Las contaminantes, muy demandantes de energía,
desalinizadoras
por Adán Salgado Andrade
Vivimos en una sociedad
en donde el agua es vital para todo. No sólo para las necesidades domésticas,
como agua para beber, bañarnos, cocinar, aseo del hogar, lavado de ropa, sino
que en la industria de todo tipo, la construcción, la agricultura, el procesado
de alimentos… se requiere agua dulce (potable), y cada vez mucho más. Eso,
porque en el capitalismo salvaje, con su tendencia a crear la sociedad de
consumo compulsivo, ya la sobreproducción (la que, a pesar del consumo
compulsivo, de todos modos no se consume completa, y por eso el origen de las
crisis), demanda más y más agua para todo. Encima, el calentamiento global,
provocado por tanta contaminación y depredación ambiental – debidas también al
capitalismo salvaje –, está provocando
creciente escasez de agua bebible en muchos lugares. Ya es insuficiente el agua
dulce en la mayoría de los países (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2008/10/el-agua-dulce-cada-vez-ms-demandada-y.html).
El calentamiento
planetario es un muy serio, grave problema que, como señalé, profundizará la
escases mundial del vital líquido (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/10/el-irreversible-y-catastrofico.html).
Para paliar ese
problema – pues no es una solución adecuada, como veremos –, está creciendo la
tendencia a desalinizar el agua de mar, sobre todo para ciudades que estén
cerca de las costas, ya que el costo de transportar el agua, también es
oneroso, como lo es el de la desalinización.
La revista tecnológica Wired publicó recientemente un artículo
sobre las desalinizadoras en el mundo, particularmente en Estados Unidos (EU),
y los problemas que genera su operación (ver: https://www.wired.com/story/desalination-is-booming-as-cities-run-out-of-water/).
El artículo, escrito
por Jim Robbins, comienza describiendo el funcionamiento de una desalinizadora
en California, a 48 kilómetros de San Diego, la Claud Bud Lewis Carlsbad Desalination Plant.
Esa planta, toma
diariamente del mar 380 millones de litros de agua de mar, para procesarlos y
hacerlos bebibles. Se convierten apenas en la mitad, 190 millones de litros de
agua potable. El sobrante, o sea, 190 millones de litros de salmuera – agua
mucho más salada que la original extraída –, son tirados de nuevo al mar.
Además de la gran cantidad de energía eléctrica (o fósil, como diésel, para las
desalinizadoras que operan maquinaria de combustión interna) que emplea, el que
se regresen a diario 190 millones de salmuera, ocasiona problemas al mar
circundante, pues esa agua mucho más salada, debe de provocar daños a la fauna,
los que todavía no se cuantifican. Pero, sólo pensemos, es como si nos dieran a
ingerir sal en exceso en las comidas, tendremos problemas de hipertensión,
obesidad y otros. Eso mismo les debe de suceder a los peces y fauna marina que
estén recibiendo a diario tales inmensos caudales, conteniendo una elevada
cantidad de sal, otros minerales y sustancias químicas.
Claro que no es un
problema que, de momento, concierna demasiado a las empresas que operan las
desalinizadoras, las que son un pujante negocio, pues cada vez más y más
ciudades, sobre todo costeras, son las que las instalan, pues, de otra forma,
no tendrían agua para existir.
La mencionada planta, que
comenzó a funcionar en el 2015, produce el diez por ciento del agua que los 3.1
millones de habitantes de San Diego requieren para sus necesidades, y aquélla, vale
el doble del agua obtenida por otras fuentes (cuesta alrededor de un quinto de
centavo de dólar cada litro de agua desalinizada, unos 3.5 centavos mexicanos.
La cantidad de agua que una familia de cinco de San Diego requiere al año, un
acre-pie, 1233.5 m3, cuesta 2200 dólares, unos 44 mil pesos,
¡carísima! Y eso equivale a 674 litros al día, por persona, que es un consumo
altísimo, de “primer mundo”).
Lo más costoso es la
gran cantidad de electricidad que se requiere para realizar el proceso de
desalinización. Pero sin esa planta, San Diego no tendría suficiente agua para
su población. Los 30 centímetros de lámina de agua que obtiene al año, son
insuficientes para sus necesidades hídricas.
Existen dos métodos de
quitar la sal al agua de mar. Uno es termal, en el cual, se calienta el agua
hasta que se evapora y se recoge por condensación. El otro, es por ósmosis
reversible, en donde el agua se hace circular por membranas, las que detienen
las moléculas de sal y dejan pasar las de agua, más chicas. Pero, como dije,
ambas requieren mucha energía. Por eso es tan costosa. Agréguese, además, la
utilidad de la empresa que opera la planta y por eso sube mucho más el precio.
Pero en muchos lugares,
desalinizar el agua, es la “solución”, aunque se contamine más a los ya, de por
sí, contaminados océanos, con la salmuera resultante, que se arroja a ellos,
con exceso de sal y otros químicos, o que los gases efecto invernadero producidos
por tanta electricidad o diésel consumidos, contribuyan mucho más al calentamiento
global.
Eso sucede, por
ejemplo, con el aumento del empleo del aire acondicionado, por el calentamiento
global, que produce más y más aire caliente, además de la gran energía que
consume, y eso genera más y más calor. Se calcula que el empleo del aire
acondicionado en el planeta es ya de un quinto de la energía requerida
mundialmente. No es una “solución” óptima, la que, además, sólo los sectores
“acomodados” pueden emplear, por el gran costo de la electricidad requerida
(ver: https://www.theguardian.com/cities/2018/aug/14/how-air-conditioning-created-modern-city).
Estados como
California, tan afectado por sequías (acaba de terminar una de cinco años, pero
la tendencia es que seguirán), requiere de las desalinizadoras, con tal de
procurarse el agua necesaria. Actualmente, hay once plantas operando y se
tienen proyectadas diez más.
Arizona es otra entidad
de EU que carece de agua suficiente y, según Robbins, tiene proyectado operar
una desalinizadora, conjuntamente con México.
La desalinización,
indica Robbins, no fue tomada como “solución” para la escasez de agua potable,
sino hasta hace muy poco. La primeras desalinizadoras se construyeron en los
años 1960’s, principalmente en países desérticos, como Arabia Saudita.
Actualmente operan casi
20 mil en el mundo, con la mayor expansión a partir del año 1985. Justo Arabia
Saudita es el país que más plantas posee, debido a su petróleo barato, que
todavía tiene en gran cantidad. Y produce un quinto del agua desalinizada del
planeta. O sea, sin las desalinizadoras, ese país no tendría agua y no
existiría.
Y no sólo EU requiere
de desalinizadoras, sino países como China, Sudáfrica, India, Australia, Israel
y muchos más, las necesitan y operan ya extensivamente. Alrededor de 300 millones
de personas en el planeta surten sus necesidades hídricas de desalinizadoras,
casi un 4% de la población mundial. Y seguramente se trata de ciudades en donde
la gente puede pagar esa cara agua, de clases medias hacia arriba.
Ya señalé que es un
gran negocio desalinizar el agua, pues empresas chinas, como Duoyan Global
Water, viven una bonanza en sus negocios desalinizadores. La francesa Veolia,
es líder mundial en desalinización, y sus ganancias anuales de $29,630 millones
de dólares (mdd) en el 2016, lo demuestran (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Veolia).
Es que son caras, tanto
en su operación, así como en su construcción. La que se edificó en Melbourne,
Australia, que comenzó a operar en el 2017, costó $3500 mdd. Nada baratas.
Claro que en algunos
sitios sería prohibitivo desalinizar agua, sobre todo, como dije, los que están
lejos de la costa, pues entubar el agua y transportarla (los costos de tender la
tubería, del bombeo, además del mantenimiento, son altos), también es caro.
Otro problema es que el
agua que se succiona para el tratamiento, se acompaña de especies marinas. En
la mencionada planta de San Diego, se absorbe el equivalente a tres cuartos de
kilogramo al día de peces adultos. Eso sería 22.5 kilogramos al mes. Puede no
parecer mucho, pero sí impacta a la fauna marina. Además, todo pez completo que
sea succionado, morirá. Algunos expertos dicen que eso se podría evitar si las
tuberías de succión se enterraran en la arena del fondo marino, para que
sirviera ésta como filtro. Pero, como señalé, el daño marino, no es algo que
preocupe mucho, aún, a las desalinizadoras, más interesadas en el gran negocio
que es la dotación de agua a ciudades sedientas.
También, se ha propuesto
que se emplee agua salobre (brakish water),
aquélla que es mucho menos salina que la de mar. Es agua marina mezclada con
agua dulce, de la que algunos lugares, como Arizona, poseen en embalses
naturales. Es más fácil desalinizarla que la de mar, pues los sólidos que
contiene, sal, entre ellos, son la décima parte que la marina. Eso reduce
costos y daño ambiental, aseguran expertos.
Por ejemplo, Texas
tiene 49 plantas desalinizadoras que tratan ese tipo de agua. En San Antonio,
se está construyendo una planta que producirá, en su primera fase, 45600
millones de litros de agua potable al día, suficiente para 40 mil familias. Y
en el 2026, llegará a 114 mil millones de litros diarios.
Sin embargo, Heather
Cooley, del Pacific Institute,
advierte que antes de construir desalinizadoras, las municipalidades deben de
ver otras posibilidades, como reutilizar agua doméstica desechada – la de la
lavadora o de la duchas –, tratamiento de aguas residuales o colectar agua de
lluvia. “Es mejor buscar opciones más baratas y dejar las más caras para más
adelante, cuando realmente se necesiten”, afirma aquél.
Y yo agregaría que se
analice el impacto medioambiental que provocará una desalinizadora al mar o
hasta a las tierras circundantes, pues puede ser peor, a la larga, que no tener
suficiente agua. Y también que se calcule su contribución al muy grave problema
del calentamiento global.
Pero además del daño
ambiental, al ritmo de consumo, sobreproducción, destrucción y depredación
ambiental que llevamos, quizá un día hasta el agua de mar nos terminemos.
Contacto: studillac@hotmail.com