lunes, 24 de agosto de 2020

Indios buenos e indios malos, en El Último de los Mohicanos

Indios buenos e indios malos, en El Último de los Mohicanos

por Adán Salgado Andrade

 

La invasión territorial hecha por los mercenarios ingleses, de lo que hoy son los Estados Unidos, se hizo mediante bárbaras consideraciones, como la de que había que poner a trabajar tierras “vírgenes” pues iba en “contra de Dios”, no hacerlo. Pero esas tierras, no eran “vírgenes”, sino que estaban ocupadas por nativos, desde cientos de años atrás, los cuales, sólo porque no tenían armas de fuego, fueron fácilmente sometidos y casi aniquilados (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/07/una-novela-sobre-la-independencia.html).

De esos nativos, llamados, despectivamente, “pieles rojas”, tales mercenarios se congraciaron con los que se unieran a ellos. Esos “indios”, eran los buenos. Los que siguieran siendo beligerantes, que no aceptaran la dominación de “caras pálidas”, que venían de lejos para arrebatarles sus tierras y someterlos o matarlos, si no lo permitían, eran los “malos”.

Podría decirse que es el punto que trata la novela del escritor estadounidense James Fenimore Cooper (1789-1851) “El último de los mohicanos”, en la cual, si los “indios” se aliaban con los invasores, fueran éstos ingleses o franceses, eran buenos. Pero, dependiendo, si eran aliados de los franceses, para los ingleses, esos afrancesados “indios”, eran malos. Y lo mismo sucedía con los “indios” aliados a los ingleses, que eran los malos, para los franceses.

La novela es una ficción, que retoma personajes históricos, para darle más realismo. Está ubicada entre 1756 y 1763, en la llamada Guerra de los Siete Años, periodo en que mercenarios ingleses y franceses, se disputaban las tierras “vírgenes”, de lo que luego serían los Estados Unidos, como ya señalé.

No les importó que hubiera gente nativa, viviendo allí desde cientos de años atrás. Sólo querían apoderarse de la totalidad del territorio, clamarlo para sus respectivas naciones, ávidas de los abundantes recursos naturales, así como metales preciosos que allí abundaban, repetir lo que ya, España, doscientos años antes, había realizado con éxito, apoderarse por la fuerza de las tierras, de lo que hoy es Latinoamérica, y enriquecerse a lo grande, parasitando y engullendo cuanto recurso natural y riqueza mineral pudiera.

Cooper, en alguna parte, de manera mínima, justifica el coraje de los “indios” contra los invasores, cuando uno de los personajes, un nativo de la tribu de los Iroquois, Le Renard (así bautizado por los franceses, de los que era, ya, aliado), reclama que su beligerancia contra los invasores se debe a que “Yo fui una vez un jefe Iroquois, en los Grandes Lagos. Fui feliz hasta que los cara-pálidas, penetraron mis bosques y me dieron el agua de fuego, la que me hizo malo”.

En otra conversación, entre Natty Bumppo (un personaje recurrente en varias novelas de Cooper, conocido como Hawkeye, entre los nativos) y el mohicano Chingachgook (quien, junto con su hijo Uncas, eran considerados los últimos de su casi extinta raza), éste le refiere que, al darles los holandeses el agua de fuego a los hombres de su tribu, los embrutecieron a tal grado, que les dejaron sus tierras a los invasores, sin problemas, y fueron expulsados a los bosques, a las tierras de la tribu Delaware, en donde fueron languideciendo y muriendo.

El “agua de fuego”, era alcohol, que los convirtió, tanto a Le Renard, a los mohicanos y a todo “indio” que lo tomara, en viciosos, muy fáciles de controlar o lo que hasta justificaba matarlos, dado su “comportamiento violento”. Muy eficaz, esa forma de dominarlos, volviéndolos alcohólicos.

Pero, fuera de eso, no da Cooper más señas de entender, plenamente, que si muchos “indios” seguían siendo “malos”, se debía a que no se resignaban a quedarse sin tierras y a vivir como esclavos de los invasores.

La novela, calificada como “la pieza maestra” de Cooper, se considera “romántica”, aunque no lo es. Más bien, es una muestra de lo que los “indios buenos” son capaces de hacer, con tal de congraciarse con los invasores.

Comienza con los preparativos para trasladar a las ficticias hijas del personaje real, el coronel inglés George Monro (1700-1757), Alice y Cora, del fuerte Edward, asolado por los franceses, al fuerte William Henry, distante 27 kilómetros, en donde, ellas suponían, así como su padre, estarían seguras.

Como dije, Monro es un personaje histórico real. Esa forma de escribir, fue adoptada por varios autores de la época, para dar mayor verosimilitud e importancia a sus obras. Y es un recurso que aún se emplea (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/07/una-novela-sobre-la-independencia.html).

El traslado, estaba a cargo del mayor Duncan Heyward, quien ya le había “echado el ojo” a Cora que, para él, era la más bonita de las dos hijas. El mencionado Iroquoi Le Renard, sería el guía, quien, supuestamente, los llevaría por una ruta más corta. También se les unió David Gamut, maestro de música, quien les pidió dejarlos ir con ellos y, a cambio, les cantaría.

Y marcharon hacia el fuerte Henry.

Sin embargo, Le Renard, aliado con los franceses, tenía la intención de entregarlos prisioneros a su jefe, otro personaje real, el marqués Louis-Joseph de Montcalm (1712-1759), quien capitaneaba el fuerte Carillion.

Cora, desde el principio, desconfiaba de Le Renard, pero Heyward le aseguró que es “bueno”, excelente guía y que nada les haría.

Por el camino, se encuentran con los mencionado Hawkeye, Chingachgook y Uncas. En ese momento, Le Renard, desaparece. Hawkeye le pide a Heyward que le describa a Le Renard. Y le dice que es un traidor, un Iroquoi, aliado con los franceses.

Lo persiguen, pero no logran capturarlo. Y siguen su camino, entre los bosques. Sufren una emboscada por varios Iroquois, que logran sortear, gracias a las habilidades de Hawkeye y los mohicanos.

Cuando están por llegar al fuerte Henry, deben de pasar muy cerca del fuerte francés. Logran esquivar a los vigías y, con mucho cuidado, llegan, por fin, al fuerte inglés, en donde el coronel Monro los recibe, muy contento, diciéndoles que espera refuerzos. Sin embargo, un mensajero del mariscal Montcalm, les comunica que éste desea hablar con Monro, sobre la condiciones de capitulación de los ingleses, pues los refuerzos, nunca llegarán, de lo cual, les muestra pruebas, una carta para Monro, interceptada, en el que se le informa sobre esa lamentable situación.

Monro acepta, no sin gran pena. Todos los ingleses, soldados y civiles, son tratados muy cortésmente por los franceses. Y se van, para regresar a territorio inglés seguro, en Nueva York.

Pero son atacados por Le Renard y sus hombres, quienes matan a varios de los ingleses. Ese ataque, referido como una masacre, fue perpetrado en la realidad, en agosto de 1757. Y Monro, salió vivo (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Siege_of_Fort_William_Henry).

Le Renard es, en efecto, el “indio malo”, un “cruel enemigo” de los ingleses. Cooper le da muy bien las características de “odioso”, “vengativo”, “violento” y “malvado”. Sus acciones, lo vuelven el villano perfecto de la novela.

En esa batalla, Cora es secuestrada por Le Renard y llevada hasta su campamento, en donde le dice que la hará su esposa, quiera ella o no.

También, toma prisionero a Gamut, quien se salvó de que lo mataran, gracias a que les cantó a los Iroquois, y los embelesó con sus bellas melodías bíblicas.

Tras una ardua búsqueda, Hawkeye, Heyward, Chingachgook y Uncas, dan con los prisioneros. Urden un plan, en el que Heyward se disfraza de curandero “indio”, para averiguar en donde están Cora y Gamut.

Así, va al campamento de los Iroquois y se ofrece a curar a una mujer enferma. Gamut, lo reconoce, pero evita mostrar familiaridad alguna. Se ofrece a acompañarlo al sitio en donde está la enferma. Heyward pide que los dejen solos.

Hawkeye, mientras tanto, se apodera de un disfraz de oso, de uno de los brujos Iroquois y se presenta al lugar en donde Heyward pretende curar a la mujer enferma. Allí mismo, está Cora.

A Uncas, también lo atrapan e, igualmente, lo llevan allí.

Le Renard se presenta, pero es golpeado por el “oso”. Lo atan y salen con Cora, a la que hacen pasar como la enferma. Uncas se hace pasar por Gamut. El oso, los sigue. Burlan a los guardias, diciéndoles Heyward que para que la magia haga efecto, debe llevar a la mujer al bosque.

Ya, a salvo, Hawkeye se despoja de su disfraz.

Le Renard, enfurecido, como clásico villano, promete cruel venganza.

Gamut logra escapar y les dice que los Iroquois están enfurecidos, especialmente, Le Renard, y ya los persiguen. Hawkeye decide que todos vayan al campamento de los Delaware, pues son “buenos” y los acogerán.

Llegan allá, y el jefe Tamenund los recibe, muy cortésmente.

Sin embargo, cuando Le Renard llega, le exige que le entregue a los prisioneros, si no quiere iniciar una guerra entre Iroquois y Delawares. Pide golpear a Uncas, quien se quita su camisa. Es cuando todos ven, plasmado en su pecho, un tatuaje de una tortuga, símbolo de dinastía y sangre guerrera. Y es cuando se revela que Uncas, es sobrino de Tamenund, y que su padre, Chingachgook, es hermano de aquél.

Entonces, Le Renard, viendo que no puede hacer nada, de todos modos exige a Cora, pues “es mi esposa”. Tamenund, no puede oponerse, pues le dice a Hawkeye que es por cuestión de honor.

Así, se va Le Renard, victorioso y burlón, con Cora.

Hawkeye, Uncas, Chingachgook, Heyward y otros Delawares, que se les unen, proceden al rescate de Cora.

Pero, de nuevo, el “villano” Le Renard, les asesta traicioneros golpes. Y trata de matar a Cora, pero es golpeado por Uncas. Uno de sus Iroquois, mata a Cora. Uncas lo mata, pero, a su vez, es acuchillado mortalmente por otro Iroquois.

Al final, Hawkeye mata a Le Renard de un disparo, cayendo, al fondo un precipicio, el “malvado indio”.

Heyward, llora la muerte de su prometida. Y se va, muy triste, a seguir con su vida de militar.

Y entre Hawkeye y Chingachgook se reafirma la amistad que llevaban desde hace años, pues el jefe mohicano es, ya, el último de su legendaria tribu.

O sea, el final, es entre trágico y feliz.

Pero, dejando bien en claro, quiénes eran los “indios buenos” y los “indios malos”.

Y a los “buenos”, los victoriosos colonos, ya no ingleses, ni franceses, sino los de las Trece Colonias, los “americanos”, los aventaron a tierras inhóspitas, las “reservaciones”, en donde, desde entonces, viven, la mayoría, empobrecidos, enfermos y alcoholizados.

La cinta “Land” (2018), dirigida por el iraní Babak Jalali, es un buen ejemplo que muestra las condiciones tan deplorables en que viven los nativos de Estados Unidos, sin gran futuro, ni esperanzas (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Land_(film)).

En fin, la moraleja de “El Último de los Mohicanos”, establecería que es mejor aliarse con el invasor, aunque ese invasor, arrebate pertenencias, tierras, dignidad y asesine, en el “nombre de Dios”.

 

Contacto: studillac@hotmail.com