domingo, 30 de junio de 2019

Las ciudades que se hunden por sobreexplotación de acuíferos


Las ciudades que se hunden por sobreexplotación de acuíferos
Por Adán Salgado Andrade

El planeta es todavía pródigo en recursos, a pesar de la acelerada destrucción y depredación que el capitalismo salvaje realiza para mantener en funcionamiento su materialista, egoísta sistema económico.
Un muy importante recurso es el agua dulce o bebible, pues sin ella, no sería posible ya la vida en muchos lugares. Una buena porción de esa agua es la subterránea, contenida en acuíferos que se recargan gracias a las lluvias. Sin embargo, el aumento poblacional está llevando a la sobreexplotación de esos preciados cuerpos del vital líquido, además de que las áreas de recarga son asfaltadas o encementadas, lo que agrava el problema y que cada vez llueve menos  (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2017/06/las-declinantes-reservas-de-agua.html).
También, el calentamiento global, debido al cambio climático, empeora la escases de agua dulce en todo el planeta (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/10/el-irreversible-y-catastrofico.html).  
Las consecuencias son que cada año habrá mucho menos agua disponible para la población que vive de los acuíferos, y el acelerado hundimiento de lo que sea que esté asentado sobre tales declinantes acuíferos, principalmente ciudades, que son las que satisfacen sus necesidades hidrológicas de ellos.
Como muchas ciudades del planeta dependen de acuíferos cada vez más sobreexplotados, ya están sufriendo fuertes hundimientos, como analiza un reciente artículo de la revista tecnológica Wired, escrito por Matt Simon (ver:  https://www.wired.com/story/jakarta-is-sinking/).
Comienza  mencionando el caso de Yakarta, capital de Indonesia, la cual, en febrero del 2019, sufrió una de tantas devastadoras inundaciones que la afectan frecuentemente, debido a dos factores. El primero, que se está hundiendo por el rápido agotamiento de sus acuíferos y, el segundo, que el nivel de los mares está subiendo debido al calentamiento global. Es un lugar que, de por sí, se encuentra, o se encontraba, casi al nivel del mar. Para el 2050, si llegamos, el 95% del norte de esa capital estará bajo las aguas.
Es un sitio que, como tantos otros, sufren ya las consecuencias del calentamiento global, combinado con un brutal empleo de sus reservas de aguas subterráneas, las que, mencioné antes, se agotan rápidamente. Partes de Yakarta se hunden ya hasta 25 centímetros anuales. Y eso daña toda la infraestructura urbana, como construcciones, cuyos pisos inferiores ya están cubiertos de lodo permanentemente, y sus cimientos. Gran parte de la ciudad, por el hundimiento, está ya bajo el nivel del mar y con tan solo una fuerte precipitación pluvial, la consecuente inundación es catastrófica. En el 2007, por ejemplo, un monzón dejó a la mitad de Yakarta cubierta con casi cuatro metros de agua, lo que ocasionó mil millones de dólares en daños.
No es la única ciudad costera que se hunde, sino que todas aquéllas ubicadas a la orilla del mar, lo hacen también. Señala el geofísico Manoochehr Shirzaei, de la Universidad Estatal de Arizona, que “Casi todas las ciudades costeras en el mundo se hunden, pues están construidas en sedimento flojo, independientemente del bombeo de agua subterránea. De hecho, el movimiento vertical de las tierras es tan importante como la elevación del mar, pero desgraciadamente se le da poca importancia, pues ocurre lentamente”.
Por ejemplo, la bahía de San Francisco se hunde alrededor de 0.178 centímetros anualmente, lo que ni se nota. Se estima que el aeropuerto de esa ciudad estará bajo las aguas hasta el 2100. Y por eso, no preocupa.
Pero en otras ciudades sí se nota, como la mencionada Yakarta, que se desplaza verticalmente 25.4 centímetros al año o la ciudad de México, el lugar que se hunde más rápidamente en todo el planeta, alrededor de 31 centímetros anuales. El Valle Central de California, la zona agrícola por excelencia de ese estado de Estados Unidos (EU), por sobreexplotación acuífera, ha experimentado hundimientos de hasta nueve metros en varios lugares.
Y seguirán desplazándose hacia abajo las mencionadas ciudades y lugares, pues es un fenómeno irreversible, incluso si se colman los acuíferos de nuevo.
Recientemente hubo una reunión con autoridades de la ciudad de México, en la cual, Fernando González Villareal, director del Centro Regional de Seguridad Histórica UNAM-Conagua-Unesco, expuso que el Centro Histórico es el sitio de la ciudad que más rápidamente se hunde y ya está, incluso, por debajo del nivel del lago de Texcoco, registrando un hundimiento de 10 metros, lo que lo coloca como la parte más baja de la ciudad. Y es por lo mismo, sobreexplotación del acuífero que proporciona parte del agua que requiere tan gigantesca y problemática ciudad. Señaló González Villareal que el acuífero se recarga en un volumen de 25 mil litros de agua por segundo, pero se extrae el doble. Además, advirtió, el hundimiento no es parejo y hay partes que se desplazan más que otras.
Eso provoca daños a edificios, tuberías de agua potable, drenaje y otras obras urbanas, generando gastos que deben de cubrir los dueños de las construcciones o, en el caso de la infraestructura de drenaje o redes de agua potable, la ciudad, con los impuestos de todos (ver: https://www.jornada.com.mx/2019/06/12/capital/032n1cap).
Matt Simon hace un símil de lo que pasa cuando un acuífero se sobreexplota, comparándolo con una botella llena de agua, la que, si se va agotando, dejará vacía a dicha botella y con cualquier apretón, su superficie corporal cederá a la presión y todo lo que esté encima de ella, se colapsará. Eso mismo sucede con un acuífero agotado.
Incluso, el hundimiento diferencial de la ciudad de México se manifestó también en los efectos del pasado temblor de septiembre del 2017, durante el cual, varias zonas sufrieron daños mayores, comparadas con otras, debido a que están asentadas en zonas más huecas, las que se sacudieron y desplazaron horizontalmente más que aquéllas. Y si, además, la ciudad de México estuviera en la costa, ya se habría hundido, debido a la elevación del nivel del mar.
Justo lo que sucede con Yakarta, la cual, aún si detuviera su desplazamiento hacia abajo, contra la elevación marina, no podría. El irreversible calentamiento global ya se está manifestando en la elevación acelerada de los océanos.
Eso dará lugar a éxodos de las personas que puedan cambiarse a otro lugar de residencia, los llamados refugiados climáticos, buscando zonas más “seguras”, aunque con todos los problemas ambientales y desórdenes climáticos, no pude decirse ya que haya un lugar “seguro” 100% (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/01/los-refugiados-climaticos.html).
En EU, por inundaciones, sequías, incendios forestales, calentamiento global y otros problemas, miles de personas están desplazándose a sitios “más seguros”. Sin embargo, con el paso de los años, no habrá “sitios más seguros”, pues todo el planeta será afectado por uno u otro problema climático, como señalo antes.
Y los que no puedan moverse de sitios o ciudades que se hundan, seguirán sufriendo las consecuencias de las inundaciones, tales como el deterioro de sus casas, los problemas de salud ocasionados por las aguas negras que emanan de los inundados drenajes, como epidemias por bacterias intestinales y de otro tipo, además de la falta de agua que se incrementará al irse agotando los acuíferos.
La mafia en el poder de Indonesia asegura que ya tiene planes para mover la capital a otro sitio, pero ningún detalle se ha dado de dónde o cómo se haría ese costosísimo traslado.
En la ciudad de México el hundimiento también tiene duras consecuencias. Lo vemos cuando, en época de lluvias, muchas zona, de las más bajas, se inundan a consecuencia de “atípicas”, torrenciales lluvias y drenaje insuficiente – además de que en ocasiones, éste se bloquea por tanta basura.
Conversando con una persona que recientemente sufrió una inundación, en la que el agua llegó a cincuenta centímetros, me dijo que todos sus muebles, como sofás, mesas, los electrodomésticos, como el refrigerador, la estufa o alacenas de la cocina, las camas o cómodas de las recámaras… sufrieron daños irreparables. Por fortuna, les fueron restituidos.
Pero, en otros casos, a la gente la dejan a su suerte, como cuando son poblados alejados de las ciudades los que se inundan (hay poblados de Guerrero, por ejemplo, que han estado damnificados desde hace años y no han atendido sus urgentes necesidades).
Y aunque, por el momento, sólo a algunos se les restituyan sus bienes, tampoco se trata de que se inunden todos los años, pues ni es práctico, ni digno, ni se les estarán recuperando sus bienes con cada inundación. A la larga, o emigrarán de allí o su vida será cada vez más miserable y tortuosa. Si muchos de ellos pensaban que no serían afectados por el cambio climático, esas inundaciones y sus efectos les están demostrando que sí.
Por desgracia, esos problemas sólo se incrementarán si las mafias políticas insisten en más de lo mismo, seguir con el irracional crecimiento urbano, optando por “soluciones” antiecológicas, cubriendo de concreto y asfalto áreas verdes… en lugar de desconcentrar, crear más áreas verdes de recarga, captación de agua pluvial… entre otras posibles soluciones.
Lo vemos, nuevamente, con la muy estresada ciudad de México, que crece y crece y nada se hace por detener tal crecimiento.
Sus problemas, como el hundimiento y la falta de agua, seguirán. Se estima que para el 2060 el acuífero del que nos surtimos se habrá agotado (ver: https://www.elimparcial.com/mexico/En-40-anos-se-agotara-capacidad-del-acuifero-del-Valle-de-Mexico-20190512-0060.html).
Quizá sólo así, sin agua, emprenderemos el éxodo a otro sitio.
Necesitaremos una nueva Tenochtitlan, fundada en donde un águila, si aún hay, se pose, y reeducarnos, no pensar en que lo material sea lo más importante, que el capitalismo salvaje deje de determinar nuestra frágil existencia.
Sí,  muy utópica solución.