domingo, 29 de enero de 2023

Se desperdicia mucha comida porque se le trata como acciones empresariales

 

Se desperdicia mucha comida porque se le trata como acciones empresariales

Por Adán Salgado Andrade

 

A pesar de que se incrementa el número de personas con hambre en el mundo, el desperdicio de comida, es altísimo, alrededor de 1,300 millones de toneladas de alimentos de distintas clases (verduras, carnes, granos, lácteos, frutas, leguminosas…), son tiradas a la basura cada año (ver: https://www.theworldcounts.com/challenges/people-and-poverty/hunger-and-obesity/food-waste-statistics).

Mucha comida se pierde porque no hay sistemas de conservación, como refrigeración, en las zonas rurales donde se produce. Sucede mucho eso en países africanos, por ejemplo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/08/los-necesarios-sistemas-de-refrigeracion.html).

Cuando los alimentos llegan a los sitios de distribución, se desperdician, pues si alguien los quiere dar a un precio, no se lo compran, si los acaparadores, consideran que está muy alto. Tiene que vender a un precio, muchas veces, inferior a lo que compró, si es un intermediario, o cosechó, si es un campesino (rara vez los campesinos logran comercializar directamente sus productos, valiéndose de intermediarios que les compran a lo que quieren. Por eso, es poco lo que ganan con sus cosechas o nada). Y si no ceden en el precio, no les compran y todo lo que llevaron, puede descomponerse, como los vegetales, que no duran mucho sin refrigeración.

Justo eso sucede con la comercialización de pescado, un producto muy delicado, que no dura más de tres días. El artículo “Corredores digitales quieren entrar al negocio de venta de pescado”, firmado por Alex Christian, expone cómo se comercializa el pescado en Europa, en donde se le trata como simples valores de empresas, de ver quién da más o menos. “Una red de plataformas digitales, está tratando de reestructurar la comercialización de la industria de la pesca, con tal de disminuir el desperdicio”, dice Christian.

La foto de una red con cientos de pescados, emergiendo del océano, abre el artículo. Es conveniente comentar aquí, que hay sobrepesca global, lo que está acabando con muchas especies, las que son diezmadas o llevadas a la extinción. Y ni aún así, se cuida que no se desperdicie todo el pescado, de distintas especies, que se captura. Ni la acuacultura, garantizará que se compense tal sobrepesca. Un tercio de los sitios de pesca, “han sido rebasados en su capacidad biológica para reponerse” (ver: https://www.worldwildlife.org/threats/overfishing).

Y agregar también que abunda ya la contaminación marina, plásticos, aguas negras, derrames petroleros, sustancias radioactivas, fertilizantes, naufragios de barcos, restos de material bélico de las guerras y otras cosas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/12/naufragios-de-barcos-cargueros-mas.html).

Así que casi todo el pescado que se ingiere, si no es que todo, ya está muy contaminado, con patógenos, metales pesados, como mercurio, petróleo, microplásticos y otras sustancias nocivas para la salud. Se recomienda, por ejemplo, que mujeres embarazadas no ingieran pescado, pues puede contener mercurio (ver: https://www.betterhealth.vic.gov.au/health/healthyliving/mercury-in-fish).

Christian comenta cómo se comercializa el pescado en un lugar de distribución europeo, en donde “el caos comienza a las cinco de la mañana. Los mercados abren, los distribuidores llegan y las subastas comienzan. Durante las siguientes seis horas, se cierran tratos. Así es como los pescadores venden su producto a las empresas que los procesan, empacan y llevan a su destino final, sean supermercados, restaurantes o las bodegas que lo refrigeran. Es una actividad que asciende a unos $148,000 millones de dólares anuales. Son alrededor de 35,000 especies distintas las que se distribuyen”.

Vean, nada más, cuan diversa es todavía la fauna marina, a pesar de tanta sobrepesca, depredación y contaminación de los océanos. Pero ni así se deja de tratarla como simple mercancía.

Como se descompone muy rápido el pescado, sólo hay tres días, como máximo, para comercializarlo, “y entre más tiempo pase sin que se venda, más se deprecia”. Y una vez descompuesto, “ya no se vende, se tira y es dinero perdido”.

Me pregunto, ¿en dónde se tirarán tantos millones de toneladas de pescado podrido?

Será “dinero perdido” para los pescadores, pero es un alimento desperdiciado que pudo haber servido para calmar el hambre de cientos. Nada más vean cómo actúa este sistema capitalista salvaje, que todo lo trata por igual, como simples mercancías, sean alimentos o ropa.

Menciona Christian a vendedores que han perdido dinero porque “llegó un cargamento más barato de la especie que vendía. Así que o venden o se arriesgan a perderlo todo”. Sí, entra, como única consideración, lo que venderán, no que eso servirá para alimentar a la gente, es lo que menos importa.

“Si pierden un transporte que pudo haberles comprado, el día siguiente será menos dinero”.

Y eso hace pensar que hasta vendan pescado pasado, con tal de no perder. Los únicos afectados, serán los que lo consuman, pues seguramente hay sustancias con las que se pueda suprimir el mal olor (de hecho, se usa vinagre para ocultar el mal olor del pescado pasado, como me comentaba un amigo que trabajaba en una bodega).

Es tan alto el desperdicio, que “de dos piezas consumidas, una tercera, se desperdicia”.

Como siempre, hay personas que, más que preocupadas por reducir el desperdicio, ven una ventaja en que se comercialice lo antes posible. Es lo que pretende hacer la empresa Rooser, localizada en Edimburgo, Escocia. Se fundó en el 2019, por Joel Watt, junto con Nicolas Desormeaux, Erez Mathan y Thomas Quiroga. “Lo hicimos, porque vimos la necesidad de agilizar la comercialización del pescado y reducir el desperdicio”, dice Watt. No está mal, pues ha logrado “reducir el tiempo para comercializar el producto, incluso, disminuyendo la huella de carbón que deja su distribución. Quiere Watt que su empresa sea el Google Maps de la industria pesquera”.

No sólo eso, sino que ambicionan hacerlo globalmente, “incluso, que los gobiernos manejen mejor sus reservas pesqueras”.

Y no quieren los fundadores de Rooser que los tomen por “entrometidos, sino como innovadores”.

Muchos, ya están recurriendo a su plataforma y han mejorado sus negocios y sus ganancias.

Recorrí la página (https://rooser.eu/) y, en efecto, indican en su información que “usted es el experto, nosotros, sólo agilizamos su negocio”. Cobran una comisión fija de 3 por ciento en cada venta y hasta están contratando personal, pues, aparentemente, les está yendo muy bien.

Como sucede con todas las innovaciones, muy seguramente, ya irán abriendo otras comercializadoras digitales de pescado, no tanto, como dije, por reducir el desperdicio, sino porque represente muy buen negocio, siempre siguiendo el espíritu oportunista de este sistema capitalista, guiado únicamente por la ganancia.

Pero, bueno, si eso ayudara a disminuir tanto pescado – y alimentos – desperdiciado, bienvenida la idea.

Claro, mientras siga habiendo peces, pues por la sobrepesca y tanta basura plástica – y de todo tipo – que llega a los océanos cada año, para el 2050, superará en volumen a las especies marinas que todavía sobrevivan para entonces (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/08/el-plastico-que-va-los-oceanos-se.html).

Se capturará plástico, revuelto con uno que otro pez.

 

Contacto: studillac@hotmail.com