martes, 29 de enero de 2019

Los refugiados climáticos


Los refugiados climáticos
Por Adán Salgado Andrade

Estimaciones recientes sobre el deshielo de Groenlandia han mostrado que ese continente de hielo está acelerando tal condición, debido al calentamiento global. Cada año, desde el 2002 y hasta el 2016, ha estado perdiendo del orden de 280 mil millones de toneladas de hielo, lo que ha incrementado el nivel del mar 0.0762 centímetros cada año. Y cuando todo ese hielo se derrita, el nivel de los mares subirá siete metros, lo que barrerá del mapa a varias ciudades y sitios costeños (ver: https://www.theguardian.com/world/2019/jan/21/greenland-ice-melting-faster-than-scientists-previously-thought-study).
Todo ello incrementará los problemas que ya estamos teniendo en todo el planeta, como huracanes más intensos, torrenciales lluvias, tifones y todo lo que implicará la subida en el nivel del mar. Claro que, por otro lado, eso irá acompañado en varios sitios de las consecuentes sequías, como sucede ya en Australia, país azotado desde hace varios años por una muy intensa, que ya hasta está acabando con lo que le queda de su agricultura (http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/01/la-muy-larga-y-severa-sequia-australiana.html).
La consecuencia directa de tanto trastorno climático, en el caso de lluvias y huracanes cada vez más intensos, es que muchas personas ya no podrán vivir en un sitio, ya sea porque, por ejemplo, se inunde frecuentemente por aquéllos o porque, a la larga, ese sitio se inundará para siempre en el cercano futuro.
El prestigiado diario inglés The Guardian ha publicado una serie de reportajes que muestran cómo en países como Estados Unidos (EU), por los “inusuales” fenómenos climatológicos, como los huracanes que azotaron a Texas, en el 2017, y los sucesivos del 2018, miles de personas perdieron su patrimonio y están pensando seriamente en mudarse a sitios más altos y “seguros”, pues de seguir en donde están, se repetirán frecuentemente los eventos climatológicos destructivos (ver: https://www.theguardian.com/environment/2018/sep/24/americas-era-of-climate-mass-migration-is-here?utm_source=eml&utm_medium=&utm_campaign=&CMP_TU=&CMP_BUNIT=&att5).
Cita el artículo, como ejemplo de lo que están pasando varios estadounidenses, a Elizabeth Boineau, quien vivía en Charleston, Carolina del Sur, y que su casa, de principios del siglo veinte, se le inundó en el 2017 y dos veces en el 2018. “No pude más. Estaba chapaleando sobre el agua que inundó mi casa y decidí mudarme a un condominio en un segundo piso, en donde, espero, no llegue el agua. Haber rehecho la casa me hubiera salido en 500 mil dólares, no, mejor compré en otro lado”. Y su caso es compartido por millones de estadounidenses, quienes habitan pueblos desde Alaska hasta Luisiana, que están moviéndose completamente a otros sitios.
El experto Jesse Keenan explica que no tiene parangón lo que está sucediendo en EU, en cuanto al cambio climático, de tanta gente que se está moviendo a otros lados. “Incluyendo todos los impactos que ha ocasionado el clima, puede decirse que esto duplica en problemas a la cazuela de polvo”, refiriéndose a la época de los 1930’s, cuando cuatro estados fueron azotados por una sequía severa, acompañada de fuertes vientos que arrastraban densas cantidades de polvo, lo cual ocasionó que 2.5 millones de personas emigraran a California (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Dust_Bowl).
Y se estima que para el fin del actual siglo 21 (si llegamos, claro), 13 millones de estadounidenses emigrarían de sus lugares de origen, sobre todo costeros, a sitios más altos. Estados como California, Nueva York, Luisiana, Nueva Jersey, entre otros, tendrán que lidiar con ciudadanos que migren de sus actuales lugares de residencia. El demógrafo Mat Hauer, quien encabeza el estudio, señala que aunque muchos podrán mudarse, los pobres no podrán hacerlo, así que son los que más sufrirán, pues tendrán que permanecer hasta donde puedan en sus lugares de origen, hasta que, de plano, ya sean éstos inhabitables.
El estudio sólo considera 1.8 metros del alza del nivel del mar, pero, como ya señalé, con el brutal, acelerado deshielo de Groenlandia, las predicciones empeorarán, pues el alza en dicho nivel será de siete metros. Pero para los 1.8 metros, se prevé que la zona costera de Florida, Carolina del Norte, Virginia y buena parte de Boston, se modificará, pues huracanes intensísimos como Irma, María y Harvey, del 2017 y Florence, del 2018, serán ya una constante, y sus daños serán más graves cada vez, incluso golpeando varias veces en un mismo año
Sin embargo, es un problema que en ese país, aun no se toma en serio, como señala Orrin Pilkey, profesor emérito de geología costera de la Universidad Duke. “Me abruma ver hordas de refugiados climáticos llegando a la ciudad, buscando trabajo y comida”. También señala que muchos de los refugiados climáticos serán gente de clase media, que buscará otra forma de vida menos peligrosa.
Menciona el artículo el caso de una pareja de Nueva York que compró un departamento en Miami Beach, en el 2011, con la intención de quedarse un década, pero las constantes inundaciones la hicieron cambiar de parecer. Vendieron el departamento a un francés y se regresaron a Nueva York. Sus amigos los criticaron, al principio, pero dadas las graves inundaciones sufridas, hicieron lo mismo.
Por la parte de las elevadas temperaturas y sequías en estados como Texas, la proporción de tierras de cultivo disminuirá y también hará que se den emigraciones masivas de gente que ya no pueda habitar ciertos lugares por excesivo calor y que tampoco tenga trabajo si se dedica a la decreciente actividad agrícola en varias zonas. El calor extremo será otro factor para expulsar a gente de lugares que sean, de plano, inhabitables, como en ciudades en donde el efecto isla de calor mantenga varios meses temperaturas superiores a 40ºC, como en Sídney, Australia (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/10/el-irreversible-y-catastrofico.html).
No sólo se irá gente de los estados más golpeados por el calor, pues un estudio señala que un tercio de los condados más pobres, se espera que pierdan aún más sus ingresos, un 20%, si no se reducen drásticamente las emisiones de gases efecto invernadero, como el CO2.
En tanto que la gente más adinerada, se espera que se mude al norte o al occidente.
Ciudades como Phoenix, que son un verdadero infierno en verano, verán también fuertes emigraciones de sus ciudadanos, sobre todo los más acomodados.
Como se ve, el cambio climático tiene “solución” para los grupos acomodados, no así para los pobres, quienes toda su vida se la tendrán que arreglar entre inundaciones, sequías y altas temperaturas.
Eso llevará a que las zonas del noroeste de EU eleven su población a un 9%, en tanto que el sur, perderá un 8% de habitantes, sobre todo de los que puedan hacer el cambio.
Y en todo este ir y venir, a pocos sitios se le han otorgado fondos públicos para cambiarse, como fue el caso de la comunidad de la Isla de Jean Charles, en Luisiana, que fue la primera que recibió fondos públicos para reubicarse. Como esa isla está siendo engullida por el mar, todos se fueron a vivir a una granja de caña, distante 48 kilómetros de la costa.
Lo mismo están buscando hacer algunas comunidades de Alaska, dado que el derretimiento del hielo está exponiendo sus tierras. Y, aunque los fondos públicos concedidos son pocos aún, lo están logrando.
Y es que resulta caro financiar públicamente a gente que desee cambiar su lugar de residencia, del orden de $200,000 a un millón de dólares por persona. Si trece millones de ciudadanos quisieran moverse, costaría al erario público $13 billones de dólares ($13,000,000,000,000), inalcanzable para muchos condados y ciudades, así que será mayoritariamente, un esfuerzo personal, si es que puede realizarse.
El artículo concluye que EU no está para nada preparado para el catastrófico cambio climático. Y, como siempre, vendrán las lamentaciones cada que surja el siguiente, más extremo mega huracán, la larga sequía o la muy intensa ola de calor.
En otro artículo, se analizan los problemas por los que pasan trabajadores agrícolas de Medford, condado de Oregón, quienes, por los constantes fuegos forestales, deben de emplear mascarillas, además de que trabajan menos por el humo y reciben menor paga o no pueden trabajar, cuando el mencionado humo es muy denso (ver: https://www.theguardian.com/environment/2018/oct/05/leaving-the-west-wildfires-smoke-heat).  
Esos incendios se intensificarán a medida que las sequías en esos sitios se alarguen, la vegetación se reseque y descuidos o cualquier cosa los provoquen, siendo cada vez más devastadores, como el que tuvo lugar recientemente en California, que destruyó el pueblo de Paradise (ver: https://earther.gizmodo.com/what-happens-after-an-entire-town-burns-to-the-ground-1830441990?utm_source=gizmodo_newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=2018-11-15).
Se cita el caso de una persona, un ex marine, que vive en una zona, antes paradisiaca, ahora, la mayor parte del año, cubierta con humo provocado por los constantes incendios forestales. El hombre, de 64 años, tiene enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), y todo el tiempo debe de usar un tanque de oxígeno. No sale de su cabaña si hay humo y si sólo se asoma a la puerta, necesita una máscara antigás, además de su oxígeno. Ya tiene considerado seriamente vender su propiedad y mudarse.
Un matrimonio que vivió 17 años en Seattle, como el esposo es de Nueva Zelanda, decidieron mudarse allá, pues los días en que el humo lo cubre todo, también por incendios forestales, van en aumento. El marido dice que en Nueva Zelanda, las cosas están mejor.
De acuerdo con los investigadores, el humo producido por incendios forestales se duplicará para mediados de siglo y se triplicará para el 2100. O sea, parecerá buena parte de EU un infierno de bosques ardientes y humo inundándolo todo.
Otra mujer, que se fue a vivir a Oregón por el sol y el paisaje, está arrepentida, pues debe de limitar sus salidas en sus caballos por el humo y el tizne constante, comparable a las contaminadas ciudades chinas. “Pero si te vas al medio oeste, tienes sequías. Si te vas a la cosa este, tienes huracanes y elevación del mar, tormentas severas. Ni a cuál irle”, dice.
Lo mismo sucede con la periodista FreeLancer, Cally Carswell, quien vive en Santa Fe, Nuevo México, en donde los inviernos son cada vez más cortos y la nieve, las pocas veces que cae, apenas cubre las montañas, pero se derrite al otro día, y no alcanza a llegar a tierras bajas.
Conforme pase el tiempo, el problema se agravará y para muchos que no puedan cambiarse de sitio de residencia, incluso, será fatal.
Finalmente, todos los humanos, junto con el planeta, habremos de ser afectados de una u otra manera por el cambio climático, algo que al capitalismo salvaje y sus egoístas apoyadores, los poderes fácticos que lo sostienen, les importa un soberano bledo.