jueves, 28 de mayo de 2020

El contrabando de armas desde EEUU ha incrementado la criminalidad en México

El contrabando de armas desde EEUU ha incrementado la criminalidad en México

Por Adán Salgado Andrade

 

En una escena de la cinta Dark Fate, la más reciente de la zaga “Terminator”, dirigida por Tim Miller, se muestra a los héroes principales, Sarah Connor, Grace (una soldado mejorada genéticamente), a Daniela (futura líder de los humanos) y al T-800, el viejo Terminator, converso a bueno, eligiendo de un arsenal de armas muy bien surtido que el T-800 ha ido juntando por años, para prepararse para “ese momento”. Connor le pregunta por qué tiene todas esas armas y el T-800 le dice que por lo que pudiera ofrecerse y “además, porque estamos en Texas”, le sonríe, sarcástico.

Es una muy común escena en cintas hollywoodenses, que, ya sean criminales o los buenos, cuenten con portentosos arsenales de muy sofisticadas y potentes armas, las que muestran, muy orgullosos, así, como si estuvieran enseñando una colección de juguetes, libros o cosas por el estilo.

Y es que en Estados Unidos (EU), la fascinación por las armas sería el equivalente en México a la fascinación por la Guadalupana, imposible de suprimir.

He conocido estadounidenses, muy conscientes, no racistas, respetuosos de los mexicanos, incluso, casados con mexicanas, pero, a pesar de eso, no dejan de ostentar su obsesivo amor por las armas, que les gusta contemplarlas, dispararlas, examinar su “perfecta” ingeniería. Y me han dicho que poseerlas, es un derecho al que nunca renunciarían.

A pesar de los índices tan altos de muertes por armas de fuego en ese país, que están entre treinta y cuarenta mil homicidios cada año, y que ocasionan, en promedio, un tiroteo masivo cada día, los estadounidenses están divididos en ese tema, pero los pro armas, son los que defienden, con esas mismas armas, su derecho constitucional a poseerlas. No les importan los citados tiroteos masivos, ni los muertos anuales, sólo desean que los dejen en paz con ellas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2012/07/de-tiroteos-estrenos-hollywoodescos-y_26.html).

Evidentemente que esa armada sociedad, ejerce marcada, negativa influencia en México, pues que armas tan potentes y mortíferas lleguen aquí, ya sea legal o ilegalmente, se ha reflejado en el aumento de la violencia que nos está azolando a diario.

La publicación Rolling Stone, recientemente publicó un artículo, titulado “Armando a los cárteles: La historia de una célula de contrabandistas de armas, de Texas”, firmado por Seth Harp, en el que refiere tan sólo un ejemplo de cómo existe una asociación entre vendedores de armas, fabricantes de ellas y criminales estadounidenses y mexicanos, éstos, pertenecientes a los distintos cárteles que han, digamos, agrupado a los grupos de personas que viven de vender drogas, secuestrar gente, extorsionar, matar, traficar personas… Deja muy claro el artículo que sin esa asociación, no podría darse el muy lucrativo contrabando de armas y sus letales efectos en México, siendo el principal, los miles de muertos que esa violencia criminal deja cada año (ver: https://getpocket.com/explore/item/arming-the-cartels-the-inside-story-of-a-texas-gun-smuggling-ring).

Harp investigó la asociación que se dio entre un vendedor de armas, un fabricante y un miembro de un cártel mexicano.

El vendedor, también fabricante, llamado Mike Fox, ex policía quien vive en Texas, en Georgetown, suburbio clasemediero de Austin, tenía muchas deudas, por estar cuidando a los gemelos de su hija, heroinómana que se los encargó a él y a Diane, su esposa. Además, una hermana muy enferma y la hipoteca de la casa, lo llevaron a buscar algo que le diera algún dinero extra. Y eso lo halló en la fabricación y venta de armas. Tenía, desde hacía años, un negocio de venta de armas y municiones, que en Texas, sólo se requiere que tenga una licencia para portarlas y un local en donde venderlas. Fox tenía un almacén vacío, con tal de llenar ese requisito, pero, dice Harp, no tienen mucho problema los que se dedican a vender armas, sobre todo en dicho estado.

Ya hice antes la referencia, sobre la escena de la cinta de Dark Fate, de que, gracias a que estaban en Texas, el T-800 tenía tan gran arsenal.

Y es que también, para los compradores de armas, no hay gran problema, pues las venden hasta en Walmarts, así como las municiones.

De hecho, comenta que armas tan mortíferas como el rifle Barret, que posee un calibre de 0.5 (13 mm) “y dispara balas del tamaño de una zanahoria, increíblemente, no tiene ninguna restricción para ser comprado por civiles. Usted puede comprar uno con efectivo, sin papeleo de ninguna índole, sin romper ninguna ley. Usted puede tener tantos como usted desee”.

Absurdo que un arma que puede traspasar un muro y hacerlo polvo y que tiene un alcance de más de 1600 metros, se venda como si fuera un celular o unos zapatos.

Justamente esa facilidad que tienen para comprar armas la mayoría de los estadounidenses, sobre todo en estados como Texas o Arizona, es lo que lleva a los cómplices de ese país, de los criminales mexicanos, a reclutar a casi cualquier persona, para que vaya a una armería, compre un rifle o pistola y se los entregue.

Sin embargo, armas más poderosas, como ametralladoras, que, ésas, no las venden a cualquier ciudadano, por ser de uso policiaco o militar, deben de conseguirse de otra manera.

Justo por eso, entró en la operación el mencionado Fox, quien tenía su pequeño taller para hacer algunas armas, no muy sofisticadas. De hecho, ya también los estadounidenses exigen su derecho a maquilar sus propias armas, usando para ello una impresora 3D, y algunas piezas que no pueden hacerse caseramente. El impulsor de ese nuevo “sagrado derecho” a hacer armas en casa es el “anarquista y antisistema” auto declarado Cody Wilson, quien hasta perfeccionó una de esas impresoras y la vende en línea. Dice que eso es para que no las rastreen pues “no tienen derecho los gobernantes a entrometerse en nuestras vidas. ¡Vaya locos que hay por allá!  (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2015/08/normal-0-21-false-false-false-es-mx-x.html).

En fin, Fox también construía una que otra arma. Tenía un cliente regular, Tyler Carlson, un texano de 26 años, rubio, quien hablaba español perfectamente. Le compraba muy seguido municiones y rifles Barret. Fox, necesitado de dinero, le vendía lo que quería. Pero un día, en el 2015, Carlson le dijo que se asociaran para fabricar miniametralladoras, (miniguns), pues ésas, no se venden a cualquiera. Las M-134, que es como son referidas en el ejército esas armas, pueden disparar cien balas por segundo, “las que pueden saturar una posición enemiga  con balas, en cuestión de segundos o abatir un escuadrón de soldados con un simple apretón del gatillo”.

Nunca le dijo a Fox que serían destinadas para el cártel del Golfo, para quien trabajaba, en asociación con otro mexicano-estadounidense, Jorge Quintero, militar retirado, quien se encargaba de reclutar a gente para que cruzaran la fronteras y llevaran los embarques de armas, tan eficazmente colectadas por Carlson.

Como puede verse, la relación vendedores-fabricantes-criminales es más que clara, para que el lucrativo contrabando de letales armas se lleve a cabo.

Otro involucrado fue Tracy Garwood, CEO de Garwood Industries, la única de dos empresas armamentistas que fabrica y vende las miniametralladoras al ejército estadounidense. La otra es Dillon Aero, que las exporta legalmente a México, adquiridas por los militares mexicanos.

Justamente, menciona Harp, que usaron esas armas, francotiradores militares mexicanos, durante el ataque del 10 febrero del 2017, todavía con el mafioso Peña Nieto en el poder, contra el narcotraficante Juan Francisco Patrón Sánchez, mejor conocido como el H2 o el Chico, quien fuera líder del cártel de los Beltrán Leyva. Fue abatido junto con siete de sus sicarios (ver: https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/quien-era-el-h2).

Dice Harp que, en venganza, los narcotraficantes de todos los cárteles han buscado estar mejor armados que el ejército y por eso les interesa comprar armas de alto poder, que sólo policías o militares estadounidenses pueden poseer, como las miniametralladoras.

En fin, Garwood entró en la operación, porque, igualmente muy necesitado de dinero, accedió a venderle a Fox una pieza esencial de las miniametralladoras, que éste no podía hacer. Para no tener problemas con los auditores, Garwood falsificó papeles, diciendo que esas piezas habían sido destruidas.

Así, esa delictuosa y lucrativa asociación entre los tres, fue rindiendo frutos.

Era, realmente, un jugoso negocio, del que Fox, Carlson y Garwood se beneficiaron mucho. En el 2016, Fox hizo cuatro miniametralladoras, cada una a un costo de $14,000 dólares, que podían venderse a un mínimo de $240,000 la pieza. “Fox no dice cuánto ganaba, pero, de acuerdo con una fuente un mínimo de $500,000 dólares intercambiaron entre él y Carlson”. Mucho dinero para un ex policía que sólo tenía $85,000 de ahorro para su retiro. Fue tanto que, lo cita Harp, “estaba yo recibiendo tanto dinero que no sabía qué hacer con él”.

Se puso a comprar en las oficinas postales órdenes de pago, con tal de “lavar” tanto dinero.

Harp incluso se entrevistó con David Pérez Esparza, titular del Centro Nacional de Información, órgano de la administración de Andrés Manuel López Obrador, encargado de la seguridad del país, coadyuvando “con todos los esfuerzos nacionales en materia de incidencia delictiva, reducción de la violencia y de promoción del uso de la inteligencia policial basada en la violencia”. (ver: https://www.gob.mx/sesnsp/estructuras/dr-david-perez-esparza).

Esparza le comentó que “por primera vez en este siglo, la esperanza de vida está disminuyendo. Probablemente, nosotros somos los que deberíamos hacer un muro”, refiriéndose a la exportación de la violencia armamentista desde EU.

Y es que desde el 2004, cuando terminó la prohibición en EU de vender armas de asalto, como rifles AR-15, el contrabando ha ido en aumento y los cárteles se han armado cada vez mucho mejor. Y la violencia, en crecimiento, también. “El incremento per cápita de posesión de armas en México, se ha incrementado en un factor de diez durante los pasados 15 años y los asesinatos, también se han disparado. El año más mortífero fue en el 2018, con 33,000 asesinatos, casi todos ellos perpetrados tanto por las fuerzas armadas, que son surtidas de armas legales por los fabricantes estadounidenses o por los cárteles, surtidos por contrabandistas estadounidenses”.

Sí, recuérdese que ese año todavía estaba controlado por la corrupta y criminal mafia priísta, siguiendo la lógica del “combate a la violencia” con más violencia, iniciada por el deleznable Felipe Calderón.

De acuerdo con recientes datos, cada día son contrabandeadas de 700 a 800 armas hacia México. La mayoría de los contrabandistas son estadounidenses. Y lo peor, señala Harp, es que pocos son arrestados. “En Estados Unidos, no hay leyes federales efectivas que combatan el tráfico de armas, haciendo las investigaciones muy difíciles y las penas, relativamente leves, sobre todo si se comparan con el tráfico de drogas.

De hecho, son muy pocas las armas que se confiscan a los contrabandistas, pues de las 250,000 que aproximadamente logran introducir cada año a México, ni 200 se logran rastrear.

Y nada menos que la que dificulta la persecución del tráfico de armas es la National Rifle Association, NRA, una muy influyente, conservadora organización que defiende el sacro inalienable derecho de la posesión de armas. A Trump, le donó 30 millones de dólares en el 2016, para sufragar su tóxica, mediática campaña, así que aquél, le debe el trasero. Y es evidente, pues de los tiroteos masivos más espectaculares que ha habido recientemente, Trump no expresa más que sus hipócritas condolencias, pero nada dice sobre si se restringirá la venta de armas.

De todos modos, el contrabando de armas es vital para los armeros de la frontera, quienes, según un estudio hecho en el 2013, por la Universidad de San Diego, “más de la mitad quebrarían, de no ser por el alza en las ventas, gracias a la carnicería provocada en México. ‘Eso te da una idea de la fuerza que da ese hecho’, dice Topher McDougal, el principal autor de dicho estudio”.

O sea, sin el contrabando, muchos armeros de Arizona, Texas, Nuevo México o California, ya habrían quebrado. Por eso no se promueven leyes más efectivas para combatir el tráfico de armas. La ATF, la agencia encargada de controlar, supuestamente, las armas, dice Harp que casi está de adorno. Muy controlada en sus funciones, gracias a los cabilderos de la NRA, ni siquiera ha podido hacer un registro de las armas que son poseídas o que son compradas en EU, pues se lo prohíbe la NRA. Si un arma que haya sido usada en un crimen, tiene el número de registro, la ATF debe de comunicarse con la empresa que la produjo, para que ésta le diga a qué armería la vendió. Luego, tiene que comunicarse con esa armería, para que le diga quién la compró. Un burocratismo atroz.

Regresando a la historia de Carlson, Fox y Garwood, éstos últimos, hasta estaban pensando en extender el negocio, pues tenían ya varios clientes, que les estaban solicitando las miniametralladoras “hechizas”, pues eran más baratas que las patentadas. Arabia les había pedido 600, así que Fox sacó sus 85,000 dólares de su retiro, para financiar el gran negocio.

Pero todo se complicó y se desplomó, cuando un cargamento de armas, arreglado por el mencionado Quintero, fue detenido en el puente internacional de Anzalduas, al sur de la comunidad tejana de Mission. Allí, Luis Solís, un inexperto joven de 21 años, con doble nacionalidad, fue detenido en el vehículo que conducía, “con muy mal escondidos 15 rifles AK-47, cuatro pistolas semiautomáticas, 4000 cartuchos de municiones calibre 7.62 y 32 cargadores de alta capacidad, además de una gran batería, estilo militar, con un cable de alto voltaje. Era la fuente de energía para las cuatro miniametralladoras que Fox había construido”.

Eso, se lo dijo Carlson a Fox, a quien le recomendó guardar silencio o su vida peligraría. No se volvieron a ver.

Y todo se fue desenredando, con la confesión de lo poco que sabía Solís, a quien contrataron solamente para que manejara el vehículo, sin saber que llevaba todo ese arsenal, digno de un pequeño batallón militar. Vemos la facilidad con que alguien, sin saberlo, puede convertirse en “delincuente”.

Y esa es de las pocas veces que la ATF puede actuar y realizar cargos delictivos, por el contrabando de armas. “Si la ATF detecta a sospechosos que lleven armas y las almacenen en una casa, no puede hacer mucho, más que esperar. Si toca, para revisar las armas que tengan allí almacenadas, no los puede acusar de nada. Tiene que vigilarlos hasta que vayan a la frontera, en donde, antes de cruzar, sí los puede acusar de contrabando, pero sólo así puede ejercer la legalidad”, dice Harp.

A Fox, sólo lo acusaron de hacer fraude con las órdenes de pago, pero nada con respecto a las armas que hacía.

Garwood, se entregó voluntariamente, acusado de vender ilegalmente ametralladoras. Fue liberado con una fianza de 50,000 dólares.

“Si hubieran sido acusados de tráfico de drogas, sus casas habrían sido allanadas, con mucha violencia, por equipos policiacos súper armados, que habrían lanzado granadas cegadoras”, dice Harp, irónico.

Sí, alguien que posea, por ejemplo, mariguana y si es un afroestadounidense, es tratado como peligroso criminal.

Ni siquiera se les retiraron las licencias para portar armas al par de sesentones.

Quintero fue acusado de asociación delictuosa. Le dieron seis años de cárcel.

Carlson, al enterarse de que estaba siendo investigado, huyó a México, pero agentes de la ATF, se coordinaron con las autoridades mexicanas para localizarlo.

Fue condenado también a seis años de prisión.

Harp se comunicó con él y, entre las cosas que le dijo, fueron que ha estado en muchos lugares en México y que piensa que la palabra cártel no está bien empleada. “ ’Los sindicatos criminales mexicanos no tienen un monopolio en nada, por eso hay tanta violencia’. Dice que la palabra cártel podría aplicarse mejor al gobierno de Estados Unidos, por su monopolio en el petrodólar y en el baño de sangre que afecta a México, que se da por la así llamada Guerra contra las Drogas, de lo cual, no está equivocado”, dice Harp.

Sí, los dos tienen razón, pues la hipócrita doble moral de EU, que por un lado combate al contrabando de droga, pero, por otro, como hemos visto, solapa a los contrabandistas de armas, es, en buena medida, lo que nos ha conducido a la incontrolable violencia, aun para la nueva administración. }

Y, claro, el contubernio de mafiosos “políticos”, cómplices de las mafias criminales, cierra con broche de oro toda esa estrategia de la muerte.

Pero mientras para los fabricantes estadounidenses de armas y los que las venden, sigan los business as usual, que continúe el baño de sangre, de miles de mexicanos asesinados cada año.

Han de decir que ellos sólo fabrican y venden armas y que no es su culpa que se mate con ellas.

 

Contacto: studillac@hotmail.com