lunes, 6 de febrero de 2017

Trump y la política del Far West



Trump y la política del Far West
por Adán Salgado Andrade


El empresario estadounidense Jay Gould (1836-1892), el clásico yanqui self-made, o sea, formado por su propio esfuerzo, llegó a dominar el negocio de los ferrocarriles, justo cuando este medio de transporte se expandía por todos los Estados Unidos (EU), como forma de garantizar el control total de los territorios arrebatados a los indígenas, primero, y luego, a México. Su padre, Jason, era un  granjero y Gould decidió que eso no era lo suyo, así que aquél lo llevó a una escuela local, en donde lo abandonó a su suerte, con cincuenta centavos y una bolsa de ropa. Gould aprendió contabilidad y su primer empleo fue administrar el negocio de un herrero. Aprendió también contabilidad y agrimensura y poco a poco fue ascendiendo tanto en empleos, así como en ambiciones. Los historiadores lo consideran el clásico ejemplo del empresario que no tenía ningún tipo de escrúpulos para lograr sus objetivos, incluso, como muchas veces hizo, esconder oro para subir su precio o matar a sus “enemigos”, si era necesario. Una muy ilustrativa frase que usaba cuando enfrentaba problemas de huelgas en sus empresas era que “Puedo alquilar a la mitad de los obreros de este país para que asesinen a la otra mitad”. Tan ambicioso era que, justo por su especulación con el oro, fue que provocó un viernes negro el 24 de septiembre de 1869, cuando los mercados financieros estadounidenses tuvieron una brutal caída y las ganancias bajaron de 65 a 35% (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Jay_Gould).
Gould era, pues, un verdadero representante de su tiempo, aquel del Far West, cuando la mayor parte de los problemas se arreglaban a balazos, tal y como lo hicieron ladrones famosos como Billy the Kid o Jesse James.
Y, a fin de cuentas, no es de sorprender, ya que EU es un país cuyos obscuros orígenes tuvieron que ver con las mezquinas ambiciones de gambusinos, ladrones, tramposos y otros personajes de dudosa calaña, que ocuparon tierras de nativos, como apaches o sioux, como si fueran suyas, sólo por el hecho de la superioridad militar. Lo mismo hicieron con el territorio arrebatado a México años después (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2015/06/en-torno-los-obscuros-origenes-de.html).   
Esa es justamente la tradición que recoge Donald Trump, arreglarlo todo mediante prepotentes órdenes que salen de la realidad, combinado, claro, con su megalomaniaco deseo de poder (Hay evidencia de que en una conversación telefónica que tuvo con Enrique Peña Nieto, además de decirle que no necesitaba a México, lo amenazó con enviar tropas, si no podían los soldados mexicanos con el narcotráfico. Ver: https://es-us.noticias.yahoo.com/pena-nieto-reganado-y-humillado-por-trump-en-llamada-telefonica-224908063.html).
Esa prepotencia más propia de un cowboy arreando al ganado, que de un “presidente” la ha aplicado en sus logros empresariales, marcados siempre por una tendencia a lograrlo todo y a abarcar cuanto sea posible.
Para comenzar, sus negocios no se limitan a EU, sino que abarcan varios países: Escocia, Emiratos Árabes Unidos, Israel, Indonesia, Canadá, Seúl, Panamá, República Dominicana, India, Filipinas y Uruguay, así que es hipócrita que diga que los empleos se los “llevan” muchas empresas de EU, si él mismo tiene tantas inversiones fuera. Justo porque en Dubái, capital de Dubái, uno de los Emiratos Árabes Unidos, Trump tiene hoteles y edificios o en Indonesia, en donde también posee buenos negocios, fue que no impidió la entrada de ciudadanos de esos países, también mayoritariamente musulmanes.
La mayor parte de sus negocios son los bienes raíces, como torres de oficinas, y suites de lujo, además de hoteles y campos de golf, programas de televisión, cursos de “superación personal” (por cada conferencia que ofrece recibe un millón y medio de dólares), pero también ha incursionado en la elaboración de vinos, agua embotellada, perfumes, línea de ropa y, por supuesto, eventos mediáticos, tales como los concursos de belleza de Miss Universo y otros.
Además, su logo y nombre pueden alquilarse, con tal de que eleve el “prestigio” el hotel o desarrollo inmobiliario que pagará el derecho a portar el logo de The Trump Organization. (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/The_Trump_Organization).   
Es de familia tanta ambición, pues su abuela, Elizabeth, fue la iniciadora del negocio de los bienes raíces, ya que gracias a una pequeña fortuna que su esposo Frederick le dejó al morir él en 1918 de influenza, fue que la viuda dividió el terreno en donde tenía su casa y construyó departamentos que de inmediato vendió. Era tan celosa de su deber de cuidar los negocios de la familia, que aun a sus 70 años, seguía recogiendo, personalmente, las monedas de las lavadoras que se alquilaban en los edificios de departamentos que los Trump fueron poseyendo con el tiempo. O sea, que la señora no perdonaba ni los quarters.
Esa avaricia, combinada con un espíritu de prepotente superioridad, fueron inculcadas en su nieto Donald, quien no sólo administró muy bien el negocio sino que lo ha ido ampliando a la par de sus megalómanas ambiciones, incluso, la de coronarse como presidente de EU, justo porque representa a la mitad de estadounidenses que, como él, sienten que su país debe, nuevamente, convertirse en el centro de la atención mundial.
Se calcula la fortuna de Donald Trump en $3700 millones de dólares (mdd), de acuerdo con la publicación Forbes (http://www.forbes.com/profile/donald-trump/). Eso explica por qué se asignó sólo un dólar de sueldo anual como presidente. Hay que reconocerlo, es una muy populista, pero efectiva medida, que aquí tendrían que hacer algunos de los mafiosos que están en el poder.
Tampoco ha tenido empacho Trump en eliminar lo poco bueno que Obama, su antecesor, hizo, tal como el seguro médico universal, el bautizado como Obamacare, ni tampoco en echar atrás medidas como la de prohibir la construcción de dos oleoductos a través de tierras sagradas de la tribu sioux Standing Rock. Trump pretexta que son creación de empleos, pero no podía dejar de lado los muy fuertes intereses económicos de los barones energéticos, sus aliados políticos (ver: http://heavy.com/news/2017/01/trump-dakota-access-pipeline-executive-order-dapl-standing-rock-no-keystone-investment-energy-transfer-partners-kelcy-warren-donation/).
El trato que está dando a esos nativos estadounidenses es similar al que recibían en el siglo 18, cuando por la expansión territorial y colonialista de EU, los criminales invasores los trataban peor que a animales salvajes. En el libro Shadows at Dawn (Sombras al amanecer, Penguin Books), escrito por Karl Jacoby, se describe la cotidiana barbarie y violencia con que se trataban a los apaches que quedaron en Arizona, luego de que ese territorio, antes mexicano, fue robado por aquél país a México: “En los 1860’s, la mayoría de los colonos en el territorio habían adoptado la política de asesinar a todos los apaches que se encontraran. Era la rígida regla, en todo el país, de disparar a estos salvajes, nada más encontrarlos. En la de mente muchos arizonianos, el elusivo carácter de los apaches, justificaba tales acciones… En una ocasión, después de que varios mineros ingleses emboscaron a una partida de indígenas, uno de los participantes cortó las cabezas de cinco de los apaches asesinados en el sangriento encuentro y empleó sus sesos para curtir una piel de venado, comportamiento que molestó a algunos de los mineros, pero a otros los hizo reír a carcajadas”. Esas y otras brutalidades cuenta Jakoby en su muy recomendable libro, justo una recolección de la barbarie ejercida contra los nativos estadounidenses y que, al parecer, el megalómano Trump trae en su maldita genética.
Por otro lado, sus absurdos intentos de hacer America Great Again, lo está llevando a confrontarse con muchas corporaciones, que tienen fuertes intereses en lugares como China o México, por supuesto. Empresas como Ambarella, fabricante de semiconductores, u otras tecnológicas, como Marvell o Diana Shipping Inc., Safe Bulkers, Star Bulk Carriers Corp., Golden Ocean Group, Navios Maritime Partners, Broadcom Ltd., Qualcomm Inc., NXP Semiconductor, Texas Instruments, AMD, Apple, Intel, NVIDIA, Western Digital, Eastman Chemical, PerkinElmer, Coach, Tiffany & Co., 3M, GoPro Inc., MacDonald’s Corporations, son algunas de las empresas que tienen muy fuertes intereses asentados en China y que, si Trump siguiera con sus absurdas ideas proteccionistas de que todo se haga en EU, muy fácilmente muchas de ellas quebrarían, como Ambarella, que sostiene el 90% de sus operaciones con ese país (ver:  http://www.cbsnews.com/news/trump-china-trade-war/).
El hecho de que Trump prohibió a Ford construir una nueva planta en México, ya ocasionó que tal empresa reporte pérdidas por $200 mdd por tan absurda medida (ver: http://www.milenio.com/negocios/ford-planta-mexico-perdidas-cuarto-trimestre-trump-milenio-noticias_0_891510913.html).
Justamente si esa o miles de empresas estadounidenses (y de otros países, claro), establecen maquiladoras o armadoras en México, es por el bajo costo de la mano de obra que pagan. Tal medida lo único que ocasionará es que los automóviles estadounidenses eleven sus precios y no sean tan competitivos como los coreanos o japoneses. Matará Trump con sus equivocadas (para el capitalismo salvaje) medidas a las automotrices y a muchas otras corporaciones. Por eso ya hay gran preocupación entre éstas.
Justamente el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) se hizo para beneficio no de México, sino de las empresas estadounidenses que vieron ventajas en no pagar aranceles, pues al trasladar su producción aquí y reexportarla a EU, aumentan bastante sus ganancias. Y el “déficit” comercial que menciona Trump que tiene EU con México, no es con el país, sino con las corporaciones que han sabido sacar ventaja de tan nefasto tratado.
Para México el TLCAN ha significado irnos desindustrializando, la caída del campo, la privatización de nuestro petróleo, de nuestras aguas, de nuestros aún vastos recursos. Así que si Trump lo elimina, pierden sus corporaciones, no el país. Particularmente es en la producción alimentaria que estamos mucho peor con el TLCAN, pues ya importamos más de la mitad de los alimentos que consumimos, incluso maíz, algo vergonzoso, pues México es el sitio originario de ese básico cereal (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2007/12/apertura-total-del-agro-mexicano-al-tlc.html).
Eso podría ser una medida positiva, pues, como bien dice el vox populi, no hay mal que por bien no venga. Forzosamente se tendrían que diseñar medidas económicas que nos hicieran más autosustentables, comenzando con la producción agrícola (ya no importaríamos tantos alimentos de EU), incrementar la petroquímica construyendo más refinerías, impulsando nuestra investigación científica y tecnológica, pero, sobre todo, mirando hacia el sur, hacia países latinoamericanos como Bolivia, Ecuador, Brasil, Colombia o Venezuela. Si en lugar de habernos integrado al TLCAN lo hubiéramos hecho al Mercosur, en su momento, no tendríamos estos problemas. Y si históricamente nos hubiéramos aliado más con Latinoamérica que con EU, seguramente estaríamos en mejor posición y no a merced de un país mayoritariamente racista y enfermo de poder, como Trump.
Ya Evo Morales declaró que México debe de mirar y asociarse más al sur. Eso debemos de hacer (ver: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2017/01/27/evo-morales-convoca-a-mexico-a-mirar-mas-al-sur).
Y no pasemos por alto que su promesa de “construir el muro”, debería de haber sido la de terminarlo, ya que el muro ya existe en muchos lugares, pues desde 1994 se inició su construcción, en la era de Bill Clinton, y ha seguido desde entonces. Analistas estadounidenses realizaron un estudio de factibilidad y hallaron que nada menos que la cementera mexicana CEMEX podría resultar muy favorecida para la conclusión del muro, que se haría similar al que rodea a los palestinos en Gaza y Cisjordania, mediante paneles prefabricados de concreto, nada más para que se vea que no hay escrúpulos para el capitalismo salvaje, (ver: http://www.marketwatch.com/story/company-best-positioned-to-benefit-from-a-trump-wall-is-mexican-2016-07-15).  
El enclave neocolonial llamado “Israel” mantiene a los palestinos como prisioneros en campos de concentración, rodeados de altos muros que los separan de los judíos, con tal de que aquéllos no “les ocasionen problemas” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/04/el-holocausto-palestino-manos-de-israel.html).  
Por algo fue que Trump no tuvo empacho en declarar que los mexicanos son para los estadounidenses, como los palestinos lo son para los judíos. Vaya más racista y xenofóbica declaración. Es absurdo que, en pleno siglo veintiuno, cuando en otros lugares se han derribado muros, como el que separaba a las dos Alemanias, se erijan nuevos. Y eso no garantizará que EU sea más seguro. Al contrario, será más odiado dicho país por sus acciones aislacionistas y proteccionistas.
En fin, Trump puede hacer con su país lo que quiera, pues finalmente fue elegido “democráticamente”.
Lo que no debemos permitir es que la mafia en el poder de este país tome al megalómano como una cortina de humo para tapar todos los otros graves problemas que está ocasionando, que por tantos años se hayan practicado políticas entreguistas y sumisas, beneficiadoras solamente de los intereses de las gansteriles corporaciones que, en contubernio con las mafias políticas, han llevado a este saqueado país a la ruina económica, social, ecológica, tecnológica, alimentaria, cultural… que padecemos. La violencia y la impunidad imperantes son consecuencia de tanto oprobio, y si no lo entendemos en estos cruciales momentos, puede tal mafia aprovecharse para renovar su maltrecho, maquiavélico poder.
Finalmente, aquí tenemos muchos Trumps mexicanos de los cuales preocuparnos y deshacernos.