miércoles, 14 de octubre de 2020

Todavía hay pueblos en EEUU, en donde se ve mal que negros anden de noche

 

Todavía hay pueblos en EEUU, en donde se ve mal que negros anden de noche

por Adán Salgado Andrade

 

Parafraseando a Carlos Marx, la historia de Estados Unidos es la historia de la lucha de razas.

Son los problemas de un país que se formó, merced al latrocinio y el apoderamiento pleno de tierras “vírgenes”, que estaban habitadas por pueblos originarios nómadas, que cuidaban los bosques, los lagos, las praderas, pues vivían en armonía con los elementos.

Pero a los invasores mercenarios, esa adoración por la Madre Tierra, los tuvo sin cuidado. Lo que les interesaba era apoderarse de cuanto recurso hallaran, fuera la madera de los bosques, el agua de ríos y lagos, las fértiles tierras, las ricas minas de oro, plata, cobre y demás minerales… ¡todo lo que pudiera venderse y comprarse y dejar una buena ganancia!

Por eso, esos territorios “salvajes”, debían de controlarse, “civilizarse”, destruir bosques, meter vías de ferrocarril, construir pueblos, ciudades, puentes, empedrar caminos, meter carretas, barcos de vapor en ríos… ¡todo lo que llevara a la “modernización” de esas “abandonadas” tierras! Y, si no lo hacían, hasta serían “castigados por Dios”, pues era pecado, no poner a trabajar tan ricas tierras y lugares. Por eso, fue que masacraron a los habitantes originarios, bautizados despectivamente con el adjetivo genérico de “pieles rojas”, hasta extinguir a varias etnias (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/08/indios-buenos-e-indios-malos-en-el.html).

A los sobrevivientes, los apretujaron en “reservaciones”, tierras yermas, desérticas, sin ningún valor comercial o mineral.

En tal proceso, se requirió intensiva labor humana, que los flojos mercenarios, no poseían, pues se creían conquistadores y, como tal, que debían delegar a razas “inferiores”, las labores de transformación de esos bastos nuevos territorios, arrancados por la superioridad armamentista, a sus antiguos poseedores.

Entonces, para abastecerse de trabajadores, por un lado, sometieron a los “pieles rojas”, pero como nunca fueron tan fáciles de controlar y frecuentemente se sublevaban, optaron por comprar esclavos negros, que los barcos piratas “negreros” contrabandeaban, a pesar de que ya estaba prohibida la esclavitud en varios países.

Pero esa fue la “solución” idónea para que se hiciera todo lo que implicaba extenuante labor física, pues a falta de maquinaria adecuada, que todavía no existía o era rudimentaria en los 1600’s, el trabajo humano era indispensable (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2015/06/en-torno-los-obscuros-origenes-de.html).

Y, claro, eso generó una de las peores épocas de explotación de seres humanos, a los que sus “amos”, veían como simples animales. El gran Eduardo Galeano, en su libro “Memorias del Fuego”, volumen II, “Las Caras y las Máscaras” (Editorial Siglo XXI, 1991), obra sobre las infamias que han dejado tantos años de dominación colonialista y neocolonialista, consignaba en una de las notas, que en los avisos de los periódicos de la época, en donde se anunciaban cosas que se vendían, la venta de negros, estaba en la sección de animales. Uno de ellos decía “Se vende negra criolla, joven, sana y sin tachas, muy humilde y fiel, buena cocinera, con alguna inteligencia en lavado y plancha y excelente para manejar niños, en la cantidad de 500 pesos. En la calle de Daoiz, número 150, impondrán de lo demás”. Debajo de ese anunció, venía uno de un caballo, cuya descripción física, no distaba de la que se hacía de la esclava.

Así que sólo eran bestias de carga, que importaban por lo que podían hacer físicamente. Por ello, los esclavistas, cuidaban mucho a un esclavo, sobre todo, cuando se escapaba, pues eran una “inversión”, no podían perderla. Y era raro que los mataran, por lo mismo, pero sí les daban castigos ejemplares, frente al resto de esclavos y esclavas, para que supieran cómo los castigarían si escapaban.

El libro, convertido luego en película, escrito por el afroestadounidense liberto Solomon Northup (1807 a entre 1857 y 1875), quien vivía en Nueva York, estado antiesclavista, es su dramático testimonio de cuando fue secuestrado por traficantes de esclavos sureños, y lo vendieron a dueños de plantaciones, quienes lo mantuvieron doce años esclavizado, hasta que sus amigos de Nueva York, les demostraron que era un hombre libre, que había sido amagado ilegalmente, para venderlo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/05/estados-unidos-y-el-aberrante-legado-de.html).

Así que, por cientos de años, a los afroestadounidenses, Estados Unidos, los ha sometido a humillaciones, explotación, torturas, persecuciones, linchamientos, discriminación racial y social… y tantas infamias, que los han colocado, ya no, al menos, como ciudadanos de tercera, sino que, los supremacistas, por ejemplo, los siguen viendo como extraños, que no debieran de vivir en su “amado país”. Hubo intentos en los años 1920’s de enviarlos masivamente a Brasil, que, por entonces, sólo tenía 30 millones de habitantes y un territorio similar al de Europa. Pero fue un disparatado plan que Brasil no aceptó, pues sus leyes no admitían extranjeros en su territorio.

Eso, porque, para huir del segregacionismo sureño, los afroestadounidenses, comenzaron a emigrar por cientos al norte, a buscar trabajo en fábricas, en minas, en construcciones y otras cosas. Los patrones, los preferían, pues decían que “no hacían huelgas, como los trabajadores blancos", al contrario, las rompían, actuando como esquiroles. O sea, actuaban indignamente, con tal de conservar sus trabajos. Es una constante, pretender que se es más estadounidense que los blancos estadounidenses, con tal de conservar algunas mínimas condiciones, como un trabajo mal pagado, un departamento barato, en un barrio pobre, ser atendido en un hospital (es algo que muchos mexicanos, nacidos allá, hacen, como haber votado por Trump, con tal de que los consideren los supremacistas good americans).

Finalmente, por la necesidad de seguir empleándolos en las tareas más pesadas, que los blancos se rehusaban a realizar, la mayoría de las veces, se les “toleró” y se les permitía vivir en las partes periféricas y más pobres de ciudades y pueblos, con restricciones.

Una de tales restricciones era la de prohibir que los afroestadounidenses caminaran durante las noches por algunas localidades, que dieron en llamarse sundown towns, “que son municipalidades o barrios, totalmente blancos, que practican alguna forma de segregación racial, excluyendo a no blancos, mediante una combinación de leyes discriminatorias, intimidación y violencia. Condados sundown, así como suburbios sundown, fueron creados también bajo el mismo proceso. El término, provino de letreros que decían que la ‘gente de color’, debía de abandonar el pueblo al anochecer, sundown. La práctica, no estaba restringida a los estados sureños solamente, ya que hasta los 1960’s, los estados norteños, podían ser tan inhóspitos a los viajeros negros, como eran los estados de Alabama o Georgia” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Sundown_town).

Y aunque esas aberraciones ya son ilegales, de todos modos, hay lugares en donde, por “costumbre” o prejuicios, o miedo, se siguen practicando, como muestra una investigación de la agencia AP, titulada “El viaje de AP: las tensiones raciales en los pueblos sundown de Estados Unidos”, firmado por Tim Sullivan y Noreen Nasir (ver: https://apnews.com/article/virus-outbreak-race-and-ethnicity-violence-db28a9aaa3b800d91b65dc11a6b12c4c).

Los reporteros, llegaron a la localidad de Vienna, Illinois, un decaído pueblo, con poco trabajo y precaria economía, en donde cualquiera dice que los blancos y negros, se llevan bien. “La raza, no es un gran problema aquí”, les dice Bill Stevens, “un custodio de cárcel, retirado, que bebe cervezas con unos amigos, en un bar, que antes fue gasolinera”.

Pero es un lugar en donde hace 70 años, hubo gran violencia. La detonó el hecho de que un habitante afroestadounidense del lugar, asesinó a una mujer. Los pocos afroestadounidenses que eran “tolerados”, tuvieron que emigrar, pues enfurecidos habitantes blancos, les quemaron sus casas.

Actualmente, hay unos cuantos afroestadounidenses, como Nicolás Lewis, casado con una mujer blanca. “Realmente, es extraño y raro, cuando salgo algunas veces. Siempre que camino por ahí, la gente me mira”. Sobre todo, si lo hace de noche, pues es algo que ya se ha quedado, por “tradición”, pero, también, por miedo.

Sí, miedo de que algún “negro” los vaya a asaltar o matar, pues es el estigma histórico que les han dado a los afroestadounidenses, quienes son útiles como trabajadores, que aguantan mucho, pero, al mismo tiempo, son de “temer”. Muy conveniente, pues, de esa forma, se les puede condicionar la paga, como siempre se ha hecho.

Muchos jóvenes afroestadounidenses, que viven cerca de los sundown towns, saben, por sus padres, qué eran esos sitios y por qué había que evitarlos. “En lugares que todavía se ven como sundown towns, mucha gente Negra, ahora sigue sus propias reglas: evítenlos, si es posible, y cierren con seguro las puertas de sus autos, si tienen que cruzarlos. Si paran por gasolina, busquen una estación bien iluminada, con cámaras de seguridad”, anotan Sullivan y Nasir.

Y, más, ahora que hasta a las “autoridades policiales” les temen, por la brutalidad con que los tratan cuando los arrestan o hasta los matan, como sucede frecuentemente, siendo el caso de George Floyd, asesinado por asfixia, por la rodilla del policía que lo “sometió”, de los más recientes (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/06/racismo-y-brutalidad-policial-en.html).

Una chica birracial, Victoria, dice que “cada vez que tú vienes al pueblo o vas a una gasolinera o a una tienda, la gente te mira. Puedes sentir su mirada. Nunca me han dicho nada racista en Vienna, pero sé cómo se sienten en cuanto a mi persona”.

Va seguido, pues allí viven sus abuelos blancos. Junto con su abuela, asistió a una marcha, en contra del racismo. Hubo contra-protestantes, y “todo iba bien, hasta que Victoria dijo que los negros no eran tratados con dignidad. Un hombre mayor, blanco, le dijo que eso era una pendejada, que ellos eran tratados igual que los blancos”.

Acompaña el artículo, el video de esa marcha, en donde se confrontan Victoria y un hombre anciano, que la reta, diciéndole que ella está hablando puras estupideces.

“No me sorprende que esta gente piense así. Hasta que no conoces a alguien que viva la discriminación o que tú la vivas, realmente lo entiendes”, dice la chica, de 17 años, quien al ser mezcla racial, seguramente vive en carne propia el racismo, pues hay blancos racistas que discriminan a quien tenga el más mínimo rasgo de negritud en sus facciones.

En 1954, todavía existía una colonia de afroestadounidenses en Vienna, pero, como mencioné antes, uno de ellos, Thomas Lee Latham, asesinó a una mujer mayor y trató de violar a la nieta de ella (por si no bastara con la mala fama que tienen, algunos afroestadounidenses, se encargan de reforzarla con sus deleznables actos).

Logró huir, pero todos los blancos se encargaron de expulsar a los negros que vivían a las afueras y quemar sus casas.

Y no regresaron. Había unos 54 en esos años. En el 2000, “el censo poblacional, sólo reportó a un afroestadounidense”.

Pero hay gente blanca tolerante, como Maribeth Harris, que tiene tres hijas y una de ellas, está casada con el mencionado Nicholas Lewis, con quien tiene un hijo birracial. “Tenemos problemas, pero es nuestro pequeño mundo”, dice Harris, consciente de que toda la gente ve mal su situación. Una vez, a uno de sus nietos, le llamaron “pan tostado quemado” en la escuela. O, cuando una anciana blanca, pasó frente a la iglesia, en donde tenían Harris y su familia, una fiesta y aquélla les gritó “malditos mezclados”. Y “el día en que el nieto de diez años, llegó de la escuela y le pregunto a su abuela ‘¿por qué tengo que ser negro?’”.

Imaginen, nada más, que desde niños sean discriminados, los traumas que les van a generar, harán de ellos unos inadaptados, frustrados, que, difícilmente, podrán adaptarse a su entorno social.

Sí, aunque ya no sea legal el racismo ejercido en los viejos tiempos, de todos modos, como mencionan Sullivan y Nasir, persisten la “tradición y el miedo”.

Lewis está en Vienna, sólo por su esposa. “No quiero que mi hijo crezca aquí. No veo  bien que sólo vea a puros blancos”, dice.

La parte más conservadora del sitio son los blancos mayores, de más de 60 años, como el mencionado Bill Stevens . De hecho, el sitio es tan conservador, que un 77 %, votaron por Trump, su supremacista por excelencia. Son antiaborto, están totalmente en contra de que se controlen las armas y dicen que ese país, siempre ha estado gobernado por las armas, como uno de ellos, muy cínicamente, dice, mientras se levanta la camiseta, para mostrar un pistolón

En el bar antes mencionado, se reúnen. Uno de ellos, Warren, dice que siempre ha tenido amigos negros, niñeras negras y que se llevaba bien con ellos, pero que le molestó el día en que el presidente Lyndon B. Johnson (1908-1973), aprobó las más importantes enmiendas legales para terminar con el racismo. “Ese cuate, la cagó”. Desde allí, “perdí el encanto con los negros”. “Y Obama, su madre es blanca, pero el tipo dice que es negro”, agrega, con coraje.

Actualmente han regresado las familias negras, “y nos llevamos bien”, dice Stevens, de 77 años.

Concluyen Sullivan y Nasir que, por ese pasado racista, muchos sundown towns, permanecen libres de afroestadounidenses, pues éstos, no quieren tener problemas, viviendo en pueblos racistas.

Claro, si antes podían hasta linchar a un “negro” que fuera descubierto caminando de noche por el pueblo, ¿quién afroestadounidense, en su sano juicio, habría de animarse a vivir allí?

Para los blancos, sobre todo, los supremacistas, es mejor, no tener que lidiar con “negros”.

Sin embargo, eso es otro signo de que Estados Unidos, ya no está tan “unido”.

Y, muy probablemente, pronto haya enfrentamientos que lleven a una nueva guerra civil, que no sería difícil que se diera, por tanta arma que poseen la mayoría de los estadounidenses. Hasta los afroestadounidenses están ejerciendo su “derecho a poseer armas”, con tal de defenderse contra tantas agresiones que sufren cotidianamente, sobre todo, de la mencionada brutalidad policial (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/09/los-afroestadounidenses-compran-mas.html).

Es un problema, que nunca terminará.

Ya lo dijo el ex esclavo Frederick Douglas (1818-1895), en un discurso que dio el 5 de julio de 1852, por la independencia de Estados Unidos de Inglaterra, en el cual, criticó certeramente al esclavismo y a la religión “católica” que lo solapaba, que “¡Oh, sean advertidos, sean advertidos, un horrible reptil está escondido en el regazo de su nación, la venenosa criatura, está alimentándose del tierno pecho de su joven república. Por el amor de Dios, desháganse de ese escurridizo monstruo, y dejen que el peso de veinte millones, lo aplasten y destruyan para siempre!” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/08/que-dijo-un-ex-esclavo-un-4-de-julio-de.html).

Sí, el monstruo del racismo y la intolerancia, que acabará con esa aberración que es Estados Unidos.

 

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