martes, 24 de octubre de 2023

Inglesa ha aprendido a vivir con síndrome de dolor crónico

 

Inglesa ha aprendido a vivir con síndrome de dolor crónico

Por Adán Salgado Andrade

 

Muchas veces, basta ver cómo logran sobrevivir personas a accidentes o afectadas por alguna enfermedad o limitación física, para darnos ánimos.

Por ejemplo,  la inglesa Gemma Jones sobrevivió a un ataque severo de un elefante, en Tailandia, en el 2002. El espantado animal, la sacudió con su trompa y le rodó encima varias veces. Gracias a que el suelo era lodoso y lleno de hierba seca, lo pudo contar, aunque sufrió fractura de varios huesos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/10/inglesa-sobrevivio-ataque-de-elefante.html).

Otra chica, la estadounidense Addison Bethea, sobrevivió al ataque de un tiburón, en las costas de Florida. Su pierna derecha quedó muy dañada de la rodilla para abajo, por lo que tuvieron los doctores que amputársela y colocarle una prótesis. De todos modos, no se amedrentó y vive una vida normal, en compañía de su esposo y ya hasta se embarazó (ver: https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2023/aug/29/at-17-a-shark-attack-cost-me-my-leg-a-year-later-im-back-in-the-water-where-i-almost-died).

Sus experiencias son muy inspiradoras, pues superaron todo por lo que tuvieron que pasar. Hay gente sin problemas que sólo se los crea. Quizá están afectados por algún momento depresivo, triste, pero que puede superarse. Si aprenden de personas como las mencionadas, podrán ver que no se acerca ni remotamente lo que padecen. Son lecciones de vida.

Un caso más que refiero es el de Amy Pohl, otra chica inglesa que en el 2017, tuvo un accidente médico, cuando un doctor que le atendía una inflamación de las vías respiratorias, al fallar en un primer intento de insertarle una cánula en su brazo izquierdo, para inyectarle medicamentos vía intravenosa que aminoraran su inflamación, lo hizo una segunda vez. “La probabilidad de infectarse por una cánula reinsertada, es de una en un millón. Yo fui esa persona en un millón. Y, desde entonces, quedé con un dolor severo, permanente, en mi brazo. No puedo soportar nada, ni siquiera el aire que me pueda rozar la piel”, dice, resignada.

El artículo “Me he pasado tantos años con ese terrible dolor, que hasta pedía que alguien me cortara el brazo. Y así es como he sobrevivido”, firmado por Paula Cocozza, expone esa situación, una lección de vida para muchos (ver: https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2023/oct/24/i-have-spent-years-in-such-pain-that-i-begged-for-someone-to-cut-my-arm-off-this-is-how-i-survived).

En ese entonces, Pohl era maestra de primaria en Warwickshire. Ahora, de 30 años, ha aprendido a vivir con el dolor y las secuelas que le ha dejado, como el que tampoco pueda caminar (usa silla de ruedas permanentemente). En ese entonces, cuando le insertaron la cánula y comenzó a padecer un excruciante dolor, no sabía que estaba afectada por una condición conocida como CRPS (síndrome complejo de dolor regional, por sus siglas en inglés), “una condición neurológica muy pobremente estudiada que, se cree, es debida a una reacción anormal del cuerpo a un traumatismo. Pero también padece el síndrome de Ehelers-Danlos, una condición genética que, durante la niñez, le hizo muy flexible su cuerpo, pero que cuando era encamada, sus articulaciones se le salían de sitio. Pero el CRPS fue lo que en verdad la afectó. Cuando buscó en Google acerca de ese síndrome, se conmocionó al saber que también se le llamaba el ‘mal del suicida’, debido a la intensidad de los dolores experimentados”, señala Cocozza.

Pohl se dio cuenta porqué era llamado así. “Hay una escala que señala que es la condición más dolorosa que puedes tener. Mucho peor que dar a luz o que te amputen un dedo sin anestesia”.

Pues sólo Pohl puede saber lo que se siente. Nunca nadie puede ponerse en los “zapatos” de otra persona, excepto si hemos pasado por el mismo problema. Como bien decía el personaje Mark Renton (interpretado por Ewan McGregor) en la ya clásica cinta Trainspotting (Inglaterra, 1996), “nadie puede hablar de la mierda, sin haber estado en ella”. Así es.

El dolor le llegaba en distintas formas. “A veces, sentía como si mis huesos los pasaban por una moledora de carne o que hormigas al rojo vivo, me caminaban. Mis piernas parecían cuchillos. En las etapas más dolorosas, tuve que tomar doce dosis de morfina diariamente. De verdad, deseaba que me cortaran el brazo. Hasta pensé en cortármelo yo misma”.

Muy intensos dolores para haber tomado doce dosis de la potente morfina. A la fecha, no le molesta imaginar equipo para amputarle el brazo. “Pero si te lo cortan, te queda como un brazo fantasma y de todos modos sigues sintiendo el dolor, fue lo que supe”, dice Pohl.

Tantas cosas soportó que también le diagnosticaron síndrome de estrés postraumático, PTSD (por sus siglas en inglés). Recibió ayuda psiquiátrica y eso le ha ayudado a olvidarse de ideas suicidas, que llegaron al máximo en la primavera del 2018, “cuando estaba decidida a quitarme la vida”.

Una ocasión, estando en el hospital (muchos años se la pasó hospitalizada), que veía el TikTok, se le ocurrió hacer un video de ella, para mostrarlo a su familia. Pensó que los ajustes eran privados, pero no, eran públicos. Y comenzó a tener varias vistas y audiencia, que le preguntaba sobre su condición. “Dije, ‘esto se difunde a todo el mundo, la gente puede verme’. Y fue lo que hice, videos, que primero fueron explicando mi condición y, luego, para ayudar a gente con problemas de salud, para que superaran sus condiciones, como yo he tratado de hacer”.

Es lo que la ha ayudado mucho, y tener siempre presente la frase: paré de luchar contra mí para hacer algo por mí. “No sé si me sirvió, pero dejé de culparme de todo, y platiqué sobre el daño que me dejó la cánula y otras cosas, dejé de ocultarlas. Ya basta de estar acostada, me dije, tengo que vivir, quizá no sea la vida que quería, pero es una vida. Valora lo que tienes, pues probablemente otros no están ya para contarlo”.

Durante la pandemia, decidió independizarse, no estar más en el hospital y ya hasta se compró una casa en Durham, “para estar más a gusto sola”. Como la enfermedad ha seguido, le recomendaron retirarse como maestra y fue lo que hizo. “Me he canalizado en ya no lamentarme de lo que me sucedió y comenzar a vivir. Alguna vez pensé que despertaría y ya no tendría el CRPS o que podría caminar, pero no ha sido así. De todos modos, gracias a mi cambio de percepción, ya tomo menos medicamentos y tengo menos dolor. No sé si porque soy más positiva o porque se esté quitando la enfermedad, pero me siento más a gusto”.

En efecto, tener una enfermedad rara o incurable o las dos, es frustrante. Y los que las padecen o se resignan y se adaptan a una nueva existencia o se dejan morir (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/05/conviviendo-con-una-persona-con.html).

Transmite sus videos por YouTube, Instagram y TikTok y ya tiene 3.6 millones de seguidores. Probablemente no habría conseguido transformarse en una influencer, de no haber sido por la enfermedad, reconoce.

Dice que si hace cinco años que contrajo la enfermedad, hubiera pensado como lo hace hoy, de ser más positiva y vivir los cambios que ha tenido que hacer a su existencia, “creo que habría sido mejor y habría vivido, en lugar de lamentarme. Ahora, ya no busco cada día saber qué tengo, que ya lo sé. Simplemente, vivo mi vida, transmito lo que soy y sigo adelante. Ya no me lamento”.

Como señalé al inicio, son casos inspiradores, que nos deben de servir de ejemplo, para seguir viviendo, como sea que estemos.

Así que adelante, no digan “¡estoy harta!” o “¡estoy harto!”, si nada padecen, si no tienen alguna deformación o una rara enfermedad.

No usen eso como justificación para caer en una existencia mediocre, porque entonces, sí, estarán muertos.

 

Contacto: studillac@hotmail.com

 

 

     

lunes, 23 de octubre de 2023

La filantropía sólo sirve para enriquecer más a los billonarios

 

La filantropía sólo sirve para enriquecer más a los billonarios

Por Adán Salgado Andrade

 

Son comunes las campañas de empresas de todo tipo, dirigidas a ayudar a algún problema social en particular, ya sea de salud, de daños ocasionados por terremotos, huracanes o cualquier cosa que amerite una rápida, masiva “ayuda”.

Ahí están, por ejemplo, los anuncios de Cinépolis, para “ayudar” a gente que padece problemas con sus ojos. Se muestra como una noble causa, haciendo que sean los propios afectados, los que den sus testimonios de que gracias a la campaña de la vista, la recuperaron. Fuera de que está bien que se haga eso, lo que no es ético es que sean los mismos afectados los que con tales testimonios traten de mover a la “compasión” humana. Además, la campaña no la hace sólo la empresa, sino que se avoca a disuadir al público para que done y esos donativos sean parte de la “ayuda”.

Obviamente no se dan esas ayudas con un simple objetivo samaritano, sino que las empresas que lo hacen, obtienen muchos beneficios, tanto económicos (se les condonan impuestos), así como de reconocimiento de que hacen un bien. Incluso, tratan de reivindicar su imagen, luego de haber ocasionado problemas ambientales severos. Es lo que hace la campaña, por ejemplo, del contaminante Grupo México que con sus anuncios del “Tren de la Salud” transmitidos en las salas de cine de Cinemex, presumiendo de que casi es un hospital rodante, trata de lavar el desastre ecológico que ocasionó en el 2014, cuando miles de litros de contaminados, tóxicos lodos, productos de la actividad de su mina Buenavista del Cobre, fueron derramados en el río Sonora, provocando daños permanentes en la salud de los miles de pobladores que se sirven (o servían) de ese río para muchas de sus necesidades hídricas.

Y aunque en apariencia gastan mucho dinero los ricos en sus actividades filantrópicas, en realidad es más lo que recuperan por impuestos condonados y el dinero extra que ganan cuando otros donadores se suman a sus campañas. No sólo eso, sino que su influencia política crece. Se les toma como grandes benefactores, hasta mejores que las instituciones de gobierno encargadas de la seguridad social.

El artículo del portal digital teenVOGUE titulado “La gran filantropía es un engaño que enriquece más a los ricos y oculta sus crímenes”, firmado por Rebekka Ayres, expone esa temática. Explica perfectamente cómo las grandes empresas de los millonarios ocultan, en efecto, hasta sus crímenes ambientales con sus beneficencias, en las que se muestran como grandes benefactores que no dudan en repartir toda su fortuna (ver: https://www.teenvogue.com/story/big-philanthropy-is-a-scam-that-makes-the-rich-look-better-conceals-their-crimes).

Por supuesto que ha habido algunos ricos que, en efecto, han repartido toda su fortuna y decidido vivir una vida modesta. Un ejemplo, Madam C. J. Walker (Luisiana, 1867-1919), cuyo nombre de nacimiento fue Sarah Breedlove, fue una mujer afroestadounidense excepcional, pues a pesar del fuerte racismo de entonces en Estados Unidos, logró hacer una fortuna, vendiendo productos para el pelo y belleza para mujeres negras. Gran parte de su riqueza, la dedicó al activismo para mejorar las condiciones de los afroestadounidenses (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Madam_C._J._Walker).

Otro ejemplo, Mary Ellen Pleasant (1814-1904), también mujer afroestadounidense excepcional, que hizo su fortuna manejando bienes raíces y finanzas. Decía que quería “ganar mucho dinero para ayudar al mayor número de personas que fuera posible” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Mary_Ellen_Pleasant).

Bueno, aquí habría que destacar que, al parecer, han sido más las mujeres verdaderamente filántropas que los hombres. Y también que, de los ejemplos dados, casi siempre son las minorías, las que más solidaridad muestran con los suyos cuando les va bien.

Regresando a los falsos filántropos, dice Ayres que cada cierto tiempo, sobresale algún prominente rico en los encabezados y las noticias “diciendo que donará su fortuna para arreglar los problemas de nuestro tiempo”. En efecto, eso lo ha dicho Jeff Bezos, el dueño de la explotadora Amazon, como para llamar la atención, de que donará toda su fortuna “a lo largo de su vida”, pero nada ha hecho en realidad. Justo como dice Ayres, sólo para llamar la atención (ver: https://edition.cnn.com/2022/11/14/business/jeff-bezos-charity/index.html).

“La realidad es que la benevolencia de los billonarios es un ejercicio de autoenriquecimiento. Lava reputaciones y puede esconder prácticas sucias, usadas por los poderosos, las que pueden maximizar sus ganancias, imponiendo cuestionables condiciones de trabajo, oponiéndose a la creación de sindicatos y cabildeando para mantener precios de los servicios de salud altos”.

En efecto, justifican que si no tienen sindicatos o que si mantienen sus precios altos, es para mantener beneficencias, “que les toquen el corazón a las personas”.

Esos “benefactores”, han incrementado sus fortunas en los recientes 24 meses, más que en los pasados 23 años, indica Ayres, “mientras la mitad del mundo debe de vivir con $6.85 dólares por día”.

Y esas fortunas han “engordado gracias a las beneficencias, de las que hay más de 260,000 en el mundo actualmente, las que poseen $1.5 billones de dólares (1,500,000,000,000), listos para ser repartidos sólo entre los que aquéllas consideren que les ayudarán a subir su reputación”.

Claro. Por ejemplo, la fundación Bill y Melinda Gates, dice ser una organización “sin fines de lucro”, pero varios de los proyectos que financia deben de contemplar ganancias, como los privados (ver: https://www.gatesfoundation.org/about/our-role).

Como dice Ayres, el filantrocapitalismo “ayuda a perpetuar fortunas, con proyectos disfrazados de caridad que supuestamente sirven para aliviar males sociales, pero que lo hacen perpetuando el modelo de negocios que siempre se ha aplicado”. Sí, puede una beneficencia buscar una vacuna para algún nuevo mal, pero al final, es un simple negocio, tal como sucedió con las vacunas para atender la pandemia del covid (que todavía siguen sus efectos), las que fueron un excelente negocio (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/03/las-mezquinas-farmaceuticas-no-quieren.html).

Menciona Ayres el libro del periodista Anand Giridharadas (Ohio, 1981), titulado Los ganadores se llevan todo: la charada de la elite que quiere cambiar el mundo, publicado en el 2018, en donde aquél descubre esas mentiras corporativas de que a los ricos “se les debe de desafiar para que hagan más bien, no más daño”.

En efecto, casos como el nefasto Elon Musk, que ha pretendido presentarse como el “salvador del mundo” con sus autos eléctricos, los que no son otra cosa más que un nuevo impulso al consumismo, que no salvará al planeta de la catástrofe climática que ha provocado el antropoceno, pero que sí ha enriquecido con creces a Musk (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/05/elon-musk-falso-salvador-de-la-humanidad.html).

Se presentan como “defensores del clima” y son los más contaminadores. Sus aviones privados, residencias y yates de lujo, son muy contaminantes, pero eso lo mitigan con sus campañas para “limpiar al planeta”.

Han creado obscuras empresas como los DAFs (fondos de donaciones aconsejadas, por sus siglas en inglés o los LLCs (empresas de responsabilidad limitada) “que evitan escrutinio público, no tienen un mínimo requisito de distribución y permiten a sus donadores invertir en negocios lucrativos o impulsar proyectos ‘públicos’ que los beneficien”.

En efecto. Un buen ejemplo fue la costosa “remodelación” del Bosque de Chapultepec, disfrazado como proyecto “ecológico”, pero que, finalmente, ha sido un excelente negocio para todas las empresas involucradas en aquél. El supuesto costo inicial fue de $8,770 millones de pesos. Y seguramente hubo donadores que podrán deducir con creces sus impuestos, además del “prestigio” adquirido por ayudar a una “noble causa” (ver: https://www.milenio.com/politica/comunidad/proyecto-del-bosque-de-chapultepec-esto-es-lo-que-costara-el-proyecto).

Dice Ayres que gracias a las DAFs, los “donadores” pueden hacer una supuesta gran contribución, “con la que deducirán un impuesto y dejarla allí, para luego, disponer de ella”. Y con las LLCs, “no hay requisitos mínimos de distribución de bienes, no tienen que hacer públicos sus impuestos y tampoco los miembros tienen restricciones para hacer regalos que los beneficien”.

Menciona Ayres que ya Franklin Delano Roosevelt (1882-1945) preveía que “el dinero de los ricos controlando al gobierno, es tan peligroso como el dinero de las mafias controlando al gobierno”.

Nada más cierto. Debo citar que, por desgracia, si Andrés Manuel López Obrador no se hubiera asociado con los ricos (como con Carlos Slim, entre otros), no hubiera ganado la presidencia. Les tuvo que pagar el apoyo con distintos proyectos de infraestructura, como el Tren Maya, la refinería Dos Bocas o el Tren Transístmico.

Y si siguen los problemas ambientales en todo el mundo, es porque “la filantropía plutocrática no está preparada para hacerlo, pues sólo le importa enriquecerse”.

Tan no le interesa, que, como comparativo, Ayres señala que en el 2022, el Reporte Anual de Filantropía de Estados Unidos reportó que los “donativos” ascendieron a $319,090 millones de dólares (mdd), “Lo que se queda corto con los impuestos recolectados en el mismo año, que ascendieron a $2.6 billones de dólares (2,600,000,000,000)”.

Y en cuanto a la evasión de impuestos, gracias a esas “beneficencias”, la ONG Oxfam, “reportó que en el 2017, los impuestos no pagados en Estados Unidos ascendieron a $135,000 mdd, en tanto que la filantropía fue menor a $20,000 millones en ese año”.

De deberse los $135,000 mdd de impuestos no pagados gracias a los $20,000 mdd de “donativos”, como se ve, es un buen negocio, pues lograron los ricos 675 por ciento de no tocar, para nada, sus abultadas fortunas. En otras palabras, conservaron $115,000 mdd de ellas.

Por eso, concluye, Ayres, lo que debe de hacerse es “reforzar el sistema de tributación y que los ricos paguen más impuestos”.

Es un clamor global, que paguen más impuestos, pero justo en Estados Unidos, es en donde menos tocan sus fortunas, allí, en donde están lo más ricos de los ricos, del 0.01 por ciento que domina la economía global.

Así que no nos dejemos llevar por “conmovedoras” declaraciones de millonarios de que “donarán sus fortunas” para un mejor planeta.

Sólo lo hacen para tener una mejor y mayor fortuna.

 

Contacto: studillac@hotmail.com