las afueras de dichas ciudades. Hua señala que actualmente existen cientos de kilómetros cuadrados de áreas de casas demolidas en esperas a ser “urbanizadas”. Y los lanzamientos son forzosos. Comenta que una vez que a una familia campesina le llega el aviso de que su casa será expropiada, es inútil oponer resistencia, ya que las “autoridades locales” llegan al extremo de arrestar a todas las familias, darles fuertes golpizas y, mientras están encarceladas, maquinaria pesada procede a demoler las casas, sin ningún miramiento. Ha sido tan grande la desesperación de muchas de las personas a las que arbitraria e ilegalmente se desaloja, que ha habido casos dramáticos de resistencia, como el de una mujer, Tang Fuzhen, en la provincia de Chengdu, la que lanzó cocteles Molotov a las máquinas, pero como éstas continuaran su destructiva labor, la mujer se roció gasolina, inmolándose a la vista de todos. Su caso lanzó una clara señal de hasta dónde el autoritarismo ha llegado y las potenciales tensiones sociales a las que dará lugar.
De hecho, sobre el autoritarismo, señala Hua que fue justo Tiananmen cuando la protesta social contra tal autoritarismo llegó a su máximo y que por tal rebelión, la respuesta del gobierno fue violentísima, asesinando a cientos de manifestantes, para asegurarse una docilidad plena del pueblo, con tal de que los planes para imponer el capitalismo a ultranza siguieran como si nada, como hasta ahora se han seguido consolidando.
Así que en nombre de la “revolución”, los portentosos proyectos continúan y ello va aumentando más y más las deudas de los gobiernos locales. Y por ello, también se ha generado sobrecapacidad industrial que actualmente está ocasionando pérdidas. Por ejemplo, cifras recientes señalan que la industria siderúrgica de China registró unas pérdidas de 699 millones de yuanes (alrededor de 113 millones de dólares) en junio, el primer déficit mensual del año para este sector afectado por la sobrecapacidad
Todo eso ha generado un modelo económico e industrial tan anárquico, que el siguiente pasaje de Hua describe muy bien: “En los treinta años, poco más o menos, que han transcurrido desde la muerte de Mao, se ha producido un asombroso milagro económico, pero el precio pagado ha sido mucho mayor. Cuando regresé de Sudáfrica, al final de una visita durante la Copa Mundial del 2010, la tienda exenta de impuestos (duty-free) que estaba en el aeropuerto de Johannesburgo vendía vuvuzuelas – cornetas plásticas hechas en China – por el equivalente cada una a 100 yuanes (16.34 dólares. Un yuan equivale a 16 centavos de dólar al cambio actual) cada una, pero cuando llegué a China, me enteré que el precio de exportación era de sólo 2.6 yuanes la pieza. Una compañía en Zhejiang fabricó 20 millones de vuvuzuelas, pero terminó ganando apenas unos 100,000 yuanes. Este ejemplo da una idea del desequilibrado desarrollo de China: años tras año, plantas químicas tirarán sus desechos industriales en nuestros ríos y aunque quizá una sola planta pueda lograr un impulso de treinta millones de yuanes para nuestro PIB, el costo de limpiar esos ríos costará treinta veces ese incremento. Una autoridad muy respetable para mí lo explica de esta forma: el modelo de crecimiento chino es gastar 100 yuanes para impulsar en 10 yuanes el PIB. Así, degradación ambiental, colapso moral, la brutal polarización de ricos y pobres, la imperante corrupción… todas esas cosas están constantemente exacerbando las contradicciones de la sociedad china. Más y más constantemente, nos enteramos de masivas protestas en las cuales cientos o miles de personas estallan frente a oficinas gubernamentales, destruyendo autos e incendiando edificios”.
Esto último que señala Hua, acerca de las protestas, es muy importante, ya que son muy pocas las noticias de aquéllas de las cuales nos enteramos, pues la mayoría se censuran y nada se sabe de ellas, excepto por blogueros independientes o activistas que logran burlar los estrictos protocolos para que puedan publicar por Internet.   
Pero también, como señalé, se justifican todas esas medidas porque es en “nombre de la revolución”, al igual que ejercerlas autoritariamente. A los que se atreven a cuestionar a la autocracia china se les persigue políticamente, llamándoseles “refugiados de la justicia” (political refugees), con lo que se les clasifica como subversivos, que no desean el “bien de la patria”. Justo a todos aquellos que se rebelaron en Tiananmen, que sobrevivieron a la matanza, se les estigmatizó por medio de programas televisivos que se referían a ellos como vulgares delincuentes que sólo buscaban la anarquía y la destrucción del estado chino. Luego de un tiempo, esas “denuncias” públicas fueron sustituyéndose gradualmente por propaganda oficial que ensalzaba el milagroso crecimiento económico de China. La protesta social, como señala Hua, fue suprimida y cancelada de golpe y, desde entonces, el activismo social se ha limitado muchísimo, prefiriendo la sociedad china actual triunfar en lo económico y lo material, muy a la mano ambos objetivos.
En cuanto a la tremenda disparidad, la descripción que hace Hua de China en cuanto a la diferenciación social es brutal, existiendo millones de sectores, sobre todo en el campo, a los que no ha llegado la “modernidad” y viven en apabullantes condiciones de pobreza. A diario se dan suicidios entre personas que no tienen alternativas de vida, sin trabajo, sin dinero, sin un hogar dónde vivir. Y así como hay chinos millonarios que incluso figuran entre los mil hombres más ricos del planeta, hay, calcula Hua, al menos 100 millones de chinos en el campo, extremadamente pobres. Claro que el gobierno constantemente presume las extraordinarias cifras de crecimiento, pero no se reflejan equitativamente en la población, por lo que menciona un dicho popular, que afirma que “el gobierno chino es rico, pero el pueblo es pobre”. Y, en efecto, los funcionarios que amasan grandes fortunas abundan, dándose ostentosos, insultantes lujos, los que no pueden cuestionarse, pues eso sería cuestionar a la autoridad y, de inmediato, quien lo hiciera, sería un subversivo, terminando en la cárcel, ejecutado, incluso (se calcula que cada año en China se ejecutan a miles de prisioneros).
Otros pasajes nos dan una clara idea de que en China, las diferencias sociales son muy marcadas, como sucede en cualquier país capitalista, en donde los millones de pobres conviven con unos cuantos ricos: “Sólo hay que ver a la China de hoy: los rascacielos disparándose hacia el cielo, como bosques bajo un cielo gris y turbio, la gruesa maraña de trenes, sobrepasando por mucho nuestros ríos, los deslumbrantes montones de mercancías exhibidas en supermercados y plazas comerciales, las interminables líneas de tráfico y peatones en las calles, el constante brillo de anuncios luminosos, los clubes nocturnos y salones de masajes, de belleza y de cuidado de los pies por todas partes, además de los restaurantes de lujo de tres o cuatro pisos de altura, siendo cada piso del tamaño de un auditorio, los que cuentan con suntuosos cuartos privados, con dos o tres mil personas, todas cenando, mostrando brillantes caras de satisfacción”. Pero, por otro lado esta deslumbrante descripción contrasta con las que más adelante ofrece Hua: “Desempleados urbanos y campesinos sin tierras, buscando sobrevivir, montan puestos en la ciudad o en las banquetas. Tan sólo en Beijing, esa gente se cuenta por miles. Al no tener permisos para vender, se mueven por todos lados y el gobierno local es incapaz de obtener algún ingreso de ellos. Al mismo tiempo, para los funcionarios locales, el que esos grupos de pobres tratando de sobrevivir anden por todas partes, daña la imagen de la ciudad e impide que se dé una ‘sociedad armoniosa’. En respuesta, se ha creado una Oficina de la Administración de la Ciudad y Aplicación de la Ley, cuyos intimidatorios empleados andan por todos lados, arrebatando de sus modestas mercancías a esos ejércitos de pobres”.
Por otro lado, lo que Yu Hua llama “bases sociales” (grassroots) explican de algún modo el espíritu de laboriosidad que identifica a los chinos, está en su naturaleza, digamos, ser dedicados y trabajar con ahínco. Muchos, justo por estar tan apegados a lo que siempre han hecho, de repente fueron beneficiados por el boom económico que ha cambiado tan radicalmente a China. Sin embargo, en muchas cosas han mantenido ciertas enraizadas costumbres, debido a que los radicales cambios no se han dado al parejo en el conjunto social. Un buen ejemplo de ese enraizamiento es el siguiente caso, citado por Hua: un viejo campesino llegó a una agencia de autos BMW con más de una docena de hijos y nietos. Todos salieron de una vieja Van y los más jóvenes comenzaron a buscar un auto para el adinerado patriarca. Un modelo 760Li llamó la atención del hombre, que costaba más de 2 millones de yuanes. “¿Por qué es este carro tan costoso?, preguntó el hombre, pero cuando el vendedor mencionó todos los avances y refinamientos tecnológicos, el viejo campesino sólo movió su cabeza y dijo que no entendía nada. Finalmente, el vendedor le señaló el asiento del conductor, y le dijo, con orgullo, que se habían necesitado dos finas pieles de res para confeccionarlo, se sorprendió mucho, pues consideró que ese detalle daba una idea de lo fino que ese auto debía de ser. Sobre todo porque le recordó el ganado que él cuidaba cuando era niño. Y tan sólo por ese detalle, se decidió a comprarlo. A sus nietos e hijos les compró autos más baratos. A la hora de pagar, el vendedor se llevó una gran sorpresa, pues el campesino, en lugar de sacar una chequera o una tarjeta de crédito, no fue así. El hombre ordenó a sus hijos y nietos que sacaran de la Van varias cajas de cartón, las que contenían efectivo, suficiente para pagar los autos adquiridos. Viendo la cara de asombro del vendedor, el hombre simplemente le dijo que no confiaba en cheques, ni tarjetas ni nada que no fuera el efectivo que siempre había manejado y que por eso prefería cargar con tanto billete.
Así, abundan los ejemplos de personas que haciendo lo que a toda su vida se han dedicado, de repente se han enriquecido. Así, hay el “rey de la sangre”, “el rey de la basura”, “el rey de la ropa”… justo fue el personaje llamado “el rey de la sangre”, quien inspirara una novela de Yu Hua, pues esa persona era un hombre que en la China de Mao, era el que estaba a la entrada de un hospital, recibiendo a los pobres campesinos que acudían allí a vender algo de su sangre, con tal de recibir un poco de dinero que les permitiera sobrevivir, pues eran tan pobres (100 millones aún siguen en ese nivel de terrible pobreza), que ni para comer tenían. El “rey de la sangre”, ahora, en efecto, se ganó ese mote, pues nunca dejó de hacer lo que hacía, o sea, comerciar con la necesidad humana de disponer de sangre, y actualmente es uno de los hombres más prósperos de China.  
Así pues, con estos ejemplos, Yu Hua trata de mostrar las transformaciones tan desiguales que los chinos han tenido en los últimos treinta años y que, en todo caso, evidencian que el materialismo a ultranza ya los ha envuelto y es parte de sus vidas. Y es por ello que la sociedad china de hoy día valora mucho el prestigio que da la riqueza y todos buscan llegar a ser ricos, muy dispuestos a hacer cualquier cosa, con tal de lograrlo.
Otra de las palabras claves para entender a la China contemporánea es la imitación (copycat), la cual define la tendencia de los chinos a copiar mucha de la tecnología que el proceso de outsourcing del R&D ha facilitado mucho (ver mi artículo:  El outsourcing en R&D, http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2007/11/el-outsourcing-en-r.html).
Yu Hua señala cómo se diseñan nombres que no se distancien del producto original, con tal de que atraigan a los potenciales compradores, tan sólo por la onomatopeya de la marca. En palabras de Hua, el fenómeno del “copycat de teléfonos celulares comenzó por imitar las funciones y diseños de marcas tales como Nokia, Samsung o Sony Ericsson. Pero para hacer las cosas más turbias, se les dieron nombres similares, tales como Nokir, Samsing o Suny Ericcsun. Al plagiar marcas existentes y además saltándose los costos en investigación y desarrollo, se vendían por una fracción del precio de los productos originales. Y dadas sus capacidades técnicas y apariencia de vanguardia, pronto se apoderaron del nivel más bajo del consumo de electrónicos”
 Y es algo con lo que nos hemos idos acostumbrando, de alguna forma, en todo el mundo, comprar artículos similares, tanto en apariencia, como en nombre. Y es quizá esa similitud en el nombre lo que atrae a algunas personas, quienes no se dan cuenta de que en realidad están comprando una copia. Esa tendencia, señala Hua, es muy común en la actualidad. Teoriza que quizá tenga que ver, históricamente, con la cuestión de los sellos oficiales. Un documento oficial indudablemente reafirmaba su origen, ser un documento expedido por el gobierno, precisamente por el sello oficial que ostentaba. Sin ese sello, el documento no valía, aunque realmente fuera emitido por un órgano público. De allí que muchos vivales se percataron de que si poseían un sello oficial, una copia, claro, podían hacer de las suyas. Y fue que algunas personas emplearon sus habilidades para imitar sellos oficiales, los que eran comprados por personas interesadas en hacerlos pasar como oficiales. Y eran tan bien hechas las copias, que, en efecto, esos documentos oficiales pasaban por verdaderos. Pero ya, con el paso del tiempo, esa especie de fetichismo por los sellos, se generalizó y comenzó a haber personas con mucho poder, sobre todo tras la apertura china, o sea, que se convirtiera al capitalismo, que decidieron hacer sus propios sellos.
Eso ha sucedido con la imitación, que tras haber sacado partido de haber copiado productos y hasta sus nombres, de repente hay empresas que ya comienzan a hacerse famosas con sus propias marcas (Lenovo, por ejemplo, fabricante de computadoras). Pero Hua señala otra cuestión que explica la imitación y es que el chino se enorgullece de ofrecer una réplica exacta de, por ejemplo, la torre Eiffel o la Casa Blanca. Y cita el caso de un magnate que vive, en efecto, en una casa blanca, perfectamente imitada, sesionando de día en la oficina ovalada y durmiendo, de noche, en la habitación de Abraham Lincoln. Es por ello que ante las acusaciones de países como EU de piratería china en miles de productos, comenzando por los videos, por ejemplo, el gobierno chino se hace de la vista gorda, pues, de alguna forma, es tratar de luchar contra una muy entronizada costumbre entre los chinos. Así, imitar bien es todo un arte, no un delito, sería el lema. Y bajo esa premisa, la copia de tecnología, de ciencia y de muchas otras cosas, seguirá rampante, pues, además, se asegura su consumo, porque si se ofrece una copia exacta de un i-phone, digamos, que haga lo mismo que uno original, pero a una tercera parte de su precio, se logra el resultado esperado: un aumento de las ventas de ese i-phone imitado. Y eso es bueno para China, que así va logrando imponer sus pautas de consumo dentro de este mundo tan ¡salvajemente competido!
Una última palabra empleada por Yu Hua para comprender a su país es el llamado embaucamiento (bamboozlement). Ese es otro término muy enraizado en la cultura china, embaucar a alguien. Es como los placebos empleados en medicina, que quienes los toman se “convencen” de curarse. De hecho, muchos falsos medicamentos provienen de China. Para ellos es, simplemente, embaucar. Y, por desgracia, es algo también muy enraizado en esa cultura. Y todo mundo embauca allá, desde el ciudadano común, hasta el gobierno. Y se enorgullecen de hacerlo. Por ejemplo, ejemplifica Hua, pocos días antes de que los juegos olímpicos comenzaran, los dueños de unos nuevos condominios de Beijing, cercanos a las instalaciones olímpicas, con tal de que se vendieran pronto, engañaron a la gente con que uno de ellos iba a ser adquirido por el magnate de la computación Bill Gates. Fue publicado en el periódico y causó tanto revuelo que, en efecto, comenzaron a venderse muy rápido. Fue tan intensa la publicidad, que llegó, incluso, a los oídos del propio Gates, quien a través de su oficina de relaciones públicas, negó la noticia. Y a pesar de esa refutación de Gates, los dueños negaron que tuvieran que ver con eso, que “no tenían idea de quién lo había hecho”. De todos modos, su embaucador plan funcionó y los costosos departamentos se vendieron rápidamente, pues los ricos sectores que los adquirieron, no querían perder la oportunidad de tener como vecino al muy famoso y apreciado Bill Gates. Los dueños de los departamentos, habrán dicho de los compradores: “¡Los embaucamos!”.
El mismo Hua narra cómo, siendo niño, un día trató de “embaucar” a sus padres diciéndoles que estaba enfermo del estómago, con tal de no ir a la escuela. Su papá era doctor y su madre, enfermera. Su papá, entonces, comenzó a auscultarlo sobre el abdomen, y a las preguntas hechas a Hua, de que si le dolía aquí o allí, concluyó que tenía una apendicitis y que si no se operaba de inmediato, Hua podría, incluso, morir. Hua, viendo hasta dónde había llegado su mentira, negó que los dolores le siguieran, es más, que ya habían desaparecido, pero su padre, imperturbable, lo llevó rápidamente al hospital en donde, a pesar de la resistencia de su aterrado hijo, éste, de inmediato fue anestesiado y operado. Años después, ya adulto, Hua le preguntó a su padre si en verdad era necesaria la operación y éste le respondió, ambiguamente, ya que estaba algo hinchado y que bien podría haber sido muy peligroso dejarlo o quizá se habría curado con medicamentos. Hua piensa que en realidad sólo cosechó lo que sembró, o sea, que se lo ganó por las tantas veces que le mintió a su padre de que estaba enfermo del estómago.
Justo es a la conclusión que llega sobre su país, que aunque el crecimiento, admitidamente, ha sido impresionante, el precio que se ha tenido que pagar por ello es alto, pues China se ha convertido en una nación con problemas ambientales, sociales y políticos que cada vez empeoran más y más.
Ambientalmente, China ha puesto en peligro su ecología, teniendo los ríos y las ciudades más contaminadas del planeta. No sólo por sus propias industrias, sino porque se le sigue viendo como el maquilador mundial. Por ejemplo, siguen haciéndose fuertes inversiones de empresas extranjeras, dispuestas a aprovechar las ventajas de fabricar allí:
Por tanto, ese será el costo de tanta industrialización, un medio ambiente cada vez más degradado y contaminado. Como señala Hua, el medio ambiente en China ha sido severamente dañado en casi todo su territorio. Se ha incrementado dramáticamente la persistencia de enfermedades crónico-degenerativas como el cáncer, la leucemia, deformaciones natales, entre otras. Han surgido lo que se ha dado en llamar los “pueblos cancerosos” (cancer villages), que muestran las graves enfermedades de ese tipo que padecen comunidades enteras que viven cerca de ríos y lugares altamente contaminados con desechos y drenajes industriales:
Socialmente, como describe Hua, la sociedad china, en general, se ha vuelto muy superficial, materialista y frívola, con fuertes disparidades caracterizadas por millonarios que pueden darse lujos iguales a los de los millonarios de otros países, pero con millones de pobres en el campo y las ciudades que ni siquiera tienen el sustento del día seguro, no cuentan con un empleo digno y muchos, incluso, se suicidan de la desesperación. Por otro lado, las condiciones laborales tan duras para millones de obreros mal pagados, provocan una especie de generalizada depresión social. Dos muy buenos ejemplos de ellos son, por ejemplo, la tendencia de las mujeres chinas a occidentalizarse, o sea, adquirir rasgos europeos o estadounidenses, por ejemplo, sobre todo aquellas dedicadas al modelaje o la publicidad. Se someten a costosas y peligrosas operaciones para “embellecer” sus rostros o para “crecer”. Varias son las que sufren permanentes deformaciones o mueren a causa de esas atrocidades que inescrupulosos “cirujanos plásticos” practican (en el link de este documental puede verse esta dramática situación:
Políticamente, China sigue dominada por una rígida, autocrática dinastía política que ejerce un autoritarismo represor, que se justifica por ser “revolucionario”, heredado de las “enseñanzas” de Mao, quien advertía que la “revolución era rebelarse”, pero también debía de ejercerse el poder absoluto, con tal de defenderla. Así, esa autoritaria camarilla, con tal de lograr el brutal crecimiento económico chino, no ha dudado ni un segundo en aplastar cualquier forma de “insurrección”, como hizo en 1989 en Tiananmen, represión que dejó decenas de muertos y encarcelados a los que se llamó "refugiados de la ley”, denotando que de ninguna manera se les puede considerar activistas o manifestantes, sino que, simplemente, rompen la ley. Y así, cada año se ejecutan cientos de prisioneros, muchos de los cuales fueron encarcelados solamente por no estar de acuerdo con los autoritarios mandatos de la mafia en el poder. Incluso, el autoritarismo va acompañado de la creciente deshumanización a la que alude Hua, pues existe un programa televisivo en el cual la conductora entrevista a los prisioneros que se ejecutarán, preguntándoles qué crimen cometieron, por qué lo hicieron y si desean decir algunas últimas palabras a algún familiar o persona a la que hayan afectado con su crimen. En el siguiente link, pueden ver el documental que habla sobre ello:
Quizá una de las mejores frases que ejemplifican lo que ha sucedido con China una vez aplicado el capitalismo salvaje, como modelo económico es que “hace treinta años, antes de que diéramos ese salto, no se veían rascacielos, aparte de uno o dos en grandes ciudades como Beijing o Shanghái, no sabíamos lo que era un tren rápido o un anuncio, teníamos poquísimas tiendas y muy poco qué comprar en esas tiendas. Parecía que no teníamos nada, entonces, pero teníamos un hermoso cielo azul”.
Y yo agregaría que es el costo de abrazar de lleno al capitalismo salvaje.