domingo, 9 de agosto de 2020

Qué dijo un ex esclavo un 4 de julio de 1852

Qué dijo un ex esclavo un 4 de julio de 1852

Por Adán Salgado Andrade

 

Estados Unidos, no habría podido construirse sin la gran ayuda, sobre todo, física, de esclavos africanos que sustraían violenta y forzadamente de sus aldeas, durante los siglos 16, 17, 18 y, todavía, parte del 19. En los años 1800, en la primera mitad, cuando ya estaba prohibida la esclavitud en los estados del Norte, había traficantes de esclavos que seguían secuestrando a afroestadounidenses, que vivían libres, en aquéllos, y los llevaban al sur esclavista, para que trabajaran como esclavos, hasta su muerte, la mayoría. Es lo que le sucedió, por ejemplo, a Solomon Northup, un afroestadounidense liberto, nacido en el estado de Nueva York, alrededor del año 1807, quien hasta escribió un libro, titulado “Doce años como esclavo”.

Justamente el libro de Northup es el tipo de testimonio al que me refiero arriba, pues es un relato de lo que ese hombre vivió durante doce largos y terrible años, desde que en 1841, fue engañado por un par de inescrupulosos tipos que, haciéndose pasar por artistas, lograron que Northup cayera en su trampa, creyendo que en pocos días ganaría mucho dinero, “trabajando” en un circo. Todo fue un engaño, y doce años se la pasó esclavizado, hasta que, por fortuna, sus amigos de Nueva York, reunieron todas las pruebas posibles, para mostrarle, al hombre que lo “poseía”, que Northup era hombre libre y era un delito tenerlo preso allí (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/05/estados-unidos-y-el-aberrante-legado-de.html).

Por lo mismo, teniendo en cuenta ese crudo, terrible pasado, cuando el 5 de julio de 1852, el ex esclavo Frederick Douglass (1818-1895), fue invitado a dar un discurso de “independencia”, éste, se convirtió en una buena forma de reclamar a Estados Unidos, el seguir sosteniendo al esclavismo, a pesar de ser un sistema cruel, vil, en el que la vida de los esclavos valía mucho menos que la de una gallina o un marrano y no ameritaba ni una reclamación, cuando un esclavista mataba a uno de sus esclavos por cualquier pretexto. Douglass, quien escapó, de su condición de esclavo, de Maryland, con su gran oratoria e inteligencia, mostró que los “esclavos” no eran unos tontos retrasados, sorprendiendo a los mismos norteños, abolicionistas, con sus profundos conocimientos y agudos discursos, que les reprochaban que siguieran tolerando a los sureños esclavistas (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Frederick_Douglass).

El aludido discurso, de 1852, lo dio cuando todavía se aceptaba el esclavismo en el sur, como una “necesaria condición”, sin la cual, los plantadores sureños, no serían nada sin sus esclavos. Esa “necesidad”, la resume muy bien la novela racista “Lo que el viento se llevó”, de la escritora supremacista Margaret Mitchell (1900-1949), publicada en 1936, que glamurisa la relación de los plantadores con sus esclavos, a grado tal, que hasta tales esclavos se “entristecen” cuando, por la guerra civil, sus “amos” pierden sus tierras y su habitual estilo de vida (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2017/07/lo-que-el-viento-se-llevo-o-los.html).

Recientemente, el portal informativo The Root, publicó un artículo titulado “¿Qué significó para el esclavo, el cuatro de julio?”, firmado por Michael Harriot, en el que anota que “Frente a una audiencia compuesta por políticos de Washington y el treceavo presidente Millard Fillmore (1800-1874), Douglass presentó, lo que aún permanece en la historia, como el mayor ejemplo de verdadera oratoria. La crítica, sin disculpas, de la hipocresía estadounidense, todavía suena tan actual en estos días. Su discurso, que duró más de una hora, es una lección de historia, un tratado político y una disertación de la religión”. Y, por su importancia, Harriot transcribe el discurso completo (ver: https://www.theroot.com/what-to-the-slave-is-the-fourth-of-july-1836083536).

En efecto, todo el discurso es una obra de oratoria y directos reproches a ese país que, como dije, en esos años, aún toleraba la infamia esclavista del sur. Y he extraído algunos de sus pasajes:

“Observen cómo opera este tráfico interno de esclavos, el tráfico de esclavos de Estados Unidos, sostenido por los políticos y la religión de Estados Unidos. Aquí, ustedes verán mujeres y hombres arreados como cerdos, para el mercado. ¿Saben ustedes qué es un arriero de marranos? Les mostraré un arriero de hombres. Habitan en todos nuestros estados sureños. Andan por todo el país, y llenan los caminos del país con rebaños de humanos. Ustedes verán a uno de estos traficantes de carne, armado con pistola, látigo y cuchillo, conduciendo un conjunto de cien hombres, mujeres y niños, desde el Potomac, al mercado de esclavos de Nueva Orleans. Esta desdichada gente, será vendida individualmente o por lotes, con tal de complacer a los compradores.

Ellos son comida para los campos algodoneros y el mortal ingenio azucarero. ¡Imaginen la triste procesión, mientras marcha y a los infames que la conducen. Escúchenlos gritar y amenazar con azotes, mientras apuran a estos desafortunados cautivos! ¡Vean al hombre anciano, que está flaco y canoso. Vean a la mujer joven, cuyos hombros descubiertos, se queman por el inclemente sol, sus copiosas lágrimas, que caen en la frente de su bebé, que va cargando! ¡Vean a la chica de trece años llorando, sí, llorando, mientras que piensa en la madre que le ha sido arrebatada!

El grupo se mueve con dificultad. El calor y la tristeza, han casi consumido sus fuerzas. ¡De repente, se escucha un latigazo, como la descarga de un rifle, los grilletes suenan y las cadenas se sacuden simultáneamente; sus oídos son saludados por un grito, que pareciera como si llegara hasta el centro de su alma! ¡El sonido que ustedes escucharon, fue el tronido del látigo de los esclavistas, el grito que oyeron, fue de la mujer que ustedes vieron con el bebé. Su andar, había disminuido, por el peso de su hijo y sus cadenas! ¡Ese latigazo en su espalda le exige que se mueva!

Sigan su camino a Nueva Orleans. Asistan a la subasta; vean a hombres que son examinados como caballos; vean las formas de las mujeres desnudas, brutalmente expuestas a la depravada mirada de compradores de esclavos estadounidenses. Vean este conjunto, vendidos y separados para siempre y nunca olviden los profundos, tristes lloriqueos que emite esa separada multitud. ¡Díganme, ciudadanos, DÓNDE, bajo el sol, ustedes pueden atestiguar un espectáculo más excesivamente cruel y perturbador! Aun así, esto es sólo una mirada al tráfico de esclavos estadounidense, tal cual existe, en este momento, en partes de Estados Unidos”.

En cuanto a la hipocresía de la religión, las críticas de Douglass, fueron también muy contundentes:

“Una devoción que puede ser conducida por personas que se rehúsan a dar hogar a los indigentes, a dar pan al hambriento, ropa al desnudo y que obedece una ley que prohíbe estos actos de misericordia, es una maldición, no una bendición, para la humanidad. La Biblia, se refiere a todas esas personas como ‘escribanos, fariseos, hipócritas, quienes pagan el diezmo de la menta, anís y comino, pero han omitido los problemas más serios de la ley, el buen juicio, la misericordia y la fe’.

Por mi parte, diría ¡bienvenida la infidelidad, bienvenido el ateísmo, bienvenida cualquier cosa, en lugar del salmo, así como lo predican esos Divinos! ¡Ésos, convierten el nombre de la religión en una máquina de tiranía, de bárbara crueldad y sirven para confirmar que hay más infieles, en esta época, que todos los infieles escritos de Tomas Paine, Voltaire y Bolingbroke, juntos, hayan hecho!

Nuestros ministros hacen de la religión, una cosa fría y de mal corazón, sin tener buenos principios, ni lugar para la compasión. Ellos, despojan el amor de Dios, de toda su belleza, y dejan al grueso de la religión como una horrible, gran, repulsiva forma. Es una religión de opresores, tiranos, robadores de hombres y delincuentes. No es esa ‘pura e indefinida religión’, que proviene de arriba, la que, ante todo es ‘pura, pacificadora, fácil de difundir, llena de misericordia y buenos frutos, sin parcialidad y sin hipocresía’.

Pero una religión que favorece al rico, frente al pobre, que exalta el orgullo por sobre la humildad, que divide a la humanidad, en dos clases, tiranos y esclavos, que les dice a los encadenados hombres que permanezcan así y al opresor, que los oprima, ésa, es una religión, que puede ser profesada y disfrutada por todos los ladrones y esclavizadores de la humanidad, hace que Dios, respete a personas, reniegue su paternidad de la raza y empolve la gran verdad que es la hermandad de la humanidad.

Todo esto, afirmamos, que es verdad para la iglesia popular y para la devoción popular de nuestra tierra y nación – una religión, una iglesia y una devoción  que, bajo la autoridad de inspirado deseo, afirmamos que es una abominación a los ojos de Dios. En el lenguaje de Isaías, a la iglesia estadounidense, bien podría decírsele: ‘No traigan más vanas mutilaciones, el incienso es una abominación para mí, las nuevas lunas y los Sabbaths, el llamado a reuniones, no lo soporto; es absurda, incluso, la misa. Sus nuevas lunas y sus fiestas de santos, las odia mi alma. Son un  problema para mí, no las soporto y cuando extiendan sus manos, yo esconderé las mías. Sí, cuando ustedes hagan todas sus oraciones, no los escucharé, SUS MANOS ESTÁN LLENAS DE SANGRE, dejen de hacer mal, aprendan a hacer el bien, busquen el buen juicio, liberen a los oprimidos, conduzcan a los huérfanos, rueguen por las viudas.

¡Conciudadanos!, no me alargaré más sobre sus inconsistencias nacionales. La existencia de la esclavitud en este país, marca su reputación con vergüenza, su humanidad, no tiene bases y su Cristianismo, es una mentira. Destruye su poder moral en el resto del mundo y corrompe a sus políticos. Deshace los principios de la religión, hace de su nombre un siseo, que la humanidad se burle. Es la fuerza antagonista de su gobierno, la única cosa que realmente perturba y hace peligrar su Unión. Detiene su progreso, es el enemigo de la mejoría, el enemigo mortal de la educación, daña al orgullo, alimenta la insolencia, promueve el vicio, cobija al crimen, es una maldición para la tierra que la sostiene. Y, aún así, ustedes se cuelgan de ésa, como si fuera a sacar adelante a todos su anhelos. ¡Oh, sean advertidos, sean advertidos, un horrible reptil está escondido en el regazo de su nación, la venenosa criatura, está alimentándose del tierno pecho de su joven república. Por el amor de Dios, desháganse de ese escurridizo monstruo, y dejen que el peso de veinte millones, lo aplasten y destruyan para siempre!”

Los anteriores extractos, dejan ver la fuerza de las palabras de Douglass y, en efecto, que les reprochó a los veinte millones de estadounidenses de entonces, y a los que atendieron sus discurso, sin palabras suaves, de lo que adolecían, la retorcida práctica esclavista y la, todavía más, aberrante “religión cristiana” que toleraba a los esclavistas, los consideraba “hombres de bien” y ayudaba con sus letanías dominicales, a que los míseros, explotados, violentados esclavos, aceptaran su desgraciada suerte.

Sí, nada qué celebrar para Douglass, en ese aniversario más de una “independencia” que, aunque libró a las Trece Colonias de la opresión británica, no las había librado del flagelo de la tolerada esclavitud, en nombre de los mezquinos “intereses económicos”.

Sin duda que, como dice Harriot, son totalmente actuales los reproches hechos por Douglass hace 168 años.

Seguramente, ese elocuente ex esclavo, si regresara de ese pasado, tendría que dar un discurso, todavía más fuerte, a los estadounidenses, la mayoría de los cuales viven en eterna hipocresía, más interesados en seguir con los mezquinos, depredadores business as usual, con tal de seguir manteniendo su decadente, inexistente American Dream, que en practicar la bondad para todos sus conciudadanos.

Es como la violencia hacia los afroestadounidenses, la cual, sigue, no amaina, a pesar del tiempo. Lo muestra, por ejemplo, la brutalidad policial, los policías blancos, comportándose como los antiguos esclavistas, sometiendo y hasta asesinando a “criminales” negros. Y a los estúpidos “supremacistas”, creyéndose superiores a los afroestadounidenses, sólo porque, dicen, llevan “sangre aria” en sus venas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/06/racismo-y-brutalidad-policial-en.html).

Así que, seguramente para muchos afroestadounidenses, la “celebración” del cuatro de julio, nada significa. Quizá sería más importante para la mayoría, independizarse de un país que sigue sin verlos como ciudadanos.

Y, quizá, a como van las cosas, pronto, veamos una guerra civil entre negros y blancos y Estados Unidos, termine dividido

Y, después de eso, salgan victoriosos los Afroamerican United States.

 

Contacto: studillac@hotmail.com