domingo, 26 de enero de 2014

Vaclav Smil y la ciencia consciente



Vaclav Smil y la ciencia consciente

Por Adán Salgado Andrade

La época actual se caracteriza por dar un fuerte énfasis a la ciencia y a la tecnología, derivada de aquélla. Se asegura que el avance en el conocimiento “resolverá” de un plumazo todos los graves problemas que nos afectan hoy día, tanto social, económica, como ambientalmente. Por fortuna, existen hombres como el profesor Vaclav Smil, quien, además de ser un prolífico autor científico, con más de 36 libros editados a la fecha, afirma que la ciencia no lo es todo, ni siquiera la constante innovación, la cual se ha sobrevalorado, pero que, como afirma Smil, no solucionará las cosas si no se acompaña de una razonada acción consciente por parte de los grupos fácticos que dominan actualmente el planeta.
Nacido en 1943, en el protectorado alemán de Bohemia y Moravia, hoy república Checa, el profesor Smil, estudió ciencias en la universidad Carlos, de Praga y en la universidad de Pensilvania. Tras la invasión soviética de 1968 a Checoslovaquia, emigró en 1969 a los Estados Unidos, y en 1972 se fue a Canadá, a Winnipeg, en donde reside actualmente y es profesor emérito de la universidad de Manitoba, en la cual enseña Medio Ambiente.
Últimamente ha adquirido fama adicional (que no necesita, pues por sí mismo es una personalidad muy sobresaliente), debido a que Bill Gates ha afirmado que es un gran admirador del profesor y ha leído muchas de sus obras. “Recomiendo mucho que lo lean”, ha dicho Gates en muchos foros.
Y no es para menos, pues las opiniones del profesor Smil no son nada convencionales, a pesar de provenir de un estudioso de la ciencia, pues evidencian, también, su gran sentir humanista, como veremos.
En una entrevista reciente, hecha por Clive Thompson (Wired, diciembre 2013), cuestionado cómo es que ha producido tantos libros, respondió sin ambages que sigue la técnica de Hemingway, quien “sabía el secreto” y que consiste en escribir 500 palabras todos los días. Pero sus palabras no son huecas, ya que los campos de la ciencia que ha analizado son muchos y de una forma bastante crítica, como comento antes.
Por ejemplo, Smil afirma que una nación que deja de producir, como lo está haciendo Estados Unidos, pronto se colapsará, dado que la manufactura es la que forma al segmento de la clase media baja, la más abundante en ese país. El ir acabando con las industrias de fabricación, ha ido mermando los empleos, así que el resultado son los que tienen y los que no tienen.
Eso es cierto, puesto que la diferenciación social da paso a las protestas y a movimientos de reivindicación, como los movimientos que se han dado en los últimos dos años, particularmente el de Ocupa Wall Street, que fue una protesta masiva de jóvenes que han salido de las universidades estadounidenses y no tienen trabajo, pues todos los trabajos, sobre todo de manufactura y hasta de administración, se han ido a otros países.
Y eso, la desindustrialización estadounidense, ha sido en gran parte la culpable de la creciente decadencia, tanto económica, como tecnológica, que Estados Unidos ha ido experimentando desde la década de los setentas (ver mis trabajos:
En otra ocasión, Smil ha sido cuestionado acerca del libro escrito por el periodista Thomas Friedman, “El mundo es plano”, en el que este superficial autor afirma que “no hay diferencias ya y todo el mundo está gozando de un buen nivel de vida”. Esas sandeces fueron severamente cuestionadas por Smil (e incluso por otros científicos y pensadores), afirmando que “Lo superficial puede estarse aplanando (las mismas marcas, autos, dispositivos, los mundos de Sony, Toyota y LG pueden encontrarse desde Seúl a Soweto). Pero, por debajo, las diferencias (económicas, pero también culturales y, las más desalentadoras, las religiosas), en realidad se están ensanchando. Esto no sólo sucede en China o en la India (países en donde, en efecto, las aguas de la abundancia están llevando a flote relativamente a todo mundo, pero, en especial, a las clases medias urbanas, a las que les va mejor que hace décadas), sino que siempre ha sido así, generación tras generación, incluso en Estados Unidos y Canadá, en donde actualmente la inequidad está creciendo a pasos muy agigantados. Piénsese en los 50 millones de estadounidenses que sobreviven gracias a los cupones para comida. Es difícil creer cómo Friedman pudo equivocarse así”.
En efecto, lo que afirma Smil es indudable, ya que la inequidad existente en países como China o la India, a pesar de su supuesto “milagroso” crecimiento económico es más que evidente. En particular, en China, a pesar de sus grandes avances económicos, hay millones de personas sobreviviendo con sueldos de hambre en fábricas o en el campo o como vendedores ambulantes por las calles de las desiguales ciudades de dicho país. También ha descuidado bastante su medio ambiente, pudiendo provocar una catástrofe ecológica tanta anárquica industrialización, ya que se ha convertido en la maquiladora del mundo (ver mis trabajos al respecto: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2011/01/el-sobrevalorado-y-anarquico.html
Por otro lado, en efecto, nunca antes la desigualdad había crecido tanto en todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos, algo aberrante, siendo ese país el centro del capitalismo salvaje mundial. Pero son precisamente las contradicciones de tal sistema, las que han llevado a que haya ya 50 millones de pobres en Estados Unidos
Y sigue abundando el profesor Smil durante la entrevista a la que aludo arriba, sobre por qué un país requiere de seguir fabricando para seguir innovando. Señala que la mayoría de las innovaciones, las mejores, sobre todo, se dan dentro de la industria, en plena acción, no en los institutos o laboratorios nacionales, como ha pretendido hacer Estados Unidos. “Vea las pantallas LCD. Muchos de los avances provienen de conglomerados industriales de Corea, como Samsung o LG. En Estados Unidos, lo único bueno que se ha hecho últimamente el el cristal Gorilla, pero porque lo fabrica Corning (empresa estadounidense de componentes electrónicos) y ésta gasta 700 millones de dólares en investigación cada año”.
Se le rebate que Estados Unidos aún innova, pero que fabrica en otros países (outsourcing). A ello, Smil declara que eso es absurdo. “Mire, como ejemplo, el Boeing 787, el Dreamliner, el avión tuvo demasiados problemas, además de que se retrasó como tres años. ¿Y por qué?, porque grandes partes de él se subcontrataron para hacerse en otras partes. Ese 787 no es un avión hecho en Estados Unidos, es un avión ensamblado en Estados Unidos. Algunos materiales se hicieron en Italia, las baterías, en Japón y éstas, comenzaron a incendiarse en pleno vuelo. El control de calidad no está en Estados Unidos”.
También en eso tiene razón el profesor Smil, pues lo que ha hecho el capitalismo salvaje con la deslocalización de la manufactura a otros países, como China, ha tenido el efecto de que, aunque los precios de fabricación han bajado, en muchísimos casos, se ha sacrificado la calidad. Varias veces, embarques completos han debido devolverse a China, pues resultaron defectuosos los productos o no se fabricaron de acuerdo a las especificaciones (además, es claro de que en el capitalismo salvaje, cada vez más se da la tendencia de hacer productos que duren poco, lo que se conoce como la obsolescencia programada. Ver mi trabajo:
Se le cuestiona si los empleos creados por la tecnología de la información pueden sustituir a los manufactureros. Y contundente replica que no, que esos son trabajos fungibles, reemplazables fácilmente. “Usted puede contratar gente de Rusia o de Malasia y eso es lo que las compañías están haciendo”.
En efecto, aquí, el profesor Smil se refiere nuevamente al concepto de outsourcing, pues el capitalismo salvaje, actualmente no sólo envía a otros países las labores de ensamblaje, sino también, labores administrativas, organizacionales y así. Por ejemplo, una empresa en Estados Unidos puede contratar un call center en México para que dé servicios de atención a sus clientes, pagando diez veces menos que si lo hiciera en Estados Unidos (ver mi trabajos:
Se le pregunta nuevamente si el entrenar estadounidenses para fabricar objetos sería la mejor solución. “Claro – responde –, sólo dos países han hecho esto bien, Alemania y Suiza. Ambos, han mantenido fuertes sus sectores manufactureros y comienzan a enviar a los chicos a programas de aprendices. Usted se está algunos años, dependiendo de la habilidad, y estará en posibilidades de hacer un BMW, inclusive. Y como comenzó joven y aprendió de gente mayor, sus productos no tienen competencia en calidad. Allí es donde todo comienza”.
Sobre lo que Smil ha dicho en cuanto a que Apple podría fabricar totalmente sus teléfonos en Estados Unidos, aquél afirma que “¡No es un secreto! Apple tiene enormes ganancias. Fácilmente podrían hacer todo en casa. De hecho, el iPhone no está hecho en China, está ensamblado en China, con partes hechas en Estados Unidos, Japón, Alemania, Malasia, Corea del Sur y así. El costo no es el trabajo. Pero los trabajadores deberían de tener la suficiente habilidad para sentarse ocho horas y ponerse a soldar todas las pequeñas piezas, eso es todo. Pero ya no cuentan ustedes con trabajadores calificados”.
Se le trata de refutar que Apple es una compañía “innovadora” y que por eso fabrica sus productos en otros países. A lo que el profesor, irónico, replica que “¡Vaya, qué historia! No paga impuestos, todo hecho afuera y, aún así, todo mundo la venera. El nuevo iPhone, nada nuevo hay en él. Sólo el color dorado, nada más. Pero, no importa, si la gente se deja engañar sólo con el color, pues así la seguirán engañando”.
Se le pregunta luego sobre la energía, retomando sus afirmaciones de que la energía alternativa, la llamada renovable, no puede escalarse, o sea, que no podría llenar todas las necesidades energéticas. “Me gustan las energías renovables, pero ésas podrían emplearse si estuviéramos en 1950 y el consumo, como en ese entonces, fuera de 66,615 kilowatt-hora per cápita. Pero en 1950, poca gente empleaba aire acondicionado. Ahora, se demanda energía, y mucha, todos los días y crecen las necesidades año con año. Es muy difícil satisfacer eso con aire y viento. Por ejemplo, tome el caso de Alemania, país en donde se subsidia bastante el viento y el sol. Cuando no hay viento ni sol, los alemanes echan a andar sus viejas plantas eléctricas de carbón. El resultado es que Alemania ha incrementado mucho sus importaciones de carbón de los Estados Unidos y las emisiones de gases efecto invernadero se han incrementado de 917 millones de toneladas métricas en el 2011 a 931 millones en el 2012, pues están quemando más carbón estadounidense. ¡Es absurdo!”
También en eso tiene razón el profesor Smil, pues, en efecto, las energías renovables, las llamadas ecoamigables, no alcanzarán a satisfacer las necesidades del desperdiciador sistema capitalista salvaje, que para sobreproducir, debe de consumir más y más energía, mucha de la cual, sólo sirve para hacer más y más basura, pues el ciclo consumista impuesto es el de comprar, usar, tirar. Por eso es que, ante la evidencia de que las energías renovables no serán suficientes para satisfacer el desperdicio energético, sobre todo de Estados Unidos, se están explotando las llamadas energías no convencionales, como el gas natural de esquisto, cuya extracción implica serios daños al medio ambiente y contaminación permanente de los millones de litros de agua necesarios para el proceso (ver mis trabajos:http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/05/mas-energia-o-mas-desperdicio.html
Sobre la energía nuclear, quizá el profesor tenga una opinión ambivalente, pues señala que, por un lado, muchos países desarrollados están renunciando a ella, tales como Alemania, Italia, Francia o Japón. Pero que otros, tales como China, por sus crecientes requerimientos energéticos, siguen fabricando y empleando reactores nucleares, aunque algo más seguros. Señala que el problema es que se precipitó el empleo de los reactores nucleares en los años cincuentas. Por eso es que son tan peligrosos y poco prácticos. Y aunque los nuevos diseños de reactores son supuestamente más eficientes y seguros, de todos modos tienen un límite. Smil llama a esa tendencia, la de lograr “más eficiencia energética”, la “maldición de Moore”, pues “es imposible lograr que se suba la eficiencia de una planta nuclear así, como la de un procesador, no. A lo mucho, en el laboratorio se logra el 40%, pero ya en la realidad, no se obtiene más del 15 o 20%. Y no vamos a llegar al 100%, como predica la ley de Moore, no, usted no puede obtener el 100% de eficiencia, ¿no? Y lo mismo sucede en la agricultura. Sí, podemos aumentar el rendimiento de las cosechas un poco, regándolas y agregando abono, pero tiene un límite, no podemos duplicar el rendimiento cada dos años. La ley de Moore tampoco aplica en las cosechas”.
En efecto, como afirma el profesor, el empleo de la energía nuclear también tendría su límite, pero, además, es una energía que produce residuos radioactivos sumamente peligrosos y muy perdurables en sus dañinos efectos (algunos duran activos hasta dos millones de años. Ver mi trabajo:  http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/07/el-mortifero-legado-nuclear.html).
Luego se le pregunta si la solución es hacer productos que sean más eficientes en el uso de energía. A lo que el profesor Smil, correctamente responde que tampoco es esa la solución, pues de qué sirve que se hagan autos más eficientes, por ejemplo, si se hacen muchos más millones, en proporción a los autos que eran menos eficientes. “Ahora, gastamos más aluminio, más acero, más vidrio y así. Mientras sigamos en este absurdo ciclo material de comprar, vender, tirar, no bastará con la innovación”.
Para él, la única salida es reducir el consumo. Ejemplifica diciendo que, por ejemplo, su casa consume menos electricidad porque ha procurado que sea más pequeña y, sobre todo, que esté muy bien aislada, de tal forma que no sufra demasiado ni con el frío, ni con el calor. “Mi esposa y yo redujimos la casa. Me tomo dos años hacerlo. Ahora vivimos en una casa de 186 metros cuadrados, sin grandes lujos, pero me he ocupado más en aislarla. Aumenté el aislamiento 50% en todas las paredes, hasta el sótano aislé. No sale muy caro. Y lo comparamos con nuestros vecinos, con sus casas enormes y mal construidas. Yo pago por la electricidad que consumo en todo el año, lo que ellos pagan tan solo en enero. Entonces, pues hay que tener eso, una casa súper eficiente, un auto súper eficiente. Yo uso un pequeño Honda Civic, que me da 17 kilómetros por litro”.
Como comento antes, tiene mucha razón el profesor Smil en señalar que la culpa de todo es el excesivo consumismo al que el capitalismo salvaje nos ha forzado a acostumbrarnos, pues por eso han aumentado nuestros requisitos energéticos. No sólo eso, sino que el medio ambiente está siendo cada vez más depredado y destruido. Obvio, con tales acciones, nuestra  propia destrucción está cada vez más cercana.
Se le comenta sobre su punto de vista más “positivo”, que es el de la comida, pues Smil ha afirmado que comiendo menos carne y desperdiciando menos comida, se podría alimentar a diez mil millones de personas. “En efecto, gastamos mucha energía en cosechar millones de toneladas de maíz y soya. Y casi todo eso lo empleamos en criar animales a escala industrial, pero, además, les damos antibióticos. Por si fuera poco, tiramos 40% de lo que producimos. Si comiéramos menos, alcanzaría para más personas. Comemos 100 kilos de carne en promedio. Si sólo ingiriéramos 20 kilos, alcanzaría para más personas. De todos modos, el problema son los antibióticos y la forma tan inhumana en que crían a los animales”.
También tiene razón el profesor, ya que la comida que ingerimos no es del todo saludable, pues los animales se engordan y manejan como si fueran piezas de una máquina y se tratan de combatir las infecciones que contraen durante esos insalubres procesos mediante grandes cantidades de antibióticos, con lo cual, lo único que se está generando es la creación de bacterias cada vez más resistentes a tantos antibióticos, como la Ecoli, que ya ha ocasionado varias muertes en EU, al encontrarse en carne de supuesta “primera calidad”, que se hallaba contaminada con ese patógeno (ver mi trabajo:
Yo agregaría que el otro problema de las crecientes carencias alimentarias que millones de personas en todo el planeta sufren es tanto por la desigual distribución del ingreso, los cambios climáticos tan severos, que están cambiando los ciclos hidrológicos, provocando largas sequías en ciertos lugares e inundaciones en otros, el que millones de toneladas de granos, como maíz o soya, se empleen para hacer biogasolinas, pero también el acaparamiento que un puñado de empresas, como Cargill, Tyson, Monsanto y otras, hacen de los alimentos, manejándolos a su antojo, monopolizando su distribución y manipulando los precios a su favor, aumentándolos cuando así les convenga, y otras sucias prácticas, sin importarles que cada cinco segundos muera de hambre una persona en el planeta (ver mi trabajo: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/08/la-muy-lucrativa-adictiva-engordante-y_01.html).
Y, también, en efecto, el gran desperdicio alimentario que existe por malas prácticas, tanto de almacenamiento, transportación y pésimos hábitos de consumo. Según estimaciones recientes, cada año se desperdician un tercio de los alimentos que producimos, esto es, unas 1300 millones de toneladas. ¡Terrible situación!
Por último, se le cuestiona si la solución a muchos de nuestros problemas tiene que ver con mejores políticas económicas, mejor educación, mejores prácticas comerciales, o sea, menos que ver con tecnología y más que ver con cuestiones sociales. “Exacto, hoy, como usted sabe, todo se quiere resolver con ‘innovación’. Tenemos problemas y la gente busca ‘mágicas soluciones’, como si fueran el maná que les cayó a los israelitas para salvarlos del desierto. Es como si dijéramos: ‘No hay que cambiar el sistema educativo o el sistema tributario. No hay que mejorar nuestro gobierno inepto. Hay que esperarnos a que expertos en tecnología nos inventen algo nuevo para que todo se arregle’. ¡Y no es así, no, el problema es que se ha hecho creer que con innovaciones tecnológicas estaremos mejor y no es así!”, finaliza el profesor.
También eso es cierto, pues veamos el mundo en que vivimos, tan tecnificaco, tan internetizado, todo son redes sociales, gadgets, smart pones, autos híbridos muy eficientes… y, sin embargo, cada vez somos más violentos, más egoístas, millones siguen muriendo de hambre, de enfermedades curables cada año. El 80% de los supuestos “avances científicos” tienen como primera aplicación el diseño de armas más sofisticadas, más exterminadoras, para eso ha servido la “racionalidad”, para asesinarnos más rápidamente en el menor tiempo posible (es un gran negocio la fabricación y venta de armas, de más de un billón de dólares anuales. Ver mi trabajo: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2011/12/ferias-de-armas-exhibicion-de-fuerza-de.html).
Es una absurda soberbia la que posee la humanidad hoy día, pensando que podrá conquistar al planeta, cuando se ha visto que somos tan vulnerables a los fenómenos naturales, los que, en cualquier momento, sea un terremoto, un tsunami, un huracán, un tornado, una sequía… pueden matar a millones de personas.
Cada día destruimos los recursos naturales, a pesar de que nos servimos de ellos, sobreexplotándolos, pero contaminándolos irremediablemente. Mas, al hacerlo, no sólo estamos acabando con el planeta, sino con nosotros mismos. Quizá es lo que se requiere o, más bien, lo que el planeta necesita, con tal de deshacerse de la especie más depredadora que lo ha habitado.

viernes, 17 de enero de 2014

Armas y violencia on line



Armas y violencia on line
Por Adán salgado Andrade

Hace algún tiempo escribí un artículo acerca de lo adictivas, banales y hasta peligrosas que están siendo las así llamadas “redes sociales” (http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/11/las-banales-adictivas-y-riesgosas-redes.html).
En ese trabajo, me refería al hecho de que las redes sociales, tales como el Facebook, que es una de las más empleadas, YouTube o el Twitter, no llegan, precisamente, a socializar en la época actual, sino, todo lo contrario, se han convertido mayoritariamente en instrumentos que aíslan, banalizan y, cada vez más, violentan a infinidad de grupos que se sirven de esos, digamos, hitos tecnológicos. Para los accionistas y/o dueños de tales redes, éstas se han convertido en muy lucrativos negocios que sirven, perfectamente, para, primero, retroalimentar al sistema de consumo impuesto por el capitalismo salvaje y, segundo, como instrumentos que emplean los poderes fácticos de control para manipular a sus “gobernados” y mantener la, digamos, “estabilidad social”.
En esta ocasión me centraré en el análisis de una de las tendencias a la que más han contribuido las redes “sociales”, que es la de la incitación cada vez más creciente a la violencia, que sería una especie de catalizador que contribuye a la citada “estabilidad social”, lo cual tiene el efecto de provocar un bajo o nulo nivel de activismo social, es decir, la gente es “activa” ejerciendo la violencia entre sí, pero es apática ante los movimientos sociales que buscan reivindicaciones políticas, como veremos.
Por ejemplo, en el caso de YouTube, basta con teclear la palabra “peleas” y aparecen infinidad de frases que contienen a dicha palabra contextualizada para distintos tipos de “contrincantes”: peleas en escuelas, peleas de mujeres en restaurantes, peleas de animales salvajes reales a muerte, peleas de borrachos, peleas de gallos… y así.
Hay supuestos filtros que YouTube aplica para “evitar” que se acceda a ciertos videos, como el de “restringir” la edad de la persona que se dispone a ver un video violento, pero, eso, como podemos intuir, no es problema para nadie familiarizado con la creación de cuentas en la red, pues es suficiente falsear los datos y, listo, se tiene acceso inmediato.
Así, tan sólo por el hecho de teclear palabras alusivas a la violencia, se tiene acceso a ésta en la red, aunque también hay los llamados “sitios extremos” en los cuales, ese tipo de videos o de contenido violento gráfico es por lo que existen. De hecho, es endémica ya la inclinación, casi generalizada, por la violencia, pues, por ejemplo, gran parte de los videos de violencia cotidiana que se presencian, son el resultado de las personas que se encontraban cerca de la riña, las que, en lugar de haberla detenido, simplemente sacaron sus celulares, la filmaron y la subieron a la red. Eso tiene el pernicioso efecto de irnos acostumbrando cada vez más a tal violencia y, peor aún, volvernos insensibles ante ella, de tal forma que cuando se mira un video agresivo de cualquier tipo, pareciera para muchos que están mirando una película “de acción”. No sólo eso, sino que, en general, hay una especie de encanto hacia todo lo que implique violencia. Cuando a la ciudad de México se han traído exposiciones museográficas sobre asesinos seriales, permanecen varios meses y se rompen records de taquillas, pues hay una morbosa atracción hacia esos psicópatas. En Estados Unidos, por ejemplo, hay mujeres que piden el semen de asesinos como Charles Manson, para embarazarse de ese obscuro personaje, quien en los años sesentas dirigía una supuesta “secta” que terminó asesinando a varias personalidades, entre ellas a Sharon Tate, en agosto de 1969, esposa en ese entonces del director Roman Polansky. Por si eso no bastara, como Manson, antes de convertirse en asesino, era cantautor, varias de sus canciones han sido retomadas por grupos tales como Guns N’ Roses, White Zombie o Marilyn Manson (Charles Manson cumple cadena perpetua en la prisión estatal de Corcoran, California). A ese nivel de socio-patología hemos llegado actualmente.
Incluso, la mayoría de los videojuegos existentes, también incitan a la violencia, además de a un nocivo aislamiento, a las personas, niños y adolescentes principalmente, que los juegan (http://www.jornada.unam.mx/2013/12/23/sociedad/042n1soc). Es increíble que los programadores traten de hacerlos “muy realistas”, buscando que los asesinatos que perpetran los personajes contra sus “enemigos”, ya sea que les revienten la cabeza de un certero disparo o que los corten a la mitad con un sable, parezcan, eso, muy sanguinolentamente reales.   
Regresando a las redes, podría pensarse que la violencia queda allí, registrada en los videos de YouTube o en las fotos que se promocionan en Instagram, por ejemplo. Desafortunadamente, cada vez más se están dando situaciones en donde tal violencia se traduce en el mundo real, teniendo, muchas veces, consecuencias fatales.
Retomo el trabajo del periodista Ben Austen (Wired, octubre 2013), quien realizó un dramático reportaje acerca de lo que la violencia promovida por fotos o textos subidos a redes como el Facebook están ocasionando tan sólo en una ciudad de Estados Unidos (¿en qué otro país podría darse algo así?), a la cual contribuye aún más la absurda facilidad para adquirir armas y emplearlas, un verdadero azote para la sociedad estadounidense, pero un muy lucrativo negocio para los fabricantes de tales armas (ver mis trabajos al respecto:
La ciudad en la que Austen basó su investigación es Chicago, Estados Unidos, una de las ciudades más emblemáticas del estado de  Illinois y de dicho país (fue cuna de famosos gánsteres). Esta ciudad cuenta con una población cercana a los dos millones, setecientos mil habitantes. Y aunque alberga a las 11 empresas que figuran entre las 500 más lucrativas del mundo, según la publicación Fortune, también existen zonas caracterizadas por una creciente pauperización y deterioro urbano y social, consecuencia de la generalizada decadencia de Estados Unidos, que a pesar de ser el centro del capitalismo salvaje y jactarse de ser aún el país más rico del orbe, posee ya 50 millones de habitantes en situación de pobreza y pobreza extrema (ver mis trabajos al respecto:
Una de esas empobrecidas zonas es el barrio Englewood, caracterizado por elevados índices de pobreza y criminalidad. En el sitio, a finales del siglo 19, se hallaba la estación ferroviaria Englewood, por la que llegaban a pasar hasta 1000 trenes por día. Después, importantes centros comerciales se establecieron en el lugar, como el Englewood Shopping Center, los que dinamizaron bastante la actividad económica, logrando que en 1960 más de 97,000 personas habitaran dicho barrio, de un área de poco más de 23 kilómetros cuadrados. Sin embargo, la paulatina degradación, justo de la actividad económica, tuvo la consecuencia de que Englewood se fuera deshabitando y deteriorando urbanamente, a grado tal de que en la actualidad no permanecen allí más de 30,000 habitantes, siendo negros la mayoría, 97.37%, 1.06% hispanos, 0.11 asiáticos, 1.12 otros grupos raciales y apenas un 0.34% de blancos, lo que mostraría la tendencia decreciente que la raza blanca está teniendo en Estados Unidos (a pesar de ello, sigue habiendo racismo del blanco hacia las otras razas. Hace poco, una mujer negra fue asesinada sólo por tocar a la puerta de una casa, pues su auto se había descompuesto y trató de pedir ayuda. Quien le abrió era un paranoico blanco, quien, “temiendo” que la chica lo fuera a “asaltar”, si mayor advertencia le disparó a la cara. Ese individuo aún no es juzgado:
Siendo mayoritariamente negros los residentes de Englewood y con un alto índice de pobreza, del 44%, comparado con el promedio del 20% para toda la ciudad, se comprende, muy bien, por qué el índice de criminalidad allí es de los más altos de Estados Unidos.
Lo anterior sirve para comprender el fenómeno de la violencia que investigó Austen, que, como dije, se ha multiplicado gracias a las redes “sociales”.
De hecho, la violencia en las redes que se ha desatado en Englewood, no es privativa del lugar, ya que, señala Austen, la mencionada facilidad para adquirir armas, así como la pobreza imperante, han llevado a que muchos jóvenes formen pandillas, con tal de mostrar que son y existen, como sucede en todo el mundo, en donde el pandillerismo concede, digamos, identidad e importancia a sus practicantes. En Chicago, alrededor de 70,000 personas, la mayoría jóvenes y adolescentes, son pandilleros que pertenecen a nada menos que 850 grupos de distintos tamaños y denominaciones y que se precian de serlo (un buen ejemplo cinematográfico de la importancia de las pandillas en Estados Unidos, lo ofrece la cinta clásica Blood in, blood out, en donde los miembros de tal o cual pandilla, se precian de serlo y buscan distintivos que, justo, los identifiquen ante otros, imponiendo su superioridad, tanto por el número de miembros, así como por las armas que poseen y las “victorias” que obtengan enfrentando a otras bandas. Así, las más distintivas en la cinta, eran los “Batos Locos”, contra “Tres Puntos”).
Antes de la existencia del Internet y su generalizado uso, las pandillas se concretaban a “patrullar” su territorio y no meterse en el de otras, si buscaban estar en paz. Sin embargo, en la actualidad, las redes “sociales”, tales como el Facebook, el Twitter y el YouTube, como menciono arriba, han ocasionado que las rivalidades y los enfrentamientos de los pandilleros, sobre todo en Englewood, sean cada vez más frecuentes e, incluso, perversos.
Austen comenzó por investigar el asesinato de un joven, Joseph Coleman, apodado Lil JoJo, debido al intercambio de insultos y canciones de rap, entre él y Keith Cozart, apodado Chief Keef. Cozart se hizo famoso con una serie de videos de él rapeando, que incluso lograron que una empresa disquera, Interscope Records, le diera un contrato exclusivo por 6 millones de dólares. El video, titulado “3hunna Chief Keef”, es una alegoría a la violencia de la pandilla a la que pertenece Cozart, pues “3hunna” es, digamos, que el apodo de dicha banda, Black Disciples Gang (puede verse el video aquí: http://www.youtube.com/watch?v=QFEhJfUcD1Q).
La mayor parte de la letra, acompañada del minimalista ritmo característico del rap, es una auto-exaltación del propio Cozart, quien advierte a cualquier “nigga” de otra pandilla que ni se metan con él o los miembros de su pandilla, 3hunna, pues “está fumando marihuana, tiene muchas pistolas y las empleará sin miramientos” (refiriéndose al enemigo despectivamente como “bitch”). Particularmente, alude a la pandilla GBE, Gangster Disciples, que es a la que pertenecía Coleman, diciéndoles que los va a matar (por otro lado, el hecho de que una canción tan minimalista, tanto en ritmo, como en letra, pero letra que contiene violencia intrínseca, haya convertido a su autor en famoso y millonario, nos da idea de la banalidad y simpleza “cultural” a la que hemos llegado actualmente, que la mayoría de la gente vanagloria a subproductos pseudo-artísticos como el citado video, que a la fecha tiene casi 16 millones de vistas).
La respuesta de Coleman fue otro video, “3HUNNAK”, en el que alude a Keef y su banda, con la frase “Niggas claim 300 but we BDK”, en la cual BDK se refiere a la propia pandilla de Jojo, la Black Disciples Killers. En ese video, incluso, amenaza con disparar a un miembro de la pandilla de Cozart (este es el video: http://www.youtube.com/watch?v=LhAOSzpydVM).
Así, tras una serie de insultantes e intimidantes mensajes por Twitter, Coleman fue asesinado, cuando paseaba en los diablos de la bicicleta de un amigo. Lo irónico del asunto es que minutos antes, Coleman había twitteado que andaría en el número 6900 de la avenida South Princeton, justo en donde fue asesinado, o sea, él mismo les dio su ubicación a quienes lo asesinaron de un balazo. De inmediato, en la cuenta de Twitter de Chief Keef aparecieron comentarios burlones. Uno de ellos eran carcajadas y el otro decía que “Lástima, porque ese negro JoJo, quería ser como nosotros”, aunque Keef lo niega (alega a su favor que su cuenta fue hackeada). Sin embargo, Keef no es sólo famoso por sus melodías, sino porque frecuentemente desafía a la policía con sus fotos de Instagram, que comparte nada menos que con sus 750,000 seguidores de Twitter, en las que sale portando drogas y armas, diciendo que con esas armas “voy a matar a algunos policías ojetes” (de hecho, cumplió una breve sentencia carcelaria debido a esas amenazas contra la autoridad. Quizá también por su irreverencia ante la ley, sea  tan “admirado”). El asesinato de Coleman desató, a su vez, otros asesinatos, producto de venganzas, además de miles de comentarios en Twitter y videos en YouTube, de apoyo, de burla, de amenazas… a pesar de que más de un año ha pasado desde entonces, septiembre del 2012.
Y de forma similar, señala Austen, es que se propician los enfrentamientos entre las pandillas. Basta con que un joven cualquiera (conocido como Facebook driller), una mañana, revise el Facebook del miembro de una pandilla rival, la que puede estar pasando la calle, pues las 850 que, como señalé, existen en Chicago, conviven muy cercanamente, tanto en localización física, así como por las citadas redes sociales. Luego, ese joven anotará varios insultos y… ¡listo!, esos insultos se vuelven virales, o sea, se retoman, se retwittean o se repostean por decenas, cientos, miles de personas, y al final de ese día, todo mundo sabe que fulano insultó a mengano y merece una golpiza o, peor, ¡morir!, pues lo que comenzó como simples insultos o amenazas on line, concluyen en enfrentamientos reales, muchos de ellos fatales, como ya vimos.
Como señala Austen, si antes, la acción de las pandillas era algo secreto, privativo del medio, hoy día es prácticamente un espectáculo público del que todos se enteran, incluso, irónicamente, la policía. Y si con las bandas de antes del Internet, los cuerpos policiacos de Chicago patrullaban sólo las calles, hoy también lo hacen patrullando las “redes sociales”, pues señalan que un alarmante 80% de las riñas en las escuelas, por ejemplo, se inician en las escuelas (cuenta la policía con un departamento de analistas dedicados exclusivamente a ello).
Fuera de que la “vigilancia” policiaca de las redes sirva para ubicar un posible intento de asesinato, eso comprueba como cada vez más, dichas redes les sirven a los mafiosos “gobiernos” como instrumentos de vigilancia, como ha hecho Estados Unidos durante los últimos años, no sólo a ciudadanos estadounidenses, sino de todo el mundo. De hecho, por estos días, incluso empresas como Google, Facebook y Yahoo han protestado por la violación de la privacidad de sus sitios, debido a las acciones de espionaje que realizó la NSA (National Security Agency), que fueron reveladas por el contratista Edward Snowden, porque, afirmaron, afecta sus negocios, pues mucha gente ha limitado ya el empleo de esas redes o, de plano, ha cancelado sus cuentas, por temor a ser espiados
Ese espionaje también se ha facilitado dado que actualmente existen varios programas que vulneran los passwords de los que se sirven los usuarios de las distintas redes, por muy “secretos” que aquéllos puedan ser (ver mi trabajo al respecto:
De todos modos, el exhibicionismo con que las pandillas actúan empleando las redes, señala Austen, es intencional, pues, a pesar de que saben que la policía los vigila, lo hacen porque, para muchos adolescentes o jóvenes, el mostrar fotos de ellos, portando distintas armas, en poses amenazantes es una forma de disuadir a sus posibles contrincantes de que los ataquen, como le dijo uno de los chicos entrevistados, Boss Nick, quien sube fotos a Instagram portando distintas armas en cada una de ellas, esbozando amenazantes gestos. “No me importa quién me vea, sólo que sepan que tengo estos cacharros”, afirma, categórico.
Aunque también muchas pandillas suben sus videos haciendo odas a la violencia, debido a que buscan tener la misma suerte de Chief Keef, para ver si una empresa mediática, como MTV o BET’s 106th & Park, los contrata y se hacen famosos, al igual que Keef (de hecho, es una tendencia que siguen miles de personas por todo el mundo, subiendo a diario videos de lo que sea, con tal de que se vuelvan virales, YouTube los contrate, y puedan vivir de eso. Sin embargo, es muy pequeño el porcentaje de los que lo logran, sobre todo porque ya se ha saturado bastante esa manera de tratar de “triunfar”). Pero la mayoría de las veces, ni se hacen famosos y solamente son agredidos o asesinados.
Como señalé, la policía ya analiza a diario cientos de cuentas de Facebook, Twitter o YouTube para rastrear las actividades criminales de las pandillas. Austen contactó al jefe de la unidad contra pandillas, Kevin Ryan, quien le mostró que con sólo teclear las letras “CPDK” (Chicago Police Department Killers), en YouTube, se muestran decenas de resultados de pandillas que amenazan con matar a policías. Además, no se necesita tanta agudeza en las investigaciones, dice Ryan, pues con sólo acceder a sitios como The HoodUp.com o StreetGangs.com, pueden verse videos de pandilleros amenazando o golpeando a sus enemigos. Gracias a su patrullaje virtual, afirma Ryan, han evitado que se lleven a cabo varios asesinatos.
De todos modos, ya varios miembros de pandillas han comenzado a tomar precauciones sobre el empleo de Facebook, como le dijeron a Austen. Unos de ellos, los pandilleros de The Morgan Street, recomiendan, “primero, no hacer pedidos a rivales, ni aceptar ninguno de quien no conozcas. Segundo, si necesitas echar un vistazo al Facebook, hazlo desde el celular de otra persona, de preferencia del de una chica. Y, tercero, no te desconectes del todo de las redes, pues necesitas saber quién está enredado con quien, quien te está amenazando y quién te puede tomar desprevenido”. Otro joven, Novell, declara que cuando alguien le escribe algo por el Facebook, él nunca responde. “Lo que sí hago, es subir constantemente mis fotos con mis pistolas, y no me importa que la policía las vea y me pregunte que por qué ya tengo una nueva arma”. Pare él, aunque arriesga su vida, también la protege. “Soy mi propio policía”. Por lo mismo, recientes estadísticas muestran que muchos adolescentes han dejado de emplear el Facebook, quizá como medida de precaución (http://istrategylabs.com/2014/01/3-million-teens-leave-facebook-in-3-years-the-2014-facebook-demographic-report/).
Uno de los jóvenes que Austen entrevistó, Ronald, no corrió con suerte, a pesar de que era un chico tranquilo, que quería ser peluquero y que subía fotos de él, con poses intimidantes, con tal de que no lo molestaran los pandilleros rivales. Algunas semanas después de concluida su investigación, Austen se enteró de que, justamente en el Día de las Madres del 2013, Ronald fue asesinado de un balazo en el cuello. Ronald le había dicho que si no existiera el Facebook, no habría tantos asesinatos entre las pandillas. Sí, seguramente a él no lo hubieran asesinado tampoco.




    
       

     
               
  

sábado, 4 de enero de 2014

Con la novela Brothers, de Yu Hua, de la China “comunista” de Mao, a la moderna China del capitalismo salvaje.



Con la novela Brothers, de Yu Hua, de la China “comunista”
 de Mao, a la moderna China del capitalismo salvaje.
Por Adán Salgado Andrade  

En un trabajo previo, me basé en el ensayo del afamado escritor chino Yu Hua (Hangzhou, Zhejiang, 1960), “China en diez palabras” (http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2013/09/china-autoritarismo-capitalismo-salvaje.html), para analizar la situación económica, social y medioambiental por la que actualmente atraviesa China, misma que ya había tratado en otro artículo (http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2011/01/el-sobrevalorado-y-anarquico.html).
En esta ocasión, lo hago valiéndome de una de sus obras literarias, “Brothers” (Anchorbooks, 2009), tal vez uno de sus trabajos más descriptivos y desarrollados sobre lo que ha pasado en China en los últimos 30 años, sobre todo, las brutales transformaciones económicas que han colocado a ese país en calidad de maquiladora mundial y que si, por un lado, en efecto, ha logrado un espectacular desarrollo económico, que la coloca entre las principales economías del mundo, por otro lado, ello ha redundado en una severa afectación de su medio ambiente y en que su sociedad se ha materializado y se ha desensibilizado a tal nivel, que actualmente, como sucede en este mundo tan dominado por el salvaje capitalismo, el único objetivo posible, para la mayoría de los chinos, es lograr el éxito material, a costa de lo que sea. Valores tales como la compasión, la solidaridad, el amor, la bondad… entre otros, se han ido perdiendo, llegándose a niveles de deshumanización en los que, por ejemplo, los jóvenes no ayudan a los ancianos que se caigan en la calle porque temen que éstos vayan a chantajearlos con que ellos los tiraron (por desgracia, algo real, pues ya se han dado casos así: http://www.argenpress.info/2013/12/la-mayoria-chinos-dudaria-en-brindar.htm).
En Brothers (Hermanos), Yu Hua analiza esa transición, enfocándola en la vida de sus protagonistas principales: Baldy Li y Song Gang, cuya vida va a la par de los referidos cambios y que por azares del destino, sus existencias se unen. Los hechos toman lugar en la población de Liu, un sitio rural, en donde, en los años setenta, no había ni bicicletas y la carretilla del herrero local, Tong, era el único “medio de transporte” disponible.
Baldy Li es huérfano de padre. Su madre, Li Lan, debió de soportar por años la vergüenza que le provocó el que su marido, el padre del recién nacido Baldy Li, hubiera muerto ahogado en excremento, cuando espiaba los traseros de las mujeres en un baño público. El cadáver es rescatado por Song Famping, padre de Song Gang, quien, desde entonces, provoca buena impresión en Li Lan. Tiempo después, la esposa de Song Famping muere de cáncer y la esporádica relación que tuvieron él y Li Lan, se formaliza y deciden casarse. Esos hechos toman lugar algunos años antes de la llamada “Revolución Cultural” (1966-1976), promovida por Mao Zedong, en aras de terminar con los resabios del sistema burgués y todo lo “malo” que existía, previo a la implantación del “comunismo”.
Y justo cuando eso, la “revolución cultural” llega al pueblo de Liu, es que comienzan los problemas para Song Famping, ya felizmente casado con Li Lan, pues al hurgar en su pasado, como se hacía con todo mundo, se descubrió que su padre había sido terrateniente. Por tal motivo, pierde su trabajo como profesor de la primaria local y es condenado a realizar humillantes trabajos, como barrer, justo frente a la escuela en donde había dado clases, además de que debe de cargar todo el tiempo un letrero que dicen “Este es un contrarrevolucionario, hijo de terratenientes”. La gente lo puede abofetear, escupir, golpear… así como se hacía con todos los “enemigos de la revolución”, sin importar si hasta ese momento, habían sido ciudadanos muy respetables o modelo. No, sí su pasado era “maldito”, eran considerados “enemigos”. Mientras tanto, Li Lan, se había ido a recluir a un hospital en Shanghái, para recibir tratamiento de una enfermedad pulmonar, sin que se enterara de que su esposo era ya tratado como “basura” por los “revolucionarios”.
Song Famping se fue acostumbrando a las humillaciones y ya le eran soportables, pero, por desgracia, en una ocasión que sus hijos, Baldy Li y Song Gang, van a verlo a donde barría y debía de soportar humillaciones, golpes y escupitajos, uno de ellos, Baldy Li, le recrimina a gritos que el letrero que Song Famping portaba, no decía “El jefe Mao es un terrateniente”, como aquél les había dicho – ellos aún no sabían leer –, con tal de que no pensaran tan mal sus propios hijos de él, sino que lo que en realidad se leía era que Song Famping era hijo de terratenientes. Y sólo bastó esa revelación para que los guardias rojos – como se llamaba a los intolerantes, violentos jóvenes encargados de vigilar a los contrarrevolucionarios – que la escucharon, se le fueran a los golpes con palos y patadas a Song Famping, quien debió soportarlos, pues para cualquiera que osara responder o defenderse, era peor. A partir de ese funesto hecho, que hizo arrepentirse bastante a Baldy Li, la vida de Song Famping, quien fue arrestado, fue tan miserable, que tanto su condición física, como mental, se deterioraron bastante, al punto de ser casi un fantasma, así como los otros “enemigos de la revolución”, que al igual que él, por cualquier motivo, por simple que fuera, eran torturados  a diario, dentro del bodegón en donde habían sido encarcelados y obligados a diario a realizar duras tareas y a sobrevivir con migajas y restos de comida que los guardias rojos les llevaban. En una ocasión, Song Famping quiso cumplir con su promesa de ir a Shanghái a recoger a su esposa, Li Lan, del hospital, pero no pudo cumplirla, pues su huida, enfureció a los guardias rojos que lo siguieron hasta la terminal. Quiso mostrar la carta de su esposa para justificar que no huía, sino que sólo se ausentaría por un día, pero contra los cerrados, energúmenos “defensores de la revolución”, no se podía argumentar nada, y le propinaron tan salvaje golpiza, que terminaron matándolo.   
En esos pasajes, Yu Hua, muestra claramente a los niveles que ya, desde entonces, se comenzó a deshumanizar la sociedad china, pues los guardias rojos podían actuar a sus anchas, con tal de “combatir” a los enemigos de la revolución, a quienes podían allanar sus hogares, despojarlos de sus pertenencias e, incluso, matarlos a golpes, pues su “acción revolucionaria” justificaba todo. Esto, como señala Yu Hua, en su ensayo “China en diez palabras”, es algo que sigue privando y que justifica el autoritarismo chino, que ve a los activistas no como revolucionarios, sino como “refugiados de la justicia” (political refugees), con lo que los coloca en el nivel de simples delincuentes, igual que vulgares ladrones o violadores (http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2013/09/china-autoritarismo-capitalismo-salvaje.html).
En el crudo pasaje en que refiere cómo de la golpiza propinada a Song Famping lo dejan muerto, ensangrentado, casi destrozado, sin que a nadie le importe, en realidad, si ya está muerto y, mucho menos, en recoger su cadáver, podemos darnos una idea del grado de insensibilidad al que, desde entonces, se ha ido acostumbrando la sociedad china, a grado tal que hoy día, por ejemplo, es todo un espectáculo televisivo entrevistar a los condenados a muerte (http://www.youtube.com/watch?v=EE5UCqpmZag).
Para Li Lan fue un duro golpe la muerte de Song Famping a quien, de verdad, había amado profundamente. Aún así, se resignó, y siguió tratando de llevar su vida, trabajando en la fábrica de seda, donde desde hacía años laboraba, y debiendo de soportar, de cuando en cuando, las agresiones de los guardias rojos, porque había sido la esposa de un hijo de terratenientes. Además, decide llevar a Song Gang, el hijo de Song Famping, con el abuelo de él, un viejo terrateniente, venido a menos, y ella sigue viviendo sólo con Baldy Li. No terminan allí sus infortunios, pues sufre nuevas humillaciones, cuando Baldy Li, a sus 15 años, repitiendo lo que su padre biológico, justo 15 años antes, había hecho, de espiar los traseros de las mujeres en un baño público, es sorprendido por el poeta Zhao haciendo lo mismo. Zhao, junto con el escritor Liu, ambos “distinguidos” personajes del pueblo, dan a conocer la bajeza de Baldy Li. Por fortuna, la “revolución cultural” estaba en sus últimos años, así que no pasó de la generalizada burla de la gente del pueblo y unas cachetadas al muchacho, sobre todo de parte de los agraviados maridos de las mujeres casadas a las que les había visto el trasero. Una, que era soltera, Lin Hong, sólo lloró de rabia y le espetó que cómo había sido capaz de hacer tan vergonzosa acción.
Pero ese hecho fue suficiente para que Li Lan, la madre de Baldy Li, sintiera de nuevo la vergüenza de años atrás, tanto, que poco a poco fue dejándose morir. Por esa circunstancia fue que los hermanos se vuelven a reunir, viviendo en la casa que fuera de Li Lan y pertenecía, ya, a Baldy Li. Ya sin sus respectivos padres, Baldy Li y Song Gang se dan a la tarea de buscarse una forma de vida. Song, lo hace en una fábrica de metal, en tanto que Li consigue trabajo en una fábrica de cajas de cartón. Ambos logran colocarse debido a que son conocidos del hombre, Tao Qing, que, años atrás, les ayudara a cargar el cadáver de su padre, dado que nadie deseaba ensuciarse las manos recogiendo el cuerpo inerme de un “enemigo de la revolución” y los hermanos, aún niños,  le agradecen y lo colman de bendiciones. Como Qing tiene ya un cargo público de importancia, está en posibilidades de conseguirles empleo. Con este pasaje, Yu Hua da a entender que, aún cuando en la era “comunista” china, se suponía que todo mundo tenía derecho al trabajo, era gracias a las, digamos, “influencias”, que en realidad podía obtenerse una ocupación. Qing tenía un cargo “importante”, pues se desempeñaba como director de la fábrica de cajas, cuyos trabajadores eran personas con capacidades distintas: cojos, ciegos, mudos y con retraso mental. La función de la fábrica era casi social, con el fin de dar trabajo a ese tipo de ciudadanos, aunque, en realidad, era una pérdida permanente de dinero. Es otro detalle destacable que señala Hua, que durante la era “comunista”, muchas empresas públicas funcionaban, fueran o no realmente productivas o que generaran ganancias, con tal que se dijera que en China, todo mundo tenía trabajo, aunque, como señalo arriba, no fuera cierto del todo.
Sin embargo, Baldy Li, forjado innatamente para los negocios, logra que en poco tiempo la empresa rinda generosas ganancias (de hecho, un cómico hecho narrado antes en la novela, era que Li negociaba con todo aquel que quisiera saber cómo era el trasero de Lin Hong, la chica más bella del lugar, que él había visto, a quien se lo describiría con todo detalle, a cambio de un buen tazón de fideos especiales comprados en el restaurante del pueblo).
Eso lo consigue gracias a su perseverancia, pues le basta con ir a Shanghái y mostrarles a grandes compañías la foto de sus obreros “distintos”, para lograr conmover a sus directivos y que le encargaran importantes cantidades de cajas. Esa parte se ubica alrededor del año 1980, cuando comenzaba la apertura económica promovida por Deng Xiaoping, durante la cual, China se va convirtiendo en la maquiladora mundial, gracias abundante mano de obra con bajos salarios, vastos recursos naturales y un gobierno que concedía muchas facilidades a la inversión extranjera (anacrónico modelo que a toda costa desea aplicar la mafia en el poder en México, privatizando ya hasta el petróleo).
Y justo en el personaje de Baldy Li es que Yu Hua va mostrando esos cambios tan brutales que tuvo la apertura china en su modelo económico.
Li, gracias a su éxito, es nombrado director de la fábrica de cajas. Sin embargo, luego de un tiempo de trabajar allí, decide independizarse, aprovechando el boom económico, y establecer una fábrica de ropa. Con su dinero y con el de algunos de los personajes más notables del pueblo – entre los que están el herrero, el afilador de cuchillos, el dentista, el vendedor de paletas y el sastre –, a quienes llama ya “accionistas”, con toda la connotación de un sistema capitalista de asociación, va a Shanghái, para, según él, conseguir la producción de las prendas que tenía pensado hacer. Sin embargo, no sucede así, y luego de meses de incertidumbre, regresa derrotado, diciéndoles a sus desalentados “accionistas” que “la primera vez que fui a Shanghái, me bastó con mostrar una foto de mis desvalidos obreros para compadecer a los empresarios y que me dieran la producción, pero, ahora, es una sociedad distinta y por la alta corrupción, me piden cientos de yuanes como sobornos, con tal de que me den el trabajo” (p. 346).
Además de perder su dinero, Li no escapa a las golpizas que todos los días los airados “accionistas” le propinan, por haber perdido su dinero, las que Li soporta estoicamente, aceptando que son debido a su fracaso. Sin embargo, no se da por vencido en su afán por convertirse en el hombre más rico de China. Y ese proceso lo inicia, protestando frente al inmueble en donde sesionan las autoridades locales. Lo hace sentándose, pegando un letrero en su pecho, con la exigencia de que se le devuelva su trabajo como director de la fábrica de cajas de cartón, al que había renunciado, sin pedir consentimiento a sus superiores, cuando intentó establecer su fábrica de ropa. Su protesta se alarga semanas, meses, años… y aunque no tiene éxito en que su cargo le sea devuelto, sí logra atraer la atención y compasión de la gente, a la que pide cosas para comer, así como su basura, lo que ya no les sirva, y todo eso lo va acumulando. Comercia esos desperdicios y, con el tiempo, Baldy Li ve en la venta y compra de aquéllos su futuro, de tal manera que se autonombra el “Rey del Desperdicio”.
Y es así como ese pobre hijo de una obrera, va ascendiendo en la escala social hasta convertirse en un magnate que, en pocos años, maneja todo tipo de negocios, desde el reciclaje, restaurantes, edificios de departamentos… se apodera de la población Liu y, en combinación con las felices autoridades locales, va transformándola, derribando las antiguas casas y calles y modernizándola en todos los sentidos, a tal grado que cuando le preguntaban que si él era de Liu, muy orgulloso se jactaba de que, “en efecto, yo soy Liu”. Además, disfruta de cuanto lujo se le antoja, viviendo en una fastuosa residencia, adquiriendo costosos trajes “Armani”, lujosos autos, viajando a todas partes, aunque manteniéndose como soltero empedernido, acostándose con cuanta mujer se le pone enfrente, sabedor de que su enorme fortuna, atrae féminas, cual el polen a las abejas.
Yu Hua, evidentemente ejemplifica con el éxito económico de Hua y su vida de dispendios, como dije antes, la brutal transformación de China, que ha arrasado, incluso, con rasgos culturales tan enraizados, sobre todo en las zonas rurales y ha dado paso a una destructiva modernidad que no tiene límites, arrasando, año con año, con zonas rurales de cultivo, aunque con tales acciones disminuya su producción de alimentos y deje en el desamparo a los campesinos a quienes les son arrebatadas, por la fuerza, tales tierras.
Esto lo contrasta con la vida de Song Gang, quien, al contario de su hermano, lleva una vida sencilla, modesta, trabajando al lado de su esposa, Lin Hong, la chica más bonita de Liu, y la que muchos años estuvo asediada por su hermano Baldy Li, hasta que ella le revela un día a Song Gang que está enamorada de él y por tal motivo se casan. Song Gang representa a todos los chinos que, a pesar de sus esfuerzos por lograr tener mucho dinero y vivir bien, no lo logran, y no les queda más que sobrevivir, como se pueda, trabajando por sueldos de hambre, vendiendo baratijas en las calles, embaucando a la gente con mentiras y otras cosas.
Song Gang, con casi todos sus ahorros, logra adquirir la primera bicicleta que existiera en Liu, una Eternity, y tan orgulloso estaba de su vehículo, que la tenía como nueva todos los días, iba en ella por su esposa a la fábrica de ropa en donde laboraba y sonaba el timbre, con tal que todos los notaran viajando en su magnífica bicicleta. Todo transcurre sin cambios importantes hasta que, justo las transformaciones económicas, tienen como consecuencias que muchas empresas estatales, las más ineficientes, comiencen a cerrar, como la de metal, en donde trabaja Song Gang. A partir de allí, deambula por distintos empleos, uno de ellos, como cargador en un muelle en donde, para su mala suerte, se daña su columna. Después, consigue trabajo en una fábrica de cemento, empacando el dañino producto, y luego de dos años, se enferma de sus pulmones. Con estos pasajes, Yu Hua ejemplifica claramente la explotación y los peligros laborales a la que son sometidos millones de obreros chinos a diario, sin que existan verdaderas leyes que los protejan (de hecho, China es el tercer país más enfermo del mundo. Ver mi trabajo, citado antes:
Y de allí, Song Gang deja de trabajar, imposibilitado de hacerlo debido a su mermada salud, que no puede atender convenientemente, pues el hospital y las medicinas son caros, y trabajadores pobres como él y su esposa, no pueden pagarlos (también, aquí, Yu Hua resalta el que el sistema de salud pública casi ha desaparecido). En esta parte, Song Gang decide pedirle ayuda a Baldy Li, quien, muy generoso, lo auxilia, a pesar de los años de distanciamiento que llevaban (lo que Yu Hua llama raíces, que no se abandonan, a pesar de las brutales transformaciones). Si embargo, Baldy Li le da la ayuda económica a escondidas, pues conoce el carácter obstinado de Song Gang, de no aceptar dinero a cambio de nada. Baldy Li envía a uno de sus asistentes a ver a Lin Hong, a la que entrega cien mil yuanes, para los gastos médicos de su hermano, y le dice que cada seis meses, recibirán la misma cantidad. Lin Hong está agradecidísima y de inmediato lleva a Song Gang al hospital, diciéndole que familiares de ella le han prestado dinero para hacerlo. Sin embargo, Song Gang, ignorante de la ayuda que le está dando su hermano, decide irse del pueblo con un “charlatán”, de los que, según Yu Hua, abundan en China, para tratar de vender lo que fuera. De hecho, el charlatán, apellidado Zhou, había llegado a Liu, por el impacto mediático que un concurso organizado por Baldy Li estaba teniendo en toda China. El concurso, denominado “Competencia Inaugural de Belleza Virgen”, tenía la finalidad de premiar a las tres mujeres “vírgenes” más bellas de todo el país. Sin embargo, las ganadoras de los tres primeros lugares, no lo logran, precisamente, por ser vírgenes, pues no lo eran ya, sino por haberse acostado con Baldy Li, quien ordena a cuáles de ellas darles el primero y tercer sitio, dejando el segundo a “discreción” de los jueces, los que son “sobornados” por las varias participantes, quienes no tienen empacho en acostarse con ellos. Zhou estaba allí justo para vender hímenes, tanto chinos, así como extranjeros, que podían convertir a cualquier mujer no virgen, nuevamente en ello y “es más barato hacerlo con mis hímenes, que cuestan mucho más baratos que una reconstrucción quirúrgica”. (p. 503)
En tan sólo los tres días que duró el concurso, Zhou logra vender todos sus hímenes artificiales y ganar cien mil yuanes, con lo que deslumbra a Song Gang, quien por ello toma la acelerada decisión de irse a probar fortuna con él.
En estos pasajes, Yu Hua muestra el nivel de frivolidad que ha alcanzado la sociedad china, que de cualquier cosa crea “líderes e ídolos”, como cita en su ensayo “China en diez palabras”. Por otro lado, alude también a la excesiva corrupción existente, cuando, burlonamente, la novela refiere que la ganadora del concurso de vírgenes, ni virgen era y hasta un hijo tenía. “Bueno, es que hay muchas formas de virginidad”, se defiende la mujer, “y la mía, es también espiritual” (p. 527). Y de paso menciona la generalizada costumbre de “embaucar”, es decir, de engañar, como lo hace Zhou, con el fin de obtener un beneficio económico (como las “medicinas” chinas piratas, que ni siquiera son medicamentos). Sobre todo cuando, más adelante, convence a Song Gang, de que se injerte senos artificiales, con tal de que logren vender cremas que hacen crecer el busto a las mujeres (p. 551). Y en efecto, ese engaño tiene éxito y logran vender todas sus cremas. Fuera de su habilidad para engañar a las personas, Zhou se presenta como un personaje frívolo, que sólo se interesa por ver aburridas novelas coreanas, mostrando con ello, Yu Hua, el bajo nivel cultural que una buena parte de los chinos comparten.
Pero luego de eso, Song Gang anhela bastante regresar con su esposa, más cuando se encuentra con un viejo conocido del pueblo, quien le dice que él, tras mucho trotar por China, sigue igual de pobre que cuando salió del pueblo. “Mi padre decía que si tu destino está en que tengas cien gramos de arroz, aunque desees tener medio kilo, no pasarás de cien gramos”. Song Gang, sin pensarlo más, regresa a Liu, justo en los días en que, por la soledad en que se encuentra su esposa, Lin Hong, de tantos meses sin él, es atrapada por los lances amorísticos de Baldy Li, muy enamorado aún de ella. Song Gang se entera de la aventura amorosa entre su esposa y Baldy Li, y decide poner fin a su vida, arrojándose a las vías del tren, no sin antes escribir cartas a su hermano y a su esposa, en donde, sin recriminaciones, ni reproches, le dice a Lin Hong, que ha sido muy feliz veinte años casado con ella, y a Baldy Li, que, a pesar de la muerte, ellos nunca dejarán de ser hermanos y algún día se encontrarán los tres.
A partir de allí, se da la ruptura definitiva entre Baldy Li y Lin Hong y siguen sus vidas, él, aumentando su fortuna y ella, cambiando tan radicalmente, como lo ha experimentado toda China, a grado tal de que de haber sido la chica más bonita de Liu, haber estado fielmente casada con Song Gang y haber tenido una rápida aventura sexual con Baldy Li, abre un salón de belleza y, con el tiempo, establece la primera “zona roja” del pueblo, contratando a las más guapas, jóvenes mujeres de todas partes del país, gustosas de trabajar allí como meretrices, con tal de ganar mucho dinero en poco tiempo. A Lin Hong, se le da en llamar, con los años, Madame Lin. Y a su casa de citas acuden importantes personajes, incluso acompañados, uno que otro, de sus esposas, las que están muy agradecidas de que las chicas de lugar, eviten que sus esposos les sean “infieles a escondidas” (otro rasgo más de los niveles de banalidad a los que ha llegado la sociedad china, como señala Yu Hua).
Otro personaje que merece especial atención es el de Yanker Yu, el antiguo dentista del pueblo, quien tuvo el buen tino de volver a invertir en la nueva empresa de desperdicios de Baldy Li, y gracias a esa decisión se convierte en millonario por el resto de su vida. Lo que hace con su creciente fortuna es viajar por todo el mundo y participar en cuanta manifestación antigubernamental se le presente enfrente, argumentando que sólo así se siente vivo y útil, pues “de otra manera, me aburriría sólo por ser millonario” (p. 634). Aquí, Yu Hua estaría criticando a la cerrada y autoritaria mafia gobernante china, que aplasta cualquier intento de activismo político, como señalo arriba. El personaje de Yanker Yu realiza fuera de su país, protestas ante arbitrariedades, lo que no puede hacer allí (cada año, miles de activistas son encarcelados y varios de ellos, ejecutados). Aunque en cierto momento halla una excusa para protestar desde su país, pero no contra el gobierno chino, precisamente, sino contra Japón, sobre todo porque de cuando en cuando se dan sentimientos antijaponeses, debido a los años en que Japón invadió a China y cometió barbaridades que aún pesan en la memoria de los chinos. Decide Yanker Yu, incluso, ir a Japón a protestar contra la costumbre del primer ministro japonés de entonces, Junichiro Koizumi, de acudir cada año al santuario Yasukuni, a “honrar” a los soldados japoneses, mismos que cometieron en el pasado las atrocidades mencionadas (el actual ministro japonés, Shinzo Abe, ha reanudado esa ofensiva práctica)
Uno de sus asistentes le envía un auto, un Toyota Crown, para llevarlo al aeropuerto, pero Yanker Yu se queja de que eso es absurdo, que si va a protestar contra Japón, le envíen un auto japonés, pero el asistente trata de hablar en favor del auto, diciéndole que está hecho con cincuenta por ciento de componentes chinas, pues la empresa que lo fabrica es resultado de una inversión conjunta chino-japonesa, que ésa es la consecuencia de vivir en un mundo “tan globalizado” ( p. 636. En esto se alude, en efecto, al papel maquilador mundial que tiene China actualmente).
Baldy Li, por su parte, está tan aburrido con su existencia de millonario, que no sabe ya qué hacer, hasta que un buen día, ve que personajes importantes de otros países han comprado un boleto por veinte millones de dólares para orbitar la tierra en una cosmonave rusa. Decide que bien vale la pena eso, muy a su nivel, viajar por el espacio. Estudia ruso y, reflexionando en qué podría llevar él al espacio, como han hecho los que han viajado antes, está de acuerdo en que cargará las cenizas de su hermano, Song Gang, para arrojarlas en el espacio y que todos los días puedan contemplar, las cenizas, varias veces las puestas y las salidas del sol.
En mi opinión, ese final, evocaría la superficialidad y el vacío existencial a los que ha llegado la mayoría de la sociedad china en la actualidad, a la que el capitalismo salvaje está arrebatando los auténticos valores humanos, sin los cuales, no sólo China, sino la humanidad toda desaparecerá en poco tiempo.