sábado, 29 de diciembre de 2012

Economía informal, la verdadera alternativa de empleo en la crisis



Economía informal, la verdadera alternativa de empleo en la crisis

Por Adán salgado Andrade

Dentro del capitalismo salvaje, la tendencia a crear empleos es contraria a la necesidad de aumentar la producción, así como las ganancias. Es por ello que, por más que se diga que se trate de impulsar la creación de empleos, sobre todo en los llamados países “desarrollados”, es en realidad falso, puesto que lo que se busca es ir incorporando el llamado know how, o sea, las habilidades de los obreros empleadas dentro de la producción, en los instrumentos de trabajo, los cuales se han ido mejorando para dejar al trabajador sólo como una extensión de las máquinas, muchas de las cuales están totalmente automatizadas. En Estados Unidos, por ejemplo, esa es una marcada estrategia, en donde en los últimos años, el nivel de explotación por obrero empleado, o sea, su rendimiento con respecto al salario pagado, se ha incrementado considerablemente, por lo que ahora cada uno produce mucho más, en promedio, que hace años, además de que su salario ha disminuido relativamente con relación a lo que se percibía hace años (ver en este mismo blog mi artículo: Desempleo en EU, agudizada tendencia del capitalismo salvaje del incremento en la desocupación
A ello hay que sumar que también existe el problema en dicho país de la desindustrialización, es decir, que muchos de los llamados blue collar jobs se ha preferido exportarlos a países con salarios mucho más bajos, como China o México, con la consecuente baja en la creación de empleos en el sector industrial. Basta revisar los sitios estadounidenses que ofrecen trabajos y la mayoría son en el sector servicios, tales como tiendas departamentales, restaurantes de comida rápida, cines… en fin, la clase de empleos que muestran la decadente tendencia de Estados Unidos en todos los aspectos (ver en este mismo blog mi artículo “En busca de los signos de la decadencia estadounidense”:
Por tal razón, tanto la creación de nuevos empleos es decreciente, o sea, no va en proporción a la población económicamente activa, e igualmente los salarios han ido disminuyendo relativamente con los años en todo el mundo, de tal modo que no es suficiente ya contar con un sueldo para vivir, sobre todo, el llamado salario mínimo, que es el que la mayoría de los trabajadores en el mundo perciben, y es el que se mantiene, por simples razones de ganancia, ya que entre menos le cueste al capital pagar salarios, su plusvalía, o sea, su ganancia, subirá considerablemente.
Así, muchas personas en todo el planeta han elegido trabajar por su cuenta, dado que en la mayoría de los casos, sus ingresos serán mayores a lo que ganarían en una empresa percibiendo el salario mínimo. Aquí en México, por ejemplo, el salario mínimo vigente es de alrededor de 65 pesos por día, menos de 2000 pesos mensuales (considerando que se le pague al trabajador el mes completo). Ese miserable salario ahora será mucho más pírrico, gracias a la llamada “reforma laboral”, la cual castigará todavía más a esas percepciones de muerte, al hacer posible el pago por hora (que sería de $7.50 en las condiciones actuales), así como también someterá a niveles de explotación mucho más bárbaros a toda esa gente.
Y la mayoría de la que elige trabajar por su cuenta, lo hace dentro de la llamada economía informal, la cual día a día tiende a ser más importante, sobre todo en estos tiempos tan difíciles, en los que las contradicciones del capitalismo salvaje y sus constantes, cada vez peores, cíclicas crisis, han llevado a una aguda semi-parálisis de la actividad económica y a una dramática elevación del desempleo a nivel mundial.
Percibiendo la importancia que la economía informal tiene y tendrá en el futuro cercano, el periodista Robert Neuwirth recientemente publicó un libro titulado “El ascenso global de la Economía Informal”, en el cual refiere, justamente, la trascendencia que como posibilidad de creación de empleos implica dicho sector.
Neuwirth considera a la economía informal, tal y como se le toma generalmente, o sea, como una actividad remunerativa que no está controlada por el estado, o sea, no paga impuestos, ni se vale de permisos para ejercerla. Y excluye, también de acuerdo a las normas internacionales, a todas aquellas actividades ilícitas, tales como vendedores de droga, de objetos robados… en fin, las que son criminales, ilegales. Es decir, no entra en la economía informal la venta, por ejemplo, de un arma, pero, sí, la venta de un paquete de pilas o de unos pantalones.
Es muy importante hacer esa aclaración, pues no debe de confundirse la actividad de un vendedor informal, que no está haciendo nada ilegal, pero sí informal, es decir, tolerado, no pagando impuestos, con la de un vendedor de droga o un traficante de personas, pues en estos dos últimos casos, hablamos de actividades meramente criminales. Y éstas, no son defendibles en ningún país   
De acuerdo con las estimaciones de Neuwirth, actualmente la economía informal a nivel global es tan importante que su monto anual, estimado como si fuera el PIB de un país, es de $10 billones de dólares (10,000,000,000,000), lo que significa que el valor de la actividad en su conjunto, sería segundo, después de Estados Unidos. Dicha alternativa económica emplea a la mitad de los trabajadores del mundo y para muchos es una actividad permanente, gracias a la cual, perciben un salario más alto y decente que trabajando en una empresa formal, como señalé antes. En el siguiente mapa, se muestra el nivel actual que representa la economía informal en todo el mundo. Como puede apreciarse, es en África y en muchas partes de Latinoamérica, Europa, Rusia y Asia en donde más ha crecido la informalidad, dado que es en esas regiones en donde la proporción de desempleo y pobreza se han incrementado a tales niveles que o las personas buscan cómo sobrevivir o el capitalismo salvaje, dejará, sin mayor preocupación, que literalmente mueran. Para el caso de China, por ejemplo, aunque se señala que en ese país, el líder en producción de venta de productos piratas, la informalidad asciende a tan sólo entre 0 y 10%, es muy probable que sea mucho mayor, ya que un importante sector de su población realiza actividades económicas, no sólo vendedores, digamos, sino pequeñas empresas que operan sin los registros y permisos debidos. En suma, puede decirse que en todos los países la informalidad es una alternativa de vida.  

Neuwirth se refiere a la economía informal como el Sistema D, puesto que la letra D es la inicial del vocablo francés débrouilllard, que significa ingenioso, sí, referido justo a una persona que usa su ingenio para sobrevivir dentro de este sistema salvaje, en el que los que menos importan son los millones de millones de pobres, en aumento año con año, que buscan una alternativa de vida ante sus enormes carencias.
Y enfatiza que tal alternativa seguirá creciendo puesto que la gente, del nivel económico que sea, necesita seguir consumiendo, alimentándose, vistiéndose… a pesar de las crisis o épocas de bonanza que el sistema presente. Según sus perspectivas, para el año 2020, dos tercios de los trabajadores del planeta estarán dentro de la economía informal.
Claro que para que eso sea posible, para que existan baratijas que sigan alentando tal actividad existe una fuente y dicha fuente es, justamente, China, que se ha convertido en la maquiladora del mundo, con todo y las consecuencias ambientales y la acentuación del autoritarismo, con tal de mantenerla en ese estatus (ver en este mismo blog mi artículo: “El sobrevalorado y anárquico crecimiento económico chino”:
A estas alturas, es claro que los productos chinos, la gran mayoría de dudosa calidad, juegan un papel muy importante en el impulso de la economía informal, pues cuando vemos a alguien ofrecer un producto que quizá necesitemos, como una lámpara, digamos, y si ésta es más barata que una pieza de pan, es suficiente para animarnos a adquirirla, aunque realmente no sea necesaria. Y, claro, con más razón compraremos algo que necesitemos, una herramienta, por ejemplo, si su precio es ridículamente bajo, como aquí, en México, que muchos de esos productos cuestan veinte pesos o menos.
Sin embargo, como señala Neuwirth, no sólo son las baratijas chinas las que alientan la economía informal, sino muchas grandes corporaciones que ven en la venta informal, otro canal de distribución por el que no deben de pagar impuestos. En efecto, es común ver aquí en México, que los vendedores ambulantes, parte sustancial de la informalidad, distribuyan productos de conocidas marcas, como pastas dentales, detergentes, alimentos… los cuales son vendidos “por debajo del agua”, o sea, sin reportarlos, ya que de esa forma, no causan impuestos y son ingresos extras. Incluso, de esa manera se “deshacen” de productos defectuosos, pretextando que, como tienen alguna falla, los deben de vender a menos del costo, y por eso, justifican, no deben de pagar impuestos. Y es en esos casos, también, que la economía informal, los vendedores ambulantes, en este caso, les caen de maravilla.
Neuwirth ejemplifica con el caso de África, en donde se ha desarrollado muchísimo la economía informal, dado que al ser el continente en donde se encuentran los países con los ingresos más bajos del mundo, por necesidad florece la informalidad, pues de otra forma, las necesidades de una población mayoritariamente pobre, no serían satisfechas, ni siquiera las más fundamentales. Menciona el caso de la empresa nigeriana UAC Foods, que se ha extendido por varios países de África occidental. Aunque dicha empresa posee hoteles y restaurantes, también distribuye un producto, un alimento, llamado Gala, que es una empanada de salchicha, muy demandada por su bajo precio, y que sirve muy bien para quitar el hambre. Como ese producto no se vendería en establecimientos formales, la empresa lo distribuye por medio de vendedores ambulantes que lo venden en las calles de muchos países.
Algo similar, en el caso de México, es la venta de los tradicionales tamales, que, en general, es hecha por vendedores informales, los que los preparan y los venden en alguna esquina de alguna calle de tantas que forman miles de ciudades y pueblos del país.
También menciona el caso de la telefonía celular, en donde, dado lo costoso del servicio, en África, la mayoría de la gente adquiere tiempo-aire comprando fichas. Una empresa que percibió tal tendencia y que vende de esa forma el servicio es MIN, la que acapara 40% de la telefonía celular. A sus distribuidores les regala sombrillas en donde se anuncia que en tal sitio se vende tiempo aire (aquí, en México, poco a poco tiende a generalizarse la venta de tiempo-aire por montos pequeños, en lugar de por planes, dada la precarización que sufrimos año con año).
Otro ejemplo que cita es el de los teléfonos celulares dobles, desarrollados especialmente para el mercado africano, los cuales pueden funcionar con dos chips, o sea, pueden operar para dos compañías, pues en caso de que una persona desee hablar al número de una empresa, es más barato que pertenezca a la misma y no llamando desde otra.
Y también se refiere Neuwirth al hecho de la piratería, por ejemplo, que se “copian” productos caros, que se venden a un mucho menor precio. Sin embargo, bastantes empresas, sobre todo chinas, están prefiriendo sacar marcas, digamos, propias, comparables, al menos en presentación, a los productos líderes (aquí, habría que mencionar el hecho de que muchos de los maquiladores chinos, al conocer de principio a fin el proceso para fabricar, por ejemplo, un celular, deciden sacar su propia marca, la que al final es muy parecida al producto que maquilan, como celulares parecidos a un i-phone, supongamos).
Y lo que Neuwirth menciona para el caso africano, muy bien se podría aplicar en México, pues, para comenzar, cada vez son más abundantes los trabajadores que laboran por cuenta propia, sobre todo en la informalidad, que los que lo hacen en empresas registradas o para el gobierno, siendo una muy importante válvula de alivio para nuestras crecientes necesidades de empleo (tan importante es la informalidad, que el desempleo se mantiene digamos que bajo en comparación a países como España, por ejemplo, ya que se toma en cuenta en los censos económicos a las personas que tengan empleo, sea éste informal o no). Y no sólo la informalidad se da aquí en las calles, sino también en pequeñas empresas no registradas, las que se encargan de surtir los productos suministrados por la informalidad (en Ciudad Netzahualcóyotl, por ejemplo, abundan los establecimientos informales de este tipo, que lo mismo fabrican juguetes piratas baratos, que ropa o muchos otros artículos).   
Así, en México, hay alrededor de 14 millones de personas en la informalidad, desempeñando una labor que, como ya referí, les permite obtener mejores ingresos que al estar laborando como obrero o empleado.
Y realmente es una situación hasta cómoda para la mafia que gobierna este país, pues de esa manera los planes oficiales para “crear” empleos “formales” se aplazan, dado que la gente ve cómo irla pasando por sus propios medios (ver en este mismo blog mi artículo: “Sorteando la crisis”:
Y abundan los ejemplos de cómo personas de distintos niveles, ocupaciones, nivel educativo… ven en la informalidad una alternativa de vida.
Es el caso de Leticia, quien estudió la carrera de biología en la UNAM, y que obtiene un ingreso aceptable, aplicando uñas de silicón.
“La verdad es que no me va mal… diario aplico dos o tres arreglos, y cobro entre doscientos cincuenta y trescientos pesos”, me comenta. Agrega que le alcanza muy bien para sus gastos y cosas extras. Está estudiando una especialidad y haciendo uñas, se costea todo. “He buscado trabajo, pero no hay… o me pagan muy poco, dando clases, por ejemplo. Por eso mejor voy a seguir con las uñas hasta que encuentre algo mejor”, declara, sin dudarlo. Acude a las casas y se va haciendo de clientas conforme las van recomendando. “Vale mucho que hagas bien tu trabajo, sí”. En efecto, Leticia hace muy bien las uñas, que son de silicón, como dije, a las que aplica colores y finas figuras al gusto de la clienta en turno.
Es claro que la originalidad cuenta en un mercado tan competido, como el arreglo de las uñas, razono (y, en general, diría que es una regla que se aplicaría en cualquier oficio, la originalidad o tratar de hacerlo lo mejor posible, cuenta mucho).
Doña Sara es una señora de 67 años, que toda su vida se ha dedicado a hacer la limpieza en casas, de entrada por salida. “¡Uy… si yo le contara mi vida… pero de esto me he mantenido siempre, de limpiar casas. Antes, estaba de planta, pero eran muchas jodas, pues nunca una descansa, porque siempre los patrones le están pide y pide cosas… y se acuesta muy tarde y se levanta muy temprano”, me platica, muy alegre. “Ya, luego, mejor comencé a trabajar de entrada por salida… y así me la llevo. Sí, también tiene sus dificultades, pues a veces me toca ir muy lejos, pero, pues voy a donde me llamen, no puedo darme el lujo de dejar oportunidades… ya ve cómo está la cosa de difícil… todo tan caro, tanta gente sin trabajo… y aquí me voy a estar, limpiando casas, hasta que el cuerpo aguante”, me dice, en resignado tono. Gana doscientos cincuenta pesos por día y, para su fortuna, en todas las casas le dan de desayunar y de comer y a veces, le ayudan con los pasajes. “Como le digo, pues a ver hasta cuándo puedo darle… pero ahorita lo que me preocupa es que dicen que tengo piedras en la vesícula… y, pues, ahí, sí, a ver qué Dios dice”, agrega, con una reflexiva mirada hacia… hacia un incierto futuro, supongo.
Luis se gana la vida vendiendo cajas para DVD’s, CD’s, DVD’s y similares. “Pues aquí me ves, en chinga todos los días… de las diez a las siete…ocho… a veces me va bien y vendo que quinientos, setecientos pesos… otras veces, nomás vendo doscientos, trescientos… yo me gano cien o trescientos pesos, dependiendo de lo que venda. Pero a la semana me quedan mil quinientos, dos mil pesos. Ésos, no me los gano en una fábrica y por eso sigo en esto”, me cuenta. Aunque, muchas veces, pasa la “camioneta” (los policías encargados de despejar de ambulantes las calles del centro de la ciudad), y tienen que esconder su mercancía, so riesgo de que se las quiten. Cuando eso sucede, ya no puede vender en todo el día. Gajes del oficio, pues.
Sí, son sólo algunos de los problemas enfrentados a diario por millones de trabajadores que en todo el mundo se dedican a la informalidad, siendo sus propios patrones.
Y, en efecto, hasta que el “cuerpo aguante”, será su límite laboral, dado que viven en un sistema que día a día los excluye más y más y los va dejando sin futuro.
Qué bueno que la informalidad les dé esperanzas.
   


            

domingo, 9 de septiembre de 2012

Viviendo con crisis y a 38 grados bajo el ardiente, desértico sol de Arizona

Viviendo con crisis y a 38 grados bajo el ardiente, desértico sol de Arizona

Por Adán Salgado Andrade


Peoria, Arizona. Es julio y de nuevo he venido a Arizona, racista estado estadounidense el cual, por estos meses, muestra cuan inhóspito puede ser un lugar desértico, de clima totalmente seco, en donde rara vez llueve y, cuando sucede, sus habitantes lo celebran jubilosos.
La pasada ocasión que vine aquí, era enero, mes que, me dijeron, tiene temperaturas de frías a muy frías, fluctuando entre los 5 y 10 grados centígrados, ya que desde octubre, el calor comienza a bajar. Sin embargo, al finalizar febrero, las temperaturas comienzan a subir muchísimo, llegando a rebasar en muchas ocasiones los 40 grados. Además, por el clima extremadamente seco, salir a caminar es realmente una proeza. En la ocasión anterior, como dije, gracias a la templada, incluso algo fría temperatura (según me dijeron, fue el invierno más caliente que han tenido, consecuencia, claro, del cambio climático), pude recorrer caminando las vacías calles de Peoria, ciudad que junto con otras, como Sun City, son habitadas en su mayoría por seniors, o sea, jubilados, los que aún no son tocados por la presente, profunda crisis o que aun tienen suficiente margen económico para atemperarla (sobre la presente crisis y sus consecuencias en la sociedad estadounidense, ver mis artículos “En busca de los signos de la decadencia estadounidense” y “De cómo EU pospone su quiebra y aumenta la pobreza imprimiendo más dólares”. Los links son:
Sin embargo, en estos días, con temperaturas tan altas, es prácticamente un riesgo de salud salir a pie, sobre todo para recorrer grandes distancias. Los que salen lo hacen en sus autos o simplemente permanecen en sus casas con el aire acondicionado a todo lo que da, con el brutal gasto energético que ello implica, que hace a este estado uno de los que más electricidad consumen en verano, per cápita, con otros como Nevada, Texas, Florida o California (de hecho, en varios estados, las temperaturas rebasan los 300 C). Es obligado el uso del aire acondicionado, ningún establecimiento comercial puede operar sin climatización. Y si el gasto de electricidad por casa es elevado, piensen en los millones de kilowatts hora que se requieren para hacer habitable un cine, un centro comercial, un restaurante… algunos comercios que operan al aire libre, como restaurantes, tratan de compensar el que en la calle no pueda haber aire acondicionado, mediante un sistema de mangueras que arrojan rocío de agua fría, aunque no parece suficiente, dado que no hay ningún cliente comiendo en las mesas exteriores y todos se refugian en el fresco, acondicionado interior (sólo al caer la tarde y atenuada la luz solar, ese sistema es, digamos, práctico). Resulta absurdo, pues, que dentro de las casas se tenga, por ejemplo, una temperatura artificial de, digamos, 18 grados, con la cual, al dormir, se requiere dormir con cobijas, mientras que con la temperatura exterior de 30 o más grados, el dormir casi desnudo, sería la regla (en México, por ejemplo, también en verano se tienen muy altas temperaturas, sobre todo en los estados del norte. Y muchas familias, sobre todo las más pobres, la mayoría, tratan de pasar las noches con ventanas abiertas y ventiladores que lo único que hacen es remover el caliente aire de las hacinadas habitaciones. Claro, eso se justificaría que porque siendo pobre, se deben de sufrir esas incomodidades. De todos modos, las altas temperaturas, más de lo usual actualmente, son consecuencia del cambio climático inducido por países como EU, dados sus glotones, desperdiciadores consumos energéticos. Ver en este mismo blog mi artículo: “¿Más energía o más desperdicio?. El link es:
http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/05/mas-energia-o-mas-desperdicio.html).
Los autos también deben de contar obligatoriamente con aire acondicionado, y sólo alguno que otro vehículo viejo circula con todas las ventanas abiertas, para aliviar el calor, pero la “brisa” que se siente equivale a que de repente abriéramos la puerta del horno de la estufa para ver si el guisado ya está listo.
También me referí en anteriores trabajos al alto y desperdiciador consumo de agua que existe en este estado, a pesar de ser tierra desértica. Es increíble el derroche de ese vital líquido, tanto por el empleo doméstico, así como por el recreativo, pues en muchos lugares se cuenta incluso con albercas privadas, por ejemplo. Parte del agua empleada es surtida por el lago Mead y otra parte, por las cuotas de agua que nuestro país debe de entregar obligatoriamente a EU cada 5 años (ejemplo de neocolonialista imposición). El lago Mead, según el Instituto Scripps, tiene 50% de probabilidades de secarse en el año 2021, lo cual ocasionaría, de ser así, que Arizona no pudiera ser ya habitable. A pesar de esa alta posibilidad, tanto el desperdicio, así como el alto consumo son una constante. Por ejemplo, volví a encontrarme con enormes, dolorosas fugas de agua, que forman enormes corrientes deslizándose aguas abajo, una exactamente en el sitio en que anteriormente, la pasada ocasión, había surgido una, lo que da idea de la vieja infraestructura urbana que ya es característica en muchos sitios de este declinante país (ver fotos 1 y 2).
Y eso que Peoria es de las ciudades, digamos, mejores, pues viven allí mayoritariamente seniors, como señalé antes y se supone que cuenta con mejores instalaciones y servicios públicos. Otra señal del suntuoso empleo de la escasa agua, es que hay, ¡increíble!, enormes lagos artificiales con los que cuentan los fraccionamientos digamos que más lujosos. Esos ostentosos lagos tienen incluso letreros de advertencia de que se castigará severamente con prisión a quien ose hacer uso de ellos, que no sea huésped de esos caros sitios, pues no vaya a ser que algún sediento indocumentado que pase por allí, ¡se atreviera a tomar agua o, peor, a darse un chapuzón para refrescarse algo del sofocante y muchas veces mortal desértico calor! (ver fotos 3 y 4). Da la impresión de que el estadounidense promedio no se da cuenta o no le importa la catástrofe ambiental que está por estallar, no sólo en su país, sino en todo el mundo, debido al calentamiento global y a la escases del vital líquido.  
Decidí experimentar en carne propia qué significa andar en las calles de esta calurosa ciudad, fuera de la comodidad de la climatización.
Me prestaron una bicicleta y sólo así me fue posible salir, cabeza cubierta con gorra y lentes obscuros para evitar el reflejo solar.
En efecto, el aire que pega en la cara al ir en movimiento, ejerce un efecto aun más abrasador, pues es como si tratáramos de bajarnos la temperatura con una secadora de pelo operando en la temperatura más alta, pero de todos modos empleando una bicicleta al menos se pueden recorrer distancias que caminando sería, como dije, incluso hasta riesgoso, por el peligro real de una insolación.
Y se podría pensar por lo referido que todo mundo o está en sus casas, en la oficina o en un establecimiento climatizado disfrutando de lo lindo… pero no es así. Al llegar a la esquina de Arrowhead Avenue y Mountain View, ¡un grupo de valientes trabajadores realiza, bajo el inclemente rayo del sol y con una temperatura de 38 grados, a las dos de la tarde, labores de mantenimiento y pavimentación! Es verdaderamente increíble, porque además emplean casco metálico, que debe de incrementar todavía más el calor, y usan ropa de trabajo como camisas de manga larga y pantalones. Mirándolos con detenimiento es evidente que todos son latinos, probablemente mexicanos, ganando siete dólares la hora, si bien les va, y también varios, si no es que todos, deben de ser ilegales, ya que sólo así puede entenderse que se sometan a esas condiciones laborales tan extremas. De un vehículo que carga con el equipo de trabajo, las herramientas y otras cosas, emana en ese momento una melodía: es una canción ranchera de Vicente Fernández (quien, por cierto, vino a Phoenix, por estas fechas, a dar su último concierto, antes de retirarse, según me platicaron), muy probablemente para animar a esos sufridos trabajadores, quienes acaban de colocar una placa de acero en la bocacalle, sellando sus orillas con asfalto, a manera de reductor de velocidad (tecnología vial muy empleada en la ciudad de México, en donde los topes resuelven, rudimentariamente,  el problema de los excesos de velocidad). Aunque quizá sea una forma de resolver la descortesía de uno que otro automovilista que ha preferido avanzar, a darme el paso, como, eso sí, al menos, obligatoriamente, deben de hacer los conductores, a la vista de un ciclista. Un amigo estadounidense, David, a quien le platiqué sobre los trabajadores que vi, me comentó que todos, en efecto, son latinos, no hay estadounidenses, pues ninguno, en su “sano juicio”, estaría dispuesto a realizar un trabajo tan duro y extremo. “Mi hermano se dedica a eso – me comenta David –, a la construcción, pero él comienza muy temprano a trabajar, antes de las cinco de la mañana, y a eso de la una de la tarde, deja de hacerlo, pues el no aguanta trabajar más tiempo bajo el sol”. Claro, pienso, por eso se prefieren a los latinos, que de todos modos son los que se animan a trabajar en eso, porque son aguantadores.
Dejo atrás a estos héroes urbanos y sigo pedaleando, tratando de imaginar el doble martirio, no sólo de aguantar el inclemente sol y los 38 grados de temperatura, sino, además, estar trabajando con palas, picos, martillos y gruesa ropa de trabajo.
Más adelante, sin embargo, hay un joven, ese, sí, sajón, a todas luces, de unos treinta años de edad, portando un letrero amarillo, montado en un palo de madera que dice la leyenda “Cash for gold”, o sea, que se compra oro, y abajo viene el nombre de una joyería y su página de Internet. Eso sólo confirma cuan quebrada está la economía estadounidense, que está siendo más seguro el atesorar oro, que tener dinero en el banco, ya que el dólar tiende a devaluarse cada vez más rápido, dado que sólo así el gobierno está posponiendo la quiebra de EU. Sí, porque para que ese joven esté bajo los ardientes rayos solares promoviendo que se compra oro, es señal de la codicia que está despertando de nueva cuenta el atesorar ese amarillo metal, como una forma de conservar la riqueza, así, como en los viejos tiempos precapitalistas (ver en este mismo blog mi artículo “De nueva cuenta la fiebre del oro o de cómo EU está quebrando”. El link es:
 http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/05/mas-energia-o-mas-desperdicio.html).
En efecto, en cuanto a la referida devaluación del dólar, me bastó, por ejemplo, ir al cine, a los Harkins Theaters, para apreciar la carestía actualmente existente en EU. La entrada en aquéllos, en los horarios menos demandados, o sea, antes de las seis de la tarde, cuesta siete dólares (unos $95 pesos). Claro, eso es porque poca gente va al cine en el pleno rayo del sol. Luego de esa hora, el boleto cuesta nueve dólares con cincuenta centavos (unos $130 pesos. Las funciones 3D cuestan nada menos que doce dólares con cincuenta centavos, alrededor de 170 pesos). Y si se anima uno a comprar, por ejemplo, un agua, son ¡cuatro dólares! (me refiero a una botella de medio litro, que en México costaría cinco pesos, normalmente, allí se pagarían alrededor de $55 pesos). Y los pasados mitos de que en ese país todo es más barato, actualmente son sólo eso, mitos, pues ni siquiera yendo a comprar a los outlets (establecimientos en que todos los productos se venden supuestamente rebajados), se hallan cosas baratas. Por ejemplo, una camisa que en México, de la misma calidad, costaría unos ciento cincuenta pesos, cuando mucho, en distintos lugares a los que acudí costaba 25 o más dólares. La ironía del asunto es que es una camisa Made in China, ya no es una marca estadounidense. Marcas como Old Navy, que, se suponía, eran estadounidenses, Proud to be made in USA (como rezaba, rimando, en los noventas, ese comercial lema, enfatizando la hechura estadounidense), ya no lo es, y en todas las etiquetas de los productos que vende el establecimiento comercial de dicha marca puede leerse Made in China. Esto, además de haber acabado con el pasado orgullo sajón de que todo era hecho en EU, pone de manifiesto otro grave problema, la desindustrialización que está sufriendo EU desde hace varios años. Corporaciones y empresas están exportando no solo los blue collar Jobs (los obreros), sino los white collar jobs (los empleos administrativos y gerenciales) y los están llevando a países como China, justamente, con tal de reducir los costos de producción. Y eso ha llevado, no sólo al efecto desindustrializador mencionado, sino a que cada vez hay más desempleo, tanto por las propias crisis económicas, como porque, sencillamente, hay menos creación de empleos en relación al aumento de la población en condiciones de trabajar. Ver en este mismo blog mi artículo: “Desempleo en EU, agudizada tendencia del capitalismo salvaje del incremento en la desocupación”, en donde analizo cómo es la generalizada tendencia en EU del capitalismo salvaje de ir exportando los empleos. El link es:
del.html)
Y, retomando lo de la carestía de la vida, yo mismo comparo cómo realmente se ha devaluado tanto el dólar, al recordar que, la primera vez que fui a EU, en 1987, a Nueva York, cuando aún había torres gemelas, claro, era posible comer una buena rebanada de pizza, bastante llenadora, acompañada de una lata de Coke, por un dólar con cincuenta centavos, pero cuando actualmente cuatro largos billetes de un dólar cada uno, apenas me sirvieron para pagar una simple botella de agua de medio litro… pues, sí, vaya si se ha deteriorado y encarecido el nivel de vida de ese país, en donde actualmente uno de cada dos ciudadanos es pobre. En Phoenix, por ejemplo, ciudad que supuestamente es uno de los nuevos polos de desarrollo urbano estadounidenses, es ya muy común ver a indigentes pidiendo “give me one quarter, guy, just one quarter”, muchos de temible aspecto, accediendo por ello a darles algunas monedas. Y los robos, así como las zonas inseguras abundan por toda la ciudad. De hecho, la sede del consulado mexicano ubicada en Phoenix, está por ser cambiada a un lugar más céntrico y seguro, pues donde actualmente se halla, se cometen varios ilícitos, robos, sobre todo, de acuerdo con testimonios ofrecidos por el cónsul mexicano asentado allí (cifras recientes revelan que ya hay más de cincuenta millones de estadounidenses por debajo de la línea de pobreza, los que no tienen ni siquiera asegurada una comida al día y más de dos millones de personas en condición de calle, cuyos ingresos, si los tienen, son de menos de dos dólares diarios. Abunda la gente viviendo en la calle o en coladeras, como, increíble, en Las Vegas (en el siguiente link pueden ver fotos de varias familias a las que no les quedó de otra más que acondicionar una cómoda coladera para vivir: http://www.pateandopiedras.net/category/las-vegas/).          
Y es que ya no es suficiente el poseer una carrera, un título universitario, para tener, ya no digamos trabajo en lo que se estudió, sino al menos conseguir empleo.
Otro buen amigo del lugar, Robert (no es su verdadero nombre), me platica que él ha debido de ir cambiando de giro, tanto por sus necesidades económicas, como por sus necesidades de vida. “Mira, yo tengo tres carreras. Primero estudié para ser policía, luego lo hice para ser detective y actualmente me desempeño como abogado”. Y abunda que cuando era detective, las llamadas a cualquier hora del día o de la noche para ponerlo al tanto en cuanto a un caso en particular y requerir de sus servicios, terminaron con el matrimonio de cuatro años que sostuvo con una mujer que era arquitecta y que a pesar de ello, estaba mucho menos ocupada que él. “Sí, realmente ella no aguantó mi vida tan desordenada, y eso mismo me llevó a reconsiderar lo que yo estaba haciendo”, me dice Robert, reflexivo. Fue que optó por estudiar leyes y en el 2005 entró a la universidad. La educación universitaria en EU, es bien sabido, es muy costosa. Tanto universidades privadas, como públicas, cobran elevadas colegiaturas, las que sólo los sectores más acomodados de la población podrían pagar por cuenta propia. Sin embargo, aquéllos deseosos de estudiar, pero que no tengan suficientes posibilidades económicas, deben de solicitar un crédito gubernamental para hacerlo (en México, por desgracia, ya se ha estado implantando dicho esquema, que es más un negocio para los banqueros, que una verdadera solución para los solicitantes de crédito).
Fue el caso de Robert, cuya carrera de leyes le costó $200 mil dólares por los cuatro años que duró estudiándola, cincuenta mil por año. “¡Yo debo de pagar, por el resto de mi vida, como mil quinientos dólares al gobierno por la deuda que adquirí!”, me dice, con cierta molestia, aunque en su caso, al menos tiene trabajo. “Ahora tengo un caso de un hombre que, según él, buscaba en México a niños para que fueran adoptados aquí, en Estados Unidos, pero todos esos niños, su padres, gente pobre, eran casi secuestrados, mediante engaños, para traerlos. Hubo una demanda de una familia y estoy buscando la reparación del daño físico y moral que ese hombre les provocó”.
Le pregunto que si hay ocasiones en que se niegue a llevar un caso. “Mira, lo que yo no defiendo son personas que sean adictos, no, la verdad es que te metes en más problemas, pues no dicen la verdad del todo y, muchas veces, defiendes mentiras”. Me platica que ha estado en México, para ver cómo trabajan los abogados mexicanos y le sorprende que, por ejemplo, por cualquier caso que se esté llevando, se requieran gruesos expedientes y que además haya que solicitarlos para estudiarlos, que haya que pagar. “Aquí, en cambio, todo lo obtienes por Internet y es incluso posible que trabajes desde tu casa”. Aunque él ve como una ventaja que en México un abogado pueda ejercer libremente en todo el país. En cambio, en EU, no es así. “Aquí, si quiero trabajar en California, por ejemplo, debo de sacar una licencia para ejercer la abogacía, además de que debo de certificar que conozco el sistema legal de ese estado”. Pues sí, algunas ventajas deben de existir en México, a cambio de tener un muy cuestionable y corrupto “sistema legal”, considero.
También en esta ocasión conozco a Lupita, una mexicana que está trabajando en Phoenix, con una influyente familia mexicana, como empleada doméstica, para cuidar de sus hijos pequeños y hacer el quehacer de la casa. Ella es de los raros casos en que está laborando con una visa tramitada exprofeso para que pueda tener un empleo en EU, pero sobre todo un empleo que generalmente desempeñan ilegales. “Este trabajo lo conseguí porque a una amiga que se lo habían ofrecido, a la mera hora, se echó para atrás, y a la persona que estaba haciendo los arreglos, le urgía conseguir una persona para que trabajara con esa familia”. La persona que hace tan rápidamente esos arreglos es una mujer chicana que opera desde Texas, y a eso se dedica. “Es que ella conoce a mucha gente y por eso arregla los papeles rápido”, me dice Lupita. “Sí, como la casa es muy grande, pues siempre hay mucho quehacer, además de que debo de cocinar”, me platica Lupita, quien es de Matamoros, y que se animó a venir porque tiene muchas necesidades económicas familiares. “Al principio, mi esposo no quería, pero le hice ver que necesitábamos varias cosas y que si yo me venía a trabajar, pues sería más fácil tenerlas”. Sin embargo, no ha sido fácil para ella vivir en Phoenix, ya que además de lo cansado que le resulta cumplir con todas las obligaciones de la casa, en su día libre, el domingo, normalmente se queda, pues además de no hablar prácticamente el inglés, no tiene amigos con los que pudiera salir, ni se anima a ir a algún lugar, como al cine, sola. “Así que mejor me la paso encerrada”, me dice, con una resignada sonrisa.
Otro buen amigo estadounidense es Peter (no es su verdadero nombre), quien me platica que él era mariner, destacado en una base militar en Centroamérica, pero su vida cambió radicalmente cuando conoció a su actual esposa, una centroamericana. “Fue amor a primera vista, sí”. A los pocos meses, se casaron.. de eso ya transcurrieron quince años y siguen viviendo muy felices y amándose plenamente. Peter consideró que sería muy peligroso seguir en el ejército, así que renunció, además de que cambiaron bastante sus ideas sobre el patriotismo. “Yo creo que ser patriota no es invadir otros países en nombre del gobierno americano, sobre todo si esos países no nos han hecho nada”, agrega Peter, de bonachón y dulce aspecto. Actualmente, se dedica a manejar un camión de reparto de una empresa de mensajería. No se queja, pero me comenta que su salario cada vez alcanza para menos. “Sí, ahora vas al súper y te gastas doscientos dólares y realmente sales con pocas cosas”. Por eso, cuando algún vecino se está mudando, Peter no duda en aceptar algunas de las cosas que aquél se ponga a regalar.
Uno de los mejores testimonios de los matices tan aparentemente sutiles que toma el racismo en Arizona, es el que me ofrece Leticia (no es su verdadero nombre), una chica colombiana que lleva viviendo en ese estado desde 1990. “Me vine porque me enamoré”. En efecto, se casó con un latino que era ciudadano estadounidense, con quien tuvo un hijo, el que es su adoración. Ella estudió medicina en su país. A pesar de que está muy preparada, en Arizona no puede ejercer su profesión, pues ningún estudio universitario, que nos sea del mismo estado, es reconocido. “En cambio, si estuviera en Florida, allí sí podría trabajar como doctora”, me dice, con molestia. Y a pesar de que ya posee la ciudadanía estadounidense, tiene esa prohibición, como cualquier extranjero que desee residir y trabajar allí. Eso no es todo, pues además me platica que es práctica común discriminar a extranjeros, sobre todo a latinos. Ella trabaja en una organización no gubernamental, que busca ayudar a la gente con adicción a las drogas a dejarlas. “Mi jefa actual es una afroestadounidense, que, de verdad, me trata muy mal, me tiene sin hacer nada, me quitó muchas de las cosas que hacía y si le pregunto qué puedo hacer, nada más me pone una carota y se enoja. Mi jefe anterior era un gringo, pero ese sí me trataba bien, era buena persona… a veces, te tratan mejor los gringos que los latinos o que hasta tus mismos paisanos”. Y me refiere que una amiga de ella, también colombiana, que además de haber estudiado medicina, tiene maestría y doctorado, con trabajos si pudo recientemente conseguir trabajo en una high school. “El director la trataba tan mal, que prefirió renunciar y actualmente no ha podido encontrar trabajo mi pobre amiga”, me dice Leticia, suspirando. Y no creo que pueda hallarlo pronto, con la actual, profunda recesión en la que se encuentra este racista país.
Nuestra platica tiene lugar en un café. De repente, frente a nosotros pasa un hombre joven, de unos 30 años, caminando, muy casual, pero portando un arma en una funda asegurada a su cintura. Leticia y yo nos miramos, sin dar crédito a lo que acabamos de presenciar, ya que la escena bien podría haberse ubicado en el lejano oeste. Y eso, el portar armas, además de mostrarlas en público, se da, a pesar de los miles de crímenes cometidos cada año en EU como consecuencia del enfermizo armamentismo que es inalienable derecho constitucional. Hace unos días, precisamente, tuvo lugar una nueva matanza, cuando James Holmes, un brillante estudiante de psicología, penetró a una sala cinematográfica que estaba estrenando Batman 3, disfrazado, según él, del Guasón, y accionó el letal poder de dos pistolas y dos rifles, dejando 12 muertos y más de 60 heridos. Tanto los rifles, así como las municiones, los adquirió muy fácilmente, ya que al no tener antecedentes penales, no hubo mayor requisito para que un armero le vendiera las armas. Las municiones las compró por internet (ver en este mismo blog mi artículo: “De tiroteos, estrenos hollywoodescos y lucrativos shows mediáticos”. El link es:
http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/07/de-tiroteos-estrenos-hollywoodescos-y_26.html).
Pero, aun así, tantas matanzas y muertos por armas, tienen sin cuidado a los estadounidenses, Ya Obama declaró que no hará nada que pueda poner en peligro el sacrosanto e inalienable derecho de los estadounidenses para tener todas las armas que deseen y puedan comprar, mucho menos a cuatro meses de las elecciones, no sea que los haga enojar, especialmente a la NRA (National Riffle Association), la poderosa organización pro-armas dedicada, justamente, a defender ese divino derecho, y pierda su casi segura reelección (spots televisivos lo muestran criticando duramente a Mitt Romney, el candidato republicano, así, muy al mexicano estilo Vázquez Mota… ¿o será, más bien, al contrario, que los panistas hayan copiado a los estadounidenses tan deleznables “campañas políticas”?).
Así que el hombre que acabamos de ver, portando, muy orgulloso, su escuadra, una calibre 38, puede sentirse seguro de que en muchos años por venir, ningún político se atreverá a quitarle su derecho a presumir que anda muy bien armado.
“Míralo – me dice Leticia – y ni quien le diga nada”. Sí, ni siquiera un policía que pasa en ese momento con su patrulla, quien sólo voltea a mirarlo, con aburrida mirada. Quizá el oficial lamente que ese día, sea otra jornada más, sin mucha acción.
Doy las gracias a Leticia por la entrevista, le deseo muy buena suerte en todo, y me retiro del sitio, reflexionando sobre todos los profundos contrastes que se viven en este racista, decadente, desperdiciador, quebrado país.

Contacto: studillac@hotmail.com                               

jueves, 26 de julio de 2012

De tiroteos, estrenos hollywoodescos y lucrativos shows mediáticos


De tiroteos, estrenos hollywoodescos y lucrativos shows mediáticos


Por Adán Salgado Andrade


Phoenix, Arizona. Me encuentro de nuevo en este desértico estado, en la capital, por razones personales, relacionadas con mi trabajo literario. Tanto en esta visita, como en la anterior, he tenido la oportunidad de tener una más cercana opinión de la forma en que actualmente se conduce la sociedad estadounidense, que en esencia no ha cambiado mucho desde el primer año que visité EU, en 1987, aunque en los tiempos que corren su decadencia es cada vez más evidente (ver en este mismo blog mi artículo: “En busca de los signos de la decadencia estadounidense. El link es:
http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2012/01/en-busca-de-los-signos-de-la-decadencia.html).
Esto porque, para mi, digamos, “buena suerte”, en esta ocasión, coincide mi visita por estos días con un nuevo, dramático acontecimiento que ha cimbrado otra vez a este caótico país. Se trata de un tiroteo que, por si no fuera ya de por sí noticia, tuvo lugar en circunstancias extrañas, pero que al mismo tiempo éstas han enriquecido el nivel de manipulación mediática y los lucrativos resultados de hechos como dicho tiroteo, que son presentados más como shows, que como las tragedias que, en efecto, son.
Resulta que en Aurora, un condado del estado de Colorado, cerca de Denver, en un cine local, el Century, la noche del viernes 20 de julio que se estrenó la nueva cinta de Batman, la tercera de la zaga, un joven de 24 años, James Holmes, se sintió el Guasón, e influenciado por una escena del tráiler de la cinta que muestra un tiroteo en un centro financiero, la quiso llevar a la pantalla grande, así, como una suerte de efectos especiales extras. No sé que rondaría su mente, quizá que los efectos especiales cinematográficos ya están llegando a un nivel de repetitivo desgaste, y que requieren algo que los vuelva más realistas o el darle notoriedad a su existencia, sus obligados quince minutos de fama, pero el caso es que se armó con dos rifles, dos pistolas, más de seis mil municiones, se tiñó el pelo anaranjado, para darle carácter a su personaje, se vistió con ropa negra, se colocó chalecos antibalas y se puso una mascarilla antigás, dado que su plan consistió, primero, en arrojar dos latas de gas lacrimógeno contra la multitud, que en esos momentos miraba absorta las nuevas proezas batmaniacas, y luego se puso a disparar indiscriminadamente, en medio de la obscuridad de la sala, con tal, supongo, de hacer aun más terrible al pánico que siguió y que, según testigos, fue demencial, apocalíptico y tan anárquico, que también muchos de los heridos se hicieron daño por la estampida que siguió. El resultado de la hollywoodesca acción de Holmes fueron 58 heridos, varios de gravedad y doce muertos (En el siguiente link pueden verse los momentos de dramatismo que siguieron al tiroteo:
Holmes huyó de la escena del crimen y fue capturado por la policía momentos más tarde. No se trata de alguien con antecedentes criminales, no, sino de un brillante joven que en el año del 2010, se graduó con honores de la carrera de neurociencia y que en el 2011se inscribió en la universidad de Colorado. Quizá eso le haya hecho “razonar” que el crimen cometido, ya de por sí violento, era suficiente para aplicarle una severa condena, la pena de muerte, como piden ya los familiares de las víctimas, que sería mucho más dura si no “prevenía” a los policías que lo capturaron de que si iban a su casa, no abrieran la puerta, pues aquélla estaba llena de trampas explosivas, lo que llevó a las autoridades a emplear una escalera de bomberos telescópica con tal de revisar por una ventana y antes asegurarse de qué era lo que exactamente Holmes había preparado allí. Y, en efecto, por dicha ventana observaron matraces con líquidos, alambres y otras sustancias. Alguien lo llamó “científico loco” (todo eso ya se desactivó, se está analizando el material resultante y los explosivos se detonaron, pues, entre otras cosas, había 40 litros de gasolina). Así que probablemente eso le ayude a Holmes en su juicio, el que podría tardar hasta un año antes de que comience. Pero ya se hizo una presentación inicial el lunes 23 de junio ante un juez, de Holmes, representado por su abogada defensora. El joven apareció, en los videos, con la mirada perdida, ausente, y hermético, sin ganas de cooperar con su abogada y, mucho menos, con las autoridades y declarar sobre el por qué de su homicida acción. Aunque no parecía interesarle realmente lo que pudiera sucederle. Según los pocos amigos que tenía, han declarado que Holmes ya se estaba “desligando” socialmente, y casi siempre estaba solo, callado, inmerso en sus ideas. Quizá estaba ya tan metido en su plan, que por eso lo veían tan ensimismado (En el siguiente video, se le puede ver durante su primer aparición pública ante el juez:
Y problemas psicológicos de Holmes aparte, lo que sí logró es que, como siempre sucede, la prensa y todo el aparato mediático estadounidense, hayan explotado, y lo sigan haciendo, el violento tiroteo por varios días.
Justo el siguiente viernes, canales “noticiosos” (más bien los llamaría sensacionalistas) como Fox, comenzaron con su “cobertura” del suceso, pero de forma tal que, más parecía que los reporteros y comentaristas estuvieran de antemano conduciendo su propia investigación de los hechos y de lo que había llevado a Holmes a perpetrar el crimen. De verdad, el canal televisivo referido, estuvo trasmitiendo por varias horas los “pormenores” del caso James Holmes, repitiendo, por ejemplo, decenas de veces la única grabación existente de cuando Holmes estaba aun dentro del cine disparando a mansalva, un breve video tomado por alguien con celular, que muestra a la gente corriendo aterrorizada del lugar, alcanzándose a distinguir algunas detonaciones y a un afroestadounidense saliendo con sangre en su playera. Esas imágenes se explotaron mucho durante la transmisión, acompañadas, claro, de las captadas en vivo por los camarógrafos de la estación, además de aquéllas que mostraban lo que sucedía en el departamento de Holmes, de cómo la escalera telescópica se empleaba para averiguar que había en ese lugar.
Pero también se entrevistó a cuanto testigo sobreviviente aceptó dar su versión de los hechos, casi todos coincidiendo en que el tiroteo había durado sólo unos cuantos segundos, que parecieron horas, precedidos del gas lacrimógeno arrojado por Holmes, el que les irritó bastante los ojos, dejándolos a muchos momentáneamente ciegos. En esa parte, era evidente la insistencia del comentarista por averiguar hasta el más mínimo detalle que alimentara el grotesco, morboso espectáculo en que se han tendido a convertir ese tipo de hechos de sangre. “¿A ver, díganos, en qué momento vio por primera ves a Holmes y qué pensó?”, “¿dónde estaba cuando comenzaron los balazos?”, “¿qué pensó de cuando Holmes arrojó el gas lacrimógeno, que se trataría de efectos especiales o qué?”, “¿vio a alguien caer herido o muerto a su lado?”, “¿alcanzó a ver a algún muerto?”… y algunas otras muy específicas, pero similares preguntas que, más que permitir conjeturas, alimentaron el chocante morbo de los telespectadores.
Por supuesto que el espectáculo dio lugar a una muy lucrativa sesión publicitaria, ya que eran algo así como diez minutos de “cobertura noticiosa” por cinco minutos de anuncios. Incluso, varios de tales anuncios hasta parecieron ex profesamente elegidos para la ocasión, pues algunos versaban sobre la posibilidad de “sufrir un accidente” y de la lógica conveniencia de contar con un seguro de vida, pero también de autos, de productos médicos… en fin, todo lo que en ese tiempo “triple A”, se pudiera vender. De verdad, es increíble como ese lucrativo caudal publicitario, además de vender, claro, hace ver a las cosas como normales, si, así, como enviando el mensaje a le gente de que aunque hechos tan trágicos suceden, pues la vida sigue, todo es igual, no hay afectación de ninguna especie, hay que seguir comprando esto o aquello… ah, claro, y el irrenunciable derecho a poseer armas y a adquirirlas muy fácilmente, por supuesto que ahí está, intocable. De hecho, curiosamente, las ventas de armas han subido por estos días en Colorado, pues la gente teme que vayan a imponerse restricciones para su venta y, además, para estar más protegidos, lo que es un excelente negocio para vendedores y fabricantes de armas, que hasta pareciera el tiroteo que se hubiera hecho a propósito (ver en este mismo blog mi artículo: “La locura por las armas”. El link es:
http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2007/11/la-locura-por-las-armas.html).      
Como dije, el tiroteo fue en Aurora, una ciudad cercana a Littleton, a veinte kilómetros, el lugar en donde el 20 de marzo de 1999, los jóvenes Dylan Klebold y Eric Harris, armados también con pistolas, rifles automáticos y petardos que ellos mismos fabricaron, penetraron a la que hasta esos momentos había sido su escuela, la preparatoria Columbine, e iniciaron un tiroteo que duró varias horas y dejó más de diez estudiantes muertos, además de un profesor y decenas de heridos. Klebold y Harris, se suicidaron, a diferencia de Holmes, pues seguramente previeron que su acción los haría merecedores de la pena de muerte. Hay algunas similitudes entre su acción y la de Holmes, sobre todo que ambas fueron producto de muy elaborados, deliberados planes. Por otro lado, los tres usaron ropa negra e iniciaron los tiroteos con acciones previas, con tal de activar el miedo y aumentar así la letalidad de sus tiroteos.
Sin embargo, la peor de las similitudes es que, en ambos casos, los atacantes adquirieron sus armas con total libertad, compradas directamente en armerías autorizadas, exigiéndoseles muy pocos requisitos, no tener antecedentes penales, sobre todo, para adquirir poderosos rifles, pistolas y hasta municiones. En el caso de Holmes, la única diferencia es que éste compró nada menos que ¡seis mil municiones por Internet!, pero todo fue legal (en alguno de los videos, se entrevista al armero que le vendió las armas, quien dijo estar “muy conmovido” con lo sucedido, pero sigue adelante su “próspero negocio”).
Y ese desafortunado detalle, la facilidad con que en Colorado pueden adquirirse armas, y en muchos otros estados de EU, ha sido suficiente para que de nuevo las voces que piden el control de armas en este país resurjan con fuerza.
Pero ya, desde la transmisión misma, ese clamor se estaba desestimando. “Hay muchos que dicen que eso se debe a que no existe control en la venta de armas”, comentó el tendencioso comentarista, desdeñoso de esa exigencia de los grupos anti armas. “Pero eso no tiene que ver nada, no, ese hombre es malo, cometió un acto condenable, pero las armas nada tienen que ver”, agregó, jactancioso.
Por ello, no me sorprendió que algunos amigos estadounidenses con quienes comenté sobre el crimen, estuvieran de acuerdo con la posición del mencionado comentarista. “Mira, lo que a mí me llama la atención – me dice uno de ellos –, es que, en primera, nadie haya estado armado, pues así hubieran matado al tipo ese. Y, en segunda, que el cine podría haber alquilado a un policía, quien, en sus tardes o días libres, podría haber estado al pendiente en cuanto Holmes hubiera comenzado a disparar y actuar al momento”. Otro amigo, un ex policía, agrega “Yo creo que el hombre ya tenía toda la intención de matar y lo hubiera hecho, de todos modos, hasta usando cuchillos”. Sin embargo, un tercero, más juicioso en su opinión, dice “Bueno, sí, hasta con cuchillos matas, pero no lo harías en la escala que lo haces cuando usas un arma o varias”. Y es la opinión que más racional me parece, pues, en efecto, el instinto asesino todos lo traemos, indiscutiblemente, y depende de nuestra cultura, nuestro sentido común y nuestra racionalidad resultante el que lo reprimamos. Sin embargo, una vez que ese instinto salta incontrolable, si al momento de ocurrirnos, contamos con un medio que facilite dar rienda suelta a esa sed asesina, como un arma, una pistola, en efecto, la labor homicida se facilita y se materializa.
Las opiniones que recogí, me llevaron a recordar que al inicio del sexenio foxista, en México, el nefasto PAN, el partido saliente (lástima que sustituido de nuevo por la escoria priista), proponía que en todos los hogares mexicanos se tuviera derecho a poseer hasta dos armas. Esa impráctica iniciativa de ley que, de acuerdo con algunos círculos, fue cabildeada por fabricantes de armas estadounidenses, como Smith & Wesson, basaba sus pobres premisas en que sería una mejor forma de defenderse contra el crimen. Se “razonaba” que al estar armado y que si los criminales lo sabían, eso sería suficiente para que “disminuyera” la violencia (absurdo principio empleado por la NRA en EU para seguir defendiendo a ultranza el derecho a poseer armas, incluso esgrimido ya en el caso de Holmes).
Sin embargo, lo que los “dilectos” legisladores ignoraban era que, de acuerdo con las estadísticas en México, mucha de la violencia familiar, por ejemplo, de los hombres golpeadores de sus esposas o hijos, no derivaban, por fortuna, en crímenes dada la ausencia de un arma. Y aunque sí hay crímenes, estos serían más abundantes si el golpeador hubiera contado, al momento de dejar suelta su arrebatada furia, con una pistola. De hecho, las estadísticas en los propios EU muestran que cada día se producen alrededor de 82 crímenes relacionados con la posesión de armas, lo cual asciende a casi 30 mil homicidios anuales. Y en muchos casos, las investigaciones concluyeron que fue la existencia de al menos un arma, la causante del deceso (pensemos, por ejemplo, en los que son considerados delitos imprudenciales, que se producen cuando un arma es accionada accidentalmente, lo que es frecuente en EU. Así, la abundancia de armas es algo estadísticamente muy significativo, pues en México, por ejemplo, el boom que se ha dado por las corporaciones de seguridad que han surgido, so pretexto de combatir a la criminalidad, ha provocado, en efecto, asesinatos imprudenciales, cuando el arma de algún guardia privado se ha disparado accidentalmente).
Si consideramos asesinatos como los cometidos por Holmes, Klebold y Harris o el de la universidad tecnológica de Virginia, en donde el lunes 16 de abril del 2007 un estudiante inmigrante surcoreano, el joven Cho Seung-Hui, de 23 años, que tenía calidad de residente en EU, mató a 32 personas, entre estudiantes y profesores, luego de lo cual, se suicidó, si los revisamos con cuidado, el factor de peso evidente es el de la facilidad con que se consiguieron las armas. Independientemente de que las personas que se deciden a matar, lo hacen y nada, ni nadie, puede hacerlos cambiar en su acción, el hecho es que al poseer una o varias armas en el momento fatal, dicha acción en verdad es perpetrada más fácilmente.
De todos modos, a pesar de lo que sucedió en Columbine hace más de trece años, que, como dije, cimbró las conciencias en su momento de los estadounidenses, no se han implementado medidas que restrinjan la compra de armas en Colorado ni en ningún otro estado de EU, esgrimiendo insostenibles argumentos de que si todo mundo estuviera armado, eso desalentaría a los criminales (si así fuera, con los casi 300 millones de armas que existen en EU, sería suficiente para ese desaliento, ¿no creen?).
En lo que estoy de acuerdo con las opiniones de mis amigos es que, en efecto, la maldad y el deseo de hacer daño se trae por dentro y ya las armas son el detonante de la acción. Pero, entonces, ¿qué provoca tal maldad, la salida del asesino instinto? Y eso es algo que ya he discutido antes, pero que, resumidamente, podría decirse que se debe al materialismo, al egoísmo y al individualismo en que la sociedad, no sólo la estadounidense, sino la mundial, ha ido enfilándose desde hace años, que han ido convirtiendo a la mayoría de los humanos en simples autómatas, quienes deben de cumplir eficientemente con sus labores, con tal que el capitalismo salvaje se reproduzca, a cambio de recibir una remuneración, baja por lo general, que les permita comprar sus satisfactores, lo que también contribuye a la reproducción del sistema. Ello va creando un vacío existencial, que, en general, no es cuestionado por los autómatas, tan sólo enfrascados en satisfacer sus requerimientos materiales, dejando a un lado el necesario crecimiento espiritual. Sólo quien rebasa el nivel de automatismo para convertirse en un ser consciente y pensante, puede ir haciendo durante su vida actividades que, en efecto, le permitan enaltecer su espíritu. Pero cuando un autómata se da cuenta del vacío existencial en que ha estado sumido o, digamos, se aburra, repentinamente puede estallar y hacerlo en la manera en que muchas de esas personas lo hacen en EU, matando a otros, desquitando sus frustraciones existenciales asesinando a mansalva, convertidos en autómatas, pero asesinos, una especie de terminators.
Y si entendemos el problema de la violencia irracional, el de por qué se gesta, mediante los breves conceptos anteriores, entonces eso explicaría lo de la maldad, sí, pero no podemos aislarla, como dije, de la facilidad para armarse que existe en EU, que vuelve a dicha maldad una acción letal.
Y con esas reflexiones me quedo, no aceptando la simplista posición de que si alguien hubiera tenido un arma, se habría evitado la matanza, pues eso es justificar la presencia de las armas. En todo caso, lo grave, considero, es que se mantengan e intensifiquen las condiciones materiales, individualistas y egoístas que llevan cada vez más y más a permitir que el automatismo social se mantenga y que, de cuando en cuando, estalle en determinados individuos y se vuelva una acción letal y hasta lucrativa, que tales condiciones, en lugar de disminuir, se vayan reforzando y generalizando como patrón de comportamiento humano.
Eso, sí, está mal.