lunes, 4 de mayo de 2020

El mal manejo que se dio de la cuarentena, en un crucero de lujo


El mal manejo que se dio de la cuarentena, en un crucero de lujo
por Adán Salgado Andrade

La presente emergencia sanitaria mundial, continúa ocasionando estragos, tanto en el número de contagios, así como en el de muertos. Muchas de las complicaciones se deben a que, desde un principio, China cometió la infamia de ocultar tanto a la enfermedad, así como a sus consecuencias, incluso, cuando ya, varios científicos de ese país, sospechaban de la presencia de un nuevo coronavirus. Eso, por los síntomas que mostraron los primeros casos, muy similares a los de otras enfermedades respiratorias, ocasionadas por otros coronavirus.
Ese mal y hasta criminal manejo inicial de la emergencia sanitaria en China, lo comenta el periodista Shawn Yuan, en un artículo de Wired, titulado “Dentro de los primeros días de la censura del coronavirus en China” (Inside the early days of China’s coronavirus coverup), en el cual, afirma que todos los artículos, videos, blogs, chats y otras cosas que se transmitieron en las redes sociales chinas, tales como Weibo o WeChat, sobre la pandemia, sus malos manejos, los muertos, los miles de enfermos y varias más anomalías, eran desaparecidos de la red en horas o hasta al siguiente día, cuando mucho. “Tuve que tomar capturas de pantalla de todas esas noticias, para llevar un recuento de todas esa información, debido a que los hackers gubernamentales las bajaban lo más pronto que podían. Todo, con tal de ocultar información valiosa sobre el mal manejo inicial de la emergencia sanitaria”, afirma Yuan (ver: https://www.wired.com/story/inside-the-early-days-of-chinas-coronavirus-coverup/).
Justo ese mal manejo de la información, ocasionó que países como Italia y hasta Estados Unidos (EU), no tomaran en serio a la pandemia. En Italia, ha habido, hasta el momento, 115,242 contagios y 28,884 decesos. En tanto que para EU, los contagios ascienden hasta el momento a casi 760,000 y los decesos, a 67,682. Como se ve, son muy elevados para ambos países (ver: https://ourworldindata.org/grapher/deaths-covid-19-vs-case-fatality-rate).  
Y en las zonas más hacinadas, como en Nueva York, es en donde más se han incrementado los contagios, más de 80 mil, y arriba de 2400 decesos, que todavía continúan en ascenso, día a día. De hecho, Nueva York, por la falta de medidas adecuadas y a tiempo, es ya el centro de la pandemia estadounidense (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/04/nueva-york-de-bulliciosa-ciudad.html).
Esta introducción, sobre los equivocados manejos de una enfermedad, que no se conocía bien en sus inicios, ni en sus alcances, servirá para comprender cómo se impusieron equivocadas medidas para atender la emergencia sanitaria, que ocurrió con un crucero de lujo de la empresa Carnival, el Diamond Princess, que transportaba 3,711 personas, entre 2,666 pasajeros y 1045 tripulantes, en un puerto japonés. El artículo de Wired “27 Días en una bahía de Tokio: Qué sucedió dentro de Diamond Princess”, firmado por Lauren Smiley, da cuenta de esa tragedia sanitaria, que, por mal llevada, generó más contagios y decesos, de los que se habrían dado, de haberse manejado de otra manera (ver: https://www.wired.com/story/diamond-princess-coronavirus-covid-19-tokyo-bay/).
El Diamond haría uno más de su habituales viajes de placer, llevando a 2666 pasajeros (vaya 3 últimas, cabalísticas cifras), la mayoría gente mayor de 60 años. En catorce días, saliendo de Yokohama, visitarían China, Vietnam y Taiwán, para regresar a Japón.
Aquí, hay que decir que esos cruceros son (o eran), parte de la lucrativa industria del ocio, que, en tiempos normales, obtiene grandes ganancias ofreciendo, como en este caso, viajes de “placer” en gigantescos barcos que emulan ciudades completas, con todas las “comodidades”, como cines, albercas, salones de juegos, de estar… en fin, y a elevados costos, no para cualquier nivel económico, sino de clase media, principalmente, pues los ricos, tienen sus yates propios (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2015/04/la-acondicionante-y-muy-lucrativa.html).
Además, cada crucero de esos, contamina demasiado. Por ejemplo los 47 “cruceros de lujo” que opera la empresa Carnival, produjeron en el 2017, diez veces más polución que todos los 260 millones de autos que hay en la Unión Europea. Cada uno, por año, contamina el equivalente a un millón de autos (ver: https://www.transportenvironment.org/press/luxury-cruise-giant-emits-10-times-more-air-pollution-sox-all-europe%E2%80%99s-cars-%E2%80%93-study)
Por otro lado, cuando hay tormentas, son peligrosos. Justamente, el Diamond, gracias a la habilidad y experiencia de su capitán, el italiano Gennaro Arma, no se volteó en septiembre del 2019, cuando el tifón Faxai, con vientos de 160 km/h, lo sorprendió en altamar. El experimentado capitán, logró mantener a flote la pesada embarcación de 115,875 toneladas de peso. “Usted no puede derrotar a la Madre Naturaleza, pero puede llegar a un acuerdo”, dice Arma.
Y aunque en eso, en evitar que el barco se volteara y hundiera, Arma tuvo mucha suerte, no le pasó lo mismo con la cuarentena, a la que tuvo que someterse, luego de que uno de los pasajeros que transportaba, un hombre ochentón, que desembarcó en Hong Kong, fue diagnosticado con Covid-19. Pero no fue el único, sino que, cuando el barco llegó a Yokohama, nueve pasajeros lo tenían también, así como un trabajador. Todos ellos fueron sometidos a la prueba, antes de bajar del crucero.
Por ello, Japón  dispuso que el crucero se mantuviera en cuarentena en el puerto. Se revisaron posibilidades para que todas las 3711 personas a bordo, pudieran desembarcar y llevar la cuarentena en tierra. Pero los hospitales estaban llenos. En cuanto a hoteles, se habrían requerido unos diez. También se contempló la Villa Olímpica, pero no estaba terminada. Por eso, las autoridades japonesas tomaron la decisión de tener a toda esa gente en el barco. Además, otro factor fue que los japoneses que habían sido evacuados de Wuhan, la ciudad china en donde comenzó todo, eran una presión extra, pues varios estaban contagiados y graves. Aunque se les estaba atendiendo, eran fuente de contagio.
Y eso les fue comunicado a los pasajeros y tripulantes del Diamond, que tendrían que permanecer 14 días a bordo, a partir del 4 de febrero (2020). A cambio, tendrían todas las comodidades y servicios. Los japoneses les proporcionaron alimentos, bebidas, suministros médicos, además de que a los que enfermaron, los desembarcaron y los tuvieron en aislamiento en tiendas de campaña improvisadas en el puerto, al lado del enorme barco.
Esa sería una muy buena lección de otro de los peligros que se pueden enfrentar en esos cruceros, esas emergencias sanitarias, que se esparcen tan rápidamente entre pasajeros y tripulantes.
El capitán Arma, desde el comienzo, estableció protocolos sobre el aislamiento de los pasajeros en sus camarotes, diaria limpieza y entrega de alimentos allí mismo. Luego, cuando varios trabajadores de limpieza comenzaron a enfermarse, ordenó que a cada camarote, se le proporcionaran productos de limpieza, para que sus mismos ocupantes lo desinfectaran.
A pesar de ello, los contagios seguían.
Un doctor japonés, inmunólogo, Kentaro Iwata, experto en las epidemias de ébola en Sierra Leona y del SARS, en China, estaba muy alarmado sobre el rápido ascenso de contagios en el puerto de su ciudad. Pidió subir al barco. Lo logró, luego de mucho papeleo burocrático. “El 18 de febrero, un día antes de que finalizara la cuarentena, lo dejaron subir. En esa fecha, 531 pasajeros habían dado positiva la prueba del Covid-19 y muchos habían sido trasladados a un hospital en tierra firme. Él, se dirigió hacia el comedor que había sido reacondicionado como el área médica y vio lo que, pensó, parecía el sitio ideal para esparcir el virus. La tripulación, oficiales y trabajadores de salud, caminaban, como si nada, allí. Algunos, estaban comiendo su lunch y usando celulares, con los guantes puestos (imaginen si estaban contaminados). No había zonas verdes o rojas (sin contagio o de contagio). Una oficial médica le dijo que, probablemente, ya estaría ella infectada en ese momento, así que, ni para qué usar equipo protector”. Entonces, como se ve, por negligencia, falta de conocimiento, resignación, burocratismo… los contagios, fueron ascendiendo.
Una vez que bajó del barco, Iwata se aisló en un cuarto de hotel y, desde allí, se puso a hacer videos, que subió a Youtube, en donde denunció las pésimas medidas sanitarias con que la pandemia se manejó dentro del barco y por las autoridades japonesas de salud, y que habría sido mejor que se hubiera sacado a la gente, con mucho cuidado, como, luego, estudios confirmaron.
Dice Smiley que “Algunas preliminares increpaciones salieron rápidamente a la luz. Cálculos de investigadores japoneses y estadounidenses, concluyeron que la cuarentena, a pesar de sus errores, evitó un rebote de contagios entre los pasajeros. Pero un estudio de investigadores alemanes, suizos e ingleses, concluyó que si todos hubieran abandonado el barco en el 3 de febrero – un día antes de que se le pusiera en cuarentena –, con el debido cuidado, sólo dos por ciento de ellos – o sea, 76 personas, en lugar de 712 –, se habrían infectado”. Mucha habría sido la diferencia, y menos muertos, de los 14, que se reportaron.
Los países de donde eran originarios pasajeros y tripulación, se encargaron de transportarlos a sus lugares de origen, cuando terminó la cuarentena, manteniendo muy aislados a los que se contagiaron.
A pesar de esa experiencia, la industria de los cruceros, siguió cometiendo errores, muy probablemente, a propósito, con tal de no detener los viajes de los barcos que ya habían sido programados meses atrás.
Dice Smiley que “cuando la orden se dio para detener los viajes de los cruceros, muchos ya estaban en ruta. La industria siguió provocando errores. El Ruby Princess y agentes aduanales australianos, dejaron que 2700 pasajeros, que no se habían hecho la prueba de si tenían el virus, desembarcaran en Sídney, el 19 de marzo, y ese barco está ligado con más de 600 infecciones y, al menos, dos muertes en Australia. A principios de abril, la policía australiana, alegando que Carnival, dueña del Ruby, les había dicho a las autoridades locales que no tenían problemas con el Covid-19, iniciaron una investigación criminal para deslindar responsabilidades. La tripulación de otro barco, el Celebrity Cruises, demandó a Royal Caribbean, la empresa dueña de ese barco, por no haberlos protegido contra el Covid-19”.
Por eso, muchos pasajeros de Carnival, también están demandando a la empresa, por mostrar negligencia ante la pandemia. y aseguran que nunca volverán a viajar en un crucero.
Pero como “compensación”, Carnival regresó el dinero a sus pasajeros, además de ofrecerles a cada uno, un crucero gratis en el futuro. Muchos cruceristas (¿así se les podría llamar?) dicen que le tomarán la palabra, pues no quedaron del todo ciscados por la cuarentena. Claro, son los que no se contagiaron o, mejor aún, los que no murieron. Ésos, ya ni vela en el entierro tienen.
Además, aparentando gran samaritanismo, Carnival ha ofrecido que todos sus barcos, en lo que pasa la pandemia, serán acondicionados como hospitales.
No le queda de otra, sobre todo ahora que viajar en uno de sus “lujosos cruceros”, puede ser hasta mortal.