viernes, 30 de diciembre de 2022

Algunos condenados a inyección letal, han sobrevivido

 

Algunos condenados a inyección letal, han sobrevivido

Por Adán Salgado Andrade

 

La muy cuestionable pena de muerte, se practica todavía en algunos países, Estados Unidos (EU), entre ellos. También lo hace Irán, que incluso la aplica a prisioneros políticos, como en las recientes protestas por el asesinato de Mahsa Amini, chica de 22 años, por la nefasta “policía moral” – supuestamente ya disuelta –, sólo porque no tenía el hijab, el “obligatorio” velo que todas las mujeres de los países árabes deben de usar (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/09/una-chica-irani-revela-como-es-para-las.html).

Ya ejecutó Irán a dos de los manifestantes por el “atroz crimen” de manifestarse contra la mafia en el poder. Les inventaron cargos de que habían matado a supuestos “guardianes del orden”, pero son cargos falsos. Y doce personas más, también están condenados a ser ahorcadas públicamente (ver: https://deathpenaltyinfo.org/news/iran-executes-two-prisoners-arrested-in-ongoing-protests-threatens-more-to-follow).

Esas ejecuciones, son para inducir miedo a otros protestantes, quienes, de todos modos, no han claudicado en su lucha y afirman que no lo harán.

De todos modos, en el caso de crímenes como asesinatos, por ejemplo, es cuestionable la pena de muerte porque, si se hace para amedrentar a los que matan y ameritan la “pena capital”, no lo ha logrado, pues los asesinatos terribles – los tiroteos masivos, por ejemplo –, siguen sucediendo, sobre todo en EU.

Actualmente hay varios sentenciados a muerte en estados de EU en donde todavía se permite. Se genera tanta insensibilidad en los que la aplican, como los verdugos, que afirman que es como “un trabajo cualquiera, que se debe de hacer lo mejor posible” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/10/los-que-viven-de-los-muertos.html?zx=8ddd25803afee729).

Independientemente de que en algunos estados aplican la ley del talión, de que “ojo por ojo y diente por diente”, activistas en contra de esa bárbara costumbre, alegan que no sólo debiera de suprimirse, sino que hay casos de condenados que han sobrevivido a la inyección letal, pues los encargados de asesinarlos “legalmente”, no tienen la suficiente experiencia para localizarles las venas, sometiéndolos a prolongados martirios, que terminan por sangrarlos de distintas partes de sus cuerpos, por tantos piquetes de jeringas.

Sobre esa infamia, habla el artículo de The Guardian, titulado “¿Cómo es cuando se sobrevive a una ejecución por inyección letal?”, firmado por Ed Pilkington, quien nos adelanta que “el departamento de correcciones de Alabama, ha estropeado el procedimiento en tres recientes ocasiones. Los equipos encargados de aplicar las inyecciones intravenosas, han fallado por horas, lo que añade más estrés a una situación de por sí difícil” (ver: https://www.theguardian.com/world/2022/dec/28/lethal-injection-surviving-execution-attempt-alabama).

Refiere Pilkington el primer caso fallido, el de Kenneth Smith, que luego de 33 años de estar apelando sus abogados para que no lo ejecutaran, finalmente, la orden de hacerlo, fue tratada de llevarse a cabo el 17 de noviembre del 2022. Un mandato de una alta corte, había decidido suspender la sentencia, pues temía que el equipo encargado, tendría mucha dificultad en hallarle las venas a Smith, como así sucedió. Y a pesar de la orden de detenerla, tres hombres encapuchados con máscaras – una roja, otra, verde, otra, azul – entraron a la cámara de ejecución para asesinarlo, inyectándole clorhidrato de midazolam, bromuro de rocuronium y cloruro de potasio.

Los verdugos, lo estuvieron picando en distintas partes de los brazos, sin hallarle venas. Incluso, ordenaron a los guardias que la camilla en donde se acuesta al condenado, se inclinara con la cabeza hacia abajo, para hallarle alguna vena en la clavícula o en el cuello, sin resultados. En cierto momento, Smith protestó contra el de la capucha azul, de que le estaba clavando la aguja en el músculo. “No es verdad”, contestó secamente el verdugo.

Luego de cuatro horas, cuando la sentencia de muerte, finalmente, se venció, Smith, fue regresado a su celda, muy lastimado de todo el cuerpo, con terribles dolores por tanto pinchazo. Al haber fallado ese intento de asesinarlo, sigue vivo, pues una sentencia de muerte, para su fortuna, no puede ejecutarse dos veces. “Soy un hombre de mucha fe y es una señal de que Dios está conmigo todo el tiempo”, ha declarado el muy afortunado hombre.

Su tortura, así como la de otros prisioneros que han sobrevivido, ha llevado a la polémica sobre esa forma de ejecutar que, se suponía, era más “amable, menos dolorosa”.

Se impuso en 1977, como una alternativa a la silla eléctrica, pero ha tenido tantos problemas que, como señale, ya se cuestiona que sea un método más “humano” de matar a un condenado a muerte.

Por otro lado, sólo imaginen el caso de Smith, que le estuvieron buscando una vena, no para sacarle sangre y hacerle análisis, sino para asesinarlo. Totalmente surrealista, hasta demencial. Y todavía el guardia que estaba vigilando, luego de que lo picaron tanto, le dijo que “es por tu bien, Kenneth”.

¿¡Por su bien, estarlo torturando cuatro horas, para hallarle una vena por la que le pudieran inyectar los venenos!?

Por eso, insisto, es cuestionable, en sí, la pena de muerte, pues quien la aplica es, finalmente, un asesino, a sangre fría, como hemos visto arriba, con los ineptos encapuchados.

La controversia es tan grande, que ya hay farmacéuticas de EU que se niegan a vender los venenos. Y la Asociación Médica Estadounidense y el Comité Estadounidense de Anestesiología, prohíben a sus miembros participar en esa atrocidad.

Por lo mismo, los estados como Alabama, que ejecutan, tratan de “proteger” la identidad de los verdugos, además de hacer el procedimiento a cortina cerrada, que se levanta cuando el condenado ya ha sido asesinado.

Maya Foa, directora del grupo de derechos humanos Reprieve Us (Indúltennos), citada por Pilkington dice que “sea el método para ejecutar que sea, podemos ver que los últimos momentos de los condenados son de gran estrés y dolor. La cámara de ejecuciones, es una muestra de que es un sistema quebrado, que debería de detenerse”.

Sí, es todo un espectáculo, sobre todo, en donde no cierran las cortinas. Y no se aleja, para nada, de las quemas públicas de “herejes”, que se hacían en los nefastos, obscurantistas tiempos de la “Santa Inquisición”, el aparato represivo de la iglesia católica – diseñado, no tanto para castigar, sino para quedarse con las riquezas de los “herejes” ricos. La gente, acudía por el morbo de ver cómo sufrían las pobres o pobres infelices, que eran quemados vivos. La historia de la humanidad, está poblada de esos actos salvajes, propios de dementes, irracionales.

Otro prisionero que sobrevivió a la inyección letal es Arthur Miller, acusado de haber asesinado en 1999 a tres compañeros de trabajo. También fue torturado durante noventa minutos, a las diez de la noche, del 22 de septiembre del 2022, en sus brazos, pies, piernas, cuello, con tal de hallar una vena “útil”, pero nada (de acuerdo con una foto que se muestra de Miller, se ve muy obeso y quizá por eso, como dijeron sus abogados, es difícil hallarle venas).

También se ha pospuesto su ejecución.

Otro sobreviviente fue Romell Broom, acusado de violar y asesinar a una niña en 1984. En el 2020, fue sentenciado a morir por inyección letal, pero se hicieron cien intentos, durante dos horas, por hallarle una vena, lo que le produjo gran dolor, sin éxito. Y hasta escribió un libro, “Sobreviviente de la pena capital”.

Se pospuso su ejecución, pero Broom alegó a su favor que no podían “matarme dos veces”.

Las “autoridades” le dijeron que la ejecución sólo comienza cuando las drogas están en “el cuerpo del condenado”. Pero Broom, replicó que si eso fuera, el prisionero ya estaría “bien muerto y no hubiera yo podido apelar”.

Pero no siguieron las apelaciones de su parte, pues murió por complicaciones de coronavirus en el 2020 (quizá haya sido mejor para él, pues paró de sufrir). Sí, su crimen es muy condenable, pero no se puede actuar bárbaramente, como él lo hizo con la niña, en mi opinión.

En otros casos, en donde sí murieron los condenados, pero de una manera torturante, fueron los de Stephen Barbee, que el 16 de noviembre del 2022, tuvo que sufrir dos horas de piquetes en sus brazos, que no podía extender porque era incapacitado (terrible que ni por su condición de incapacidad, lo hayan indultado).

El otro caso, todavía más deleznable, fue el de Murray Hooper, acusado de doble homicidio, también asesinado el 16 de noviembre. Llegaron al extremo los verdugos, de cortarle la arteria femoral. Ante tanta saña, el pobre hombre exclamó al guardia “¿¡Puedes creer esto!?”, cuestionando el sadismo al que llegaron los miserables verdugos, con tal de cumplir con su cuota de ejecuciones de ese día.

En julio de 1994, el afroestadounidense Joe Nathan James, fue ejecutado. Se le acusó de asesinar a su novia. “Se llevaron los verdugos cuatro horas para asesinarlo, mediante inyección letal, en lo que se considera la ejecución que más tiempo ha llevado en la historia de tal inhumano método para matar”.

Joel Zivot, experto en inyecciones letales, citado por Pilkington, fue invitado, en su momento a presenciar la autopsia de James. “Y lo que vi, fueron varias heridas y una punción en forma de V, que sólo puede hacer un doctor. El protocolo es que no podrá asistir una ejecución un doctor, pero lo hacen, lo cual no es ético, pues los doctores son para curar, no para matar. Ya es tiempo de que se termine con esa barbarie”.

Bernard Harcout, profesor de la Universidad de Columbia y abogado en contra de la pena de muerte, defendió a Doyle Hamm, quien también sobrevivió, el 22 de febrero del 2018, un intento de ejecución por inyección letal. Fue el primero.

“Hamm estaba enfermo de linfoma terminal, pero ni así las autoridades lo indultaron. Murió tres años más tarde por su enfermedad”. Harcout dice que “lo vi, luego de que intentaron ejecutarlo. El hombre parecía un fantasma y había sufrido tanto dolor que me dijo que había deseado, con todas sus fuerzas, morir cuanto antes. Pero no fue así”.

Por tantas fallas, la gobernadora republicana de Alabama, la señora Kay Ivey, ordenó una suspensión temporal de las ejecuciones, pero objetando que “de ningún modo creo que el sistema esté mal, sino que se trata de tácticas legaloides y criminales que quieren boicotear al sistema”.

Es decir, Ivey sigue creyendo que la pena de muerte está bien. Claro, es republicana, del partido que más defiende esa cuestionable, nefasta práctica.

Por eso, Zivot concluye diciendo que “eso parece una broma, pero no es chistosa. Seré claro, muchas cosas terribles les sucedieron a las víctimas de los condenados, pero no podemos castigarlos así, es una prueba para medir qué tan civilizada es nuestra sociedad. Es una gran vergüenza para nosotros y para los que han sufrido. Estas cosas, no debería de suceder”.

Tiene razón Zivot, pues, en efecto, los condenados cometieron crímenes terribles, pero no se les puede tratar como animales de rastro. Y si se les ejecuta, no se les puede torturar, como ya se ha comentado.

De todos modos, las ejecuciones y los que las hacen, son un gran negocio carcelario. Tan sólo el fenobarbital cuesta $1,500 dólares cada dosis. Se criticó mucho al Departamento de Correcciones de Arizona porque, en el 2021, en medio de la pandemia, con recortes a hospitales y otros servicios necesarios, “gastó $1.5 millones de dólares para adquirir mil dosis de esa droga, en una transacción que se hizo muy en secreto” (ver: https://deathpenaltyinfo.org/news/arizona-doc-paid-1-5-million-for-execution-drugs-while-facing-a-budget-shortfall).

Además, cada ejecución, por los gastos añadidos, “puede costar hasta un millón de dólares” (ver: https://interrogatingjustice.org/death-sentences/the-cost-of-federal-executions-trump/).

Y es dinero que pagan los impuestos de los estadounidenses. Por ello, los abolicionistas de la pena de muerte, dicen que es mejor condenar a un prisionero non grato a cadena perpetua, desde el inicio, pues resulta mucho más barato.

Pero no es tan lucrativo como ejecutarlo, incluso, si fuera inocente, como ha sucedido en muchos casos.

Así que como en este sistema capitalista depredador y contaminante, todo es negocio, seguirán las ejecuciones, aunque se haga sufrir y se torture, en extremo, a los condenados, sean o no inocentes.

 

Contacto: studillac@hotmail.com

jueves, 29 de diciembre de 2022

Empresa privada ya inició geoingeniería, sin estudios suficientes de impacto

 

Empresa privada ya inició geoingeniería, sin estudios suficientes de impacto

Por Adán Salgado Andrade

 

La geoingeniería es un absurdo intento para alterar “favorablemente” el clima planetario. En lugar de disminuir las emisiones contaminantes, haciendo radicales cambios en el capitalismo salvaje que nos domina, como consumir menos, no sobreproducir, no hacer guerras, practicar una agricultura sustentable, más transporte público, ciudades más pequeñas, reforestación de bosques… ahora, mediante tonterías, se pretende manipular el clima.

Sobre todo, el calentamiento global, está llevando  a algunos “geoingenieros” a casi imponer que se lancen bloqueadores solares a la atmósfera, como partículas de azufre, para que recibamos menos radiación solar, pero son aberraciones que ni siquiera han sido probadas y sus consecuencias pueden provocar peores problemas que los que tratan de “resolver”. Y se teme que muchos países actúen unilateralmente – como China – para comenzar a experimentar con esas tonterías, que ni bases científicas tienen (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/12/en-cualquier-momento-se-aplicara.html).  

Pero resulta que no fue un país, sino una mezquina empresa, la que ya comenzó a experimentar, sin estudios suficientes, “cómo enfriar al planeta”. Y no lo hace por una cuestión ambiental, sino, simplemente, como negocio. Es lo que expone el artículo del portal Gizmodo, titulado “Empresa nueva está enviando azufre a la atmósfera, para combatir el cambio climático”, firmado por Lauren Leffer, quien nos introduce a su trabajo diciendo que “Make Sunsets, vende ‘créditos enfriadores’ por diez dólares y sostiene que un gramo de partículas de azufre, neutraliza el impacto de una tonelada de emisiones de CO2” (ver: https://gizmodo.com/make-sunsets-solar-geoengineering-sulfur-climate-change-1849931460).

Es una acción, como dije, sin fundamento científico. “Make Sunsets (Hacer puestas de sol), clama que ha lanzado dos globos aerostáticos de partículas de azufre a la atmósfera. Es parte de una estrategia no probada, divisiva y peligrosa para ‘combatir’ el cambio climático. Cobra diez dólares por sus ‘créditos enfriadores’, pero lo hace para llenar sus cofres, no por la salud ambiental. Es lo que ha reportado el MIT sobre tal empresa”.

Explica Leffer que la idea de geoingeniería ya existe desde hace 50 años, inspirada por erupciones volcánicas que han provocado un opacamiento del sol, como en 1816, que estallaron dos volcanes, el Monte Tambora, en lo que hoy es Indonesia, que terminó de “exacerbar el estallido, en 1814, del volcán Mayon, en las Filipinas. Tantas cenizas emitidas, ocasionaron una baja de las temperaturas globales de entre 0.4º a 0.7º C. Por ello, ese año fue conocido como el año sin verano” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Year_Without_a_Summer).

Claro que esos son procesos naturales, con cenizas volcánicas, que una vez que se asientan en suelos o mares, terminan. Pero nada que ver con lanzar sustancias químicas, cuyos efectos, ni siquiera se han probado.

“Prácticamente nadie ha realizado experimentos reales en el planeta, debido a los riesgos asociados, como acelerados cambios en los ciclos de precipitaciones pluviales, daño a la capa de ozono, así como problemas geopolíticos, de naciones que estuvieran en contra de esas aberraciones”.

Como es costumbre, esa inmoral empresa, no le quiso comentar nada a Leffer sobre sus frankenstenianos experimentos para “arreglar” el clima. Claro, sabe la mezquindad en que está incurriendo.

Y expone Leffer todos los problemas que, señalan estudios, provocaría la inyección de azufre en la atmósfera. Por ejemplo, si se hace en el hemisferio norte, “afectaría la selva amazónica, el  Sahel (la región de sabanas que transide hacia el Sahara) y otras partes”. Si se inyectara azufre en el hemisferio sur, “incrementaría dramáticamente los huracanes que se forman en el Atlántico, en el hemisferio norte”.

Además, si se iniciara ese ciclo de inyección de azufre, ya no se podría dejar, pues como esas partículas no duran mucho, entre algunos días o un par de años, cuando mucho, si desaparecieran, el efecto rebote sería peor, pues tanto metano y CO2 que se habrían seguido produciendo, jalarían, de sopetón, calor, incrementando más la temperatura que la que había antes de la inyección. Es como si se fuera cargando una cuerda más y más, rebasando su resistencia y, de repente, se reventara. Tanta carga, al caer, afectaría más que la inicial.

Los ecosistemas se afectarían tremendamente, ante ese súbito, brutal incremento de calor. “La acidez oceánica, se aceleraría. Todo se alteraría instantáneamente y mucho peor”.

Por ello, es que esos aberrantes “experimentos” no deben de hacerse. Pero siempre hay una empresa o individuo que antepone sus expectativas de enriquecimiento a las necesidades humanas y ambientales.

Luke Iseman, el tipo sin escrúpulos que es CEO de Make Sunsets, “comenzó ya a colocarnos en esos potenciales problemas, sin estudios previos, ni bases científicas. Hasta el Pentágono ha realizado estudios para que la geoingeniería no se aplique si va a provocar más daños que beneficios”.

Habría que averiguar, cómo es que se permitió a esa empresa que se fundara, haciendo esas tonterías.

Iseman dice que lanzó dos globos aerostáticos con aerosoles de azufre. Y lo hizo nada menos que en Baja California, aquí, en México. ¡Miren cómo se entera uno de las estupideces que hacen extranjeros en nuestro país! Me pregunto si alguna “autoridad” involucrada, sabrá de lo que ese tipo está haciendo.

“No tiene forma de rastrearlos, así que no sabrá si regaron su carga. Ya se han hecho intentos anteriores, pero científicos están alarmados por ese irresponsable intento”.

Janos Pastzor, jefe de la Iniciativa Gubernamental Climática Carnegie e ingeniero nuclear con mucha experiencia, citado por Leffer, dice que “es una muy mala idea hacer esos experimentos, pues los actuales avances de la ciencia, no son lo suficientes, como para predecir lo que sucederá”.

Aun así, Iseman, sin bases científicas que lo prueben, dice que “un gramo de aerosoles de azufre, contrarresta los efectos de una tonelada de CO2. Shuchi Talati, investigador de la geoingeniería, dice que no hay base en las aserciones de Iseman, así que los diez dólares que está cobrando por los ‘créditos enfriadores’, son pura charlatanería”.

David Keith, también citado por Leffer, “es uno de los más renombrados investigadores de la geoingeniería y parte de un equipo serio de Harvard que estudia los efectos del azufre en la atmósfera. Y señala que ‘el que los haga una empresa privada, es una idea terrible, pues sólo está guiada por motivos financieros’”.

Como dije arriba, es lo que lleva a Make Sunsets a experimentar irresponsablemente – ¡y, peor, en nuestro país! – como muchas empresas hacen, sólo para enriquecerse rápidamente.

Dice Leffer que quizá la geoingeniería “vaya a aplicarse en el futuro, ante los graves problemas que hemos ocasionado, pero no sin antes haber estudiado perfectamente sus consecuencias”.

Y, en mi opinión, si se aplica, agravará tales problemas, como esa metáfora de barrer un cuarto y meter toda la basura acumulada bajo la alfombra. Al final, se notará y no podrá contenerse más así.

Pero Make Sunsets insiste en que su irresponsable método funcionará. “Ya ha juntado 750,000 dólares de entusiasmados inversionistas. Y clama en que por sólo ’29,250,000 dólares por año’, acabará con el calentamiento global”.

Muy seguramente en poco tiempo, Iseman, el CEO de esa “empresa”, estará en los encabezados, acusado de fraude – como tantos otros, Elizabeth Holmes, entre ellos, fundadora de la fraudulenta Theranos – o, peor, de haber enfriado irreversiblemente al planeta con sus aberraciones.

 

Contacto: studillac@hotmail.com