Las mineras chinas siguen depredando y contaminando en países africanos
Por Adán Salgado Andrade
China es un país que piensa que el desarrollo sin límites es posible, que la sobreproducción – producir más de lo que se puede consumir – es factible. Pero ya, desde los 1970’s, científicos habían comprobado, mediante modelos matemáticos, que no era posible y que habría un límite a la fabricación sin freno, como se hace en el capitalismo salvaje, al cual, tal país, China, ha abrazado plenamente. De seguir esa tendencia, el planeta terminará colapsando y las condiciones ambientales y climáticas existentes que permiten la existencia hasta ahora, desaparecerán y no podremos habitarlo más (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/05/no-es-posible-el-crecimiento-economico.html).
Como China ha caído en la cuenta de la enorme depredación y contaminación a la que ha sometido sus propios recursos, ahora está llevándolas a otros países, sobre todo a los subdesarrollados, que sólo cuentan con materias primas (productos agrícolas, boscosos, mineros, marinos, entre otros), como asiáticos o africanos.
En Myanmar, además de apoyar al régimen represivo de golpistas que derrocaron a Aung San Suu Kyi (1945) en el 2021, China los está alentando a que expulsen y hasta asesinen a gente que no quiere dejar sus propiedades, en medio de la selva, con tal de minar los metales de tierras raras que existen allí, necesarios para la elaboración de las baterías de los autos eléctricos, un obscuro hecho detrás de esos vehículos, que se están mostrando como la panacea ambiental, pero que están muy lejos de serlo (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/08/los-golpistas-de-myanmar-matan-gente-y.html).
En la República Democrática del Congo, RDC, por ejemplo, una minera china, la Kimia Mining, extrae oro de zona natural protegida por la ONU, lo que está destruyendo rápidamente la vegetación selvática (ya, un 70 por ciento de los árboles de la zona en donde opera, fueron arrasados), además de estar extinguiendo a especies animales endémicas de tal sitio, como el okapi, como se le llama a una jirafa del bosque que sólo vive allí. No sólo eso, sino que tal minera contamina las aguas del río que pasa por la región y las tierras, por el proceso que se sigue para obtener el oro (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/12/china-mina-oro-en-zona-natural.html).
En Nigeria, explota litio, obteniéndolo de minas rústicas, en donde laboran niños, con riesgo de su salud y de que hasta sufran accidentes, por las pésimas condiciones de tales minas, que son simples agujeros cavados, de seis o siete metros de profundidad, que pueden deslavarse en cualquier momento (ver: https://apnews.com/article/lithium-mining-energy-transition-child-labor-nigeria-africa-b6c480490c9e94272f476f8743014472).
Y ahora, una nueva infamia, de incalculables, catastróficas consecuencias, es el derrame de lodos tóxicos que otra minera china que explota cobre en Zambia, provocó el 18 de febrero de este 2025, en el río Kafue.
Esa minera es la Sino-Metals, subsidiaria de la China Nonferrous Metals Industry Group, propiedad mayoritaria del Estado. Es lo que expone el artículo de Associated Press, titulado “Un río ‘murió’ de la noche a la mañana, después de que desperdicios ácidos fueron derramados por una minera china”, firmado Richard Kille y Jacob Zimba (ver: https://apnews.com/article/mining-pollution-china-zambia-environment-93ee91d1156471aaf9a7ebd6f51333c1).
Un video inicial muestra la magnitud del daño. Tierras arrastradas por el derrame, vegetación destruida y, sobre todo, las aguas del río Kafue, envenenadas, verdosas, opacas, quedando sólo desolación y muerte. Una imagen apocalíptica que sobrecoge. A decir de uno de los habitantes del sitio, Sean Cornelius, quien aparece a bordo de su lancha de motor, recorriendo el río, dice que “antes, todo esto era un río saludable, lleno de vida, con gente que tenía sus criaderos de peces y sus siembras a ambos lados. Ahora, todo está muerto. El río murió de la noche a la mañana”. Una campesina, Juliet Balaya, que tenía un pequeño estanque en donde criaba peces, además de sus sembradíos, se queja de que todo está destruido. “¡No sé qué voy a hacer, cómo voy a trabajar y a recuperar todo lo que invertí!”, exclama, llorando. En otra escena, se ven cientos de peces muertos, flotando; es la señal inequívoca de que las aguas están completamente envenenadas, la de peces flotando, sin vida. Es como si nos envenenaran el aire que respiramos, moriríamos de inmediato.
Eso sucede, lamentablemente, porque la mayoría de las empresas chinas que operan en el extranjero, están más interesadas en obtener rápidas ganancias, invirtiendo lo menos posible. Como la seguridad de las instalaciones es lo de menos, sobre todo, en países pobres, han de considerar los que operan tales mineras que pueden hacer lo que deseen. Y como las mafias en el poder de dichos países son la mayoría corruptas, las dejan operar a su entero antojo y ni se preocupan por revisar si las instalaciones cumplen con todas las medidas de seguridad requeridas.
Por otro lado, como ahora China aparenta interesarse en el “desarrollo” de otras naciones, les presta dinero para supuestos programa de infraestructura con tal de “mejorar” sus condiciones de vida, pero lo hace tramposamente, pues condiciona tal “ayuda” – que no lo es – a que sean empresas chinas las que efectúen las obras. Es decir, les condiciona los préstamos. Es como si a alguien, un banco le prestara para reparar su casa o ampliarla, pero la obligara a contratar a una constructora poseída por el banco. Lo que significa que no hay tal préstamo, simplemente, le estaría vendiendo el servicio. Sin embargo, le cobra altos intereses por tal “préstamo” y, cuando el país al que le ha “prestado”, obtiene dinero por, digamos, exportaciones o algún otro préstamo (del FMI, por ejemplo), de inmediato lo retiene, se cobra “a lo chino”, como dice el vox populi.
El derrame se debió a una frágil presa de jales, el sitio en donde se almacenan tantos tóxicos empleados para el proceso de obtención del cobre, lo que deja ácidos venenosos, como el cianuro, además de metales pesados. Aquí en México, el derrame ocurrido el 6 de agosto del 2014 en el Río Sonora (también por una presa de jales mal hecha, que se colapsó), de ¡40,000 metros cúbicos de una solución ácida de sulfato de cobre!, residuo del proceso de obtención del cobre, ha ocasionado daños que, a la fecha, siguen presentes. Fue ocasionado por la mina Buenavista del Cobre, subsidiaria del tóxico Grupo México (ver: https://www.gob.mx/semarnat/acciones-y-programas/que-ocurrio-el-6-de-agosto-de-2014-en-el-rio-sonora).
En el caso de Zambia, el derrame fue de ¡50,000 metros cúbicos! “de ácido concentrado, sólidos disueltos y metales pesados, que fluyeron por una corriente que se une al Río Kafue, el más importante cuerpo de agua de Zambia, dijeron las autoridades”.
El activista ambiental Chilekwa Mumba, citado por los reporteros, quien trabaja en la provincia Copperbelt, afirma, categórico, que “es realmente un desastre ambiental de catastróficas consecuencias”.
Un ejecutivo de la empresa ya pidió “disculpas”, pero con eso no se arregla el desastre que dejaron, aunque diga que la empresa “hará todo lo posible y correrá con los gastos, con tal de dejar al río como estaba”. Pero son daños ambientales casi permanentes o que llevan décadas para atenuarse (los daños provocados al mar por el derrame petrolero del buque-tangue Exxon-Valdez que chocó contra un arrecife, soltando toda su letal carga de crudo, el 24 de marzo de 1989, aún persisten, luego de 36 años de haber sucedido. Ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Exxon_Valdez_oil_spill).
De por sí, la actividad megaminera, independientemente de los “accidentes”, ocasiona daños irreversibles al medio ambiente, pues se destruyen bosques y selvas, con tal de practicarla. Las llamadas de “cielo abierto”, consisten en construir enormes agujeros, cráteres, visibles desde el espacio, en donde se va obteniendo material pétreo, que es el que contiene el metal buscado. En el caso del oro, por ejemplo, cuando la zona es de “buena ley”, se debe de procesar ¡una tonelada de piedra para obtener apenas una onza (35.2 gramos) de dicho metal. Y como se hace la obtención a nivel molecular, por eso se requiere el uso de tóxicos como cianuro y otros, además de millones de litros de agua (que queda permanentemente envenenada), los que provocan tantos desperdicios letales que se van almacenando en las presas de jales, que si no están bien hechas, se colapsan y suceden los catastróficos “accidentes” (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2013/05/los-destructivos-irreversibles-efectos.html).
“Cerca de un 60 por ciento de los 20 millones de zambianos, viven en la cuenca del Río Kafue y dependen de éste como fuente de pesca, riego para la agricultura y agua para la industria. El río suple agua para beber a cerca de cinco millones de personas, incluyendo la capital, Lusaka. El derrame ácido, provocó que se suspendiera totalmente el abastecimiento de agua de la cercana ciudad de Kitwe, en donde habitan unas 700,000 personas”. Eso, además, será un excelente negocio para las empresas que venden cara agua embotellada, que se aprovechan de eventos así (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/12/el-agua-potable-se-ha-ido-privatizando.html).
Por lo pronto, las “autoridades” han arrojado cientos de toneladas de cal en el río, con tal de contrarrestar el efecto del ácido derramado y aliviar en algo el daño. Pero es, como dije, irreversible.
Por ello es que en países africanos en donde operan voraces, destructivas, depredadoras mineras, entre los que se incluyen la mencionada RDC, además de Zimbabue, ya están protestando contra las empresas chinas, las que “han sido acusadas de ignorar la seguridad, regulaciones laborales y otras medidas. Mencionan los reporteros la mencionada deuda de $4,000 millones de dólares que tiene Zambia, principalmente con China, “la que ha tenido que reestructurar varias veces, pues no ha podido pagar”. Es, como comenté, el drama de los países pobres, que se endeudan por necesidad, pero que en la mayoría de los casos, por sus precarias economías (a pesar de que abunden en materias primas, de las que sólo se benefician empresas y las mafias en el poder), no pueden pagar, ni siquiera los intereses.
Y de eso se aprovechan las empresas chinas, sobre todo, como en este caso, las mineras.
Señalan también los reporteros, que otra minera, también china, se colgó del mencionado derrame, y trató de ocultar uno que ella misma provocó, “pero fue descubierta y dos de sus funcionarios, fueron arrestados”. A ambas mineras, se les ordenó que detengan sus operaciones.
Y sería de esperarse que actúen las “autoridades” con firmeza, incluso, suspendiendo totalmente las operaciones de las dos mineras y arrestando a cuando responsable exista. Pero dudo que se haga eso, pues los impuestos que les cobran – si es que les cobran impuestos –, son, según, “necesarios para su crecimiento económico”.
Citan los reporteros a Mweene Himwinga, ingeniero ambiental, quien dice que “todo eso muestra la negligencia con la que actúan algunos inversionistas cuando se trata de protección ambiental, no les interesa nada. Y es preocupante, porque, finalmente, nosotros, como zambianos, es la única tierra que tenemos”.
En efecto, es todo lo que tienen. Las mineras chinas se irán, cuando ya no haya cobre qué explotar.
Pero allí les dejarán todo su tiradero de basura, destrucción ambiental y derrames tóxicos.
Y buscarán un nuevo país que los deje depredar sus recursos y contaminar su medio ambiente, con tal de “progresar”.
Porque el “progreso”, en la actualidad, es sinónimo de destrucción y depredación.
Mejor no “progresemos”.
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