Los muy temibles “centros de reeducación” chinos
Por Adán Salgado Andrade
China, en estos momentos, es noticia porque logró que una sonda
espacial se pudiera posar en la parte oculta de la Luna (ver: https://www.theguardian.com/science/2019/jan/11/total-success-china-broadcasts-images-far-side-moon-chang-e-4).
Incluso, logró germinar ya una semilla de algodón,
que sería la primera planta que crezca en la luna, otra, llamémosle, proeza
(ver: https://edition-m.cnn.com/2019/01/15/asia/china-moon-cotton-intl/index.html?r=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F).
Eso lo ha logrado gracias a su anárquico crecimiento
económico que no ha respetado sus recursos, ni la calidad de su medio ambiente,
de entre los más contaminados del planeta. (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2011/01/el-sobrevalorado-y-anarquico.html).
Combinado aquél con un relativo, nostálgico avance científico, pues
pareciera que, en muchas cosas, China vuelve al pasado tecnológico, pues los
viajes a la luna, por ejemplo, como el que acaba de efectuar, incluso
tripulados, los hizo Estados Unidos en los años 1970’s.
En cuanto a la contaminación, la prestigiada
periodista Chai Jing, produjo por su cuenta el documental Under the Dome, en el que narra la grave polución del aire de su
país, bajo su propia experiencia, ya que al embarazarse, su hija nació con un
tumor en un pulmón, ocasionado por partículas suspendidas y otros contaminantes.
Gracias a una operación, su hija pudo vivir normalmente, pero a Jing la hizo
tomar conciencia de la gravedad de ese problema y por eso lo denunció con el
documental, el cual ha empleado como su bandera de lucha (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2017/06/la-creciente-y-letal-contaminacion-china.html).
Todo eso es el moderno, muy contaminado y
depredador, lado tecnológico y económico de China, muy contrastante con el
autoritarismo de su autocracia que, desde la “revolución cultural china”, ha
mantenido un control férreo de todos los ciudadanos. Como señala el prestigiado
escritor chino Yu Hua en su libro China
in ten words, allí, los que protestan contra esa cerrazón política,
exigiendo una apertura, no son considerados activistas, sino, simplemente,
“revoltosos” y cuando se les juzga y encierra, no se les considera “presos
políticos”, sino “refugiados de la ley”, pues “no respetan” los códigos legales
existentes (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2013/09/china-autoritarismo-capitalismo-salvaje.html).
Y ese es el lado oculto de China, el que muchos
países no evidencian por temor a afectar las relaciones comerciales con ese
país, que, ya mencioné, aplica medidas muy represivas a todo aquel ciudadano
chino que proteste contra el autoritarismo o que disienta de considerarse
chino, como veremos.
En la región de Xinjiang, habitada mayoritariamente
por musulmanes, se han dado protestas desde hace algunos años, exigiendo la secesión
de China, las que se han acompañado de aislados “actos de terrorismo”,
balaceras, autobuses incendiados – que ahora, hasta se dudaría de que hayan
sido auténticos, pues algunos “gobiernos” autoritarios de otros países han
recurrido a simulaciones “terroristas”, con tal de ejercer una mayor represión
entre sus ciudadanos –, los que se han tomado como pretexto para ejercer una brutal
represión sobre todo aquél que no tenga raíces chinas en esa región.
Se han creado, así, los “campos de reeducación”.
El prestigiado diario inglés The Guardian realizó una investigación sobre esos centros, llevada
a cabo por la periodista Lily Kuo, con muchos problemas, pues, como declara, la
gente está muy aprehensiva y se rehúsa a platicar con extranjeros por temor a
ser encarcelados también, como la gente que permanece en esos eufemísticamente
llamados “centros de reeducación” (ver: https://www.theguardian.com/world/2019/jan/11/if-you-enter-a-camp-you-never-come-out-inside-chinas-war-on-islam).
Tan sólo por preguntar a la gente y tomar algunas
fotos del exterior de ese “centro de reeducación”, Kuo fue apresada por la
policía por algunas horas y le revisaron su cámara, así como su celular, aunque
no fue mucho lo que averiguó. Le dijeron que “sí se permite” el trabajo de periodistas,
pero que debe de “pedir permiso” a la municipalidad más cercana, cosa que ella
niega, pues no es así. Sin embargo, con su artículo, ya se comienza a despejar
el férreo hermetismo con el que operan esos centros.
Como dije, son lugares para “reeducar” a minorías musulmanas, sobre
todo uigures, quienes buscan su autonomía. Se les considera, casi a la mayoría,
como contrarios a los “principios de la patria”, así que se deben de
“adoctrinar” en ellos tales “principios”, con tal que dejen de ser un “peligro”
para China.
Uno de esos centros se llama “Centro de entrenamiento de habilidades
vocacionales número 1”, que se encuentra en el condado de Luopu y que de
acuerdo con gente que ha estado allí, son traumatizantes los métodos usados
para “reeducar”, incluyendo torturas y otros castigos y muy posiblemente, hasta
mueran algunos de los internos.
Kuo no pudo entrar a ese centro de “reeducación”, el que no es, según
le “informaron”, ni escuela, ni prisión, pero habló con gente que tiene allí a
algún familiar o a varios, y, muy recelosamente, le comentaron que les han
dicho que la forma en que los tratan es muy estricta, llegando, como menciono
antes, hasta a la tortura.
Mucha gente de etnia musulmana, mejor ha tratado de irse, pero pocos lo
logran. Platicó Kuo con una familia uigur, en donde uno solo de los hijos tenía
un pasaporte y quería que su madre viajara con él, pero ella le dijo que no,
que mejor se quedaba para cuidar de su familia y que esperaba que todo mejorara
en uno o dos años. Sin embargo, su hijo le dijo a Kuo que él no creía que
mejoraran las cosas.
En Xinjiang viven unos 20 millones de personas, casi todas de origen
musulmán, que mayoritariamente son uigures, pero también hay kazajos, hui y
otras minorías musulmanas. Y desde que comenzó la represión china, por cualquier
cosa se le considera a alguien sospechoso. Algunos, tan sólo por haber recibido
mensajes musulmanes o profesar su religión, han sido detenidos y enviados a esa
especie de campos de concentración.
En los centros o, más bien, cárceles, se les enseña el chino, a amar al
comunismo, los valores chinos... adoctrinamiento puro, pues, y algún oficio
para cuando salgan, si es que lo hacen, puedan trabajar.
Dice Kuo que la gente está más asustada y es más hermética que en
alguna ocasión anterior que fue, hace unos años. En algunas casas, encima de
las entradas, hay unos signos con estrellas rojas, lo que indica que son familias
“modelo”, o sea, que temen y aman a China.
Todo ese adoctrinamiento y los “centros de reeducación”, o sea, campos
de concentración, recuerdan mucho lo que, de alguna forma, hizo Hitler, en su
momento, controlar a las masas, “educarlas”, crear ciudadanos “modelo”, con su
nazismo y, los que se rehusaban, iban a parar a los, igualmente temibles,
campos de concentración. China lo hace con su “comunismo”.
Como señalé, antes otros países o no se metían o no sabían sobre ello, pero
ahora ya están exigiendo a China que informe sobre esos centros y que permita a
delegaciones internacionales ver y certificar qué se hace allí.
Hay ocho centros de detención en Luopu, un condado rural de unas
280,000 personas. China quiere acomodar en esos 8 centros a 12000
“estudiantes”, casi 7% de la población adulta o el 11% de toda la población
masculina. También se van a gastar 44 millones de dólares en “control de
estabilidad” y 300,000 más en sistemas de vigilancia, 6000 policías y puntos de
chequeo.
No sólo sucede allí, sino en otros sitios en donde hay minorías
musulmanas, en los cuales China ha doblado el presupuesto para controlarlos, a
pesar de que ya comienza a entrar en una fase económica recesiva, como
finalmente sucede con todos los países que han abrazado a ultranza al
capitalismo salvaje.
Vaya forma de combatir al multietnicismo. No repara en gastos la mafia
china en el poder, pues un estudio conducido por investigadores australianos,
mostró que en 28 de esos campos de concentración – yo los llamaría así –, el
presupuesto se disparó 465% desde el 2016, el mayor crecimiento dado.
Al parecer, China querrá “reeducar” a todos los que no sean chinos de
origen. Hasta a los imanes locales se les incluye, a quienes se les pagan 4200
yuanes al año (600 dólares) para que desincentiven a los musulmanes a ir a
peregrinaciones a la Meca. Se contratan a policías entre los musulmanes (claro,
para alienarlos y que sean más duros con sus paisanos, como Estados Unidos hace
al poner “pochos” en la Border Patrol)
y les pagan 4100 yuanes al mes (605 dólares), para que estén contentos.
En Luopu, fuera de los centros de detención, a los uigures se les
somete a fuerte revisión, deben de mostrar sus identificaciones, se les escanea
todo el cuerpo, se revisan sus vehículos y así.
A un habitante de Luopu, llamado Abdulla Erkin, uigur, que vivía en el
norte de Xinjiang, su familia le dijo que se quedara allá, pues allí en Luopu
era peor cada día, como también se lo dijo su hermana, que trabaja en una
oficina pública.
La ciudad de Hotan, es de las más combativas para la secesión de China
y ha sido la más reprimida, dice Darren Byler, un conferencista de la
Universidad de Washington, experto en el tema. Los habitantes de Luopu “libres”,
son manipulados para que canten himnos patrióticos chinos y sean “ejemplo” de
docilidad. Como indica Kuo, toda la gente está muy espantada, no quieren ni
hablar, sobre todo con extranjeros. Y ni saben por qué han detenido a sus
familiares.
Esos son, pues, los grandes centros de “reeducación” chinos, otro
producto “revolucionario” de ese país, que con obras o cosas de tal
envergadura, se jacta de ser “muy revolucionario”.
Sí, China logró llegar al lado oculto de la luna, pero ¿alguna vez
revelará la cara oculta de su represivo régimen?
Contacto: studillac@hotmail.com