sábado, 27 de junio de 2020

Whole Foods, empresa de Amazon, vende agua embotellada contaminada con arsénico

Whole Foods, empresa de Amazon, vende agua embotellada contaminada con arsénico

por Adán Salgado Andrade

 

El agua es elemento esencial para la vida. Sin el vital líquido, no existiríamos. La llamada agua “dulce”, o sea, la bebible, comprende sólo 3% de la que posee el planeta. Pero a pesar de su importancia, se desperdicia y contamina más y más. Actividades como la minería, emplean demasiada agua, además de contaminarla permanentemente (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2013/05/los-destructivos-irreversibles-efectos.html).

Lo mismo sucede con el depredador fracking, contaminante método para extraer gas natural de los depósitos de esquisto, que emplea millones de litros de agua por pozo, contaminándola, también, permanentemente (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2012/05/el-gas-natural-de-esquisto-el-regreso.html).

No hay actividad humana que no emplee agua y, sin embargo, no se le cuida, sino que todas las fuentes de agua dulce están, prácticamente, contaminadas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2008/10/el-agua-dulce-cada-vez-ms-demandada-y.html).  

La cantidad que existe de agua es la misma, desde hace millones de años, aproximadamente 1728 trillones de metros cúbicos (1,728,000,000,000,000,000 m³), y simplemente sigue el acostumbrado ciclo de evaporización, condensación en nubes y precipitación pluvial, sólo que ahora, debido al calentamiento global y la depredación ambiental, le toma a dichos procesos, un total de quince meses reponer el agua, que la humanidad requiere en apenas un año, así que, desde allí, estamos excediendo la capacidad de regeneración de nuestras fuentes de agua dulce.

Por otro lado, es tan desigual su distribución, que actualmente alrededor de 1100 millones de personas, ni siquiera tienen acceso a fuentes seguras de agua para beber, la más elemental e importante de las necesidades hídricas humanas. Aproximadamente, 50% del agua dulce es propiedad de unos seis países (Brasil, Canadá, Indonesia, China, Estados Unidos y Colombia), en tanto que la otra mitad, está muy mal distribuida, pero, incluso, estas cifras, ya resultan controvertidas, pues, por ejemplo, en el caso de Canadá, resulta que lo que antes se afirmaba, que posee alrededor de un quinto de las reservas mundiales de agua dulce, no es así, como informó recientemente la Academia de Ciencias de Canadá, la que señala que, una cosa, es la cantidad de agua que contiene ese país en sus grandes lagos y otra, muy distinta, la que se renueva cada año, que es la que llueve, corre por ríos y arroyos y recarga tanto a los lagos, así como a los acuíferos. Y cita que, en realidad, el agua renovable en Canadá sólo representa 6.4% del total mundial, además de que los lagos canadienses no almacenan tanta agua, como pudiera pensarse, pues con la cantidad del líquido que circulara por los ríos y arroyos de los que se alimentan, les llevaría tres años y medio para llenarse, es decir, poco más de tres ciclos hidrológicos anuales, así que si dejara de llover, la humanidad entera, no sólo Canadá, se quedaría sin agua dulce en menos de tres años, pues, como dije, consumimos en doce meses lo que la naturaleza renueva en quince.

Es tan creciente el empleo de agua dulce que, ya, el agua de mar, se está explotando de manera cotidiana, desde hace años. Las plantas desalinizadoras, crecen cada año y son, para muchos países, la única alternativa para tener acceso a agua bebible. Eso, a pesar de lo costoso que resulta desalinizar agua, pues es un proceso que requiere de mucha electricidad, muy costosa, además de que contamina también, pues la salmuera que queda, se regresa al mar, siendo que es una sustancia muy salada, más que el agua de mar de la que surgió (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/08/las-contaminantes-muy-demandantes-de.html).

Por tanto, en países en donde el agua para beber es muy escasa, un súper negocio es el agua embotellada, que representa para muchas empresas un excelente negocio, que deja millones de dólares anuales en ganancias. Cuatro son las compañías mundiales, que más ganancias tienen comercializando agua para beber: Coca-Cola, Pepsi-cola, Nestlé y Danone. Estas empresas, multiplican por varias veces el costo del agua que venden en relación al precio que la compran. En México, por ejemplo, un metro cúbico de agua cuesta alrededor de diez pesos, justo lo que se cobra, al menos, por medio litro de agua embotellada, dependiendo de su “calidad” – o sea, la empresa que la elabore y su capacidad publicitaria. De dicho metro cúbico, se obtendrían mil litros, o sea, veinte mil pesos, así que podrá entenderse por qué tales empresas tratan de aumentar sus ventas de agua embotellada, por lo redituable que les resulta el negocio, ya que le es más lucrativo a Coca-Cola, por ejemplo, purificar y envasar un litro de agua, que elaborar un litro de su muy publicitado refresco de cola.

Y para ello, emplean campañas publicitarias en donde se valen tanto de consideraciones de salud, como de supuestas acciones “altruistas”. Así, las campañas para la salud, exageran los beneficios que se obtendrían de tomarse dos o más litros de agua diarios (que recientes investigaciones, demuestran que una ingesta muy alta de agua al día es perjudicial, pues puede despojar al cuerpo de sales minerales, vitales para el metabolismo). En cuanto a las campañas “altruistas”, se publicita ampliamente que por cada litro comprado de agua embotellada de tal o cual compañía, se “donarán” diez litros para un país pobre que tenga problemas de agua, el que, generalmente, es uno africano, como Etiopía o Ghana o que las zonas marginadas del país en donde se vende tal agua se verán “beneficiadas” con la construcción de obras para potabilización del agua. Sin embargo, recientes estudios muestran que de cada litro vendido, en su equivalente a dólares, sólo se destinan 0.28 fracciones de centavo a las tan cacareadas campañas altruistas. O sea, si un litro se vende, digamos, en dos dólares, ni un centavo se dedica al bienestar de los países pobres y con problemas de agua, del que tanto dicen preocuparse dichas empresas.

Y, al contrario, Coca-Cola se apropia de las escasas fuentes de agua potable, despojando a muchas localidades del vital líquido, ocasionando que la gente deba tomar su veneno azucarado, a falta de agua, lo que incrementa enfermedades como obesidad, diabetes, cardiovasculares y otras. Esas son sus “buenas obras” (ver: https://www.nytimes.com/es/2018/07/16/espanol/america-latina/chiapas-coca-cola-diabetes-agua.html).

Pero, repito, como en muchos países, en donde el vital líquido cada vez escasea más, la gente se ve en la necesidad de consumir agua embotellada, sin necesidad de las costosas campañas publicitarias de las mencionadas empresas para que la tomen.

Pero, lo peor, es cuando esa agua, que es, supuestamente, “purificada, totalmente potable”, resulta contaminada. Más grave, todavía, que la distribuya una empresa “prestigiada”. Justamente es lo que informa el artículo “El agua embotellada que vende Whole Foods, contiene niveles potencialmente peligrosos de arsénico”, firmado por Catie Keck, que denuncia la falta de ética de esa empresa, propiedad ya de Amazon (ver: https://gizmodo.com/whole-foods-bottled-water-found-to-contain-potentially-1844154064).

No es de extrañar que Whole Foods-Amazon, haya incurrido en esa grave falta, que puede conducir a un fuerte problema de salud, por la intoxicación del arsénico contenido en el agua embotellada “purificada” que venden. Entre otras cosas, Amazon sobrexplota a sus trabajadores, pagándoles salarios tan miserables, que muchos deben de pedir estampillas de comida gratuita gubernamental, para completar sus magros sueldos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/02/la-explotacion-laboral-de-la-nefasta.html).

Por otro lado, durante la emergencia sanitaria provocada por el Covid-19, esa empresa no se preocupó porque sus trabajadores tuvieran ambientes adecuados para evitar contagios, como haber desinfectado sus bodegas o haberles proporcionado equipo adecuado, como caretas, cubrebocas o guantes, por lo que muchos de ellos en Estados Unidos, sobre todo, migrantes, cayeron enfermos, muriendo varios (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/04/negligencia-de-amazon-con-sus.html).

Y lo del agua embotellada, contaminada con arsénico, sería uno más de sus desatinos y graves fallas. De por sí, cuando Amazon adquirió Whole Foods, la eficiencia de esta empresa, comenzó a decaer, tanto en sus entregas, así como en sus estantes vacíos, por la falta de surtido. Y eso fue meses antes de la pandemia (ver: https://www.bostonglobe.com/business/2018/01/22/empty-shelves-whole-foods-have-customers-shopping-elsewhere/UpWrwJa1dteUvEFLBL67ZO/story.html).

Eso, debido a que Amazon, en su absurdo interés de abarcarlo todo, quiso también incursionar hasta en la venta de alimentos. Así que si incurrió en tal descuido con las tiendas de Whole Foods, es lógico que no se preocupe por la calidad de los productos que allí se venden. Como tampoco vigila que no se vendan productos falsificados en su plataforma online, los llamados piratas, lo que ha dañado a los legítimos distribuidores (ver: https://www.france24.com/en/20200429-us-cites-amazon-s-foreign-platforms-over-counterfeit-goods).

El agua contaminada, de la marca Starkey Spring Water, “contiene niveles de arsénico de entre 9.49 y 9.56 partes por millón. La FDA (la comisión reguladora de alimentos y medicinas de Estados Unidos) requiere que las botellas de agua cumplan con un máximo de 10 partes por mil millones, lo que significa que la empresa está casi en el límite. Pero eso, no necesariamente, hace que el agua sea segura, indica el Reporte del Consumidor, al menos si es consumida regularmente”, señala Keck.

James Dickerson, citado por Keck, quien es directivo científico del Reporte del Consumidor, indica que “el consumo regular, incluso, de pequeños niveles del metal pesado, durante largos periodos, incrementa el riesgo de daño cardiovascular, algunos tipos de cáncer y provoca menores índices de coeficiente intelectual, IQ, en niños, además de otros daños a la salud”. Y las pruebas que esa organización hizo de 45 marcas de agua embotellada – demasiadas marcas, podría decirse –, muchas no tenían rastros detectables de arsénico.

Es decir, que, con un control de calidad adecuado, podría eliminarse el arsénico. Pero hacerlo, cuesta dinero y eso es lo que Amazon-Whole Foods no desea, gastar más, aunque sea en beneficio de los consumidores.

Keck contactó a un representante de Whole Foods, quien le dijo que “en todo momento, la prioridad de la compañía, es proveer al consumidor con agua de la más alta calidad”. Ni modo que le diga que su prioridad es vender agua contaminada con arsénico.

Y trató de contactar a alguien de Amazon, pero nadie le dio la cara.

Reporte del Consumidor, ha tratado de que el contenido de arsénico sea bajado a 3 partes por mil millones, pues los consumidores, pensarían que el agua embotellada es más pura, pero no es así, como pasa con el agua de Whole Foods. Adquieren agua contaminada.

Lo que nos lleva a pensar en ¿cuántas veces nuestra confianza, al comprar algo, lo que sea, ha sido traicionada, porque eso adquirido, no cumple con lo que ofrece? Seguramente muchas veces, sean comida, medicamentos, aparatos eléctricos, electrónicos, autos, bicicletas, casas… ¡todo!

Lógico, pues lo importante para Amazon-Whole Foods, así como para todo el capitalismo salvaje, es tener una súper ganancia, que incremente las fortunas de los dueños de capitales e industrias, tal como Jeff Bezos, considerado, ya, el hombre más acaudalado del mundo, incluso, beneficiado por la pandemia, que lo enriqueció mucho más (ver: https://www.townandcountrymag.com/society/money-and-power/a10370099/jeff-bezos-richest-man-in-the-world-net-worth/).

Así que, no nos extrañe, con esa tendencia, un mal día, caigamos envenenados por beber “agua purificada embotellada”.

 

Contacto: studillac@hotmail.com

 

  

 

jueves, 25 de junio de 2020

Ropa desechable, detergentes y lavadoras, producen invasivos microplásticos

Ropa desechable, detergentes y lavadoras, producen invasivos microplásticos

por Adán Salgado Andrade

 

La basura producida por los millones de toneladas de plásticos, desechadas cada año en mar y tierra, son un verdadero, irreversible problema de contaminación ambiental, que ya está fuera de toda forma de control. Los miles de millones de botellas de plástico y otros productos plásticos, que van a dar al mar, se degradan, desintegrándose en billones de pequeñas partículas plásticas, llamadas microplásticos. Pero estos microplásticos, por la acción de los vientos y lluvias, se están esparciendo por todo el planeta, invadiendo lugares prístinos, como los Alpes Franceses, el Ártico, Antártico, parques naturales, glaciares y otros sitios que, no hace mucho, se habrían considerado libres de contaminación de la basura plástica. Un reciente estudio, halló que más de 1000 toneladas métricas de partículas microplásticas caen sobre 11 áreas protegidas en el occidente de Estados Unidos cada año. Ese es el equivalente a más de 120 millones de botellas plásticas. Y como empresas como Coca-Cola, se niegan a dejar de producir botellas para que sus consumidores tengan la “comodidad” de saborear su azucarado veneno, sin tener que llevar un envase retornable a la tienda, el problema de los microplásticos que se producen por la citada degradación de los billones de botellas plásticas, que deambulan por todos los océanos, seguirá creciendo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/06/los-contaminantes-microplasticos-ya.html).

Sin embargo, hay otras fuentes emisoras, en demasía, de microplásticos. Y esa es la ropa desechable (fast fashion), que está hecha para durar unas cuantas puestas. Un grave productor de basura de todo tipo, es la sobreproducción de mercancías que, bajo el capitalismo salvaje, es una imposición, con tal de que éste depredador y contaminante sistema, se reproduzca. La mayoría de esos productos tiene una obsolescencia programada, lo que hace que duren muy poco y se tiren rápidamente, como dicha ropa (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2011/10/la-obsolescencia-programada-el.html).

Ese absurdo, que lleva al consumo compulsivo, incrementa cada vez más y más la basura que producimos. La basura, tan sólo doméstica, que tiramos a diario, es del orden de ¡5,808,219 toneladas!, es decir, ¡2120 millones de toneladas al año! Literalmente, nos estamos ahogando con tanto desperdicio. (ver: https://www.theworldcounts.com/challenges/planet-earth/state-of-the-planet/world-waste-facts).

En el capitalismo salvaje, no existe la conciencia ambiental, lo que se produce, está en relación directa con la necesidad de ganancia de las empresas, no con la salud del medio ambiente, ni de la sociedad. Y si por tener buena ganancia, se debe seguir contaminando y depredando a la mitad del planeta que aún conserva recursos, se seguirá haciendo.

Como dije antes, la ropa desechable, está acelerando la producción de microplásticos, como muestra un artículo de Wired, titulado ¿A quién culpar por la contaminación de la microfibra plástica?, firmado por Matt Simon, en el que explica cómo esa ropa que se deshace en cada lavada, hasta ser inservible, es muy responsable del brutal aumento en la producción de microfibras, que son hechas de plástico y caen en la categoría de microplásticos (ver: https://www.wired.com/story/whos-to-blame-for-plastic-microfiber-pollution/).

Esa ropa desechable, cada vez que se lava en lavadora, como se desgasta, por las malas telas usadas en elaborarla, produce unas 100,000 microfibras, las que, luego, se van, a través del drenaje, a ríos y océanos. Señala Simon que “considérese que hace 70 años, las industrias textiles y de ropa usaban dos millones de toneladas de materiales sintéticos y esa cifra ascendió a casi 50 millones de toneladas para el 2010”. Imaginen, si esa cifra fue para el 2010, ahora, debe de ser peor.

En efecto, cada vez se usan menos fibras naturales, como algodón, seda, lino o lana. Las prendas hechas de esos materiales, cada vez son más escasas y caras, pues se ha generalizado el empleo de fibras sintéticas, como el poliéster, el nylon y otras. Son estas prendas desechables, muy baratas, en relación con las de materiales naturales, por eso se compran mucho. Pero, como bien dice ese proverbio popular, “lo barato sale caro”, pues esa ropa dura muy poco, no más de unos meses o medio año, cuando mucho. La tela comienza a degradarse con cada lavada, se desgasta, se rompe, se descose y termina sirviendo sólo como trapeador o trapo para la limpieza, si es que se le da un uso posterior, o se tira.

Esa tendencia de comprar ropa desechable, la ha ocasionado el comercio en línea, que promueve el consumismo, sobre todo, de ropa. En el 2017, por ejemplo, los estadounidenses gastaron $971.87 dólares en promedio al año, adquiriendo alrededor de 66 prendas, de acuerdo con la Asociación de Calzado y Ropa (AAFA), 20% más de lo que gastaron en el 2000. Y de la ropa que se desecha, sólo se recicla el 15%, así que la mayoría abulta los millones de toneladas de basura que producimos, de por sí, como ya mencioné antes (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/09/las-compras-en-linea-gran-impulso-al.html).

Como dije, la contaminación plástica es irreversible. Imposible recolectar todo el plástico tirado. Pero nada se hace para limitar su producción. Cita Simon a Nicholas Mallos, quien señala que “casi 13,000 toneladas de microfibras pueden irse al mar, tan sólo de los países europeos, cada año. A nivel global, otras estimaciones señalan que alrededor de 250,000 toneladas de plásticos, vía microfibras, se van a nuestros ríos y océanos. Así que no son números insignificantes, aún cuando nos referimos a una fuente de polución muy pequeña”. Pero, imaginen, cuántos billones de partículas deben de producirse para que, en peso, asciendan a 250,000 toneladas. Inconcebible.

El problema se combina con el lavado de la ropa desechable en lavadora. Al desaguarla, miles de partículas, unas cien mil como ya dije, se van al drenaje. Si las aguas del drenaje se reciclan, los sistemas más avanzados, retienen entre 83 y 99.9 por ciento, o sea, no el 100%. Eso, repito, si se reciclan las aguas negras, cosa que no se hace en la mayoría de las ciudades, sobre todo, las de países pobres, que, simplemente, sueltan esas aguas a los ríos, o al mar, si son costeras. No sólo se van microfibras, sino otros contaminantes, como ácidos, detergentes, metales pesados (generados por industrias) y muchas otras cosas. Pero el problema con los microplásticos es que se esparcen, no sólo por todos los océanos, sino por tierra. Por la evaporación, se elevan hasta la atmósfera, en donde se condensan, junto con el vapor de agua, para regresar a la tierra, adheridas a la lluvia, contaminando hasta las citadas zonas prístinas.

Además, cuando se tratan las aguas residuales, se obtiene un desecho que es usado para fertilizar tierras. Ese desecho, contiene millones de microfibras, o sea, microplásticos que, al evaporarse, las deja en los suelos. Además de contaminarse dichos suelos con los mismos microplásticos, cuando éstos se descomponen, en los químicos que los forman, existe evidencia reciente de que las plantas absorben, mediante sus raíces, a los microplásticos y a esos químicos que los forman. Esa evidencia la hallaron científicos que investigaron con la planta Arabidopsis Thaliana, una especie de berro, que puede absorber partículas de menos de cien nanómetros (un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro). Los resultados de que microplásticos se metan en los tejidos de esas plantas, demostraron que les impiden el normal crecimiento, pues esos microplásticos se quedan en la raíces, bloqueándolas, e impiden que las plantas absorban el agua que requieren. Además, evitan que la planta resista enfermedades (ver: https://earther.gizmodo.com/plants-can-absorb-tiny-plastic-pieces-through-their-roo-1844117397).

Estudios previos, demostraban que plantas marinas, como algas, contienen microplásticos, pero la citada investigación, muestra que ya, también, las plantas en tierra absorben microplásticos.

Por otro lado, al comer plantas que contengan microplásticos, se incrementa la ingesta que ya, de por sí, estamos haciendo por tantos microplásticos que vienen, por ejemplo, en peces o moluscos marinos que se comen. A ese problema, agreguemos las plantas terrestres. Por si fuera poco, respiramos los que flotan, así que, no sólo, en nuestros intestinos, tenemos microplásticos, sino, también, en nuestros pulmones (y seguramente en otros órganos del cuerpo).

Todo eso equivale, señalan investigaciones, a una tarjeta de crédito de plástico que se nos va al organismo cada semana.

Y todavía no se sabe bien qué efectos tendrá esa ingesta de microplásticos en el organismo humano, pero seguramente serán muy dañinos. Si a los berros estudiados, les bloquea las raíces, algo han de bloquear en nuestra fisiología.

Regresando a la ropa desechable, lavada en lavadoras, se quiere hacer obligatorio que los fabricantes de esas máquinas, las equipen con filtros que retienen una buena parte, pero, como eso implica más gastos de fabricación y, como dije, lo único que les interesa a los fabricantes es la máxima ganancia, seguramente no lo considerarán, a pesar de que sea para ayudar a reducir la contaminación ambiental. Simon trató de contactar a General Electric y a La Asociación de Fabricantes de Electrodomésticos de Estados Unidos, para preguntar por qué no les ponen esos filtros a sus lavadoras, pero no obtuvo respuesta. Claro, prefieren no dar la cara.

Los detergentes, sean líquidos o en polvo, también contribuyen al desprendimiento de microfibras plásticas de la ropa desechable. Así que jabón, más el movimiento giratorio de la lavadora, desprenden los cientos de miles de microfibras citados antes, que terminarán en el océano, en la tierra, en animales, vegetales y, por supuesto, en nuestros organismos.

Un estudio hecho, precisamente, por Procter & Gamble, con tal de demostrar que sus detergentes no eran los culpables de la producción de microfibras en una lavadora, supuestamente, mostró que era el movimiento de lavadoras muy eficientes, que crean al inyectar chorros de agua entre la ropa, el causante del desprendimiento de microfibras.

Todos, como se ve, tratan de culpar al otro. Sin embargo, señala Simon, al final, la raíz de todo es la moda desechable, que se empecinen las industrias textiles y de la ropa, en seguir haciendo prendas con telas baratas sintéticas. Aunque, de todos modos, mucha ropa sintética no se vende barata, porque, se justifica, es de “diseñador”, un absurdo fetichismo que puede ofrecer prendas o zapatos exageradamente caros, sólo porque, tras de su diseño, está una famosa o famoso de la moda.

Ya no puede limpiarse el planeta de tanta basura de todo tipo, menos de los microplásticos, que ni se ven. Y la lógica señalaría que la producción de ropa desechable o todo lo desechable que se produce, debería de irse reduciendo hasta el mínimo, prescindir de todo eso.

Pero, como señalé, en el capitalismo salvaje, la única “lógica”, es la de la maximización de la ganancia.

Y si en el proceso, se plastifica todo el planeta, ni hablar. Serán las consecuencias del “progreso”.

 

Contacto: studillac@hotmail.com