Las encontradas emociones de Caroline Darian, hija de un pervertido y una ultrajada
Por Adán Salgado Andrade
La retorcida, perversa mente de ciertas personas, puede llegar a niveles abominables.
Es el caso del depravado Dominique Pelicot (Francia, 1953), quien por varios años drogó a su esposa, Gisèle, y luego, convocaba a otros pervertidos, como él, a que la violaran, gozando del grotesco “espectáculo”.
De verdad que casos así son inconcebibles, pero se han dado. Por ejemplo, hace años, en Estados Unidos, un hombre filmaba a su mujer, haciendo el amor con famosos, como políticos. Luego, cuando eso se supo, la pareja los amenazó con hacer públicos tales videos, para que nadie, ni el “matrimonio”, saliera limpio.
En otro caso, menonitas que vivían en Bolivia, en Manitoba (por cierto, casi todos los menonitas son una peste social, que anda por todo el mundo, acabando con recursos hidráulicos y sembrando transgénicos, como hacen en México), sedaban con gas a mujeres de su propia comunidad, para violarlas masivamente. Al menos, nueve depredadores sexuales de dicha comunidad, arrojaban un gas, usado para anestesiar animales, que un veterinario, también menonita, les proporcionaba, por las ventanas de la casa elegida, para dormir a todos los que allí habitaban y violar a las mujeres, incluso a niñas, una, de escasos tres años. Eran once hombres en total complicidad, de entre 18 y 46 años, que, muy dispuestos, cometían esas atrocidades, propias de enfermos mentales, instintivos, despojados de toda racionalidad. Fueron condenados a entre 12 y 25 años de prisión (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Bolivian_Mennonite_gas-facilitated_rapes).
Si ese terrible caso sirvió de “inspiración” a Pelicot o no, ese miserable lo superó con creces, pues el haber agredido y abusado a su esposa a través de otros enfermos sexuales, como él, es deleznable.
Los violadores tenían distintos empleos, casi todos en servicios, como choferes, jardineros u obreros, aunque hubo un periodista FreeLancer. Iban de los 30 a los 74 años de edad y recibieron sentencias de entre 3 a 15 años de prisión (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Rapes_of_Gis%C3%A8le_Pelicot?utm_source=chatgpt.com).
Sin ser peyorativo, se entendería, aunque no se justificaría, que como la mayoría tenían poco nivel educativo y cultural, hayan aceptado violar a una sedada Gisèle, aunque pretextaron, durante el juicio, que pensaban que “era un juego de Pelicot, quien quizá acordaba con su esposa que ésta fingiera estar dormida, para hacer un trío sexual”.
Sin embargo, el hecho de que hasta un periodista haya aceptado, de 43 años, sentenciado a 8, del que se habría supuesto que sería una persona educada, que no hubiera cedido a una petición tan perversa, por parte de Pelicot, muestra que la mayoría de las veces los instintos animales que el ser humano trae consigo inconscientemente, prevalecen sobre la racionalidad (lo que sucede con el genocidio de Gaza por parte de unos genocidas enfermos, que no vacilan en matar a mujeres, niños o personas mayores, todos población civil, justificando que son “animales terroristas” que deben de ser exterminados. Ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/11/se-confirma-el-plan-de-los-genocidas-de.html).
Pero el periodista, Nicolas François, ya también era un depravado, pues se le halló material que mostraba abuso sexual de niños. Cuando salga de prisión, si lo hace, tiene prohibido terminantemente trabajar con niños por muchos años.
Caroline Darian, hija de Pelicot y Gisèle, actualmente reniega tanto de su padre, que hasta un libro escribió al respecto, titulado “Nunca lo llamaré padre de nuevo”. “Cuando terminó el juicio, y lo sentenciaron, le tiré una mirada de total desprecio. Para mí, será la última vez que lo vea y espero que nunca salga vivo de prisión”.
Es lo que platicó con la periodista Angelique Chrisafis, de The Guardian, quien publicó la entrevista en un artículo titulado: “Caroline Darian, hija de Gisèle Pelicot, dice ‘¿Cómo puedes reconstruir tu vida, si tu padre es el peor depredador sexual en décadas’?” (ver: https://www.theguardian.com/society/2025/jan/11/caroline-darian-daughter-of-gisele-pelicot-interview).
De hecho, Caroline, de 45 años, gerente de comunicaciones en una empresa grande de París, se quitó el apellido y se puso Darian, combinación de los nombres de sus hermanos, “la Da, de David, gerente de ventas, de 50 años, y rian, de Florian, actor, de 38 años, por el apoyo que le han mostrado, pero ya usa el apellido de su actual esposo, quien también la ha apoyado mucho”, señala Chrisafis.
El caso comenzó cuando en el 2020, Gisèle le llamó, muy calmada, para decirle que a su padre lo habían arrestado por, secretamente, filmar las faldas de mujeres en un supermercado con una máscara escondida, pero también porque habían hallado miles de fotos y videos que mostraban que “aquél la había drogado durante 10 años para que fuera violada inconsciente. Al menos, 70 hombres habían aceptado que (en ese entonces), iban de los 22 a los 71 años”.
No fue todo, sino que también se mostraron fotos, tomadas con cámaras escondidas en las habitaciones de Caroline y Gisèle, en donde ellas aparecían desnudas y hasta fotomontajes había hecho el pervertido, refiriéndose a ellas como “la ramera y su hija, ¿quién tiene mejor cuerpo?”.
Además, también les tomaba fotos secretas a las esposas de sus hijos, “para compararlas con las de su esposa e hija”.
Otras dos fotos le provocan a Darian ansiedad, pues la muestran dormida, con una piyama que no era suya, en posición fetal, durmiendo en su cama, que ella no recuerda, lo que la llevó, al igual que a Gisèle, a sospechar si no la habría violado Pelicot a ella también, algo que el pervertido niega.
“Cuando me dijo mi madre eso, me quedé callada, sin entender lo que me había revelado”, dice Darian.
Se entiende, pues fue una brutal confesión, porque dice que su padre siempre fue muy responsable, que trabajaba como electricista y luego, como empleado estatal. “Era muy amable, me animó a que tomara clases de baile y me llevaba en su Renault 25 (un auto muy lujoso, en esos tiempos), escuchando música de Barry White. Pero ahora he tratado de enterrar esos recuerdos. ¡Los aborrezco ya!”, sentencia, con coraje, frustración, odio, humillación.
Celebra que su madre haya decidido salir a la luz, llevar el juicio públicamente. “Espero que esto sirva a otras mujeres que han sufrido de las mismas humillaciones, que han sido violadas, hostigadas. Cosas así, no pueden volver a suceder”, enfatiza Darian.
Fundó un movimiento, “No me pongas por debajo” (#MendorsPas), sobre todo, para que las mujeres tengan cuidado en lo que es conocido como “sumisión química”, violarlas mediante el empleo de somníferos, como el GHB (gamma hidroxibutirato), “popular entre los asistentes a discotecas y fiestas ‘rave’. Cuando se añade a una bebida alcohólica, tiene un efecto depresor que puede hacer que el consumidor se desmaye y pierda la conciencia. Por eso, el GHB se conoce como ‘la droga de las violaciones’" (ver: https://kidshealth.org/es/parents/drugs-ghb.html).
Busca, con su organización, que los profesionales de la salud y la policía tengan un mejor entrenamiento para casos así y que a las víctimas se les apliquen pruebas toxicológicas.
En efecto, es muy recurrente que a chicas las droguen y les hagan cosas inimaginables. Recuerdo un caso que me platicó una buena amiga, maestra de inglés, de una universidad privada. Una ocasión, una alumna, se le acercó para decirle que la habían invitado a una fiesta y que saldría un poco antes de que terminara la clase, pues irían a recogerla “unos amigos”. Y seguramente los tales “amigos”, eran ocasionales y para nada amigos, pues la chica volvió a la consciencia siete días más tarde, en una habitación de hotel en Acapulco. Al revisarla médicamente, le hallaron desgarres en ano y vagina. Ignoro si recurrió a alguna acción legal, pero fue una experiencia dramática, que la debe de haber marcado de por vida.
El juicio fue muy difícil para Darian. “Tener que confrontar a ese miserable. Muchas veces grité ‘¡Me das asco, tengo ganas de vomitar!’” y abandonaba la sala.
Pelicot, en su “defensa”, dijo que “no se nace pervertido, se convierte uno en pervertido”. Y refirió que a los nueve años, una enfermera que le atendía una lesión en la cabeza, por una caída, “me violó”. Y también que, cuando tenía 14 años y trabajaba como aprendiz de albañilería “presencié una violación masiva de una mujer discapacitada y hasta me obligaron a entrarle. Fue terrible”.
De todos modos, no es justificación para la monstruosidad que cometió con Gisèle. Y si estaba traumado, debió de haber recurrido a ayuda psicológica.
Dice Darian que durante el juicio, lo enfrentó. “¡Yo sé que abusaste de mí… confiesa, cabrón. Ten el valor para decírmelo!”, le gritó en una ocasión. Pero su “padre” siempre lo negó.
Sin embargo, las mencionadas fotos de ella en una piyama que ni era suya, acostada en la cama “me hace pensar muchas cosas y siento gran ansiedad”, dice, consternada.
De hecho, en algún análisis ginecológico, le hallaron una lesión vaginal que no sanaba y requirió varias cirugías. “Nunca sabré si me la ocasionó o no. Es una cuestión que quedará sin respuesta”
A su hijo Tomas, de 10 años, que tenía seis cuando todo comenzó, lo han llevado al psicólogo “y ahora está muy bien. Nunca le hemos ocultado la verdad, y le decimos, simplemente, que ’tu abuelo está en la cárcel, hijo’. Procuramos darle mucho amor”.
Lo que la apena es que a pesar de que su madre mostró durante todos esos años signos de que algo no estaba bien, como de que se le iba la memoria, hablaba incoherentemente o sufría desmayos, “nunca sospechamos ni mis hermanos, ni yo, lo que le estaba haciendo ese monstruo”.
“Y para mí, tanto ese tipo, como todos los implicados, no recibieron las sentencias que merecían. Tendrían que haberlos condenado más duramente”, reprocha Darian a la “ley” francesa.
“Lo que siento muchas veces es tristeza y soledad. Tengo una parte del ADN de él. Y es difícil ser la hija del mayor depredador que hemos tenido por los pasados 10, 20, 30 años y al mismo tiempo ser la hija de una gran mujer… no sé si es mejor ser la hija de Gisèle o, peor, ser la hija de Dominique Pelicot. Tendré que vivir con eso”.
“Para mí, es como si él hubiera muerto. Pero es difícil llevar luto por alguien que sabes que todavía sigue vivo”, finaliza Darian.
Sí, debe de ser terrible que un padre o hasta una madre, los engendradores de vida, lleguen a niveles así, como Pelicot. Sobre todo, cuando se tuvo una imagen tan buena.
Ese monstruo, por lo pronto, purgará sus penas.
Y es de esperarse que en la cárcel, le hagan la vida imposible.
O lo maten, pues “gente” así, no merece vivir.
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