sábado, 29 de febrero de 2020

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sábado, 8 de febrero de 2020

Las temibles plagas de langostas


Las temibles plagas de langostas
Por Adán Salgado Andrade

Uno de los problemas del cambio climático es que impulsa el anormal crecimiento de algunas especies, tanto vegetales, así como animales.
Eso se debe a que se crean condiciones para que ciertas especies se procreen en demasía, sobre todo si sus depredadores naturales desaparecen o disminuyen en número.
De las miles de especies animales y vegetales, que constituyen la biodiversidad, algunas se están extinguiendo rápidamente, tanto que ya se considera la sexta extinción masiva, de las que se han dado en el planeta. Es decir, se está perdiendo la citada biodiversidad y eso creará problemas insospechados, que se presentarán en el momento menos esperado, poniendo en peligro nuestra propia existencia (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/la-perdida-de-biodiversidad-la-perdida.html).
Uno de tales problemas, lo constituyen las plagas de ciertos insectos que, cuando se salen de control, suelen ser muy destructivas. Por supuesto que siempre han existido plagas. La historia da cuenta de varias que, a lo largo de los siglos, han devastado cosechas y bosques. Pero, como eran procesos naturales, llegaban a su fin sin la acción del hombre.
Sin embargo, actualmente, surgen, de súbito, plagas, mucho peores que las que la historia menciona, pues factores tales como el cambio climático, les favorecen y toman mucha más fuerza que si fuera en situaciones normales.
Actualmente, algunos países africanos están sufriendo los embates de una masiva plaga de langostas – que son una especie de chapulines – de proporciones mayúsculas, nunca antes vistas, como detalla un artículo de la publicación tecnológica Wired, firmado por Matt Simon (ver: https://www.wired.com/story/the-terrifying-science-behind-the-locust-plagues-of-africa/).
Señala el artículo que es una de las peores plagas en azotar a ese continente, pues cientos de miles de millones de langostas están devastando cosechas enteras. “Cientos de miles de millones de chapulines, en enjambres del tamaño de grandes ciudades, están destruyendo las cosechas que se interponen en su camino. Es la peor plaga en 25 años en Etiopía. En Kenia, es la peor en siete décadas” (subrayado mío).
Eso se debe a que las inusuales lluvias han provocado que haya más vegetación que la normal. Y tanta comida, permite que en esos lugares se reproduzcan muy rápidamente insectos de crecimiento acelerado, como las langostas. “El problema empeorará, pues la población de esos insectos podría explotar en una proporción de 500 veces en junio próximo. La organización para la Agricultura y la Comida, FAO, considera la situación que se está dando en el Cuerno de África, como ‘extremadamente alarmante’ y estima que un enjambre que cubra un kilómetro cuadrado puede ingerir tanto alimento como el que comerían 35,000 humanos. Granjeros por toda África Oriental, enfrentan escasez de alimentos, pues la plaga se alimenta tanto de las cosechas, así como de los alimentos almacenados”, señala Simon.
Consideremos el dato de cuánto puede comer un enjambre de sólo un kilómetro cuadrado. Ahora, multipliquemos eso por decenas de kilómetros cuadrados y el problema es de proporciones “bíblicas”, como señala al principio el artículo. No evita uno pensar en las “profecías del fin del mundo”, que señalan que será marcado por plagas, terremotos, maremotos… y no es que se crea en eso, pero son cosas que están sucediendo. Y, justamente, como se describe más adelante, están alentando la formación de esos mega enjambres.
Esas langostas son un tipo especial de chapulines, que gustan de socializar entre ellas, precisamente para tener más fuerza destructiva y devastadora cuando comen masivamente. Cuando están “solitarias”, no constituyen peligro alguno, pero basta con que se unan cientos de miles de millones y hasta se transforman físicamente, con músculos más fuertes y cambios de color. Son unas 20 especies de chapulines las que hacen eso, de las 7,000 que se conocen.
La especie que está actualmente atacando África, tiene como nombre científico Shcistocerca gregaria, justamente por su tendencia a reunirse en enjambres.
Esa especie es típica del desierto y está muy adaptada a las condiciones de calor extremo. Y sólo desovan si hay algo de humedad. Con las lluvias, esos insectos se apresuran a poner muchísimos huevos en el húmedo suelo, hasta unos 1000 por metro cuadrado. Al crecer las larvas, tienen suficiente comida por algunos meses. Pero como se unen, cuando comienza a escasear la comida, de inmediato grandes enjambres se forman y emigran hacia donde haya qué comer. Y comienzan los problemas para los campesinos y la gente que viva de la agricultura.
Señala Simon que se adaptan muy bien, pues, además de cambiar de color, a amarillo, para denotar ante los enemigos que son “tóxicas”, se alimentan de plantas que contienen hiosciamina, un alcaloide tóxico que se halla en algunas plantas locales. Con ese alcaloide sí se vuelven tóxicas. Eso lo hacen para destacar más, lo que no sucede si están solas. De todos modos, un enjambre de proporciones tan monstruosas, se nota, incluso, a la distancia.
Como viajan tan lejos para comer, buscan, sobre todo, carbohidratos, y por eso atacan mucho los plantíos de granos, pues son su dotación de calorías. Como comen su peso en alimentos, por eso devoran en horas plantíos completos.
En particular, esta plaga, como se señaló, es peor que anteriores debido a los cambios climáticos que se están generando por el calentamiento global. Huracanes intensos se han dado en lugares en donde, normalmente, no sucedían. Señala Simon que “En el 2018, las fuertes lluvias que aman las langostas, se dieron con dos ciclones, en mayo y octubre, que golpearon casi en el mismo sitio, en la Península Arábiga sudoriental. La tormenta de mayo, por sí sola, arrojó tanta agua, como para que la vegetación del desierto creciera por seis meses, que es suficiente para que dos generaciones de langostas se incuben y se reproduzcan explosivamente”. Cita a Keith Cressman, funcionario de la ONU, encargado de predecir el comportamiento de las langostas, quien dice que “Considere que hay un crecimiento exponencial de 20 veces para cada generación. Así que después de seis meses, como cada generación se lleva tres meses, usted tendrá un incremento de 400 veces”. Eso sucedía, cuando el ciclón de octubre, con mucha más agua, agregó más tiempo para que más generaciones se reprodujeran.
La organización que preside Cressman, la FAO, constantemente monitorea distintos lugares, para asegurarse que no haya un repentino surgimiento de una plaga de langostas, pero como la actual se generó en pleno desierto – mojado por tanta agua –, nadie se percató, pues “nadie sabía lo que sucedía porque eso era justo en uno de los lugares más remotos del planeta. No hay nada, ni caminos, ni infraestructura, ni Facebook, ni nada. Todo lo que usted tiene son masivas dunas, tan altas como rascacielos”, señala aquél.
Sólo cuando vieron langostas en el sureste de Omán, fue que Cressman, al final del 2018, dio la alarma. En enero del 2019, la región comenzó a secarse y enjambres de langostas comenzaron a emigrar, en busca de comida, a sitios como Irán o el sur de Yemen. Los enjambres fueron surgiendo semana tras semana, hambrientos, imparables.
Como Yemen sufre una guerra civil, no estuvo en condiciones de combatir a las langostas, mediante procedimientos adecuados, hechos por expertos, quienes usan insecticidas adecuados, que se degradan, luego de que matan a las langostas. No pueden hacerlo directamente los campesinos, pues es peligroso. Y como llovió abundantemente también allí, las langostas tuvieron posibilidades extras de reproducirse aún más. Y de allí, saltaron a Somalia, Etiopía y Kenia.
Señala Cressman que, en condiciones normales, se puede atacar anticipadamente a una plaga de langostas, con acciones tempranas, los insecticidas adecuados y personal adecuado. “Una plaga es como si se combatiera un incendio. Si se localiza el origen con tiempo, se apagará y ya, pero si se descubre cuando esté extendido por todo el bosque, es tarde. Así sucede con las langostas”.
Cuando se fumiga, las personas del lugar deben de desalojarlo durante 24 horas, que es lo que tarda el insecticida en degradarse. Es muy peligroso para las personas respirar esos químicos, pues ocasionan graves enfermedades, como cáncer y otros males (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/01/el-fascista-bolsonaro-tambien-permite.html).
Por lo mismo, se usan ya algunos métodos biológicos, como un hongo que mata sólo a las langostas y chapulines, el Metarhizium acridum, para que no sea tan problemática la destrucción de esa plaga.
De todos modos, por mucho que se les ataque, son especies muy resistentes. Experimentos conducidos por la Iniciativa Global contra la Langosta, han mostrado que una plaga australiana de langostas puede sobrevivir más de un mes sin agua. “Así que, mientras otras especies sufren por adaptarse a un planeta que se calienta rápidamente, las langostas tendrán la doble ventaja de poseer una fisiología muy adaptable y que insectos menos afortunados morirán y le dejarán el paso libre”. Como el cambio climático acelerará la desertificación e incrementará la temperatura, será muy posible que algunas especies de langostas expandan su área de influencia. Así que se necesitarán monitorear más regiones desérticas, señala Simon.
Podemos decir ¡malditas plagas!, pero, finalmente, la depredación planetaria que estamos haciendo aceleradamente, contribuye a que tales plagas se fortalezcan. Quizá sean un mecanismo de defensa de la Naturaleza, con tal de que se coman toda nuestra comida para que muramos masivamente de inanición, pues nosotros mismos somos la mayor plaga planetaria.
Sería nuestro justo merecido, por no haber cuidado a este pródigo, gran planeta.
Dios nos está castigando, y son las plagas bíblicas que anuncian nuestra próxima desaparición.