El gas natural de esquisto, el regreso a
las energías baratas, pero muy contaminantes
por Adán Salgado Andrade
Hace algún tiempo escribí un
artículo titulado “¿Más energía o más desperdicio?”, en el cual analizaba que
la necesidad de hallar nuevas energías, sobre todo las llamadas “verdes” o
“limpias” obedecía, por ese entonces, al imperativo de contar con más fuentes,
que permitiendo la continuación de nuestros crecientes requerimientos
energéticos basados en aquéllas, fueran, por otro lado, ecoamigables, o sea, redujeran el impacto contaminante y
destructivo en el medio ambiente (ver el citado artículo en este mismo blog).
Sin embargo, ahí mismo mostré cómo prácticamente la totalidad de energías
limpias tenían un problema y es el que su influencia es tan limitada que cubren
un muy reducido porcentaje de los requisitos de la actual sociedad de alto
consumo y desperdicio energético. Y no sólo no alcanzan a cubrir cuestiones
tales como combustibles o generación eléctrica, sino que el costo, muy por
encima de aquél de las energías basadas en combustibles fósiles, las ha hecho
en muchos casos poco funcionales, sobre todo para este capitalismo salvaje, que
privilegia los bajos costos y las altas ganancias, sin importar las
consecuencias que sean.
Otra conclusión a la que llego en
el trabajo mencionado, es que tampoco habrá fuentes energéticas que alcancen si
se insiste, como se sigue haciendo, en aumentar el consumo de energía, en lugar
de reducirlo. Cada año se incrementan considerablemente los consumos industriales,
de transportación, de electrificación, agrícolas… en fin, de cuanta actividad
emplea alguna fuente energética y no tanto porque sea en proporción directa al
crecimiento de dichas actividades, sino
que crece también el desperdicio. Por ejemplo, el que se haya impuesto como
modelo económico el de la sociedad de
hiperconsumo ha ocasionado, entre otras cosas, que los productos adquiridos
sean cada vez menos duraderos, así que se deben de cambiar más rápido, algo
ideal para el sistema, el que a propósito ha creado esos limitados tiempos de
vida útil, con tal de vender más e incrementar las ganancias (ver en este mismo
blog mi artículo “La obsolescencia programada, el deliberado acto de diseñar
productos defectuosos, de desperdiciar más y de destruir el medio ambiente”, en
el que analizo los dramáticos niveles de desperdicio y de basura a los que
hemos llegado, sobre todo en la llamada basura electrónica – e-waste –, de la que cada año se
producen millones de toneladas).
Por otro lado, la absurda
tendencia de hacerlo todo desechable, empaques, botellas, cámaras, anteojos…
también incrementa las necesidades energéticas asociadas al desperdicio que esa
irracional tendencia implica (y es algo que nos remite a los tiempos de antaño,
cuando se debía llevar el envase vacío de refresco, que era retornable, para
comprar otro, o la canasta para meter el pan, la bolsa del mandado y otras
cosas que no implicaban desechar y tirar a la basura una vez consumido el
producto). Súmese a eso que el reciclaje no llega ni al 25% en los países que más lo hacen y el problema de contar
cada vez con más y más fuentes energéticas tiende a crecer exponencialmente
(además, también el reciclaje requiere de energía y bastante).
Encima, muchas de las energías
“limpias”, ni lo fueron, limpias,
además de que originaron otros problemas, como los biocombustibles, los que para producirlos emplean cereales, sí, comida, que en un mundo hambriento como este (más de tres millones
de niños mueren cada año por desnutrición o falta de alimentos), resulta completamente
aberrante. Eso, el emplear maíz o soya, por ejemplo, es la causa de que se
hayan agudizado más los problemas de escases de alimentos y hambrunas, además
de que al haber combustión, de todos modos son igual de contaminantes que los
combustibles obtenidos del petróleo (ver en este mismo blog mi artículo “Biocombustibles,
imposición transgénica, no alternativa ecológica”).
Así, las energías limpias más prometedoras resultaron ser
la eólica y, sobre todo, la solar y lo serían aún más cuando la infraestructura
empleada para fabricar los componentes para producirlas, tales como los
generadores movidos por el viento o las celdas solares, fueran también
fabricados con tales energías, lo que hasta ahora no ha sucedido así o ha sido
mínimamente (el impacto actual del empleo de las energías solar y eólica en el
mundo no llega ni al diez por ciento).
Justo en EU, en el año 2007,
cuando en su búsqueda de nuevas energías que resolvieran el déficit provocado
por sus, entonces, declinantes reservas de petróleo – que implicaban depender
más de las importaciones, sobre todo de países árabes, muchos de ellos
cuestionablemente estables en sus regímenes gubernamentales –, decidió apostar
recursos tanto privados (venture capitals),
así como públicos, para el desarrollo de energías verdes y renovables. Bush,
por ejemplo, estableció como mandato que en el 2015 casi la totalidad de los
combustibles empleados en EU serían producidos de cereales, pero en ese
entonces ignoraba que para producir soya o maíz suficiente se requerirían
varias veces la superficie cultivable de EU, algo totalmente imposible. Así,
las energías más prometedoras resultaron ser la solar y la eólica, como ya dije.
En cuanto a la solar, en el año
2007, con los altos precios que alcanzó el barril de petróleo (de unos 70
dólares), y su reflejo en la producción de electricidad, fue en la que más
empeño se puso para su desarrollo. Tuvo también mucho que ver que hubo una
especie de generalizada conciencia
ecologista, sobre todo en importantes personajes. Al Gore, por ejemplo,
provocó una importante reflexión con su documental “Una verdad incómoda” (An inconvenient truth). Inversionistas
como el millonario John Doerr, buen amigo de Gore, dio el 8 de marzo del 2007,
un conmovedor discurso en el que expuso que su hija adolescente le había
planteado que realmente dependía de la generación de Doerr el resolver los
graves problemas ambientales que su irresponsabilidad había provocado. Aquél
derramó incluso lágrimas y se comprometió a impulsar una empresa que desarrollara
una tecnología lo más eficiente posible para aprovechar la luz solar.
Todos esos factores, además de un
programa gubernamental que tenía como cometido el apoyo público para el
desarrollo de energías limpias, dio como resultado el surgimiento de empresas
como Solyndra, que en su momento representó un hito tecnológico de EU, que
prometía un halagüeño futuro en cuanto al desarrollo y consolidación de celdas
solares. El potencial de la energía solar es alto, dado que con una hora de luz
solar, de poder capturarse y emplearse, se podría dotar de la energía necesaria
a todo el planeta durante un año. El problema es que todavía no existían en ese
entonces tecnologías realmente eficientes que pudieran aprovechar la totalidad
de la energía solar… y tampoco existen actualmente.
Sin embargo, Solyndra parecía una
prometedora empresa que fabricaría revolucionarios paneles solares, más
eficientes y, se suponía, más baratos
que los diseños existentes hasta entonces. Fundada por el doctor en
procesamiento de semiconductores Chris Gronet, que se había desempeñado hasta
entonces como gerente general de la empresa Applied
Materials, empresa que provee de equipo y software a empresas fabricantes
de semiconductores y tecnología solar, aquella compañía de inmediato recibió
apoyos tanto de inversionistas privados, así como, lo mejor, del gobierno. Y
tocó a la por entonces flamante administración de Barack Obama brindar
financiamiento y cuanto estímulo fiscal y administrativo existiera a Solyndra,
de la cual, Obama dijo, en una ocasión que visitó sus instalaciones, en mayo
del 2010, que la empresa representaba “una máquina de crecimiento económico. El
futuro está aquí”. Por desgracia, luego de esa visita, que poco tiempo después
resultó ser un fiasco para la imagen de Obama, la empresa enfrentó diversas
circunstancias adversas que la hicieron quebrar.
Para empezar, aunque el diseño
propuesto por Gronet era más eficiente que las celdas convencionales (éstas,
sólo logran transformar en electricidad apenas el 20% de la radiación solar que
absorben) y aprovechaba más la energía solar desde cualquier ángulo, estaba
hecha de cuatro materiales, sustitutos del sílice, el que por entonces se había
encarecido demasiado debido a la inesperada demanda de paneles solares (como
dije, era la moda tener conciencia ecológica). Su precio había pasado de $50
dólares por kilogramo en el 2004 a más de $300 en el 2008. Gronet basó su
modelo en cobre, indium, galio y selenio o CIGS, como se denominó a la
combinación de materiales. Y aunque eran un poco menos eficientes que el
sílice, eran más baratos. No contó Solyndra con que al poco tiempo, en el 2010,
el sílice volvió a bajar muchísimo de precio, a menos de $30 dólares por
kilogramo, lo que hizo de su compuesto algo caro e impráctico.
En segundo lugar, el impulso de
la energía solar y de otras energías limpias, se debió no sólo al generalizado espíritu ecologista imperante en EU en
esos años, sino que el capitalismo salvaje, siempre ávido del siguiente gran
hito tecnológico que le permita hacer buenos negocios y obtener jugosas
ganancias, vio en las nuevas empresas “verdes” una muy buena oportunidad de
inversión. El problema fue que, a diferencia de otro tipo de compañías, como
las dedicadas a desarrollar aplicaciones para el Internet, por ejemplo, las
empresas como Solyndra, dedicadas a la fabricación, en este caso de paneles
solares, que además eran basados en un nuevo modelo, requerían de verdaderas
fábricas, con equipo y maquinaria pesada, y no sólo de una habitación rentada
con computadoras y conexión a Internet. Además, son inversiones que tardan, al
decir de los analistas, por lo menos diez años en recuperar la inversión y dar
ganancias. Pero, además, el problema de Solyndra fue que basó su modelo en
supuestas ventajas que duraron muy poco tiempo, como el sílice caro y que el
costo de la electricidad también era elevado, dada la escases de los
combustibles fósiles que poseía EU. Así, si las ventajas iniciales se hubieran
mantenido, de todos modos la inversión, sobre todo de los capitales privados,
hubiera requerido tiempo para recuperarse y dar ganancias.
Pero al terminar esas ventajas
competitivas, la empresa no pudo más y se declaró en bancarrota, perdiéndose
las inversiones privadas y públicas, lo que desanimó a otros inversionistas
privados a seguir metiendo dinero en empresas dedicadas a producir elementos
para las energías limpias. Fue cuando, repentinamente, ese “espíritu
ecologista” se esfumó. Como ven, así de convenenciero y voluble es el
capitalismo salvaje.
En tercer lugar, dado que la
tecnología para producir electricidad a partir de las celdas solares es
conocida desde hace tiempo (ya en 1954, los Bell Laboratories inventaron una
muy eficiente celda solar), con los años no sólo se fue perfeccionando, sino
facilitando su fabricación, de tal forma que actualmente son tan relativamente
fáciles de producir que incluso empresas que nada tienen que ver con la
industria eléctrica las pueden fabricar. Por ejemplo, por ese entonces, Arno
Harris, gerente de la empresa eléctrica Recurrent Energy fue contactado
justamente por una empresa china fabricante de textiles, para ver si tenía
interés en los paneles solares que tal empresa estaba por comenzar a fabricar.
Así que si una textilera china podía fabricar paneles solares, el sofisticado y
costoso equipo montado por Solyndra, que encareció aún más las celdas que producía,
no podía competir más. En efecto, la fabricación de paneles solares en la
actualidad se ha simplificado mucho, de tal forma que incluso se ofrecen
tutoriales en Youtube que indican cómo hacerlos (en este link pueden verlo: http://www.youtube.com/watch?v=OrGIj8P9Ys8&feature=related).
Esa facilidad constructiva ha
ocasionado que actualmente China produzca más de la mitad de los módulos
solares que se usan en el mundo, además de que sus modelos son 20% más
económicos que los estadounidenses, debido a su mano de obra barata, así como
sus materias primas también baratas (claro que a un gran costo ecológico, pues
China actualmente es uno de los países más contaminados del orbe. Ver en este
mismo blog mi artículo: “El sobrevalorado y anárquico crecimiento económico
chino”).
Aún así, sigue siendo caro
electrificar una casa, por ejemplo, con paneles solares, debido, por un lado, a
la baja eficiencia de dicha tecnología, ya que cada celda transforma sólo un
20% de la radiación solar que recibe, lo que se traduce en apenas 0.5 voltios
de electricidad. Por eso es que se requieren arreglos de varios paneles solares
colocados en los techos de la viviendas que se electrifican así y eso es
costoso (aquí, por ejemplo, he consultado con personas que se dedican al
negocio de la energía solar y costaría alrededor de entre 150 y 200 mil pesos
electrificar a un hogar con necesidades digamos que normales de electricidad).
Por ello, en EU la “solución” ha sido rentar paneles solares. Allí,
electrificar una casa de unos 280 metros cuadrados de área cuesta actualmente
alrededor de $20,000 dólares ($260,000 pesos), lo cual no es barato y en medio
de la brutal crisis actual, tampoco resultaría atractivo. Sin embargo, algunas
empresas, como SolarCity o Sungevity, apoyadas por estímulos fiscales, rentan
por menos de $119 dólares mensuales paneles solares que, en aquel país,
resultaría digamos que “económico” (son más de $1500 pesos, que en México, con
millones de personas pagando 200 o 300 pesos por mes de luz, tampoco sería algo
costeable). Y con ese esquema de renta, ha subido algo la demanda de
electrificación solar, aunque, como dije, es gracias a los subsidios
gubernamentales, lo que quiere decir que para ser “verde”, el gobierno debe de
financiar, con el dinero de los impuestos, una buena parte de la ganancia de
las empresas que se dedican a eso. Y se vuelve al esquema de que es la sociedad
la que debe de ayudar al capitalismo salvaje a hacer sus negocios o a
“rescatarlo” cuando le salen mal (Solyndra, por ejemplo, se declaró en
bancarrota y el dinero que el gobierno le había “prestado” se perdió y pasó a
ser “deuda pública”). O sea, a fin de cuentas, como señalo antes, el
capitalismo no actúa en el negocio que haga por una cuestión filantrópica, sino
por una situación de lucro. Si invertir en las energías limpias es negocio, allí estarán las empresas, de lo
contrario, no lo harán o lo harán marginalmente.
En cuarto lugar, y es lo que
terminó de sepultar, prácticamente, la efervescencia “verde”, fue el
descubrimiento de los enormes depósitos de esquisto con que cuenta EU, de los
que comenzó a extraerse gas natural, con un contaminante método (fracking) que si en principio resultó
costoso, con los años ya se ha abaratado bastante, para ser ahora la muy prometedora energía del futuro, no sólo
para EU sino, por desgracia, para todo el mundo… sobre todo de los países que
posean depósitos de esquisto.
Sin embargo, ese energético
provocará muchos más problemas en el futuro, que las supuestas ventajas que
actualmente se le adjudican, como veremos.
El esquisto es una piedra
sedimentaria compuesta de barro arcilloso y pequeños fragmentos de otros
minerales, como cuarzo o calcita. Y recientes exploraciones han localizado en
EU y en muchos países, abundantes depósitos de esquisto en el subsuelo, que por
las grandes presiones y otras circunstancias geoquímicas, contienen gas natural
atrapado entre sus capas. Tales depósitos están a grandes profundidades, de más
de dos mil metros y por lo mismo, el método para extraer el gas natural es
complicado y, sobre todo, muy contaminante, como veremos.
Se requiere, primero, de perforar
el suelo más de 2000 metros hasta llegar al depósito de esquisto, luego de lo
cual se instala una tubería de acero que se refuerza con una capa de cemento,
rodeándola. Luego, se inicia la perforación horizontal, de tal manera que se
vayan abarcando extensiones del depósito de esquisto. Una vez terminada la
perforación e instalada toda la tubería y recubierta con cemento, en la parte
en que está horizontal, mediante cargas eléctricas y explosivas, se hacen
decenas de pequeños agujeros a lo largo de su cuerpo, a través de los cuales se
bombeará el líquido que fluirá por dichos agujeros, romperá las capas de
esquisto y liberará la salida del gas natural, el que saldrá a presión por la
tubería (en el siguiente link se muestra un video en donde se puede ver el
proceso: http://www.youtube.com/watch?v=CM8Lh7SAm6A&feature=related).
A ese procedimiento se le llama
fracturación hidráulica (hydraulic
fracturing), mejor conocido en la jerga industrial como fracking.
Y todo parecería muy limpio, como si se tratara de una
perforación para extraer petróleo. Sin embargo, el problema es el líquido que se inyecta para liberar al
gas. Consiste en una mezcla, la mayor parte de la cual es agua, combinada con
arena y, enfatizan las perforadoras, apenas
un 1% de químicos que, también insisten en aclarar, se hallan en productos
domésticos que usamos a diario, tales como detergentes, limpiadores y así, lo cual
es falso, como más adelante señalo. Justo el problema son los químicos que se
añaden al agua, los cuales distan bastante de ser “inofensivos”, como insisten
en decir las empresas dedicadas a la explotación de esa energía “no
convencional”. Precisamente porque no es convencional ese energético, los
problemas que genera su extracción tampoco lo son. Y aunque se ha insistido
mucho en que es una “fuente segura y limpia, no contaminante, de energía”,
varios estudios están demostrando lo contrario, incluso, que con el tiempo, el
aumento de los pozos extractivos agudizará los problemas que comienzan ya a
presentarse.
En el siguiente video se ven,
justo, los problemas ocasionados por el empleo del fracking: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=dEB_Wwe-uBM.
Producido por la organización no
gubernamental linktv.org, muestra un reciente estudio coordinado por Earth Focus y la Ecologist Film Unit de Inglaterra, realizado en EU, en el depósito
de esquisto conocido como Marcellus Shale,
el cual abarca parte de los estados de Pensilvania, Virginia Occidental, Ohio,
Nueva York e incluso algo del lago Erie.
Ese depósito ya tiene algunos
años explotándose (Halliburton es la empresa pionera que comenzó a aplicar el fracking allí) y se calcula que podría
proveer de gas natural a todas las necesidades energéticas que lo emplean en EU
durante alrededor de catorce años… claro que a un costo ambiental y para la
salud humana muy alto, como se
explica en dicho documental.
Una de las escenas iniciales
muestra a un hombre que está a un lado de un envase plástico. Dentro y fuera
del envase circula agua. Del tope del envase sobresale un tubo. De dicho tubo
sale una flama azulosa. Más adelante, el hombre, un granjero, explica que esa
agua sale de un pozo y es supuestamente “potable”, pero que ya ha sufrido
contaminación de metano, entre otras cosas, debido a que cerca hay un pozo
extrayendo gas natural de un depósito de esquisto. O sea, que es agua inflamable. Por supuesto que ha
dejado de ser potable. La investigación, realizada en el condado de Bradford,
en el noreste de Pensilvania, también ofrece el testimonio de otras familias
cuyos problemas con la contaminación del agua entubada, “potable”, que usan,
comenzaron desde que se establecieron pozos que explotan gas natural. Una mujer
comenta que el agua huele a gas, como el que se emplea para cocinar. Otra mujer
dice que su calidad de vida está totalmente arruinada, pues el agua potable no
es una mercancía, sino una necesidad.
“¡Es mi vida, sin agua, no es posible vivir. Estoy muy, pero muy enfadada por
el grave problema que esas personas han ocasionado, que atenta contra nuestras
vidas. Cuando lavamos los trastes, en el fondo quedan aceitosos, así, como si
fuera diesel. Me tengo que poner loción en las manos cada que uso el agua. No sirve
para nada así!”. Una granjera orgánica también ofrece su testimonio, mientras
se muestran imágenes de un par de caballos, en los que pueden verse los daños
ocasionados en el pelaje de su cuello por el agua contaminada que beben. “¡No
es posible que el gobierno les permita hacer eso, que mezclen el agua con
químicos que no pueden estar en la tierra, que pueden dañar a mi familia y a la
gente que me rodea, eso debería de prohibirse. Muchos granjeros mejor están
vendiendo sus tierras, pues no pueden con los problemas que nos traen esas
empresas y prefieren obtener dinero a cambio. Pero eso está ocasionando que muy
pronto desaparezcan los pocos granjeros que aún quedan y eso va a ser muy
grave!”.
También el documental inicia
sosteniendo que el agua desechada que está contaminando los acuíferos, además
de los químicos empleados, contiene sustancias radioactivas, como el radio 226
(radium 226).
Se ofrece el testimonio del
profesor Tony Ingraffea, académico de ingeniería en la universidad de Cornell,
pionero y experto en el estudio del método del fracking y sus consecuencias. “El problema es que la explotación de
gas natural en Pensilvania apenas lleva tres años, de un plan que pretende
durar treinta. Hay alrededor de dos mil pozos por ahora, pero cada día tres o
cuatro se incorporan. Y la industria energética planea construir tres o cuatro
mil pozos cada año durante los próximos treinta y si pueden hacerlo, también lo
harán así en Nueva York”, comenta el
profesor, refiriéndose a que, por ahora, Nueva York ha prohibido la perforación
de pozos en su territorio, aunque, por otro lado, irónicamente deja que el agua
desechada se almacene en los sitos de desecho que tiene para ello.
Justo el hecho de que los pozos
extractivos se deben establecer cerca de fuentes de agua, puesto que el fracking es un método de empleo
intensivo de ese vital recurso, ha ocasionado que no sólo se sobreexplote el
agua, sino, como ya he comentado, se contamine grave e irreversiblemente. Lou
Allstadt, ex vicepresidente de la empresa Mobil, comenta que es realmente una
locura haber permitido que tales pozos puedan estar a 45 metros de ríos o
fuetes de agua potable. “¡Eso es verdaderamente irracional!”, comenta
consternado.
Otro experto, el señor James
Northrup, ex inversionista en empresas energéticas (quizá por ello haya dejado
de serlo, ¿no?), también ofrece su testimonio. “Ninguno de los agentes químicos
que se emplean son potables, metanol,
glicol… alrededor del uno por ciento de la mezcla que se emplea para extraer el
gas son varios químicos, pero haga las cuentas, eso significa ¡cinco mil
galones (19,000 litros) por pozo! Así que si hubiera cerca ocho pozos, eso
serían cuarenta mil galones (152,000 litros) de sustancias químicas tóxicas!”.
En efecto, el problema es que esa
agua ya contaminada, realmente no puede tratarse, no al menos para otros usos
que no sean en la extracción del gas, además de que es empleada intensivamente,
pues cada pozo utiliza al año ¡tres millones ochocientos mil litros! Como la
proporción de agua gastada es mayor que la que puede procesarse para que pueda
usarse nuevamente, se están destinando masivos depósitos para almacenarla, pero
como en Pensilvania, en donde se concentra la mayor producción, no se cuenta
con suficientes pozos de desecho –
los que también representan un muy grave problema en gestación, como menciono
más adelante –, se deben de buscar nuevos sitios para almacenarla, como en
Nueva York, estado que ya comenté que no ha permitido aún que se perforen
pozos, pero sí deja, irresponsablemente,
que se deseche en su territorio el agua contaminada.
Por otro lado, el transporte de
los crecientes volúmenes de gas natural, así como del agua contaminada, ha
incrementado muchísimo el tráfico de tráileres-pipa, los que han hecho de
antaño tranquilos poblados, como Bradford, ruidosos lugares en donde esos
transportes pesados circulan las 24 horas del día, sin parar, como se queja uno
de los habitantes, que señala que antes podían ponerse a platicar en el pórtico
de sus casas y ahora eso ya no es posible.
Además, señala James Northrup, el
ex inversionista, un muy grave problema adicional que podría presentarse, en
caso de que un camión que transportara agua contaminada se accidentara cerca de
un río y su contenido se vaciara en las aguas de aquél, sería terrible, se produciría
un serio problema ambiental. Ahora, imaginen que a diario circulan miles de
tales vehículos, pues las probabilidades de ocurrencia se incrementan cada día.
Y, como ejemplo, se ofrece el testimonio de un hombre cuyo sueño al retirarse
era vivir tranquilo, en medio del bosque. Y nada más fue que llegó una empresa
extractora a establecerse muy cerca de su hogar, que los problemas comenzaron.
En una ocasión, por un accidente, hubo una fuga de agua contaminada, que
resbaló hacia las tierras aledañas, las que contaminó, pero además llegó a un
pequeño lago, ubicado a un lado de la casa del hombre, al que también
contaminó. “Antes, lo único que usted escuchaba aquí en las noches era el
latido de su corazón. Ahora, todo está completamente devastado. Las tierras
están contaminadas y también el estanque… ya no hay peces, ni ranas, ni
tortugas. Tenemos problemas de salud, el agua de la llave está contaminada con
plomo y nos han recomendado no beberla. ¡Lo que antes era el cielo, ahora es el
infierno!”.
Señala el profesor Ingraffea que
la estimación del Departamento de Preservación Ambiental de Pensilvania es de
un serio accidente que dañara severamente al ecosistema por cada cincuenta
pozos. Al parecer, sería un riesgo mínimo.
Pero como aclara el profesor, eso es acumulativo y se debe tener en cuenta que
cada vez habrá miles y miles de pozos más, unos 400 mil, lo que creará un
efecto acumulativo de potenciales daños al ambiente. “Por eso usted no puede
ver los problemas ahorita – le dice al entrevistador –, pero regrese en diez
años y verá lo que sucederá”.
Como muestra, se ofrece el
testimonio de un ex empleado de un pozo extractivo que se ríe de que el
gobierno diga que sí están “bien regulados”. “Sí, uno o dos, pero el resto, el
95%, no lo están. Yo he visto lo terrible que son esas fugas. ¡Allí, en la
montaña, eran cientos de galones y galones de un líquido rojizo, corrosivo, que
salían, se regaban en la cima, y luego resbalaban por las laderas! Mentira que
estén reguladas”.
Pero, como señalé antes, no sólo
la preocupación de los ambientalistas y los científicos que estudian el
problema son los químicos, sino que además el agua desechada está contaminada
también con sustancias radioactivas, como el radio 226, el cual se ha
comprobado que existe en grandes cantidades en los depósitos de esquisto. Al respecto, Northrup señala
que “el radio es una sustancia radioactiva, mortal, cancerígena, y el nivel que
existe en Marcellus es 267 veces
mayor al que el ser humano puede tolerar, o sea, que lo puede matar. También existe
evidencia de que esos depósitos son ricos en uranio y otros compuestos
radioactivos. Como dije, el radio es carcinógeno, así que todos esos materiales
se están llevando a la superficie cuando hay derrames y eso va a ocasionar
terribles consecuencias, pues se está contaminando el medio ambiente con
sustancias que antes no existían allí”.
Sin embargo, a pesar de todas la
evidencias en contra de la explotación del gas natural de esquisto, los
políticos, así como las empresas dedicadas a eso, han realizado una intensa
campaña a favor de esa energía, señalando que es “una panacea para Estados
Unidos, la cual ofrece un combustible que es tanto más limpio, así como más
seguro que depender de fuentes externas de energía”. Y, en efecto, Obama está
enfatizando mucho que el gas natural de esquisto es el futuro de EU y que las
reservas con que el país cuenta durarán más de un siglo. Además, en sus
discursos agrega que así EU ya no dependerá de inestables países, como los
árabes, para proveerse de energéticos. Este factor, sobre todo, la baja o nula
dependencia del petróleo importado, es el que ha alimentado más el factor
nacionalista que está impulsando que casi todos los estadounidenses estén de
acuerdo en la explotación de dicho gas, ignorando o minimizando los graves
daños y riesgos que se están gestando o ya existen. Incluso, muchos sectores
industriales han llegado más lejos, al afirmar que EU va a convertirse de
importador a exportador de energéticos. Y en medio de la actual crisis
económica, la posibilidad de recibir ingresos extras que la mitiguen, de
generar empleos, pues es otra sobrevalorada y exagerada razón para darle con
todo a la explotación del gas de esquisto.
Sin embargo, a pesar de tanta
alharaca, el profesor Ingraffea no está de acuerdo. “Hablando de los usos, el
petróleo y el gas natural no son intercambiables. El petróleo se usa
mayoritariamente para el transporte, en tanto que el gas natural se emplea para
la industria, la calefacción y las estufas. Mientras no se demuestre que existe
un plan energético nacional, que ya tenga contemplado cómo se va a convertir
todo nuestro sistema de transportación para que emplee gas natural, ese
argumento es vacío” (en México, se emplea al gas LP, en efecto, como
combustible para los autos, pero no el gas natural, pues aquél tiene más
contenido energético y calórico que el natural. Eso se hizo porque antes era
más barato el gas LP que la gasolina, pero el fuerte incremento que ha sufrido
su costo desde entonces, ya no lo hace tan atractivo).
Y también apunta el profesor que
aunque la combustión del gas natural es más limpia que otros combustibles, no
es más limpio considerando su ciclo de
vida. “Se están realizando estudios que demostrarán que ese gas, en
términos de producción de bióxido de carbono y metanol, es tan o más
contaminante que el mismo carbón”. Eso lo señala el profesor porque EU sigue
dependiendo bastante del contaminante carbón para producir electricidad, pues
más de la mitad de aquélla la obtiene de viejas plantas carboeléctricas. Y eso
seguramente se obtiene al incluir en la ecuación todo lo que se requiere para
extraer el gas natural de esquisto, desde la energía necesaria para perforar un
pozo, para inyectarle agua contaminada, para extraerla, los cientos de miles de
tráileres que lo transportarán o los gasoductos que se vayan a construir.
Sumado todo eso, afirma el profesor Ingraffea, el gas natural de esquisto es
más contaminante que el carbón.
Y también le preocupa que ya se
esté generalizando la explotación de los mantos de esquisto por todo el mundo,
pues, como señalé, estudios muestran que hay grandes yacimientos en muchos
lados. “Me preocupa que ya se esté empleando esta tecnología demasiado rápido,
sin tomar en cuenta todos los problemas que ocasionará al medio ambiente y a la
salud humana”, declara, consternado.
Pero, claro, como ya señalé, la
propaganda política destinada a convalidar la explotación de dicho gas es
enorme y es de esperarse que logre justificar que se haga en Europa, en Asia,
en India… en todos lados (en México, por ejemplo, se tienen evidencias de
grandes yacimientos en el norte del país, pero las limitaciones en ese caso
serían por la poca agua con que se cuenta, además que las frecuentes sequías la
vuelven mucho más escasa, así que sería, pienso, impráctico explotarlo, claro,
a menos que EU quisiera “colaborar” para hacerlo, y entonces, sí, quizá hasta
desalinizar agua de mar se les ocurriría, con tal de hacerlo).
Además, las compañías energéticas
han sido muy obstinadas en proporcionar la información sobre cómo se desecharán
todos los compuestos químicos que se emplean tan sólo en un solo pozo, más de
285,000 litros, así como 19 millones de litros de agua que se contamina
irreversiblemente. Tales empresas se escudan en el Acta de Política Energética,
aprobada durante la administración de George Bush, muy buen amigo de las corporaciones, que no las obligaba a hacerlo.
Sin embargo, en septiembre del 2010, ocho empresas tuvieron que revelar qué
químicos se emplean para el fracking,
a petición expresa de la EPA (Environmental Protection Agency). Fueron las
compañías BJ Services, Complete Production Services, Key Energy Services,
Patterson-UTI, RPC, Inc., Schlumberger, Superior Well Services, Weatherford y
la nefasta Halliburton (sí, la que tiene fuertes intereses petroleros por todo
el mundo, sobre todo en el invadido Irak). Halliburton, la empresa que comenzó
con ese contaminante sistema, señaló que se emplean los siguientes muy tóxicos
químicos: 2-butoxietanol, etilhexanol, formaldehido, glutaraldehido, ácido
bórico, glicol de etileno, metanol, monoetanolamina, dazomet, anhídrido
acético, isopropanol, alcohol propargílico,
5-cloro-2-metil-4-isotiazotina-3-uno, diesel y bicarbonato de sodio, a lo que
hay que agregar las aún más tóxicas y fatales sustancias radioactivas,
mencionadas antes, tales como el radio 226 y el uranio, que salen junto con los
químicos descritos en el agua desechada.
Esos químicos y sustancias
radioactivas ocasionan enfermedades tales como cáncer de huesos, hígado y mama,
males circulatorios, respiratorios y gastrointestinales, así como desórdenes en
el desarrollo del sistema nervioso y cerebral, entre otros.
Y dígase lo que se diga, a pesar
del “bonito panorama” que se ha tratado de presentar en relación a la
explotación de ese energético, esas sustancias terminan contaminando las
fuentes de agua limpia, así como el aire. Como se señaló, puesto que se emplea
más agua que la que puede procesarse, la desechada se almacena en depósitos hechos
en terrenos, antes agrícolas, que están por todas partes, desde Pensilvania,
Nueva York, Virginia Occidental y Ohio, como se muestra en el documental. Se
insiste en lo irónico que resulta que Nueva York, estado que se opone al fracking, respondiendo quizá a obscuros
intereses de las empresas energéticas, permita que en su territorio se deseche
el agua contaminada, mucha con altos niveles de radiación y que ni siquiera
ordene que se analice antes de ser vaciada a los depósitos que tiene para tal
fin o que de allí se lleve a los sitios en donde se le da “tratamiento” (pero
esa agua, aunque sea tratada, no sirve ya para el consumo humano, como dije
antes, sólo se vuelve a emplear en el fracking).
Además, considérese que el empleo intensivo de agua en un mundo cada vez más
sediento y necesitado de ella es verdaderamente aberrante, pues además es agua
que ya no servirá para el consumo humano (ver en este mismo blog mi artículo
“El agua dulce: cada vez más demanda y cada vez más escasa”, en donde analizo
ese grave problema de un mundo cada vez más sediento).
Un problema adicional, que no se
menciona en el documental, es que mucha del agua desechada, al ser imposible
tratarla o almacenarla en depósitos superficiales, a alguien se le ocurrió,
desde hace algún tiempo, reinyectarla en
profundos depósitos subterráneos. Esa absurda, irresponsable forma de
deshacerse de ella, ocasiona dos graves problemas. Por un lado, dicha agua
contaminada va lentamente trasminándose entre las capas rocosas y sedimentarias
que la contienen, hasta llegar al mar, al que contamina, más de lo que ya está
de contaminado, pero con químicos mucho más peligrosos o con las mencionadas
sustancias radioactivas. Es un método, la reinyección, usado en muchos lados,
en efecto, pero que está ocasionando cada vez más problemas de contaminación
marina, dañando irreversiblemente muchos importantes ecosistemas, como los
arrecifes de coral, vitales para la cadena alimenticia. Hay que señalar que más
de la mitad de nuestros alimentos, provienen del mar (en el siguiente video se
puede ver el problema que la reinyección de aguas negras, menos dañinas,
ocasiona en Hawái: http://www.youtube.com/watch?v=iDAse0NjMno).
Por otro lado, el U. S.
Geological Survey (USGS), ha realizado estudios recientes que correlacionan
tanto al fracking, así como a la
reinyección de agua contaminada ¡a la ocurrencia de temblores de magnitud
media, de alrededor de 4! Por ejemplo, se registraron varios temblores, debidos
a la acción del hombre, en el condado
de Youngstown, en el estado de Ohio, lugar que se encuentra cercano a los
cientos de pozos que actualmente están explotando el depósito Marcellus. La respuesta que dio el USGS
ante la inquietud de habitantes del lugar es que “Existe una creíble conexión
entre las actividades requeridas para la reinyección del agua de desecho y los
recientes temblores, incluyendo el de magnitud 4, que ocurrieron en la noche
del año nuevo del 2011. La conexión se basa en la cercanía de los temblores al
pozo de reinyección y que además aquéllos tuvieron lugar justo después de los
procedimientos de reinyección”. Y es que el mismo USGS ha declarado que el
método de fracking tiende a debilitar
las capas geológicas al justamente fracturar
piedras y sedimentos, lo que lleva a un debilitamiento de las capas superiores
y a movimientos de las mismas. Como “consuelo”, señala que la misma tendencia
se observa en el mundo con respecto a la explotación de los mantos petroleros,
pues la extracción hasta la última gota, digamos, de crudo, deja oquedades en
el subsuelo que ceden a las tensiones de las capas geológicas que lo contenían,
dando lugar a movimientos y subsecuentes temblores (quizá eso explique por qué
últimamente en todo el mundo ha habido temblores de distinta magnitud.
Probablemente algunos de ellos, como declara el USGS, se deban a la nefasta
acción del hombre).
Así pues, esos son los
inconvenientes ocasionados por esa peligrosa y contaminante explotación del gas
natural de los depósitos de esquisto… y los que aún irán surgiendo con el
tiempo.
A pesar de ello, EU seguirá con
sus planes de autosuficiencia energética,
sobre todo porque el precio del gas natural de esquisto ha bajado bastante y
que el precio del petróleo está subiendo demasiado, debido a que se están
agotando muchos yacimientos (como el de Cantarell, en México). Por ejemplo, en
el 2008, mil pies cúbicos de gas natural costaban $13 dólares. Hace una década,
que comenzó a explotarse el gas de esquisto, éste contribuía con menos del 2%
de los requerimientos estadounidenses de gas natural. En la actualidad, constituye
casi un tercio. Como la cuarta parte de las plantas generadoras de electricidad
en EU lo hacen con gas natural, su abundancia y baratura, por ahora, han
logrado que la electricidad también sea
barata (en costo, claro, pero no en impacto ambiental). Así, en la
actualidad, cuesta sólo diez centavos de dólar producir un kilowatt-hora
(considerando que un hogar estadounidense emplea, en promedio, 10000
kilowatt-hora al año, eso reduce su cuenta eléctrica a 1000 dólares, unos 83
dólares mensuales, por lo que sería una razón más para que la gente en EU esté
feliz y no proteste por los problemas ambientales y de contaminación provocados
por ese energético. Recuérdense las airadas protestas que en el año 2000
tuvieron lugar cuando la ya extinta empresa productora y distribuidora de
electricidad, Enron, provocó fuertes escándalos por los altísimos cobros de
energía eléctrica que de repente comenzó a facturar tanto a empresas, así como
a los hogares y que si no pagaban, les suspendía el servicio).
Por tanto, a pesar de tantas
desventajas, las que rebasan a las ventajas,
EU y el resto del mundo están decididos a disfrutar nuevamente de energía muy barata, pero muy contaminante y a
seguir destruyendo lo que nos queda del deteriorado medio ambiente de este muy seriamente devastado planeta.
Contacto: studillac@hotmail.com