Los necesarios sistemas de refrigeración
Por Adán Salgado Andrade
Cada año, se pierden alrededor de 1,300 millones de toneladas de alimentos globalmente, los que tienen un valor de alrededor de un billón de dólares ($1,000,000,000,000), un brutal desperdicio, tanto en cuanto a todos los millones de personas que podrían alimentarse con ellos – unas dos mil millones –, en un mundo cada vez más hambriento, así como en la cantidad de dinero, mucho, que dejan de percibir sectores campesinos pobres, de distintos países, que con muchos trabajos producen varios de tales alimentos. Además, la comida desperdiciada, porque se descompone, suelta gases como CO2, y si fuera un país, “sería el tercer productor de ese gas en el mundo, después de China y Estados Unidos”. El desperdicio que se hace de alimentos en países ricos, equivaldría a toda la producción alimentaria de África subsahariana. En los países pobres, el 40 por ciento de las pérdidas, se debe al mal manejo, luego de las cosechas, en tanto que el 40 por ciento desperdiciado en los países “ricos”, se da en las tiendas y entre los consumidores (ver: https://www.wfp.org/stories/5-facts-about-food-waste-and-hunger).
Cuando tiramos algo del refrigerador que no fue comido por varios días, por ejemplo, es parte del mencionado desperdicio, el que no debería de darse con tantas personas padeciendo hambre.
Pero, como mencioné, en el caso de los países pobres, gran parte del desperdicio se da en el lapso en que los alimentos deben de trasladarse desde donde se cosechan, hasta los sitios de venta.
Frutas y legumbres, en países calurosos, se van madurando, hasta que se pudren. Lo mismo sucede con carne o pescados, se descomponen por el calor.
Y eso es debido a la falta de refrigeración, pues es vital para conservar los alimentos fríos, con tal de que no se pudran o descompongan.
En África, continente más caliente, es en donde la falta de refrigeración, provoca esa situación. Un país africano, Ruanda, está tratando de implementar refrigeración, tanto eficiente, como a bajo costo. Es lo que expone el artículo de The New Yorker, titulado “La carrera africana por el frío y la promesa de la refrigeración”, firmado por Nicola Twilley, quien sintetiza el problema diciendo que “para el mundo en desarrollo, la refrigeración es crecimiento. En Ruanda, podría significar una transformación económica”.
Inicia describiendo las peripecias que campesinos de Ruanda deben de hacer, con tal de conservar sus frutas, verduras, leche, pescados. Es el caso de François Habiyambere, quien comercia con pescado, tilapia. Tiene que juntar el hielo que produce una máquina, para conservar los pescados que vende. “Aquí, el primero que llega, es el que tiene hielo. Los demás, no”, le dice a Twilley. Luego, usa un camión con refrigeración, de los pocos que existen en ese sitio, para llevar los peces a sus destinos finales, muchos, para exportación.
También los que recogen la leche de los que tienen vacas, van de casa en casa, la recogen y la echan a contenedores. Si no se apresuran, esa leche, se fermentará y ya nadie querrá comprarla. “Un tercio de la leche recolectada, se descompone”.
Por eso, señala Twilley, es primordial que todos esos alimentos, se preserven mediante las llamadas cadenas de frío.
Pero en Ruanda, como en otros países, esas cadenas todavía son muy rudimentarias. Un cuarto de refrigeración, que es alimentado con celdas solares, es más caliente de los que debería de estar, pues no está bien regulado, lo que provoca que los alimentos no estén suficientemente fríos y duren menos.
“El Instituto Internacional de Refrigeración, estima que de los 1,300 millones de toneladas desperdiciadas de alimentos, un tercio son provocadas por la falta de refrigeración. En Ruanda, en donde menos de un niño de cada cinco, come apenas el mínimo que la OMS establece como el necesario, la conservación de alimentos, es materia de vida o muerte. Ruanda, es uno de los países más pobres del mundo, con un ingreso per cápita diario de $2,28 dólares por día ($832,2 dólares anuales, unos 16,664 pesos) y más de un tercio de niños menores de cinco años, están desnutridos. Aunque es difícil calcular la precisa contribución de bacterias generadas por la falta de refrigeración a enfermedades provocadas por comida en mal estado, los datos más recientes, indican que tan sólo la diarrea,la reduce el PIB (la actividad económica de todo un año de un país) de Ruanda entre 2.5 y 5%. Sin embargo, el presidente Paul Kagame, ha dicho que quiere convertir a su país en uno de altos ingresos para el 2050. Eso, no puede lograrlo si no centra su atención en la refrigeración”.
Ruanda es un país que ha tenido varios conflictos, como el genocidio cometido contra los tutsis, durante la guerra civil. Se asesinaron a entre 500,000 y 662,000 personas por milicias armadas hutu, la consecuencia de la herencia colonial alemana y francesa, al juntar a distintas etnias en una colonia, que luego se convirtió en Ruanda (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/History_of_Rwanda#Colonial_Rwanda).
La cinta estadounidense Hotel Rwanda, (2004), dirigida por Terry George, muestra algo de lo que fue esa terrible masacre.
Sin embargo, se logró la estabilidad de ese país y aunque Kagame es autoritario, “ha logrado controlar la corrupción y la gente lo aprecia por eso”, señala Twilley.
Con tal de establecer una buena cadena de frío, en el 2018, Ruanda anunció la Estrategia Nacional de Enfriamiento, y en el 2020, lanzó el programa conocido como el Centro de Excelencia Para el Enfriamiento Sostenible y la Cadena de Frío de África (ACES), que es una colaboración entre Ruanda, Inglaterra y el Programa Ambiental de la ONU, establecida en Kigali, la capital de Ruanda.
Comenta Twilley que la refrigeración se introdujo en Estados Unidos (EU) hacia la segunda mitad del siglo 19, “y se le llamo cadena de frío hasta los 1940’s, cuando los burócratas europeos, que reconstruían un continente sacudido por la guerra, estudiaron y copiaron los métodos estadounidenses”.
En EU, no pasa mucho tiempo para que un vegetal se enfríe en cuartos refrigerados. De hecho, ustedes pueden ver que en supermercados como Walmart, mucha de la fruta y verdura es de la congelada. Por ejemplo, las zanahorias, no duran mucho al comprarlas, pues fueron descongeladas y se deshidratan en ese proceso. Así que tampoco se trata de congelar demasiado los productos, sólo que se mantengan frescos, para que duren más y no se descompongan.
Pero en Ruanda, sólo hay un enfriador a base de aire, “y casi no se usa porque cuesta mucho hacerlo funcionar”.
Por ello, ACES, tiene como objetivo, dotar al país de suficientes estaciones de refrigeración, con tal de conservar más los alimentos, que haya menos desperdicio y que la gente incremente sus ingresos.
Una experta en refrigeración, Judith Evans, quien asistió a una reunión convocada por el organismo, señaló los errores de diseño que todavía tienen los sistemas de enfriamiento que está tratando de implementar Ruanda, “pero es un principio”.
Sin embargo, el problema es que sigue siendo caro refrigerar los alimentos en Ruanda, como varios campesinos le confiaron a Twilley. El Banco Mundial, que ha establecido diez cuartos fríos en ese país, estima que al menos un 96% de campesinos que los tienen cerca, nunca los usan.
Además, se les debe de entrenar, pues podrían enfriar en exceso los alimentos, lo cual tampoco es adecuado (como con las zanahorias que mencioné que vende Walmart).
Otro problema que señala Twilley es que cuando la gente logra ganar más dinero al conservar más sus alimentos con la refrigeración, “no emplea los ingresos extras para mejorar la alimentación de sus hijos, sino para reparar muebles o comprar celulares”. Irónico, pues sus niños, son los que menos les interesan.
Pero es algo que tiene que hacer Ruanda, mejorar la conservación de sus alimentos, con tal de elevar sus ingresos. Por eso, las cadenas de frío, son imprescindibles, dice Twilley.
Y, como siempre sucede, los beneficios que se logran, no son distribuidos uniformemente. “En Kenia, un estudio halló que tres cuartas partes de las frutas y vegetales producidos para la exportación, provienen de sólo siete grandes agroindustrias, pertenecientes a blancos, pues sólo ellos tienen el capital y los recursos para implementar los estrictos niveles de seguridad requeridos. Pero es más difícil trabajar con los pequeños campesinos, pues se cierran a los cambios, como indica Julian Mitchell, el CEO de InspiraFarms, empresa enfocada a ayudar a éstos, que son los que producen el 90% de vegetales y frutas de Kenia y que pierden la mitad de sus cosechas.
Como señalé, es el costo el que hace que muchos de los campesinos de esos países, sean reacios a usar refrigeración, pues mientras que en países desarrollados, agrega un uno por ciento al costo final, en los pobres, es el treinta por ciento. “Nadie lo va a pagar”, afirma Selçuk Tanatar, oficial encargado de las operaciones de la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial. “Por ello, para que una cadena de frío funcione en los países pobres, es que se cultiven sólo frutos o verduras que sean muy demandados por los ricos”.
Eso, por desgracia, sucede en México, en donde el aguacate, sumamente demandado por EU, es cultivado masivamente, tanto, que está diezmando los bosques en Michoacán. O el caso de las berries (frutos rojos), cultivados en Baja California, que están destinados exclusivamente para la exportación (ver: https://thelogisticsworld.com/comercio-internacional/exportacion-de-berries-mexicanas-gana-relevancia-y-crece-pese-a-la-pandemia/).
“Pero con eso, no se ayuda a que la gente de países pobres tenga seguridad alimentaria. Sólo se producen productos mejores y más baratos para los países ricos”, agrega Tanatar.
“Casi la mitad de la población de Ruanda, unos seis millones son campesinos que tienen apenas media hectárea de tierra. Una solución que no les trabaje a ellos, no servirá de nada. Una cadena de frío que sólo permita que el rico se enriquezca más y el pobre empobrezca más, sólo los afectará más. Y los más beneficiados serían los que los países excolonizadores, quienes seguirán disfrutando de delicias alimentarias”, señala Twilley.
Parte de las soluciones es un camión denominado OX, que está refrigerado y recoge las cosechas de la gente, “pero es limitada su capacidad y no todos logran que les transporte sus productos”. Son varias unidades, operadas por un particular, Simon Davis, CEO de OX (por eso bautizó así a sus camiones) quien ve muy tentador que se establezca una buena cadena de frío en Ruanda. “Al principio, ganábamos unos cincuenta dólares, pero, ahora, hemos hecho hasta doscientos cincuenta de cada camión”.
Y los camiones que opera actualmente ya son eléctricos y operan el enfriamiento con celdas solares, lo que ha abaratado su funcionamiento y lo que cobra a los campesinos por llevarles sus mercancías.
ACES acepta a empresas como OX, “pues contribuyen a la solución del problema”.
Y hay otros “emprendedores”, buscando establecer empresas que con frío o sin frío, puedan ayudar a preservar más los alimentos. “Donatien Iranshubije, de 21 años, quien viste camisa abierta y luce una cadena de oro, ha establecido un negocio que ofrece entregas para el día siguiente y que trabaja con unas doce familias. Lo hace con motos, las que van más rápido que bicicletas, pero como ya le están subiendo los clientes, está considerando la refrigeración también”.
Y aunque la refrigeración es necesaria, igualmente contamina. “Los refrigerantes y la energía fósil requerida para enfriar, son responsables del 7% de las emisiones contaminantes globales. Y entre más naciones refrigeren, como Ruanda, subirán. Por lo que visto así, ayudar a que Ruanda desarrolle una eficiente cadena de frío, se ve menos como un desarrollo altruista y más como un interés por hacer buenos negocios”.
Todo, pues, tiene su costo ambiental. Y eso se traduce en mayor calentamiento global.
Será un círculo vicioso, pues entre más calor, menos se conservarán los alimentos y más refrigeración se requerirá. Por eso, ahora, entre otras propuestas, se ha dicho que sería más conveniente cosechar cerca de los centros de consumo, algo más difícil, pues una ciudad como la de México, por ejemplo, no podría subastarse de cosechas que se dieran a sus alrededores.
Pero, mientras tanto, en Ruanda, si la refrigeración está resultando un muy buen negocio, se hará, no tanto por conservar los alimentos o beneficiar a la gente, sino, como indica Twilley, por un lucrativo beneficio personal.
O sea, la máxima capitalista, de que primero son los negocios.
Contacto: studillac@hotmail.com