El irreversible y catastrófico calentamiento
global
Por Adán Salgado Andrade
Las acciones humanas,
decididas en todo momento para satisfacer los mezquinos intereses de un puñado
de empresas y barones del dinero del planeta, la vanguardia del capitalismo salvaje,
están llevando a extremos nunca antes vistos los efectos ocasionados por tanta
depredación y contaminación ambiental, a niveles tales, que muchos ya son
irreversibles (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/01/depredacion-ambiental-planetaria-accion.html).
Uno de ellos es el
calentamiento global, situación que está ocasionando todos los graves
desórdenes climáticos que ya estamos experimentando, muchos de los cuales se
esperaban en dos o tres décadas más, pero que ya se presentan y cada vez serán
más frecuentes.
Este año, por ejemplo,
la temporada de huracanes ha presentado varios muy intensos. Hace unas semanas,
en el océano Atlántico se formaron, casi al mismo tiempo, tres huracanes (ver: https://earther.gizmodo.com/oh-my-god-look-at-the-atlantic-ocean-right-now-1828936191?utm_source=gizmodo_newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=2018-09-10).
Uno de ellos el Florence, golpeó a Estados Unidos (EU),
en los estados de Carolina del Norte y carolina del sur y los estragos dejados
en ambas entidades han sido los peores y más destructivos sufridos antes. Ni el
huracán Katrina, del 2005, ni el Harvey, del 2017, han dejado tanta destrucción
(ver: https://earther.gizmodo.com/aerial-photos-reveal-the-devastation-left-by-florence-1829104928?utm_source=gizmodo_newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=2018-09-17).
Al mismo tiempo, el
tifón Mangkhut golpeó Filipinas, Hong Kong y el sur de China. Se considera una
de las peores tormentas del presente año y en muchas décadas. En Filipinas
ocasionó severas inundaciones, deslaves, cientos de construcciones destruidas y
66 víctimas, que quizá se incrementen, una vez que sean despejados todos los
deslizamientos de tierras que dejó. Hong Kong también fue severamente dañado,
dejando miles de edificio muy dañados. Incluso, se suspendieron todas las
actividades financieras que caracterizan a esa importante ciudad china, cuna de
estratégicas firmas bancarias y otros negocios. Y en el sureste de China,
arrasó con cosechas de arroz y de trigo, que estaban a punto de ser cosechadas
(ver: https://www.vox.com/2018/9/17/17869462/typhoon-mangkhut-philippines-hong-kong-china).
Japón fue tocado por
una depresión tropical y tres fuertísimos tifones (tifones y huracanes son
huracanes, pero se les llama huracán en el Atlántico y tifón en el Pacífico).
Los tifones Prapiroon, Maria y Jebi lo golpearon, provocando también severas
inundaciones (ver: https://earther.gizmodo.com/yet-another-powerful-typhoon-is-headed-toward-japan-1828740428?utm_source=gizmodo_newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=2018-09-01).
Otro potente tifón,
Trami, el octavo, también golpeó a Japón, que ha sufrido ya ocho tormentas,
incluidos los mencionados tifones. Es así la gravedad de los efectos del
desbalanceado clima mundial (ver: https://www.accuweather.com/en/weather-news/powerful-typhoon-trami-to-slam-japan-with-life-threatening-impacts/70006150).
México también es
afectado año con año. En el 2018, los estados de Chihuahua, Sonora y Sinaloa sufrieron
severas inundaciones en varias de sus ciudades y municipios, como en Culiacán,
en donde las lluvias inundaron varias zonas de la ciudad y dejaron cuatro
muertos (ver: https://www.jornada.com.mx/2018/09/21/estados/035n1est).
En la ciudad de México la
temporada de lluvias del 2018 fue intensa, siendo muchas de ellas
“excepcionales”, una, en septiembre, habiendo sido acompañada de una fuerte
granizada que, incluso, ocasionó un socavón (ver: https://www.jornada.com.mx/2018/09/23/capital/032n1cap).
Sin embargo, el otro
crítico aspecto lo constituyen las intensas ondas de calor que tienden a
extenderse cada año en más países, sobre todo en ciudades. El prestigiado
periódico The Guardian publicó
recientemente una serie de artículos en donde muestra varios aspectos sobre los
efectos que tanto calor deja en varios lugares del planeta.
Uno de ellos refiere
los problemas que está teniendo Australia, en donde la llamada “temporada de
incendios forestales” inició en invierno, y no en verano, como solía ser (ver: https://www.theguardian.com/cities/2018/aug/15/sydneys-bushfire-season-starts-in-winter-we-may-have-to-rethink-how-we-live).
Debido a que los
veranos son más calurosos, los incendios forestales se incrementan, y con
ellos, los peligros para le gente, que cada vez más y más se asienta en zonas
boscosas. Uno de esos habitantes da su testimonio. “Primero, se veía el
incendio en el horizonte y no pensamos que fuera importante, pero pronto
nuestra casa fue rodeada por las llamas. Le dije a mi esposa que era muy tarde para hacer algo y
nos teníamos que retirar”. Se refugiaron en un bunker a prueba de fuego, con su
perro, y escucharon cómo todo se quemaba y estallaba. En ese incendio, más de
200 casas se consumieron por las llamas. Normalmente la temporada de incendios
se ubica entre octubre y hasta marzo, pero este año se declaró mucho antes,
pues Australia ya padece un clima más seco y caluroso. La temporada comenzó en
agosto, o sea, a la mitad del invierno, el que comienza el primero de junio en
ese hemisferio.
Eso y, como señalé
arriba, el que más y más personas se establezcan en zonas boscosas, aumenta la
depredación de recursos, además de que los pone en mayor peligro.
Casi desde la primera
semana de agosto comenzaron los incendios y dos días después, ya había once,
incontrolables.
No solo comienzan antes
de temporada normal los incendios, sino que se extienden hasta abril. Declara
Rob Rogers, comisionado del Servicio Rural para el control de Incendios de New
South Wales que “no es ya temporada de incendios en abril, y aun así, tuvimos
un gran incendio en las afueras de Sídney”.
En cuanto a las altas
temperaturas que ya se dan, la Oficina Australiana de Meteorología, señaló que
el periodo de enero a julio del 2018 ha sido el periodo más caliente desde
1910. Rogers dice que las mortales olas de calor de Grecia y Norteamérica se
relacionan con la ola de calor australiana. “Puede decirse que el clima está
cambiando, así que más largas temporadas de incendios es algo que ya comenzamos
a experimentar”.
Los incendios se dan en
zonas arboladas, pero la tendencia de ir urbanizando más y más, ha llevado a un
mayor número de personas a vivir allí, por lo que los peligros crecen, pues no
sólo se queman arbustos, árboles o pastizales, sino manzanas completas de
casas, de donde se tiene que evacuar a cientos de habitantes, quienes pierden
completamente su patrimonio.
Eso tendría que servir
de ejemplo para que la humanidad ya no siga invadiendo y depredando zonas
naturales, pues, a fin de cuentas, es una acción que tiene un alto costo,
muchas veces mortal. Por ejemplo, cada vez es más frecuente que animales
nativos de lugares antes naturales, como osos, lobos, coyotes, serpientes…
ataquen a los que se van a vivir allí, y se les ve a tales animales como
peligrosos invasores, pero, en realidad, quienes invaden, son los humanos, que
eligen arbitrariamente vivir allí. Podría decirse que es una “venganza” de la
Naturaleza contra la invasión humana.
Ya la zona occidental
de Sídney es considerada la más calurosa de todo el estado de New South Wales.
Por su geografía y la falta de briza marina, contribuye a crear el efecto isla
de calor – problema que más adelante se expone –, dentro de otra isla de calor
que se extiende en toda la ciudad. Por ejemplo, en enero del 2018, Penrith, una
gran área metropolitana a 50 kilómetros al oeste del centro de Sídney, fue el
lugar más caliente del planeta, alcanzando una temperatura de 47.30C,
mientras que Sídney no pasó de 440C. Esas altísimas temperaturas
dejan 14 muertes debidas al calor por cada 100,000 habitantes, una muy alta
cifra, quizá comparable a la proporción de las muertes que deja la actividad
criminal en muchos países.
En contraste, en la
costa de Sídney, se dan 5 muertes por cada 100 mil personas. Se estima que el
número de días con temperaturas mayores a 350C cada año, se
incrementará de cinco a diez veces para el 2030, mientras que un reciente
estudio apunta que las olas veraniegas de calor en las más grandes ciudades
australianas provocarán temperaturas de 500C para el año 2040 – si
es que llegamos a ese año, con tantos problemas que tenemos ya desde ahora.
Podría pensarse que las
noches no son tan calurosas, pero, señala Linden Ashcroft, una investigadora
climática en Bom, que “aunque los días son terribles, las noches, también lo
son. Las personas mayores, sobre todo, por el efecto isla de calor, sufren
también en las noches, que es cuando suelen fallecer”. Eso porque, en las
noches, las construcciones liberan el calor absorbido durante el día, como
veremos más adelante.
Entre las medidas que
se han tomado, está la de colocar más aire acondicionado en lugares públicos –
esa medida intensifica la energía usada, lo que produce más calor –, más tiempo
libre para que la gente pueda ir a las albercas públicas y cosas así, pero no
es suficiente, sólo son paliativos para un problema que irá creciendo año con
año.
Otro problema es que
las casas son pintadas con colores obscuros, los que absorben el calor y no
incluyen soluciones ecológicas, como paredes dobles o ventanas dobles, las que
las pueden aislar del frío o calor, reduciendo la necesidad de calefacción o
aire acondicionado. Expertos señalan la necesidad de copiar modelos
mediterráneos, usar materiales ligeros, colores claros, además de que se debe
repensar que la gente se vaya a vivir a las zonas boscosas. Estimaciones prevén
que por el crecimiento urbano, la zona occidental de Sídney deberá absorber 1.7
millones más de personas en la próxima década, lo que agudizará los problemas
de calor ya existentes. Tanto crecimiento urbano, que convertirá bosques en
áreas urbanas, podrá duplicar los incrementos de temperatura proyectados, es
decir, se quedarían cortos quienes predicen temperaturas de 500C.
Así las cosas en
Australia. Llegará el momento en que muchas ciudades o áreas de esas ciudades,
como en muchos países, no puedan habitarse o sólo se pueda hacerlo en épocas no
tan calientes.
La otra consecuencia de
tanto calor es que el agua potable, tan necesaria para la sobrevivencia de una
ciudad, se está agotando aceleradamente en muchos lados, como en Nueva Delhi, hacinada
capital de India, como muestra otro reportaje de The Guardian (ver: https://www.theguardian.com/cities/2018/aug/16/how-delhis-rising-heat-and-a-love-of-concrete-caused-a-deadly-water-crisis).
Las temperaturas de 320C
son ya frecuentes en esa ciudad, incluso, pueden llegar hasta los 350C,
que es el punto en donde el cuerpo humano ya no puede regular su temperatura
interna, y puede ser fatal exponerse a tanto calor. En esa ciudad de 29
millones de habitantes, esas altas temperaturas se combinan con el agotamiento
de las aguas subterráneas. Millones de personas, sobre todo en las zonas más
pobres, deben de esperar pacientemente a las pipas que les llevan agua y llenar
sus cubetas para obtener algo del vital líquido, además de que tienen que
limitar muchas de sus necesidades, tales como el baño o el aseo de la casa,
pues sólo les alcanza para lo verdaderamente primordial, como el consumo (les
pasa como en zonas de la ciudad de México, Iztapalapa, por ejemplo, que en
muchas partes sólo se surten de agua mediante pipas).
Antes, la ciudad se
surtía de sus aguas subterráneas, pero cuando empezaron a llevar agua de otras
zonas, se olvidaron de aquéllas. Y ahora que las requieren, cada vez están
escaseando más, debido a la falta de recarga que ha ocasionado la urbanización
(es un problema crónico en muchas grandes ciudades del planeta, que al crecer
las zonas asfaltadas y construidas, la irracional urbanización, las zonas de
recarga del agua subterránea se reducen y, con ello, se van agotando los
necesarios acuíferos, justo como sucede en la ciudad de México).
Los lagos que antes
abundaban en Nueva Delhi, proporcionaban esas recargas, así como los pozos de escaleras, llamados baolis, y los drenajes naturales,
llamados nullahs. No sólo Delhi, sino
muchas ciudades de la India y de otros países están perdiendo sus aguas
subterráneas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2017/06/las-declinantes-reservas-de-agua.html).
Lo irónico es que ha
llovido mucho en India, pero por tanto asfalto, no se recargan los acuíferos.
Dice Rashmi Verma, investigador sobre política del agua, que el ordenamiento
público de aquélla, está bien en el papel, pero no se aplica. Y mientras no se
haga obligatorio que el agua de lluvia se aproveche al máximo, además de que
las aguas residuales se reciclen, la escases se agudizará. Según los expertos,
de seguir la tendencia actual de sobreconsumo y escases, Delhi se quedará sin
agua ¡para el 2020, o sea, en dos años!
Lo peor es que ni
siquiera las “autoridades” locales han iniciado medidas para mitigar el
problema. Lo harán, seguramente, cuando ya sea demasiado tarde.
Así que, como puede
verse, el Apocalipsis para muchos sitios del mundo está próximo. Ni pensar qué
harán 29 millones de habitantes sin agua. Por lo pronto, ya hay hasta peleas
por la que llevan las pipas. Una persona fue recientemente asesinada por
reclamar que le dejaran coger agua de la pipa (ver: https://scroll.in/latest/872432/new-delhi-three-arrested-for-beating-to-death-60-year-old-man-in-fight-over-water-in-wazirpur).
En otro de los
artículos presentados por The Guardian se
mencionan algunas de las medidas que ciudades, como París, están tomando para
paliar o reducir los efectos de las altas temperaturas, provocadas por las islas de calor que se forman en aquélla
(ver: https://www.theguardian.com/cities/2018/aug/16/could-greening-every-paris-schoolyard-cool-the-city).
París tiene pocas áreas
verdes, apenas un 9.5%, que son las que le ayudarían algo a mitigar las altas
temperaturas, como las que se dan en escuelas como la École Riblette, primaria
en la cual, en el patio, en el verano hubo temperaturas de hasta 550C.
Con ese altísimo calor, los niños no pueden salir, ni jugar en ese lugar, el
cual está rodeado de paredes de concreto que reflejan la luz solar al interior.
Han tenido los directivos de esa escuela que suspender clases frecuentemente.
Por ello, se está
desarrollando un plan para colocar prados y áreas verdes en los patios de todas
las escuelas de Paris, incluso, que sirvan como áreas de mitigación de calor
abiertas a todo público en época de calor, que se conviertan en “islas de
enfriamiento”.
La iniciativa,
bautizada como Proyecto Oasis, está considerando realizar la prueba piloto en
la École Riblette. El plan está a cargo del jefe de resiliencia urbana
Sébastien Maire. Se pondrán muros verdes, plantas, áreas sombreadas, drenajes
que puedan absorber el agua cuando llueva, para que sirva de enfriamiento y
así. Porque en la actualidad son cementos de concreto y paredes de ladrillo
que, como dije, sólo guardan el calor y aumentan la temperatura ambiente, de
por sí, alta.
Se tiene contemplado
convertir las 800 escuelas que hay en París en espacios verdes para el 2040, si
todo sale bien.
Y eso es gracias a que,
como París tiene la más alta densidad de población de toda Europa, cualquier
persona vive a no más de 200 metros de alguna escuela.
El problema para ese
ambicioso plan es que en París ya están ciscados por los ataques terroristas,
que han dejado 150 personas fallecidas desde el 2015. Así que no tan fácil, se piensa,
la gente, sobre todo, los padres de familia, permitirían que las escuelas
elementales, que actualmente parecen fuertes, de lo protegidas que están,
abrieran sus puertas a todo público, para enfriarse.
Sin embargo, Maire no
se desanima y aduce que la onda de calor ha matado más gente que el
“terrorismo”. Tan solo en una semana, el año pasado, murieron 580 personas por
el intenso calor y en el 2003, una onda de alta temperatura mató 14,800
personas en toda Europa.
Además, Marie está
seguro de que abrir las escuelas, reforzaría la unidad social contra el
terrorismo, pues sería una forma de mostrar que eso no amedrenta a la gente,
pues, de otra forma, siempre estará espantada. “Eso es lo que quiere el Estado
francés, prohibir todo, que la gente se organice, so pretexto de que va a haber
un ataque terrorista, que no se reúnan, pues van a ser blancos del terrorismo,
que se estén en sus casas. Pero la visión resilente dice que si un tipo loco
quiere cometer un atentado, no podremos detenerlo. Así que paren de mentirle a
la gente. Nuestro objetivo es más cómo la sociedad puede enfrentar esto y ser
como antes. ¿Cuál es el camino?, pues que conozcas a tu amigo, socializar con
la gente. No solamente estar frente a la televisión, espantado por el
terrorismo, sino convivir”, enfatiza Maire.
Tiene razón, pues el
“terrorismo” se ha convertido en una excelente forma de imponer más control
sobre la gente, de reprimirla más, de incrementar el autoritarismo de las
mafias en el poder que nos controlan. El caso más patético es el de EU, en
donde el “combate al terrorismo”, sobre todo desde el 2001, ha sido una
excelente manera de mantener sumisos a los estadounidenses, espantados
permanentemente, aceptando la represión de la mafia en el poder, además de que
ha sido un excelente negocio para aquellas empresas encargadas de, justamente,
“combatir a los terroristas” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2007/11/la-amenaza-terrorista-el-nuevo-gran.html).
Sobre su plan, varios
expertos dicen que está bien, pero no es suficiente, pues para que se lograra
bajar la temperatura de París, se requerirían más de mil hectáreas y hacer
“verdes” a las escuelas, sólo proporcionaría 80. “Eso está bien, pero no es
suficiente, se requieren otras acciones”, dice Vincent Viguié, un investigador
del Centro Internacional de Investigación sobre Medio Ambiente y Desarrollo.
Además, señala que los drenajes son menos efectivos que tener césped, pues
estos reflejan el calor, en lugar de absorberlo, pues en una onda de calor, no
llueve, así que no servirían de mucho.
Sin embargo, Maire dice
que ese proyecto ya se ha llevado a cabo en Atenas, ciudad mucho más pobre que
París y está funcionando.
Pero no será un
proyecto barato, pues convertir a una escuela en un área verde costará
alrededor de €300,000 euros, pero Maire dice que vale la pena. En julio pasado
hubo una intensa ola de calor en París y para finales del presente siglo, se
calcula que habrá 30 días, por lo menos, cada año, de intenso calor. “Treinta
días son demasiado, varias generaciones van a sufrir del calentamiento global”,
dice Maire.
Lo que se está haciendo
es prepararse para la realidad del cambio climático. La adaptabilidad del ser
humano es sorprendente, pero todo tendrá un límite si antes no se paran o
mitigan la depredación y contaminación ambiental que aumenta cada año, gracias
a los mezquinos intereses del capitalismo salvaje.
Por supuesto que se
están haciendo algunos esfuerzos para reducir el ya mencionado efecto isla de calor en algunas ciudades, como
muestra otro artículo de The Guardian
(ver: https://www.theguardian.com/cities/2018/aug/15/what-heat-proof-city-look-like).
Una ciudad que ha hecho
cuanto sea posible es Singapur. Esta ciudad-estado ha hecho obligatorios los
jardines verticales, pues es una forma de reducir el calor, ya que la
vegetación, además de proporcionar sombra (basta con que nos pongamos bajo un
árbol en un muy caluroso día para sentir el cambio de temperatura), realiza la
evapotranspiración, que es el proceso mediante el cual el agua que se evapora
de las plantas reduce la temperatura circunvecina.
Ese proceso, que
comenzó en 1967 – muy adelantados –, acomoda 100 hectáreas de jardines
verticales en altos edificios. La ley obliga a todas las construcciones a
contar con un área de jardines equivalente al tamaño del desarrollo. Esas
paredes verdes, balcones y techos con jardines, hacen que las temperaturas se
reduzcan de 2 a 30C, por lo que resultan de suma importancia. El
hotel Oasia, por ejemplo, ha acomodado jardines en todos los espacios posibles,
tantos, que hasta parece que “gotea” vegetación. Además, con tanta vegetación,
esta equivale a once veces la huella de carbón creada por el edificio, o sea,
no solamente compensa lo que contamina, sino limpia contaminantes de otros
sitios, pues es una fuente de oxígeno, absorbe contaminantes del aire y reduce
el consumo de aire acondicionado del hotel.
Por otro lado, el
empleo de materiales que absorben calor, en lugar de irradiarlo, es lo que
domina muchísimos espacios urbanos. El pavimento convencional puede alcanzar
temperaturas de hasta 670C y los techos convencionales, de 50 a 900C.
Esos absurdos constructivos hacen que suba demasiado el efecto isla de calor en
las ciudades. Los techos obscuros en la ola de calor que azotó Chicago en 1995,
fueron un factor de mortandad en ese entonces. Dice Arthur Rosenfeld, del Lawrence Berkeley National Laboratory
que “el gobierno es el que tiene la obligación de prohibir o descontinuar el
uso de techos obscuros, al menos en climas cálidos, pues implican un negativo
riesgo de salud”. Por supuesto que tiene razón, porque si usamos
impermeabilizantes blancos, por ejemplo, se reduce la temperatura de los pisos
superiores.
Por ello, deben de
cubrirse con capas blancas caminos, avenidas y techos. En Nueva York, la
iniciativa Azoteas Frescas ha cubierto más de 500,000 m2 de techos,
lo que ha ahorrado emisiones de CO2 por 2282 toneladas al año. En
edificios públicos y en casas se cubren con pinturas blancas, sin costo por
ONG’s y en otras partes, la ciudad ofrece la mano de obra y el dueño sólo paga
los materiales. Con algo tan simple, señala un estudio de la Nasa, un techo
blanco es 230C más frío que un típico techo negro en el día más
caliente de Nueva York, por lo que es realmente importante seguir esas
indicaciones (por ejemplo, en México ya no deberían de haber impermeabilizantes
obscuros, puros claros).
En Los Ángeles, son los
caminos los que se atacan, pues más del 10% del área asfaltada es negra, la que
absorbe ¡el 95% de la luz solar!, lo que contribuye, con mucho, al efecto isla
de calor. La ciudad, para contrarrestar eso, está aplicando un sellador blanco
de gran reflexión, que tiene un costo de $40,000 dólares por milla, algo caro, sin
embargo, las pruebas iniciales mostraron que hubo una reducción de temperatura
de 10 a 150C, pero un camino
lo hizo en 250C (en la ciudad de México, nada de eso se hace y se
insiste en pavimentar todo negro, lo que seguramente ha de contribuir en un 40%
al efecto isla de calor que también se forma, sobre todo en abril y mayo).
Otra forma de reducir
las altas temperaturas citadinas es por medio de agua, como fuentes,
rociadores, piscinas y lagos, sean naturales o artificiales (sólo hay que ir a
Chapultepec en días calurosos, en los alrededores del lago, en donde éste y el
bosque, son la combinación perfecta para bajar mucho la temperatura).
En China, por ejemplo, se usan rociadores en las paradas de autobús,
en algunas ciudades, lo que enfría de 5 a 70C la temperatura (aquí,
en el transbordo del metro Pino Suarez, a veces están funcionando ventiladores
que rocían agua, lo que produce un agradable efecto reductor del calor).
En Sídney, se han
realizado estudios que muestran que combinando mecanismos de agua y
recubrimientos reflejantes, se reduce la necesidad de aire acondicionado entre
29 y 43%. Eso puede disminuir en esa ciudad 1.50C la temperatura, en
tanto que las áreas adyacentes a fuentes, son 100C más frías.
Y es que el creciente
empleo del aire acondicionado contribuye a agravar más el calentamiento de las
ciudades, pues tómese en cuenta que un aparato de aire acondicionado enfría el
interior de una construcción, pero desecha aire más caliente y eso crea un
círculo vicioso. Además, el aire acondicionado gasta un quinto de la electricidad
de los edificios a nivel mundial, lo que equivale a nada menos que 2.5 veces el
total de electricidad empleado en toda África. La Agencia Internacional de
Energía estima que para el año 2050, de seguir el calentamiento urbano y
planetario en ascenso, la electricidad empleada para enfriar edificios se
triplicará – si es que llegamos –, crecimiento que equivaldrá a la electricidad
que actualmente emplean EU y Alemania combinados, grandes consumidores de
electricidad. Será un gasto brutal el de toda la energía requerida (porque,
además, la energía consumida tan sólo por las empresas que ofrecen Internet y
las búsquedas, así como los millones de equipos de cómputo, laptops, tablets y
celulares se llevarán otra buena parte de dicho consumo. Ver: https://www.nature.com/articles/d41586-018-06610-y).
Pero no sólo es el
incremento del uso energético para tratar de enfriar a las ciudades, sino las
muertes que tanto calor está dejando y que irán en aumento. Por ejemplo, en EU,
los decesos por golpe de calor, rebasan a los ocasionados por cualquier
desastre, en tanto que en Inglaterra, las muertes debidas a altas temperaturas
se incrementarán 257% para el 2050 y 535% para el 2080. Incluso, en ciudades
“frías”, como Moscú, en el 2010, hubo 11,000 muertos debido a una onda de
calor.
Muy negros escenarios
se pronostican y, por lo visto, el calentamiento seguirá, a pesar de que se
traten de tomar medidas para evitarlo.
Y es que por arriba de
250C, ya comienzan a ser riesgosas las temperaturas, sobre todo para
le gente que esté acostumbrada todo el tiempo a temperaturas frías.
Por último, otra
estrategia que se emplea con tal de que los edificios altos, sobre todo, se
mantengan frescos lo más posible, además de que cuenten con jardines verticales,
es la colocación de pantallas que den sombra en las horas más calurosas. Eso se
ha aplicado en ciudades como Abu Dhabi, en donde, en verano, las temperaturas
llegan a ser de ¡49 grados centígrados!. Allí, un tradicional dispositivo para
hacer sombra llamado mashrabiya se ha
aplicado a los altos edificios. Son especies de sombrillas que se abren ante el
sol intenso y se van cerrando conforme va cediendo la radiación solar. Esos
sencillos dispositivos reducen las emisiones debidas al aire acondicionado un
20%, que es importante cuando la electricidad es costosa.
Como puede verse, hay
algunas formas en que el efecto isla de calor puede reducirse. Sin embargo, de
seguir incontenible el crecimiento urbano, acompañado del irracional
crecimiento de todas las actividades contaminantes, anulará cualquier medida
destinada a reducir las altas temperaturas (incluso, actividades como la
producción de carne roja son altamente contaminantes, rebasando la
contaminación producida por todos los
automotores que circulan en el planeta. Ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/01/la-eliminacion-de-la-produccion-de.html).
Sin embargo, todos los
esfuerzos por reducir el calor extremo en las ciudades, no compensará que, en
cuanto a las construcciones nuevas, no se tomen medidas para que sean adecuados
sus diseños y no lleven a sobrecalentarse, como señala otro artículo de The Guardian (ver: https://www.theguardian.com/cities/2018/aug/15/planning-regulations-overlook-heat-so-developers-build-death-traps).
En este, se expone que,
tan sólo en Inglaterra, la pasada onda de calor debe de haber provocado unos
cien muertos, la mayoría, gente mayor que estaba en el interior de sus casas,
muy probablemente, sin condiciones adecuadas y sin aire acondicionado, sobre
todo, gente pobre. Al respecto, Bob Ward, funcionario del London Climate Change Partnership, señala que, de continuar
permitiéndose que las constructoras actúen a su antojo, siguiendo diseños
tradicionales, el cambio climático agudizará los problemas de las altas
temperaturas de las ciudades, mucho más en los hogares. Por ejemplo, casas más
chicas, con materiales tradicionales, no térmicos y sin adecuada ventilación,
atrapan más el calor (hay que ver las casas tan pequeñas que se hacen en la
ciudad de México, sobre todo, las así llamadas de “interés social”, que son un
horno en los meses más cálidos, como desde marzo y hasta mayo, antes de las
lluvias).
Esas empresas tratan de
acomodar el mayor número de viviendas posible en el menor número de metros
cuadrados disponibles, sin pensar en si son condiciones humanas y,
principalmente, salubres, las que tendrán quienes vivan allí. Hace mención Ward
a lugares no adecuados, como casas viejas que sólo se acondicionan, pero sin
seguir normas correctas para hacerlo. Eso sucedió con el edificio Grenfell, que
se incendió en el 2017, y dejó varios muertos, pues no estaba adecuado a la
realidad actual.
Finaliza diciendo que
si los gobiernos no toman las medidas y reglamentos necesarios, el problema de
las altas temperaturas y de las muertes asociadas a éstas, se agudizará.
Como ya indiqué antes,
muchos de los lugares “habitables” se deben a la invención y universalización
del aire acondicionado (ver: https://www.theguardian.com/cities/2018/aug/14/how-air-conditioning-created-modern-city).
Inventado por Willis
Carrier en 1902, cuando se le pidió que creara un aparato para impedir que el
papel de una gran imprenta se humedeciera y deformara, desde entonces,
posibilitó muchos cambios. Antes del aire acondicionado, muchos sitios, sobre
todo los calurosos, eran inhabitables o no podían hacerse grandes obras, como
los supermercados o plazas comerciales, debido al calor extremo que encerraban.
Los cines, por ejemplo, en esos sitios, no podían dar funciones en meses
veraniegos, pues el calor encerrado era insoportable. Los actuales centros de
cómputo de grandes empresas, tales como Google, Facebook o Amazon, que constan
de cientos de servidores, tampoco serían posibles sin aire acondicionado (de
por sí que las computadoras requieren una temperatura ambiente templada para
que puedan funcionar).
Y, gracias a ello,
ciudades que se han fundado en medio del desierto son “habitables”, como, por
ejemplo, en Peoria, Arizona, en donde, a pesar de los 400C que
llegan a subir las temperaturas, dentro de las casas, con el aire
acondicionado, se está muy confortable
con temperaturas de 180C. Claro, a un costo energético brutal, como
ya lo mencioné antes.
Incluso, al autor del
artículo cita un absurdo caso de una familia que, en pleno Houston, ciudad
calurosa casi siempre, en su casa, había construido una chimenea, pero que rara
vez la usaba. Sin embargo, como el padre era de Wisconsin, lugar con varios
meses de frío, con tal de prender la chimenea y “lucirla”, ponía el aire
acondicionado al máximo, para que se sintiera muy fría la casa y que ¡pudiera
encender la chimenea! Insana costumbre.
En EU, en 1950, la
gente que vivía en el llamado sunbelt
(su franja desértica o semidesértica) era el 28% de la población, pero en el
2000, ya había aumentado a 40%. Y las ciudades estadounidenses que se
levantaron en el litoral del golfo de México, como Florida, estaban habitadas
por menos de 500,000 personas antes de 1950 y ahora suman 20 millones. Ciudades
como Singapur o en China o en India, que han incrementado explosivamente su
población, tampoco existirían sin el aire acondicionado. Han creado condiciones
“de vida” artificiales y altamente derrochadoras de energía.
Y esa artificialidad
hace posible, por ejemplo, que en la ciudad de Dubái haya una plaza comercial
que tenga una pista de patinaje con hielo, en pleno desierto (ni imaginar el
brutal gasto energético requerido para hacer y mantener sólido el hielo). También
permite que otros centros comerciales en decenas de ciudades, sobre todo de los
países “desarrollados”, estén diseñados de tal forma que los felices
compradores todo el tiempo estén en un ambiente climatizado, desde el propio de
su automóvil, hasta el de todos los comercios y lugares que visiten. El
arquitecto Rem Koolhaas le llama a este fenómeno Junkspace, espacio chatarra, “producto del encuentro entre la
escalera eléctrica y el aire acondicionado, concebido en una incubadora de
tablaroca, siempre interno, tan extendido, que usted rara vez percibe los
límites”. Parecería muy lindo, muy confortable vivir así, pero, como dije antes,
es una artificialidad que nos está costando muy, pero muy cara, pues tanto aire
acondicionado, por su altísimo consumo eléctrico, lo que contamina y todo el
calor que produce, que incrementa el calentamiento global, es redundante. Sería
como si intentáramos llenar un río seco con otro menos caudaloso, pues, al
final, de nada serviría.
Por otra parte, esos
espacios climatizados, acentúan las
diferencias sociales, pues dentro de ellos, están las élites, digamos, las que
pueden acudir allí y consumir algo, en tanto que afuera, en las calles
calurosas, están quienes no tienen recursos suficientes para hacerlo y son los
que sufrirán los embates del cambio climático por ser pobres.
Como dije, el costo del
aire acondicionado, además de la excesiva electricidad, es todo el aire
caliente que expele. En Phoenix, Arizona, su temperatura nocturna se incrementa
uno o más grados centígrados debido al aire caliente producido por tanto aire
acondicionado.
Señala el artículo que,
claro, es un alivio cuando estamos en un lugar calientísimo (un horno, como
decimos aquí) y entramos a un sitio climatizado. Pero tiene su costo. EU gasta
más energía solamente en el funcionamiento del aire acondicionado que la que
emplea toda África y lo mismo pasa cuando tiene que calentarse durante los
fríos extremos (éstos, se mantendrán por algunos años, mientras se derriten
cada vez más rápidamente los hielos del planeta, pues al hacerlo, los vientos
invernales arrastran el frío resultante a otras áreas geográficas bajando
considerablemente la temperatura).
En vista de los
problemas asociados al aire acondicionado, se están viendo alternativas que
aprovechen al máximo otras opciones para vivir aceptablemente, aún sin aquél,
como la orientación de las viviendas, materiales térmicos, sombras que repelan
la luz solar convenientemente y otras por el estilo. Eso se está haciendo en
ciudades como Abu Dhabi, con proyectos como Masdar, que combinan tradicionales
técnicas para mitigar el calor, como patios y tiendas sombreados, calles
estrechas, muy aireadas, paneles solares y tecnologías de punta, como alardean
los arquitectos encargados de tales proyectos, Foster y Asociados.
De otra forma, mantener
los lugares friísimos por la
climatización, llegará a un límite y entonces, muchos sitios hoy “habitables”
dejarán de serlo.
Ya mencioné que el
cambio climático también marcará diferencias entre los que tengan para
aliviarlo y estar “frescos” y los que deban soportar las altas temperaturas
porque no pueden pagar aire acondicionado, como muestra otro artículo de The Guardian (ver: https://www.theguardian.com/cities/2018/aug/13/heat-next-big-inequality-issue-heatwaves-world).
Eso ha creado una nueva
clasificación social, que divide a los habitantes del planeta entre los
“frescos que tienen” y los “calientes que no tienen”.
Los muertos provocados
por las ondas de calor, generalmente se dan entre personas pobres, como
migrantes, o en situación de calle. Los 54 que murieron en Montreal durante el
verano, eran personas pobres, que vivían solas y que padecían alguna
enfermedad, que se agravó por el calor extremo. En EU, los trabajadores
migrantes tienen tres veces más probabilidades de morir por exposición a calor
extremo que los ciudadanos estadounidenses. Eso me recuerda cuando estuve hace
unos años viviendo en Peoria, Arizona, y en pleno rayo del sol, con
temperaturas de casi 400C, había trabajadores, todos migrantes,
laborando para arreglar y asfaltar avenidas, vestidos con gruesos uniformes
beige. Si andando ligero se sentía el brutal calor, ni imaginar esa pobre gente
lo que estaría sufriendo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2012/09/viviendo-con-crisis-y-38-grados-bajo-el.html).
En la India, en donde
24 ciudades ya llegan a temperaturas de por lo menos 350C en verano,
son las barriadas las que estarán más expuestas al calor extremo y en donde se
da el grueso de fallecimientos por golpe de calor.
Y en el 2017,
investigadores de Hawái realizaron un alarmante estudio, en el cual indican que
la población mundial expuesta a por lo menos 20 días a ondas de calor extremo,
pasará del actual 30% al 74%, si los gases efecto invernadero siguen creciendo.
Aun así, aunque se reduzcan drásticamente, de todos modos, habría 48% de
personas que estarían expuestas a esos calurosísimos días. Como eso no pasará,
concluyen los investigadores, estaremos asándonos la mayoría de humanos, si es
que llegamos – lo cual dudo mucho – al año 2100.
El profesor Camilo
Mora, autor del estudio, dice que morir por golpe de calor es “como si se le
cocinara lentamente, pura tortura. Los más jóvenes y los viejos, son los más
vulnerables, pero pueden morir todos, incluso, soldados, atletas, cualquiera”.
El 2018, ha sido el año
más caliente registrado en el planeta y en todos los países, hasta en los
“fríos”, como en Escandinavia, que el termómetro dio 300C, se
registraron altas temperaturas. En EU, en el barrio de Chino, en el centro de
Los Ángeles, la inusual ola de calor registró 48.80C. Los residentes
del lugar emplearon sus aires acondicionados al máximo y todo el tiempo, lo que
provocó apagones. Supongo que fueron más miserables las horas sin energía
eléctrica y sin aire acondicionado.
Las ciudades más
pobladas están alcanzando, más rápidamente de lo esperado, las temperaturas
letales, pues tanta gente viviendo en miles de construcciones de concreto,
ladrillos, azoteas obscuras, rodeadas de calles y avenidas de asfalto, absorben
el calor durante el día y lo sueltan al anochecer. Eso explica el por qué,
durante la noche, aún sentimos calor en nuestras casas, a pesar de que el
exterior ya esté algo más fresco. Y en esas condiciones, el aire acondicionado es
un alivio… claro, para el que tiene para comprar un aparato de esos y pagar la
electricidad necesaria para operarlo.
Ya han advertido
“gobiernos” como el estadounidense que los efectos isla de calor en las
ciudades “combinados con una población que se avejenta y la creciente
urbanización, incrementarán la vulnerabilidad de los ciudadanos, sobre todo, de
los pobres, a las enfermedades ocasionadas por el calor en el futuro”. Y no en
el futuro, pues eso ya es un hecho que irá incrementándose.
Todas las predicciones
indican que el problema en las densas urbes, que por desgracia siguen
creciendo, se agravarán. La Organización Mundial de la Salud indica que 60% de
la gente del planeta vivirá en ciudades para el año 2030, lo que indica que no
hay, en realidad, políticas para evitar el crecimiento urbano, sobre todo si
eso significa mayor concentración de consumidores. El capitalismo salvaje
estará feliz con tanto consumidor concentrado en reducidas áreas del planeta,
además que, de todos modos, el calentamiento global es ya un muy lucrativo
negocio (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/03/el-muy-lucrativo-calentamiento-global.html).
También se predice que
en algunos sitios de Asia del sur, no se podrá vivir para finales del presente
siglo – insisto, si llegamos a esa fecha.
Y entre menos áreas
verdes tengan las ciudades, las que, como ya vimos, ayudan a bajar las
temperaturas, más muertes por calor habrá. Un estudio hecho por la Universidad
de San Diego, halló que en las áreas con menos vegetación, la gente tiene un
riesgo 5% mayor de morir por altas temperaturas.
Y en donde hay mucha
vegetación, como en las zonas residenciales, se reduce el calor, lo cual
demostró un estudio hecho por la Universidad de California, que mapeó las
divisiones raciales, considerando si vivían o no cerca de árboles. Así, un 52%
de los afroestadounidenses, son más propensos a vivir, por su pobreza, en áreas
más calientes que los blancos, en tanto que 32% de los asiáticos y 21% de los
hispanos viven en áreas con pocas o ninguna área verde. Es de suponerse que los
ricos de cualquier raza vivirán en los mejores lugares (véase la desigual
ciudad de México, en donde, en el sur, están las zonas residenciales, en donde
abundan árboles y áreas verdes, en tanto que, en el oriente, se asientan la
mayoría de los pobres, en zonas en donde escasean árboles y jardines. En
efecto, existe un racismo urbano).
Y las zonas en donde
viven los pobres, tan sobrepobladas, también son las más contaminadas en
insalubres (ejemplo: Iztapalapa), lo que agrava las enfermedades, sobre todo,
las respiratorias, que combinadas con el alto calor, son mortales (por ejemplo,
una gripa en pleno calor, que da porque bajan las defensas con temperatura calurosa
extrema, es terrible, peor que cuando da durante el frío).
Ello llevaría a pensar
en que todos deberíamos tener aire acondicionado, pero es absurdo, pues el
planeta no da para eso, porque, repito, el aire acondicionado crea un círculo
vicioso, ya que, a más aire acondicionado, mayor calentamiento. No es un futuro
ni viable, ni deseable.
De todos modos, tampoco
los que pueden darse ese lujo, lo podrían sostener durante mucho tiempo, pues
dados los altos costos de electricidad, cada vez más cara al irse acabando las
fuentes energéticas que la generan, harán prohibitivo el uso del aire
acondicionado en todo momento.
En ciudades como El
Cairo, en verano, las temperaturas llegan a los 460C, un horno, y la
mayoría de las personas, pobres, un buen porcentaje, deben de arreglárselas
como puedan. Um Hamad, que trabaja como afanadora, vive con su familia en el
barrio de Musturad, al norte del Cairo, y se considera afortunada de vivir en un
primer piso, relativamente más fresco que los siguientes, pero dice que “Aquí
todo es sofocante, usamos ventiladores y agua para reducir el calor, pero el
recibo del agua cada vez es más caro. Y siempre tienes el truco de dormir en el
suelo y usar ropa de algodón. Para las mujeres es más difícil usar el hijab,
por eso les digo a mis hijas que empleen sólo dos capas y que sean de colores
brillantes”.
Otro habitante del
Cairo que fue entrevistado, dice que en agosto, su casa de ladrillos y bloques
de adobe, es un horno. Se las arregla con un ventilador que pone frente a un
plato con hielo, para que refresque un poco y, además, rocía agua fría sobre
las sábanas”.
Y se mencionan más
ejemplos de las penalidades que se pasan, sobre todo en países pobres, para
paliar el calor, como en Manila, Filipinas, que ni los hospitales tienen aire
acondicionado. Por ejemplo, el hospital público Doctor José Fabella, aunque
tiene una de las áreas de maternidad más grandes del planeta, no cuenta con
aire acondicionado y sólo los cuartos para aquéllas pacientes que pueden pagar
650 pesos filipinos diarios – unos 13 dólares, 260 pesos mexicanos –, que es
mucho dinero paras ese país, están climatizados. Lo peor es que, como el área
está tan hacinada, llegando a dormir ¡hasta cinco mujeres por cama!, el calor
es brutal, más para los recién nacidos.
Y en las cárceles de
esos países es peor, pues, por ejemplo, en Camboya, encierran hasta a 25
prisioneros en cuartos de cuatro metros cuadrados (aquí, sucede lo mismo en
cárceles sobresaturadas de prisioneros y seguramente también deben de sufrir
extremas condiciones de insalubridad y de altas temperaturas en esas celdas.
Pero, han de decir los encargados de tales sitios, al fin que son prisioneros,
¿a quién le va a importar que se mueran por calor extremo?).
Y menciona el campo de
refugiados Za’atari, que está en Jordán. Está tan poblado, que ya se considera
la cuarta ciudad más grande de ese pobre país. Allí, los refugiados viven en
medio del desierto en “viviendas” metálicas que son insufribles, pues la gente
casi se sofoca en sus interiores. Deben de estarse mojando todo el tiempo, así
como los pisos y paredes, para que puedan sobrevivir (eso pasa aquí con los
mexicanos que viven en estados como Chihuahua, en donde las temperaturas
superan los 400C en verano. Tienen que combinar agua con
ventiladores, sobre todo en las noches, para que puedan dormir).
Ya he referido todas
las medidas que se recomiendan para mitigar las altas temperaturas, las que,
señalan expertos, de todos modos se anularán dada la incontenible tendencia a
seguir calentando el país las crecientes actividades humanas.
El planeta sólo está
respondiendo a tantos excesos que seguimos cometiendo de depredación y
contaminación ambiental.
En un artículo final, se
analiza el impacto físico que tiene una temperatura de 500C, que ya
se ha alcanzado en varias ciudades del planeta, como en Basra, que registró
53.90C hace dos años. Kuwait y Doha, también han experimentado
temperaturas mayores de 500C en la pasada década (ver: https://www.theguardian.com/cities/2018/aug/13/halfway-boiling-city-50c).
Si de por sí llegar a
los 350C produce daños a la salud y muertos, y ya es una temperatura
que viven decenas de ciudades en el mundo durante el verano, los 500C,
que se generalizarán muy pronto en muchas de tales ciudades (la proyección para
Kuwait es que se acercará a los inhabitables 600C), serán mortales.
A esa temperatura, señala el artículo, la mitad de la requerida para hervir
agua, y más de 10 grados por encima de la que tiene un cuerpo humano saludable –
370C –, el calor se vuelve tóxico, las células comienzan a
cocinarse, la sangre se engruesa, los músculos se contraen alrededor de los
pulmones y el cerebro entra en shock por falta de oxígeno. En condiciones
secas, el sudor, que es el enfriador corporal, puede disminuir el impacto, pero
esta protección se debilita si hay, además, humedad en el aire (seguramente han
estado algunos de ustedes en lugares del país en donde haga demasiado calor,
unos 40 grados. Si además está lloviendo, el cuerpo no se refresca, pues el
efecto es igual a que si estuviéramos en un sauna).
Como señalé, aún 350C
pueden ser fatales tras varias horas de exposición, incluso para las personas
más saludables, no imaginemos los efectos de los 500C.
También la
infraestructura urbana es afectada, el asfalto se hace chicloso, se afectan los
materiales de las construcciones, los vehículos se sobrecalientan. Las calles
son inhabitables, cesan las actividades y los que no tienen en donde vivir, son
los primeros que mueren bajo los letales efectos de ese infernal calor.
Por desgracia, a pesar
de que ya es irreversible el daño ocasionado al planeta y esas temperaturas
serán la norma en muy pocos años, nada están haciendo los “gobiernos”, ni las
corporaciones para, realmente, disminuir tal daño, por lo que empeorará todo lo
expuesto.
Quizá sea la venganza
de la Naturaleza, crear un infierno aquí mismo, ya que nunca entendimos que la
Tierra es nuestro único hogar y dejamos de cuidarlo desde hace muchos siglos.
Contacto: studillac@hotmail.com