jueves, 13 de enero de 2022

Soldados de EEUU roban armas y explosivos que terminan vendiéndose a criminales

 

Soldados de EEUU roban armas y explosivos que terminan vendiéndose a criminales

Por Adán Salgado Andrade

 

La contaminación dejada por las guerras es mayúscula. Particularmente, el ejército estadounidense, ha sido una fuente de contaminantes, tanto por la fabricación de todas las armas que utiliza, así como por las guerras que Estados Unidos (EU) ha impulsado o en las que ha participado a lo largo de su historia (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/11/el-muy-contaminante-complejo-militar.html).

No sólo eso, sino que dos investigaciones hechas por la agencia Associated Press, AP, muestran que soldados estadounidenses, ávidos de hacer negocios, roban armas o explosivos y terminan vendiéndolos.

En el artículo titulado “Algunas armas robadas al ejército estadounidense, son usadas en crímenes violentos”, firmado por Kristin M. Hall, James Laporta, Justin Pritchard y Justin Myers, los reporteros exponen los resultados de una larga investigación que, aunque con tropiezos por la burocracia militar, de todos modos rindió resultados (ver: https://apnews.com/article/government-and-politics-business-gun-politics-crime-6caba27108d05a8b7c1860959d1ae130).

Inician el artículo exponiendo el caso de un criminal que se rindió, cuando la policía lo tenía copado. Arrojó su arma al piso, la que era una Beretta 9 mm. Al investigarse de dónde provenía el arma, se descubrió que era del ejército, “un arma que se suponía debía de usarse contra los enemigos de EU, no en las calles, por delincuentes”.

Sin embargo, el arma, aún aparecía en los inventarios del ejército, “en un almacén, que estaba a 600 millas (900 km) de distancia de donde fue hallada”. “Es muy preocupante eso”, dijo al respecto el fiscal del distrito de Albany, David Soares, “pues no sabemos cuántas otras armas están sustrayéndose y terminando en una comunidad en donde pueden ocasionar gran daño”.

La investigación llevada a cabo por los reporteros, indica que unas “1,900 armas del ejército se perdieron o fueron robadas durante los 2010’s, algunas de las cuales, han sido usadas en violentos crímenes, pero como algunos cuerpos del ejército, han interferido en las investigaciones, quizá el número sea mayor”.

Claro, pues muy probablemente, las armas “perdidas” o robadas, incluso, se haya debido a la complicidad de mandos medios o hasta altos. Como siempre, la corrupción está presente en todo el mundo y en todos los sectores.

Ya, al revisar los inventarios, se ha visto que “pistolas, ametralladoras, rifles y rifles automáticos de asalto,  desaparecen de armerías y bodegas, barcos de guerra, campos de tiro y otros sitios en donde fueron empleadas, almacenadas o transportadas. Estas armas, desaparecieron debido a que las puertas no estaban con llave, las tropas dormían o por un equipo de vigilancia que no percibió intrusiones u otros problemas de seguridad. Lo más grave es que nunca se reportaron tales desapariciones”, señalan.

Muy grave que el, supuestamente, más “poderoso” ejército del planeta, adolezca de problemas de “seguridad” y que tan fácilmente puedan “desaparecer” tantas armas. Seguramente, si se investigara mejor, se podría ver que varias de esas armas son de las que se contrabandean a México diariamente y que han llevado al alza brutal de la violencia que vivimos a diario (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/05/el-contrabando-de-armas-desde-eeuu-ha.html).

Señalan que hay tanto descuido que, por ejemplo, en Afganistán, cuando aún estaba ocupado por EU, un cargamento de 65 Berettas, fue robado y nunca fueron recuperadas.

Proporcionan una gráfica en la que se muestra que son los rifles, 1,179, las armas más robadas o “desaparecidas”.

Incluso, las unidades de élite – los “Rambos” del ejército de EU – han sufrido “robos”. Sí que es grave que a esos “súper soldados” les roben sus armas.

Dicen los reporteros que era una obligación del ejército reportar los robos de armas anualmente al Congreso, “pero la práctica, se terminó hace años y ya no se contabilizan”.

Como señalé, la corrupción tiene que ver. Dicen que “las armas del ejército son vulnerables entre miembros corruptos que, se supone, deben de asegurarlas. Saben cómo explotar puntos débiles dentro de las armerías o las grandes fuentes de abasto del ejército. Sobre todo, en los rangos bajos, pueden ver una oportunidad de obtener algo de dinero de tan vasto arsenal”.

En las entrevistas que hicieron a personal del ejército, éstos, minimizan las armas robadas. Uno de ellos, John Kirby, dice que el ejército “tiene una eficiencia de 99.999% en su inventario de armas”. Sin embargo, dicen los reporteros que es evidente que se ocultan las verdaderas pérdidas, pues muchos de los funcionarios encargados de proporcionarles las estadísticas, justificaron que no las tenían o que eran “confidenciales”.

Incluso, armas tan letales como un lanzagranadas, se han hallado. En este caso, policías hicieron el alto a un auto que tenía las placas vencidas. Al realizar un cateo, hallaron esa arma. Y cuando lo reportaron al ejército, militares pensaron que era uno que estaba “perdido”. Al verificar el número de serie del arma, no coincidió. O sea, que se trataba de otro lanzagranadas, lo que lleva a pensar en ¿cuántos otros estarán “perdidos”?

Como ya señalé, esas armas, o la mayoría, terminan en manos de pandillas criminales. “AP, identificó ocho instancias en las cuales, cinco distintas armas robadas al ejército, fueron usadas en un tiroteo u otros crímenes violentos. En otros casos, se atrapó a criminales que las poseían. Eso se pudo saber, revisando minuciosamente los records de las cortes o reportes publicados, pues por las restricciones federales sobre compartir información respecto a armas, es muy difícil saberlo, así que las cifras deben de ser mayores”.

Muchas armas robadas hace más de diez años, como rifles AK-47, “apenas han sido localizadas, decomisadas a bandas criminales”.

De los miembros corruptos, agregan que “en Fort Campbell, Kentucky, partes de metralletas y otras cosas que fueron robadas por soldados, terminaron siendo vendidas por internet a compradores de Rusia, China, México y otros lados. El cómplice civil que coordinaba todo, y tenía una bodega para almacenarlo, fue sentenciado. Las autoridades dicen que ganó cientos de miles de dólares”. Y, claro, los soldados que le proporcionaban las partes robadas, también deben de haber hecho su buen dinero extra, además de sus salarios.

Y como los encargados de cuidar las armas “no llevan registros efectivos” es casi imposible recuperar un arma robada, pues entre los mismos soldados que cometen los robos, se ocultan las cifras. “Un encargado de la armería puede alterar las existencias”, señalan.

El problema principal, señalan los reporteros, es que el ejército posee “unos 4.5 millones de armas, de acuerdo con la organización sin fines de lucro Small Armas Survey”. Con tantas armas, claro que no es fácil llevar una adecuada contabilidad y, menos, con soldados o rangos medios corruptos, movidos por obtener un “dinerito extra”.

Pero, como dije, también se roban explosivos. Es lo que una segunda investigación de AP expone en el artículo “Explosivos que desaparecen del ejército estadounidense, reaparecen entre civiles”, firmado por Kristin M. Hall, Justin Pritchard y James Laporta, en el cual, también, increíblemente, son robados explosivos, como granadas o C4 (ver: https://apnews.com/article/US-military-explosives-stolen-discovered-in-homes-9e72a922bfe34fa5d13e642bd12cdc35).

Comienzan mencionando a un experto del ejército en demoliciones, que “robó 6 kilogramos de explosivo C4 de los campos de entrenamiento de Camp Lejeune, diciendo que temía a la guerra civil que seguiría, luego de la elección presidencial”. El paranoico militar se refería a lo que sucedió el 6 de enero del 2021, cuando hordas de simpatizantes del nefasto Trump, invadieron la Casa Blanca, en protesta porque, aseguraban, se había cometido un fraude electoral (ver: https://www.bbc.com/news/world-us-canada-56004916).

“Tenía que defender a mi familia y a mí de esas insurrecciones, era mi derecho constitucional”.

Pero investigaciones más minuciosas, han demostrado que no es el único soldado que ha robado explosivos, “no son casos aislados. Cientos – y posiblemente miles – de granadas contra blindaje, cientos de kilos de explosivos, así como minas terrestres y morteros, se han robado o perdido de entre las fuerzas armadas durante la década pasada, de acuerdo con una investigación de AP, sobre las fallas en la seguridad del ejército sobre su armamento. Y sólo algunos, han sido recuperados. Las tropas falsificaron récords para cubrir ciertos robos y en otros casos, reportaron explosivos como perdidos o, simplemente, no cuidaban bien tales artefactos, señalan las investigaciones”.

El problema es que, muchas veces, tales explosivos son tirados, como uno que estaba en un patio de reciclaje. Uno de los trabajadores del lugar, pisó una mina y murió al instante.

A veces, se trata de mera imprudencia de personas que tratan de obtener metales para reciclar, como un hombre que robó una mina antitanques de un campo de entrenamiento, quien al tratar de abrirla, fue herido gravemente, pues el artefacto estalló.

Morteros han sido hallados en casas cercanas a campos de entrenamiento, como los de Fort Hood, en Texas. “AP, también descubrió 36 cartuchos de dinamita que fueron robados de un campo de entrenamiento en Filipinas”.

Y también terminan en manos criminales los explosivos “perdidos”. “Explosivos, han sido hallados en casas y bodegas, barracas militares y caminos, incluso, en la frontera entre EU y México. No se trataba de trofeos oxidados de viejas guerras, sino de embarques militares o de bases. Muchos, robados por los mismos soldados”.

De nuevo, la corrupción, la falta de ética y buscar un “dinerito extra”, lleva a militares sin escrúpulos a realizar tales robos. Lo peor es que, como ya dije, terminan en criminales, como narcotraficantes mexicanos, que seguramente los emplean para cometer ataques, como los realizados con drones explosivos (ver: https://www.jornada.com.mx/2022/01/12/estados/025n1est).

De nuevo, los reporteros señalan fallas en la seguridad, “pobres inventarios” y falta de ética entre los soldados, como los problemas principales. “En los campos de entrenamiento, los explosivos que no son usados, dependen de los encargados, de que sean regresados a los almacenes, pero como no hay forma de asegurarse que así sea, tales encargados, pueden sacar ventaja de esa falla en la seguridad. Y es frecuente que reporten que se usaron todos los explosivos, aunque no haya sido así”.

Y, además, como explosivos como el C4, no tienen número de serie, pues sólo se contabilizan por volumen, más fácil es sustraerlos.

Seguramente ustedes habrán visto en alguna cinta hollywoodesca a ese explosivo plástico (bueno, copias falsas), que se adhiere a lo que se desee destruir, se le inserta un fusible y se detona a distancia. Parece una plastilina que, en efecto, no tiene seriación, sólo se podría medir por su peso. Por eso, señalan los reporteros, es casi imposible contabilizarlo.

También el problema es la vasta cantidad de explosivos que adquiere el ejército de EU, ascendiendo a $25,000 millones de dólares, poco más de la mitad de los $46,834 millones de remesas que entraron a México desde tal país en el 2021 (ver: https://www.elfinanciero.com.mx/economia/2022/01/03/remesas-se-elevan-superan-los-46-mil-mdd-en-noviembre/).

Una cantidad brutal de explosivos, destinada a la simple destrucción. He ahí trabajo humano desperdiciado, que bien podría emplearse para cosas útiles, como reforestar o limpiar mares o ríos o buscar tecnologías realmente limpias.

Por eso, aunque un funcionario del Pentágono indicó a los reporteros que “se lleva una adecuada contabilidad del 99.999984% de los explosivos”, ese 0.000016% restante, implica que sean cientos de explosivos los “perdidos”.

Lo peor es que el Pentágono exime que se informe sobre pérdidas de, por ejemplo, C4, “menores a 10 libras (4.5 kg)”. ¡Muy mal, pues esos casi 5 kilogramos de C4, pueden destruir y matar!

Otro paranoico soldado, Travis Glosser, estuvo acumulando varios kilogramos de C4 que se robaba del campo de entrenamiento, el sobrante. Los quería usar por si perdía Trump, durante su primera elección. “Yo pensé que si ganaba Hillary Clinton, este país se iría a la mierda y por eso, me estaba preparando”. Pero como, para la fortuna de ese red neck militar, ganó Trump, simplemente, escondió los explosivos en un bosque cercano. Pero consciente de lo peligroso que eran, prefirió confesar. A él y un cómplice, se les llevó a juicio, dándolos de baja del ejército. “Pero de verdad que nunca pensé en venderlos”, les aseguró a los investigadores.

Quizá no haya sido la intención de ese loco. Pero cuántos otros “soldados”, buscarán el mencionado “dinerito extra” y, sin mediar escrúpulo alguno, venderán armas y explosivos a grupos criminales, que terminarán usándolos para cometer asesinatos y atentados irracionales.

Así que ésos son los otros “muertos y daños colaterales” que el mayor ejército del planeta ocasiona.

 

Contacto: studillac@hotmail.com