El cobre es el oro de nuestros tiempos
Por Adán Salgado Andrade
La supuesta “revolución eléctrica”, que busca que todo sea operado con fluido eléctrico, desde bicicletas, pasando por autos, camiones y hasta aviones (como si eso fuera a salvar al planeta de la catástrofe climática que cada vez empeora más, cortesía del capitalismo salvaje), está exigiendo que se exploten materiales distintos a los tradicionales o que se sobrexploten. Y es lo que no se dice de esa “revolución”, que se dejarán de perforar pozos petroleros, pero, en cambio, se incrementará el extractivismo, para minar minerales o metales tales como el litio, cobalto o níquel (fundamentales para las baterías) o el cobre, imprescindible para realizar las necesarias conexiones eléctricas de todo, tanto de los objetos eléctricos (bicicletas, autos, camiones), así como en las líneas de transmisión tan necesarias para llevar la electricidad.
Por todo ello, la demanda de cobre ha subido mucho, así como su precio. pues el costo por tonelada ha subido en los últimos cuatro años de 6,200 dólares a 9,000. Es mucha la tentación, y se incrementará, pues se considera que se deberá de ampliar la producción eléctrica tres veces en 25 años, además del cobre necesario para la red eléctrica, que tendrá también que triplicarse para surtir de electricidad a la glotonería eléctrica que vendrá con tantos cuestionables “avances”.
En cuanto a lo que requiere de cobre un solo auto eléctrico, son unos 80 kg de ese metal, demasiado. Y por obtener dinero de él, no sólo legalmente, sino ilegalmente, se incrementan los robos a minas. En Sudáfrica, país en donde hay varias minas de cobre, los asaltantes roban a las mineras ese metal, matando incluso a los guardias que vigilen las instalaciones. No sólo eso, sino que mundialmente se roba cobre: se cortan cables eléctricos, se birlan las tapas de cobre de registros, se hurtan los cables de las minas, usados para para iluminarlas y que pueden tener hasta kilómetros de longitud, se saquean los almacenes en donde se guarda el cobre minado y procesado...
Todo eso expone el artículo de Wired titulado “La economía verde está hambrienta de cobre y la gente está robando, peleando y muriendo, con tal de tenerlo”, firmado por Vince Beiser, quien agrega como subtítulo a su trabajo que “con la posible excepción del oro, ningún otro metal ha ocasionado tanta destrucción como el cobre. En los años venideros, requeriremos mucho más de él, que como nunca antes” (ver: https://www.wired.com/story/power-metal-green-economy-is-hungry-for-copper/).
Inicia describiendo cómo dos guardias de una subestación eléctrica cercana a Johannesburgo fueron asesinados con armas automáticas por criminales, en mayo del 2021, porque éstos robaron unos $1,600 dólares de cables eléctricos, tan necesarios para la electrificación. Además de los asesinatos, provocaron apagones, que persistieron hasta que el daño fue reparado.
Señala Beiser que es algo común en Sudáfrica, los robos de cables eléctricos y los apagones que provoca ese delito. Claro, los ladrones no se ponen a considerar, dice, si eso “afecta a hospitales, que son vitales para la atención medica o a oficinas o a escuelas. Sólo los guía su necesidad de hacer dinero”.
Menciona un reporte de S&P Global, que predice que “la cantidad de cobre que requeriremos en los siguientes 25 años, será mucho más de lo que la humanidad ha consumido en su historia previa. El mundo nunca había producido tanto cobre en tan poco tiempo. Pero el mundo puede no estar preparado para tal reto y la oferta se quedará corta por millones de toneladas en los años por venir”.
Dice que la calificadora Goldman Sachs ha dicho que “sin cobre, no habrá descarbonización. El cobre es el nuevo petróleo de nuestros tiempos”.
En efecto, eso sucede cuando algo constituye un boom: el planeta es el que paga, pues el saqueo es desmedido y sin consideraciones ambientales o, en el mejor de los casos, mínimas. Si se halla una región rica en minerales o metales vitales, aunque se trate de una reserva natural protegida, se explota. Es lo que sucede, por ejemplo, con el intento de establecer un megaproyecto minero en Ecuador para extraer oro y otros metales en la región de Cajas, rica por su biodiversidad endémica y que es una zona natural protegida y habitada por etnias, que viven de ella y la cuidan (ver: https://www.theguardian.com/environment/2025/aug/04/ecuador-cajas-mining-gold-silver-copper-exploitation-paramo-ecosystem-aoe).
Es la constante, que en nombre del “progreso”, se siga depredando, destruyendo y contaminando aceleradamente al planeta, a pesar de los avanzados daños que tanta depredación y contaminación ambiental han dejado y siguen haciendo (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/01/depredacion-ambiental-planetaria-accion.html).
Justo eso está sucediendo con el cobre. “Mucho del cobre empleado es producido y vendido por empresas legítimas. Pero incluso la industria legal cuprífera ha infligido muchísimo daño. Del oeste de Estados Unidos a Sudamérica y hasta África Central, la minería del cobre ha dejado enormes depósitos (presas de jales) llenos de desperdicio tóxico y han contaminado vastas extensiones de tierra y de corrientes de agua. El riesgo de más desastres está empeorando, pues muchos de los depósitos más ricos y fáciles de minar ya se han explotado. La calidad del metal que queda en muchas grandes minas, o sea, la cantidad de metal dentro de la roca, se está terminando. Eso significa que mayores extensiones de tierras se tendrán que abrir para extraer la misma cantidad de cobre. Lo que generará mayores cantidades de desperdicios”.
Hace unos meses ese frenesí de explotar cobre, provocó un daño ecológico catastrófico al río Kafue, de Zimbabue. Allí, una minera china, la Sino-Metals, subsidiaria de la China Nonferrous Metals Industry Group, paraestatal, por haber construido muy mal la presa de jales en donde arrojaba todos los lodos tóxicos que el minado y procesado de cobre requería, ésta se colapsó y todo su venenoso contenido fue a dar al mencionado río (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2025/03/las-mineras-chinas-siguen-depredando-y.html).
Aquí en México, el derrame ocurrido el 6 de agosto del 2014 en el Río Sonora (también por una presa de jales mal hecha, que se colapsó), de ¡40,000 metros cúbicos de una solución ácida de sulfato de cobre!, residuo del proceso de obtención del metal, ha ocasionado daños que, a la fecha, siguen presentes. Fue ocasionado por la mina Buenavista del Cobre, subsidiaria del tóxico Grupo México (ver: https://www.gob.mx/semarnat/acciones-y-programas/que-ocurrio-el-6-de-agosto-de-2014-en-el-rio-sonora).
Esa depredación provocada por China, también sucede en el Congo, rico en cobre, oro, cobalto y otros minerales. “La minería proporciona alrededor del 80 por ciento de las ganancias foráneas del país. Pero muy poco de ese dinero se va a su gente. Muchos congoleses subsisten con menos de tres dólares por día”, dice Beiser.
Y también en ese país, la explotación, en el caso del oro, se está haciendo en una reserva natural protegida, en donde habita el okapi, jirafa del bosque, un animal parecido a una cebra, endémico de ese sitio. Además, ha afectado esa mina la vida de la gente local, como la de cazadores, que antes obtenían muchas presas, tanto para su consumo, así como para su venta. Pero con la megamina, ya todo eso está acabando con la fauna local, la boscosa vegetación y el estilo de vida de los habitantes. Pero a la mafia congolesa en el poder, eso no le interesa, sólo el dinero que les dejen a ellos, no a sus gobernados, esas “concesiones” (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/12/china-mina-oro-en-zona-natural.html).
Menciona que un millonario, Robert Friedland (1950), fue de los pioneros que notaron el potencial de la República Democrática del Congo en muchos recursos, en especial de cobre y se asoció a empresas chinas para explotarlo.
El otro paraíso del cobre es Chile, como menciona Beiser, en Chuquicamata. Recuérdese que en 1973, habiendo ganado la presidencia el doctor Salvador Allende (1908-1973), se apresuró a nacionalizar la industria del cobre, que estaba en poder de transnacionales, IT&T, entre ellas, estadounidense. Esta empresa, en contubernio con la mafia en el pode estadounidense, comandada en ese entonces por Richard Nixon (1913-1994), urdieron un golpe de Estado, arreglado por la CIA, justamente para que, entre otras cosas, el cobre siguiera siendo controlado por esa empresa (ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Salvador_Allende).
Las condiciones en que vivían en los 1950’s los mineros chilenos eran pésimas, “como dio fe Ernesto Che Guevara (1928-1967) en su libro Diarios de Motocicleta, cuando visitó el sitio en 1952 y señaló ‘los cementerios de las minas, los que contenían sólo una fracción del inmenso número de personas devoradas por el encierro, el sílice y el infernal clima de la montaña’”, señala Beiser.
Describe que la mina es gigantesca, “teniendo más de 1,600 metros de ancho, 3,200 de longitud y más de 1,600 metros de profundidad. Y su impacto ambiental es evidente, pues todos los desechos se almacenan en sus desérticos alrededores, y pasarían por cerros. Ese lugar es de los más secos de la región”. Por eso el Che Guevara dio fe de las condiciones tan extremas en que vivían los mineros del sitio.
Además, esa megamina demanda mucha agua y está dejando sin el vital líquido a las regiones que la rodean. Cita a Dina Pannier, presidenta del pueblo campesino Chiu Chiu, quien señala que “antes había aquí muchos arroyos y humedales, pero ya desaparecieron. Las otras regiones son las que se quedan con el dinero, y nosotros somos los que pagamos el precio”.
También allí hay ladrones que roban el cobre. Lo hacen asaltando a los trenes que lo cargan, “sacando los bultos que lo contienen y arrojándolo a la caja de camionetas pickup”.
Dice que es muy fácil “lavarlo”, pues basta un soplete para fundirlo. “No hay forma de rastrear si es robado, porque, además, se vende a los que comercian materias primas, los cuales tienen la política de no preguntar de dónde proviene, pagándolo, claro, a un menor precio, para asegurar una buena ganancia”.
“Nadie sabe cuánto cobre es robado anualmente en el mundo, pero puede ser del orden de millones o quizá billones de dólares. Aparte, hay que considerar los daños que ocasionan esos robos, sobre todo, cuando se trata de cables de alimentación de redes eléctricas. El Departamento de Estado de Estados Unidos, estima que el robo de cobre ocasiona alrededor de mil millones de dólares de daños cada año a las compañías eléctricas y a los negocios que son considerados como infraestructura crítica”.
Y también se pierden vidas, tanto de la gente que es asesinada, como guardias, cuando los ladrones entran a robar cables o cobre, o las de los inexpertos que se electrocutan tratando de robar tales cables.
Así que, véase, eso de la revolución eléctrica, como ya he dicho en muchos de mis artículos, generará más depredación y contaminación, de otro tipo, pero se seguirá destruyendo y polucionando al planeta abusando de otros recursos, hasta que lo sequemos.
Como el propio Beiser señala, “sí, en efecto, tenemos que cambiar nuestras energías. Pero también debemos de reconocer que un futuro libre de carbono, movido por energía solar y eólica, como lo hemos imaginado, traerá sus propias amenazas al planeta y a la gente”.
Pero esas consideraciones no las hará el capitalismo salvaje.
Y en el futuro, cuando todo sea movido por electricidad, habremos de quejarnos de los daños y la catástrofe ambiental que dejó la “revolución verde”. Y buscaremos otra “solución” energética.
Pero si no se ataca el problema de raíz, que es el de deshacernos del capitalismo salvaje tan depredador y contaminador con su sobreproducción, no habrá energías “limpias” que dejen de depredar y contaminar.
Contacto: studillac@hotmail.com