sábado, 21 de noviembre de 2020

Conversando con un vendedor de miel

Conversando con un vendedor de miel

Por Adán Salgado Andrade

 

Pascual, hombre de unos 55 años, de muy morena piel, acude al mercado Ignacio Zaragoza, todos los sábados, a surtir de miel a algunos locatarios, y a vender a la gente que gusta de ese producto natural, muy nutritivo y conteniendo varias propiedades curativas, como microbicida y sanadora de heridas, entre otras cualidades (ver: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3609166/).

La miel, la trae de Ocuilan, Estado de México. “Mire, los cajones, son de mi primo, para qué le voy a mentir. Pero yo le ayudo a caparlas, es como un negocio familiar”, dice, mientras se acerca gente que compra, ya sea, miel, polen o propóleo (esta sustancia, es también producida por la abejas, para proteger sus colmenas, y tiene propiedades antisépticas, además de que alivia el resfriado común, la gripe, sinusitis, otitis, laringitis, bronquitis, asma bronquial, neumonía crónica y tuberculosis pulmonar. Ver: https://www.20minutos.es/noticia/1705374/0/propoleo/antiseptico-antiviral/antiinflamatorio/).

Dice que el polen “es como el desperdicio de la abeja”, y que también tiene muchas propiedades.

Claro que todo eso de las “propiedades curativas”, no está del todo avalado, pero por cientos de años, la miel, ha sido considerada como un gran y nutritivo alimento.

Por otro lado, hay que recalcar que las abejas, además de producir distintos tipos de miel, son las encargadas de realizar el 90% de la polinización de setenta cultivos, que son los que proveen 90% de la nutrición mundial, así que, si desaparecieran, la producción de tales cultivos, se afectaría, desapareciendo el 90% de nuestros alimentos originados de plantas (ver: https://geneticliteracyproject.org/2015/08/12/pollinator-myth-bees-responsible-one-third-global-food-heightening-crisis-like-7/).

Así que lo que vende Pascual, es muy importante, tanto nutricional, como curativa y ambientalmente. Allí, sentado sobre un huacal, con un cojín encima, para que no sea tan incómodo, supongo. Tiene una cubeta de veinte litros, a un tercio de su contenido, de miel pura. Con un cucharón de madera, muy diestramente, va llenando envases plásticos de un cuarto, medio y un litro, que va colocando a un lado de la cubeta. “Lo doy a ochenta, el litro, paro a usted, se lo dejo en setenta”, dice. Un precio muy conveniente, tomando en cuenta que, si no lo encontrara a él, si la adquiriera en el interior del mercado, el litro lo hallaría en ciento diez o hasta ciento veinte pesos. ¡Vaya forma tan fácil de ganarse cuarenta o cincuenta pesos más! No cabe duda que el comercio obtiene fácilmente una ganancia, tan sólo por la distribución.

Y la miel embotellada (de marcas como Carlota, por ejemplo), como la que se vende en supermercados, es mucho más cara, pues medio litro llega a valer hasta setenta pesos, lo que cuesta la que vende Pascual.

Esa fácil ganancia para los comerciantes, no resulta tan sencilla para Pascual, quien dice que su primo le da diez pesos por litro vendido. “Vendo entre treinta y cincuenta litros, cada sábado”, dice, o sea, se lleva de $300 a $500 pesos semanales, vendiendo allí. “Aparte, vendemos en otros tianguis”, dice, con lo que se lleva de mil a mil quinientos pesos semanales. No demasiado, para alguien que tiene esposa y tres hijos.

“Pero uno de mis hijos, también me ayuda, vendiendo ropa. Y, mi mujer, vende quesadillas, en su pobre casa”, agrega.

En estos tiempos tan difíciles, no basta con un magro salario, como pueden constatar miles de familias en este empobrecido país.

Dice que capan, o sea, extraen la miel, dos veces al año. “Mi primo, tiene 70 cajones. Y salen 12 tambos de doscientos litros al año”, responde, a mi pregunta, de cuánta miel sacan de cada cajón.

O sea, que eso serían unos 2,400 litros. A setenta pesos, promedio, obtendrían alrededor de $168,000 pesos anuales. Le pregunto sobre lo que comen esas abejas. “Ah, de pura flor que hay por allí, es que hay mucha flor y árboles y agua, así que no se les da nada, nada más hay que cuidarlas bien. Por eso, es miel natural, multiflor”, dice. En efecto, la miel se ve de muy buena calidad, transparente, color café claro, conteniendo trazas de la colmena y de una que otra abeja.

“Pero mi primo, tiene colmenas en Puebla y, cuando hace mucho frío, que no hay alimento, les pone azúcar”, me dice. No creo que sea muy buen alimento darles azúcar, pero si con eso se mantienen alimentados esos extraordinarios insectos, pues que coman eso.

Aunque parece que dan mucha miel, la producción de cada abeja es de una gota en toda su vida. Muy poca, pero como son millones de abejas las que la destilan, ya se compensa (ver: http://www.goldenblossomhoney.com/education_bees.php).

“No les va mal”, le digo a Pascual. “Si, pero es muy delicado esto de las abejas, pues se pueden morir, con tanto pesticida que ahora se usa”, dice, en contrariado tono.

En efecto, tanto pesticida, como el cancerígeno glifosato, producido por la nefasta Monsanto, está acabando con las abejas en todo el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, se están muriendo tantas, que es ya un muy lucrativo negocio, robar colmenares enteros, para revenderlos, con muy buena ganancia.

O sea, es comercio de abejas, muy lucrativo, también (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/07/el-lucrativo-robo-de-abejas.html).

Dice que extraen la miel dos veces al año. “Ahorita, acabamos de capar y, luego, en mayo, volvemos a caparlos”, dice. Usan unas redes plásticas y guantes. “Pero ya están acostumbradas y no le hacen nada, como que ya lo conocen”, afirma.

Toda la miel que lleva Pascual a vender, la tienen almacenada, lista para distribuirse cada semana. “A veces, se nos acaba muy rápido. Y otras veces, tenemos miel, cuando capamos, pero, de todos modos, se nos termina, gracias a Dios”, señala.

Dice que usa transporte público para trasladarse desde Ocuilan, “porque ya sale muy caro tener carro”. Y eso he sabido de algunos locatarios de ese mercado, que prefieren tomar un taxi, para transportar sus mercancías, pues es más caro tener y mantener un transporte. Sí, me imagino, porque, como han ido disminuyendo las ventas, tanto por pandemia, así como por la actual crisis económica – que inició desde mucho antes de la pandemia –, es más económico tomar un taxi o un taxi de aplicación, como Didi o Uber. Y se evita dar “mordidas” a tanto “policía de tránsito” corrupto, que todavía hay, a pesar de la 4T.

Ya ha vendido buena parte de sus envases de ese día. Le pregunto que qué hace con los sobrantes. “Los traigo para la siguiente. Ya ve que la miel no se echa a perder”, dice, sonriendo.

En efecto, es gracias a sus poderes vermicidas que ese gran, nutritivo alimento, puede preservarse, sin refrigeración, por años.

Doy las gracias a Pascual y me retiro con mis litros de miel.

Pienso en que las abejas, desde hace 150 millones de años, han existido y producido su noble miel.

Han resistido glaciaciones, meteoritos, distintas especies, desde dinosaurios, hasta mamíferos… pero tuvo que surgir el hombre, el más mortífero de sus enemigos, para ponerlas en peligro de extinción, por tanto pesticida, herbicida, contaminación, de todo tipo, y depredación ambiental.

Y deseo, de corazón, que Pascual siga, por muchos años, capando miel de sus colmenas y vendiéndola.

Mientras eso suceda, será señal de que todavía no estará tan dañado este pobre planeta y su biodiversidad, y de que podremos sobrevivir unos cuantos años más.

 

Contacto: studillac@hotmail.com