viernes, 6 de noviembre de 2020

Ni redes, ni internet, han descubierto quién es el trotamundos muerto en un bosque

 

Ni redes, ni internet, han descubierto quién es el trotamundos muerto en un bosque

por Adán Salgado Andrade

 

En una era en que nuestra “privacidad” cada vez está más comprometida, es difícil que alguien pase desapercibido. Ya sea que usemos una computadora, conectada a la red, o un celular “inteligente”, buscadores como Google, nos tienen perfectamente localizados, y la historia de todos los sitios que visitamos, la tiene archivada y al detalle (ver: https://www.newscientist.com/article/mg24432601-300-firms-and-governments-use-the-internet-to-spy-on-us-should-we-care/).

Claro, quien no pertenece a la sociedad “normal”, como, pongamos, un indigente, no sufrirá la vigilancia que, los demás, experimentamos en las redes.

Pero hay personas que no son, precisamente, parias, como para que resulten desapercibidos, como expone el artículo de la revista digital Wired, titulado “Un trotamundos desconocido y el caso que el Internet no puede destrabar”, firmado por Nicholas Thompson (ver: https://www.wired.com/story/nameless-hiker-mostly-harmless-internet-mystery/).

Como subtítulo, Thompson escribe que “El hombre en el recorrido, se hacía llamar ‘Generalmente Inofensivo’. Era amigable y decía que trabajaba en el sector tecnológico. Después de que murió en su tienda de campaña, nadie pudo identificar quién era”.

La historia, comienza en abril del 2017, cuando un joven, de treinta y tantos años, empezó su aventura de recorrer partes boscosas y naturales de los Estados Unidos. No usaba celular, pues a todo mundo que se hallaba, le decía era para huir y desestresarse de su trabajo, en las empresas tecnológicas, en el que había estado por años.

El recorrido que haría era la Ruta de los Apalaches, que, junto con la Pacific Crest Trail, son muy buscadas por aventureros jóvenes estadounidenses, ávidos de encontrarse con la naturaleza.

Por ejemplo, uno de ellos, Chris McCandless (1968-1992), de quien, hasta se hizo una cinta, murió en Alaska, en una remota región, sin comida, habiendo ingerido unas hierbas venenosas, además de que, como el río estaba crecido, no pudo cruzarlo. Hizo un diario y hasta se tomó una foto, antes de fallecer, con su cámara, con el disparador automático. Murió dentro de un autobús escolar, que, en 1961, trabajadores de caminos, abandonaron allí. En ese autobús, conocido como “El autobús mágico”, pasó sus últimos momentos. Sus restos en descomposición, fueron hallados, dos semanas después, el 6 de septiembre de 1992, por cazadores, quienes dieron aviso a la policía.

Su historia, basada en su diario, es contada en el libro Into the Wild, escrito por Jon Krakauer, y publicado en 1996. La cinta, del mismo nombre, del 2007, basada en ese libro, fue dirigida por Sean Penn, y tuvo buena acogida (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Chris_McCandless#Legacy).

Otro libro, que recoge la experiencia aventurera en las remotas zonas naturales de Estados Unidos, pero de una mujer, es el titulado Wild: From Lost to Found on the Pacific Crest Trail (De perdida, a hallada, en la ruta del Pacífico), escrito, justamente, por su protagonista, Cheryl Strayed, quien vio en ese recorrido, la única forma de salir de una fuerte depresión, generada por su inestabilidad emocional y  familiar. La cinta Wild, del 2014, dirigida por Jean Marc Vallée, y estelarizada por Reese Witherspoon, resulta ser una buena adaptación del libro y muestra, dramática y elocuentemente, la epopeya personal que representó para Strayed, completar esa ruta, que, en varias ocasiones, estuvo a punto de renunciar y hasta de morir (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Wild_(2014_film)).

Los ejemplos anteriores, pueden servir para ubicar lo que el mencionado joven, se proponía hacer.

Los que lo conocieron, nunca supieron su nombre real, pues no se los daba. Al principio, se hacía llamar Denim, porque comenzó su recorrido, usando pantalones de mezclilla (Denim significa mezclilla, en inglés) .

Luego, se presentó como Mostly Harmless (casi inofensivo), que Thompson explica que pudo haber sido una referencia al libro The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy, escrito por el autor inglés Douglas Adams (1952-2001), sobre un aventurero galáctico. En dicha obra, dos extraterrestres, que investigan la Tierra, afirman que es un planeta casi inofensivo.

Obsidiana, fue una mujer, de 66 años, que estuvo caminando junto con él por unos días. Ella, le enseñó a hacer fogatas. El muchacho, además, le dijo que estaba muy ansioso por ver a un oso.

Para diciembre, ya había llegado al estado de Georgia.

Allí, en un refugio llamado Mountain Crossings, conoció al veterano trotamundos, Matt Mason, platicó con él, sobre la ruta a seguir y Mason le dijo que había una aplicación para celular, que la bajara, pero Mostly Harmless le respondió que carecía de celular, lo cual sorprendió mucho a Mason. “Le imprimí 60 páginas de mapas, por cinco dólares”, cuenta aquél. “Le pedí que si me dejaba fotografiarlo. Como que lo pensó, pero se dejó”. Y esa foto, es de las pocas que se conocen de él.

En enero del 2018, llegó a Florida, en donde conoció a Kelly Fairbanks, una mujer que auxilia a trotamundos, que pasan cerca de donde ella vive. Platicó con Mostly Harmless y le preguntó si estaba usando la aplicación para guiarse por el Curso de la Florida. Le dijo, como a Mason, que no tenía celular, lo que, igualmente, la sorprendió. “Por su barba, pensé que era viejo, pero no tenía arrugas, ni patas de gallo, era muy joven, de ojos amables. Su equipo era de primera, pero eso de que no tuviera celular, me consternó, pues la ruta se vuelve confusa e intolerable. Lo recuerdo muy bien, porque me preocupó mucho”, dice Fairbanks. “Y le tomé dos fotos”.

Dice Thompson que “seis meses más tarde, el 23 de julio, del 2018, otros caminantes llegaron al parque nacional Big Cypress. La humedad, era exasperante, pero siguieron adelante, cruzando pantanos, sufriendo pies adoloridos y esquivando víboras y lagartos. A diez millas de su viaje, se detuvieron para descansar, en un sitio llamado Nobles Camp. Allí, vieron una tienda de campaña amarilla y un par de botas fuera de ella. Algo olía mal y algo no estaba bien. Saludaron y se asomaron a través de la malla, contra aire, de la tienda. Un cuerpo contraído, sin vida, los miraba. Llamaron al 911, diciendo que habían hallado un cadáver”.

Y, desde entonces, todos los esfuerzos por saber, al menos, el nombre del fallecido, han sido infructuosos.

Por redes sociales, gente que lo conoció, y de las fotos que le tomaron Mason y Fairbanks, se ha tratado de detectar, pero nada, no aparece información de esa persona, lo cual, es raro.

Recuerdo un caso similar, que conocí de cerca. Hace unos años, una amiga, me platicaba de un “gran romance” que sostenía con un hombre que había conocido en alguna reunión. Estuvo tan enamorada, que aceptó la proposición, que él le hizo, de casarse.

Luego de que se casaran, su prometido le dijo que se irían a radicar a Estados Unidos. Pero un día en que se habían quedado de ver, para revisar los preparativos, el prometido, no llegó. Lo llamó a su celular, pero no respondió, ni ese día, ni los siguientes. Intrigada, lo buscó en su supuesto trabajo, pero le dijeron que allí, no laboraba nadie con ese nombre. Como no tenía mayor referencia, lo buscó por internet. Era el 2009, no había las redes sociales, como el Facebook u otras, ni WhatsApp, ni nada de eso, pero lo estuvo rastreando y ¡nada!, nunca halló referencia alguna, como si no hubiera existido jamás.

Pasaron seis meses y, mi amiga, con todo el dolor de su corazón, dejó de buscarlo. Nunca supo más de esa persona.

Eso mismo ha sucedido con Mostly Harmless, ni el nombre, han podido averiguar. Su ADN, aunque concuerda con otro, no ha dejado nada claro.

Tampoco ha podido determinarse cómo murió. Tenía $3,500 dólares en efectivo y suficiente comida, pero se determinó que había adelgazado mucho, pesando 37.6 kilogramos, para una altura de 1.73 metros. Su edad, se estimó entre 35 y 50 años, y no hallaron alguna anormalidad, excepto ibuprofeno y un antihistamínico en su organismo. Así que la causa de su muerte está “indeterminada”. Piensan que se dejó morir, como el mencionado Chris McCandless. Eso, porque Mostly Harmless, se hallaba a sólo a ocho kilómetros de una carretera. No dejó nota alguna, ni se ve que haya estado desesperado de buscar ayuda.

Se ha dado su descripción, por si alguien puede aportar datos, pero nada.

La mencionada Kelly Fairbanks, lo reconoció, pero nada más pudo aportar, fuera de lo que mencioné antes y de las fotos.

Otros caminantes, lo recordaron, que platicó con ellos, pero nada más pudieron aportar.

Thompson compara los casos, de Mostly Harmless y McCandless, el cual, luego de dos semanas de que se halló su cadáver, a pesar de no tener identificación y ser 1992, sin los adelantos de hoy, se estableció su identidad, y su familia acudió a reclamar el cadáver.

“Ahora, es 2020, y tenemos internet. Facebook, sabe que estás preñada casi antes de que lo sepas. Amazon, sabe que tu foco se va a fundir, antes de que lo sepas. Sube detalles a Twitter, sobre una laptop robada, y la gente rastreará y ubicará, que el ladrón, está en un bar en Manhattan. El internet, puede desentrañar misterios familiares, identificar canciones durante mucho tiempo olvidadas y, como esta revista demostró hace diez años, rastrear a cualquiera que intente esconder su huella digital. Este caso, parecía sencillo”.

Es cierto lo que dice Thompson, pues si algo sucede, que se halla un cadáver de una mujer, y, casi de inmediato, a través de las redes, es posible saber su identidad. En efecto, hemos alimentado demasiado, a las redes o a los buscadores, con nuestros datos, que es imposible que pasemos desapercibidos.

Pero no ha sido así con Mostly Harmless.

Se formó un grupo de Facebook y otro de Reddit, pero nada ha salido a la luz.

Dijeron que quizá era un asesino o un chico que se perdió en 1982, pero las fotos no coincidían.

Natasha Teasley, quien renta canoas, se ha obsesionado con su búsqueda, incluso, rastreando el lugar, desde comenzó el joven su viaje, pero tampoco ha dado con algo convincente. “Alguien debe de extrañar a este hombre”, dice, esperando que, pronto, alguien lo reconozca.

Y se hizo una cooperación colectiva (crowd sourcing) para pagar a la empresa genética, Othram, que se interesó en el caso, para que analizara el ADN de Mostly Harmless y lo comparara con el banco de miles de muestras de ADN que posee el servicio llamado GEDMatch. Por este servicio, ha sido posible identificar a asesinos y gente perdida.

Lo más que se halló, es que los parientes de Mostly Harmless, provienen de Baton Rouge, Luisiana, pero, eso, no permite saber mucho, “pues pudo haber nacido allí, pero haberse criado en Maine”, dice Thompson.

Pero, cuando más, podrá averiguarse el nombre. Thompson confía en que su artículo, contribuya a desentrañar el misterio.

“Pero, con ese misterio resuelto, uno nuevo se abrirá. ¿Por qué, Mostly Harmless, fue al bosque y, por qué, cuando las cosas se pusieron difíciles, no salió de allí?”, se pregunta Thompson.

Quizá haya sido que Mostly Harmless estaba harto de la depredadora “civilización”, del egoísmo inyectado por este destructor capitalismo salvaje, de bosques incendiados, deforestados, de mares y ríos contaminados y calentados, de la extinción de la biodiversidad planetaria…

Ya lo había dicho con los que platicó, que quería desestresarse, olvidarse de su vida como trabajador de empresas tecnológicas, las que tienen que ver, justamente, con software e internet.

Sí, y prefirió dejarse morir, en medio del bosque, aprovechando que todavía quedan algunos.

Por eso, debe de haber salido sin celular, para que nadie lo localizara y pudiera morir, sin ser perturbado, absolutamente, por persona alguna.

Entonces, si eso fue, no hay misterio.

Quizá, sólo se trató de su deseo personal de desaparecer, de apartarse, para siempre, del destructivo monstruo en que se ha convertido el capitalismo salvaje.

 

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