miércoles, 23 de enero de 2019

Los muy temibles “centros de reeducación” chinos


Los muy temibles “centros de reeducación” chinos
Por Adán Salgado Andrade

China, en estos momentos, es noticia porque logró que una sonda espacial se pudiera posar en la parte oculta de la Luna (ver: https://www.theguardian.com/science/2019/jan/11/total-success-china-broadcasts-images-far-side-moon-chang-e-4).
Incluso, logró germinar ya una semilla de algodón, que sería la primera planta que crezca en la luna, otra, llamémosle, proeza (ver: https://edition-m.cnn.com/2019/01/15/asia/china-moon-cotton-intl/index.html?r=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F).
Eso lo ha logrado gracias a su anárquico crecimiento económico que no ha respetado sus recursos, ni la calidad de su medio ambiente, de entre los más contaminados del planeta. (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2011/01/el-sobrevalorado-y-anarquico.html).
Combinado aquél con un relativo, nostálgico avance científico, pues pareciera que, en muchas cosas, China vuelve al pasado tecnológico, pues los viajes a la luna, por ejemplo, como el que acaba de efectuar, incluso tripulados, los hizo Estados Unidos en los años 1970’s.
En cuanto a la contaminación, la prestigiada periodista Chai Jing, produjo por su cuenta el documental Under the Dome, en el que narra la grave polución del aire de su país, bajo su propia experiencia, ya que al embarazarse, su hija nació con un tumor en un pulmón, ocasionado por partículas suspendidas y otros contaminantes. Gracias a una operación, su hija pudo vivir normalmente, pero a Jing la hizo tomar conciencia de la gravedad de ese problema y por eso lo denunció con el documental, el cual ha empleado como su bandera de lucha  (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2017/06/la-creciente-y-letal-contaminacion-china.html).   
Todo eso es el moderno, muy contaminado y depredador, lado tecnológico y económico de China, muy contrastante con el autoritarismo de su autocracia que, desde la “revolución cultural china”, ha mantenido un control férreo de todos los ciudadanos. Como señala el prestigiado escritor chino Yu Hua en su libro China in ten words, allí, los que protestan contra esa cerrazón política, exigiendo una apertura, no son considerados activistas, sino, simplemente, “revoltosos” y cuando se les juzga y encierra, no se les considera “presos políticos”, sino “refugiados de la ley”, pues “no respetan” los códigos legales existentes (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2013/09/china-autoritarismo-capitalismo-salvaje.html).
Y ese es el lado oculto de China, el que muchos países no evidencian por temor a afectar las relaciones comerciales con ese país, que, ya mencioné, aplica medidas muy represivas a todo aquel ciudadano chino que proteste contra el autoritarismo o que disienta de considerarse chino, como veremos.
En la región de Xinjiang, habitada mayoritariamente por musulmanes, se han dado protestas desde hace algunos años, exigiendo la secesión de China, las que se han acompañado de aislados “actos de terrorismo”, balaceras, autobuses incendiados – que ahora, hasta se dudaría de que hayan sido auténticos, pues algunos “gobiernos” autoritarios de otros países han recurrido a simulaciones “terroristas”, con tal de ejercer una mayor represión entre sus ciudadanos –, los que se han tomado como pretexto para ejercer una brutal represión sobre todo aquél que no tenga raíces chinas en esa región.
Se han creado, así, los “campos de reeducación”.
El prestigiado diario inglés The Guardian realizó una investigación sobre esos centros, llevada a cabo por la periodista Lily Kuo, con muchos problemas, pues, como declara, la gente está muy aprehensiva y se rehúsa a platicar con extranjeros por temor a ser encarcelados también, como la gente que permanece en esos eufemísticamente llamados “centros de reeducación” (ver: https://www.theguardian.com/world/2019/jan/11/if-you-enter-a-camp-you-never-come-out-inside-chinas-war-on-islam).
Tan sólo por preguntar a la gente y tomar algunas fotos del exterior de ese “centro de reeducación”, Kuo fue apresada por la policía por algunas horas y le revisaron su cámara, así como su celular, aunque no fue mucho lo que averiguó. Le dijeron que “sí se permite” el trabajo de periodistas, pero que debe de “pedir permiso” a la municipalidad más cercana, cosa que ella niega, pues no es así. Sin embargo, con su artículo, ya se comienza a despejar el férreo hermetismo con el que operan esos centros.      
Como dije, son lugares para “reeducar” a minorías musulmanas, sobre todo uigures, quienes buscan su autonomía. Se les considera, casi a la mayoría, como contrarios a los “principios de la patria”, así que se deben de “adoctrinar” en ellos tales “principios”, con tal que dejen de ser un “peligro” para China.
Uno de esos centros se llama “Centro de entrenamiento de habilidades vocacionales número 1”, que se encuentra en el condado de Luopu y que de acuerdo con gente que ha estado allí, son traumatizantes los métodos usados para “reeducar”, incluyendo torturas y otros castigos y muy posiblemente, hasta mueran algunos de los internos.
Kuo no pudo entrar a ese centro de “reeducación”, el que no es, según le “informaron”, ni escuela, ni prisión, pero habló con gente que tiene allí a algún familiar o a varios, y, muy recelosamente, le comentaron que les han dicho que la forma en que los tratan es muy estricta, llegando, como menciono antes, hasta a la tortura.
Mucha gente de etnia musulmana, mejor ha tratado de irse, pero pocos lo logran. Platicó Kuo con una familia uigur, en donde uno solo de los hijos tenía un pasaporte y quería que su madre viajara con él, pero ella le dijo que no, que mejor se quedaba para cuidar de su familia y que esperaba que todo mejorara en uno o dos años. Sin embargo, su hijo le dijo a Kuo que él no creía que mejoraran las cosas.
En Xinjiang viven unos 20 millones de personas, casi todas de origen musulmán, que mayoritariamente son uigures, pero también hay kazajos, hui y otras minorías musulmanas. Y desde que comenzó la represión china, por cualquier cosa se le considera a alguien sospechoso. Algunos, tan sólo por haber recibido mensajes musulmanes o profesar su religión, han sido detenidos y enviados a esa especie de campos de concentración.
En los centros o, más bien, cárceles, se les enseña el chino, a amar al comunismo, los valores chinos... adoctrinamiento puro, pues, y algún oficio para cuando salgan, si es que lo hacen, puedan trabajar.
Dice Kuo que la gente está más asustada y es más hermética que en alguna ocasión anterior que fue, hace unos años. En algunas casas, encima de las entradas, hay unos signos con estrellas rojas, lo que indica que son familias “modelo”, o sea, que temen y aman a China.
Todo ese adoctrinamiento y los “centros de reeducación”, o sea, campos de concentración, recuerdan mucho lo que, de alguna forma, hizo Hitler, en su momento, controlar a las masas, “educarlas”, crear ciudadanos “modelo”, con su nazismo y, los que se rehusaban, iban a parar a los, igualmente temibles, campos de concentración. China lo hace con su “comunismo”.
Como señalé, antes otros países o no se metían o no sabían sobre ello, pero ahora ya están exigiendo a China que informe sobre esos centros y que permita a delegaciones internacionales ver y certificar qué se hace allí.
Hay ocho centros de detención en Luopu, un condado rural de unas 280,000 personas. China quiere acomodar en esos 8 centros a 12000 “estudiantes”, casi 7% de la población adulta o el 11% de toda la población masculina. También se van a gastar 44 millones de dólares en “control de estabilidad” y 300,000 más en sistemas de vigilancia, 6000 policías y puntos de chequeo.
No sólo sucede allí, sino en otros sitios en donde hay minorías musulmanas, en los cuales China ha doblado el presupuesto para controlarlos, a pesar de que ya comienza a entrar en una fase económica recesiva, como finalmente sucede con todos los países que han abrazado a ultranza al capitalismo salvaje.
Vaya forma de combatir al multietnicismo. No repara en gastos la mafia china en el poder, pues un estudio conducido por investigadores australianos, mostró que en 28 de esos campos de concentración – yo los llamaría así –, el presupuesto se disparó 465% desde el 2016, el mayor crecimiento dado.
Al parecer, China querrá “reeducar” a todos los que no sean chinos de origen. Hasta a los imanes locales se les incluye, a quienes se les pagan 4200 yuanes al año (600 dólares) para que desincentiven a los musulmanes a ir a peregrinaciones a la Meca. Se contratan a policías entre los musulmanes (claro, para alienarlos y que sean más duros con sus paisanos, como Estados Unidos hace al poner “pochos” en la Border Patrol) y les pagan 4100 yuanes al mes (605 dólares), para que estén contentos.
En Luopu, fuera de los centros de detención, a los uigures se les somete a fuerte revisión, deben de mostrar sus identificaciones, se les escanea todo el cuerpo, se revisan sus vehículos y así.
A un habitante de Luopu, llamado Abdulla Erkin, uigur, que vivía en el norte de Xinjiang, su familia le dijo que se quedara allá, pues allí en Luopu era peor cada día, como también se lo dijo su hermana, que trabaja en una oficina pública.
La ciudad de Hotan, es de las más combativas para la secesión de China y ha sido la más reprimida, dice Darren Byler, un conferencista de la Universidad de Washington, experto en el tema. Los habitantes de Luopu “libres”, son manipulados para que canten himnos patrióticos chinos y sean “ejemplo” de docilidad. Como indica Kuo, toda la gente está muy espantada, no quieren ni hablar, sobre todo con extranjeros. Y ni saben por qué han detenido a sus familiares.
Esos son, pues, los grandes centros de “reeducación” chinos, otro producto “revolucionario” de ese país, que con obras o cosas de tal envergadura, se jacta de ser “muy revolucionario”.
Sí, China logró llegar al lado oculto de la luna, pero ¿alguna vez revelará la cara oculta de su represivo régimen?