jueves, 7 de mayo de 2020

El triste final de un programador de blockchain


El triste final de un programador de blockchain
Por Adán Salgado Andrade

El blockchain es una tecnología de programación que permite encriptar, a muy alto nivel, información muy sensible, tal como las cadenas que forman las monedas electrónicas, como el bitcoin.
Gracias a la encriptación que produce el blockchain, ese tipo de monedas tienen un nivel de seguridad aparentemente inexpugnable. Aun así, hay hackers que han logrado irrumpir en operaciones con bitcoin y robar grandes cantidades de tal moneda. Por cierto, es importante aquí destacar que, además de que el bitcoin no es todo lo inexpugnable que se hacía creer, su generación, mediante muy complicados algoritmos, que requieren cientos de miles de horas de computación, es muy demandante de energía, llegando a requerir el equivalente a la electricidad que utiliza un país pequeño, como Lituania. O sea, su extensivo empleo incrementará la contaminación ambiental y el calentamiento global.
Así que para que el blockchain no sirva sólo para minar criptomonedas, se le han buscado otros usos. La naciente empresa Tessr, había creado una ficha electrónica, conocida como TSRX, para que fuera empleada en transacciones más seguras para la educación superior.
Pero el código que se necesitaba para echar a andar el TSRX, estaba contenido en unos discos duros, pertenecientes a Jerold Christoper Haas, nacido el 30 de septiembre de 1975, cuyos esqueléticos restos fueron hallados el 3 de noviembre del 2018, en medio de un denso bosque de la localidad de Clarksville, en Ohio.
Había muerto en circunstancias extrañas, algunos meses antes, pues el esqueleto presentaba trazas de haber sido devorado por coyotes y haber sufrido fractura de pierna.
El artículo de Wired titulado “La extraña vida y misteriosa muerte de un programador virtuoso”, firmado por Brendan I. Koerner, narra aspectos de la existencia de Haas, un brillante programador, con una vida turbia, que, hacia el final, se vuelve problemática, tanto por la gente con que se relaciona, así como porque Haas no estaba seguro de si quería lucrar o no con su invención, si tener mucho dinero o entregarla para que la sociedad se sirviera de ella gratuitamente (ver: https://www.wired.com/story/strange-life-mysterious-death-of-virtuoso-coder/).
Poco antes de su muerte, Tessr, tenía pensado recabar 30 millones de dólares de inversionistas. Pero nada de eso se materializó, pues Haas comenzó a tener problemas de personalidad. Dice Koerner que era personalidad del tipo “demasiado inteligente, muy iconoclástico, socialmente desviado. Parecen vivir su único inescrutable código. Frecuentemente, debido a una combinación de arrogancia e inmadurez, ellos desperdician todas las grandes oportunidades que se les presentan. Haas desechaba sus muchas fallas, diciéndose a sí mismo y a otros, que él realmente prefería una vida como un inadaptado. Pero cuando fue madurando, resintió su obstinación, pues comenzó a sentir el peso de la edad madura. Se había asido a Tessr, como un último esfuerzo para lograr la riqueza y el respeto que perdió durante su juventud”.
En efecto, hay muchos genios, por decirlo así, como Haas, que se jactan, durante su juventud de que todo lo pueden y se lanzan a una agitada vida en la cual, sus dotes les ayudan mucho, pero lo toman a la ligera, yendo de aquí para allá, prefiriendo lo fácil, lo rápido. Aparentan no interesarse por lo económico, pero, en cuanto lo logran, sus sueños de vivir en un paraíso inmaterial, donde todo sea de todos, donde lo espiritual sea lo más importante, terminan cuando tienen éxito a la primera. Ahí tenemos los casos, por ejemplo, del ya fallecido Steve Jobs (CEO de Apple), Bill Gates (fundador de Microsoft), Mark Zuckerberg (fundador de Facebook), Larry Page y Sergey Brin (fundadores de Google) y muchos otros, cuyos intentos de fundar una empresa que los volviera millonarios, se dieron a la primera. Ahora, sólo buscan que sus respectivas empresas crezcan y crezcan, y ellos se hagan más ricos.
Empresas como Google, fundada por los mencionados Page y Brin, de ser inicialmente libertarias, que daban a sus trabajadores muchas concesiones para que éstos, en un ambiente ameno, sin restricciones, rindieran mucho más, ahora se han vuelto muy controladoras, y prohíben todo lo que pueda dañar su imagen, nada de críticas al gobierno y nada de huelgas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/02/de-como-google-cambio-su-politica.html).
Haas, aunque había intentado fundar la Gran Compañía, nunca tuvo suerte, pero confiaba en que Tessr, fuera esa empresa.
Allí, su socio fue Emanuel Sylvia, otro soñador de la Gran Compañía, que en el 2017, tuvo su “gran momento” y fundó Tessr. Esta empresa concibió una forma de aplicar las blockchains entre instituciones educativas, por ejemplo, para realizar transacciones entre sí. Otra aplicación sería que los cursos que se compraran para estudiantes, podrían ser monitoreados a través de la blockchain, con tal de comprobar que su rendimiento fuera el adecuado.
Para eso, se requería a un muy buen programador, y ese fue Haas, quien fue llevado ante Sylvia por Etienne Fieri, amiga de Haas. Sylvia quedó maravillado del talento para codificar de Haas, sobre todo, después de hacerle unas pruebas. “He estado en esta industria unos veinte años y Jerold Haas fue uno de los mejores. Definitivamente él tenía ese talento extremo”.
Y todo lo que la empresa requeriría para funcionar, Haas lo codificó casi en horas. Pero mientras la empresa arrancaba, Haas, tuvo que buscar otros trabajos, para ganar dinero y sobrevivir.
Realmente, como relata Koerner, fue su última oportunidad de hacer dinero. Pero, según Sylvia, Haas, a ratos, decía que la empresa debía de dar los sellos encriptados libremente, no cobrar. Algo en lo que Sylvia estuvo de acuerdo, pero fue cuando Haas desapareció.
Fieri, quien se convirtió en su novia por esas fechas, declara que, de repente, Haas desapareció y no volvió a saber de él. “Sus últimas semanas conmigo, se comportaba muy raro, siempre estaba drogado y perdía la noción de la realidad”.
Las drogas, que desde su adolescencia comenzó a tomar, sobre todo el DMT, un alucinógeno que produce “un viaje de hombre de negocios”, le fueron alterando su comportamiento. De allí, toda su vida fue ingerir enervantes de todo tipo, los que, seguramente, le fueron dañando la parte racional de su cerebro, lo que lo llevó a vivir cosas que una persona normal no haría. Refiriéndose Koerner a ese tipo de cosas, da como ejemplo, la forma en que Haas vivió algunos años atrás, cuando trabajaba en una empresa de programación, de la que era jefe Jerritte Couture. Éste, dice que era tan bueno Haas, que en cuestión de horas hacía cualquier programa que un cliente pidiera, pero que su estilo de vida era extremadamente raro y hasta desaseado. Como no sabía cómo vivía Haas, un día fue a su casa. “Quedó muy conmocionado al descubrir que Haas estaba viviendo con su novia y el padre de ella en una casa que, literalmente, había sido golpeada por un tornado; había un agujero en el techo. Los pisos estaban enterrados entre montones de periódicos, cajas de cereales viejas y platos cochambrosos con comida en descomposición que emitía un terrible hedor”.
 Couture le ofreció su casa para que vivieran allí su novia y él. Haas le tomó la palabra por unos días, pero, como siempre hacía cuando se sentía cómodo, que le desagradaba sentirse así, se regresaron los dos a la pocilga en donde habían estado habitando.
Su uso de las drogas aumentaba y lo ponía peor de salud.
En el 2017, cuando Sylvia lo hizo su socio, Haas estaba muy dañado por los enervantes.
No se ha establecido la manera exacta en que murió, en medio del bosque. Pero, días antes de desaparecer, se posesionó de la laptop y los discos duros en donde tenía el código para las blockchains que usaría Tessr.
Los detectives que realizaron la investigación, el teniente Chris Peters y el sargento Brian Hounshell, llegaron a convencerse de que un amigo de Haas, Charles Ford, lo había asesinado, pero verificaron varios detalles que Ford aportó y los hallaron ciertos. Inocente.
El esqueleto, ya analizado, mostraba una fuerte fractura de fémur, que sólo pudo haberse producido si se cayó, ya fuera de un árbol o en la cañada cercana a donde fue localizado. Al principio, se pensó que le habrían robado su valioso material de cómputo, la laptop y los discos duros. Pero una masiva búsqueda, con varios policías, permitió el hallazgo de la mochila en donde siempre cargaba todo eso, con el equipo completo, ya echado a perder, pues fue arrastrado por la corriente de un río.
Todo lo anterior, ha permitido que los investigadores expongan la teoría de que Haas, en sus últimas semanas, quizá eligió salirse de toda conexión social, volverse un ermitaño y vivir su existencia libertaria. Sobrevivió robando comida de casas cercanas al bosque, cuando podía. Cocinaba en improvisadas fogatas.
Los pantalones, amarrados con una liana, demuestran que debió haber bajado mucho de peso por esa dieta tan raquítica. En su mochila, por ejemplo, hallaron un pedazo de elote medio cocido, todo mordisqueado, evidencia de la mala dieta. Súmese a eso que las drogas ya no le permitían, desde semanas antes, pensar normalmente y se tiene la imagen de un hombre hambriento, viviendo en una improvisada tienda de campaña, con forzada abstinencia de drogas, viviendo atormentadamente y con demasiados temores.
La fractura del fémur, la atribuyen a que pudo haberse caído de un árbol o resbalado a la cañada, en donde se le soltó su mochila, que fue arrastrada por el río.
Su madre, Judith Wallace Huff, sin embargo, cree seriamente que fue asesinado por alguien que lo encontró en ese bosque. Sin embargo, de haber sido así, su mochila habría sido esculcada, pero cuando la hallaron, estaba intacta, aunque, como dije antes, con todo echado a perder por el agua.
En fin, la verdad, nunca se sabrá.
Lo que sí es un hecho, es que los genios viven otra realidad, que nadie entiende.
Para nosotros, simplemente, están locos. Sin embargo, para ellos, nosotros somos los imbéciles.
Y puede ser que tengan razón.