Negligencia de Amazon con sus trabajadores
durante la emergencia sanitaria
Por Adán Salgado Andrade
En tiempos normales, la
empresa Amazon, se caracteriza por someter a extenuantes, muy explotadoras
jornadas laborales a sus trabajadores, pagándoles bajos salarios y
despidiéndolos por cualquier causa (ver:
http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/02/la-explotacion-laboral-de-la-nefasta.html).
Últimamente, presionada
por tales trabajadores y por instancias públicas, ha tratado de mejorar algunas
cosas, como los salarios o las condiciones laborales. Sin embargo, persiste en
sacar el máximo provecho de sus empleados sin que, realmente, esas “mejoras” ayuden
en gran cosa o al menos se apliquen.
Justamente en la
emergencia sanitaria que, al momento de escribir estas palabras (abril, 2020),
está paralizando a casi todo el planeta, las instalaciones de Amazon en Estados
Unidos, país muy golpeado por la pandemia
de Covid-19 – a la fecha, hay más de 550,000 casos de estadounidenses
contagiados y unos 21,600 decesos –, distan bastante de haber tomado medidas
efectivas y reales para contener los contagios en bodegas y todos los sitios
que emplea para realizar su comercio por mensajería, como testimonios de
trabajadores, recogidos por Wired,
mostraron claramente (ver: https://www.wired.com/story/amazon-workers-pandemic-risks-own-words/).
En el artículo, firmado
por Louise Matsakis, resulta evidente que la empresa se preocupa más por sus
ganancias, que por la seguridad de sus empleados. Dichas ganancias,
irónicamente, por los efectos de la pandemia, están incrementándose considerablemente,
pues por la recomendación de que la gente se quede en casa y que, desde allí,
pidan todo por el comercio electrónico, hasta los alimentos, es una de las
plataformas que más demanda tiene.
Dice Matsakis que
“Mientras la pandemia del nuevo coronavirus sacude al mundo, una clase de
trabajadores, normalmente marginados, de repente está en primera plana. Casi
siempre subvaluada y muy mal pagada, incluye a dependientes de tiendas,
trabajadores sanitarios, profesionales médicos y otros empleados que no pueden
estar en casa – aun cuando todo el país está en el encierro. En los Estados
Unidos, cientos de miles de estos, así llamados, trabajadores esenciales, son empleados por Amazon o a través de
otras empresas, cuya red de entregas se ha mostrado como un vital servicio para millones de
estadounidenses, quienes permanecen encerrados en sus hogares”. Sí, pongámonos
a pensar en que nos recomiendan (sobre todo por las normas que ha establecido
la Organización Mundial de la Salud), que nos quedemos en casa y que todo lo
pidamos por Internet. Pero ¿quién está detrás de los servicios que hacen
posible que lo que se pida llegue a nosotros? No son robots, no, sino mujeres y
hombres, quienes, a pesar de la crisis, deben de estar allí, trabajando
horarios normales, o hasta horas extras, con tal de que la venta y la entrega,
se realicen.
No vamos lejos, pues en
México, hay servicios que no se han cerrado, porque son parte vital de nuestro
diario existir, como las tiendas en donde se venden alimentos, imprescindibles
– claro, si no se ha perdido el empleo y se tiene dinero para adquirirlos –, ya
que podremos dejar de comprar otras cosas, menos alimentos. Los empleados de
esas tiendas allí están, surtiendo, arreglando, despachando, cobrando. Así que,
queda claro, que la paralización de un país o del planeta no es total. Se
requeriría un suceso tan extraordinario – por ejemplo, un virus que matara al
98% de los que atacara, para que se diera algo así, sobre todo por el pánico
consecuente, antes de caer abatido alguien –, para que se detuvieran todo tipo
de actividades.
Así que, en el caso de
Amazon, sobre todo en Estados Unidos, que es en donde más ha crecido el
comercio en línea, sus servicios son ahora todavía más demandados por decenas
de millones de consumidores, quienes piden desde ropa, hasta comida. Aunque, en
estos momentos, seguramente lo que más demandan son alimentos, ya que hasta eso
tiene Amazon, en su acaparadora actividad, habiendo adquirido la cadena Whole
Foods, como parte de su monopolio comercial.
Matsakis entrevistó,
anónimamente, a nueve trabajadores de Amazon, quienes le aseguraron que nada de
lo que dice esa empresa, con respeto a medidas profilácticas para evitar o
atenuar contagios, es cierto o que sólo se aplican algunas veces, nada más para
quedar bien con las inspecciones que se hacen a sus instalaciones. “El Covid-19,
se ha diseminado en al menos 50 instalaciones de Amazon en Estados Unidos, de
un total de más de 500, de acuerdo con el New York Times. Amazon dice que tiene
110 centros de surtido y 150 estaciones de entrega en Norte América. Los contagios
han llevado a protestas de trabajadores en Detroit, la ciudad de Nueva York y
Chicago, en donde los trabajadores han dicho que Amazon fue reticente en
avisarles sobre las infecciones y falló en conducir una limpieza adecuada. En
Whole Foods, propiedad de Amazon, sus empleados promovieron una protesta
nacional, citando problemas de seguridad similares y exigiendo pruebas de
coronavirus gratis para todos ellos. Y más de 5,000 trabajadores de Amazon han
firmado una petición, pidiendo beneficios adicionales, debido a la crisis de
salud, incluyendo paga por daños y porque la empresa cierre cualquier
instalación donde un trabajador resulte positivo en la prueba, para que aquélla
sea debidamente desinfectada”. Claro, pues, con toda, razón, como evidencian
los testimonios, los trabajadores están temerosos de contagiarse y contagiar a
sus familias, muchas, con integrantes de riesgo, como adultos mayores y otros,
con males que aumentan los riesgos de enfermar gravemente, al ser contagiados.
Personajes como el
senador Bernie Sanders y otros, han demandado respuestas a Amazon, pero lo que dicen
ejecutivos de la empresa es que “Como todos los negocios que están enfrentando
la pandemia de Covid-19, estamos trabajando duro para mantener a nuestros
empleados seguros, mientras sirven a las comunidades y a los más vulnerables.
Hemos tomado medidas extremas para mantener segura a la gente, triplicando la
limpieza profunda, procurando el material de seguridad que esté disponible y
cambiando procesos, para asegurar que aquéllos en nuestros edificios, mantengan
distancias seguras”, según aseguró uno
de tales ejecutivos.
También han permitido
que aquéllos que teman contagios, se tomen unos días, no pagados, claro, sin
perder su puesto – ¡vaya “generosidad”! –, aunque, luego de que Amazon fue
presionada por congresistas, permite dos semanas de licencia con sueldo a
quienes den positivo en la prueba del virus.
Pero los testimonios de
los empleados indican otra cosa y son muy dramáticos, como veremos.
Un trabajador de una
bodega de Texas, de entre 40 y 45 años, afirma que, aunque le gusta su trabajo
en Amazon, en donde labora junto con su pareja sentimental, desde hace algunos
años, dice que ha preferido tomarse unos días, sin paga, con tal de reducir el
riesgo de contagio. Vive con su madre, a la que hace poco le colocaron un
marcapasos y eso la hace una persona de riesgo. Dice que anda fuera de su
presupuesto por doscientos dólares y que el cheque de estímulo (el que Trump
les prometió), no llegará antes de un mes, así que no sabe de dónde sacará el
faltante para surtirse de lo necesario. Lo único que ha hecho Amazon es pedir
que limpien sus escáneres (las máquinas con las que checan precios, productos,
etc.), pero que lo que lo inquieta severamente es que hay tres entradas para los
900 trabajadores que laboran allí y que tienen que pasar por torniquetes. “Con
una sola persona infectada, basta”, dice este trabajador. Muy cierto, pues en
el acero inoxidable de esos torniquetes, el Covid-19 puede vivir hasta siete
días (ver: https://www.businessinsider.com/coronavirus-lifespan-on-surfaces-graphic-2020-3?r=MX&IR=T).
Y en la misma fecha en
que el trabajador envió su testimonio a Matsakis, la empresa le reportó que ya
había un caso confirmado de un empleado con Covid-19, así que el temor de
aquél, se materializo. Seguramente para esta fecha, varios de los empleados de
tal almacén están entre los estadounidenses contagiados, más de 550,000 hasta
el momento.
Un vendedor de comida, de
entre 30 y 35 años, de Ohio, comenta que trabaja en una tienda que vende comida
a los empleados de Amazon durante su hora de lunch. Pero el lugar es pequeño,
mucho más ahora porque, por el fuerte incremento de ventas, en ese sitio, se
contrataron 100 personas más. “Tuvimos que sacar 70% de los microondas para que
hubiera más espacio, pero como hay más empleados, de todos modos el lugar está
lleno, se sientan hasta en el suelo y no se puede cumplir lo de la sana distancia
– se han establecido seis pies, unos 1.8 metros –, pues todo el lugar está
abarrotado. Vivo con mi hijo de 16 años, que tiene diabetes tipo 1 – muy severa
–, y eso lo coloca en alto riesgo. Ni siquiera dejo que lo visite un amigo. Le
digo que por trabajar en Amazon, soy persona de alto riesgo, así que lo menos
que tenga contacto con otras personas, mejor. Todo lo que hago es poner
sándwiches en un mostrador y me pregunto ¿por qué carajos no puedo estar en
casa? Y siempre he pensado en términos de que lo que hago es esencial para que
alguien pueda seguir haciendo su trabajo, pero, sí, aunque es esencial, ahora
ya lo veo de otro modo”. Claro, este empleado está pensando más en su
seguridad, en su hijo enfermo, que lo pudiera contagiar, con cada día que va y
viene a esa explotadora empresa. Dice Matsakis que luego de la entrevista, Amazon
avisó que había varios casos de trabajadores contagiados con el virus. Sí, no
cuesta imaginar que el hacinamiento en el trabajo, en la tienda de sándwiches,
tocando todos los mismos microondas – en el plástico, el Covid-19 dura siete
días –, tomando los alientos con manos sin desinfectar… ¡la receta perfecta
para contagiarse! Muchos se tomaron el asueto, no pagado, claro, para evitar
contraer la enfermedad, aunque varios, seguramente, ya la tenían y aún no
desarrollaban los síntomas. Agreguemos el pánico y ni imaginar cuántos puedan
morir, por una combinación de ambas cosas. Muy clara se ve la negligencia de la
infame empresa.
Un trabajador de
Illinois, de entre 35 y 40 años, dice que trabaja en Amazon desde el 2018 y que
comenzaron a difundir lo de la sana distancia, pero ya han contratado a muchos
trabajadores. Así que es imposible hacerlo. Usan escáneres para tomar la
temperatura, “pero muchos jefes, no saben cómo usarlos. Es absurdo, pues sólo
aprietas el gatillo, lo diriges a la freten y listo. Pero a los que llegan
tarde, ya no se les toma la temperatura. Los jefes sólo les dicen que entren. Y
eso de que la empresa limpia a consciencia, no es cierto, he visto cómo usan un
solo paño para limpiar cuatro estaciones. Un jefe me dijo que es mejor eso a
nada. Yo pienso que si descubren a un trabajador infectado, deberían de cerrar
la planta un día y limpiarla muy bien, no costaría nada. Creo que Amazon está
más enfocada en sacar sus productos fuera del edificio que en cualquier otra
cosa”. Ese fue el testimonio del trabajador, a lo que Amazon le comentó a
Matsakis que “si alguien no ha estado en el edificio por algún tiempo, o sólo
estuvieron brevemente o esa área fue limpiada muchas veces durante los días
hábiles, no tendríamos que cerrar”. Claro, pues lo más importante es vender,
mucho, no importa la salud de los trabajadores.
Un chofer de una van de
reparto, de entre 45 y 50 años, de una sucursal de Carolina del Sur, dice que
hasta hace poco comenzó a poner más atención sobre la enfermedad, sobre todo,
cuando se confirmó un trabajador con Covid-19 en el edificio en donde trabaja.
Ya trató de cuidar más la “sana distancia”, pero es inútil, pues, dice, “muchos
se acercan a la van, por sus paquetes y no mantienen la distancia, quieren que
se los entregue en las manos, parece que no les importara. Es una situación muy
temible. Puede ser que no esté en el rango de edad más vulnerable, pero es
posible que me enferme. Tengo cuatro nietos, dos hijos, mi esposa y dos perros.
Quisiera que Amazon se ponga las pilas y no protegiera”. Tiene razón en temer.
Otro trabajador es un
repartidor de alimentos de entre 55 y 60 años. Trabaja para Whole Foods, ya
perteneciente a Amazon, en el área de la ciudad de Nueva York. Era escritor y comenzó
a trabajar allí hace un par de años, para realizar una investigación sobre cómo
el comercio electrónico, con entregas a domicilio, podría reducir la
contaminación. “Pero cuando uno de mis portales en donde escribía quebró, no me
quedó más remedio que seguir en Whole Foods, repartiendo alimentos. Mi esposa
me decía que me cuidara de ser visto, pues ¡qué humillación sería si mis amigos
me vieran repartiendo alimentos! Pero, ahora, debo de trabajar allí
forzosamente para pagar mis deudas y me asusta ir todos los días a una zona de
fuerte probabilidad de contagio”. Dice Matsakis que después de la entrevista,
Whole Foods ha instaurado más medidas para los trabajadores, como la sana
distancia, tomar la temperatura y proveer guantes. Absurdo que antes de la
pandemia, los trabajadores trabajaran sin guantes. Seguramente que al ser
exhibidos con estos reportajes, esas mezquinas empresas toman medidas más
estrictas.
Un trabajador más, de
entre 60 y 65 años, trabaja en una bodega de California. Su preocupación es la
sana distancia. “Todos los que están en el piso, no hacen caso, en lugar de
rodearme, pasan frente a mí, me empujan, por más que les digo que mantengan
seis pies. Voy con el gerente, para quejarme, y me dice que nada puede hacerse,
que si me preocupa, me tome el descanso sin paga. Mis padres son los que me
preocupan. Mi madre tiene 82 años y mi padre, 88. Él es ciego y de salud
frágil. No quiero contagiarlos. Y con los problemas en la empresa, temo
contraer la enfermedad y por eso, mejor hasta que esto pase, iré a verlos”. Muy
consciente de que sus padres están en edad de riesgo. Aunque ya ha habido
muertos de todas las edades y condiciones. Es como un juego de azar, en donde
son pocas las posibilidades de ganar y muchas las de perder. Los que mueren,
los menos, son los que ganan. Muchos enfermarán, pero no morirán, son los que
pierden. Así que, en este caso, más vale perder, que ganar.
Una trabajadora, de
entre 30 y 35 años, también se queja de que no se respeten las reglas. Lleva
tres semanas trabajando en Amazon, en una instalación de Florida. Antes,
trabajaba en eventos y conferencias, pero como le comenzaron a recortar sus
horas, solicitó trabajo en esa empresa. Dice que no hay desinfectantes y que
los paños para limpiar son para que los pintores quiten manchas de pintura, no
para desinfección. Ni tampoco se respeta la sana distancia. “He tenido que
pedirles a otros trabajadores que se alejen. Vivo con mi madre de 72 años.
Tiene un problema en el pulmón y trato de no acercarme a ella. Tampoco a mi
hijo de seis años, que hasta se enoja de que no lo consiento y juego con él. Su
padre, también perdió el empleo, así que no puedo exigir que me dé pensión.
Siento que este trabajo es esencial porque la gente necesita entregas, pero
también es esencial para mí porque necesito el dinero para alimentar a mi
familia. Pero estoy pesando dejar de trabajar allí y no soy la única que lo
está considerando. Amazon necesita cuidar lo que tiene, y no creo que estén
haciendo eso”. Amazon insiste, a pesar del testimonio de la trabajadora, que tiene
desinfectantes y paños en todos los sitios, pero los testimonios la desmienten.
Qué tan miserable es, que escatime esas medidas tan simples.
Otro trabajador de una
bodega de Washington, de entre 25 y 30 años, lleva dos años trabajando en
Amazon y lo que afirma es que Amazon no está tomando las medidas adecuadas y
que sólo antepone sus ganancias por sobre la gente. “Para mí, ha sido buen
trabajo, no el mejor del mundo, pero sí me basta para mis necesidades. Sin
embargo, cuando se dio el primer caso de Covid-19, en mi área, ni nos avisaron.
Yo me enteré por mi jefe, que me lo dijo como muy casual, que iba a haber más
presiones por el contagiado. No es posible que no dé Amazon las noticias de los
contagiados en sus instalaciones. De otros contagios, me he enterado por las
noticias. Yo padezco artritis reumatoide y mi sistema inmune es vulnerable.
Estoy pensando en tomarme unos días, porque tengo días pagados de descanso,
pero mejor me espero para cuando esto empeore. De todos modos, no son muchos y
no creo que me basten. Y pienso que lo peor todavía no comienza”. En efecto,
las contagios han subido mucho en Estados Unidos, desde que ese trabajador dio
su testimonio.
El último de los entrevistados
es un joven, también de entre 25 y 30 años, quien trabajaba en una bodega de
alimentos, ubicada igualmente en Washington. Dice que, simplemente, dejó de
trabajar. “No vale la pena correr el riesgo, te amontonan en una bodega con 300
trabajadores, no hay desinfectantes, no puedes conservar la sana distancia.
Para mí, la gota que derramó el vaso fue que cuando vas a los frigoríficos, con
temperaturas de menos 18 grados centígrados, que te tienes que poner un traje
que te cubre todo, tu cabeza, tu boca, para mantenerte aislado. Buscas uno que
te quede. Entras al lugar, sacas lo que necesitas, te quitas el traje y luego
otro pobre bastardo se lo pondrá”. ¡Sí que es para espantar su testimonio!
Imaginen, es peor que ponerse un tapabocas que haya desechado un enfermo, pues
las zonas de contagio están en todo el traje.
Lo que está sucediendo
con el aumento de las contrataciones, también demuestra que los mitos de que
Amazon estaba muy avanzada en la “robotización” de sus instalaciones es falso,
pues si fuera así, no requeriría de cientos de miles de empleados, los que, de
ninguna manera, pueden ser sustituidos por rudimentarios “robots”, quienes,
cuando mucho, acomodan cosas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/03/ni-inteligencia-artificial-ni-robots.html).
Hay que señalar, que
muchos de los trabajadores de Amazon son migrantes, quienes aceptan cualquier
trabajo, en las condiciones que sean, con tal de percibir algún ingreso que les
permita sobrevivir, tanto a ellos, como a sus familias. Y eso, a pesar de la
xenofobia promovida por el deleznable Donald Trump hacia los inmigrantes. Son
muchos de los que se están infectando y muriendo por el Covid-19. Escribió Greg
Asbed, uno de los fundadores de la Coalición de Trabajadores de Immokalee, que
los jornaleros inmigrantes “son esenciales, sin ellos, no hay alimento y el
mensaje para ellos es claro: tu labor es esencial, pero tú eres desechable”
(ver: https://www.jornada.com.mx/2020/04/11/mundo/024n1mun).
Pero, como señala
Matsakis, para Amazon todo está bien.
Claro, se debe de
referir la empresa al sano crecimiento de sus ganancias. Ése, no lo parará la
pandemia, pues siempre habrá trabajadores sanos, sobre todo, migrantes, para
reemplazar a los contagiados.
Jeff Bezos debe de
estar muy orgulloso de su eficiencia
empresarial, supervisando todo desde la comodidad y sanidad de su
residencia de 23 millones de dólares, ubicada en Washington, pidiendo a todos
los santos posibles no contagiarse.
Contacto: studillac@hotmail.com