Los refugiados climáticos
Por Adán Salgado Andrade
Estimaciones recientes
sobre el deshielo de Groenlandia han mostrado que ese continente de hielo está
acelerando tal condición, debido al calentamiento global. Cada año, desde el
2002 y hasta el 2016, ha estado perdiendo del orden de 280 mil millones de
toneladas de hielo, lo que ha incrementado el nivel del mar 0.0762 centímetros
cada año. Y cuando todo ese hielo se derrita, el nivel de los mares subirá
siete metros, lo que barrerá del mapa a varias ciudades y sitios costeños (ver:
https://www.theguardian.com/world/2019/jan/21/greenland-ice-melting-faster-than-scientists-previously-thought-study).
Todo ello incrementará
los problemas que ya estamos teniendo en todo el planeta, como huracanes más
intensos, torrenciales lluvias, tifones y todo lo que implicará la subida en el
nivel del mar. Claro que, por otro lado, eso irá acompañado en varios sitios de
las consecuentes sequías, como sucede ya en Australia, país azotado desde hace
varios años por una muy intensa, que ya hasta está acabando con lo que le queda
de su agricultura (http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/01/la-muy-larga-y-severa-sequia-australiana.html).
La consecuencia directa
de tanto trastorno climático, en el caso de lluvias y huracanes cada vez más intensos,
es que muchas personas ya no podrán vivir en un sitio, ya sea porque, por
ejemplo, se inunde frecuentemente por aquéllos o porque, a la larga, ese sitio
se inundará para siempre en el cercano futuro.
El prestigiado diario
inglés The Guardian ha publicado una
serie de reportajes que muestran cómo en países como Estados Unidos (EU), por
los “inusuales” fenómenos climatológicos, como los huracanes que azotaron a
Texas, en el 2017, y los sucesivos del 2018, miles de personas perdieron su
patrimonio y están pensando seriamente en mudarse a sitios más altos y
“seguros”, pues de seguir en donde están, se repetirán frecuentemente los
eventos climatológicos destructivos (ver: https://www.theguardian.com/environment/2018/sep/24/americas-era-of-climate-mass-migration-is-here?utm_source=eml&utm_medium=&utm_campaign=&CMP_TU=&CMP_BUNIT=&att5).
Cita el artículo, como
ejemplo de lo que están pasando varios estadounidenses, a Elizabeth Boineau,
quien vivía en Charleston, Carolina del Sur, y que su casa, de principios del
siglo veinte, se le inundó en el 2017 y dos veces en el 2018. “No pude más.
Estaba chapaleando sobre el agua que inundó mi casa y decidí mudarme a un
condominio en un segundo piso, en donde, espero, no llegue el agua. Haber
rehecho la casa me hubiera salido en 500 mil dólares, no, mejor compré en otro
lado”. Y su caso es compartido por millones de estadounidenses, quienes habitan
pueblos desde Alaska hasta Luisiana, que están moviéndose completamente a otros
sitios.
El experto Jesse Keenan
explica que no tiene parangón lo que está sucediendo en EU, en cuanto al cambio
climático, de tanta gente que se está moviendo a otros lados. “Incluyendo todos
los impactos que ha ocasionado el clima, puede decirse que esto duplica en
problemas a la cazuela de polvo”, refiriéndose a la época de los 1930’s, cuando
cuatro estados fueron azotados por una sequía severa, acompañada de fuertes
vientos que arrastraban densas cantidades de polvo, lo cual ocasionó que 2.5
millones de personas emigraran a California (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Dust_Bowl).
Y se estima que para el
fin del actual siglo 21 (si llegamos, claro), 13 millones de estadounidenses
emigrarían de sus lugares de origen, sobre todo costeros, a sitios más altos.
Estados como California, Nueva York, Luisiana, Nueva Jersey, entre otros,
tendrán que lidiar con ciudadanos que migren de sus actuales lugares de
residencia. El demógrafo Mat Hauer, quien encabeza el estudio, señala que
aunque muchos podrán mudarse, los pobres no podrán hacerlo, así que son los que
más sufrirán, pues tendrán que permanecer hasta donde puedan en sus lugares de
origen, hasta que, de plano, ya sean éstos inhabitables.
El estudio sólo
considera 1.8 metros del alza del nivel del mar, pero, como ya señalé, con el
brutal, acelerado deshielo de Groenlandia, las predicciones empeorarán, pues el
alza en dicho nivel será de siete metros. Pero para los 1.8 metros, se prevé
que la zona costera de Florida, Carolina del Norte, Virginia y buena parte de
Boston, se modificará, pues huracanes intensísimos como Irma, María y Harvey,
del 2017 y Florence, del 2018, serán ya una constante, y sus daños serán más
graves cada vez, incluso golpeando varias veces en un mismo año
Sin embargo, es un
problema que en ese país, aun no se toma en serio, como señala Orrin Pilkey,
profesor emérito de geología costera de la Universidad Duke. “Me abruma ver
hordas de refugiados climáticos llegando a la ciudad, buscando trabajo y
comida”. También señala que muchos de los refugiados climáticos serán gente de
clase media, que buscará otra forma de vida menos peligrosa.
Menciona el artículo el
caso de una pareja de Nueva York que compró un departamento en Miami Beach, en
el 2011, con la intención de quedarse un década, pero las constantes
inundaciones la hicieron cambiar de parecer. Vendieron el departamento a un
francés y se regresaron a Nueva York. Sus amigos los criticaron, al principio,
pero dadas las graves inundaciones sufridas, hicieron lo mismo.
Por la parte de las
elevadas temperaturas y sequías en estados como Texas, la proporción de tierras
de cultivo disminuirá y también hará que se den emigraciones masivas de gente
que ya no pueda habitar ciertos lugares por excesivo calor y que tampoco tenga
trabajo si se dedica a la decreciente actividad agrícola en varias zonas. El
calor extremo será otro factor para expulsar a gente de lugares que sean, de
plano, inhabitables, como en ciudades en donde el efecto isla de calor mantenga varios meses temperaturas superiores a 40ºC,
como en Sídney, Australia (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/10/el-irreversible-y-catastrofico.html).
No sólo se irá gente de
los estados más golpeados por el calor, pues un estudio señala que un tercio de
los condados más pobres, se espera que pierdan aún más sus ingresos, un 20%, si
no se reducen drásticamente las emisiones de gases efecto invernadero, como el
CO2.
En tanto que la gente
más adinerada, se espera que se mude al norte o al occidente.
Ciudades como Phoenix,
que son un verdadero infierno en verano, verán también fuertes emigraciones de
sus ciudadanos, sobre todo los más acomodados.
Como se ve, el cambio
climático tiene “solución” para los grupos acomodados, no así para los pobres,
quienes toda su vida se la tendrán que arreglar entre inundaciones, sequías y
altas temperaturas.
Eso llevará a que las
zonas del noroeste de EU eleven su población a un 9%, en tanto que el sur,
perderá un 8% de habitantes, sobre todo de los que puedan hacer el cambio.
Y en todo este ir y
venir, a pocos sitios se le han otorgado fondos públicos para cambiarse, como
fue el caso de la comunidad de la Isla de Jean Charles, en Luisiana, que fue la
primera que recibió fondos públicos para reubicarse. Como esa isla está siendo
engullida por el mar, todos se fueron a vivir a una granja de caña, distante 48
kilómetros de la costa.
Lo mismo están buscando
hacer algunas comunidades de Alaska, dado que el derretimiento del hielo está
exponiendo sus tierras. Y, aunque los fondos públicos concedidos son pocos aún,
lo están logrando.
Y es que resulta caro
financiar públicamente a gente que desee cambiar su lugar de residencia, del
orden de $200,000 a un millón de dólares por persona. Si trece millones de
ciudadanos quisieran moverse, costaría al erario público $13 billones de
dólares ($13,000,000,000,000), inalcanzable para muchos condados y ciudades,
así que será mayoritariamente, un esfuerzo personal, si es que puede
realizarse.
El artículo concluye
que EU no está para nada preparado para el catastrófico cambio climático. Y,
como siempre, vendrán las lamentaciones cada que surja el siguiente, más
extremo mega huracán, la larga sequía o la muy intensa ola de calor.
En otro artículo, se
analizan los problemas por los que pasan trabajadores agrícolas de Medford,
condado de Oregón, quienes, por los constantes fuegos forestales, deben de
emplear mascarillas, además de que trabajan menos por el humo y reciben menor
paga o no pueden trabajar, cuando el mencionado humo es muy denso (ver: https://www.theguardian.com/environment/2018/oct/05/leaving-the-west-wildfires-smoke-heat).
Esos incendios se
intensificarán a medida que las sequías en esos sitios se alarguen, la
vegetación se reseque y descuidos o cualquier cosa los provoquen, siendo cada
vez más devastadores, como el que tuvo lugar recientemente en California, que
destruyó el pueblo de Paradise (ver: https://earther.gizmodo.com/what-happens-after-an-entire-town-burns-to-the-ground-1830441990?utm_source=gizmodo_newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=2018-11-15).
Se cita el caso de una
persona, un ex marine, que vive en una zona, antes paradisiaca, ahora, la mayor
parte del año, cubierta con humo provocado por los constantes incendios
forestales. El hombre, de 64 años, tiene enfermedad pulmonar obstructiva crónica
(EPOC), y todo el tiempo debe de usar un tanque de oxígeno. No sale de su
cabaña si hay humo y si sólo se asoma a la puerta, necesita una máscara
antigás, además de su oxígeno. Ya tiene considerado seriamente vender su
propiedad y mudarse.
Un matrimonio que vivió
17 años en Seattle, como el esposo es de Nueva Zelanda, decidieron mudarse
allá, pues los días en que el humo lo cubre todo, también por incendios
forestales, van en aumento. El marido dice que en Nueva Zelanda, las cosas
están mejor.
De acuerdo con los
investigadores, el humo producido por incendios forestales se duplicará para
mediados de siglo y se triplicará para el 2100. O sea, parecerá buena parte de
EU un infierno de bosques ardientes y humo inundándolo todo.
Otra mujer, que se fue
a vivir a Oregón por el sol y el paisaje, está arrepentida, pues debe de
limitar sus salidas en sus caballos por el humo y el tizne constante,
comparable a las contaminadas ciudades chinas. “Pero si te vas al medio oeste,
tienes sequías. Si te vas a la cosa este, tienes huracanes y elevación del mar,
tormentas severas. Ni a cuál irle”, dice.
Lo mismo sucede con la
periodista FreeLancer, Cally Carswell, quien vive en Santa Fe, Nuevo México, en
donde los inviernos son cada vez más cortos y la nieve, las pocas veces que
cae, apenas cubre las montañas, pero se derrite al otro día, y no alcanza a
llegar a tierras bajas.
Conforme pase el
tiempo, el problema se agravará y para muchos que no puedan cambiarse de sitio
de residencia, incluso, será fatal.
Finalmente, todos los
humanos, junto con el planeta, habremos de ser afectados de una u otra manera
por el cambio climático, algo que al capitalismo salvaje y sus egoístas
apoyadores, los poderes fácticos que lo sostienen, les importa un soberano
bledo.
Contacto: studillac@hotmail.com