miércoles, 25 de enero de 2012

En busca de los signos de la decadencia estadounidense


En busca de los signos de la decadencia estadounidense
Por Adán Salgado Andrade

Peoria, Arizona. Me encuentro en esta ciudad, a unos treinta minutos en auto de la capital de Arizona, Phoenix, a donde motivos personales me hicieron venir. En este estado, uno de los más racistas de EU, en donde fue aprobada la ley 1070, que criminaliza a cualquier persona, tan sólo por su aspecto, desde que llegué, he tratado de buscar los signos que, en efecto, me indiquen que este país, quebrado económicamente, es ya una decadente sociedad, sufriendo los estragos del capitalismo salvaje. Bueno, para comenzar, es decadente que esa ley, la 1070, diga, a la letra, que “Un oficial o representante de la ley puede arrestar, sin orden de aprehensión, a una persona, si dicho oficial piense que muy probablemente esa persona ha cometido una ofensa o falta que la convierta en indeseable y, por tal motivo, pueda ser expulsada de los EU”. Así que cualquier policía, por ejemplo, si ve a alguien que no sea, digamos, güero, pues puede detenerlo y solicitarle sus papeles y arrestarlo, si no le muestra nada. Miren, obviamente cuando viene uno en plan turístico, como yo estoy aquí, que se puede ir a un restaurante a un cine, pues no se nota mucho ese racismo, pero, sí, hay algunas evidencias de discriminación inconsciente que muchos estadounidenses despliegan a diario con la non white anglo saxon people (non WASP). Por ejemplo, la otra vez que fui al cine, entré al baño y de reojo, noté a un tipo que se estaba sonriendo con otro por mi aspecto. También, la forma en que he sido mirado o, simplemente, la fría indiferencia de la mayoría, como si uno no estuviera allí en ese instante, basta para notar tal racismo. Sin embargo, platicaba con Marcos, adolescente mexicano, que recién cumplió 13 años, que por ahora está aquí estudiando el séptimo grado de la primaria (Elementary school), quien me comentaba cómo varios de sus, digamos, amigos frecuentemente lo molestan (bullying),“¡me cargan calor!”, dice Marcos, y lo empujan, o le dan golpes o le hacen bromas como “You, browny guy, get out of here!” o “You steeler, you had to be Mexican”, culpándolo de que las cosas que se pierden, él se las roba porque “¡pues qué se puede esperar, si es un pinche mexicano!”. Además, lo excluyen de invitaciones, como a fiestas o paseos, por ejemplo. Y eso que la escuela a donde él asiste, la Apache Elementary Scholl, es, por así decirlo, multiétnica, pudiéndose ver niños de piel morena u obscura. “¡Se las estoy guardando a todos esos pendejos, para el último día que esté aquí!”, exclama, con cierto resentimiento, Marcos.
Y otras formas en que la discriminación está muy presente aquí, es que los empleados de las tiendas tienen estrictamente prohibido hablar español, aunque sea ese su idioma natal o los clientes sean latinos. Lo mismo sucede en las escuelas, en donde los estudiantes, cualquiera que sea su nacionalidad, no pueden hablar más que en inglés, como si eso fuera garantía de que los EU no se vayan a desintegrar en un cercano futuro debido al plurietnicismo que está cada vez más presente en este heterogéneo país.
Así que yo colocaría en primer término ese inconsciente, añejo racismo, como uno de los sobresalientes signos de decadencia que he visto aquí, pues el hecho de que luego de siglos y siglos de supuesta “evolución humana”, que aquí aún se siga viendo al blanco como lo mejor y a todo lo que no sea blanco como lo inferior, es, francamente, decadente.
Y continúa mi búsqueda. Estoy viviendo unos días en un conjunto de departamentos llamados Camden. Me llamó la atención un letrero que dice “Buying is overrated, Lease a living”, o sea, “Comprar es demasiado, mejor rente una vida”… sí, esa ha sido la solución para un problema que se desató desde que en el 2008 estalló la burbuja inmobiliaria (ver en este mismo blog mi artículo: La crisis de los créditos en Estados Unidos: la consecuencia de gobernarse por índices”), la raíz de la actual hecatombe económica, de la que no terminamos de salir aún y ya estamos entrando a una peor. Cientos de miles de casas han sido embargadas desde entonces a estadounidenses que no han sido ya capaces de pagar sus hipotecas, tanto porque han perdido sus trabajos, así como porque el crédito inicial se elevó demasiado y ahora es ya más costoso que las casas que adquirieron hace años (por ejemplo, una casa que hace unos cinco años, en el 2007, pagaba 850 dólares al mes, ahora ya paga 3600 dólares y vale la mitad de lo que originalmente se cotizó. Ese es el negocio que ahora están haciendo los mezquinos, rapiñeros banqueros, a costa, claro, de los ciudadanos comunes). Así que empresas como Camden y muchas otras han pensado que es más práctico, en efecto, construir conjuntos para rentar, en lugar de para vender, pues ya es tan incierto el futuro del crédito inmobiliario, que parece mucho mejor solución rentar. En esta unidad todas los inquilinos son personas que pagan rentas, que van en promedio, de $1000 a 1500 dólares mensuales, que cubren departamentos totalmente alfombrados, los cuales incluyen una sala, cocina equipada con refrigerador, horno de microondas, estufa eléctrica (más adelante voy a eso, a la desperdiciadora costumbre estadounidense de operarlo todo con electricidad), anaqueles, una, dos o tres recámaras, cada una con su baño propio, una terraza, así como el indispensable aire acondicionado, pues siendo Arizona un lugar desértico, desde abril y hasta octubre, las temperaturas fluctúan alrededor de los 45 grados centígrados (en estos días de enero, la temperatura es, me dicen, la mejor del año, con alrededor de 7 grados centígrados por las mañanas y unos 20 en la hora de más calor, así que no hay necesidad de enfriar el departamento. Pero en verano, es imposible estar sin aire acondicionado encualquier lugar). Los contratos se pueden hacer por algunos meses o por un año completo, dependiendo de las necesidades del rentador. Los 1000 a 1500 dólares incluyen todo: electricidad, agua, servicio de TV por cable (sin la televisión, claro, eso es por parte del cliente) y mantenimiento. Los extras son el teléfono y el internet, que cuestan alrededor de cien dólares másal mes. Y según el administrador del lugar, una joven mujer con quien platiqué unos momentos, los inquilinos se desplazan constantemente, y son pocos los que duran más de dos o tres años en la unidad. Claro, eso, como dije, es entendible, pues si por el crédito de una casa, digamos de unos 250 mil dólares, se pagarían en promedio de 2500 a 4000 dólares mensuales, además de todo lo extra, pues entonces resulta mucho mejor pagar mil dólares por departamentos, digamos que pequeños, pero funcionales, con todos los servicios, estacionamiento incluido, además de áreas verdes y de ejercicio, como un gym que se encuentra casi a la entrada (equipado con caminadoras, bicicletas estacionarias y todo para estar muy bien físicamente hablando) y, por si fuera poco, hasta una alberca. Sí, son pequeños, comparados con lo que se conoce como las average american homes, que son casas unifamiliares con jardín, tres o más recámaras, cochera, amplia estancia, sala, espaciosa cocina, tres o más baños…pero, como dije, prácticos, más en esta crítica época, en que los empleos escasean, tanto en número, así como en duración, pues se contrata muy eventualmente, por meses incluso, y puede ser en tal o cual estado, así que hay una suerte de nomadismo laboral que ha logrado el boom de empresas rentistas, como Camden (ver fotos 1, 2 y 3).
Así que es más práctico y barato rentar… al menos departamentos. Pero, de hecho, se ha convertido en una especie de trend, moda, digamos, el rentar lo que se pueda y cuando se pueda. Hay sitios especializados en Internet que entrelazan a personas que rentan lo que sea, desde una aspiradora, una segadora de pasto, una TV, un refrigerador, una bicicleta… hasta un auto y sus servicios son ofrecidos a través del sitio directamente a los interesados (el sitio sólo cobra una pequeña comisión por su servicio). Así, tampoco se debe de comprar algo, sobre todo si sólo se va a emplear unos meses (en mi caso, a falta detransporte público, renté una bicicleta por diez dólares diarios, por ponerles un ejemplo). Y así, muchas personas pueden hacerse de un income, un ingreso, pequeño, sí, pero mejor ese poco dinero, que nada, como quien me rentó la bicicleta me dijo. Muchas personas ya también rentan parte de sus casas, sobre todo aquellos que se quedaron sin trabajo recientemente y deben de seguir pagando sus hipotecas. Por ejemplo, un hombre de esta ciudad, Albert, fue despedido de su trabajo en diciembre, sin perspectivas reales de hallar uno nuevo en el corto plazo. Su hipoteca asciende a $3500 dólares mensuales, que él dice que es un robo, pues comenzó pagando $1200 por la misma. Su solución, digamos, fue ponerse de acuerdo con su esposa para rentar parte de su hogar, al que adecuó haciendo algunas divisiones, que se rentaron como habitaciones individuales, por las que les ingresan alrededor de $4000 dólares, suficientes para pagar su hipoteca y todavía les queda un poco más. “La verdad, no me apena haber llegado a esa situación”, declara Albert, pues es lo único que se le ocurrió para salvar su casa y… ¡su vida!
Segundo signo de decadencia, el rentismo.
Y sigo revisando más señales de decadencia.
Una tercera, me parece, que también he notado, es la falta de consumo. Ya mencioné que cada vez menos la gente compra un casa y prefiere rentarla. Una de las señales que en EU indican el inicio de una baja en la economía es que no se compren casas ni, peor aún, autos, símbolo éstos del más puro american way of life. Sí, porque aquí, al menos en Peoria, no existe prácticamente transporte público y no he visto más que uno que otro taxi (discount cab, ahora, esa palabra, discount, descuento, se emplea en muchos sitios, con tal de atraer a los potenciales consumidores). Una de las principales avenidas de esta desierta ciudad es la Bell, en la cual, unos dos kilómetros de su longitud, son ocupados por agencias automotrices. Y se ven marcas como Honda, Audi, Dodge, Ford, Subaru, Mazda, Chevrolet, Toyota, Hyundai, Volkswagen, Kia, Nissan… todas contando con grandes áreas en donde nuevos modelos 2012 esperan ansiosos futuros compradores (ver foto 4).
Todas ofrecen tal o cual deal, sin enganche, cero por ciento de intereses, cómodas mensualidades (ver fotos 5 y 6)…
pero en todas las veces que he estado pasando cerca de todos esos sitios, he visto solamente una que otra persona mirando los modelos, muchos de ellos, lujosas unidades, como una camioneta Chevrolet Silverado, que leo en el letrero que tiene pegado en el parabrisas, todo el equipo y las ventajas que se ofrecen, tales como seguro por cinco años, tanto en la unidad, como en todas sus partes, así como aire acondicionado, potente motor V-6 o V-8, estéreo con ocho bocinas… y otros detalles. Se da el precio total, menos el descuento ofrecido y el precio final es cercano a los $37,000 dólares, que pueden pagarse con un “mínimo” enganche y mensualidades desde 350 dólares, ¡una ganga, pues! Pero no parece que ni tanta facilidad atraiga a muchos clientes. Incluso, hay lotes de autos usados que tampoco parecen ser muy atractivos, y en muchos se ofrecen autos, digamos que económicos, como un Dodge Cruiser, 2002, cuyo precio es cercano a los $7,000 dólares. Y ya si el cliente tiene más dinero, pues le alcanzará para comprarse un auténtico muscle car (así se les llama en EU a los grandes autos, estorbosos, con potente máquina V-8, muy gastadora de combustible, pero que representan toda una dinastía de máquinas que pretenden materializar la superioridad racial estadounidense). Cerca de donde está el Cruiser hay un Corvette 2011, pintado en un brillante rojo, cuyo precio de lista, reza el anuncio que lo publicita, es de $50,000 dólares, pero que allí, se ofrece a un discount price de solamente $49,710, ¡vaya, gran ahorro se ofrece!, reflexiono, 290 dólares menos (de hecho, ya no es muy raro ver autos digamos que viejos, modelos ochenta y noventa). Pero si un auto nuevo, como la Silverado, se ofrece en $37,000 dólares, a crédito y aún así, no hay clientes peleándose por adquirirla, entonces veo muy difícil que se vaya a vender el Corvette, ¿no creen? Y sí, en realidad la baja venta de autos es un signo de que las cosas siguen mal en este país. Y eso que esta ciudad, Peoria, está cerca de Sun City, sitio en donde la mayoría de sus residentes son personas retiradas, de la tercera edad, seniors, como aquí se les llama, quienes aún viven, digamos, que cómodamente de sus pensiones (como en muchos países, en EU también se culpa al sistema de pensiones como una de las razones de la decadencia económica, pero es algo absurdo, dado que el capitalismo salvaje, en su afán por evitar sus constantes y cada vez más profundas crisis, hasta con las, digamos, conquistas laborales, quiere terminar, con tal de hacerse de recursos económicos que le permitan continuar con su depredadora, caótica existencia). Estas personas pertenecen a la llamada clase media, que cada vez se ha ido reduciendo. Ya representa menos de la tercera parte de la población. Justo los jubilados son clasemedieros y aún conservan cierto poder de compra. Y corresponde, pues he observado que la mayoría de los autos nuevos son conducidos por gente de sesenta o más años, sobre todo los modelos más lujosos. Lugares como Sun city son buscados por ellos, dado que pretendidamente son barrios tranquilos en donde no hay criminalidad o es muy baja (más adelante abordo el tema de la criminalidad). Por lo mismo, son de los que aún pueden darse esos lujos, el comprar un auto nuevo o, mejor aún, una casa, aunque no precisamente nueva. Otro decadente punto éste, el de la falta de consumo. Una cuarta señal, ligada con la anterior, es, por tanto, la obstinación de insistir en lo que ya no se es o se está dejando de ser. Esto porque, siguiendo con el impuesto modelo de consumo compulsivo al que induce el capitalismo salvaje, con tal de que éste logre subsistir, aunque precariamente, continúan creciendo o adecuándose los malls, esas plazas comerciales creadas justamente en EU, que concentran infinidad de negocios, todos compitiendo para ganar clientes, y cada vez se deben de esforzar más, pues en el caso del que está en Peoria, el Arrowhead, incluso en sábados o domingos, muchos establecimientos lucían vacíos, o semivacíos, como el de Radio Shack o algunos especializados en artículos para mujer, como costosas bolsas (de $350 dólares o más), tiendas de ropa, de joyas…incluso, muchos locales estaban en renta, dado que sus antiguos ocupantes seguramente habían quebrado. Como sucede con varias de esas plazas que existen en México, por ejemplo, mucha gente sólo asiste para ver, imbuirse de cierto pretendido estatus y comprar quizá un helado o una golosina, nada muy costoso. Por eso me refería que insistir en algo que ya no se tiene o que se está terminando, es decadente, patético, sí, como pretender que el american way of life sigue vigente en EU, igual que hace sesenta años, a finales de los 40’s, y todos los 50’s cuando, en efecto, debido a la reconstrucción europea y japonesa, EU disfrutó de un periodo de aparente crecimiento económico, como nunca antes se había logrado, pues siendo el único país capitalista que, prácticamente, conservó intacta su planta industrial, contribuyó con todo lo que Europa y Japón, regiones devastadas por la segunda guerra mundial, necesitaron durante algunos años para rehacerse industrial y económicamente (un instrumento de ello fue el Plan Marshall, así como la creación en 1945 de los así llamados gemelos de Breton Woods: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial). Sin embargo, finalizando los 50’s, comenzó la contracción económica de EU, reduciéndose impresionantemente el crecimiento de su PIB, hasta en un 50% de lo que fue en los años previos, y desde entonces, el así llamado American Dream, nunca se ha recuperado y, al contrario, cada vez ha ido empeorando el desempeño económico e industrial de EU (Ver en este mismo blog mi artículo: “De nueva cuenta la fiebre del oro o de cómo EU está quebrando”, en el que analizo justamente la cuestión de su desindustrialización. Cuando escribo esto, escucho parte del informe a la nación del nefasto Barack Obama, hablando de que quiere recuperar tal prosperidad).
En fin, cuarta señal de decadencia.
Una quinta señal que observo, es lo deshumanizada que esta sociedad está. Por ejemplo, en Peoria prácticamente no existe transporte público y toda la gente emplea vehículos propios para trasladarse. Eso, como puede pensarse, da lugar a un hermético individualismo, en el cual, las personas se relacionan o, más bien, se enfrentan unos a otros a partir de sus motorizados artefactos, y son éstos lo que, digamos, miden, no ya el que su conductor sea amigable, sino el que su conductor tenga poder de compra, y que a través de su lujoso, poderoso, auto, un SUV, por ejemplo (como el Hummer, emblemático vehículo de insultante, ostentoso muscle power), logre hacer menos a los demás, moverlos a un lado del camino, que no le estorben (el llamado mad driving aquí es muy común, con conductores que, si uno osó, digamos, invadir su carril, aunque se haya hecho correctamente, con direccional y todo, se emparejan y, en una suerte de motorizado, animalesco desafío, dan un acelerón a su vehículo y se alejan del sitio, como diciendo, “¡a ver, mother fucker, si igualas el barrooommmm de mi poderoso motor!”. Esa agresiva manera de conducir es la causante de que se registren cada año alrededor de 50,000 muertes por accidentes automovilísticos). Y, en efecto, muchos conductores incluso andan armados. Logré captar a un obeso motociclista a bordo de una pesada Harley, que, ¡increíble!, lucía enorme pistola, calibre 45, escuadra, enfundada y colgando de su cintura, cual moderno cowboy, que galopara armado en su motorizado “corcel”. Y así se quejan de los constantes tiroteos que tipos desquiciados hacen en donde se les pegue la gana(ver foto 7).
Y eso se nota también en las calles, en las que a pesar de haber banquetas, nadie camina. Incluso en los semáforos hay unos botones que el peatón puede apretar cuando va a cruzar (En eso sí son muy estrictas sus leyes, en que los peatones sólo deben de cruzar en las esquinas y cuando el semáforo lo indique, pero, ya ven, permiten que ¡tipos locos anden armados!). Sí, esta es la quinta señal de decadencia estadounidense.
Y voy con la séptima, la obsesión de estar armados hasta los dientes y la consecuente violencia asociada a dicho problema (ver en este mismo blog mi artículo “La locura por las armas”). Ya mencioné que hasta en la calle he visto a tipos circulando armados en sus motos y me pregunto, ¿cuántos automovilistas no andarán también así, portando armas, muchos de ellos con permisos para hacerlo, constituyendo ello un potencial homicida? Y basta ver los “noticieros” transmitidos por la televisión de cable local (qué más se parecen a periódicos de nota roja y de espectáculos que a “noticieros”), para darse una idea de los niveles de criminalidad que, entre otras cosas, la libertad de poseer armas ocasiona (la otra, la principal, me parece, es que en un sistema tan imbuido de materialismo, como es el estadounidense, la insatisfacción tanto por no tener nada, como por tenerlo todo, conduce a una creciente descomposición social, en donde la gente se porta insensible, agresiva, capaz de dejar que el supuesto asesino que todos traemos por dentro salga y mate, sobre todo si tiene un arma a su alcance. Yo creo que uno de los casos más emblemáticos que recientemente han afectado a la sociedad estadounidense es el del par de adolescentes, Eric Harris y Dylan Klebold, quienes en 1999, irrumpieron en su escuela, una high school en Colombine, y asesinaron e hirieron a varios estudiantes y profesores). Todos los días son mencionados asesinatos con armas, tipos que se vuelven “locos” y andan disparando en escuelas o por las calles, violadores de niñas, a las que luego matan de un tiro (en promedio son asesinadas con armas 89 personas al día en EU, o sea, casi 33,000 muertes al año). Incluso, los cuerpos policiacos están igualmente influenciados por la violencia de las armas, sobreactuando en consecuencia, dando lugar a escenas de brutalidad policiaca, como la que fue expuesta en una noticia de un hombre que, en Los Ángeles, estaba quebrando los vidrios del aparador de una tienda con un tubo. La policía, en respuesta, dado que aquél se “resistió” al arresto, lo asesinó de diez balazos, que los “eficientes” policías angelinos le asestaron, primero cinco, cuando estaba de pie, sin misericordia, y luego ya cuando el indefenso hombre estaba tirado en el piso, desangrándose, lo remataron con otros diez (pueden ver el impactante video en el siguiente link:
youtube.com/watch?v=bY5ioBvrYIg&feature=player_embedded).
Pude presenciar en un semáforo, a familiares, hijos, supongo, de una víctima de esa diaria homicida violencia, la afroestadounidense Melinda Bowen, de 38 años, quien simplemente estaba comprando dentro de una tabaquería en Peoria. Ella, junto con un hombre de 60 años y otro más de 51 (único sobreviviente), fueron atacados por un joven blanco de entre 18 y 20 años de edad, vestido con ropa obscura y gorra invernal, sin razón aparente. Los hijos de la mujer asesinada portaban un cartel en donde pedían que se les diera la oportunidad de lavar autos, con tal de tener algo de dinero para subsistir (ver foto 8). Y así, casos tan lamentables como este, son comida de todos los días. Y a pesar de esa armada violencia, cuidado con meterse o cuestionar el derecho de tener armas porque poderosas
asociaciones armeras, como la NRA (National rifle association), ¡son capaces de ir a la Guerra y mover a sus enajenados “milicianos”, con tal de defender hasta los dientes ese “sacrosanto” derecho! Y basta con ir a la sección de revistas de
cualquier tienda, como el Albertson’s o Wal-mart, y se encontraran publicaciones que retroalimentan esa agresiva costumbre. Pude ver nombres como “Gun world” (5 dólares), “Handgunner” (6 dólares), “Handloader” (6 dólares), entre otras, especializadas con todo lo que tenga que ver con las armas, desde publicidad de éstas, artículos de cómo emplearlas, como cuidarlas, clubes de armeros… y así.
En fin, esta es la quinta señal de la decadencia estadounidense.
Y voy con una sexta señal (no pretendo, de momento, enlistar todas, pero sí, en mi opinión, algunas de las más, digamos, sobresalientes), la que tiene que ver con el excesivo consumo energético, que ya he mencionado en otros artículos (ver en este mismo blog: “¿Más energía o más desperdicio?” o también: “Oportunista capitalismo salvaje o de cómo enriquecerse con guerras, desastres y enfermedades”, en donde examino el problema del brutal consumo energético estadounidense). Lo he estado constatando por estos días. Por ejemplo, los tickets entregados en las tiendas de autoservicio, como Albertson’s, son larguísimos, para tres o cuatro cosas que se compran (en verdad, algunos de más de 40 centímetros, tan solo por cuatro objetos comprados). Envases desechables para todo, de úsense una vez y tírense, como los del agua para beber, en especial unos que sirven para dos galones y medio, que bien podrían ser envases de uso general, pues son de resistente plástico (ver foto 9).
Y así, desde bebidas, alimentos en general, limpiadores, trapeadores para el piso… todo lo que puedan imaginar es desechable, tanto porque se afirma que es más “barato” (para los fabricantes, claro), fabricar algo con material nuevo que con material desechable (ver mi mencionado artículo “¿Más energía o más desperdicio?”), pero no sólo por eso, sino porque el dictado consumista “úsese y deséchese”, se aplica en todo cuanto actualmente se fabrica, en donde la consigna es, para el capitalismo salvaje, hacer objetos con duración programada, para que duren lo menos posible y se obligue, así, a los consumidores a comprar otro nuevo, lo que se conoce como “obsolescencia programada” (ver en este blog mi artículo: “La obsolescencia programada, el deliberado acto de diseñar productos defectuosos, de desperdiciar más y de destruir el medio ambiente”, en donde examino ese grave problema). Por lo mismo, surge otra igualmente grave consecuencia, que es la del exceso de basura que se produce. En donde me encuentro, por ejemplo, a diario se llenan los grandes contenedores cúbicos en donde se almacena la basura. Cada uno mide unos tres metros de largo por dos de ancho en su base y un metro, setenta centímetros de altura, los que al final del día quedan llenos hasta el tope (ver foto 10).
Además, todo aquí es eléctrico, y como es una zona desértica, en verano, sobre todo, con temperaturas de 45 grados centígrados, a la sombra o más, la necesidad de aire acondicionado es imperiosa, pues no se puede estar dentro de cualquier lugar, sea una casa, un autoservicio, una plaza comercial, un cine… sin aire acondicionado. Y no sólo eso, sino que todo es eléctrico, como la estufa General Electric, totalmente eléctrica, con la que están equipadas las cocinas de estos departamentos. Eso hace que, en efecto, se compruebe por qué, EU, siendo sólo el 3% de la población mundial, emplee más del 40% de la energía gastada a diario en todo el planeta y por eso su necesidad de invadir países petroleros, inventando cualquier pretexto, con tal de hacerse de sus reservas crudo, pues en ello va su seguridad energética futura (ver en este mismo blog mi artículo: “Detrás del ‘rescate humanitario’ en Libia: mucho petróleo y escándalos sexuales”, en el que analizo cómo burdas mentiras llevaron a invadir y a despedazar a esa antes próspera nación árabe).
Así que volviendo a la basura, ya está siendo un problema que no puede, digamos, contenerse del todo, pues pude ver lugares en donde se comienza a concentrar basura, envases plásticos, sobre todo, como aquél que se encuentra a un lado de un puente vehicular que circula sobre el lecho seco de un río (esta frecuente imagen, la de ríos secos, parece ser ya una constante por todo el mundo, y muestra tanto lo degradado que se tiene ya al ambiente, así como que el agua dulce tiende cada vez a escasearse más y más. Ver en este blog mi artículo: “El agua dulce, cada vez más necesaria y cada vez más escasa”). El sitio está en la esquina de la avenida Bell y el bulevar Agua Fría, en donde, como les digo, la escena que se contempla, correspondería a aquella de lugares como México, en donde se aúna el problema de la basura, con la falta de respeto total que mucha gente tiene por las áreas verdes, las que se emplean como simples basureros (ver fotos 11, 12 y 13). No parece un sitio concebible dentro
del “primer mundo”, ¿no creen?
En fin, me parece que por lo pronto, esos serían algunos de los signos de la decadencia de EU, considerada antes una superpotencia… bueno, sí, quizá en donde aún lo pretenda ser es en su poderío militar, el que supera muchas veces al de naciones igualmente militarizadas juntas (como Inglaterra, Francia, Italia, Alemania, Rusia, por ejemplo, fuertes competidores en esa lucrativa industria, la armamentista. Ver en este mismo blog mi artículo: “Ferias de armas, exhibición de fuerza de la muy lucrativa industria armamentista mundial”).
¡Ah, pero algo bueno habría de encontrar aquí! Ignoro la razón del por qué Arizona nunca cambia su horario, jamás lo ha hecho, hasta donde sé. Una ventaja tienen los arizoneños, por sobre el resto de los estadounidenses, que si deben de “ajustar” sus relojes una hora menos cada inicio del “verano”. Y también dicha ventaja la tienen sobre nosotros, los dóciles mexicanos, obligados igualmente a cambiar ese impuesto horario, no por razones de “ahorro energético”, como se nos ha tratado de engañar, sino por simples razones financieristas, para que los barones del dinero continúen haciendo sus grandes negocios, justo los que gradualmente han llevado cada vez más y más a una irreversible decadencia, no sólo a EU, sino al mundo en general, dominado aún por las perversas, egoístas leyes del capitalismo salvaje.

Contacto: studillac@hotmail.com

lunes, 9 de enero de 2012

Desechos radioactivos flotantes y nuevos oleoductos, inminentes desastres ecológicos

Desechos radioactivos flotantes y nuevos
oleoductos, inminentes desastres ecológicos
por Adán Salgado Andrade
Hace unos días escribí un artículo acerca de que el capitalismo salvaje, en su mezquina ansiedad de lograr la máxima ganancia posible, al precio que sea, incluso, aunque se dañe al medio ambiente irreversiblemente o a la salud de millones de personas, no tiene límites, sólo los que le impone el que el negocio, por sí mismo, se termine (ver en este mismo blog mi trabajo: “Oportunista capitalismo salvaje o de cómo enriquecerse con guerras, desastres y enfermedades).
Pues bien, pareciera que todo lo que hasta ahora ha sucedido, con respecto a las irreversibles catástrofes ambientales ocasionadas por gigantescos derrames petroleros, como el de la plataforma marina Deepwater Horizon, perteneciente a la irresponsable, mezquina empresa británica British Petroleum (BP), sucedido en el 2010, se ha olvidado. Y no sólo eso, sino que además hay ya indicios de que el derrame de la “accidentada” plataforma está otra vez resurgiendo, al haberse hallado petróleo fresco proveniente del pozo Macondo (en donde se hallaba la plataforma), en las costas de Luisiana. Eso simplemente confirma que el derrame se simuló que se había controlado, pero nunca fue cierto. Claro, ni manera tenemos de comprobarlo los ciudadanos comunes, pues es un derrame que tuvo lugar en aguas profundas, de más de 1200 metros de profundidad, ¡necesitaríamos un submarino de esos que son capaces de sumergirse a tanta profundidad! Pero la irresponsable BP, dijo que se había controlado y siguió toda una campaña mediática de manipulación de la información y amenazas contra ciertos medios, científicos y autoridades, de que dejaran por la paz ese desastre ecológico, como decimos aquí, se le dio carpetazo. Y las pruebas de que allí sigue, ya están emanando, literalmente. Según declaró recientemente el doctor William Sawyer, científico que monitorea de manera independiente el derrame, las nuevas fugas de petróleo fresco seguirán dañando aún más de lo que ya están dañados al ecosistema y a las especies marinas cercanas a la zona, las que han sido severamente afectadas en sus sistemas inmunológicos y reproductivos (sin considerar, por supuesto, que los efectos no se quedan sólo allí, sino que se esparcirán por todo el océano, el cual es un sistema marino cerrado). Además, agrega que los trabajadores de BP que tomaron parte en las cuestionadas labores para “tapar” el derrame (como dije, ahora se sabe que no fue así), sufren de problemas respiratorios, neurológicos y dermatológicos, como consecuencia de la exposición tanto al crudo, así como a los vapores que exhaló, como también por los peligrosos químicos que se emplearon para “diluir” el petróleo derramado.
También en Nigeria, en diciembre del año pasado (2011) hubo otro destructivo derrame petrolero, cortesía de otra corrupta, irresponsable empresa, de capital holandés-inglés, Shell. Como sólo les interesa maximizar la producción, cueste lo que cueste, el estado en que se encuentren las instalaciones petroleras, justamente como los oleoductos, no importa, y se dan cuenta de que hay algún problema ya cuando, en efecto, se produce un derrame. Así sucedió allí. El oleoducto que va del pozo marítimo Bonga, situado a unos 120 kilómetros de la costa, que es explotado mediante un barco y no una plataforma (fíjense, hasta con eso, supongo que Shell lo hizo para ahorrar dinero), empezó a derramar petróleo, pero nadie “se dio cuenta”, hasta que un grupo de trabajadores detectó una estela de petróleo alrededor del barco extractor. Señalaron algunos ejecutivos que le toma a un petrolero de un millón de barriles de capacidad, 24 horas para llenarse de crudo. El derrame duró varias horas, así que la cantidad de petróleo realmente derramado no pudo determinarse, pero quedó cubierta un área de casi 900 kilómetros cuadrados (o sea, más o menos un cuadrado de 30 km por lado, ¡imagínense!), así que fueron cientos de miles de barriles de crudo los derramados. Esa catástrofe, por supuesto que no ha sido la única (ni será la última, por desgracia), pues, como dije, por la corrupción imperante tanto en las empresas petroleras (todas extranjeras), tanto como en el gobierno, han sido frecuentes los derrames de crudo en los 50 años que lleva produciéndose en ese país (apenas en agosto otro derrame afectó a más de 68,000 habitantes de Ongoniland, una población cercana a la zona petrolera).
Como consecuencia, el medio ambiente de Nigeria está sumamente deteriorado, sobre todo, el área de bosques tropicales cercana a la zona petrolera, la cual ya desapareció. Así mismo, el delta del río Níger, que alguna vez fue importante zona ecológica costera, ahora es un aceitoso basurero en donde capa tras capa de destructivo, denso aceite se traslapan una sobre otra. Ambientalistas calculan que en los cincuenta años en que Shell ha operado en Nigeria, se han derramado por diversos “accidentes” unos 2100 millones de litros de aceite en el delta del Níger, equivalentes a que hubiera habido ¡un Exxon Valdez accidentado allí cada año! (el Exxon Valdez, propiedad de la petrolera estadounidense Exxon, fue el buque-tanque accidentado el 24 de marzo de 1989, cerca de las costas de Alaska, en donde se calcula que se derramaron alrededor de medio millón de barriles de petróleo. A 22 años de la catástrofe, los efectos destructivos en medio ambiente y especies animales, aún siguen sintiéndose, y no cesarán de estar allí por muchos años más, sino es que para siempre). El reciente derrame nigeriano, de acuerdo con ambientalistas y pescadores de la zona, va a poner en peligro al pez bonga, una de las especies comestibles más consumidas en África occidental, dado que es su principal fuente de proteínas. A pesar de ello, el pozo ha sido reabierto a la producción, pues de él se obtienen 200,000 barriles al día, casi el diez por ciento de la producción total de 2.4 millones de barriles de crudo nigeriano, mucho del cual es adquirido nada menos que por EU, su principal cliente, así que no importan cuantos derrames haya, que puedan poner en peligro la vida marina y el ecosistema, con tal de que las glotonerías energéticas de EU no se queden sin su codiciado crudo (EU, siendo el 3% de la población mundial, consume el 35% de la energía mundial).
¿Y cuál es la respuesta a tantas hecatombes ecológicas? Pues seguir con el “business as usual”. En EU ya se está planeando la construcción de un oleoducto que partirá desde Alberta, Canadá, hasta Luisiana. Se denomina Keystone XL, y transportará el “crudo” que se obtendrá del procesamiento de las tierras aceitosas (tar lands, que yo llamo tierras enchapopotadas), mediante contaminantes y costosos procedimientos. Dichas tierras aceitosas abundan justamente en Alberta (el otro gran depósito es Venezuela), y dada la avidez energética de EU, así como la de las empresas estadounidenses y canadienses que participarán en el gran negocio, no importa poner en peligro al acuífero canadiense cercano al sitio de explotación, ni los accidentes que llevar ese crudo procesado a través de miles de kilómetros de tubería seguramente sobrevendrán, ya que son algo frecuente, a lo que, por desgracia, nos hemos acostumbrado (en efecto, la mayoría de la gente lee en los diarios el titular de tal o cual nuevo derrame, pero prefiere revisar la sección de deportes, la de la nota roja o la de espectáculos. Por desgracia, nos hemos insensibilizado profundamente).
Y es que no importa lo contaminante que esas fuentes “alternativas”, que todavía parten de las energías fósiles, puedan ser, no, lo que importa es que ello deje muchas ganancias (ver en este mismo blog mi artículo “Oportunista capitalismo salvaje o de cómo enriquecerse con guerras, desastres y enfermedades”, en el que analizo que las tierras aceitosas, junto con el esquisto, piedra aceitosa, son las muy “prometedoras”, lucrativas, muy contaminantes energías, de los próximos 20 años). Y por su abundancia y porque es más “barato” explotarlas, se están prefiriendo, incluso y por desgracia, contra las energías verdes, como la solar o la eólica. Súmese a ello el desmedido consumo y desperdicio energético que al que la “modernidad occidentalizadota” nos está llevando, y estamos condenando a una más pronta destrucción al medio ambiente mundial que aún nos queda, matándonos de paso también (no se trata de salvar el planeta, como algunos pseudos-ambientalistas proclaman, sino salvarnos a nosotros mismos). Para medir el impacto ambiental que generará el empleo de las tierras aceitosas, baste considerar que un barril de crudo ligero, digamos, de la mejor calidad, en su utilización final (combustibles principalmente), emite al menos 317 kilogramos de bióxido de carbono (CO2). Se calcula que el equivalente en crudo de las tierras aceitosas de Athabasca (la región de Alberta en donde se hallan), es de aproximadamente 1.7 billones de barriles (1,700,000,000,000), que equivale más o menos a todas las reservas de petróleo convencional existentes actualmente en todo el mundo (así que, imaginen, por eso es considerado un negociazo). Como dije, son más contaminantes las arenas aceitosas que el petróleo común, así que pensemos que produzcan 500 kilogramos de CO2, conservadoramente hablando. Tendremos, entonces, que la ya tan contaminada atmósfera deberá absorber otros 850,000 millones de toneladas tan sólo de ese venenoso gas, aparte otros que se producen durante la combustión. Pero, como he expuesto, eso no importa, ni los daños que se traigan aparejados al medio ambiente, ni a la salud de toda la humanidad. Así, el tan magnificado proyecto del oleoducto Keystone XL, no será más que otro muy buen negocio para el 1% que controla la riqueza de este planeta (Obama lo ha propuesto como su “gran solución” para combatir el altísimo, crónico desempleo en EU, pero analistas han dicho que ni seis mil empleos reales creará, durante su construcción, que será sólo de dos años), sí, ese 1% constituido por las grandes corporaciones y los negociantes barones del dinero, ¡los que continuarán haciendo muy buenas y prontas ganancias!
Otro potencial peligro que se avecina, en esta fiebre de construir oleoductos por acá y por allá, es el que pretende llevar a cabo Cuba en sus aguas territoriales, como ya sabemos, muy cercanas a las costas de EU. Cuba es un país con fuertes restricciones energéticas, que recientemente su amistad con Venezuela ha aliviado en algo. Pero, para su fortuna, digamos, recientemente se descubrió un gran yacimiento petrolero en dichas aguas territoriales, que se estima puede contener entre 5000 y 20,000 millones de barriles de crudo (unos cuarenta años de explotación a un ritmo de un millón de barriles por día), y más de 8000 millones de pies cúbicos de gas natural (también unos 21 años de producción extrayendo un millón de pies cúbicos diarios). Y se entiende, por obvias razones, que los cubanos estén tan entusiasmados con ese proyecto de explotación. Pero el problema es que gracias al embargo comercial al que ha sido sometida por EU durante ya 50 años, ninguna empresa estadounidense, ni de otro país, puede venderle tecnología de perforación y explotación petrolera, por lo que expertos en la materia temen que eso se convierta en un desastroso proyecto. Resulta que Cuba comisionó a la empresa española, de dudosa reputación, Repsol (con bastantes cuestionables intereses aquí en México, por cierto), de las pocas no restringidas por el embargo estadounidense, para que instale una plataforma petrolera, la Escarabeo-9, de fabricación china (para despertar más las dudas, con la mala reputación de los productos chinos, ¿no?) en el sitio elegido. Se estima que en dicho lugar, los problemas meteorológicos y climatológicos, además de las corrientes marinas, son más extremos que aquellos en donde se hallaba la accidentada plataforma Deepwater Horizon, mencionada antes. Y el problema adicional al que implicará construir una nueva plataforma marina, una más a las muy riesgosas ya existentes en varios sitios del planeta, en ese lugar tan peligroso por el clima y las corrientes marinas, es que también se deberá tender un oleoducto… y ya ven qué pasa con los oleoductos en tierra, que constantemente sufren “accidentes”.
Así que esos expertos sugieren que EU levante las sanciones a Cuba y permita que “por razones de seguridad y de brindar tecnología de punta”, sus petroleras le entren al proyecto. Pero yo pensaría que es más porque se les está yendo de las manos tan jugoso negocio. Claro, se trata finalmente de que Cuba alivie sus fuertes necesidades energéticas, pero ¿se habrán considerado ya los potenciales, devastadores efectos ambientales que un altamente probable accidente tendrá? Y, repito, no es porque se trate de Cuba, que se diga que por usar tecnología de menor calidad, como dicen los tales analistas, sino que inherentemente los pozos marinos ultraprofundos son por sí mismos altamente peligrosos y proclives a sufrir frecuentes “accidentes” (ver en este mismo blog mi trabajo “Los pozos petroleros ultraprofundos, otra manera de seguir garantizando la dominación estadounidense sobre México”). Para mayor muestra, la propia Deepwater Horizon era de supuesta tecnología de punta de una empresa inglesa y, ya ven, se accidentó y sigue fugándose petróleo del sitio.
En fin, si nos empecinamos en seguir sosteniendo este derrochador sistema de vida que llevamos, la catástrofe ambiental total está cada vez más cercana.
El siguiente problema que analizo, que también es un muy grave peligro ambiental, es lo que sucedió en Japón, por el terremoto del año pasado, el cual sepultó bajo las aguas más del 7% del territorio costero de dicho país, además de que provocó más de 35,000 muertos, dañó severamente parte de la infraestructura industrial, pero, además, también daño o interrumpió la generación nuclear de energía eléctrica, ya que Japón depende casi por completo de peligrosos reactores nucleares, varios de los cuales resultaron afectados. Ello ha obligado a Japón a repensar si va a seguir dependiendo de dichos reactores nucleares para proveerse de electricidad o va a cambiar a otro tipo de generación, lo cual por lo pronto ha hecho mediante masivas importaciones de gas natural de Indonesia para producir electricidad con dicho energético, alternativa que también es un excelente negocio para las corporaciones petroleras (ver mi ya citado artículo “Oportunista capitalismo salvaje o de cómo enriquecerse con guerras, desastres y enfermedades”, en donde analizo cómo hasta de las desgracias saca partido el capitalismo salvaje, y ya se está también viendo al gas natural como la nueva panacea energética). Pero además muchas plantas nucleares debieron cerrarse debido a las secuelas dejadas por el sismo. Sin embargo, la central nuclear de Fukushima quedó totalmente destruida, acompañando el desastre explosiones e incendios de su reactor, que duraron varios días y sólo pudieron “controlarse” extrayendo cientos de miles de litros de agua marina, los cuales se fueron de regreso al mar. Eso dejó cientos de kilogramos de letales desechos radioactivos, como el yodo-131 o el cesio-137, muy mofrtíferos y de larga latencia (30 años el cesio, por ejemplo). Pero hay otros, como el Plutonio 238, que dura 88 años activo, el tecnesio, que dura radioactivo ¡210,000 años!, y, por si fuera poco, también se arrojó al mar cesio-135, cuya duración activo es de ¡2 millones, trescientos mil años! Así que no sólo se regaron compuestos “poco radioactivos y de poca duración en su vida activa”, como el gobierno japonés y TEPCO, la empresa eléctrica, encargada de la operación y mantenimiento del reactor de Fukushima, declararon. Y también, irresponsablemente se dijo durante los primeros días del desastre ecológico de consecuencias insospechadas, que “no había problema, que los desechos arrojados al mar se diluirían por toda la masa oceánica, muchas veces superior en proporción a tales desechos”. Pero, claro, esa fue una absurda mentira, pues a casi diez meses de la hecatombe, ahora los científicos de ese país han determinado que la contaminación se ha regado por toda la isla y que los desechos radioactivos arrojados forman una letal, compacta masa de unos 110 kilómetros de anchura, que va avanzando lentamente por el mar. La radioactividad que se ha medido, no ha disminuido, al contrario, se ha determinado un altísimo nivel de 3500 terabecquerels (un becquerel es la unidad de medición de radiación, así que un terabecquerel es igual a 10¹² becquerels, o sea un billón de dichas unidades). Pero en los desechos que fueron arrojados al mar, las mediciones han llegado hasta los 10,000 terabecquerels. Y lo peor es que se dirigen a territorio estadounidense, nada menos que a Hawai, que originalmente se pensaba que llegarían en unos dos años (podría ser esta una especie de venganza, del daño que EU ocasionó con los infames, brutales ataques atómicos a Hiroshima y Nagasaki, cuyos niveles de radiación alcanzaron el altísimo nivel de 8000 x 10²¹ bequerels, ¿no creen?).
Así que las mentiras que también fueron vertidas sobre la poca peligrosidad del accidente nuclear de Fukushima, se están cayendo y, como ya señalé, no se sabe cuáles serán las consecuencias reales en el medio ambiente y, sobre todo, en la salud de los japoneses, los inmediatamente cercanos a las fuentes radioactivas (hace poco vi la interesante cinta japonesa “Topo”, del director Sino Sono, filmada justamente después del desastre humano y material que provocó el fuerte sismo, y lo que se resalta en la historia son los vacíos existenciales y cierta pérdida de valores que ocasionó la destrucción. Sono propone que la sociedad japonesa ha sufrido uno de sus más duros golpes de su historia reciente a causa del sismo).
Son tan letales y peligrosos los desechos radioactivos, que en ocasiones un residuo de alta radioactividad, por pequeño que sea, puede causar un caos total. Por ejemplo, no hace mucho hubo un caso en el puerto italiano de Génova, en donde el 13 de julio del año 2010 apareció un misterioso contenedor que, al ser inspeccionado, se halló que emitía un nivel de radiación altísimo, de 400 milisieverts por hora (un milisievert es la milésima parte de un sievert. Esta unidad para medir la radioactividad, raras veces usada, se emplea para determinar el daño que puede ocasionar la acción de las partículas radioactivas alfa, beta y gama en un kilogramo de tejido humano. De hecho, en condiciones normales, nunca llegamos a exponernos en la totalidad de nuestra vida a un sievert, pues en un año apenas si recibiríamos 0.0031 sieverts, o sea, 3.1 milisieverts. Se estima que cerca del destruido reactor de Fukushima, la radiación llegó a entre 5 y 10 sieverts, suficientes para matar en días a quien la haya recibido. En el siguiente link, se muestra un interesante documental, explicando que es un sievert, aunque está en inglés, pero el científico habla muy claro: http://www.sixtysymbols.com/videos/radiation.htm).
A esos niveles, quien se exponga, desarrollará un cáncer en poco tiempo, por lo que hubo de construirse alrededor de dicho contenedor una especie de muro de concreto, con tal de evitar la letal radiación, en lo que se determinaba qué era lo que lo producía. Pero también se hizo eso, porque el puerto de Génova es muy importante para el tráfico marino, tanto de importaciones, así como de exportaciones italianas, por lo que una alarma mayor, podría haber paralizado el puerto y provocado problemas económicos (de hecho, la unión sindical que agrupa a los trabajadores de ese puerto, protestó e hizo varios paros laborales como protestas porque fue más importante para las autoridades seguir con los negocios, como de costumbre, en lugar de cuidar la salud, sobre todo porque, señalaron los líderes, muchos trabajadores se expusieron, sin saberlo, a esa altísima radiación, pues el contenedor fue bajado del barco en el que era transportado, como cualquier otro y sin las debidas precauciones. De hecho, las secuelas y los problemas dejados por la radiación, siguen en curso).
Se temía que dentro del contenedor hubiera una “bomba sucia”, que es como se les llama a los artilugios que supuestamente podrían ser empleados por los “terroristas” para provocar generalizado pánico, más que un daño real. Una bomba sucia, sería material radioactivo desechado (por ejemplo, el combustible nuclear que ya no sirve para un reactor o el material que se emplea para un aparato de radioterapia que ya no sirva), que se mezcla con explosivos convencionales y se hace estallar, lo que desparramaría dicho material y, aunque provocaría muertos con el tiempo, como dije, es más el susto, que el daño que causaría. Aún así, precisamente por toda la contaminación que dejaría en la zona donde hubiera estallado, se ocasionaría un total caos y quizá se tendría que evacuar dicha zona por muchos meses o años. Y tras varios análisis del misterioso contenedor, se determinó que lo que contenía era cobalto-60, menos de medio kilogramo, del que se emplea en los aparatos para hacer radioterapias. Así, entre trámites burocráticos de que quién debía de encargarse del contenedor, quién debía de pagar los $700,000 dólares que se estimó que costaría disponer adecuadamente de aquél y, sobre todo, razones de seguridad, fue hasta el 18 de julio que un equipo de expertos, el que empleo un robot especial para el caso, practicaron un boquete en el contenedor y extrajeron el pequeño montón de cobalto-60. Hasta la fecha, no se ha podido determinar quién fue el responsable de haberse desecho así de ese material radioactivo, que bajo ninguna circunstancia puede tirarse de ese irresponsable modo. Eso me recuerda que en México, hace algunos años, a mediados de los 80’s, hubo un escándalo similar. Algún hospital estadounidense en la frontera, se deshizo de uno de sus aparatos de radioterapia, sin ninguna precaución, el cual terminó vendiéndose como fierro viejo. Fue adquirido como parte de un lote por una empresa fundidora que fabricaba varillas para la construcción. La radiación no se termina al fundir el compuesto que la emite, así que las varillas resultantes fueron radioactivas. Como era de esperarse, se vendieron, y con ellas varias personas construyeron sus casas. El resultado fue que muchas familias comenzaron a desarrollar leucemia, como consecuencia de estar sometidos a altas cantidades de radiación, sin que lo supieran, de las varillas contaminadas, aún cuando quedaron ahogadas en concreto. Ese vergonzoso caso mostró como en México hay muy poco cuidado, o no les interesa demasiado a las autoridades, la forma en cómo se manejan los desechos peligrosos, siendo que deben de seguirse varios protocolos cuando un hospital se deshaga de un aparato de radioterapia inservible (incluso sus desechos, digamos que normales, no pueden tirarse a la basura, deben de ser recogidos por empresas especializadas e incinerados).
Así que sirvan los ejemplos que comenté arriba, para darnos una muy ligera idea del peligro que ya están representando los desechos radioactivos de Fukushima, así como todos los cientos de miles de litros de agua contaminada por radiación que fueron vertidos al mar.
Una película estadounidense de 1959, titulada “On the beach”, con las actuaciones estelares de Gregory Peck y Ava Gardner, sugería en ese entonces los peligros que una hecatombe nuclear supondría. Se planteaba un conflicto atómico, la tercera guerra, entre los enemigos de aquel entonces, EU y la URSS (la historia se basa en la novela homónima de 1957, escrita por Nevil Shute, en la que se vaticinaba el enfrentamiento que casi se convierte en guerra, cuando en octubre de 1962, EU descubre que la URSS tenía destacados misiles nucleares en Cuba, a raíz de lo cual, se inició el bloqueo comercial hacia ese país. Les recomiendo ver la cinta “13 días”, del año 2000, que describe bastante bien el conflicto, que nos tuvo a un pelo de habernos exterminado por una guerra nuclear). Bastó con haber lanzado algunos misiles para que se ocasionara una masiva mortandad, tanto por el mortífero poder de destrucción de esas malditas invenciones, así como por la radiación. Se plantea en la historia que Australia, por la lejanía, era el único país sobreviviente de todo el planeta, pero no por mucho tiempo, pues los aires y las corrientes marinas, iban arrastrando lentamente la altísima radiación. El gobierno decide entonces repartir entre la población cápsulas de cianuro e inyecciones letales para que, llegado el momento, cada ciudadano decidiera si se suicidaba o si quería morir lentamente. El Ejército de Salvación es el encargado de repartir las píldoras y las inyecciones y alguien, a manera de consuelo, coloca frente a la biblioteca pública de Melbourne una manta que dice “Aún hay tiempo… hermano”, tratando de dar una última esperanza ante la inescapable adversidad.
Triste epílogo el de esa cinta de 1959… pero ya estamos en el 2012, con miles de armas nucleares más, esperando ser detonadas, cientos de reactores atómicos operando, miles de kilogramos de combustible nuclear desechado, miles de kilogramos de los restos de Fukushima a los que me he referido flotando en el mar, millones de litros de petróleo derramados en el océano, millones de toneladas de basura de todas clases producidas a diario, millones de toneladas de gases tóxicos lanzados cada año a la atmósfera, miles de hectáreas de bosques y áreas verdes destruidas por día, millones de litros de aguas negras vertidos a los ríos y mares diariamente …
Cabría preguntarse, entonces, como plantea la película, ¿realmente nos queda tiempo para corregir todas las porquerías que estamos ocasionando al planeta y ocasionándonos? Sinceramente, lo dudo.
Contacto: studillac@hotmail.com