lunes, 13 de marzo de 2023

Venta de drogas por internet hizo ricos a dos ambiciosos sin escrúpulos

 

Venta de drogas por internet hizo ricos a dos ambiciosos sin escrúpulos

Por Adán Salgado Andrade

 

El sistema tan egoísta y materialista que ha impuesto el capitalismo salvaje, alienta a que, con tal de tener riquezas y lujos, mucha gente busque el dinero fácil, no importando que sea hasta ilícito lo que hagan.

Es el caso de las personas que venden drogas a través del internet, en lo que se llama la Deep Web o Dark Web, quienes han logrado, en poco tiempo, hacer imperios – efímeros, mientras no los descubrieron –, aprovechándose de las adicciones a las que millones de personas se habitúan, gastando bastante dinero en comprar dosis de estupefacientes, ya sea cocaína, heroína, metanfetamina, marihuana… lo que sea.

Al carecer de escrúpulos, sólo importándoles tener mucho dinero lo antes posible, no les importa cómo dañen a la gente que compra sus drogas, ya sea que las incapaciten física o mentalmente o hasta les provoquen la muerte.

Los online dealers, como se les podría llamar, sólo se interesan por vender eficientemente  sus drogas, cobrar el dinero correspondiente y disfrutar de la vida.

Dos ejemplos de los cientos que debe de haber distribuyendo drogas por internet, los ofrece el portal Wired, en donde minuciosas investigaciones periodísticas, exponen el caso de los sitios AlphaBay y DopeBoy210.

El operador de AlphaBay, era Alexander Cazes, un joven canadiense de 25 años, en el 2017, que vivía en Tailandia, en Bangkok. Era como muchos jóvenes de hoy, “ambicioso”, pero en cuanto a hacerse rico, mediante una forma fácil y rápida de lograrlo. Dada su habilidad para las computadoras y la programación, la combinó con su “visión” par vender drogas por internet. Y el resultado fue AlphaBay, que luego llamó Alpha02.

Cazes hacía todas sus operaciones mediante bitcoins y también estaba relacionado con la mafia rusa. Se estableció en Tailandia, pues pensó que en un alejado país como ese, nunca sería descubierto. Pero se equivocó, pues cada vez, por el mundo tan interconectado en que vivimos, en el que se puede rastrear cualquier dato digital que se deje en la red, por muy insignificante que sea, pueden dar con nosotros, sin gran problema, aun en la Deep Web (que es el internet obscuro, digamos, muy usado por mafias, grupos criminales, hackers o los vendedores de drogas, como Cazes), en donde aquél operaba. Incluso, ya ni el empleo de criptomonedas, que se suponían irrasteables, no es así, pues empresas como Chainalysis, pueden rastrear, la mayor parte del tiempo las transacciones hechas con bitcoins, que es la criptomoneda preferida por hackers y dealers.

Desde el inicio, Cazes fue tan eficiente en sus operaciones, tan hábil para detectar las oportunidades, que en poco tiempo de administrar el sitio, ya estaba ganando mucho dinero. Como sucede con todas esas personas que comienzan a enriquecerse súbitamente, tenía que alardear a propios y extraños que era un triunfador. Comenzó a comprar casas en zonas residenciales, como en la que vivía, en la mejor zona de Bangkok. También adquirió varios autos deportivos, como un Ferrari y un Lamborghini Aventador, éste, de $750,000 dólares, entre otros. Vestía ropa de diseñador, joyas, relojes caros. Fácilmente podía gastar hasta $40,000 dólares en una comida en uno de los más caros restaurantes de Tailandia. En fin, había que hacer que se notara su éxito (ver: https://www.wired.com/story/alphabay-series-part-5-takedown/).

A Cazes le iba tan bien que, en cierto momento, antes que una operación conjunta entre la DEA, el FBI, la policía tailandesa y la policía holandesa, descubrieran y acabaran con su “negocito”, llegó a ganar hasta $350,000 dólares diarios.

Quienes iban a su casa, en donde vivía con su esposa, una chica tailandesa, y la hija de ambos, la describían como un lugar lleno de suntuosidad, con fajos de cientos de dólares guardados en todos lados. Y en una gran habitación, cerrada siempre con llave, tenía su equipo, una laptop muy potente, conectada a una buena red de internet, para realizar todas sus operaciones. Hasta eso, no era tan ingenuo, y tenía distintos servidores, con empleados y todo lo necesario, en otros países, desde donde operaba su lucrativo negocio. De esa forma, era más difícil que lo detectaran, como así fue. Pero comenzó a cometer errores, como el de ligar su dirección encriptada en los envíos que hacía de drogas a sus clientes, la mayoría, estadounidenses, quienes, a su vez, también redistribuían.

Mediante una coordinada operación de las mencionadas DEA y FBI, junto con la policía tailandesa y policía holandesa, le “echaron el guante”.

Y esperaban los agentes del FBI y de la DEA averiguar todo cuanto supiera Cazes de su negocio, de sus conexiones, de sus clientes… todo.

Pero no contaron, para su mala suerte, con que, a los pocos días de que estuvo encarcelado en una comandancia en Bangkok, lo hallaron muerto. Se habían suicidado, colgándose. No pudo vivir como prisionero, luego de haber vivido, efímeramente, como rey. De hecho, uno de los agentes que lo había entrevistado, refirió que Cazes le dijo que no soportaría una vida de encierro, luego de haber vivido tan lujosamente por unos años.

El otro caso es de un iraquí de humilde origen, que comenzó siendo traductor de los mariners estadounidenses, cuando Irak fue invadido, arbitrariamente, en el 2003 por Estados Unidos. En ese entonces, Alaa Allawi, tenía 13 años, “pero tuvo tanta ambición de ser alguien importante y con dinero, que se convirtió en pocos años, en el rey del fentanilo”.

Su caso lo expone el artículo del portal Wired, titulado “Siguiendo el rastro del rey del fentanilo”, firmado por Benoît Morenne, de cómo “un chico traductor iraquí, emigró a Texas, buscando una nueva vida  y se convirtió en uno de los mayores traficantes de droga de la dark web” (ver: https://www.wired.com/story/on-the-trail-of-the-fentanyl-king/).

El caso de Allawi, es el típico de cómo gente con pasados humildes y difíciles, en cuanto tienen oportunidad, hacen lo que sea para cumplir con las imposiciones consumistas, de que sólo teniendo muchas cosas materiales, como buenos autos, residencias, buena ropa… así, como Cazes, es como destacarán, como el sistema los legitimará, aunque sean unos delincuentes.

Allawi, para el 2017, ya estaba consolidado. “Cada semana, movía cajas y cajas de narcóticos ilegales: cocaína, Xanax falsificado (el Xanax, que contiene Alprazolam, es usado para tratar ansiedad y ataques de pánico), así como OxyContin también falso” (el OxyContin, era originalmente producido por la fraudulenta empresa Insys, ya desaparecida. Era un opioide prescrito para fuertes dolores, pero que causaba adicción. Los inescrupulosos doctores que lo recetaban, recibían compensaciones económicas de la empresa por cada receta, así que entre más lo prescribieran entre sus pacientes, más ganaban, así como Insys. Pero cuando varios murieron por sobredosis, se inició una investigación criminal contra la empresa, resultando en su cierre y el encarcelamiento de su fundador, el hindú, nacionalizado estadounidense John Kapoor. Ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/07/insys-y-su-produccion-legal-de-drogas.html).

Allawi no era químico, ni nada por el estilo, pero vio la oportunidad de vender, además de cocaína, falsos medicamentos, como los mencionados Xanax y el OxyContin, que en lugar de contener la fórmula original, tenían fentanilo.

El iraquí, ya establecido en Texas, compró todo lo necesario para hacer sus “medicamentos”, incluyendo la sustancia activa, adquirida – no podía ser de otro lado – de China, así como máquinas para hacer los comprimidos.

Como no era químico, combinaba el fentanilo con las sustancias para formar los comprimidos, así, “calculándole”. Por eso, no contenían todos la misma cantidad de fentanilo. Eso provocó que varios de los clientes que las ingirieran, murieran de sobredosis, aunque sólo hubieran tomado un solo comprimido.

Las muertes por los opiáceos, el fentanilo entre ellos, ya llegan a niveles alarmantes, “sumando 230,000 desde el 2017”, dice Morenne.

El fentanilo, un opiáceo sintético, está de moda, pues es más barato en comparación con la cocaína, “siendo 50 veces más fuerte que la heroína y 100, más que la morfina. Y es el principal contribuyente de dosis fatales y no fatales en Estados Unidos” (ver: https://www.cdc.gov/stopoverdose/fentanyl/index.html).

Como siempre, esos dealers fingen que nunca se enteraron de que los opiáceos “fueran una epidemia”, como fue la insistencia de Allawi a Morenne, quien pudo entrevistarlo, mientras está sirviendo una sentencia de 30 años en una prisión federal en Nueva York.

Igual que Cazes, Allawi se deslumbró por la facilidad para hacerse de buen dinero, suerte de principiante, pues, que tuvo desde el inicio. Su negocio comenzó a “prosperar” y pronto le vendía a otros “distribuidores” las drogas y medicamentos falsos, que provocaron la muerte de personas que los tomaron, pensando que eran auténticos (también de China, Allawi obtenía empaques falsos que parecían originales, pues este país es el rey de los medicamentos falsos. Ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/04/medicinas-caras-y-medicinas-falsas.html).

Y siguiendo el mismo comportamiento estandarizado, comenzó a darse la gran vida, a comprar autos lujosos, caros departamentos, buena ropa… tratando de dejar en el olvido su difícil pasado. Tuvo algunas señales de que lo descubrirían, pero las desdeñó, sintiéndose invulnerable. Era más importante seguir haciendo buen dinero. Hasta eso, mucho lo envió a su familia iraquí, para que construyeran una plaza comercial. Al menos pensó en ella.

Igualmente, creyó que operando desde la dark web, no lo iban a atrapar, pero, como señalo arriba, ya está el internet tan lleno de nuestras huellas digitales que, difícilmente, podemos pasar desapercibidos, a menos que se sea un súper hacker, como esos que secuestran las computadoras de personas y empresas, exigiendo una recompensa para liberarlas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/12/las-muy-destructivas-ciberguerras.html).

Así que Cazes y Allawi son solamente dos de los personajes de tantos otros que se benefician de uno de los países en el mundo, que más adictos tiene, Estados Unidos. Trata éste de combatir las drogas rastreando a personas como Cazes o Allawi, pero no se esfuerza en resolver el problema de raíz, que es, en mi opinión, el materialismo a ultranza que caracteriza a su sociedad y que, al estar permanentemente insatisfecha, por más que exista el consumo compulsivo, lleva a vacíos existenciales que tratan de llenarse con el crónico, excesivo consumo de drogas, sobre todo, por los jóvenes.

Debería, por tanto, Estados Unidos, perseguir a esa insatisfacción existencial – más psicólogos, terapias, deportes, cultura, acercamiento con la Naturaleza… –, no solamente a los que venden las drogas, quienes seguirán sacando ventaja y enriqueciéndose de una sociedad, casi toda, vacía espiritualmente.

 

Contacto: studillac@hotmail.com