lunes, 22 de marzo de 2010

Los piratas somalíes, otro lucrativo negocio del lumpencapitalismo.

Los piratas somalíes, otro lucrativo negocio del lumpencapitalismo.

Por Adán Salgado Andrade


La piratería no siempre fue vista como algo ilegal, condenable, deleznable. Baste recordar que durante el reinado de la reina Isabel I, hija de Enrique VIII y Ana Bolena, los piratas eran vitales para la corona inglesa, la que permitía que hurtaran los galeones de los codiciosos españoles (éstos ya apoderados por el latrocinio y el robo de los pueblos mesoamericanos) que acarreaban oro y plata principalmente, a cambio de que una parte del botín fuera directamente a las arcas reales. Alrededor de una tercera parte de lo robado (que finalmente, eran ladrones ingleses robando a ladrones españoles) era para el tesoro de Isabel I, que de ese modo contaba con dinero para financiar parte de los gastos que su gobierno debía de hacer cotidianamente. Se estima que entre un quinto y un cuarto de los ingresos reales provenían de esa tolerada práctica. Así, los privateers, como se les llamaba elegantemente a los piratas ingleses, eran considerados no como ladrones, sino incluso como empresarios que invertían en embarcaciones, tripulación, viandas y cuanto fuera necesario para llevar a cabo su “noble” labor de asaltar a los desarmados galeones mercantes españoles y que el botín les permitiera, además de dar la obligada parte a su reina, tener una muy jugosa ganancia que los convirtiera en hombres ricos y contar con la simpatía de la corona. Personajes como Francis Drake, John Hawkins, Thomas Cavendish, Walter Raleigh (de quien se dice que incluso era amante de Isabel), entre muchos otros, fueron tan importantes por sus monetarias contribuciones al reinado de Isabel, que ésta incluso nombró a varios de ellos como caballeros del trono, luego de lo cual era necesario referirse a ellos como sir. Y los robos de estos piratas a los mercantes españoles fueron tan frecuentes, que merecieron una protesta de parte de Felipe de España, quien pasó de ser un gran amigo de Isabel, a su más acérrimo enemigo. Como Isabel no hiciera caso de las protestas del rey español, quien le pidió que metiera en cintura a sus piratas, éste le declaró la guerra y envió a su famosa Armada Invencible, que no resultó serlo, a que combatiera a los ingleses y a que invadiera la gran Bretaña, pero también en esa famosa batalla, demostraron los piratas ingleses cuán necesarios eran para su corona, pues merced a sus tácticas militares y navales, en pocos días infligieron una severa y rotunda derrota a los españoles, luego de la cual no le quedó de otra a Felipe que firmar un armisticio y… seguir soportando que sus mercantes fueran asaltados en alta mar…
Claro que ahora, en pleno siglo 21, el capitalismo salvaje ha tratado de condenar actividades que en el pasado justamente contribuyeron a su consolidación como sistema económico. Por lo mismo, actualmente la piratería, en todas sus modalidades, desde la copia ilegal de obras intelectuales, hasta, sí, los modernos piratas, es considerada una actividad non grata, opuesta al buen desempeño de los “negocios lícitos”.
Esos modernos piratas a los que me referiré no son otros que las bandas armadas de somalíes, quienes desde hace ya algunos años han convertido su actividad no sólo en un muy lucrativo negocio, sino en una profesión que a muchos de los participantes les ha permitido transitar de una condición de sobrevivencia a una de bienestar, gracias a la cual, pueden también acceder al impuesto sistema de vida occidental, prevaleciente en todo el mundo, como veremos.
Pero importa antes dar algunas referencias históricas de Somalia, pauperizado país africano, cuyo legado colonial aún ahora lo mantiene en marginación extrema, ocupando el lugar 224 en el mundo, es decir, entre los más pobres. Su muy deprimida economía cursa con una frágil estructura de gobierno que frecuentemente tiende a la inestabilidad política. Alguna vez colonia inglesa e italiana, Somalia en 1960, luego de su independencia, logró unificarse y desde entonces trató de funcionar como nación “independiente”, pero varios factores en su contra nunca han garantizado que eso sea del todo posible. De acuerdo con The World Fact Book (una página informativa nada menos que de la CIA), el ingreso per capita (índice económico cuestionable) es de 600 dólares anuales, o sea, menos de dos dólares diarios, y la mayor parte de las actividades se centran en una muy raquítica agricultura, alrededor del 65%. La poca “industria” que existe, si así se le pudiera llamar, no llega al 10% de la actividad económica y se avoca a algunas actividades agroindustriales, tales como la producción de azúcar, producción de textiles y telecomunicaciones (éstas desempeñadas por compañías extranjeras, principalmente árabes). Y aproximadamente un 25%, el resto de la actividad económica, se centra en los servicios: hoteles, restaurantes, negocios, tiendas… pero en general, el nivel de vida poblacional, como mencioné antes, es bajísimo. La mayoría, un 71%, se dedica a actividades agrícolas de pastoreo o de siembra de las pocas tierras arables con que cuenta el país, cuya geografía es principalmente desértica. Sólo el 1.64% del territorio somalí se considera arable, lo que da una idea de que hasta en eso, en la producción de los alimentos que requiere su población, ese país es deficitario. La otra actividad muy socorrida hasta hace algunos años, era la pesquera, pero de acuerdo con las justificaciones que los propios piratas somalíes dan en su página de Facebook (¡sí, hasta su página de esa muy popular red social tienen!), el hecho de que por años sus costas han sido contaminadas con desperdicios de todo tipo tirados allí por los miles de barcos mercantes que cruzan por sus aguas año con año, ocasionó que los peces se fueran acabando y que hasta eso, ser pescadores, no fuera ya posible.
Así que los más, digamos, industriosos, percibieron que convertirse en “modernos piratas” era incluso natural, dada la ventaja marítima que Somalia tiene, como también veremos.
Ubicada en la parte oriental de África, sus costas limitan con el golfo de Aden y con el océano índico, formando el llamado “cuerno de África”. Esto significa que se encuentra justo a la salida del mar Rojo, que es por donde deben de circular los barcos que se dirigen desde el mar Mediterráneo hacia el océano índico o también desde el océano atlántico y viceversa. Y eso significa casi todo el comercio que provenga de Europa o Norteamérica hacia, por ejemplo, la India, China, Japón, Tailandia, Indonesia, Australia…
Así que el paso desde el mar Mediterráneo, como señalé, pasando por el canal de Suez, y enseguida por el estrecho golfo de Aden (el cual en su parte más angosta tendrá unos 20 kilómetros de anchura, pero en las partes más extensas no rebasa los 250 kilómetros), que pasa justamente frente a la costa norte de Somalia, realmente convierten a esa parte marítima en excelente territorio para las actividades delictivas de los avezados piratas somalíes.
Pero un análisis minucioso de esa actividad, requiere que se tenga en cuenta que, tal como hacían los piratas ingleses en el pasado, se trata de un negocio perfectamente establecido, en el que incluso “hombres de negocios”, tanto somalíes como, increíble, de otras nacionalidades (se sospecha que también lumpencapitalistas ingleses le entren al lucrativo negocio), invierten capital que, esperan, rinda muy buenos dividendos. Es decir, no se trata de una simple actividad de sobrevivencia para los que a eso se dedican, sino, como dije antes, es ya un estilo de vida que permite acceder al bienestar occidental, a esa materialidad que el capitalismo salvaje insiste en que todo mundo debe de poseer para ser alguien en la vida y para que se le considere un hombre de éxito (a fin de cuentas, todos los grupos delictivos, se dediquen a la actividad ilícita que sea, aspiran a enriquecerse y, de esa manera, tener acceso a los lujos y buena vida que dicta el sistema).
Y en efecto, si en un principio los primeros piratas somalíes fueron campesinos que, obligados por su miserable existencia, cambiaron por armas sus redes para robar de vez en cuando a alguna embarcación, pronto, al irse organizando más su actividad con los años, se dieron cuenta de que era más lucrativo que robar, el secuestro de tales embarcaciones y la exigencia de un rescate. Un moderno pirata somalí puede ganarse hasta 10,000 dólares en un solo secuestro, que son casi 17 veces más de los 600 dólares que, como dije, es el promedio ganado por año por el somalí común, así que resultará, para empezar, un excelente incentivo para dedicarse a la piratería. Además, no es una actividad tan riesgosa si se compara a que en la capital somalí, Mogadishu, frecuentemente hay insurrecciones y enfrentamientos armados, pues los llamados señores de la guerra comparten, con el frágil gobierno, el mando de ese país y de repente tienen riñas entre ellos por controles territoriales.
Pero por otro lado, esos piratas dependen de estructuras ascendentes de mando que buscan que el negocio, no sólo se mantenga, sino que “crezca”, así que de cada rescate toman una parte, con lo que viven, mucho mejor que el somalí promedio, y el resto lo invierten en armas, en embarcaciones y, si va bien el negocio, contratan a más hombres. Un pirata que aceptó ser entrevistado, reveló que se necesitan alrededor de 30,000 dólares para sostener un equipo de once hombres armados, pero que se requieren realizar tres o cuatro misiones con tal de que una sola resulte afortunada. Y también cuenta que no secuestran cualquier barco, sino que previamente realizan una investigación, como el cargamento que lleva, el dueño, el lugar de donde salió, y sólo así pueden evaluar qué tan importante sería para los responsables la recuperación de su embarcación. Y hay toda una organización detrás de ellos, comenzando por los consejos de ancianos (siendo pueblos de raíces tribales, aún es muy fuerte el respeto por esas tradiciones de mando. Los ancianos de las tribus juegan el papel de negociadores de los rehenes y mantienen contacto con el mundo exterior), los que reciben el 10% de las recompensas que obtengan. Otro grupo vital es el de los inversionistas, hombres de negocios “respetables” quienes aportan el dinero inicial para las operaciones o el que se requiera (que incluso no sólo son somalíes, sino que pueden estar extranjeros entre sus filas. Una buena parte pertenecen al grupo islamista Al Shabaab). Ellos obtienen el 50% de los rescates, lo que cubre su inversión y les da una ganancia. El 30 % restante se reparte entre los negociadores, que son los hombres encargados de las negociaciones y los acuerdos sobre los rescates (generalmente se trata de profesores de inglés, quienes son los que dominan ese idioma, en el que generalmente se llevan a cabo las negociaciones), los piratas propiamente dichos, formados por el comandante, la tripulación del barco nodriza (que es aquél en donde van las lanchas rápidas que emplean los piratas para los asaltos, en donde guardan sus arsenales, sus provisiones y los rescates), el escuadrón de seguridad (formado por 28 hombres que protegen en tierra al comandante, además de que llevan provisiones y apoyan a los secuestradores) y el escuadrón de ataque, que son los hombres que persiguen a los barcos que secuestrarán, abordarán y mantendrán a sus tripulaciones como rehenes, hasta que sean pagados los rescates. De acuerdo con los testimonios de los capitanes de los barcos secuestrados, como el del tanque carguero Stolt Valor, el capitán Prabhat Goyal, que llevaba un muy importante cargamento de ácido fosfórico desde Carolina del Norte, EU, hasta Mumbai, y que fue secuestrado en septiembre del 2008, narró que cuando avistaron a lo lejos a los piratas, los intentos que trataron de hacer para alejarse, fueron inútiles, pues en poco tiempo les dieron alcance, los abordaron y amenazándolos con armas de alto poder, como rifles AK-47, lanza-granadas (estas armas en el mercado negro son relativamente baratas, pues cada una cuesta en promedio 150 dólares), la tripulación del mercante no osó oponer resistencia alguna, prefiriendo que las negociaciones comenzaran de inmediato y en los mejores términos posibles. Y es que los mercantes no están armados, generalmente, y no cuentan con muchas “armas” a su disposición, pero las pocas de que disponen no matan: manguera de agua de alta presión, que puede noquear a los secuestradores, emisor sónico de alta frecuencia, que provoca pérdida de la audición, bengalas, que pueden provocar incendios y tarimas de madera, que pudieran golpear a los secuestradores cuando escalan los lados del buque.
Como dije, los piratas actúan no sólo como crimen organizado, sino como verdaderos hombres de negocios, cuyo capital, proporcionado por ávidos inversionistas, finalmente busca seguir el ciclo de cualquier inversión, que es obtener una buena ganancia al final de cada secuestro… operación financiera, pues.
Pero a pesar de los secuestros, miles de cargueros, más de 22000 en el 2008, siguen cruzando por el canal de Suez, dado que es mucho más barato hacerlo por allí, pues de otra manera, el costo de rodear África se incrementa en millones de dólares por cada viaje, además de arriesgarse por el peligroso cabo de Buena Esperanza, cuyas traicioneras aguas, combinadas con las frecuentes tormentas que lo azotan, incrementan los peligros de accidentes graves. Tan estratégico sigue siendo el paso por Suez, que alrededor de 7.5% del comercio marítimo circula por allí, es decir, 710 millones de toneladas de carga. Además, 4 millones de barriles de petróleo por día pasan por allí, lo que nos da idea también de su importancia en cuanto al comercio de energéticos. Y el número de kilómetros ahorrados en cada viaje por embarcación al pasar por allí es de más de 16,000, así que el riesgo de ser secuestrado por piratas… pues merece correrse. Pero al revisar el porcentaje de embarcaciones secuestradas, es verdaderamente muy bajo, apenas un 0.5%, alrededor de 110 navíos, y de esos, 0.2%, 44, son atacados exitosamente, y 0.3%, 66, los piratas no logran secuestrarlos, sobre todo porque las embarcaciones de organizaciones internacionales encargadas de la vigilancia del lugar (son doce los países participantes, más fuerzas de la OTAN), logran evitar dichos secuestros, principalmente enviando helicópteros armados cuando los capitanes logran informar de los intentos de secuestro con suficiente tiempo (los más avezados, por ejemplo, podrían realizar maniobras que pudieran crear una turbulencia que lograra volcar las lanchas de los secuestradores), que incluso llevan a la captura de los piratas. Recientemente, por ejemplo, una fragata francesa de vigilancia logró atrapar a 36 piratas en un solo día, la mayor redada lograda desde que se iniciaron las labores de vigilancia en diciembre del 2008.
Y para secuestrar un barco, el mismo pirata al que me refiero arriba, dijo al entrevistador que los criterios es que evitan hacerlo cuando las tripulaciones son africanas o indias, en cuyo caso las sueltan de inmediato, pero si son marineros occidentales, tales como estadounidenses o franceses, entonces es cuando se anotan un punto a su favor. Sin embargo, las posibilidades de éxito para llegar a un golpe de ese tipo dependen, dice, de que haya lanchas de apoyo, de vigilancia, radios de comunicación… pero además siempre los piratas están dispuestos a morir, cosa que las tripulaciones de los barcos secuestrados no lo están, así que prefieren ésas que se inicien de inmediato las negociaciones. De todos modos, ya están entrenadas para que en caso de secuestro, no opongan la más mínima resistencia. Por otro lado, los cargamentos son mucho más valiosos e importantes que la cantidad pagada, así que también ello influye para que los rescates sean pagados.
Para pedir un rescate, los piratas toman como base pasadas recompensas, y hacen una petición inicial de 10 veces lo pagado antes. Por estos días, casi siempre la cantidad acordada es de alrededor de dos y medio millones de dólares. Pero como todo depende de las negociaciones, la rapidez con que sean hechas y que se cumpla a tiempo con la entrega, a veces los piratas se conforman con dinero rápido. En ocasiones, un millón de dólares bastará para arreglar todo. Entre los rescates más altos están los siguientes: el barco Le Ponant, por el que se pidieron 3 millones de dólares (mdd), pero se pagaron 2.2; el barco Bunga Melati 5, por el que se pidieron 5.5 mdd, pero que se pagaron sólo 2 mdd; el Stolt Valor, por el que se pidieron 6 mdd, pero que se pagaron sólo 1.1 mdd; el Sirius Star, por el que se pidieron 25 mdd, pero que sólo se pagaron 3 mdd; por último, el MV Faina, por el que se pidieron 35 mdd, pero que sólo se pagaron 3.2 mdd. Así que, como puede verse, se ha llegado a arreglos, digamos que mucho más bajos que lo originalmente demandado.
Y a pesar de tantos secuestros que ha habido, todo ha funcionado tan bien, que se han evitado muertes innecesarias. Entre agosto del 2008 y agosto del 2009, sólo hubo 18 tripulantes muertos (14 de los cuales están declarados como desaparecidos, en tanto que uno murió de un ataque cardiaco), 6 piratas y otros cuatro que murieron accidentalmente, al voltearse la lancha en la que viajaban.
Pero como dije, no sólo ganan en esto los piratas, sino que se han concatenado varios otros sectores, los que igualmente exigirán su tajada del negocio. Quienes hacen las negociaciones son muy importantes para que sean rápidas y generalmente se trata de compañías de seguridad llamadas contratistas o intermediarios, que son los que establecen los contactos iniciales, llevan a cabo las negociaciones, además del estira y afloja del precio del rescate. Frecuentemente son ex militares que ven una “mina de oro” en tales operaciones (y que, muy sospechosamente, muchos de ellos llevan, al parecer, buenas relaciones con los piratas). Pues bien, su “ayuda” puede costar otro tanto de lo pagado como rescate. Tan sólo la pura entrega del dinero solicitado suele ascender a un millón de dólares y los guardias armados, los planeadores de la seguridad, las demoras, las cuotas legales y otros gastos son extra. Así que si un secuestro es exitoso, pues ello implicará que más bandas de piratas serán organizadas para compartir el negocio… y eso significará que las compañías intermediarias tendrán a su vez más tratos que resolver y… pues también les irá de maravilla, porque entre más secuestros haya, irónicamente, más negocios harán (eso es como las empresas que se dedican a hacer artilugios para evitar ataques terroristas, y que sólo puede medirse su efectividad si logran prevenir o minimizar los daños tras un ataque terrorista. Ver mi artículo en Internet “La amenaza terrorista, el nuevo gran negocio para la industria del miedo).
Y por supuesto que quienes también se benefician de los ataques de los piratas son las compañías aseguradoras, las que, dado que cada secuestro que se paga les cuesta en promedio alrededor de tres millones de dólares, se han visto “obligadas” a incrementar muchísimo los precios de sus pólizas de seguros (¡sí, seguro debe de causarles “mucha pena” cobrar más por sus seguros!). Así, en abril del 2008, tiempo en que comenzaron a contratarse más frecuentemente esos seguros por las compañías navieras, una póliza contra secuestro costaba unos 4000 dólares. Ahora cuesta 30000 dólares asegurar un barco por cada viaje que haga. Pero como ya señalé arriba, es un evento muy raro un secuestro exitoso, así que las compañías aseguradoras deben de estar haciendo también un gran negocio, so pretexto de los secuestros piratas (recientemente, en diciembre del 2009, unos piratas recibieron 4 mdd por soltar un mercante chino, así que pues tienen un buen pretexto las aseguradoras para seguir incrementando el costo de las pólizas). Más frecuente ha sido que las propias tripulaciones prefieren hundir el barco en el que viajan, pues el dinero cobrado por la póliza es mucho mejor que lo que cobrarán varios meses por transportar carga… ¡vaya ironía!, ¿no creen?
Así pues, analizados todos los “inconvenientes” y los convenientes que la actuación de los piratas ocasiona, parece que es una lucrativa actividad, no sólo para ellos, sino para todos los implicados, como vimos, así que es de esperarse que ese “terrible azote” perdure por muchos años más, pues al final es parte de los buenos negocios que el capitalismo salvaje se permite también hacer.

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domingo, 7 de marzo de 2010

La feria del sexo o… “aquí le quitamos su pena, su impotencia y su frigidez”

La feria del sexo o… “aquí le quitamos su pena, su impotencia y su frigidez”

Por Adán Salgado Andrade

Desde esta sexualizada Ciudad de México. Es tarde de domingo, algo de calor se siente, amainando ya los fríos que desde hace semanas se han estado sintiendo. Quizá porque sea el penúltimo día del tan anunciado evento sexual o porque al ser su tercera edición y asalte un curioso “¿cómo será?”, disponga ello a quitarse penas y tapujos y, muy decidido, se aventure uno a pagar los 200 pesos que sólo la entrada cuesta. Pero, además, a formar una larga fila pacientemente, justo porque es domingo, permitir a un policía que revise bolsas de mano o de hombro, y luego avanzando “rapidito, para que no se le metan y se quede sin ver sexo”, casi indica otro uniformado… enseguida, ya en la entrada, mostrar el boleto, que muy serias e inexpresivas empleadas (no vaya a ser que despierten alguna preliminar pasión entre los “ardientes” asistentes) escanean con lectores ópticos. Una última revisión por parte de otras menos inexpresivas empleadas y… “¡Bienvenido sea usted a la feria del sexo, en donde puro placer hallará!”…

Mercantilisticamente hablando, pues es digamos que natural que se hiciera algo así. Hay feria del auto, feria de cómputo, feria del juguete, feria de la ropa, feria del empleo, feria de la artesanía, feria del hogar… una feria del sexo era más que obligada. “Es que somos y nos guiamos por el sexo”, podría ser el lema del evento, pero sus organizadores no han pensado en una justificación sociológica… a fin de cuentas la única justificación es que si ello incita al morbo, y satisfacer dicho morbo, más que a la sexualidad, vende y logra atraer a miles… adelante, que el sexo se vuelva un “sano entretenimiento” y que todos los sexomerciantes (¿se podrían llamar así los comerciantes sexuales?) vendan mucho y obtengan buenas ganancias, comenzando por los felices organizadores (es evidente que el evento resulta exitoso, pues ese día miles son los que asisten al lugar, el Palacio de los deportes, despojado de su original, olímpica utilidad, para convertirse en el lugar de las ferias para todo) …

Ah, y para asegurarse de que no vaya a haber desmanes, que algún asistente, al calor de las circunstancias, se le suban los ánimos y el temperamento y vaya a cometer un delito sexual, una panel de granaderos, muy a la orden (cuyas caras reflejan aburrimiento, pero también curiosidad por ver las bondades que con tanta pompa anuncia la publicidad del evento), espera en el estacionamiento la orden de atacar con toletazos y gases, cualquier intento de insurrección y sedición sexual que se salgan del programa previsto.

Una vez cruzada la entrada, despojados todos de cualquier pena o reticencia – “aquí todos venimos a ver sexo”, sería el generalizado mensaje –, quizá la imagen mental de muchos de los asistentes de encontrarse con fornicadoras parejas de pornstars, de desnudas chicas dispuestas a materializar cuanta reprimida fantasía sexual se tuviera en el inconsciente… ya de perdida una tabledancera agitando glúteos o senos a ritmo de reguetón… se desvanece y se les coloca en la disyuntiva de entrar a uno de los dos pabellones (el poniente, W, y el oriente, E), en donde, es de imaginarse, ahí, sí, seguro que la ¡diversión comenzará!...

Pero si se tiene suerte, entonces se topa uno con algunas chicas que luciendo coqueta y tentadora lencería o vestuario que remite a fantasías sexuales (la chica vestida de sensual caperucita, de fogosa enfermera, de atrevida colegiala – para esas reminiscencias de pedofilía –, de erótica bombera, de ardiente danzante mexica –sí, por aquello de nuestras verdaderas raíces –, de sexy darketa…), comienzan a bailar y a contonearse muy provocadoramente, encendiendo la inicial lascivia de los ávidos asistentes, quienes no tardan en rodearla y, sin dudarlo, están dispuestos a pagar treinta pesos porque la chica en cuestión se fotografíe con ellos – la que previamente, claro, advirtió que las fotos cuestan, no son gratis, “sí, chavos, permitir que mi semidesnudo, cuasiperfecto cuerpo se inmortalice en una foto con ustedes, ¡cuesta!”, podría decir –, los abrace y, que los más atrevidos (o machos, para el caso), le aprieten muy “cachondamente”, los glúteos…

Y ahí se ve cómo todavía, a pesar de cuanta campaña existe a favor de la mujer, de su lugar en la sociedad, de que no se le debe de tratar como objeto sexual… en fin, de que se ha tratado de combatir al machismo mediante la razón, muchos de los asistentes, sobre todo hombres, toman como parte de la diversión y de los fetiches sexuales a las mujeres que allí trabajan, sean o no pornstars (aunque muchas más bien me parecen chicas que fueron contratadas por sus atributos físicos, sin que se trate de famosas pornoactrices). Y eso de que muchos hombres sólo ven objetos sexuales en las mujeres, lo vuelve a evidenciar una pareja que pasa delente de donde estamos, ella vestida de minifalda, de marcados rasgos indígenas, que a pesar de sus pocos atributos físicos, es digamos que presumida por su acompañante, un tipo muy caradura, quien para dejar constancia de que se hace acompañar de una escultural mujer (muy a su entender, claro), le soba muy orgulloso los glúteos a su chica, como diciendo “¡miren lo que traigo, cabrones!”, gesto que sólo produce una irónica sonrisa en quienes vemos tan machista acción.

Pero qué importan allí, en medio de tanto placer y sexo puro, esas consideraciones éticas y que a una mujer le palpen los glúteos frente a todo mundo. No, adelante… y para que se anime la cosa, a varios varones se les dan sus muestras gratis de estimulantes sexuales “¡para que tenga una super-erección y su pareja no se le aburra ni se le duerma!”. Claro, ahora viagras o sus equivalentes, son de las drogas más demandadas a nivel mundial. Tan sólo Pfizer, el fabricante de Viagra, tuvo ventas mundiales en el 2008 por 1900 millones de dólares y estima que cada año subirán un 10%. Así que la disfunción eréctil es un buen negocio para toda aquella empresa farmacéutica que ofrezca un medicamento similar, sobre todo más barato. Y productos como “power sex”, “the sensual tea”, “him”, supersex”, “ginseng sex”, “simi power”… y muchos otros sucedáneos son ofrecidos no sólo en las tiendas sexuales, sino en farmacias y hasta en tiendas naturistas, cuyo primer objetivo no es, precisamente, el potenciar sexualmente al hombre…

Y ya es entrar a uno de los pabellones, luego de rápidas disquisiciones, que la evidencia de que no todo lo prometido en la publicidad es cierto, se presenta crudamente… sí, llenan el espacio stands de parafernalia sexual, en donde, cuando mucho, alguna empleada en lencería, de no muy escultural figura, trata de atraer al ávido sexoconsumidor a su local para que compre ya sea un fetiche, un juguete erótico, un estimulante sexual, un potenciador, un video porno, una revista, un comic… “ándele, acérquese, aquí le vendemos desde una loción excitante, hasta un bonito y práctico pene… no se quede con las ganas y anímese a entrar… por ver no se paga!”, podría ser el pregón de estos sexomerciantes, reflexiono.

Ah… pero, sí, para que no digan, hay un show en el que aparentes pornstars, ataviadas como ardientes colegialas, se despojan de prendas superiores y dejan ver sus alicaídos pechos, pero una aglomerada multitud impide ver de cerca tan “sensual” espectáculo, muy metidos todos en filmar y fotografiar con celulares y telefónicos dispositivos a aquellas féminas, cual si fueran animales de exhibición… nadie se quiere quedar sin sus fotos o videos de aquellos pechos filmados en vivo – “¡esto cuándo lo iba a ver!” –, sí, que valgan la pena los 200 pesos de entrada, exclamaran los masivos fotógrafiantes y filmantes de pornografía en vivo (aunque no llega a eso, la verdad, pues ahora ya es hasta común desnudarse para protestar).

Ya más adelante, otra supuesta pornstar en bikini, acaba de elegir de entre el babeante público masculino a un voluntario, al que despoja de su ropa, dejándolo en calzoncillos y, acto seguido, procede a practicarle pornográficos agasajos que el excitado muchacho, lo evidencia su protuberante erección, quisiera consumar. Hay un breve intermedio, en el que los conductores del show, avientan condones, sí, para que no se diga que la feria está en contra de las medidas de higiene y sanidad sexual. Luego, la pornstar reanuda sus lujuriosos movimientos sobre su, en ese momento, esclavo sexual, y ya que le promete bajarle las estrellas y todo, le pide que cierre los ojos… y aparece una muy gorda, des-excitante mujer, vestida como enfermera, luciendo celulitis por todo su flácido cuerpo, que se le acerca por detrás y se le sienta encima, justo cuando el aspirante a pornoactor abre sus ojos, luciendo cara de desencanto y de ridiculez al mismo tiempo, al ser mofa de la burlona turba, que con sus risas y gritos, le remuele haberse convertido en el hazmerreír público.

Ah, pero mientras se siguen recorriendo los sexopuestos, pueden verse otros minishows de chicas en lencería o de corpulentos stripers, quienes también se dejan fotografiar por el solicitante a cambio, claro, de los módicos treinta pesos que, parece, fue la cuota fija establecida – por aquello de la competencia desleal, si alguien cobra de menos, con tal de fotografiarse más, razono –… y los más abusivos también exigen no sólo la foto, sino apretar fuertemente a la chica de los glúteos o asumir pose sexual, pegándosele apretadamente al trasero de aquella, quien se inclina, con tal que el arremedo de fornicación sea lo más realista posible.

Pero para que no se diga que no hay arte y que el sexo también es arte, los organizadores tuvieron el tino de traer a “Picasso”, como se ha auto-nombrado un estadounidense sesentañero, cuya particularidad es pintar totalmente desnudo con su flácido pene. Una pareja que ha aceptado pagar ¡500 pesos! para que el peneal pintor les haga su caricaturizado retrato posa frente a él, sentados en un sofá, viendo como el hombre, muy diestro, manipula su pene sobre la paleta de colores y luego sobre el lienzo, y con gráciles peneladas va reproduciendo sus serios, posadores rostros. Y uno se pregunta qué tipo de colores empleará ese singular artista, con tal que no le provoquen daños a su salud… o por lo menos a la de su pene. Aunque de repente se me ocurre pensar que quizá era impotente y decidió darle alguna utilidad a su miembro… y se puso a pintar con él. Pues ya ven que si de records se trata y de hechos a la “aunque usted no lo crea de Ripley”, los gringos se pintan solos.

Tras haber contemplado un rato como ese fálico pincel formaba las caricaturas de los posantes, en una mezcla que raya entre lo grotesco y la fanfarronería, vamos al otro pabellón… en donde más de lo mismo espera: tiendas sexuales, chicas en lencería y stripers intentando vender fotos… y otro aglomerador show, esta vez con tres muy dispuestas voluntarias, a las que un supuesto striper estadounidense, a ritmo de energética melodía pop, se permite acosarlas y manosearlas (les sacude los pechos, recibiendo no una bofetada, sino una grácil sonrisa por su ansiado atrevimiento), que al fin que en ese momento de puro sexo y lujuria todo se vale, no están las mujeres en la calle o en el metro, siendo acosadas por un “delincuente sexual”… no, en ese momento son ellas para él… sí, las tres, venga, “ándale, cógenos frente a todos… sí, aunque sea con ropa, de a mentis, sí, no le hace… nuestros quince minutos de placentera fama”, frente a rumiantes machos que las fotografían y las filman y quisieran ellos ser quienes también se las agasajaran y simularan cogérselas, como el musculoso striper, quien ya está en pura tanguita y frota sus genitales encantos contra las caras de las chicas y sus partes pudendas… ¡sí, todo se vale, aunque sean ridiculizadas y vejadas públicamente… que al fin es la feria del sexo… y a eso vinieron!, ¿no?

Y ya, más que excitados, agobiados por tanta gente, por tanto manoseo voluntario o involuntario, sobre todo hacia nuestra acompañante, salimos de ese otro pabellón, algo hambrientos… pero no de sexo, sino de comida… y no hay muchas opciones, excepto por cara comida chatarra o fast food (pizzas, papas fritas, churros rellenos, burritos, refrescos)… más caros algunos que una dosis de Viagra o una dotación de condones…

Sí, esa es la feria del sexo, a la que a pesar de ya ser entrada la tarde, sigue visitando gente, siendo recibida por stripers y chicas en lencería, para que se tomen la cobrada foto… ¡y que disfruten del sexo a lo grande!... algo que si no se cuenta con dinero de sobra, “¡pues no, joven, sin dinero, mejor ni venga, que aquí hasta el agua le cobramos!”

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jueves, 4 de marzo de 2010

Las temibles granjas chinas para “curar” a los niños Internetadictos.

Las temibles granjas chinas para “curar” a los niños Internetadictos.
Por Adán Salgado Andrade.

El cuestionable crecimiento económico chino ha ido de la mano con un marcado autoritarismo del gobierno, quien justifica que con esa suerte de totalitarismo garantizará el bienestar de su pueblo. Sí, se escudan las autoridades chinas en que el rigor es necesario cuando una sociedad y una nación están consolidándose. Esa situación recuerda, por ejemplo, al stalinismo o al mismo nazismo, periodos durante los cuales, el control irrestricto de todos los aspectos que comprenden la conformación de una nación, estaban regulados directamente por el estado, autoritariamente, claro, traspasando los sistemas de la propia legalidad en que pretendía sustentarse el gobierno. Por ejemplo, Stalin hacía lo imposible por reprimir cualquier tipo de oposición y disidencia a su omnipotente control. Recuérdese el caso de Leon Trosky, quien siempre cuestionó la manera de gobernar de aquél y cómo deseaba realizar la expansión mundial del modelo soviético (Trosky propugnaba por una especie de revolución en cada país, impulsada por su respectiva clase obrera, en tanto que Stalin estaba a favor del expansionismo y dominación desde la URSS al resto del orbe). Tan acérrima fue la persecución de Stalin hacia Trosky, que por más que éste trató de huir y hacerse de una nueva existencia en un alejado país, México, finalmente fue asesinado por una conspiración hecha desde la Unión Soviética.
En China sucede lo mismo, pero como en el capitalismo salvaje se precia más su muy dócil integración a la dinámica de la división capitalista mundial del trabajo, la que ha tratado de revertir en algo la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, convirtiéndola en el primer maquilador mundial, se han tolerado las acciones del férreo autoritarismo chino, subrayando su “milagroso” crecimiento económico (el neoliberalismo, o sea, el capitalismo salvaje, ha tomado de ejemplo y puntal a China). Este es cuestionable, como señalo arriba, pues la mayor parte de la fabricación china es mediante filiales de empresas extranjeras, alrededor del 60%, pero además a costa de estar sobreexplotando y contaminando sus recursos, como sus ríos, que más del 90% están contaminados, o la calidad de su aire, que en ciudades como Linfen, en la provincia de Shanxi, que es en donde está la mayor parte de las minas de carbón que emplea China, la incidencia de males respiratorios es altísima y la gente debe de usar en todo momento tapabocas (el Banco Mundial ha reportado que 16 de las 20 ciudades más contaminadas del mundo son chinas). Pero, además, 255 millones de obreros viven con salarios de hambre, de menos de 3 dólares diarios, y casi 900 millones de chinos que habitan en el campo, están totalmente marginados del tan pregonado progreso, contrastando esto con las fortunas que muchos funcionarios y empresarios han acumulado gracias a los altísimos índices de corrupción, que también, gracias al autoritarismo, el gobierno puede practicar a sus anchas (varios empresarios chinos figuran el las listas de los hombres más ricos del mundo que publica la revista Fortune). Como digo, el capitalismo salvaje ha preferido exaltar tal progreso económico, a costa de tolerar la represión que el gobierno chino siempre ha ejercido en contra de su pueblo y que también le ha servido, al gobierno autoritario y corrupto, para ocultar que siguen habiendo millones de chinos muy pobres, mal pagados y desnutridos.
Baste recordar la matanza del 4 de junio de 1989 de Tiananmen, y que a pesar de los años transcurridos, no se ha logrado precisar el número exacto de muertos que dejó la sangrienta masacre de una pacífica manifestación que buscaba, justamente, una mayor apertura del gobierno a las demandas populares (se calculan en miles los muertos que dejó la represión militar. Y es un vergonzoso hecho que el gobierno sigue ocultando muy celosamente). Y probablemente también la musculatura militar china, sobre todo su arsenal nuclear, le haya ganado el “respeto” de sus represivas prácticas entre países como EU, su principal socio comercial, ya que es como si tuviéramos frente a nosotros a un matón armado que nos exigiera creerle que no asesina gente mientras nos apunta con su arma. Y que quede claro que no exculpo a ningún país (incluida Cuba, por ejemplo), ya que en este sistema político mundial, controlado por el poder económico, en todos lados hay diversos niveles de autoritarismo, pero en algunos habrá, digamos, más libertades que en otros (ni Estados Unidos, que se jacta de ser el país de las libertades, se salva de ejercer un velado autoritarismo. Precisamente el Departamento de Seguridad Doméstica, DHS, se ha abrogado ahora la ilegal atribución de ejercer un “discreto” espionaje sobre aquellas personas que considere “potenciales terroristas”, sin mayor cuestionamiento u objeciones, pues justifican las autoridades que es en aras del “combate al terrorismo”. Y en la ilegal prisión de Guantánamo, se tienen encarceladas personas tan sólo por ser o parecer árabes, violando totalmente sus derechos humanos. Ver mis artículos “La amenaza terrorista, el nuevo gran negocio para la industria del miedo” y “La muy ‘conveniente’ descomposición del estado mexicano, pretexto para militarizar y recrudecer la represión gubernamental”).
Podemos entender los excesos del autoritarismo chino cuando vemos los constantes esfuerzos por controlar hasta al llamado “espacio virtual”, o sea, la red mundial de Internet, la que por estar interconectada hacia el resto del mundo, ofrece un peligro para el gobierno chino por la apertura y la falta de censura que la información que puede obtenerse en la red implica. Esto es contradictorio, porque por un lado, por cuestiones de mero negocio, han permitido las autoridades chinas un desmedido crecimiento del Internet, que ha redundado en que de 620,000 usuarios que había en 1998, actualmente se estiman en 338 millones los chinos que de algún modo tienen acceso a dicho medio. Pero, por otro lado, con el fin de controlar el contenido ofrecido, el gobierno ha dispuesto, entre otras medidas, un gran firewall que evita el acceso a las llamadas redes sociales como Twitter o que bloquea ciertos contenidos de buscadores como Google (que recientemente decidió retirarse de ese país, justificando que lo hacía, eso se dijo, por razones de censura) o de sitios de videos, como Youtube. También cuenta con una “policía de la red”, que son miles de censores que investigan y clausuran cualquier intento de disidencia, arrestando a los autores de tales sitios. El ciudadano chino Wozy Yin es frecuentemente hostigado por el gobierno y amenazado de ir a prisión debido a que ha logrado publicar, mientras pudo, más de 150 blogs, informando de la brutalidad represiva que ejerce el gobierno, con personas como Yin, que tratan de dar a conocer al mundo lo que realmente está sucediendo en China (actualmente ha tratado de emplear el Twiitter, pero sin mucho éxito, pues también el gobierno le ha controlado ese sitio). Varios periodistas se encuentran encarcelados porque han tratado de evadir la censura gubernamental en su labor informativa. También ha alquilado el gobierno un regimiento de “comentaristas secretos de la red”, quienes permanentemente están “posteando” comentarios en cuanto sitio sea posible a favor del gobierno.
Quizá sea esta tendencia de férreo control la que haya provocado el problema al que he de referirme, los internetadictos, que son niños, adolescentes y jóvenes para los cuales, teniendo como alternativas permitidas los juegos en línea, los han acogido tan entusiastamente, que se han convertido, dice el gobierno, no sólo en un muy serio problema disciplinario, sino también en una amenaza existencial.
Desde el año 2002 comenzaron a publicarse en los diarios, tanto locales, como nacionales, historias de horror que exhibían los daños que el indiscriminado uso del Internet entre los niños y jóvenes estaba dejando. Por ejemplo, un incendio en un café-internet clandestino, ubicado dentro de inseguras instalaciones, provocó la muerte de 25 personas que estaban jugando sesiones que duraban toda la noche. Un empedernido jugador de la provincia Chengdu, exhausto tras haber jugado 20 horas “Leyenda de Mir 2”, cayó muerto. Dos chicos de la provincia de Chongqing, también agotados por jugar durante dos días seguidos, se quedaron dormidos sobre vías férreas y fueron arroyados por un tren. Un joven de Qingyuan asesinó brutalmente a su padre tras discutir ambos que aquél estaba excediendo el uso de Internet. Un adolescente de trece años de Tianjin tras haber concluido una larga sesión de 36 horas de haber jugado “World of Warcraft”, brincó desde el techo del edificio de 24 pisos, en donde vivía, con el deseo expreso de “unirse a los héroes del juego”, tal y como señaló en la nota suicida que dejó antes de saltar. Y así por el estilo, cientos de historias abundan sobre los problemas que la adicción a jugar en línea ha provocado.
Por supuesto que el gobierno trató de hacer algo contra un problema que su falta de visión no concibió que pudiera ocurrir. Como dije, prefirió que la gente se “distrajera” jugando, pero fue peor dicha “solución”, que su afán de control.
Al principio se adoptaron poco efectivas medidas, como la prohibición de que entraran a los cafés-internet adolescentes. Además, dejó de emitir licencias para nuevos lugares y cerró cientos de ellos que eran ilegales (que habían abierto clandestinamente en vista del negociaso que la jugadora, enajenante adicción juvenil significaba. Esto prueba, digamos, que tratándose de dinero y buenos negocios, la corrupción gubernamental, beneficiada por ellos, se hace de la vista gorda y eso sí es capaz de tolerar). Sólo en el 2004, 16,000 sitios irregulares fueron clausurados. Incluso hizo obligatorio que las compañías de juegos distribuyeran sus versiones chinas con candados anti-adictivos, los que traban la electrónica diversión transcurridas tres horas (candados que pueden suprimirse iniciando una nueva sesión). Pero como continuaran dándose los problemas, el gobierno de plano decretó que la adicción al Internet era ya un desorden clínico y la autoritaria “solución” de que debía de curarse en las llamadas “granjas disciplinarias” (boot camps), no se hizo esperar, lo que dio lugar, aparte de un nuevo y muy lucrativo negocio, a otro problema más que la cerrazón autoritaria china tampoco previó… hasta que también comenzaron a haber víctimas fatales.
El primero de esos lugares fue fundado en el 2004, como parte del Hospital General Militar de Beijín, concebido por Tao Ran, investigador militar y coronel en el Ejército de Liberación Popular. Este autoritario militar aplicó tratamientos que empleaba para drogadictos, supuestamente con mucho éxito, tanto que hasta en el año 2007, el New York Times lo describió como “el frente de batalla chino” en el combate a la internetadicción. En esa “clínica mental” se han tratado 5000 adolescentes desde entonces.
Pero, al igual que los cafés-internet, que muchos abrían clandestinamente, por el gran negocio que eran – y siguen siendo – los juegos en línea, también, en vista del grave problema de la internetadicción, comenzaron a abrir más granjas disciplinarias, muchas de ellas sin reunir realmente las condiciones para brindar un verdadero tratamiento psicológico y administradas por personal que, más que actuar como psicólogos, parecían carceleros. Hay varios muy documentados casos de adolescentes que han muerto debido a golpes y brutales “tratamientos”.
Un ejemplo de esos nefastos sitios es el que fuera regenteado por el señor Yang Yongxin, mejor conocido como “Tío Yang”, como si ese “cariñoso” apelativo fuera una manera de brindar confianza a los padres de los adolescentes que dejaban en manos de ese carcelero, no psicólogo. Varios de los testimonios de los “pacientes” que trató – y que sobrevivían a sus torturas –, cuentan historias de horror, en donde son frecuentes las palizas con garrotes, extenuantes ejercicios, “consejos psicológicos”, administrados con palos, claro… y los temibles electroshocks. Éstos, conocidos como xing nao, “despertando al cerebro”, el “afectuoso tío Yang” los administraba colocando electrodos en dedos y sienes de los pacientes y enseguida disparando toques eléctricos de uno a cinco miliamperios, suficientes para sacudir espasmódicamente todo el cuerpo y eran habituales las sesiones de treinta minutos por lo menos (quizá alguien que haya alguna vez intentado soportar los famosos “toques” administrados por personas que a eso se dedican, a retar a los clientes a soportar toda la intensidad de sus aparatos de toques y que si lo logran, les dan una atractiva suma a cambio, comprenderán lo dañinos que pueden ser los electroshocks). Por cierto que los electroshocks eran empleados en los años cincuenta por agencias caza-espías, como la CIA o la KGB para “lavar” el cerebro de los espías enemigos, logrando no sólo que olvidaran muchas cosas, sino que incluso quedaran locos de por vida.
En alguna entrevista hecha al tío Yang en el 2007 – antes de que se destapara la cloaca que operaba –, reconoció que los electroshocks eran necesarios, “no ocasionan daños cerebrales, pero, eso sí, son muy, muy dolorosos”. Lo peor es que hasta se le tomó de modelo e incluso llegó al descaro de anunciarse en la televisora local, hablando maravillas del sitio contentos muchachos que, muy sonrientes, avalaban la “granja disciplinaria” de Yang. Y si podía anunciarse hasta en televisión, es porque el buen Tío Yang cobraba el equivalente a 900 dólares mensuales por sus “tratamientos”, muy elevada suma, tomando en cuenta que el salario promedio en China es de alrededor de 400 dólares por mes (esto en las zonas urbanas-industriales, por supuesto). Y a pesar de la elevada suma, el temor de miles de padres de que sus hijos fueran internetadictos (que en algunos casos era infundado), logró que alrededor de 3000 adolescentes fueran tratados en esa “clínica”, que más bien parecía una cárcel de tercera clase, lo que convirtió a Yang en el rico Tío Yang.
No fue hasta que uno de sus pacientes, Deng Senshan, un adolescente de sólo 13 años, que murió desde el primer y único día que estuvo en ese sitio, que la “clínica” fue clausurada. Los padres de Deng estaban muy consternados porque, debido a que su único hijo (son comunes los hijos únicos en el autoritario país chino, que hasta eso regula) ya no hacía otra cosa que jugar en línea en el Internet, comenzó a bajar sus calificaciones, a subir de peso, a deprimirse cuando no estaba jugando en la computadora…
De haber sido un excelente alumno (algo que el competitivo sistema chino valora mucho, pues de ello depende que los estudiantes puedan acceder más tarde a alguna universidad), se convirtió en un obsesivo-depresivo chico que cuando no jugaba, sólo comía y no se interesaba en nada (me atrevo a pensar que ello se deba a que si se flexibilizan las condiciones de rigidez social en un autoritario sistema, el resultado es que se produce una especie de rebote mental que deja a los miembros sin una voluntad propia que los auto-discipline, pues el exceso de autoridad era el que lo hacía, de tal manera que la sociedad, sin esa autoridad que la controle, no sepa cómo regularse o hacia dónde dirigirse y digamos que se deprima. Esto puede verse en la muy interesante cinta del director danés Lars von Trier, “Manderlay”, en donde una comunidad de esclavos negros, cuando repentinamente son liberados de su ama, resienten tanto la falta de autoridad, que no saben cómo responder y además de que comienzan a irritarse y a pelearse entre ellos, se ponen en contra de la mujer que los liberó y surge un generalizado sentimiento de abandono y orfandad ante la falta de autoridad).
Confiados los padres de Deng en que el amable “Tío Yang”, “curaría” a su hijo, lo llevaron a la granja, ubicada en la provincia de Shandong, anexa a un hospital estatal. Y sólo fue que lo dejaron, llovieron los golpes de los carceleros-enfermeros sobre el pobre de Deng, quien primero fue confinado a un cuarto cerrado, de cara a la pared, y como se rehusara a someterse, fue motivo suficiente para que aquéllos le pegaran con palos. Luego fue obligado a correr alrededor de una cancha y cada que se paraba por el cansancio, los duros carceleros se acercaban a palearlo y a patearlo, hasta que Deng no pudo más. El enorme esfuerzo exigido a su obeso cuerpo, falto de ejercicio, y tantos golpes que recibió le ocasionaron un colapso físico que le provocó una hemorragia interna. Y como el “amable Tío Yang” no quiso llamar a una ambulancia, pensando que el chico se recuperaría, pasaron cuatro horas más sin que recibiera atención médica, hasta que fue evidente que había entrado en coma y fue cuando se llamó a un hospital y la esperada ambulancia apareció… pero fue ya demasiado tarde, el pobre Deng había muerto.
Eso, como dije antes, fue motivo para el cierre definitivo de la granja disciplinaria del Tío Yang, de quien después se reveló que ni siquiera tenía la secundaria terminada y que mucho menos poseía el grado universitario de psiquiatría, como se jactaba.
Y también motivó al autoritario gobierno chino a revisar el tipo de “tratamientos” que se debían de dar para combatir la internetadicción, pero según algunos expertos, en todo caso el que sea un “buen negocio” establecer una granja disciplinaria, ha motivado que en lugar de que se implementen, por ejemplo, pláticas correctivas entre los padres y los hijos o que éstos no consideren que por el sólo hecho de que sus hijos estén frente a una computadora, ya son adictos, esas “clínicas mentales” seguirán pululando, acogiéndose, claro, a los nuevos lineamientos, como el que ya estén prohibidos los electroshocks, por ejemplo.
Y finalmente si así el autoritario gobierno chino puede seguir mostrando que su poder es inexpugnable, adelante, ¡que se declare a todo mundo enfermo mental, disidentes incluidos, claro, y que se les recluya en clínicas… o en cárceles!, con tal que el capitalismo salvaje siga tolerando y tomando como modelo de “crecimiento económico” a ese autoritario país.

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