viernes, 29 de mayo de 2015

Basura electrónica, un grave y creciente problema ambiental



Basura electrónica, un grave y creciente problema ambiental
por Adán Salgado Andrade

El capitalismo salvaje es un decadente, depredador sistema, cuya nociva base de sustentación es el consumo compulsivo de cuanto producto se produzca. No sólo se producen productos, sino que se sobreproducen, pues sólo así se puede garantizar la masa de ganancia adecuada a las necesidades de acumulación de las empresas manufactureras. Por tanto, se requiere de inducir ese consumismo tan vital. Esto se logra mediante distintas formas. Una, es haciendo que los productos tengan una deliberada vida útil, con lo cual, un auto, por ejemplo, funciona bien durante tres años, digamos, luego de lo cual, comenzará a tener fallas, las que serán más y más frecuentes, que casi obligarán al dueño a desecharlo y optar por adquirir uno nuevo. Pero otros mecanismos apelan más a un factor psicológico, como, por ejemplo, que un celular se haga “obsoleto”, pues el siguiente modelo, “mejorado”, saldrá en seis meses. Eso significa que aquél pasará “de moda” y quien lo emplee se arriesga a ser “anticuado”.
Y, claro, el mismo “avance tecnológico”, justo por esa necesidad capitalista de volver imprescindible una “novedad” tecnológica, lleva a desechar casi todo lo que se adquiera, luego de algún tiempo, el cual, cada vez va siendo más corto, tanto porque se tiende a que los productos, como autos, computadoras, televisores… fallen muy pronto, así como porque los factores “psicológicos” mencionados nos obligan, prácticamente, a adquirir y emplear “tecnología de punta”. Todos estos mecanismos son lo que se llama obsolescencia programada (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2011/10/la-obsolescencia-programada-el.html).
Por tanto, se nos va induciendo que tales “avances” son para nuestro beneficio y que, sin ellos, nuestras vidas serían más difíciles de llevar. Es decir, nos van acostumbrando, por inducción, a dichos avances (por ejemplo, a mediados del siglo 19 no existían celulares, por eso la gente de entonces no los requeriría, así como ahora no requerimos diligencias, digamos).
Claro que el consumo a ultranza tiene sus consecuencias. En primer lugar, los recursos planetarios, tales como minerales, energéticos y otras materias primas se sobreexplotan. Hemos llegado a un nivel de depredación tal, que en sólo doce meses, se consume lo que le lleva a la Tierra producir en 18 meses. Estamos estresando a niveles nunca antes vistos los recursos naturales.
En segundo lugar, muy importante también, no sólo sobreexplotamos al planeta, sino que lo estamos contaminando a niveles nunca antes vistos. Ríos convertidos en drenajes y basureros, bosques devastados por inmoderada tala, selvas muriendo por contaminación de metales pesados, megamineras (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2013/05/los-destructivos-irreversibles-efectos.html) , fracking (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/05/el-gas-natural-de-esquisto-el-regreso.html), océanos contaminados con basura, derrames petroleros, desperdicios nucleares (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/01/desechos-radioactivos-flotantes-y.html), suelos contaminados y degradados (ver: http://www.jornada.unam.mx/2015/05/12/cultura/a08n1cul)... y más ecocrímenes, son la evidencia del ultraje medioambiental que está provocando la humanidad y sus “avances” tecnológicos.
Y es tal el impacto que ocasionan las prácticas sobreexplotadoras, depredadoras y contaminadoras, que se ha acuñado el término “antropoceno”, refiriéndose a que la irresponsable acción humana ha modificado sustancialmente al planeta (ver: http://en.wikipedia.org/wiki/Anthropocene).
Una consecuencia es el grave calentamiento global, el cual está ocasionando severos trastornos climatológicos, tales como largas sequías, lluvias torrenciales, aumento de huracanes, tornados, tifones, acelerado derretimiento de los polos y los glaciares, lo que conduce a la elevación del nivel del mar, migración de plagas a lugares que ya no son tan fríos y que les impedían habitarlos, disminución de los ciclos agrícolas… y muchas otras evidencias. Aún así, un buen  número de empresas ya está lucrando con el calentamiento global (ver:  http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2014/03/el-muy-lucrativo-calentamiento-global.html).
Pero a pesar de tantas evidencias de que se debería de frenar o al menos disminuir la tendencia depredadora del capitalismo salvaje de sobreproducir, al contrario, se imponen medidas que impulsan más la sobrexplotación, así como la severa contaminación y destrucción ambiental. Comenzando con la tendencia a hacerlo todo desechable, como envases desechables, envolturas, malos productos, como menciono arriba, imposiciones para cambiar autos cada tres años o, peor, que se realicen “programas oficiales” para obligar a la “modernización tecnológica”, con lo que forzosamente se tendría que adquirir la tecnología “adecuada” a tal “modernización”.
Un ejemplo de esto último es que aquí en México, a la mafia en el poder se le ocurrió impulsar el llamado “apagón analógico”, copiado, desde luego, de países como EU, que consiste en sustituir las señales de televisión convencionales por las digitales, para, según se justifica, mejorar la transmisión y la calidad de la imagen. Televisores “convencionales”, de cinescopios, serán reemplazados por digitales, mejor conocidos como “pantallas”.
Pero esa autoritaria medida no redunda en un claro beneficio, es decir, no porque tengamos acceso a una señal digital de televisión, vamos a convertirnos en una sociedad más consciente o vamos a superar la precariedad económica que vivimos actualmente o, lo de menos, que vayamos a tener un mejor contenido televisivo. Al contrario, la basura programática será la misma, pero con “calidad digital”. El duopolio Televisa-TVAzteca seguirá deformando-manipulando a la mayoría de la población con sus estúpidos shows, nefastas novelas, desinformativos “noticiarios”, enajenantes, masivos “eventos deportivos”… y así, todo su cúmulo de excrecencia televisiva.
Ese pretexto es totalmente inaceptable. Sin embargo, en el fondo, lo que realmente se pretende hacer es, primero, un muy buen negocio, sobre todo para las empresas fabricantes de tales pantallas y las empresas que las comercializarán y distribuirán. Nada más pensemos que si se sustituyeran, supongamos, treinta millones de televisores análogos por el mismo número de pantallas, pensemos que a un promedio de seis mil pesos cada una, estaremos hablando de nada menos que $180 mil millones de pesos, unos $11250 millones de dólares, que equivaldrían más o menos a la mitad de las remesas del año pasado. Como se ve, es, para empezar, un súper negocio.
La economía del país es actualmente catastrófica, como casi siempre ha sido, tanto por las equivocadas “estrategias económicas” aplicadas por las sucesivas mafias en el poder, que han ido desindustrializando y empobreciendo al país (hasta alimentos estamos dejando de producir, importando actualmente más del 50% de lo que consumimos), así como porque la también muy grave crisis económica mundial incide en lo que nos sucede, como en la baja del precio del petróleo, del que aun dependemos bastante, y que ha lacerado aún más nuestra debacle económica.
Sería lógico, entonces, evitar gastos onerosos, pues la misma mafia en el poder ha dicho que va a impulsar “recortes” presupuestales y austeridad, con tal de ahorrar en gastos (claro, se recorta en programas sociales como salud o educación, por ejemplo, más no en los insultantes sueldos que los mafiosos en el poder ganan). Ah, pero en lo que sí no hay austeridad es, so pretexto del “apagón analógico”, en el reparto de pantallas que desde el 2014 dio inicio, justo, casualmente, en tiempos electorales, en los que, por desgracia, es posible comprar uno o más votos por una pantalla, por los miembros de la familia a la que se “regale” que puedan votar. Esa insensata acción, por desgracia, se debe a una falta de generalizada conciencia de una población que, a pesar de tanta represión, tanto autoritarismo, tanta pobreza provocada por fallidas “políticas económicas”, tantos engaños… sigue prestándose al engaño y es copartícipe de los fraudes electorales, gracias a los cuales sigue reinando la nefasta, corrupta mafia priísta, la misma que el 2 de octubre de 1968, asesinó a cientos de estudiantes, con tal de seguir inmutable en el poder (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2013/09/decadencia-neoliberal-automatas.html).
Así que miles de millones de pesos gastados por tal mafia en el poder para “regalar” pantallas a los grupos “más vulnerables”, les garantizarán algunos millones de votos. Y, como dije, no importa el prohibitivo gasto.
Eso es ya, de por sí, un grave problema, que el “apagón analógico” se emplee, tanto para fines electoreros, así como para generar un muy extremo buen negocio. Sin embargo, otro muy grave problema es el que se generarán miles de toneladas de desechos electrónicos (e-waste, como se conoce en la jerga inglesa), por los millones de televisores análogos que se eliminarán (hay que mencionar que todos se pueden adaptar perfectamente para captar la señal digital con un convertidor cuto costo no llega a los 500 pesos, pero, claro, eso no sería tan buen negocio).
De por sí la basura electrónica es un grave problema en todo el mundo. La universidad de la ONU calcula que tan sólo en el 2014, se generaron ¡46 millones de toneladas de basura electrónica! Y predice que para el 2018, en tres años, los desperdicios aumentarán a 55.1 millones de toneladas.
Esos millones de aparatos tales como computadoras, monitores, celulares, hornos de microondas, refrigeradores, tablets y demás productos electrónicos, incluyendo los televisores análogos, prácticamente no se reciclan, tirándose tal cual, muchos de ellos, aun funcionando. Y es que, en términos de utilidad, por los que se rige el capitalismo salvaje, es “muy costoso” reciclar esos “desperdicios”. Por lo mismo, países como EU, por ejemplo, empleando la justificación de la “ventaja competitiva” que se tiene en países pobres, con bajos salarios, “exporta” millones de toneladas cada año de electrodomésticos desechados, para que “sean reciclados”, a naciones de África, como Ghana o Nigeria, o de Asia, como China o Tailandia. Así, barcos llevan decenas de contenedores llenos de tales desperdicios que se venden a un precio de “ganga”, así, como para no dejar, y tales países piensen que se les “hace un favor”. En tales naciones, esos desechos se van clasificando, seleccionándose los que aun sirven, los que pueden repararse o los que, de plano, son, digamos, inservible “basura”. Ésta última es la que se lleva a tiraderos, como se hace en Ghana, en un sitio llamado Agbogbloshie.
Allí, niños, adolescentes y jóvenes, emplean una muy contaminante y dañina manera de “reciclar” tales desperdicios, que es quemándolos, lo cual genera espesas, negras humaredas sumamente tóxicas, tanto para la salud de quienes lo hacen, así como para el medioambiente (ver: http://www.pbs.org/frontlineworld/stories/ghana804/video/video_index.html). Al final de la quema, separan cenizas de los metales, como cobre u otros, que queden, y los llevan a vender a lugares en donde se compren tales materiales, reciclados de esa manera tan burda y dañina. Eso les permite obtener un magro ingreso de $2.50 dólares al día, cuando mucho.
La incineración no sólo contamina el aire del lugar, dañando severamente la salud de quienes la realizan, sino que también produce residuos igualmente muy tóxicos durante el proceso, que penetran el terreno y lo van degradando permanentemente. Como la mayor parte de lo quemado es plástico, se producen dioxinas, que son sustancias cancerígenas (ver: http://plasticisrubbish.com/2008/06/02/dioxins-why-you-dont-want-to-be-burning-plastic/).
El “río” que está a un lado del tiradero, está totalmente contaminado y degradado, negro por el producto de la incineración y lleno de basura. Esa muy contaminante práctica también se lleva a cabo en China, en donde irresponsables empresas contratan a necesitados trabajadores para que quemen esos desechos o los metan en ácido y, durante el proceso, se vayan envenenando día a día con los tóxicos gases producidos.
Es tan grave lo que sucede en Ghana, que recientemente el fotoperiodista alemán Kevin McElvane, visitó Agbogbloshie y realizó una serie fotográfica, mostrando a personas que trabajan incinerando esos desechos. Todos padecen de dolores de cabeza, males gastrointestinales, ojos irritados y llorosos, rostros ennegrecidos de hollín, manos laceradas… y otros males desarrollados por las toxinas. Al mirar las dramáticas fotos, de esas personas, en medio de la degradación ambiental circundante, realmente vemos hacia dónde se dirige el planeta, hacia un caótico cercano futuro, en donde desolación, degradación ambiental y muerte serán la norma. McElvane ha montado una serie de exposiciones, esperando recolectar suficientes fondos para establecer sistemas de reciclaje limpios en el lugar (ver: http://www.wired.com/2015/04/kevin-mcelvaney-agbogbloshie/?mbid=nl_042315).
Aquí, por ejemplo, el desechar millones de televisores análogos, algunos advierten, generará un problema que nadie, incluida la mafia en el poder contempla, pues ¿en dónde irá a terminar tanto desecho? (ver: http://www.jornada.unam.mx/2015/05/06/economia/023n2eco).
Será un grave problema que, como dije, se pasa por alto. Ni en países como EU, con más recursos económicos y tecnológicos, es fácil la eliminación de la basura electrónica, de la que apenas se recicla una sexta parte,  y por eso prefiere tal país prefiere exportarla. Sin embargo, como la acción de organizaciones no gubernamentales, como BAN (http://www.ban.org/), que ha avanzado algo en que se promulgue una norma mundial que prohíba tales exportaciones, EU ha tenido que buscar “soluciones” dentro de su propio territorio, aunque muchas de ellas, fallidas, como lo sucedido en Utah, en donde un irresponsable “hombre de negocios”, Anthony Stoddard, quien tenía un dudoso plan para reciclar televisores análogos, lo único que logró fue rentar durante varios meses algunos terrenos en donde su supuesta compañía, Stone Castle Recycling, comenzó a apilar cientos de miles de tales aparatos y otros desechos electrodomésticos, pero Stoddard, en realidad, no tenía un plan práctico para reciclarlos. En los terrenos, además de estar inútiles, por tantas toneladas de desecho apiladas, se han ocasionado incendios, difíciles de controlar por los componentes plásticos, los que han producido muy contaminantes y tóxicas humaredas (ver: http://www.sltrib.com/news/2027328-155/utah-tv-dumps-turning-into-an?fullpage=1).
El problema con los televisores análogos es el cinescopio, el que ocupa dos terceras partes del peso de cada aparato. Contiene plomo, un metal también muy dañino para la salud, pues produce cáncer y otras enfermedades, como saturnismo. Si eso sucede allí, un caso fraudulento, imaginemos aquí, con la corrupción como el eje central del control mafioso y fáctico del país, qué pasará. Seguramente se generará un fuerte problema ambiental, aunado a los que de por sí ya tenemos.
Sin embargo, es lo que menos importa. Lo prioritario es el gran negocio que se generará con el “apagón analógico” y los millones de votos que la mafia en el poder obtendrá a cambio de la entrega “gratuita” de pantallas, lo que le garantizará su permanencia en aquél.
Así, podrá seguir vendiendo al país a las mafiosas corporaciones nacionales y extranjeras, que lo seguirán depredando hasta que ya nada nos quede.
Pero todo sea en nombre de la perpetuación del decadente, depredador capitalismo salvaje.