viernes, 7 de octubre de 2022

La grave hambruna en Somalia

 

La grave hambruna en Somalia

Por Adán Salgado Andrade

 

Somalia es el penúltimo país más pobre del planeta. Su ingreso per cápita es de unos 300 dólares anuales, alrededor de $6,000 pesos, o sea, unos $334 pesos mensuales (ver: https://worldpopulationreview.com/country-rankings/poorest-countries-in-the-world).

La mayoría de su población se sostiene de la agricultura, sobre todo, de criar ganado y son nómadas, un buen porcentaje. Con un área de 637,657 kilómetros cuadrados y unos 12,400,000 habitantes, su densidad de población es de casi 20 personas por km2 (ver: https://www.cia.gov/the-world-factbook/countries/somalia/).

Es un país que padece hambre, enfermedades, pobreza y los estragos del cambio climático, que en África, en particular, se están manifestando severamente, ocasionados por países ricos como Estados Unidos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/03/africa-la-que-mas-sufre-los-embates-del.html).

Justamente una de tales severas manifestaciones, es la larga sequía que por años está afectando a Somalia, la que está provocando una severa hambruna, pues el país está en la imposibilidad de sembrar o criar ganado, por la falta de agua.

El artículo de la agencia AP, titulado  “’Muchos niños están muriendo’: la sequía de Somalia, está matando de hambre”, firmado por Cara Anna, expone esa dramática situación, que tiende a agravarse con cada día que pasa y a seguir ocasionando muertos, sobre todo, niños que ni agua para beber tienen o que si la tienen, es insalubre, lo que les ocasionará graves enfermedades intestinales, como parasitosis y otras que, por estar tan debilitados, más rápidamente los matarán (ver: https://apnews.com/article/russia-ukraine-world-news-droughts-animals-africa-1c16ab8f57268ee2043861326a65d09d).

Varias dramáticas fotos y un video muestran las desesperadas condiciones en que viven millones de pobres en Somalia, la mayoría de la población. Mujeres, las que más abundan, con una alta tasa de reproducción, caminando por desérticas, polvosas sendas, migrando de una parte del país, hacia la otra, para hallar exactamente lo mismo. En una imagen, Mohamed Diriye, llega con varias mujeres a un campo de desplazados, en donde las “casas” están improvisadamente hechas, con delgadas varas, cubiertas con plásticos o raídas mantas. Un joven, muy flaco, en silla de ruedas, refleja dolor y angustia en su rostro. Lo rodean otros jóvenes y adolescentes, igualmente muy delgados, con rostro de incertidumbre. En otra imagen, de nuevo, aparecen mujeres somalíes, junto a las improvisadas “tiendas de campaña”, cubiertas ellas con vistosas túnicas, rojas, amarillas, negras… que les cubren desde la cabeza hasta los pies. Es un “campo de refugiados” que está en medio de una zona tan seca, que parece desierto, como puede apreciarse de una toma aérea.

Dos mujeres aparecen en otra foto, una de ellas, recitando poesía, que es algo muy característico de los somalíes. Arbustos secos y tierra, es lo único que puede verse en ese desolador ambiente. La gente, no recibe ayuda o muy poco, como le comentaron a Anna. Y un video, muestra una panorámica de los improvisados refugios, de cómo los hacen y de que esperan las mujeres, juntar algo de agua en bidones plásticos para tener, al menos, el vital líquido para beber.

En la clínica, que apenas si cuenta con lo básico, se pesan a desnutridos, cadavéricos niños, que ni agua para beber tienen. Otra imagen, muestra el hilillo de agua que sale de las llaves y que quizá muchos de las y los que esperan en la larga fila, no alcancen ni ese hilillo.

Otro video, expone descarnadas imágenes de niños tan flacos, que pueden morir en cualquier momento. Y en la clínica local, no pueden hacer mucho, pues no cuentan con lo básico o muy poco. La gente, casi llega sólo a morir.

Una gráfica indica que un 40% de somalíes, o sea, unos seis millones al menos, se verán afectados por la presente hambruna.

Otra imagen muestra a niños tomando clases en una “escuela”, sentados en el piso, a falta de mobiliario, rodeados de sucias, escuálidas paredes, sólo escuchando al profesor, pues ni cuadernos llevan en ese país tan pobre y atrasado.

En una foto más, se ve a un matrimonio, Fartum Issack y a su esposo Adan, quienes tuvieron que enterrar a la menor de sus hijas, de un año, la que falleció de hambre y enfermedades, en medio de la nada. Del seco suelo, sobresale el promontorio en donde está enterrada la pequeña. Muy triste y desoladora escena.

El mencionado Mohamed Ahmed Diriye, decidió emigrar de la parte norte de Somalia. “Cruzó zonas llenas de esqueletos de animales y de las que se encuentran en el territorio tomado por extremistas islámicos, recorrió más de mil kilómetros, viajando sobre su carreta, jalada por un famélico burro. Pero llegó sin comida, con sus dos hijos, uno de 4 y el otro, de 5 años. El enorme esfuerzo, de nada sirvió, pues halló la misma sequía, que desde cinco consecutivos años, azota al país.  Otro millón de personas, han hecho lo mismo y, para su desgracia, se han encontrado con la misma severa falta de agua, de la que huyeron”.

La actual sequía, se ha acentuado, por los efectos del cambio climático, y ya lleva cinco años. Pero han sido frecuentes, tanto, que en “ese país de poetas, hasta les ponen nombres. Por ejemplo, en los 1970’s, hubo una, que llamaron Prolongada, en los 1980’s, la Asesina de Ganado o la Igualitaria, de hace cinco años, porque afectó a todo el país. Y hace una década, la Hambruna, que mató a doscientas cincuenta mil personas”.

Lo cual no quiere decir que sean las y los somalíes inmunes a los efectos de las sequías, mortales las más de las veces, como la actual, la que ha matado a miles de personas y a unos 900 niños menores a cinco años, de desnutrición y deshidratación, “y otro medio millón de infantes, están en peligro, igualmente, de morir. Es una pesadilla pendiente, como nunca se había visto antes, afirma la ONU”.

Diriye, quien “cree que nadie podrá sobrevivir en los sitios que ha recorrido en su diáspora, le ha puesto nombre a la actual sequía: Huesos Blancos, por tanto esqueleto que ha hallado”.

Terrible. Somalia, de seguir esos graves problemas, hasta podría desaparecer como país, pues si su clase política no puede proporcionar alimentos, agua, medicinas, en fin, atención social a sus pobladores, entonces, no puede garantizar la existencia de Somalia.

Varios factores han contribuido al grave problema de sequía y hambruna que afecta a Somalia. Uno, como señalé, el cambio climático, ocasionado por los países más ricos, como Estados Unidos o hasta China. Esos efectos se han manifestado más en países pobres, los que, de por sí, siembre han estado en niveles precarios de bienestar. Por falta de agua, ese país, mayoritariamente agrario, no puede cultivar o criar ganado, mucho del cual, ha estado muriendo por falta de forraje y, sobre todo, agua.

La otra situación fue la pandemia, que todavía sigue vigente, sobre todo en países pobres, en los que menos se han vacunado a las personas, pues no tienen la capacidad para comprar las vacunas necesarias.

Y, para rematar, la invasión de Rusia a Ucrania, ha desviado necesarias donaciones al país, como las de alimentos, para abastecer de armas a Ucrania. Con todo lo que se ha gastado en dotar a este país de mayor fuerza bélica, se habría podido aliviar el hambre de países como Somalia y otros, que la padecen cotidianamente. Y es absurdo, en un mundo en donde se desperdician un tercio de los alimentos producidos cada año (ver: https://www.ucdavis.edu/food/news/why-is-one-third-our-food-wasted-worldwide).

Además, por los mismos efectos de la guerra, se está dejando de producir y exportar trigo, del que esos dos países, Rusia y Ucrania, son de entre los mayores productores. Así que suponiendo que haya donativos para Somalia, ni siquiera se puede comprar el necesario trigo.

Anna recorrió los referidos campos de refugiados, y la gente le dijo que tienen muy poca ayuda o nada. “Nos dan arroz o puro té negro, nada más”, le dice una mujer.

Y de los familiares que van muriendo, “los enterramos, les lloramos, pero debemos de seguir”, le dice Adego Abdinur, una de las entrevistadas, quien carga a su hijo de un año, famélico, flaco. Otros niños, toman un poco agua de bidones, ansiosos, saboreando el vital líquido, y quizá sea lo único que puedan “comer” en días. Eso lo hacen entre el polvo y los improvisados refugios en donde viven. Muy tristes las escenas.

“La casa en donde habitaba, estaba muy bien. Y teníamos lo suficiente para vivir, no nos faltaba comida, ni agua. Muchos niños se están muriendo”, dice Abdinur, llorando, por todo lo que dejó atrás y lo que ha visto. En efecto, todos lamentaríamos haberlo perdido todo y quedar reducidos casi a indigentes, involuntariamente.

Para complicar más las cosas, está la acción del grupo extremista “ligado a al-Qaida. Unas 740,000 personas de entre la gente que más sufre por la sequía, viven en las áreas controladas por extremistas de al-Shabab. Así que para sobrevivir, deben de escapar”.

El grupo terrorista alardea de que ha ayudado a la gente. “Pero no es cierto, sólo nos extorsionan, nos quitan lo poco que tenemos”, le dice otra empobrecida mujer.

Y ese grupo de infames terroristas, tampoco permite ayuda humanitaria, y por ello, mucha gente ha muerto de hambre en los territorios que controlan.

Dice un vocero de esos terroristas, Ali Mohamud Rage, que “esto es una prueba de Alá, por nuestros errores y pecados”. Muy cómodo, todo adjudicarlo a los “castigos divinos”.

El actual presidente de Somalia, Hassan Sheikh Mohamud, ha sobrevivido a tres intentos de asesinato, por parte de los extremistas. Y les pide que, al menos, en las actuales circunstancias tan penosas, “tengan clemencia”.

Sería bueno que la tuvieran, ya que ni siquiera ayudan, como dicen los sufridos somalíes de esos terroristas.

Como dije, la gente niega que esos extremistas los auxilien. “A mí, me quitaron la mitad de mi cosecha”, se queja una pobre mujer. Y otros testimonios, señalan que ni les permiten que los grupos humanitarios los ayuden, ni tampoco, los dejan salir de los territorios controlados, sobre todo, a niños y hombres, para usarlos como forzados combatientes, algo muy común en esos países, con guerras civiles (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/06/los-ninos-soldados-de-yemen.html).

Y, aun dentro de la adversidad, “la gente, trata de vivir, los niños, volando papalotes, los adultos, rezando. Y a lo lejos se ven humaredas, de algunos campesinos desmontando sus tierras con fuego, por si es que acaso lloviera, algo muy improbable”.

Como apunto arriba, en el hospital local, no pueden hacer mucho. “Un doctor pellizca el músculo de un bebé. La piel, queda encogida, señal de deshidratación. No podrá hacer mucho el doctor por el pobre niño”

No hay suficiente comida de la que ofrecen los empleados de ayuda humanitaria. “Yo extraño la leche fresca de cabra”, dice Nimco Abdi Adan, una chica de 29 años, con dos hijos a su cuidado. Su familia, ha tenido que vender sus cabras, con tal de comprar algo de comida.

A pesar de las magras condiciones, siguen llegando miles de somalíes al citado campo, esperanzados en hallar mejor vida y, sobre todo, agua y alimentos.

Pero muchos, sólo llegan a morir. “Sí, algunos, se mueren, pero en los que quedamos vivos, nos queda la esperanza de que todo mejore”, dice Adan, resignada a lo que venga.

Y lo que vendrá, será, seguramente, peor.

 

Contacto: studillac@hotmail.com