La muy larga
y severa sequía australiana
Por Adán
Salgado Andrade
El calentamiento global
se está manifestando por un alza considerable de las temperaturas. Ya escribí
en un artículo anterior sobre el calentamiento global, que se profundiza más en
las grandes ciudades, por el efecto isla
de calor. También, en que en muchas de esas grandes ciudades, además del
incremento de la temperatura, el agua se está acabando. Y ya en varias urbes,
una temperatura de 50º C será “normal” en pocos años – o ya lo es (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/10/el-irreversible-y-catastrofico.html).
Como consecuencia de
todo ello, igualmente los incendios forestales cada vez son más intensos y
destructivos, pues se combina sequía con resequedad de la vegetación y fuertes
vientos, como el sucedido recientemente en California, el que consumió por
completo al pueblo de Paradise (ver: https://earther.gizmodo.com/what-happens-after-an-entire-town-burns-to-the-ground-1830441990?utm_source=gizmodo_newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=2018-11-15).
Hay que agregar las
sequías, como la que está afectando a buena parte del sur de Australia,
particularmente en el occidente de Queensland, en donde varias zonas han sido
declaradas “de sequías”. Eso se ha medido por la cantidad de agua que ha caído
en algunas, prácticamente nula, durante siete años. Son mediciones que se están
comparando con otros periodos, algunos muy lejanos, gracias a innovadoras
técnicas, por las cuales, los científicos han podido reconstruir los patrones
de lluvia de Australia para los pasados ochocientos años.
Y lo que se ha hallado
también es que toda Australia se ha calentado desde 1910 1º C. De todo ello,
dan cuenta varios artículos del prestigiado periódico inglés The Guardian (ver: https://www.theguardian.com/environment/ng-interactive/2018/oct/03/the-new-normal-how-climate-change-is-making-droughts-worse).
En el caso de las
sequías, señala el investigador Andrew King, de la Universidad de Melbourne,
ahora han empeorado, no sólo por la duración, sino porque mucha de la poca agua
que llueve se pierde en la atmósfera por evaporación, es decir, porque
Australia, de por sí, se está calentando más rápido.
La Oficina de
Meteorología de Australia vaticina que las sequías se incrementarán bastante en
el suroeste del país, las lluvias asociadas al invierno, la “estación fría”,
disminuirán, además de que en todo el territorio, la temperatura y la
evaporación irán al alza, así como los días muy calientes. En conclusión, las
condiciones de sequía y resequedad se agravarán en el cercano futuro. Será ya
“lo normal”, como vaticinan agencias y científicos (ver: https://www.theguardian.com/environment/2018/oct/04/this-drought-is-different-its-drier-and-hotter-and-getting-worse?utm_term=R3VhcmRpYW4gVG9kYXkgVUstMTgxMDA0&utm_source=esp&utm_medium=Email&utm_campaign=Guardian+Today+-+Collection&CMP=GT_collection).
Ahorita mismo, en
varios lugares de ese país, que ya está experimentando de primera mano lo que
estaremos viviendo en pocos años – allí será mucho peor, por supuesto –, hay
temperaturas de 6 a 22º C por encima de lo normal, imperando 45º C en buena
parte del territorio. En zonas de Sídney, la onda de calor llegará a los ¡49º
C, un verdadero infierno, pues a esa temperatura, el cuerpo humano comienza a,
literalmente, derretirse, no siendo un ambiente ya apropiado para la vida!
(ver: https://earther.gizmodo.com/australia-is-ending-2018-with-a-record-breaking-heat-wa-1831320854?).
Como ya mencioné antes,
ese intenso calor, también ha contribuido a más frecuentes y severos incendios
forestales. Y el empleo del aire acondicionado, sin el cual no sería posible
habitar ya muchos sitios del mundo, no sólo de Australia, contribuye a empeorar
el problema, pues emite más calor (ver nuevamente: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/10/el-irreversible-y-catastrofico.html).
La larga sequía,
acompañada del calentamiento global, está afectando severamente muchas zonas
agrícolas de Australia. En lugares como Brisbane, justamente en Queensland,
ganaderos están teniendo que vender su ganado, pues sin agua, tienen que gastar
más en alimento, dado que no hay pastos del que las reses se alimenten
naturalmente y también deben de adquirir el agua que beben.
Eso ha significado que
el trabajo y los ingresos se han reducido, para los que aún resisten, luego de
siete años de la severa sequía. Para los que no, ya vendieron todo, han debido
de cambiar de actividad y emigrado a otras partes de Australia, pues no hay
nada qué hacer en lugares tan secos, que ya ni cactus crecen y la tierra está
partida, perdida para siempre, como la zona agrícola que fue antes.
Los trabajadores también
han emigrado, pues no hay empleo en, otrora, prósperas zonas. El polvo lo
invade todo, hasta las esperanzas, indica el artículo. Es entendible, pues sin
agua, no hay vida y, encima, con el agravante del extremo calor, ya está el
negro futuro haciendo mella en algunas partes de Australia.
Y es lo que declaran
los mismos granjeros, que “la nueva norma parece ser que esto será más seco y
caliente con los años, con nuestras temperaturas promedio de verano. Y no diría
que el cambio climático no está sucediendo, sino que ya es una situación de
todo o nada para todo el país”, declara Rachelle Cameron, una granjera del
lugar, dando a entender que, si no se hace nada, todo el país se colapsará (ver:
https://www.theguardian.com/australia-news/2018/aug/04/australias-drought-crisis-and-farmers-stories-of-anxiety-fear-and-resilience).
Para tomarse en cuenta
su opinión, sobre todo porque es la gente del campo la que está mucho más al
tanto de los cambios climatológicos, por estar más en contacto con la
Naturaleza. Para tener un magro ingreso extra, Rachelle y su esposo han tenido
que sacrificar poco a poco a las reses que, digamos, “sobran” y procesar su
carne como cecina, ya que un paquete de 25 gramos se vende en 5 dólares
australianos. Es con inventiva e improvisación, con los que algunos granjeros
lograrán sobrevivir.
Todos los granjeros que
dieron sus testimonios declaran que, aunque siempre tuvieron periodos de
sequías, la actual, que, como señalé, ya lleva siete años en varios lugares, ha
sido la peor. De sus granjas viven la mayoría, pero actualmente han tenido que
reducir, como comento arriba, sus reses o sus borregos, pues tienen que comprar
más y más alimento al no haber pastos. Igualmente, deben de adquirir agua, pues
en muchas partes, las represas locales se secaron desde hace tiempo. Lo poco
que ganan de las reses que venden es para solventar la compra del alimento que
ya no pueden producir para alimentar a sus animales, así que varios están al
borde del colapso económico y no les ha quedado más que endeudarse.
El “gobierno”, muy
desinteresado en su situación, les presta dinero, pero muchos consideran que no
es una solución, pues si las cosas siguen como hasta ahora – y seguramente así
continuarán –, tendrán que vender todo, tierras, casas… cuanto poseen, para
pagar tales préstamos.
Los pocos que medio
sobreviven, ven con tristeza cómo otros no pueden más y ellos, por desgracia,
nada pueden hacer para ayudarlos, pues si lo hacen, correrían el riesgo de
llegar a ese nivel.
Una persona que habita
junto a una granja, que no vive del campo, dice que es tan grave la sequía, que
hasta canguros bajan de las zonas altas para comerse el poco pasto que hay en
las pocas casas o zonas que conservan algo. “Hasta ya se me olvidó cómo suena
la lluvia en los techos o en la tierra”, agrega.
Otra, señala que ha
visto pájaros, tales como pericos, caer muertos debido a que ya no pueden
soportar temperaturas de 47º C, además sin haber bebido agua. Incluso, árboles
nativos, muy resistentes, están muriendo, porque ya no hay ni siquiera agua
subterránea de la que puedan subsistir, a pesar de sus largas raíces.
Muchos granjeros estiman
que ya no hay nada qué hacer y que tendrán que dedicarse a otra cosa. Lo peor es
que consideran injusto que el mafioso gobierno no haga nada y que prefiera
apoyar a las industrias mineras, fábricas y constructoras, sobre todo porque
Australia ha optado, como muchos países, por apostar más a éstas y menos al
campo.
Eso es un error, pues,
como señalan los granjeros y ganaderos, ¿de dónde va a comer Australia?
Seguramente ese país va a hacer como México, que ha bajado sustancialmente su
producción de alimentos y, por absurdas políticas de las sucesivas mafias en el
poder, ha preferido más importarlos.
Muy malo, porque un
país que depende en demasía de otro para alimentarse, puede caer en una
situación de dependencia servil, como siempre ha hecho México ante Estados
Unidos, país que nos vende muchos alimentos vitales, como el maíz.
El periodista australiano
Greg Jericho critica la actitud del actual primer ministro, el señor Scott
Morrison, quien “se tomó la foto” junto a desesperados granjeros, a los que
prometió ayuda, pero nada ha hecho por ellos desde entonces, más interesado,
como dije antes, en que Australia desarrolle mayormente sus sectores
energético, industrial y constructivo. Y es que como actualmente el sector
agrícola australiano, incluyendo explotación forestal y pesca, es de tan sólo
2.5% del PIB (Producto Interno Bruto) de ese país, los insensibles “políticos”
no le dan la importancia adecuada. Ya ni las exportaciones agropecuarias de
Australia son tan importantes, pues en la actualidad, únicamente montan 15% del
total, a diferencia de los 1970’s, cuando eran el 50% del PIB.
Se sigue también en
Australia la tendencia de dar mayor importancia a los empleos urbanos, como los
industriales o los servicios y se está dejando morir al campo. Claro que, por
los citados problemas de sequía y calentamiento, tal vez se prefiera, como se
dice aquí, no meterle más dinero bueno al malo, pero es un hecho de que en
todos lados está sucediendo lo que en Australia, que la producción agropecuaria
disminuye a causa del calentamiento global.
Mientras tanto, se le da
más importancia a la producción de millones de celulares, autos, tablets,
laptops, ¡armas!... o a explotar energías fósiles muy sucias, como el fracking,
que, incluso, a pesar de que consume millones de litros de agua, ¡se quiere
desarrollar en Australia, a pesar de la sequía! De dónde sacarán, me pregunto,
toda el agua necesaria para explotar tan contaminante técnica.
Dudo mucho que en las
hambrunas que se avecinen, nos podamos comer un celular para no morir de
inanición.
¿No le teme a ese, cada
vez más cercano, escenario, este destructivo capitalismo salvaje?
Al parecer, no. Y ni le
importará que todo el planeta pueda convertirse, por el calentamiento global,
en un verdadero infierno en un, no muy lejano, futuro.
Contacto: studillac@hotmail.com