domingo, 6 de octubre de 2019

El tóxico y mortal calentamiento global


El tóxico y mortal calentamiento global
por Adán Salgado Andrade

El calentamiento global es un problema mundial irreversible y creciente, provocado por tantas contaminantes actividades que el capitalismo salvaje ha impuesto para seguir existiendo, aunque sea en estado agónico. No sólo quiere morirse, sino arrastrarnos a todos, incluyendo al planeta entero (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/10/el-irreversible-y-catastrofico.html).
Y dando por hecho que es un fenómeno que irá empeorando, en lo que nos quede de existencia, como especie depredadora, los que puedan, se irán “adaptando”, pues de lo contrario, irán muriendo ante los embates de un clima cada vez más caliente y mortal.
Recientemente, la publicación RollingStone publicó un artículo, firmado por Jeff Goodell, en el que refiere los efectos que temperaturas de hasta 45º C o más, pueden provocar en el medio ambiente y, sobre todo, en la salud humana, muy vulnerable, para la cual, más de 35º C llegan a ser mortales (ver: https://www.rollingstone.com/culture/culture-features/climate-crisis-goodell-survive-extreme-heat-875198/).
Describe un día cualquiera de verano, con temperaturas calcinantes de 46.1º C o más, en Phoenix, Arizona, la cual, de por sí, es desértica, pero que, con el calentamiento global, ha empeorado su situación climática. En un día así, el aire se siente “sólido, una capa llena de ozono y de calor. Usted lo siente radiando del asfalto por sus pies. Las paradas de autobuses, se convierten en hornos de convección. Los vuelos pueden demorarse en el Aeropuerto Internacional Sky Harbor, pues los aviones no pueden tomar suficiente impulso por el delgado aire caliente. En las oficinas de gobierno, en donde la entrada del edificio está decorada con un gigantesco emblema del Sol (el emblema de Arizona), los trabajadores toman su lunch en el lobby, en lugar de arriesgarse a irse a los restaurantes cercanos. En las afueras de la ciudad, las líneas eléctricas zigzaguean y suenan, recargadas de electrones, pues la demanda de aire acondicionado sube, poniendo a la totalidad de la red eléctrica a su límite. Durante una onda de calor en Arizona, la electricidad no es algo que se desee o no tener, es una herramienta para sobrevivir”.
Muy claramente el párrafo anterior describe lo que es vivir en una ciudad o lugar en donde no se puede prescindir de cosas como el aire acondicionado o el agua, con tal de mantenerse frescos o, al menos, a una temperatura no mortal. Especialmente, el primero, es ya vital. Por desgracia, su uso intensivo empeora las cosas, pues además de que un aparato para enfriar el aire emplea mucha electricidad, la de cuatro refrigeradores – electricidad que, para producirse, dependiendo de cómo se genere, produce mucho CO2 –, despide aire caliente al funcionar, el que sube la temperatura ambiente. De hecho, en Phoenix, tanto aire acondicionado que se usa, eleva uno o dos grados la temperatura por las noches (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/09/el-fresco-aire-acondicionado-agrava-el.html).
Como señala Goodell, con altas temperaturas, la gente muere, sobre todo, los más viejos, los más jóvenes, los enfermos… pero, mucho más, siendo pobres, pues no podrán acceder a aire acondicionado o a agua refrigerada, indispensables para mantener la temperatura corporal en un estado adecuado. El calor extremo ocasiona ataques cardiacos y embolias. Y es algo que ya será frecuente, inevitable. “Desde los 1960’s, el número promedio de ondas de calor anuales se ha triplicado en 50 de las ciudades más grandes de Estados Unidos (EU). Y se han vuelto más mortales. El año pasado (2018) hubo 181 muertes ocasionadas por calor extremo en Arizona, en el condado de Maricopa. De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades, entre el 2004 y el 2017, alrededor de un cuarto de todas las muertes relacionadas con el clima fueron provocadas por calor extremo, mucho más que otros desastres naturales, tales como huracanes o tornados”.
Por lo cual, es algo que se irá incrementando, tanto el calor, así como las muertes que irá ocasionando. No es algo nuevo que ondas de calor maten a tanta gente – se han dado en todas partes, no sólo en EU, sino en Europa, Canadá, Rusia y otros países –, pero lo que sí es – o era – inusual, es que ya sean tan frecuentes, incluso en países que solían tener temperaturas templadas a frías.
El problema se agrava, pues, señala Goodell, aún no sabemos a lo que nos enfrentamos, sobre todo, en vista de que las altas temperaturas están acelerándose y están ocasionando efectos que, se pensaba, sucederían, por lo menos, en el 2050. Huracanes como el Katrina, que golpeó en el 2005 a Nueva Orleans, provocando casi 2000 muertos y daños materiales superiores a cien mil millones de dólares – lo que mostró cuan impreparada estaba esa ciudad para un evento así –, no serán únicos, sino que cada vez se darán con mayor frecuencia. Por ejemplo, estuvieron a nada, varias ciudades costeras de EU, de ser golpeadas por el huracán Dorian, el cual, sí ocasionó severos estragos en Bahamas, dejando sin casa a más de 70 mil personas y, por lo menos, 45 muertos (ver: https://www.jornada.com.mx/2019/09/10/mundo/026n2mun).
En una ciudad ya muy afectada por el calor extremo, como Phoenix, podría suceder, igualmente, otra catástrofe. Como le explicó Mikhail Chester a Goodell, director del Centro Metis de Ingeniería para Sustentabilidad e Infraestructura de la Universidad de Arizona, “el riesgo de una catástrofe ocasionada por el calor, se incrementa con cada año”.
Y esa catástrofe comenzaría, por ejemplo, con un apagón, que podría ser generado por una sobrecarga, un incendio, una estación que estallara. “En el 2011, un trabajador que estaba haciendo unas tareas de mantenimiento, cerca de Yuma, inhabilitó una línea eléctrica de 500 kilovatios, lo cual dejó sin electricidad a millones de personas por doce horas, incluyendo casi toda la ciudad de San Diego, ocasionando pérdidas económicas por 100 millones de dólares. Un súper apagón en Phoenix costaría mucho más, en todo, señala Chester”.
En efecto, una ciudad sin electricidad es hasta una trampa mortal para millones. En Arizona, por ejemplo, dejarían de funcionar los imprescindibles aires acondicionados. He vacacionado en ese estado algunas veces y, sobre todo, en verano, en efecto, al entrar a donde se esté viviendo, parece como si se metiera uno a un sauna, pues en el interior de las viviendas, se incrementa todavía más la temperatura. Eso, porque muchos sitios deben de estar muy aislados, para que se aproveche mejor el aire acondicionado, sobre todo en edificios. Sin aire acondicionado, son verdaderas trampas de calor, mortales, si se pasa uno mucho tiempo sin ese vital servicio.
Como ya el aire acondicionado en ciudades así es realmente una necesidad, ni imaginar que sería en cines, centros comerciales, oficinas públicas si un apagón se diera. Por supuesto, en las casas, en donde hubiera gente mayor o enferma, el aire acondicionado y el agua muy fría son vitales para que, como ya señalé, se mantenga la temperatura corporal adecuada.
Hemos hecho a las ciudades tan artificialmente sustentadas, que si se dejara a una ciudad tan gigantesca, como la ciudad de México, sin electricidad, sin agua y sin drenaje por una semana, habría cientos de muertos.
Goodell enumera otros problemas que generaría un apagón en Phoenix, como que no habría agua potable, pues las bombas no la harían circular, los hospitales se llenarían de gente afectada por golpes de calor, que no podrían atender, justo por la falta de electricidad y agua. “Si hubiera incendios en los bosques, el aire se tornaría pesado, difícil de respirar. Si el apagón durante una onda de calor se alargara mucho, comenzarían a darse peleas, robos e incendios”.
Sí, pues en un evento extremo, la gente no reacciona adecuadamente, sino que busca saciar sus necesidades o, cuando mucho, la de sus familias, se pierde la solidaridad, la cortesía y los valores humanos. Véase, por ejemplo, cuando luego de un huracán, por extremo que sea, que haya destruido muchas casas, edificios, autos… luego de unos días, comienzan los robos, no la solidaridad. Por eso, hasta a soldados ponen a cuidar las ruinas que hayan quedado de casas y comercios.
Y los muertos serían miles, como le dijo Chester a Goodell. “Y es más una situación de cuando se dará, no, si es que sucederá”, afirma tajante aquél.
El calentamiento global es principalmente ocasionado por tanta actividad humana, pues casi todas implican la combustión. Como esa combustión se ha hecho por décadas mediante combustibles fósiles, se han generado millones y millones de toneladas de CO2, metano y otros gases que ascienden a las capas de la atmósfera y atrapan el calor – de ahí que se les haya aplicado el nombre de gases efecto invernadero. Por desgracia, las depredadoras petroleras, que ya desde los años 1970’s habían advertido que el uso desmedido de combustibles fósiles agravaría mucho más rápidamente el cambio climático, prefirieron callar, con tal de seguir haciendo muy buenos negocios, dado que el empleo de tales combustibles aumentaba considerablemente cada año, al incrementarse autos, fábricas, cocinas… y, acordemente, las ganancias (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/09/las-mafiosas-empresas-petroleras.html).
Así que ahora estamos viviendo multiplicadamente los efectos de tanta codicia, insensibilidad, el simple deseo de acumular y acumular ganancias.
Por ello es que la joven activista Greta Thunberg ha protestado, y lo sigue haciendo, por tanta inacción y codicia, por parte de las mafias en el poder mundiales, políticas y empresariales, las que sólo buscan su muy personal interés, a costa de seguir depredando el planeta y seguir matando a gente, animales, insectos y plantas. Un efecto más del calentamiento global es la pérdida de biodiversidad (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/la-perdida-de-biodiversidad-la-perdida.html).
Ya es un problema irreversible, como señala el científico Michael Mann, que describe al calentamiento global como una curva normal que se angosta, más y más, en la cual, nos situamos en la parte más caliente, la parte central, pero los eventos calurosos extremos serán más frecuentes. Y no sólo se dan las altas temperaturas, sino que al derretirse el hielo global, sube el nivel del mar, los huracanes son cada vez más intensos, cambian los patrones de las lluvias… en fin, un verdadero, impredecible caos. La Organización Mundial de la Salud predice que debido al cambio climático, habrá entre el 2030 y el 2050, 38 mil muertes adicionales cada año, a las que ya se están dando. “Un estudio reciente, publicado por Nature Climate Change, halló que para el 2100, si las emisiones continúan creciendo – como seguramente lo harán –, 74% de la población estará expuesta a ondas de calor tan severas como para matar. Hay una correlación entre las ondas de calor y las muertes que ocasionan, pues entre más ondas de calor se den, habrá muchos más muertos”.
Y esas ondas de calor se generan, no sólo por las altas temperaturas, sino que, como la diferencia de temperaturas entre los polos y el resto del planeta se va contrayendo, las corrientes de aire están cambiando, no siguen ya la senda típica, conocida como ondas Rossby, debidas al giro del planeta. Mann señala que, como por las altas temperaturas, el gradiente de la temperatura se iguala, las corrientes de aire se estancan, atrapando al calor y creando lo que él llama “grandes domos de calor”. Así de grave está la cosa. Es de esperarse que en un mundo ya muy caliente, ni siquiera corrientes de aire haya.
Obviamente, hay mucha preocupación por empresas que necesitan que la gente salga, ande al aire libre, como los parques temáticos de Disney, compañía muy seriamente “contrariada”. En Alemania, se ha impuesto límite de velocidad en las autobahn, por temor a que el camino se deformara por el calor. Bueno, hasta al ejército estadounidense ha afectado el alza de las temperaturas, habiendo gastado mil millones de dólares durante la pasada década, debido a trabajo perdido, reentrenamiento, y cuidados médicos, además de que “afectará la habilidad del Departamento de Defensa para defender a la nación y entraña riesgos inmediatos a la seguridad nacional”. Sí, pues, por ejemplo, sus aviones, tanques y vehículos de combate fallan mucho en el desierto, con temperaturas de 40 grados o más, que son las que imperarán en un mundo caliente.
Los incendios forestales ya serán algo común y su combustión incrementará el calentamiento. Como puede verse, las altas temperaturas detonan otros problemas que contribuyen a su incremento. Por eso, como señalo arriba, ya es impredecible qué más consecuencias globales tendrán las altas temperaturas.
Los hábitats de plantas y animales se están modificando, forzando a varias especies a adaptarse o morir. La ONU estima que más de un millón de especies están en riesgo de extinción en las décadas por venir.
“Hay un conmocionante, no registrado, fundamental cambio en la habitabilidad de muchos lugares, incluyendo los Estados Unidos”, señala el científico Peter Gleick, cofundador del Pacific Institute, en California. Eso significa que muchos países completos ya estarán muy calientes al final del siglo, como para que la gente siga habitándolos, como en Pakistán, India, el sur de Asia, entre otros.
Cada año es el “más caliente”. Este 2019, ha roto nuevamente records y julio “ha sido el mes caliente que haya tenido la humanidad en su historia”. Pero no terminará allí, pues se romperán records.
Un problema adicional es que el calentamiento se está acelerando en más en los polos, pues allí se acumulan mucho más los gases que lo ocasionan. Como el hielo se está derritiendo rápidamente, se exponen tierras y aguas, antes cubiertos por aquél. Eso ocasiona que la refracción de la luz solar ya no se dé y, al contrario, se absorba. Además, se liberará materia orgánica que producirá metano, gas cuatro veces más absorbente de calor que el CO2, con lo que el calentamiento empeorará (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/el-acelerado-derretimiento-del-artico-y.html).
Por otro lado, Groenlandia también se está derritiendo rápidamente y los bosques polares, por la resequedad, se están incendiando. Tan sólo en este año, más de cien han ocurrido y han soltado más de cien toneladas de gases que atrapan al calor.
Los efectos de huracanes cada vez más potentes y devastadores, aún no se estiman del todo, pero están afectando las necesarias corrientes marinas, deteniéndolas en lo que duran activos, así como la vida en los océanos, pues al agitar el agua, envían plancton, nutrientes, calor y CO2 que andan en la superficie, al fondo oceánico. El CO2, incrementa la acidez del agua y el calor superficial, enviado al fondo, contribuye a incrementar todavía más el calentamiento marino (ver: https://www.wired.com/story/hurricanes-may-be-reshaping-big-parts-of-the-ocean/).    
Si no se evita que la temperatura global no pase de dos grados centígrados para el 2050, los daños serán peores. Como al capitalismo salvaje le interesan sólo los negocios, esa meta será casi imposible de conseguir. Quedó demostrado con la reunión climática que se hizo recientemente en Nueva York, en donde Greta Thunberg exigió que ya hagan algo las mafias en el poder que dominan al mundo y que dejen de hacer planes que no se cumplen. A pesar del coraje con el que demandó acción, en realidad, ningún país se comprometió seriamente a realizar acciones radicales, como China, que fue muy vago en sus metas y, claro, EU, quien tampoco se comprometió (ver: https://www.jornada.com.mx/2019/09/24/mundo/022n1mun).
Tanto calor, incrementará las muertes anuales de personas incapaces de resistir las altas temperaturas. “Un reciente reporte de la Universidad de Bristol estimó que con 5.4º F de calentamiento extra, alrededor de 5800 personas morirían cada año en Nueva York, 2500 en los Ángeles y 2300 en Miami. La relación entre calor y mortalidad es clara. Entre más se caliente el planeta, más gente morirá”.
Enseguida, Goodell explica que el calor se produce por la vibración de moléculas y que, entre más vibran aquéllas, más calor se produce. El Sol quema hidrógeno, a una temperatura de 5540º C y esa reacción envía vastas cantidades de energía al espacio y al planeta. Todas esas son vibraciones de moléculas de hidrógeno. Cuando llegan al planeta, chocan con objetos y eso las incrementa. Es lo que sentimos cuando decimos que “está haciendo más calor”.
La temperatura interna corporal es de 37º C. Una persona sana la conserva hasta ciertos límites, principalmente dentro del rango de 14 a 22º C. Cuando la temperatura ambiente comienza a incrementarse, hasta el punto de empezar a ser calurosa, más de 25º C, nuestro cuerpo suda, pues, de esa forma, la temperatura corporal de 37º C se mantiene. Expulsamos agua por los vasos capilares. Pero para que el mecanismo sea efectivo, el ambiente debe de estar seco, pues si está húmedo, el aire no puede absorber nuestro sudor y allí comienzan las complicaciones.
Pero, también, si sudamos demasiado, nos deshidratamos. Una persona promedio contiene unos 40 litros de agua. “En un día caluroso, cuando el cuerpo se esfuerza por no sobrecalentarse, una persona fácilmente pierde un litro de agua por el sudor cada hora. Cuando el cuerpo pierde un litro de agua, las funciones básicas comienzan a fallar (nos sentimos cansados, por ejemplo). Cuando perdemos cinco litros, la fatiga y el mareo comienzan. Diez litros menos, el oído y la visión se alteran y quizá la persona sufra un desmayo, condición que se conoce como estrés de calor”. En una situación así, ni siquiera tomar mucha agua ayuda. “Al subir la temperatura del cuerpo, éste trata de enfriarse bombeando más y más sangre a los vasos capilares bajo la piel. El corazón late más rápido, el pecho presiona y el pulso se eleva. Al perder el cuerpo agua, la sangre se espesa y es más difícil que circule. Cuando la temperatura corporal llega a 40º C o más, el metabolismo bajará a nivel de sobrevivencia, como medida de emergencia para deshacerse del calor excesivo. Eventualmente, los órganos vitales no podrán resistir y el sistema neurológico comienza a colapsarse. A 40.5º C, el cuerpo está en serios problemas. El cerebro se hincha, ocasionando alucinaciones y convulsiones. Las pupilas se dilatan y se fijan. El cuerpo ya no suda y la piel se siente caliente y seca al toque. En ese punto, si la temperatura corporal no es bajada de inmediato, mediante medidas urgentes, tales como cubrirlo de hielo o sumergirlo en agua fría, la persona puede morir por golpe de calor”.
Y justo eso lo que les sucede a las personas que mueren por las altas temperaturas. Pero no terminan allí los efectos de días muy calurosos. Señala Goodell que “los impactos psicológicos del calor extremo son evidentes para cualquiera que se haya sentido atontado en un día caluroso. Pero los impactos van más allá de sentirse atontado. Cuando las temperaturas suben, los índices de suicidios pueden crecer a la par de los producidos por las recesiones económicas. Algunos aspectos de la cognición son alterados. El rendimiento escolar declina, de acuerdo con un estudio que muestra que aquél se afecta en cinco medidas de la función cognitiva, incluyendo los tiempos de reacción y la memoria”. Eso es muy claro, pues no podemos rendir en un trabajo intelectual, si la temperatura ambiente supera, ya no digamos, los 30º C, sino los 40º C (lo contrario, el frío extremo, tampoco nos permite realizar una actividad intelectual, si no lo controlamos). Véanse teniendo que estudiar para un difícil examen, sudando copiosamente, con 30º C o más de temperatura. Muy difícil o imposible.
Y en los aspectos sociales, el calor también es responsable del aumento de la violencia. Nada más hay que ver que, en un caluroso día, por los problemas de tráfico extremo, algún automovilista se le cierre a otro. Eso generará un altercado que desencadenará, muchas veces, violencia, incluso, mortal (que alguno esté armado, saque su arma y dispare al otro). Sobre eso, señala Goodell que “La conexión entre calor y violencia es particularmente extraño. ‘Hay creciente evidencia de un mecanismo psicológico que es impactado por el calor, aunque no podemos decir exactamente cómo se produce’, dice Solomon Hsiang, profesor de política pública en la Universidad de Berkeley. Algunos científicos especulan que las altas temperaturas afectan a neurotransmisores cerebrales, lo que resulta en menores niveles de serotonina, que conduce a comportamiento agresivo. Así que las crecientes temperaturas también afectan la química cerebral. Un estudio mostró que los policías son más dados a disparar a intrusos, durante ejercicios de entrenamiento, cuando lo hacen en un día caliente”. Vaya dato, pues si de por sí la brutalidad policiaca, en todo el mundo, ya es una constante, que se incremente con el calor, es peor.
Los conflictos bélicos en zonas desérticas, se incrementan por el calor, como halló el profesor Andrew Shaver, de la Universidad de California, quien analizó estadísticas de conflictos en Irak y Afganistán, llegando a la conclusión de que los ataques con bombas y rifles de asalto se incrementan por las altas temperaturas.
Otro estudio predice que para el 2099, en EU habría 22,000 asesinatos adicionales a los que ya hay, 180,000 violaciones y 3.76 millones de robos y vandalismos.
Arizona, a diferencia de otros estados, nada ha hecho para prepararse contra el calor, señala Goodell. Podría, por ejemplo, generar más electricidad de la luz solar, pero a pesar de ser el estado más soleado de todo Estados Unidos, sólo 6.5% de su energía eléctrica se debe al sol. Y eso es porque la compañía que le surte dicha electricidad, ha derrotado cualquier intento legal por emplear más luz solar para generar electricidad. Claro, así como las petroleras, se opone a cualquier medida que pueda dañar sus ganancias.
Además, con el nefasto Trump en la presidencia, se han frenado todo tipo de programas destinados a menguar el calentamiento global, pues, comenzando por aquél, se niega que el calentamiento global exista o que, si existe, sea ocasionado por el hombre.
Las ciudades son las que más se calentarán, pues por tanto concreto y asfalto con que son construidas, materiales que absorben calor, se crea el efecto “isla de calor”, que puede incrementar en dos grados o más la temperatura de dichas ciudades. Sólo recordemos los meses más calientes, como abril o mayo, que la ciudad de México se convierte en un horno, con 30º C o más (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/10/el-irreversible-y-catastrofico.html).
Como ese calor absorbido por construcciones y asfalto tarda en disiparse, el calor nocturno aumenta, pues se guarda en las construcciones. Entonces, para muchas personas, sobre todo, las más vulnerables y pobres, en las noches, en que pudieran remediar las altas temperaturas, es peor y es cuando mueren. Y como las áreas verdes disminuyen, menos rápido se disipa el calor.
Las áreas verdes, en todo el planeta, son sustituidas aceleradamente por concreto. Ya, en volumen, supera el concreto a las áreas verdes planetarias. Tenemos, literalmente, selvas de concreto (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/06/el-ironicamente-destructivo-concreto.html).
La falta de árboles en Phoenix, agudiza el problema del calentamiento, sigue refiriendo Goodell. Los árboles crean un microclima, cuya temperatura es menor. Véanlo cuando pasen bajo árboles, en un día caluroso, se siente la diferencia de temperaturas.
Como siempre, dice Goodell, la gente se “adapta”, en lugar de buscar soluciones ecológicas. Y en Phoenix, eso se hace, teniendo dinero suficiente para pagar el recibo de la electricidad consumida mensualmente, pues es vital para contar con aire acondicionado, sin el cual, hasta es mortal. Casi el 90% de casas en esa ciudad cuentan con aire acondicionado, que es tan necesario, como tener baño o agua.
No sólo en Arizona, sino en muchos lugares del planeta, no se podrá ya vivir sin los enfriadores de aire (ver:  http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/09/el-fresco-aire-acondicionado-agrava-el.html).
Claro que es una “solución” para quienes puedan pagar las caros recibos de la luz, no para personas pobres, de clase trabajadora. Goodell platicó con Leonor Juárez, una mujer de Phoenix, que se dedica a cuidar a gente mayor. Para tener aire acondicionado, debe de pagar alrededor de 500 dólares mensuales, más caros que la renta de su departamento. Madre soltera, apenas si saca lo suficiente para pagar la luz, la renta y la alimentación de su hijo y ella. Podrán no comer muy bien, dice, pero no puede dejar de pagar la luz, para poner a funcionar el aire acondicionado durante la noche, por unas horas. Para contar con la electricidad, compra una tarjeta prepagada, que inserta en un lector del medidor de luz y con eso, pone a funcionar el vital aire acondicionado.
Por desgracia, gente que no puede pagarlo, hasta se muere, como sucedió con Stephanie Pullman, una mujer de la tercera edad. Ganaba menos de mil dólares al mes. De esos, pagaba casi 180 de electricidad. Un día, se retrasó en el pago y la mezquina empresa le cortó la electricidad. Una semana más tarde fue hallada muerta, debido a calor excesivo.
Como dije, los pobres son los más vulnerables a morir por ondas de calor. Y varias personas pobres mueren en Phoenix por ese motivo.
Goodell conoció a integrantes de una organización social que auxilia a personas indigentes con agua y hielo, para que se refresquen y logren sobrevivir.
Sin embargo, llegará el momento en que hasta personas con recursos mueran por calor, porque tuvieran que salir de compras, y que el brutal calor los fulminara.
Ese es, pues, el infierno que ya creamos en este planeta que se calienta.
Pero no entendemos y seguimos depredándolo, cortando árboles, quemando bosques, contaminando océanos y sintiéndonos impugnables. Veo con tristeza como en muchos lugares que frecuento, se talan árboles sólo porque “estorban con sus raíces a las banquetas”. La gente que los corta tan inmisericordemente, se está cortando también su existencia.
La soberbia no nos permite ver que con todas esas infames acciones no estamos solamente destruyendo al planeta, sino que nos destruimos a nosotros mismos.
Y lo veremos cuando comencemos a caer muertos por millones. ¿Sólo así entenderemos?

 
      Contacto: studillac@hotmail.com