El tóxico y mortal calentamiento global
por Adán Salgado Andrade
El calentamiento global
es un problema mundial irreversible y creciente, provocado por tantas
contaminantes actividades que el capitalismo salvaje ha impuesto para seguir
existiendo, aunque sea en estado agónico. No sólo quiere morirse, sino
arrastrarnos a todos, incluyendo al planeta entero (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/10/el-irreversible-y-catastrofico.html).
Y dando por hecho que
es un fenómeno que irá empeorando, en lo que nos quede de existencia, como
especie depredadora, los que puedan, se irán “adaptando”, pues de lo contrario,
irán muriendo ante los embates de un clima cada vez más caliente y mortal.
Recientemente, la
publicación RollingStone publicó un
artículo, firmado por Jeff Goodell, en el que refiere los efectos que
temperaturas de hasta 45º C o más, pueden provocar en el medio ambiente y,
sobre todo, en la salud humana, muy vulnerable, para la cual, más de 35º C
llegan a ser mortales (ver: https://www.rollingstone.com/culture/culture-features/climate-crisis-goodell-survive-extreme-heat-875198/).
Describe un día
cualquiera de verano, con temperaturas calcinantes de 46.1º C o más, en
Phoenix, Arizona, la cual, de por sí, es desértica, pero que, con el calentamiento
global, ha empeorado su situación climática. En un día así, el aire se siente
“sólido, una capa llena de ozono y de calor. Usted lo siente radiando del
asfalto por sus pies. Las paradas de autobuses, se convierten en hornos de
convección. Los vuelos pueden demorarse en el Aeropuerto Internacional Sky
Harbor, pues los aviones no pueden tomar suficiente impulso por el delgado aire
caliente. En las oficinas de gobierno, en donde la entrada del edificio está
decorada con un gigantesco emblema del Sol (el emblema de Arizona), los
trabajadores toman su lunch en el lobby, en lugar de arriesgarse a irse a los
restaurantes cercanos. En las afueras de la ciudad, las líneas eléctricas
zigzaguean y suenan, recargadas de electrones, pues la demanda de aire
acondicionado sube, poniendo a la totalidad de la red eléctrica a su límite.
Durante una onda de calor en Arizona, la electricidad no es algo que se desee o
no tener, es una herramienta para sobrevivir”.
Muy claramente el
párrafo anterior describe lo que es vivir en una ciudad o lugar en donde no se
puede prescindir de cosas como el aire acondicionado o el agua, con tal de
mantenerse frescos o, al menos, a una temperatura no mortal. Especialmente, el
primero, es ya vital. Por desgracia, su uso intensivo empeora las cosas, pues
además de que un aparato para enfriar el aire emplea mucha electricidad, la de
cuatro refrigeradores – electricidad que, para producirse, dependiendo de cómo
se genere, produce mucho CO2 –, despide aire caliente al funcionar,
el que sube la temperatura ambiente. De hecho, en Phoenix, tanto aire
acondicionado que se usa, eleva uno o dos grados la temperatura por las noches
(ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/09/el-fresco-aire-acondicionado-agrava-el.html).
Como señala Goodell,
con altas temperaturas, la gente muere, sobre todo, los más viejos, los más
jóvenes, los enfermos… pero, mucho más, siendo pobres, pues no podrán acceder a
aire acondicionado o a agua refrigerada, indispensables para mantener la
temperatura corporal en un estado adecuado. El calor extremo ocasiona ataques
cardiacos y embolias. Y es algo que ya será frecuente, inevitable. “Desde los
1960’s, el número promedio de ondas de calor anuales se ha triplicado en 50 de
las ciudades más grandes de Estados Unidos (EU). Y se han vuelto más mortales.
El año pasado (2018) hubo 181 muertes ocasionadas por calor extremo en Arizona,
en el condado de Maricopa. De acuerdo con los Centros para el Control y
Prevención de las Enfermedades, entre el 2004 y el 2017, alrededor de un cuarto
de todas las muertes relacionadas con el clima fueron provocadas por calor
extremo, mucho más que otros desastres naturales, tales como huracanes o
tornados”.
Por lo cual, es algo
que se irá incrementando, tanto el calor, así como las muertes que irá
ocasionando. No es algo nuevo que ondas de calor maten a tanta gente – se han
dado en todas partes, no sólo en EU, sino en Europa, Canadá, Rusia y otros
países –, pero lo que sí es – o era – inusual, es que ya sean tan frecuentes,
incluso en países que solían tener temperaturas templadas a frías.
El problema se agrava,
pues, señala Goodell, aún no sabemos a lo que nos enfrentamos, sobre todo, en
vista de que las altas temperaturas están acelerándose y están ocasionando
efectos que, se pensaba, sucederían, por lo menos, en el 2050. Huracanes como
el Katrina, que golpeó en el 2005 a Nueva Orleans, provocando casi 2000 muertos
y daños materiales superiores a cien mil millones de dólares – lo que mostró
cuan impreparada estaba esa ciudad para un evento así –, no serán únicos, sino
que cada vez se darán con mayor frecuencia. Por ejemplo, estuvieron a nada,
varias ciudades costeras de EU, de ser golpeadas por el huracán Dorian, el
cual, sí ocasionó severos estragos en Bahamas, dejando sin casa a más de 70 mil
personas y, por lo menos, 45 muertos (ver: https://www.jornada.com.mx/2019/09/10/mundo/026n2mun).
En una ciudad ya muy
afectada por el calor extremo, como Phoenix, podría suceder, igualmente, otra
catástrofe. Como le explicó Mikhail Chester a Goodell, director del Centro
Metis de Ingeniería para Sustentabilidad e Infraestructura de la Universidad de
Arizona, “el riesgo de una catástrofe ocasionada por el calor, se incrementa
con cada año”.
Y esa catástrofe
comenzaría, por ejemplo, con un apagón, que podría ser generado por una
sobrecarga, un incendio, una estación que estallara. “En el 2011, un trabajador
que estaba haciendo unas tareas de mantenimiento, cerca de Yuma, inhabilitó una
línea eléctrica de 500 kilovatios, lo cual dejó sin electricidad a millones de
personas por doce horas, incluyendo casi toda la ciudad de San Diego,
ocasionando pérdidas económicas por 100 millones de dólares. Un súper apagón en
Phoenix costaría mucho más, en todo, señala Chester”.
En efecto, una ciudad
sin electricidad es hasta una trampa mortal para millones. En Arizona, por
ejemplo, dejarían de funcionar los imprescindibles aires acondicionados. He
vacacionado en ese estado algunas veces y, sobre todo, en verano, en efecto, al
entrar a donde se esté viviendo, parece como si se metiera uno a un sauna, pues
en el interior de las viviendas, se incrementa todavía más la temperatura. Eso,
porque muchos sitios deben de estar muy aislados, para que se aproveche mejor
el aire acondicionado, sobre todo en edificios. Sin aire acondicionado, son
verdaderas trampas de calor, mortales, si se pasa uno mucho tiempo sin ese
vital servicio.
Como ya el aire
acondicionado en ciudades así es realmente una necesidad, ni imaginar que sería
en cines, centros comerciales, oficinas públicas si un apagón se diera. Por
supuesto, en las casas, en donde hubiera gente mayor o enferma, el aire
acondicionado y el agua muy fría son vitales para que, como ya señalé, se mantenga
la temperatura corporal adecuada.
Hemos hecho a las
ciudades tan artificialmente sustentadas, que si se dejara a una ciudad tan
gigantesca, como la ciudad de México, sin electricidad, sin agua y sin drenaje
por una semana, habría cientos de muertos.
Goodell enumera otros
problemas que generaría un apagón en Phoenix, como que no habría agua potable,
pues las bombas no la harían circular, los hospitales se llenarían de gente
afectada por golpes de calor, que no podrían atender, justo por la falta de electricidad
y agua. “Si hubiera incendios en los bosques, el aire se tornaría pesado,
difícil de respirar. Si el apagón durante una onda de calor se alargara mucho,
comenzarían a darse peleas, robos e incendios”.
Sí, pues en un evento
extremo, la gente no reacciona adecuadamente,
sino que busca saciar sus necesidades o, cuando mucho, la de sus familias, se
pierde la solidaridad, la cortesía y los valores humanos. Véase, por ejemplo,
cuando luego de un huracán, por extremo que sea, que haya destruido muchas
casas, edificios, autos… luego de unos días, comienzan los robos, no la
solidaridad. Por eso, hasta a soldados ponen a cuidar las ruinas que hayan
quedado de casas y comercios.
Y los muertos serían
miles, como le dijo Chester a Goodell. “Y es más una situación de cuando se dará,
no, si es que sucederá”, afirma tajante aquél.
El calentamiento global
es principalmente ocasionado por tanta actividad humana, pues casi todas
implican la combustión. Como esa combustión se ha hecho por décadas mediante
combustibles fósiles, se han generado millones y millones de toneladas de CO2,
metano y otros gases que ascienden a las capas de la atmósfera y atrapan el
calor – de ahí que se les haya aplicado el nombre de gases efecto invernadero.
Por desgracia, las depredadoras petroleras, que ya desde los años 1970’s habían
advertido que el uso desmedido de combustibles fósiles agravaría mucho más
rápidamente el cambio climático, prefirieron callar, con tal de seguir haciendo
muy buenos negocios, dado que el empleo de tales combustibles aumentaba
considerablemente cada año, al incrementarse autos, fábricas, cocinas… y,
acordemente, las ganancias (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/09/las-mafiosas-empresas-petroleras.html).
Así que ahora estamos
viviendo multiplicadamente los efectos de tanta codicia, insensibilidad, el
simple deseo de acumular y acumular ganancias.
Por ello es que la
joven activista Greta Thunberg ha protestado, y lo sigue haciendo, por tanta
inacción y codicia, por parte de las mafias en el poder mundiales, políticas y
empresariales, las que sólo buscan su muy personal interés, a costa de seguir
depredando el planeta y seguir matando a gente, animales, insectos y plantas.
Un efecto más del calentamiento global es la pérdida de biodiversidad (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/la-perdida-de-biodiversidad-la-perdida.html).
Ya es un problema
irreversible, como señala el científico Michael Mann, que describe al
calentamiento global como una curva normal que se angosta, más y más, en la
cual, nos situamos en la parte más caliente, la parte central, pero los eventos
calurosos extremos serán más frecuentes. Y no sólo se dan las altas temperaturas,
sino que al derretirse el hielo global, sube el nivel del mar, los huracanes
son cada vez más intensos, cambian los patrones de las lluvias… en fin, un
verdadero, impredecible caos. La Organización Mundial de la Salud predice que
debido al cambio climático, habrá entre el 2030 y el 2050, 38 mil muertes
adicionales cada año, a las que ya se están dando. “Un estudio reciente,
publicado por Nature Climate Change,
halló que para el 2100, si las emisiones continúan creciendo – como seguramente
lo harán –, 74% de la población estará expuesta a ondas de calor tan severas
como para matar. Hay una correlación entre las ondas de calor y las muertes que
ocasionan, pues entre más ondas de calor se den, habrá muchos más muertos”.
Y esas ondas de calor
se generan, no sólo por las altas temperaturas, sino que, como la diferencia de
temperaturas entre los polos y el resto del planeta se va contrayendo, las
corrientes de aire están cambiando, no siguen ya la senda típica, conocida como
ondas Rossby, debidas al giro del planeta. Mann señala que, como por las altas
temperaturas, el gradiente de la temperatura se iguala, las corrientes de aire
se estancan, atrapando al calor y creando lo que él llama “grandes domos de
calor”. Así de grave está la cosa. Es de esperarse que en un mundo ya muy
caliente, ni siquiera corrientes de aire haya.
Obviamente, hay mucha
preocupación por empresas que necesitan que la gente salga, ande al aire libre,
como los parques temáticos de Disney, compañía muy seriamente “contrariada”. En
Alemania, se ha impuesto límite de velocidad en las autobahn, por temor a que
el camino se deformara por el calor. Bueno, hasta al ejército estadounidense ha
afectado el alza de las temperaturas, habiendo gastado mil millones de dólares
durante la pasada década, debido a trabajo perdido, reentrenamiento, y cuidados
médicos, además de que “afectará la habilidad del Departamento de Defensa para
defender a la nación y entraña riesgos inmediatos a la seguridad nacional”. Sí,
pues, por ejemplo, sus aviones, tanques y vehículos de combate fallan mucho en
el desierto, con temperaturas de 40 grados o más, que son las que imperarán en
un mundo caliente.
Los incendios
forestales ya serán algo común y su combustión incrementará el calentamiento.
Como puede verse, las altas temperaturas detonan otros problemas que
contribuyen a su incremento. Por eso, como señalo arriba, ya es impredecible
qué más consecuencias globales tendrán las altas temperaturas.
Los hábitats de plantas
y animales se están modificando, forzando a varias especies a adaptarse o
morir. La ONU estima que más de un millón de especies están en riesgo de
extinción en las décadas por venir.
“Hay un conmocionante,
no registrado, fundamental cambio en la habitabilidad de muchos lugares,
incluyendo los Estados Unidos”, señala el científico Peter Gleick, cofundador
del Pacific Institute, en California. Eso significa que muchos países completos
ya estarán muy calientes al final del siglo, como para que la gente siga
habitándolos, como en Pakistán, India, el sur de Asia, entre otros.
Cada año es el “más
caliente”. Este 2019, ha roto nuevamente records y julio “ha sido el mes
caliente que haya tenido la humanidad en su historia”. Pero no terminará allí,
pues se romperán records.
Un problema adicional
es que el calentamiento se está acelerando en más en los polos, pues allí se
acumulan mucho más los gases que lo ocasionan. Como el hielo se está
derritiendo rápidamente, se exponen tierras y aguas, antes cubiertos por aquél.
Eso ocasiona que la refracción de la luz solar ya no se dé y, al contrario, se
absorba. Además, se liberará materia orgánica que producirá metano, gas cuatro
veces más absorbente de calor que el CO2, con lo que el
calentamiento empeorará (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/el-acelerado-derretimiento-del-artico-y.html).
Por otro lado,
Groenlandia también se está derritiendo rápidamente y los bosques polares, por
la resequedad, se están incendiando. Tan sólo en este año, más de cien han
ocurrido y han soltado más de cien toneladas de gases que atrapan al calor.
Los efectos de huracanes
cada vez más potentes y devastadores, aún no se estiman del todo, pero están
afectando las necesarias corrientes marinas, deteniéndolas en lo que duran
activos, así como la vida en los océanos, pues al agitar el agua, envían plancton,
nutrientes, calor y CO2 que andan en la superficie, al fondo oceánico.
El CO2, incrementa la acidez del agua y el calor superficial,
enviado al fondo, contribuye a incrementar todavía más el calentamiento marino
(ver: https://www.wired.com/story/hurricanes-may-be-reshaping-big-parts-of-the-ocean/).
Si no se evita que la
temperatura global no pase de dos grados centígrados para el 2050, los daños
serán peores. Como al capitalismo salvaje le interesan sólo los negocios, esa
meta será casi imposible de conseguir. Quedó demostrado con la reunión
climática que se hizo recientemente en Nueva York, en donde Greta Thunberg
exigió que ya hagan algo las mafias en el poder que dominan al mundo y que
dejen de hacer planes que no se cumplen. A pesar del coraje con el que demandó
acción, en realidad, ningún país se comprometió seriamente a realizar acciones
radicales, como China, que fue muy vago en sus metas y, claro, EU, quien
tampoco se comprometió (ver: https://www.jornada.com.mx/2019/09/24/mundo/022n1mun).
Tanto calor,
incrementará las muertes anuales de personas incapaces de resistir las altas
temperaturas. “Un reciente reporte de la Universidad de Bristol estimó que con
5.4º F de calentamiento extra, alrededor de 5800 personas morirían cada año en
Nueva York, 2500 en los Ángeles y 2300 en Miami. La relación entre calor y
mortalidad es clara. Entre más se caliente el planeta, más gente morirá”.
Enseguida, Goodell
explica que el calor se produce por la vibración de moléculas y que, entre más
vibran aquéllas, más calor se produce. El Sol quema hidrógeno, a una
temperatura de 5540º C y esa reacción envía vastas cantidades de energía al
espacio y al planeta. Todas esas son vibraciones de moléculas de hidrógeno.
Cuando llegan al planeta, chocan con objetos y eso las incrementa. Es lo que
sentimos cuando decimos que “está haciendo más calor”.
La temperatura interna
corporal es de 37º C. Una persona sana la conserva hasta ciertos límites, principalmente
dentro del rango de 14 a 22º C. Cuando la temperatura ambiente comienza a
incrementarse, hasta el punto de empezar a ser calurosa, más de 25º C, nuestro
cuerpo suda, pues, de esa forma, la temperatura corporal de 37º C se mantiene.
Expulsamos agua por los vasos capilares. Pero para que el mecanismo sea
efectivo, el ambiente debe de estar seco, pues si está húmedo, el aire no puede
absorber nuestro sudor y allí comienzan las complicaciones.
Pero, también, si sudamos
demasiado, nos deshidratamos. Una persona promedio contiene unos 40 litros de
agua. “En un día caluroso, cuando el cuerpo se esfuerza por no sobrecalentarse,
una persona fácilmente pierde un litro de agua por el sudor cada hora. Cuando
el cuerpo pierde un litro de agua, las funciones básicas comienzan a fallar
(nos sentimos cansados, por ejemplo). Cuando perdemos cinco litros, la fatiga y
el mareo comienzan. Diez litros menos, el oído y la visión se alteran y quizá
la persona sufra un desmayo, condición que se conoce como estrés de calor”. En
una situación así, ni siquiera tomar mucha agua ayuda. “Al subir la temperatura
del cuerpo, éste trata de enfriarse bombeando más y más sangre a los vasos
capilares bajo la piel. El corazón late más rápido, el pecho presiona y el
pulso se eleva. Al perder el cuerpo agua, la sangre se espesa y es más difícil
que circule. Cuando la temperatura corporal llega a 40º C o más, el metabolismo
bajará a nivel de sobrevivencia, como medida de emergencia para deshacerse del
calor excesivo. Eventualmente, los órganos vitales no podrán resistir y el
sistema neurológico comienza a colapsarse. A 40.5º C, el cuerpo está en serios
problemas. El cerebro se hincha, ocasionando alucinaciones y convulsiones. Las
pupilas se dilatan y se fijan. El cuerpo ya no suda y la piel se siente
caliente y seca al toque. En ese punto, si la temperatura corporal no es bajada
de inmediato, mediante medidas urgentes, tales como cubrirlo de hielo o
sumergirlo en agua fría, la persona puede morir por golpe de calor”.
Y justo eso lo que les
sucede a las personas que mueren por las altas temperaturas. Pero no terminan
allí los efectos de días muy calurosos. Señala Goodell que “los impactos
psicológicos del calor extremo son evidentes para cualquiera que se haya
sentido atontado en un día caluroso. Pero los impactos van más allá de sentirse
atontado. Cuando las temperaturas suben, los índices de suicidios pueden crecer
a la par de los producidos por las recesiones económicas. Algunos aspectos de
la cognición son alterados. El rendimiento escolar declina, de acuerdo con un
estudio que muestra que aquél se afecta en cinco medidas de la función
cognitiva, incluyendo los tiempos de reacción y la memoria”. Eso es muy claro,
pues no podemos rendir en un trabajo intelectual, si la temperatura ambiente
supera, ya no digamos, los 30º C, sino los 40º C (lo contrario, el frío
extremo, tampoco nos permite realizar una actividad intelectual, si no lo
controlamos). Véanse teniendo que estudiar para un difícil examen, sudando
copiosamente, con 30º C o más de temperatura. Muy difícil o imposible.
Y en los aspectos
sociales, el calor también es responsable del aumento de la violencia. Nada más
hay que ver que, en un caluroso día, por los problemas de tráfico extremo, algún
automovilista se le cierre a otro. Eso generará un altercado que desencadenará,
muchas veces, violencia, incluso, mortal (que alguno esté armado, saque su arma
y dispare al otro). Sobre eso, señala Goodell que “La conexión entre calor y
violencia es particularmente extraño. ‘Hay creciente evidencia de un mecanismo
psicológico que es impactado por el calor, aunque no podemos decir exactamente
cómo se produce’, dice Solomon Hsiang, profesor de política pública en la
Universidad de Berkeley. Algunos científicos especulan que las altas
temperaturas afectan a neurotransmisores cerebrales, lo que resulta en menores
niveles de serotonina, que conduce a comportamiento agresivo. Así que las
crecientes temperaturas también afectan la química cerebral. Un estudio mostró
que los policías son más dados a disparar a intrusos, durante ejercicios de
entrenamiento, cuando lo hacen en un día caliente”. Vaya dato, pues si de por
sí la brutalidad policiaca, en todo el mundo, ya es una constante, que se
incremente con el calor, es peor.
Los conflictos bélicos
en zonas desérticas, se incrementan por el calor, como halló el profesor Andrew
Shaver, de la Universidad de California, quien analizó estadísticas de
conflictos en Irak y Afganistán, llegando a la conclusión de que los ataques
con bombas y rifles de asalto se incrementan por las altas temperaturas.
Otro estudio predice
que para el 2099, en EU habría 22,000 asesinatos adicionales a los que ya hay,
180,000 violaciones y 3.76 millones de robos y vandalismos.
Arizona, a diferencia
de otros estados, nada ha hecho para prepararse contra el calor, señala Goodell.
Podría, por ejemplo, generar más electricidad de la luz solar, pero a pesar de
ser el estado más soleado de todo Estados Unidos, sólo 6.5% de su energía
eléctrica se debe al sol. Y eso es porque la compañía que le surte dicha
electricidad, ha derrotado cualquier intento legal por emplear más luz solar
para generar electricidad. Claro, así como las petroleras, se opone a cualquier
medida que pueda dañar sus ganancias.
Además, con el nefasto
Trump en la presidencia, se han frenado todo tipo de programas destinados a
menguar el calentamiento global, pues, comenzando por aquél, se niega que el
calentamiento global exista o que, si existe, sea ocasionado por el hombre.
Las ciudades son las
que más se calentarán, pues por tanto concreto y asfalto con que son
construidas, materiales que absorben calor, se crea el efecto “isla de calor”,
que puede incrementar en dos grados o más la temperatura de dichas ciudades.
Sólo recordemos los meses más calientes, como abril o mayo, que la ciudad de
México se convierte en un horno, con 30º C o más (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/10/el-irreversible-y-catastrofico.html).
Como ese calor
absorbido por construcciones y asfalto tarda en disiparse, el calor nocturno
aumenta, pues se guarda en las construcciones. Entonces, para muchas personas,
sobre todo, las más vulnerables y pobres, en las noches, en que pudieran
remediar las altas temperaturas, es peor y es cuando mueren. Y como las áreas
verdes disminuyen, menos rápido se disipa el calor.
Las áreas verdes, en
todo el planeta, son sustituidas aceleradamente por concreto. Ya, en volumen,
supera el concreto a las áreas verdes planetarias. Tenemos, literalmente, selvas
de concreto (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/06/el-ironicamente-destructivo-concreto.html).
La falta de árboles en
Phoenix, agudiza el problema del calentamiento, sigue refiriendo Goodell. Los
árboles crean un microclima, cuya temperatura es menor. Véanlo cuando pasen
bajo árboles, en un día caluroso, se siente la diferencia de temperaturas.
Como siempre, dice
Goodell, la gente se “adapta”, en lugar de buscar soluciones ecológicas. Y en
Phoenix, eso se hace, teniendo dinero suficiente para pagar el recibo de la
electricidad consumida mensualmente, pues es vital para contar con aire
acondicionado, sin el cual, hasta es mortal. Casi el 90% de casas en esa ciudad
cuentan con aire acondicionado, que es tan necesario, como tener baño o agua.
No sólo en Arizona,
sino en muchos lugares del planeta, no se podrá ya vivir sin los enfriadores de
aire (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/09/el-fresco-aire-acondicionado-agrava-el.html).
Claro que es una “solución”
para quienes puedan pagar las caros recibos de la luz, no para personas pobres,
de clase trabajadora. Goodell platicó con Leonor Juárez, una mujer de Phoenix,
que se dedica a cuidar a gente mayor. Para tener aire acondicionado, debe de
pagar alrededor de 500 dólares mensuales, más caros que la renta de su departamento.
Madre soltera, apenas si saca lo suficiente para pagar la luz, la renta y la
alimentación de su hijo y ella. Podrán no comer muy bien, dice, pero no puede
dejar de pagar la luz, para poner a funcionar el aire acondicionado durante la
noche, por unas horas. Para contar con la electricidad, compra una tarjeta
prepagada, que inserta en un lector del medidor de luz y con eso, pone a
funcionar el vital aire acondicionado.
Por desgracia, gente
que no puede pagarlo, hasta se muere, como sucedió con Stephanie Pullman, una
mujer de la tercera edad. Ganaba menos de mil dólares al mes. De esos, pagaba
casi 180 de electricidad. Un día, se retrasó en el pago y la mezquina empresa
le cortó la electricidad. Una semana más tarde fue hallada muerta, debido a
calor excesivo.
Como dije, los pobres
son los más vulnerables a morir por ondas de calor. Y varias personas pobres
mueren en Phoenix por ese motivo.
Goodell conoció a
integrantes de una organización social que auxilia a personas indigentes con
agua y hielo, para que se refresquen y logren sobrevivir.
Sin embargo, llegará el
momento en que hasta personas con recursos mueran por calor, porque tuvieran
que salir de compras, y que el brutal calor los fulminara.
Ese es, pues, el
infierno que ya creamos en este planeta que se calienta.
Pero no entendemos y
seguimos depredándolo, cortando árboles, quemando bosques, contaminando océanos
y sintiéndonos impugnables. Veo con tristeza como en muchos lugares que frecuento,
se talan árboles sólo porque “estorban con sus raíces a las banquetas”. La gente
que los corta tan inmisericordemente, se está cortando también su existencia.
La soberbia no nos
permite ver que con todas esas infames acciones no estamos solamente destruyendo
al planeta, sino que nos destruimos a nosotros mismos.
Y lo veremos cuando
comencemos a caer muertos por millones. ¿Sólo así entenderemos?
Contacto: studillac@hotmail.com