domingo, 12 de febrero de 2023

La muy lucrativa industria de las armas “menos letales” para reprimir protestas sociales

 

La muy lucrativa industria de las armas “menos letales” para reprimir protestas sociales

Por Adán Salgado Andrade

 

Las “leyes” en todos los países, están hechas para satisfacer los intereses de los poderes fácticos. Sobre todo, cuando se imponen sus intereses económicos, contrarios a los de la gente que dominan, ésta, se rebela. Cuando arbitrariamente suben impuestos, incrementan precios, encarcelan indiscriminadamente y otras injusticias, las mafias en el poder, lanzan a sus esbirros represores, sean policías, paramilitares, militares o grupos especiales de choque, vestidos de civil (como los infames “Halcones”, que actuaban en las represiones estudiantiles de los 1960’s y 1970’s, en México, que era un grupo policiaco vestido de civil, que se desempeñaba a sus anchas), actúan, reprimiendo brutalmente a los participantes con las así llamadas armas “menos letales” (less-lethal weapons), sean granadas de gas lacrimógeno, pistolas taser, bombas cegadoras, ensordecedoras, cañones de agua, macanas, patadas, golpes… y otros artilugios para “restablecer el orden”, pero “sin matar”.

Lo cual es falso, porque esos instrumentos “no letales”, lo son, como cuando en las represiones que se dieron aquí, en el 2006, en Atenco, durante las cuales, sus habitantes rechazaron el (frustrado, por fortuna) proyecto de construir un corrupto aeropuerto en sus tierras, una granada de gas lacrimógeno mató al joven estudiante Alexis Benhumea, al destrozarle el cráneo (ver: https://www.jornada.com.mx/2006/06/08/index.php?section=politica&article=019n1pol).

Y conforme las contradicciones entre las mafias en el poder dominantes y los controlados, reprimidos habitantes, se profundizan día a día, esos instrumentos de control y represión, están teniendo un auge, en medio del cual está Estados Unidos, centro mundial que produce mayoritariamente esas armas “menos letales”.

El artículo del portal Wired, titulado “La descontrolada proliferación de la tecnología de control”, firmado por Wil Sands, expone ese problema, quien nos introduce en su trabajo, diciendo que “Huesos rotos. Traumatismos en ojos. Daños cerebrales. Así es como la indefinida industria de las armas ‘menos letales’ de Estados Unidos, exporta su insidiosa huella de violencia alrededor del mundo” (ver: https://www.wired.com/story/out-of-control-spread-of-crowd-control-tech/).

La foto de Cristian Rodríguez Zárate, un colombiano que porta un parche en el ojo derecho, el que perdió durante una represión policial, abre el artículo. Igual ha sucedido en países como Irán, en donde decenas de mujeres, sobre todo, han perdido un ojo o ambos, por la represión policial (ver: https://www.jornada.com.mx/2023/02/08/cultura/a04n1cul).

Eso, porque han protestado por el asesinato cometido por la “policía moral”, de Mahsa Amini, chica de 22 años, a quien golpearon brutalmente, causándole la muerte, sólo porque no tenía bien puesto el nefasto hijab, el velo que obligatoriamente deben de usar todas las mujeres árabes, una machista imposición (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/09/una-chica-irani-revela-como-es-para-las.html).

Sands comenta que el artículo fue por la necesidad de exponer tan brutales represiones que “yo mismo he sufrido cuando, una vez, cubriendo una manifestación afuera de la Casa Blanca, el 30 de mayo del 2020, fui alcanzado por un proyectil ‘menos letal’, que me dejó ciego del ojo derecho. Podía ver, cuando pude levantarme, con mi ojo izquierdo, pero el derecho, sufrió desprendimiento de retina y otros daños. Hoy, apenas si puedo distinguir vagas siluetas con él. Era el ojo que más me servía en mi trabajo de fotorreportero”.

Muy encomiable que Sands, a pesar de tan traumático evento, haya escrito sobre esa infame industria, que deja millones de dólares anualmente a las empresas que la desarrollan, mezquinamente, sin importar que sus maléficas invenciones, dejen baldada – como a Sands – o maten a gente. Es un negocio que crecerá más de $3,000 millones de dólares en esta década.

Claro, pues la represión incrementará, al polarizarse más y más las diferencias entre los grupos dominados y los dominantes.

Sands menciona el caso de Sebastián Munera, que fue asesinado en Colombia, en la primavera del 2021, cuando un proyectil de gas lacrimógeno atravesó su cuello. “La policía colombiana reprimió en la población de Popayán a manifestantes que habían estado apoyando una huelga general. Usaron un multilanzador de proyectiles, fabricado por la empresa estadounidense Combined Systems, CSI, que es líder en la fabricación y promoción de esas armas ‘menos letales’, sin que tenga ningún tipo de restricciones en los productos que ofrece”.

Dice Sands que esas armas “menos letales”, son como la industria de los suplementos dietéticos, “los que son menos supervisados que los medicamentos normales. Así sucede con esas armas, pues se supone que no son mortales”.

Esas armas, fueron una transmutación, explica Sands, de las armas químicas usadas durante la primera guerra mundial por los alemanes, con las que mataron a cientos de soldados, usando el letal gas clorhídrico, el 22 de abril de 1915 (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Chlorine).

Como se prohibieron esas armas por el protocolo de Génova de 1925, “se buscó darles otra aplicación, y esa fue, usarlas rebajadas, para reprimir a gente, no tener que matarla, ‘humanizar la represión’. El Chemical Warfare Service (CWS, por sus siglas en inglés, Servicio de Guerra Química), que se formó en 1914, durante la primera guerra, luego de terminada ésta, se encargó de darles aplicación civil, con tal de disponer de la enorme cantidad de armas químicas que aún tenía”.

Y se formaron los Federal Laboratories (Laboratorios federales), FL, con químicos “entrenados para diseñar nuevas municiones que serían empleadas en huelgas, protestas antibélicas, y marchas por los derechos civiles, desde los 1920’s, hasta los 1960’s y 1970’s. Luego, los FL, fueron adquiridos por Mace Security, hasta que ésta fue cerrada en 1994. Desde entonces, la industria ha estado dominada por Combined Systems, CSI”, dice Sands.

En efecto, una visita a la página de CSI (https://www.combinedsystems.com/), muestra la gran variedad de armas “menos letales” que fabrica, pasando por bombas cegadoras, de humo, irritantes, balas de goma (impact munitions), aerosoles de gas lacrimógeno, municiones para abatir puertas, lanzagranadas de gas lacrimógeno, esposas para manos, pies, para sujetar a los prisioneros a algún asiento o tubo y, sobre todo, los muy temidos multilanzadores (parecen una especie de dispensadores de bastones, que están montados en unos tripiés), que pueden disparar al mismo tiempo varios proyectiles de gas lacrimógeno, como el que mató a Munera en Colombia.

“Los multilanzadores, no deben de usarse horizontalmente, sino describir una parábola, con tal de que no le den directamente a la gente, pero la policía en Colombia no lo hace. ¿Será que no les importa si mueren personas?”, se pregunta Sands.

Dice la página que “siendo el principal surtidor de municiones menos letales y sistemas de lanzamiento, CSI, fabrica productos para el control de multitudes, para los equipos policiales tácticos, para motines en cárceles y unidades militares”. No ocultan su represora vocación, sus dueños y accionistas.

Otra empresa mencionada es NonLethal Technologies, la que también se jacta de producir “equipos menos letales para el control de protestas y aplicación de la ley. Nuestros productos incluyen bombas cegadoras, ensordecedoras, balas de goma, granadas de humo, gas lacrimógeno y otros para control de multitudes, así como mecanismos pirotécnicos”. En efecto, muestra su “gran variedad de productos”, como si fueran inofensivos artículos para limpieza (ver: https://www.nonlethaltechnologies.com/ ).

Los “daños colaterales”, menciona Sands, son también hacia sus trabajadores, “pues al probar los equipos, muchos han quedado sordos. Otros, sufren quemaduras por los tóxicos que manejan, al meterlos en proyectiles o envases. Una secretaria que trabajó durante doce años en NonLethal, Shawna McCutcheons, declara que es “como Breaking Bad, pero en lugar de con metanfetaminas, experimentan con gas lacrimógeno”. Se refiere a esa popular serie televisiva que estuvo en el aire entre el 2008 y el 2013, en donde el personaje principal, Walter White, experimentaba en un laboratorio clandestino para obtener metanfetamina más pura y potente (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Breaking_Bad).

Vecinos de las instalaciones de CSI, muestran, en fotos y videos, envases vacíos de las constantes explosiones que hace la empresa, irresponsablemente, para “probarlos”. “También son frecuentes los ‘accidentes’ en ambas empresas, como incendios y hasta fugas”.

Yo he experimentado el efecto del gas lacrimógeno y, en efecto, puede ser hasta mortal, sobre todo, si es usado en lugares cerrados, pues ahoga, no permite respirar. Los manifestantes mexicanos, recomiendan usar pañuelos, impregnados de limones y su jugo, con tal de paliar algo sus efectos.

Ya hay algunos estudios que muestran que esos productos pueden ser hasta letales, como el del British Medical Journal, BMJ, que ha estudiado esas infamias. Consultando varias publicaciones, así como videos, los investigadores de BMJ, concluyeron que de 1,984 personas investigadas, que fueron reprimidas por armas “menos letales”, “53 de ellas, fallecieron, 71 por ciento, sufrieron heridas severas y 300, quedaron con discapacidades permanentes. Estos daños, se debieron por golpes en cabeza y cuello” (ver: https://bmjopen.bmj.com/content/7/12/e018154).

La Academia Americana de Oftalmología, en el 2020, exigió que se prohibiera el empleo de balas de goma, ya fuera en Estados Unidos o en el resto del mundo, “por tantas víctimas que han quedado cegadas por la acción policial”.

Y se ha tratado en muchos países de demandar a las empresas citadas, afirmando que sus productos “vendidos a gobiernos represores, han ocasionado muertes y daños permanentes, pero jueces estadounidenses, han desechado esas demandas”. Claro, no van a aceptar que esas empresa sean culpables, así como no aceptan, por ejemplo, que las armeras de Estados Unidos, sean demandadas por tantas matanzas masivas que se dan cada año, pues las “protege la constitución” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/08/porque-no-se-pueden-demandar-las.html).

Como no hay lineamientos para controlar lo que hacen esas empresas, la actividad está casi desregulada.

“La ONU, cuando mucho, ha dicho que esas armas son potencialmente ilegales. Y en Estados Unidos, varios legisladores que se reunieron para analizarlas, señalaron que hay pocos datos para decir que el gas lacrimógeno no provoca efectos permanentes en la salud, que la industria está poco regulada y que los fabricantes explotan un vacío legal para maximizar sus ganancias, pero no hicieron ninguna recomendación para realizar una acción legal”.

En el citado estudio del BMJ, se concluye que esas armas menos letales, “no son la mejor manera de controlar las protestas sociales y deberían de restringirse, como las balas de goma. Es urgente que se establezcan lineamientos mundiales para controlarlas o prohibirlas”.

Pero las ganancias están primero. Si es una industria que está dejando tanto dinero a las mencionadas empresas y a otras, que se sigan fabricando armas “menos letales”.

Su demanda aumentará, al irse incrementando las protestas sociales en contra de empobrecedoras imposiciones económicas, demandas ambientales y de restricciones y “leyes” cada vez más duras e injustas.

Los dueños y accionistas de esas empresas, simplemente, celebrarán que aumente la represión.

No les importará dejar a gente ciega, quemada, coja o hasta muerta, con tal de que sus ganancias crezcan y crezcan.

¡Viva la represión social!, clamarán.

 

 

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